La siguiente historia tiene un antecedente directo en mi cuento: “Accionar defensivo”; respecto del cuento que sigue y de otros anteriores, digo que, dado que mi enorme público quiere saber cómo ha sido mi vida, para satisfacer tal requerimiento, he decidido hacer literatura autobiográfica con asiduidad, así que, ya no me oculto tras personajes; en el siguiente texto les dejo otra muestra de mis vicisitudes.
-Palabras: 8.027-
Antes de salir con T de la casa de 9 de Julio y Belgrano de Ciudad de Quilmes, en la que, en calidad de sereno, trabajaba, le dije al sereno del turno noche, con quien los viernes acostumbraba cenar, que en aproximadamente una hora, volvería con la comida, y así lo hice; una vez que volví, nos sentamos a la mesa que había en el patio, que, junto a las sillas, era casi el único mobiliario que en el lugar, en ese momento había, ya que se estaba refaccionando y por eso los muebles del interior, habían sido retirados.
Dado que mi compañero era varios años más joven que yo, le comenté lo “gloriosos” que fueron los años 80, que yo, tuve el “privilegio” de vivir en su totalidad, aunque no de disfrutar plenamente, por ser muy chico, ya que nací en 1980 (año que, a diferencia de lo que muchos creen, no es el primero de la década del 80, sino el último de la década del 70); esos “gloriosos años”, fueron en realidad, HORRIBLES, pero como nuestra percepción del presente, producto del envejecimiento, progresivamente empeora, solemos tener la idea de que fueron buenos, tiempos pasados lejanos, que en realidad, fueron malos, sin negar que todo tiempo es malo. Y bueno. Y más o menos también, y todo, contemporáneamente, ya que hay muchos indicios de que las cosas se suceden, no de modo secuencial, sino simultáneo, como ya fue expresado en el cuento anterior, lo cual, lleva a pensar que el futuro no se está haciendo, porque ya está hecho, como el pasado y también, el presente; dicho de otro modo: somos parte de un cuadro pintado, cosa que lleva a concluir que ninguna injerencia tenemos en los acontecimientos, porque todo ya está hecho, incluso lo que creemos estar en este mismo momento, haciendo… pero bueh; en gran medida, por motivos culturales, solemos considerar que los años 1980 fueron buenos porque en ese entonces, todos los días aparecían cosas nuevas en las artes, mientras que ya a partir de la década del 2000, en materia cultural, parece haberse llegado a un límite que resultó en que todo lo “nuevo”, fuera idéntico a lo ya hecho y, por consiguiente, repetido… Viendo a las cosas de ese modo, hay casi consenso en que los 80, fueron gloriosos; también ocurre que al mirar varias décadas hacia atrás, uno recuerda a seres queridos que posteriormente, murieron; eso también lleva a la consideración de que el pasado fue mejor, y por este motivo particular, también hay consenso en que el pasado (y no sólo los años ‘80), fueron gloriosos; no parece haber controversia respecto a que una época en la que alguien que uno quiso, estaba vivo, fue para uno, mejor que aquella en la que no lo estuvo más… de ahí que cuando alguien rebate eso de que: “Todo tiempo pasado fue mejor”, uno lo lleve a la ANIQUILACIÓN al confrontarlo con esto último que expresé, ya que es ABSOLUTAMENTE IMPOSIBLE, que, de tenerlo en cuenta, concluya que, al menos, el tiempo pasado referido, no fue realmente mejor, es por eso que, el yo que acaba de escribir lo último, haya llevado a la ANIQUILACIÓN al yo que, minutos atrás, manifestó que los años 80 fueron HORRIBLES, y es paradójico, porque ése que lo expresó, fue Martín Rabezzana, y lo sigo siendo, pero éste de ahora, mató al Martín Rabezzana de minutos atrás; es decir, me acabo de matar, pero sigo acá, vivo… Es cierto eso de que uno nace y muere muchas veces en cada vida; considerando esto, muchos concluyen que la muerte no existe, pero si uno nace y muere muchas veces en cada vida, existen tanto la vida como la muerte, pero no son más que estados transitorios que, a su vez, se suceden (como todos los ciclos), no de modo secuencial, sino simultáneo (cosa que ya había expresado y que seguiré expresando); de no ser así, no habría en nosotros, células nacientes al mismo tiempo que en nosotros, otras células, mueren (esto creo que también lo había dicho en otra oportunidad), y esto sí ocurre… en fin;… (hago muchos: “en fines”, y los seguiré haciendo porque los fines son temporales, así como lo son también, los comienzos)… es paradójico todo esto… ...Como (entre otros) expresó Sábato, es extraño el que, dado que uno nace y muere muchas veces en cada vida, se llame siempre de la misma manera… no obstante, es entendible que así sea, porque si ocurre que uno tiene dificultades para recordar el nombre de las personas a las que trata habitualmente, y más aún, a las que trata inhabitualmente, mucho más complicado sería, si se estuvieran cambiando el nombre a cada rato, pero al menos, eso nos daría la excusa perfecta a la hora de no recordar sus nombres; en tal caso, ya nadie tendría motivo para ofenderse si nos ocurriera que de su nombre, no nos acordáramos, de ahí que el cambio habitual de nombres personales, tenga sus ventajas, ahora bien: también tiene gravísimas desventajas, porque si bien no está bueno que uno no se acuerde del nombre de los otros, y los otros, del de uno, menos bueno estaría, que uno no se acordara de su propio nombre, y esto ocurriría con frecuencia si, con frecuencia, nos cambiáramos el nombre, así que concluyo que es mejor que nos llamemos siempre de la misma forma, no obstante, eso de “siempre”, es una forma de decir, porque tras morir, pasamos un periodo muertos que, tras concluir, nos devuelve a la vida como la conocemos, entonces recibimos un nuevo nombre (al menos, en la mayoría de los casos, ya que contemplo la posibilidad de que alguien se llame en una determinada vida, por ejemplo: Reynaldo Obdulio Cachuchi, y, que tras reencarnar, su apellido paterno (o materno, en caso de que el padre no lo reconozca) sea también “Cachuchi”, y se disponga darle los nombres de “Reynaldo Obdulio”; en tal caso, en distintas encarnaciones, esa persona se llamaría de la misma manera, pero en general, estas cosas no pasan; en fin (otro “en fin”, sí, y otro nuevo comienzo)...
Por todo lo ya expuesto, me desdigo en mi dicho de que los años '80, fueron horribles, pero sólo hasta que me acuerdo de la guerra de Malvinas, de la hiperinflación, de los cortes de luz programados (y no programados) y… bah, en realidad, me acuerdo solamente de los cortes de luz (pero no muy seguido), porque de Malvinas, no me acuerdo, dado que todavía no había cumplido los dos años cuando esa guerra, tuvo lugar… ...En ese entonces, todavía había esperanzas respecto de lo que ese bebé, sería de grande (lo pienso, me veo ahora, y me deprimo… no sé cómo voy a seguir con este cuento; en fin; trataré de no pensar en eso).
Costumbrismo serenístico
A mi compañero, que se llamaba Bruno, tras yo tragar un cacho de una empanada de humita, le dije:
-Era una época rara, esa de mediados de los 80.
-Decime una cosa rara que pasara.
-Por ejemplo… había una especie de moda extraña en la ruta; cuando ibas en verano camino a la costa, te cruzaban una camioneta, obligándote a frenar, y vos te imaginabas lo peor, pero lo que ocurría era que de la misma se bajaban dos minas, y a través de las dos ventanillas delanteras, te encajaban dos botellas de agua mineral, cuatro potes de yogur, y se iban.
-Noooo… ¡Dejate de joder!
-¡Posta!… Era así.
Seguidamente terminé la empanada, agarré otra y me mandé un cacho, entonces Bruno, señalando un bolso que se encontraba contra una pared, me preguntó:
-¿Es tuyo ese bolso?
Yo, rápidamente tragué lo ingerido, con ayuda de bebida Cunnington, y dije:
-¡Uuuuh!… ¡T se olvidó las armas para la revolución social!
-¿Cómo, “las armas”?
-Bueh; “armas”... es una forma de decir -y me levanté de mi asiento para acercarme al bolso; una vez que lo agarré, lo abrí, del mismo saqué una pistola y con ella apunté a una ventana mientras dije: “Al fascismo no se le discute. Se lo destruye”, entonces Bruno, medio atragantado con la comida por la sorpresa, dijo: -¿Qué hacés con eso? ¡Tené cuidado! -seguidamente dijo: -Dijiste que era una “forma de decir”, lo de “las armas”.
-Sí… ésta y las otras, son de aire comprimido -y tras acercármele y sacarle el cargador a la pistola y mostrárselo, evidenciose en su semblante, un gran alivio.
-Menos mal, che; porque yo no quiero kilombos.
-No; yo tampoco; las trajo T, el compañero de lucha antifascista materializada en la oposición al totalitarismo tecnocrático que, en estos tiempos, tiene su máxima expresión en el ámbito de las llamadas “ciencias médicas”, que me vino a visitar hace un rato; las trajo para jugar un poco al tiro al blanco; iba a volver a buscarlas cuando saliéramos del bar, pero fue que se encontró con amigos y rumbiaron para otra parte, así que… asumo que mañana las pasará a buscar.
-¿Las vas a dejar acá?
-Y sí… no voy a andar por la calle con esto, porque si me llega a parar un policía, imaginate... hasta que ese “genio” se dé cuenta de que son de aire comprimido, por ahí ya me pegó 15 tiros en la espalda en “defensa propia y legítima”.
Patricia Bullrich, ex combatiente montonera y actualmente (año 2025) ministra de seguridad del gobierno del facho de mierda de Milei (¡cómo nos cambia la vida, Patricia!), a ese policía, lo condecoraría.
Bruno dijo:
-Yo creo que no te pegaría 15 tiros.
-.Ah… creés que exagero.
-No; creo que te quedás corto; para mí, te pegaría 25 tiros en la espalda, por eso, tenés razón en que va a ser mejor que las dejes acá -y tras tomar un trago de gaseosa, me preguntó: -¿A qué te referiste con eso de “totalitarismo médico”, o algo así?
-A la psiquiatría, que es un dispositivo de control social que se disfraza de medicina;… Como más o menos expresó la canadiense Bonnie Burstow: LA SALUD MENTAL NO EXISTE (lo siguiente lo digo yo); la salud es una cuestión netamente física, dado que la psiquis, no es algo concreto, sino abstracto, y no siendo la psiquis, un órgano, no está en condiciones de enfermarse ni de sanarse; no obstante, admito que no podemos expresarnos correctamente sin recurrir a metáforas, de ahí que la metáfora de “enfermedad”, pueda ser válida, y la de “salud”, también, al aludir respectivamente al malestar y al bienestar, lo que no es válido en absoluto, es el dar por literal a lo que es metafórico, y esto es lo que suele hacerse en el caso en cuestión, ya que en las sociedades humanas, las personas viven acusando de estar “enfermas”, a otras, cuando sus formas de pensar, de sentir o de ser, no son por ellas, aprobadas, y muchísimas de las personas que esto hacen, no emplean al término de “enfermo”, metafóricamente, ya que, producto de una intolerancia exacerbada, asumen que literalmente algo anda mal a nivel orgánico en el otro, cuando moralmente lo desaprueban, y esto tampoco sería tan grave, si no fuera por el hecho de que, a la intolerancia generalizada que al vulgo lleva a dicha consideración, se suman técnicos en ciencias, que aparecen para convalidarla; en este caso ocurre que esa convalidación, ha llevado a que se clasificaran como patológicas, formas de pensar, de sentir y de ser, aunque ningún análisis clínico dé cuenta de que en las personas que las tengan, hayan disfunciones orgánicas, que es lo que en medicina se supone que se requiere para considerar a alguien: “enfermo”; entonces, no habiendo marcadores biológicos que demuestren un mal funcionamiento corporal en alguien a quien la psiquiatría clasifica como “enfermo”, claro está que la misma es un instrumento de control social que legitima suspensiones arbitrarias de derechos a las personas (privación de la libertad ambulatoria y a disponer del propio cuerpo, ya que el tratamiento psiquiátrico implica imposición de drogadicción y posible imposición de “terapia electro convulsiva”, o sea, “electro-shock” o “picana eléctrica”), y lo hace por obra de la voluntad popular, ya que, como ya expuse, la psiquiatría apareció para legitimar prejuicios populares ya existentes, sin negar que una vez que apareció, empezó a crear otros prejuicios; por ejemplo, en otros tiempos casi nadie se habría referido como “enfermo” a alguien, por el sólo hecho de verlo triste, pero actualmente, producto de la propaganda psiquiátrica, se da a la tristeza por una enfermedad que requiere tratamiento médico... a la persona triste, se la denomina “médicamente”: “depresiva”, y si bien, tal título puede llegar a ser válido como adjetivo para describir un rasgo TEMPORAL de la personalidad de alguien, y no así, permanente, ya que EN TODO RIGE la ley de impermanencia, de ningún modo puede serlo como título alusivo a alguien con un problema médico… ...La psiquiatría es un monstruo que, si bien fue creado por obra de la voluntad popular, la misma, no necesariamente podría destruirlo, si así lo quisiera, dado que, cual tulpa, ha desarrollado una voluntad propia que lo ha llevado a actuar independientemente de la voluntad de sus creadores, de ahí que aun si la percepción general de la psiquiatría, cambiara, sería muy difícil que las personas pudieran destruir al monstruo creado, porque a esta altura, es demasiado fuerte, o… tal vez parezca serlo, dado que, en realidad, no han habido acciones en su contra, concretas, sistematizadas y sostenidas durante mucho tiempo, como para decir que se ha hecho mucho en pos de destruirlo; si esto se hiciera, tal vez el mismo, sería fácilmente derribado y nos daríamos entonces cuenta de que habíamos sobreestimado su fuerza…
Tras varios segundos de silencio, Bruno dijo:
-El otro día escuché en la radio el caso de una chica que, producto del malestar que le generó el “bullyng” de sus compañeros, se suicidó; un psiquiatra era entrevistado a ese respecto y decía que todas las señales previas de malestar, que en ella, había, daban cuenta de que necesitaba “ayuda psiquiátrica”.
Yo dije:
-Pero… ¡qué pelotudo ese psiquiatra de mierda y qué hijo de re mil PUTA, la concha bien de su reputísima madre! ¡Y qué pelotudo y qué hijo de re mil PUTA, el periodista de mierda que lo entrevistó, carajo! (ya que seguramente, en nada lo cuestionó ni reprobó)… Según ese psiquiatra de porquería (y cualquier otro), a la chica habría que haberla psiquiatrizado porque esa psiquiatrización, supuestamente la habría llevado a mejorar anímicamente, lo cual, es casi imposible que pase, por ser los psicofármacos, malogradores del estado anímico, al punto que el consumo de antidepresivos aumenta el riesgo de suicidarse, pero supongamos que los efectos de ellos, son buenos, y que la chica, una vez psiquiatrizada y psicologizada, habría anímicamente mejorado; en tal caso, a través de la psiquiatría se habría inculcado en ella el conformismo ante una situación negativa generada por su entorno, que es lo que derivó en su malestar, y la misma habría permanecido intocada por los llamados “profesionales de la salud mental”, lo cual, la habría llevado a volver a estar mal, es por eso que más claro no puede estar, el que tanto los psicólogos como los psiquiatras, tienen por fin, proteger al sistema, que se ve amenazado por todos aquellos que, conscientemente o no, manifiestamente o no, al mismo no se adaptan;... buscando su adaptación compulsiva, por medio del accionar de psicólogos y psiquiatras, el sistema busca convencer a los inadaptados, de que su incapacidad de adaptarse, parte de un defecto suyo, cuando es obvio el hecho de que, si el sistema es malo (y esto lo piensan casi todos), el que está bien, no puede al mismo, adaptarse, y la inadaptación se evidencia en el malestar.
-Entonces, según vos, si el sistema fuera bueno, ¿no habría nadie presentando malestares anímicos?
-Sí que habría.
-Pero das por hecho que serían casos de excepción, y no la regla.
-No; doy por hecho de que en condiciones ideales, el malestar es tan grande (y muchas veces, aún mayor) que en condiciones adversas (sabido es que para muchos, el éxito es más difícil de sobrellevar que el fracaso), porque la ausencia de dificultades en una vida, resulta en algo equivalente a lo que se da en un cuerpo sedentario; por falta de esfuerzo y tensión, que son cosas que la ejercitación, genera, los músculos se atrofian, la sangre circula menos fluidamente y de ahí que sobrevengan graves problemas de salud que se previenen y hasta se revierten, ejercitando; a nivel psíquico, pasa igual; necesitamos de dificultades y también necesitamos, facilidades, pero ninguna tiene que prevalecer sobre la otra. -Considerás entonces que lo mejor sería el punto medio.
-Tal vez sí, tal vez no; es dudoso si el punto medio, existe; yo creo que sí existe, pero que es la fase por la que atravesamos camino a un extremo, de ahí que en el mismo, no se pueda permanecer, como así tampoco, en los extremos, aunque a veces parezca que sí se puede, y esto ocurre porque, si bien, todo es transición, a veces la misma es tan larga, que aparenta ser inmovilidad, pero esto último no existe; la vida es un continuo seguir adelante y la muerte también, y no me refiero solamente a que aquello incorporado que no es corpóreo, continúa su avance tras egresar de la materia, sino también a lo corporal, ya que incluso la desalmada materia inerte, sufre mutaciones que exponen que en ella, hay movilidad.
Tras algunos segundos, Bruno dijo.
-Entonces… si en condiciones sociales adversas, tanto como en condiciones ideales, se dan los malestares anímicos que la psiquiatría considera “patológicos”, y el punto medio es una transición hacia ellos, significa que no hay manera de estar bien.
-Significa en realidad, que el malestar es una parte tan necesaria de la vida, como el bienestar, de ahí que al malestar, no haya que buscar suprimirlo ni generarlo; los psiquiatras lo buscan suprimir, y no sólo lo aumentan si ya existe, sino que hasta lo generan cuando no existe;… Para mí, lo mejor por hacer, sería suprimirlos a ellos y a sus partícipes necesarios (o sea, psicólogos, asistentes sociales y otros parásitos).
Tras varios segundos de silencio, mi interlocutor dijo:
-Viendo el otro día en internet, sobre suicidios famosos, vi el caso del jugador de San Lorenzo, Mirko Saric.
-Sí; yo escuché a Ruggeri decir que había hablado con su familia tras verlo deprimido, y que la misma le dijo que, básicamente, estaba todo bien, que se quedara tranquilo, porque por su depresión, ya lo estaban tratando psiquiatras; poco después, se ahorcó, y cuando se analizan las causas de su suicidio, tanto desde lo mediático como desde lo familiar y lo médico, se habla de cosas que nada tienen que ver con el tratamiento psiquiátrico mismo, cuando, por todo lo ya dicho, está clarísimo para mí, que debería ponerse el foco justamente ahí; si eso se hiciera, sólo podría resolverse que ante un problema de esos que llaman de “salud mental”, lo más aconsejable, es mantenerse lo más lejos posible de psiquiatras y también de psicólogos, ya que estos últimos nacieron para chuparle la pija a los psiquiatras, y hasta la muerte cumplen con su vil función, consistente en entregarle a sus superiores, víctimas para sus siniestros picaneamientos farmacológicos -y tras una pausa de varios segundos, dije: -Si alguien adicto a las drogas ilícitas o al alcohol, se suicida, los psicólogos y los psiquiatras, automáticamente resuelven que el principal factor causal del malestar que lo llevó a terminar así, fueron dichas adicciones, pero cuando alguien que se suicida está bajo tratamiento psiquiátrico, JAMÁS consideran siquiera la posibilidad de que el principal factor causal del malestar que a la persona en cuestión, la llevó a matarse, pueda haber sido el consumo de psicofármacos, cuando la realidad es que en esos casos, ése es el factor causal principal y muy seguido, EL ÚNICO, de ahí que si alguien que tiene un problema anímico, recibe tratamiento psiquiátrico, tenga muchas más posibilidades de terminar quitándose la vida, que si no lo recibe… ...El que consume psicofármacos por prescripción “médica” y advierte su nocividad, en algún momento piensa cosas de tipo: “Este sentimiento no es mío. Este pensamiento no es mío, esto me lo causan los fármacos”, y así es, porque los psicofármacos provocan pensamientos y sentimientos intrusivos, de ahí que el tratamiento psiquiátrico, por su altísima nocividad, genere las condiciones orgánicas óptimas para que los diagnósticos psiquiátricos se vean confirmados, y mejor será que nunca le diga nada de esto a un psicólogo ni a un psiquiatra, porque para ellos, todo lo que hacen es absolutamente positivo y en favor de la salud de los “pacientes”, por lo que le atribuirán estos gravísimos problemas, a la supuesta “enfermedad”, y dosis mayores aún, de las drogas que le están generando ese cuadro dramático, le prescribirán, con el supuesto objetivo de mejorarlo, cuando en realidad, su mejoría parcial, sólo puede tener lugar, si empieza a disminuir su consumo de ellas, y la total, cuando las haya dejado por completo (si es que se puede hablar de una “mejoría total”, en alguien que consumió durante mucho tiempo, substancias que dejan daños irreversibles)… …Según los psiquiatras, psicólogos, y todos los ingenuos (por no decir otra cosa) que en ellos creen, el “paciente psiquiátrico” que se suicidó, empeoró pese al tratamiento médico que le fue dado, cuando la información provista por los propios laboratorios productores de psicofármacos, respecto del aumento de las ideaciones suicidas por su consumo, expone que empeoró, a causa del mismo;… Al caso de Mirko Saric, se aplica lo que a cualquier otro como el suyo: si no hubiera consumido psicofármacos, su estado de ánimo habría sido menos malo y probablemente, no se habría suicidado.
Bruno, tras algunos segundos, dijo:
-¿No puede ser que se haya suicidado por un problema anímico preexistente?
Yo respondí:
-Cuando alguien bajo tratamiento psiquiátrico, se suicida, rara vez lo hace a causa de un problema preexistente, ya que el mismo, suele ser generador de un malestar menos significativo que el que causan los fármacos.
Tras algunos segundos, Bruno dijo:
-No es que quiera defender a la psiquiatría, pero… dicen que hay personas que recibieron tratamiento psiquiátrico y lo reivindican, por considerar que les hizo bien.
-Sí, por supuesto; hay gente para absolutamente TODO; existe gente que fue hecha pasar por lo peor, y reivindica lo que se le hizo y a quiénes se lo hicieron; por ejemplo, durante la última dictadura, hubo casos de mujeres secuestradas, torturadas y violadas, que de sus captores, se enamoraron y justificaron lo que les hicieron; si le damos crédito a los diagnósticos psiquiátricos, esto se llama: “síndrome de Estocolmo”; esto se podría decir que tienen, quienes, habiendo sido psiquiatrizados, reivindican a la psiquiatría y a sus practicantes; yo sencillamente digo que son masoquistas.
-También escuché que… la mayoría de los estudios científicos sobre fármacos, da cuenta de su eficacia y seguridad.
-Yo no lo niego en absoluto, lo que niegan, o parecen ignorar los defensores de la “ciencia”, es que la mayoría de los estudios sobre fármacos, es financiada por la industria farmacéutica; eso solo, debería anular la consideración de los mismos;… Es la industria farmacéutica la que decide qué es ciencia médica y qué, no lo es; es la industria farmacéutica la que decide lo que se enseña en las carreras universitarias relacionadas con la salud;... ¿vos creés en la honestidad, escrupulosidad y bondad, de quienes componen las grandes corporaciones económicas? YO NO, y no hago la excepción cuando esa corporación, es la farmacéutica; creer en la ciencia médica oficial, es creer en la industria farmacéutica porque, como ya dije, es ella la que decide qué es ciencia médica y qué, no lo es, y no lo hace en base a la consideración de qué es bueno para la salud de las personas, sino en base a qué es bueno para sus intereses económicos.
Tras terminar otra empanada y tomar un trago más de Cunnington, Bruno dijo:
-Los que la van de transgresores, ni hablan de esto, y todo lo que expresaste, sí que va en contra de las bases mismas de lo que llaman: “sistema”… pero… no se puede hacer nada efectivo en contra del sistema, ¿o sí?
-Como dice el aforismo de Alejandro Lanús: “Sé que no puedo contra todo un sistema, pero sé que tampoco todo un sistema puede contra mí.” -Después dije -Muchos de los que se hacen los transgresores, son una manga de hipócritas y cagones… si no lo fueran, se opondrían a las llamadas ciencias, y no lo hacen, a lo sumo, se oponen a lo que consideran “pseudociencia”, como yo mismo lo he hecho al oponerme a la psiquiatría y denominarla de ese modo, pero ahora considero que es irrelevante si una disciplina es científica o no, lo que importa es si sus consecuencias son positivas o negativas, y como las ciencias tienen consecuencias mayormente negativas, dado que hay una destructividad inherente a ellas, que es totalmente independiente de sus usuarios de turno (de ahí que considere una pelotudez eso de que “la ciencia es amoral”, ya que la misma es claramente INMORAL), considero que a las mismas, hay que oponerse; en el caso particular de la psiquiatría, dado que está investida de facultades parajudiciales que le permite a los psiquiatras disponer de la vida de las personas, privándolas de la libertad ambulatoria sin debidos procesos previos, y forzarlas a la drogadicción, quitándoles así, el derecho a disponer libremente de sus propios cuerpos, su accionar debería ser evaluado independientemente de si dicha disciplina, es científica o no, ya que aun si una disciplina, es incuestionablemente científica, ¿significa que sus practicantes están habilitados para violar todos los derechos de las personas?, lo cual, a través de la psiquiatría, se hace; para mí, la respuesta es NO; para un defensor de la psiquiatría que fuera honesto, la respuesta sería: “SÍ”.
Bruno, extendiendo su vaso de Cunnington, dijo:
-Por la anticiencia. Salud.
-Por la anticiencia -dije yo, y choqué su vaso contra el mío.
Tras el primer brindis con la bebida sin alcohol ya referida, dije:
-Ah, y brindemos también, por esta bebida nacional (pese a su nombre), la cual, juega un rol IMPORTANTÍSIMO en el camino hacia la segunda independencia;… Si San Martín estuviera vivo, tomaría Cunnington, porque, como él mismo dijo en su famoso discurso, allá por el año mil ochocientos… algo: “No hay soberanía política nacional posible, sin soberanía gaseosística;… ¡Cunnington o dependencia!”… ...Yo, al igual que lo haría el libertador de América, ¡elijo Cunnington!
-¡Yo también! -dijo Bruno, y tras algunos segundos, dijo: -Hablando de lo nacional… El tango empezó siendo de crotos, y por eso fue rechazado por la clase media y alta, y después los franchos de la alta aristocracia, lo valoraron, y eso llevó a que los conchetos de acá, dejaran de despreciarlo, fue entonces que acá se inició su aceptación en la clase media y alta… y creo que algo así, va a pasar también con la Cunnington, que empezó siendo la opción gaseosística económica para gente de pocos recursos, pero que ya está siendo valorada por gente de clases más elevadas.
Yo, indignadísimo, dije:
-¡Mentira mentira mentira!… Esa es la versión oficial sobre la consagración del tango que, como muchas otras, es FALSA; se sabe que ya a principios del 900, en el país se producían muchos discos de tango, y que, año a año, su producción fue aumentando; de haber sido los discos, fracasos de ventas, se habrían producido cada vez menos, y... ¿quiénes los compraban mayormente? LOS CONCHETOS, porque los tocadiscos eran muy caros, de ahí que los mismos fueran un lujo que sólo quienes fueran de clase media alta y alta, podían darse; además, en teatros de la alta conchetitud de aquellos tiempos, hubo presentaciones documentadas de orquestas de tango, que dan cuenta de que no es verdad eso de que el tango se haya consagrado acá, a partir del éxito que tuvo en Francia, dado que el aprecio por el mismo, acá ya existía en todas las clases sociales.
Bruno dijo:
-Aaahhh… igual, sigamos con la versión anterior, porque está buena.
-Estoy de acuerdo, así que retomo donde dejaste vos: el tango, que en sus comienzos fue en este suelo patrio, despreciado por los conchetos, empezó a… y ya no se me ocurre nada.
Después de las empanadas y los brindis(¿es?)
Mi compañero me dijo si no quería un cacho de tarta de manzana que me había pedido que le comprara para el mate de la trasnoche (dicho sea de paso: la yerba que tomábamos era de marca Unión, que es de las más aceptables de las no orgánicas, ya sea la original -“suave”, cuyo paquete es verde, como la “liviana”, cuyopaquete es azul-; las orgánicas, por supuesto que son INFINITAMENTE SUPERIORES a las que no lo son, de ahí que no entienda por qué, en videos en que comparan marcas de yerba, ocurra que los “shutubers” no pongan siempre como primeras en los “rankins” que hacen, a las orgánicas -algunos lo hacen y otros, no-, ya que no hay comparación lógica entre el gusto de una yerba orgánica y otra, no orgánica, y esto se aplica a TODOS los productos, de ahí que al hacerse “rankins” de yerba o de otros alimentos, debería haber uno para los productos orgánicos y otro, para los inorgánicos), yo le acepté una porción y la bajé con Cunnington (deponé a tu cipayismo y empezá a tomarla también vos); seguidamente me despedí y salí de la vivienda de 9 de Julio y Belgrano (que, como expresé en el cuento anterior, actualmente está en venta, y en internet figuran tres precios distintos: uno de 330.000, otro de 339.000 y otro de 350.000 dólares; el por qué de esto, lo malentendí en su momento,
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| Esta yerba no la probé, pero incluyo la imagen porque está buena. |
Caminata: base de (casi) toda ideación filosófica
Mientras me dirigía a mi domicilio, pensé en las implicancias generalmente inadvertidas, de los distintos colores de pelo; actualmente tengo 45 años y lo que me queda de pelo, lo tengo mayormente oscuro de fábrica, y no por nada, sino por mi consumo diario de gran cantidad de antioxidantes (procedentes sobretodo, de lentejas germinadas y pasas de uva)… y prefiero tenerlo oscuro porque cuando era joven y estaba de moda teñirse de amarillo (fue más o menos en tiempos en que el jugador de fútbol, Martín Palermo -que estaba teñido de amarillo-, fue parte de Boca), me sumé a la “icterización”, y durante aproximadamente un mes, tuve pelo amarillo; más que eso, no aguanté, porque advertí algo que hasta entonces, no advertía: la gente de pelo claro, ve a su color pelístico, cambiar, producto de la luz y el agua; advertí que en diferentes horarios, el color parecía modificarse, así como ocurría también, tras mojarlo, de ahí que, tras ducharme, el pelo se me oscureciera, y al secarse, se aclarara, esto me llevaba a no poder acostumbrarme a mi imagen, porque cosa tal, toma tiempo; por ejemplo, si tenés el pelo largo y te realizás un corte importante, durante varios días, al pensar en tu propia imagen, te seguís viendo con el pelo largo, y mirarte al espejo resulta en un “shock” que te hace dudar sobre quién sos, pero ocurre que, tras varios días, te acostumbrás a tu nueva imagen y la incorporás a tu psiquis, de ahí que el “shock”, con el correr de los días, disminuya hasta dejar completamente de ser tal, pero, al menos, si te bañás a diario (cosa que yo hago), ocurre que ese cambio drástico de imagen, que te hace pasar de tener pelo claro a oscuro, producto respectivamente de lo seco y mojado del mismo, te lleva a no poder acostumbrarte nunca a una imagen tuya ni a otra, y esto, sin exagerar, genera ENORMES problemáticas identitario-existenciales; nada de esto, a quienes tenemos pelo castaño oscuro o negro, nos pasa, ya que el mismo está oscuro SIEMPRE; haya sequía o diluvio, haya mucha luz, o poca. Mientras caminaba, pensaba en que quienes tienen pelo claro, son poseedores de una inestabilidad total, en cuanto a identidad, porque la forma altera el contenido (y si no coincidís en esto conmigo, afeitate la capocha y decime si te sentís la misma persona), y con espanto resolví que, quienes lo tenemos oscuro, al encanecer, empezamos a desarrollar el mismo problema GRAVÍSIMO de identidad, que los que tienen pelo claro de nacimiento, tuvieron siempre, de ahí que la experiencia casi traumática que viví, tras haberme decolorado el cabello, que tuvo fin tras teñirme de negro, es cuestión de tiempo para que se repita… claro que la solución está al alcance de (casi) todos, y es: teñirse de negro, y hay muchos de pelo claro, que lo han hecho y se han arrepentido por considerar que les quedó REEEEE MAL; ¿y por qué les pasó eso, siendo que el negro, combina con absolutamente TODO? Porque incurrieron en el error (en que yo también incurrí), de mandarse todo el recipiente en que la tintura, viene, en vez de ponerse la cantidad justa y necesaria para que su pelo quedara totalmente teñido; la tintura negra es muy fuerte, con sólo un poco de ella, se tiñe una larga cabellera, y al sobrar la mayor parte de la contenida en el recipiente en que viene, son muchos los que pensamos: “No voy a desperdiciar el resto; me mando todo”, lo cual, constituye un GRAVÍSIMO ERROR, porque eso NECESARIAMENTE resulta en una intensidad del color, excesiva (petrolácea) y para nada, natural, que se revierte tras lavados diarios de más o menos, una semana;… por ese motivo es que la gente de pelo claro que habría resuelto el problema en ella, crónico, de inestabilidad en cuanto a identidad personal, tras teñirse de negro y mantenerse un tiempo relativamente largo, así, haya preferido aclarárselo casi de inmediato tras teñírselo, por lo mal que el color oscuro, le quedó, y le habría quedado bien, si se lo hubiera teñido del modo que indiqué… ...Yo no creo que incurra nunca más en el error de mandarme una cantidad de tintura negra, excesiva, y no sólo porque ya aprendí la lección tras haberlo cometido la única vez que me teñí de negro, sino además, porque no sé si alguna vez, me vaya a hacer falta teñírmelo, porque no estoy seguro de que vaya a encanecer completa ni mayormente; tengo la misma cantidad de canas desde los, aproximadamente, 37 años; algunos me dirán que, aunque ahora tenga el pelo mayormente oscuro de fábrica, tarde o temprano (salvo que me muera antes), las canas pasarán a ser mayoritarias; pero yo creo que no, porque prácticamente todos mis contemporáneos (tal vez todos), ya encanecieron totalmente, así que, si no me pasó hasta ahora, probablemente no me pase nunca; lo mismo se aplica a mi muerte… si no me pasó hasta ahora… igual, admito que no hay paralelismo lógico entre mi sentir ante el encanecimiento y mi sentir respecto a mi propia muerte, ya que no me molestaría morirme ya mismo, pero encanecer, me molestaría MUCHO.
A muchos les parecerá el colmo de la pelotudez, lo siguiente que voy a afirmar, pero es así: la solución al problema identitario-existencial de mucha gente de pelo claro (ya sea que así lo tenga de fábrica o producto del encanecimiento que se da con el paso del tiempo), está en un recipiente de tintura negra.
23:21 horas || Inserenidad en la noche
Mientras, inmerso en las recién referidas, elucubraciones existenciales, caminaba rumbo a mi casa por la calle 9 de Julio, primero, y por la calle Pringles, después, estando en ésta última calle a la altura aproximada de 535, pasé al lado de una camioneta FIAT Toro, estacionada; tras mis pasos escuché a una pareja, que acababa de salir de una casa que estaba más atrás de donde yo estaba, hablar; el varón, muy nervioso, decía cosas de tipo: “Me traés a la loma del orto, y encima me tengo que bancar…” y no sé qué cosas más; este individuo, que con tono agresivo se expresaba, parecía a punto de conducirse violentamente.
La pareja se quedó parada junto a la camioneta ya referida, a la cual, evidentemente pensaba ingresar, pero la discusión en curso, había llevado a sus miembros a demorarse en el ingreso a la misma.
Por la expresión que el tipo usó, yo asumí que era de CABA, ya que los cabaenses suelen considerar que cualquier parte situada más allá del metro cuadrado en que su ciudad se encuentra, es: “La loma del orto”, aunque no sea así; por ejemplo, si sos de Sáenz Peña, provincia de Buenos Aires, y le decís a alguien nacido, criado y residente en, por ejemplo, el barrio capitalino nacional noroestino de Villa Devoto, de dónde sos, lo más probable es que te diga algo de tipo: “¡Uuuuuhhhh!… en la loma del orto debe quedar eso”, cuando en realidad, la distancia entre Devoto y Sáenz Peña, es de apenas 2 kilómetros; en el caso de Quilmes, la distancia con CABA, es mayor: entre 19 y 20 kilómetros (partiendo desde los llamados “puntos ceros”, que suelen ser los centros históricos), y dado que se recorre un kilómetro por minuto andando a 60 kilómetros por hora, y que las velocidades mínima y máxima, de las autopistas locales, son, respectivamente, de 60 y 120 kilómetros por hora, el tiempo que toma llegar desde Quilmes hasta CABA, en un vehículo a nafta, es de 20 minutos, yendo a la mínima velocidad permitida (60 kilómetros por hora); yendo a la máxima, que es de 120 (o sea, RECONTRA pisteando, cosa que DESACONSEJO TOTALMENTE), se llega en 10 minutos, y yendo a la velocidad media, es decir, yendo a 90, se llega en 15 minutos; por todo esto es que yo pregunto: ¿un lugar al que se llega en un vehículo a nafta, en unos 15 minutos, puede ser por uno, sensatamente considerado: “La loma del orto”?… PARA UN CABAENSE, SÍ… de todas formas, es altamente improbable que un cabaense te crea, si le decís que la distancia entre Quilmes y su ciudad, es de 20 kilómetros, dado que, como ya más o menos expresé, los cabas suelen asumir que la distancia entre su ciudad y una de sus alrededores, es de cientos de kilómetros.
Quienes son de los alrededores de la capital de una provincia o de un país (en éste y en todo otro país del mundo), al centro de la misma, habitualmente se dirigen, pero quienes son de los centros de las referidas capitales (también en éste y en todo otro país del mundo), rara vez (si es que alguna), salen de ellos, de ahí que no suelan tener la más puta idea de las distancias y crean, lo que acabo de exponer; yo sí la tengo, por más que sea de “CABA” (bah, en realidad nací en Ciudad de Buenos Aires, y no en CABA, ya que la autonomización, que llevó a esa ciudad a NO SER MÁS PARTE DE BUENOS AIRES, se dio a mediados de los años 1990 y yo nací en 1980), y esto de tener idea de las distancias, se da en mí, porque en CABA, no vivo, y como de ese lugar, no me siento, les pido que no me acusen de ser del mismo, porque yo a ustedes, no les estoy faltando el respeto, sin que por esto deba entenderse que el factor causal de mi negativa a ser afiliado con la ciudad mencionada, es el anticabaensismo, ya que no pasa por ahí, la cosa.
Pensé en acercarme al individuo en cuestión y preguntarle si era de CABA, en caso de responderme afirmativamente, le pediría que mirara su reloj, y que pensara en si no se estaba equivocando al referirse en los términos en que lo hizo, a un lugar al que se llega en un máximo de 20 minutos en un vehículo a nafta, y así lo hice; me acerqué a la pareja, y al varón de la misma, le dije:
-Disculpe caballero; ¿es usted de CABA?
-Sí -respondió; seguidamente me preguntó: -¿Por qué?
Rápidamente yo le dije:
-Por lo siguiente: usted se refirió a esta ciudad, como: “La loma del orto”;... voy a obviar lo despectivo de la expresión que utilizó para referirse a mi queridísima ciudad de Quilmes, para pasar a concentrarme en la atribución de distancia cuasi infinita, que usted hizo, entre su ciudad, y la mía; le pido que mire su reloj y que piense en si los últimos, aproximadamente 15 minutos, pasaron rápida o lentamente, y si considera que los próximos, aproximadamente 15 minutos, pasarán lenta o rápidamente, y como asumo que me dirá que: “rápidamente”, le ahorro la respuesta y paso a pedirle que me responda si no le parece que se equivocó al referirse a esta ciudad, a la cual, desde la suya, se llega en unos 15 minutos, como situada en: “La loma del orto”.
El tipo, que previo a yo, acercármele, se dirigía muy agresivamente a su novia, había depuesto su agresividad, que habíase transformado en sorpresa total, por lo que yo le dije; tras unos segundos de silencio, a su novia le preguntó:
-¿Lo conocés a éste? -ella, con un movimiento de la cabeza, respondió que no; después, por lo bajo, ya con la furia nuevamente en aumento, evidenciada en su expresión, agregó: -¿De dónde salió este salame?
Yo, con tono calmo pero firme, le dije:
-Yo no le falté el respeto a usted, por eso le pido que no me lo falte usted a mí; y volviendo al modo en que se refirió a Quilmes, le agrego que este lugar está situado casi a mitad de camino entre la capital nacional y la capital provincial, de ahí que esta ciudad posea una ubicación realmente estupenda. ¿Cómo puede ser que esto, usted no lo sepa valorar?
Entonces, tras decirme: “¿Por qué no te las tomás?, ¡IMBÉCIL!”, me empujó y sacó una pistola que entre su cinturón y su espalda baja, llevaba, que no llegó a accionar, porque su novia, al grito de: “¡Nooooo!”, con ambas manos, trató infructuosamente de sacársela, mientras yo, al ver la situación, lo embestí y golpeé su nuca, contra la FIAT Toro, que detrás de él, estacionada se encontraba; tras el primer golpe, el tipo soltó el arma, la cual, al suelo cayó, pero conmigo, forcejeaba, por lo cual, agarrándolo de los pelos, volví a golpear su nuca contra uno de los vidrios de una ventanilla, en dos nuevas oportunidades; seguidamente le asesté dos rodillazos en el abdomen, tras los cuales, en el piso, tendido quedó; mientras tanto, la mujer me dio las llaves del vehículo mientras me dijo:
-Manejá vos.
Entonces yo, rápidamente abordé la “pick-up”, la cual, también fue por la mujer, abordada, y arranqué, mientras el tipo, que había vuelto a empuñar su arma, desde el piso nos disparó balas que por suerte, en nosotros no impactaron, pero sí, en la luneta y en una de las luces traseras de la FIAT.
Ya a unas cuadras del lugar del hecho, mientras íbamos por la calle Pringles, le dije:
-Es la primera vez que robo un vehículo; JAMÁS lo habría pensado de mí mismo;… uno nunca termina de conocerse.
Entonces ella me dijo:
-No lo robaste, porque no es de mi novio, es mío, y yo te pedí que manejaras.
-Aaaahhh… menos mal, porque si se me juzgara por sustracción de vehículo, tal vez me darían una pena en suspenso por no tener antecedentes, pero, a su vez, la misma podría suspenderse de ser descubierto el otro hecho ilícito en que incurrí.
-¿Qué hiciste?
-Y… en 1984 sustraje un chocolatín de un kiosko.
Ella dijo:
-No te preocupes por eso, porque ya prescribió.
-¿Estás segura?
-Totalmente; te lo puedo asegurar porque soy abogada penalista.
-Ah, bueno, menos mal -le dije.
Ella me dijo:
-Es muy violento mi novio; fuiste muy valiente.
Y tras doblar a la izquierda en la calle Brandsen, sonriendo ligeramente, dije:
-Los que trabajamos de serenos, somos todos personas muy arrojadas. Ah, y a propósito, creo que vamos a tener que arrojarnos del vehículo.
-¿Por qué?
-Porque el freno no anda.
Entonces ella se preparó para saltar, y tras yo decir: “A la una, a las dos y a las TRES”, ambos saltamos del vehículo a la altura 604 (altura aproximada) de la última calle mencionada (es decir: Brandsen), mientras el mismo se dirigía hacia un palo de luz contra el cual, se estrelló para seguidamente, cual si hubiera habido en su interior, 100 kilos de dinamita, explotar, y quedar totalmente envuelto en llamas.
Afortunadamente ambos resultamos ilesos tras arrojarnos de la “pick-up”.
La mujer y yo, nos fuimos rápido del lugar, cosa necesaria por hacer, dado que en cualquier momento llegaría la policía; ya a unas cuadras del lugar del hecho, le pregunté cómo se llamaba y en dónde vivía; me dijo que se llamaba Marisa y que vivía en CABA; me dijo que había venido a Quilmes a visitar a sus padres, de cuya casa acababa de salir cuando yo, con su novio y ella, me encontré; le pregunté si quería que la acompañara hasta su casa, y me dijo que por lo violento que era su novio y por lo enojado que estaría tras lo ocurrido, seguramente la iría a buscar ahí, por lo cual, a su casa, esa noche, no podía volver, ni tampoco a la de sus padres, porque su novio también podría buscarla allí; y tras sacar de un bolsillo un teléfono celular, dijo:
-Voy a llamar a una amiga, para ver si me puedo quedar en su casa esta noche.
Y tras su amiga atender y hablar con ella (durante la conversación, su interlocutora le dijo que podía recibirla en su casa), por Marisa haberla llamado: “Sofi”, y por yo haber creído reconocer su voz, pregunté:
-¿Es Sofía Melantoni?
Marisa asintió con la cabeza; yo dije:
-¡Es amiga mía! ¡Hola Sofí! ¿Qué hacés?
Del otro lado de la línea, ella dijo:
-¿Es Martín? Pasame.
Y conmigo habló; me dijo que no dejara a su amiga sola, porque no era conveniente; yo le aseguré que la cuidaría, así que, que no se preocupara.
Ya concluida la comunicación con Sofía, le dije a Marisa:
-Bueno… vamos a lo de Sofí.
-¿Caminando?
-Y sí… yo, vehículo no tengo y el tuyo, quedó en muy malas condiciones producto, seguramente, de la falta de líquido de frenos.
-No puede ser…
-Sí que puede ser, y fue; yo mandé a fondo la pata en el pedal del extremo derecho, para frenar, y el vehículo fue cada vez más rápido.
-Aaahhh… lo que pasa es que…
E hizo un largo silencio; yo dije:
-¿Qué?
-Y… qué ése no es el freno, es el acelerador.
Yo dije:
-Aaaaahhh… ¡por eso andaba cada vez más rápido! -y sintiendo culpa por el daño que le hice a su camioneta, producto de mi inexperiencia al volante, le dije: -Perdoname por el estado en que quedó la FIAT.
-No… todo bien; no te preocupes; un error lo comete cualquiera… Bueno, caminemos hacia la casa de Sofía, que queda acá nomás.
Yo dije:
-No; queda en La Plata.
-Sí, ya sé; lo dije irónicamente -dijo Marisa.
Yo dije:
-Caminemos sin apuro, total… son como 10 millones de cuadras, nomás.
Y hacia la casa de Sofía en La Plata, caminamos.
¿Que pasó en el camino?… bueno… pasó queee...






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