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miércoles, 4 de julio de 2018

Lo que la AIVP no quiere que se sepa (cuento) - Martín Rabezzana



   Pocos años hacía que habían salido de la adolescencia la mina y el pibe a continuación mencionados y (en circunstancias que no viene al caso mencionar) encontrándose en el departamento de la familia de ella mientras sus padres estaban ausentes, imprevistamente se escuchó el ruido de llaves en la cerradura de la puerta de entrada; la chica salió de la habitación en que estaba con el pibe y una vez en el pasillo, nerviosa dijo:
   -¡Mis padres!
   Mientras tanto el pibe, no viendo más vía de escape que el balcón, se dirigió al mismo y sin ser visto por la chica, miró hacia abajo para asegurarse de que en el lugar de su planeado aterrizaje no hubiera nadie, y tras vacilar unos segundos, saltó del décimo piso en que estaba y cayó parado en la vereda de la avenida resultando completamente ileso como si la altura de la cual se había arrojado hubiera sido insignificante, tras lo cual, como si nada caminó en dirección a su casa, pero muchos transeúntes habían visto la escena y no pudiendo salir de su asombro, rodearon al joven impidiéndole el paso y le hicieron toda clase de preguntas de tipo: "¿Es usted extraterrestre?" "¿Es un robot que viene del futuro?" "¿Es usted un pájaro humanoide?" "¿Viene de otra dimensión?", y todas esas preguntas que en otra oportunidad habrían sido absurdas, en tal caso eran sensatas ya que el hecho que había tenido lugar parecía transgredir las leyes físicas, sin embargo el mismo nada tenía de sobrenatural ya que se ajustaba a las leyes físicas naturales pero desconocidas por la mayoría de las personas de la cual el joven no formaba parte ya que era aficionado al paracaidismo y su instructor de dicha disciplina una vez le había dicho:
   -Aunque lo que te voy a decir te suene ridículo, tomalo en serio porque algún día te puede salvar la vida: si tras saltar de un avión por X motivo el paracaídas no se abre, mantené la calma y preparate para dar un paso adelante justo antes de tocar el piso ya que si hacés eso el aterrizaje va a ser igual a bajar de un escalón, por lo que vas a salir totalmente ileso aunque hayas caído desde miles de metros de altura.
   El joven lo miró descreído y tras unos segundos de silencio, riéndose levemente, le dijo:
   -Sé que tengo cara de salame, pero… ¿para tanto es la cosa?
   Su anciano instructor, con tono firme dijo:
   -No importa si ahora no creés en lo que dije, lo importante es que lo recuerdes en el momento en que te haga falta.
   El joven, sonriendo le dijo:
   -¡’Ta bien! No lo voy a olvidar, se lo prometo.
   Y así fue ya que el consejo de su instructor fue puesto por él en práctica exitosamente, aunque no precisamente tras saltar de un avión, pero como explicar todo esto (mantenido en secreto por la AIVP, es decir, la Asociación Internacional de Vendedores de Paracaidas, que se iría a la quiebra de lo recién contado ser por todos sabido) habría sido inútil ya que nadie lo creería, el joven, considerando que la explicación propia de la ciencia ficción resultaría más verosímil que la verdad misma, dirigiéndose a la muchedumbre, dijo:
   -Soy un pájaro humanoide y vengo de otra dimensión.
   Tras lo cual se fue a su casa ante la admiración general.

   Esta historia TOTALMENTE VERÍDICA, además de exponer cómo la realidad a veces supera a la ficción y como la ficción es a veces más creíble que la realidad, expone cómo los intereses corporativos que dominan al mundo se infiltran en nuestro subconsciente y nos hacen creer imposible a lo posible.