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María Clara Tauber era profesora de letras en la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario, lugar en el cual, había estudiado y en cuyo patio había mantenido un debate allá por septiembre de 1974, con varios militantes pertenecientes a diversas organizaciones de izquierda revolucionaria, que se vio interrumpido por la detonación de una bomba puesta por la Triple A; ése día, fue un punto de inflexión en su vida, ya que las circunstancias extremas que durante el mismo, se dieron, llevaron a la joven a emprender un rumbo que jamás habría emprendido de no haber visto a su vida, terriblemente amenazada.
Los días de extrema violencia ya habían quedado para ella, muy atrás, sin embargo, a diferencia de lo ocurrido en muchos otros países de América, en Argentina el interés por lo sucedido en los años ‘70, en muchísimas personas, con el correr de los años, lejos de disminuir, exponencialmente aumentó, y no por nada, sino por todas ellas intuir que a partir de la interpretación que la población haga del pasado reciente, se construirá nada menos que el futuro de todo un país.
Homenaje
Varios alumnos de María Clara organizaron un homenaje a los desaparecidos de la última dictadura cívico-militar-eclesiástico-médico-farmacéutico-jurídico-policial, cosa que ya venían haciendo desde años anteriores, y al igual que en los anteriores años, se sabía que habría una controversia producida por la resistencia al mismo, por parte de estudiantes derechistas que manifestaban que las víctimas de la última dictadura, no eran nenes inocentes e idealistas, sino peligrosos terroristas a los que los militares combatieron en pos de salvar al pueblo de sus acciones disolventes de la argentinidad; a estas personas, en el año 2002, se decidió ni siquiera responder, pero fue que durante el año 2003, uno de los estudiantes, llamado Andrés Minioto (que era familiar de desaparecidos), por saber que los derechistas habrían de manifestarse con silbidos y puteadas en contra de los expositores enaltecedores de la memoria de los reprimidos por el gobierno militar, había preparado un discurso en el que respondería a aquellos que tildaban de “terroristas” a todas las víctimas del periodo ya mencionado.
El homenaje se realizó en el patio de la facultad; a Andrés le llegó el turno de expresarse y fue así que, mientras sostenía las hojas en que había escrito lo que pretendía exponer, frente a muchos estudiantes, ante el micrófono, dijo:
-Los derechistas que reivindican a la última dictadura, argumentando que los militares llegaron al poder para combatir a la guerrilla (en realidad, dicen: al “terrorismo”, porque el término “guerrillero”, evidentemente les suena digno), y no así, a la oposición a la imposición de un plan económico liberal, que, como tal, es favorable a los intereses de las grandes corporaciones económicas y, por consiguiente, contrario a los intereses del pueblo, continuamente dicen querer “memoria completa”, pero en realidad, a la misma, NO SE LA BANCAN; tener memoria completa al hablar de los años ‘70, implicaría recordar que las autoridades no sólo reprimieron a quienes participaban de la lucha armada, sino también, a quienes tenían actividades políticas, gremiales, religiosas o de ayuda social, DESARMADAS; lo que contraargumentan los procesistas, es que tales personas estaban ligadas a agrupaciones armadas y que, por eso, eran parte de la misma empresa criminal, con lo cual, no estoy de acuerdo, pero supongamos que el fundamento es válido. ¿Qué se puede decir entonces de las agrupaciones políticas que no tenían facciones armadas y que no respondían a grupos armados, y cuyos miembros, igual sufrieron la represión del estado?… Los derechistas dirán que simpatizaban con los guerrilleros, y eso las hacía merecedoras de represión, con lo cual, tampoco estoy de acuerdo, pero supongamos que este fundamento, también es válido. ¿Qué se puede decir entonces, de aquellos que eran parte de organizaciones políticas que no sólo no tenían facciones armadas, sino que además, lejos de simpatizar con la lucha armada, estaban en contra de ella? ¿También merecían ser reprimidos?… Según el criterio procesista, no, pero según el mismo, tales agrupaciones no existieron, y en realidad, SÍ EXISTIERON… ...El Partido Socialista de los Trabajadores (agrupación contraria a la guerrilla) tuvo cerca de un centenar de desaparecidos; también el Partido Comunista Argentino (más de un centenar), y éste último, no sólo no tenía facción armada y estaba en contra de la guerrilla, sino que además, estuvo a favor de la dictadura, dado que previo al golpe de estado, los milicos habían hecho acuerdos comerciales con la Unión Soviética que llevaron al futuro dictador Videla, hasta a declarar que los mismos fueron fundamentales para dar el golpe, lo cual, da cuenta de lo alejada que estaba la Unión Soviética del marxismo y, por consiguiente, de lo que se suele llamar: “comunismo/socialismo”, y de ahí que, salvo por el Partido Comunista Argentino, todas las agrupaciones que en Argentina se autodenominaban “marxistas”, estuvieran en contra de la Unión Soviética; no obstante tal acuerdo, que parecía garantizarle a los miembros del Partido Comunista local, no ser reprimidos, a quienes estaban en los estratos medios y bajos del mismo, se los reprimió impiadosamente, ya que sólo a los altos dirigentes, los militares, respetaron. También hubo radicales desaparecidos que, por más que sus militantes se hagan los “demócratas” por haber sido radical el presidente que sucedió a la última dictadura, su partido muy lejos estuvo de reprobar al gobierno de facto, al punto que fue la Unión Cívica Radical, el partido que más funcionarios aportó al gobierno militar (más de 300 intendentes); también hubo desaparecidos de distintas agrupaciones políticas menores, así como también hubo persecuciones por motivos religiosos; por ejemplo, durante el proceso, los Testigos de Jehová fueron en masa expulsados de escuelas públicas, fundamentándose la quita de derechos a ellos, en lo siguiente expresado por un decreto de Videla: “...La secta en cuestión sostiene principios contrarios al carácter nacional, a las instituciones básicas del Estado y a los preceptos fundamentales de esta legislación”, así como en una sentencia de la Justicia Militar, en la cual, se alude a una manifestación del vicariato castrense dirigida a los militares que, refiriéndose a dichos religiosos, dice: “Increíble secta que impide a los Testigos vestir uniforme y usar armas, prohíbe donar sangre, reconocer Patria, Autoridad y Bandera, lo que demuestra su inhumanidad y peligrosidad”, así fue que los Testigos que fueron llamados para el servicio militar y que, por sus valores antibélicos, se negaron a realizarlo, fueron detenidos “legalmente” (si se puede hablar de legalidad cuando se alude a algo hecho por actores de un gobierno ilegal), y otros, ilegalmente, lo cual los llevó a estar en calidad de desaparecidos y a ser llevados, en algunos casos, a Campo de Mayo, en donde fueron torturados y usados como mano de obra esclava. También hubo abogados defensores de derechos humanos desaparecidos y también fueron hechas desaparecer, personas que reclamaban por la aparición de sus familiares; además hubo conscriptos desaparecidos por motivos que nada tenían que ver con la participación de ellos en actividades “subversivas”, así como también hubo torturas a los soldados argentinos durante la guerra de Malvinas, perpetradas por sus superiores que, desde la oficialidad, alababan a sus subalternos, reivindicándolos como valientes defensores de la patria, mientras que cuando estaban bajo sus órdenes, los trataban como esclavos; también hubo represión estatal contra médicos que gratuitamente realizaban trabajo ad honorem en zonas carenciadas; también la hubo contra personas por motivos de homosexualidad como así también, contra empresarios que no se alinearon con el régimen e incluso también, contra grandes empresarios que sí se habían alineado con el mismo, pero contra quienes habían conspirado, empresarios más poderosos que ellos junto a los militares, lo cual llevó a que se los hiciera firmar bajo tortura, la transferencia de sus propiedades a quienes habían dispuesto su represión, y por más que en todos los últimos casos que mencioné, los reprimidos no fueran parte de grupos guerrilleros ni tampoco, políticos, la represión les fue perpetrada igual, y al aludirse a ellos, la derecha lo hace utilizando el término: “terroristas”… -y tras una pausa de algunos segundos, el joven continuó leyendo: -Ante todas las injusticias mencionadas que venían ocurriendo desde hacía mucho tiempo y que durante la última dictadura, se intensificaron… ¿cómo se hace para no simpatizar con quienes agarraron armas para combatir a sus perpetradores?… ...Es bueno ser pacifico, pero no ilimitadamente; en casos extremos, tiene que llegar el momento de decir BASTA, porque si ante persecuciones arbitrarias sistematizadas por el estado, las masas no responden a la violencia que se les dirige, su pacifismo se habrá convertido en masoquismo -entonces los aplausos de la mayoría de los estudiantes (más la silbatina de una minoría), llevó a Andrés a tener que hacer una pausa en su alocución; segundos después, dijo: -No todos los reprimidos por la última dictadura fueron guerrilleros, de hecho, de los más de 30.000 desaparecidos, sólo una minoría, lo fue, y habría sido una minoría, aun si los desaparecidos hubieran sido solamente los casi 9.000 presentados por la CONADEP, comisión que los derechistas SIEMPRE citan, cuando quieren minimizar el número de víctimas del estado (¡como si 9 mil fueran pocos!), ya que para 1976, difícilmente los guerrilleros en todo el país, llegaran a ser 1.000, pero a aquellos que sí lo fueron, debemos reivindicarlos porque fueron quienes dijeron BASTA a un autoritarismo que pretendía automatizar a todos los ciudadanos en función de que fueran instrumentos serviles a este sistema capitalista cuya naturaleza es absolutamente destructiva y ANTIHUMANA.
Muchos estudiantes aplaudieron, mientras tanto, a Andrés, los derechistas lo silbaban y puteaban y, tras los aplausos concluir, un joven de derecha, en voz muy alta, le dijo:
-¡No mientas más, flaco! ¡Acá hubo una guerra civil y la empezaron los terroristas marxistas que vos reivindicás!
A lo cual, Andrés respondió:
-¡Como si eso cambiara algo!… aun en un contexto de guerra, está PROHIBIDO por leyes internacionales, torturar, violar, robar bebés, propiedades, y matar a los detenidos, y todo esto lo hicieron los milicos genocidas a los que vos, tontamente glorificás, así que, aun si hubiera habido una guerra, los militares, lejos de ser los héroes de la patria, que vos creés que son, serían criminales de guerra.
Otro derechista dijo:
-Pero la de los 70 fue una guerra no convencional, y en la misma, los convenios de Ginebra NO SE APLICAN, por eso es que en una guerra así, que fue iniciada por zurdos como vos, VALE ABSOLUTAMENTE TODO.
Andrés trató de mantener la calma, pero rápidamente lo iba ganando la ira, fue por eso que, con tono irascible, dijo:
-¡Andá, fachito! Vos te querés hacer creer que por no ser zurdo, con un gobierno como el de Videla, vivirías seguro, y NO ES ASÍ; vos también estarías en peligro, porque a las autoridades les bastaría el disgusto por tu cara, para ponerte la etiqueta de “subversivo”.
El joven derechista, tras lo que escuchó, se río; seguidamente, junto a otros compañeros suyos de derecha, se acercó a Andrés con mirada enfurecida y su contraparte se disponía a enfrentarlos, pero fue que muchos estudiantes se interpusieron (entre ellos estaba la profesora María Clara Tauber, cuyo pasado guerrillero, los estudiantes, desconocían) y evitaron así, que llegaran a las manos.
El homenaje concluyó, y Andrés Minioto salió de la facultad.
En plena vía pública
Andrés salió de la facultad por la calle Entre Ríos y al llegar a la peatonal Córdoba, dobló a la izquierda, y fue que al llegar a la calle Mitre, un hombre de unos 50 años, muy bien vestido, con un cigarrillo en una mano, se le acercó y le dijo:
-Disculpame flaco, ¿no tendrías fuego?
A lo que Andrés, tras detener su marcha, respondió:
-Disculpe señor, no fumo.
Y cuando se disponía a reanudar la caminata rumbo a su domicilio, el hombre le cerró el paso y con voz muy suave, le dijo:
-¿No te parece que con dos desaparecidos en tu familia, es bastante, Andresito?… Pensalo, antes de seguir jodiendo con tus reivindicaciones del terrorismo.
Andrés se sintió aterrorizado y nada pudo decir.
Segundos después, un patrullero frenó en la esquina de Córdoba y Mitre, y el hombre, al asiento del acompañante del mismo, subió, y el auto, de inmediato, arrancó.
Casi un minuto permaneció Andrés inmóvil en esa calle, embargado por el temor y la angustia; cuando finalmente reaccionó, retomó la marcha hacia su casa.
Mientras tanto
En el momento mismo en que se dio la amenaza al estudiante Andrés Minioto, María Clara se encontraba viajando en el colectivo que la acercaría hasta su domicilio; de pronto notó algo extraño a su alrededor: sus compañeros de viaje, a quienes empezó a ver en blanco y negro, se habían como congelado, salvo alguien determinado, que era una joven que desde el fondo del vehículo, sonriendo se le acercó, la saludó, y a su lado se sentó; María Clara, tras reconocerla, con enorme emoción y sorpresa, dijo:
-¡Lili!
Liliana Victorica era una joven nacida en San Luis que, al igual que María Clara, ante la persecución desplegada por el estado contra todos los que no fueran de derecha, se había sumado a Montoneros en pos de no ser una víctima indefensa de los represores; María Clara había sido en una oportunidad, por ella salvada de ser asesinada por un suboficial del ejército; Lili, lejos de ser una persona ordinaria, tenía facultades clarividenciales que habitualmente se expandían hacia quienes la rodeaban; así lo había constatado María Clara cuando con ella estuvo en Santa Rosa, La Pampa, allá por el año ‘76, que fue el mismo en el que concluyó la estadía en este plano material, de la joven puntana.
María Clara trató de tocarle un brazo a Lili, pero su mano la traspasó, dando cuenta esto de que no estaba constituida por materia, así como tampoco lo estaba el lugar en el que se encontraba en ese momento, fue por eso que le preguntó:
-¿Estoy muerta?
-No -respondió Lili -estás en un lugar fuera del tiempo y el espacio; te convoqué para mostrarte ciertas cosas.
Tras lo último dicho por Lili, ambas mujeres aparecieron en el patio de la facultad en el que tenía lugar el homenaje a los desaparecidos; Andrés Minioto estaba hablando y Lili le señaló a determinado hombre que, desde la distancia, escuchaba el discurso; Lili le preguntó a María:
-¿Ves a ese tipo?
-Sí -respondió su interlocutora.
Y como si se tratara de una película puesta en modo de avance, lo vieron salir del recinto universitario y esperar a Andrés en la calle Córdoba, calle por la que el agente de inteligencia, sabía que el joven siempre pasaba tras salir de la facultad; después, desde una distancia muy cercana del hombre, vieron a Andrés llegar, y escucharon perfectamente la amenaza que al estudiante, el agente del estado, le realizó; seguidamente lo vieron ser dejado por el patrullero al que había subido, frente a un edificio situado en Santa Fe e Italia; lo vieron entrar al mismo y subir por el ascensor hasta el quinto piso; una vez ahí, cerró la puerta del departamento en el que solo vivía, y se fue al baño con la intención de ducharse; entonces Lili, que junto a María Clara se había teletransportado hasta ese lugar, señalándole las llaves que el agente estatal había dejado en la cerradura, le dijo:
-Agarralas.
Entonces ella lo hizo, sorprendiéndose de que pudiera asirlas, ya que el resto de las cosas, en ese momento le resultaban intangibles; seguidamente ambas mujeres aparecieron sentadas en un banco de la plaza San Martín y Lili, tras manifestarle que debía irse, abrazó a su compañera que, en ese momento, con gran emoción advirtió que podía sentirla como si se encontraran en el plano material; pudo además saber muchas cosas que ella había vivido en el plano espiritual, que le impidió lamentar que durante el encuentro, no hubieran hablado más, ya que durante el abrazo, Lili le transmitió cientos de imágenes, pensamientos y sentimientos, que con palabras, son imposibles de transmitir; segundos después, María Clara, como saliendo de un trance, miró a su alrededor y se encontró de nuevo en el colectivo rumbo a su casa; inmediatamente miró su mano derecha y vio a las llaves del departamento del agente de inteligencia, entonces, sin dudarlo, bajó del vehículo, compró pegamento en un kiosco y después se dirigió a otra parada para tomarse otro colectivo que la acercara hasta el edificio del espía estatal; tras bajar del colectivo miró en diversas direcciones tratando de divisar cámaras de seguridad; al ver a una de ellas, en voz baja y apenada, dijo:
-Hay cámaras, Lili…
En ese momento, vio y escuchó al lente del dispositivo de vigilancia, estallar, cosa que también ocurrió con los demás que en el resto de su senda camino al departamento del espía, había; esto llevó a María a decir susurrando:
-Gracias, compañera.
Una vez frente al edificio del agente de inteligencia, al mismo ingresó, por las escaleras subió, y al llegar hasta el piso de aquel a quien había ido a buscar, se dirigió a la puerta de su departamento, la abrió y después, tras de sí, la cerró.
Algunos minutos después, María Clara salió de la vivienda.
Ninguna huella de la mujer quedó en el lugar, por haberse ella puesto mientras viajaba en el colectivo, el pegamento que había comprado, en la yema de sus dedos.
Hubo al menos dos vecinos que la habían visto y la habían relacionado con el hecho de sangre que tuvo por víctima, al agente de inteligencia, pero… como suele ocurrir en estos casos: por temor o por no sentir agrado por el elemento del estado ajusticiado, ninguno se lo comunicó a las autoridades cuando las mismas a este respecto, les preguntaron.
Días después
Tras concluir la impartición de su clase de literatura, María Clara se acercó a su alumno Andrés Minioto, y le dijo:
-Andrés: quiero decirte que… por el tipo que el otro día por la calle te amenazó... no te preocupes; no va a hacerte nada, y te aseguro que no van a poner a otro para ocupar su lugar -y tras sonreírle muy dulcemente, la mujer le dijo: -Chau -y se retiró.
Lo escuchado, al joven lo sorprendió totalmente, ya que con nadie había hablado a ese respecto, por eso no supo cómo pudo su profesora haberse de eso, enterado; tampoco supo por qué estaba ella tan segura de que aquel que lo había amenazado, nada le haría, pero, por algún motivo, decidió no preguntárselo.
Lo dicho por María Clara tuvo el efecto por ella deseado, y fue así que Andrés recuperó la tranquilidad y volvió a manifestar su reivindicación a las personas reprimidas durante la última dictadura, y a la militancia setentista.
Por si a alguien le interesa
Hipólito Sainz, se llamaba el agente de inteligencia del estado que fue encontrado muerto con varios cortes profundos en su garganta realizados con un cuchillo de su propia cocina y politraumatismos, producidos por el impacto en su cuerpo, de varios objetos contundentes que conformaban su mobiliario.
En los ‘70, Sainz había sido parte de Grupos de Tarea, cosa que lo había hecho sentirse un valiente combatiente de lo que tanto él como sus cómplices, llamaban: “tercera guerra mundial”, aunque los operativos de los que participó, hubieran sido todos contra militantes políticos desarmados a los que entre unos quince represores, secuestraban en sus domicilios en circunstancias en que se encontraban durmiendo.
Por supuesto que sí
Los tipos como Hipólito Sainz, son muy machitos cuando están en patota y atacan a personas desarmadas, pero cuando se enfrentan a alguien, habiendo cierta equivalencia de fuerzas, no son nada, y por eso solamente pueden perder… Tuvo absoluta razón María Clara, al manifestarle esto previo a matarlo.