miércoles, 25 de enero de 2023

Dos mil veces '70s (cuento) - Martín Rabezzana

(Nota del 5 de febrero de 2023: le cambié el título 
a este cuento porque se me ocurrió otro mejor).
-Palabras: 2.815-

Dedicado a todos los invocadores de represión.

   A principios de los años 2000, en el colegio Normal de Quilmes, los alumnos de quinto año le solicitaron a las autoridades escolares que en ocasión de cumplirse un nuevo aniversario del golpe de estado ocurrido el 24 de marzo de 1976, se invitara a cierta mujer cuyo nombre era Patricia, que habitualmente exponía sus conocimientos sobre el periodo de los setenta en diversos ámbitos, para que diera ante ellos, una charla; los padres de Patricia habían sido secuestrados por el estado el mismo año del golpe, cuando ella tenía apenas dos años; durante la irrupción de los militares en su casa, situada muy cerca del colegio, en la calle Pringles casi esquina Alsina, ella estuvo presente y se salvó de ser robada gracias a la valiente intervención de un vecino que en medio del operativo ilegal, se acercó a la casa, dijo ser familiar de ella y dijo también que con él podía quedarse; así ocurrió hasta que el vecino logró contactar a sus abuelos y fue con ellos que Patricia se crió, ya que sus padres nunca aparecieron.
   La charla sobre el periodo de los setenta, se daría en el horario de la clase de historia que estaba a cargo del profesor Gentile; dicho docente, haciéndole honor a su apellido facho, se había manifestado en contra de que la charla tuviera lugar, aduciendo que no formaba parte del programa de enseñanza, cuando la realidad era que él no veía con buenos ojos a nadie que expusiera lo injusto de la represión del gobierno de facto porque, lejos de condenarla, la reivindicaba; las autoridades del colegio, en un primer momento le dieron la razón y le comunicaron a los alumnos que su pedido no sería complacido, pero tras una sentada realizada en los alrededores del establecimiento, de la que participaron estudiantes de todos los años, en la cual se reclamaba la presencia de Patricia en calidad de invitada, las autoridades cedieron, y fue así que dicha sobreviviente del genocidio, pudo finalmente una mañana, exponer sus conocimientos y experiencia personal, frente al alumnado. 
   Después de explicar que para entender cómo se había llegado a la represión del gobierno militar del ‘76, es imprescindible tener conocimientos sobre la situación política y social del país en los años previos, dirigiéndose a los estudiantes, tras decir que los jóvenes de fines de los ‘60 y principios de los ‘70, tenían el objetivo de crear una sociedad más justa, Patricia dijo:
   -Actualmente casi todos consideran inaceptable que se valide a la lucha armada como medio para alcanzar objetivos políticos, ya que aun siendo las personas reprimidas por los guerrilleros de los ‘60 y ‘70, mayoritariamente miembros de las fuerzas represoras del estado, eran poseedoras de derechos humanos inalienables cuya vulneración, no debe tolerarse en ningún caso, sin embargo, la aprobación de la lucha armada en los años de la dictadura autodenominada: “Revolución Argentina” (1966-1973), fue muy grande y procedió mayormente de personas que no estaban radicalizadas en lo que hace a la concepción de la política; ¿cómo fue esto posible?… La cuestión es muy compleja, pero voy a tratar de explicarla: a la hora de entender el por qué del respaldo popular que a principios de los años 1970, los grupos guerrilleros tenían entre los argentinos, hay que destacar que los mismos, en los primeros años no perpetraron muchos hechos de sangre; si bien Montoneros ganó vertiginosamente fama y prestigio por el supuesto asesinato del ex dictador Aramburu (y digo “supuesto” porque yo creo en una versión no oficial que dice que se murió producto del miedo, tras ser secuestrado por ellos y que después, al cuerpo lo balearon y fingieron así, haberlo matado), los hechos en que generalmente incurrían las más de 50 organizaciones guerrilleras de izquierda entonces existentes, consistían mayormente en tomas de comisarías y cuarteles militares, robo en los mismos, de armamento, y secuestros extorsivos de empresarios de grandes corporaciones económicas que, como (casi) siempre ocurre en estos casos, eran responsables de la explotación sistematizada de sus trabajadores y de la represión física de ellos, por intermedio de las “fuerzas del orden”, que a su (casi) total servicio, están, sobretodo cuando los mismos pedían mejores condiciones laborales; en estos hechos que en ese entonces eran habituales, los partisanos rara vez malherían o mataban a alguien; esas grandes humillaciones infligidas a las fuerzas represivas legales y al empresariado, que a dichas fuerzas le mueve los hilos, cuando no implicaban la muerte de nadie, eran bien vistas por la población general, ya que tanto de los militares, como de los miembros de las “fuerzas de seguridad" y del gran empresariado, la mayoría se sentía víctima, y a diferencia de lo que los derechistas sostienen, como ya expuse, dichos hechos violentos pero no sangrientos, constituyeron el grueso de las acciones armadas de las organizaciones guerrilleras, allá por fines de los años ‘60 y principios de los ‘70; dichos hechos desestabilizaron de tal forma al gobierno de facto, que en pos de que los guerrilleros se calmaran, los militares aceptaron dejar el poder y habilitar las elecciones, que era justamente (junto con que dejaran a Perón, cuyo regreso estaba prohibido, volver al país) lo que principalmente reclamaban las organizaciones de la izquierda peronista que constituían mayoría entre todas las organizaciones armadas irregulares existentes;… El regreso de la democracia representativa ocurrió en el año 1973; si los guerrilleros hubieran dejado las armas en ese momento, habrían quedado como “héroes” poco cuestionados, que le devolvieron a la población, la democracia representativa, pero fue que, lejos de hacer eso, hubo una mayoría que continuó con la lucha armada; lógicamente, el principal grupo guerrillero marxista, que era el ERP, no le debía obediencia a Perón, de ahí que se esperara que siguiera con lo que sus miembros llamaban: “guerra revolucionaria”, pero de los grupos autodenominados peronistas, sí se esperaba obediencia a Perón, lo cual implicaba deponer las armas tras la llegada al poder de un candidato peronista, pero no lo hicieron; la dirigencia de Montoneros, durante el periodo del presidente Cámpora (delegado de Perón), se limitó a suspender sus acciones armadas pero aclarando que lo haría sólo temporalmente porque, según su líder, Mario Firmenich: “El poder político brota de la boca de un fusil”, fue entonces que Perón, que les había encomendado abrir los “frentes de masas” para que incursionaran en el ámbito de la ayuda social y salieran así, de la lucha armada, al ver que no se dejaban por él, manejar, decidió reprimirlos; esa represión no fue única ni mayormente de guerrilleros, sino también de militantes de los mencionados frentes, que hasta el momento, en su mayoría no tenían participación en la lucha armada ni tampoco necesariamente, la aprobaban (de todas formas, la mayoría seguiría sin tenerla), pero fue que cuando empezaron a ser reprimidos a gran escala por la Triple A (organización de sicarios que, pese a la negación -incomprensible a esta altura- de muchos peronistas de izquierda, fue obra de Perón), se vieron en la necesidad de sobrevivir, y cuando hay grupos armados que a uno lo persiguen para matarlo, la posible supervivencia implica irse del país, o meterse en otro grupo armado que pueda llegar a enfrentarlos; quienes se quedaron, en muchos casos hicieron esto último, fue así que el número de Montoneros combatientes (que en 1973 era apenas de alrededor de 13), se incrementó drásticamente en los años posteriores hasta alcanzar un número aproximado de 1.500 (sin contar a los que eran parte de su aparato de inteligencia, de prensa ni de militancia social; incluyendo a estos últimos, el número aproximado de Montoneros en el año 1975, era de 4.500), sin que esto signifique que hubiera adhesión a su proyecto político por parte de todos sus nuevos miembros, sino que, como ya expresé, lo que había detrás de la toma de las armas en la mayoría de ellos, eran ganas de sobrevivir ante el acecho de las patotas de sicarios organizadas por López Rega y validada por Juan Domingo Perón;… A partir del asesinato del líder de la “burocracia sindical”, José Ignacio Rucci (que, a pesar de que se le haya atribuido a Montoneros, el que ellos mismos no lo hayan reconocido en su momento, sino mucho tiempo después, para mí prueba que no fue obra de ellos), los hechos de sangre de dicha organización (con la cual se fusionaron casi todas las demás organizaciones armadas de la izquierda peronista), así como también los del ERP (organización con la cual se fusionaron casi todas las demás organizaciones armadas marxistas), se incrementaron exponencialmente y dejaron de discriminar demasiado entre represores y civiles no represores, a la hora de combatir al estado; fue entonces que las organizaciones guerrilleras entraron en una etapa cruenta y siniestra que puede sensatamente denominarse: “terrorista”, a diferencia de la anterior, que para mí, más que como “terrorista”, es clasificable como: “guerrillera”; en este nuevo periodo que tan trágico fue para los guerrilleros, por obra de la represión estatal y de sus propias acciones, los mismos NO TUVIERON MÁS RESPALDO POPULAR, sin embargo, siguieron creciendo en número porque, como ya dije, la represión estatal era tan tremenda y tan amplia, que no hacía falta ser guerrillero para ser por el estado, reprimido, ya que bastaba con haber participado de la organización, en el ámbito laboral, de reclamos de mejores condiciones de trabajo, o en el escolar, a través de centros de estudiantes, del reclamo de mejores condiciones edilicias, o haberse acercado alguna vez a una unidad básica para ofrecerse a realizar tareas, que finalmente eran para muchos, las de juntar ropa y alimentos para donarle a los pobres, pintar consignas en las paredes, repartir panfletos o simplemente, con ser amigo o conocido de alguien que fuera militante de izquierda, para que las autoridades consideraran a una persona: “subversiva/guerrillera/terrorista”; la aplicación de esos títulos a una persona por parte de las autoridades, equivalía a una sentencia de muerte, y así fue que el mismo estado empujó a muchísimos jóvenes que previamente no habían siquiera considerado armarse, a tomar las armas en un intento de sobrevivir, dado que sabían que en cualquier momento, las patotas de sicarios estatales, podrían ir a buscarlos.
   Entonces el profesor Gentile, que se había mantenido callado hasta el momento, sentado en un pupitre como un alumno más, rompió el silencio y con expresión de desprecio, le preguntó:
   -¿Así lo hicieron sus padres?
   Patricia contestó:
   -Sí; mis padres eran parte de la Juventud Peronista desde 1973, y no habían tenido participación en la lucha armada; mi mamá en un principio la apoyó, pero después, ya no; y mi papá nunca estuvo a favor de ella, pero tras saber que muchos de sus compañeros que, al igual que ellos, realizaban desinteresadamente todo tipo de ayuda social en barrios pobres, habían desaparecido, decidieron armarse con el objetivo de poder defenderse y sobrevivir, pero de nada les sirvió porque cuando los secuestraron, era medianoche, estaban durmiendo y del operativo de secuestro participaron unos 40 represores, y ésa era la regla en estos casos: decenas de militares y policías armados se organizaban para secuestrar a una o, como en este caso, a dos personas;… ¡y a innumerable cantidad de operativos de secuestro realizados con inmensa superioridad numérica y de armamento, y con bajas casi nulas para ellos, de manera absurda y falaz, los militares le llamaron: “guerra”!
   Entonces el profesor, con una sonrisa irónica, dijo:
   -Usted empezó diciendo que los jóvenes subversivos (a los que, por supuesto, no llamó así) “querían una sociedad más justa”; entre ellos, asumo que usted considera que estaban sus propios padres, pero acaba de admitir que tomaron las armas para combatir a las autoridades; ¿eso le parece justo?... Para mí, lo justo es que por hacer eso, para las personas hayan consecuencias.
   Entonces un alumno, totalmente indignado, le dijo:
   -¿Pero no escuchó lo que contó, profesor? ¡Sus padres agarraron armas cuando el genocidio perpetrado por el estado, ya estaba en marcha, por eso es que, más que para combatir a las autoridades, se armaron para defenderse de ellas!;… ¿Qué haría usted si grupos armados del estado lo vinieran a buscar? ¿No haría lo mismo?
   El profesor, tras reírse sarcásticamente, respondió:
   -Eso a mí no me podría pasar, porque yo respeto las leyes, y los militares tomaron el poder para hacerlas respetar en tiempos en que muchos, no lo hacían, por eso es que todos los argentinos tenemos que estarles agradecidos.
   Una de las estudiantes le dijo:
   -¿Y usted cree que los militares respetaron las leyes?… si así lo hubieran hecho, no habrían llegado al poder dando un golpe de estado. Tampoco habrían torturado, violado, matado, ni hecho desaparecer a nadie como sí lo hicieron ¡más de 30 mil veces!
   -¡No fueron 30 mil los desparecidos! Eso es propaganda de los organismos de derechos humanos que eran parte en ese entonces (y lo siguen siendo) del marxismo internacional que en los ‘70 quiso disolver a nuestra patria y convertirla en una provincia soviética.
   Entonces los estudiantes empezaron a abuchear al profesor mientras Patricia, con semblante triste, les pedía que hicieran silencio y que trataran de respetar a las opiniones distintas, por más equivocadas que fueran.
   Y mientras el profesor se disponía a decir una nueva pelotudez, todos notaron que de pronto se había hecho una oscuridad casi total, que hizo necesario encender la luz, entonces algunos estudiantes se acercaron a las ventanas y vieron con sorpresa, que había anochecido; también notaron que en la calle había una espesa niebla que de la nada parecía haber llegado; segundos después, vieron y escucharon a varios autos Ford Falcon frenar frente a la escuela y también vieron llegar a varios camiones del ejército; estos últimos rodeaban toda la manzana del colegio, es decir, había militares en las calles Mitre, Colón, Conesa y Sarmiento; el profesor se levantó del pupitre y dijo:
   -¿Qué pasa?
   Una de las estudiantes le respondió:
   -La calle está llena de milicos, y parece que están por entrar a la escuela.
   Entonces el profesor, tras acercarse a una de las ventanas y constatar que, efectivamente, así era, dijo:
   -No puede ser...
   Pero era.
   A los pocos segundos, Patricia y los estudiantes vieron a los militares ingresar al establecimiento escolar, y ante el sentir de irrupción inminente de los represores en el aula, la mujer dijo:
   -¡Rápido! ¡Hay que hacer una barricada con los pupitres!
   Entonces todos los alumnos pusieron los pupitres delante de la puerta, bloqueando así, el ingreso al aula, lo cual funcionó durante breves instantes; durante los mismos, una voz autoritaria había gritado:
   -¡Entreguenló y nada le va a pasar a los demás!
   Entonces el profesor, en voz muy alta, dijo:
   -Que entreguemos, ¿a quién?
   -¡Al profesor Gentile!
   Entonces el profesor, completamente aterrado, empezó lentamente a retroceder hasta que se quedó inmóvil apoyado contra una pared en total silencio; tras varios segundos durante los cuales, los militares intentaban romper la puerta bloqueada por los pupitres que los alumnos y Patricia sostenían con todas sus fuerzas, los represores pudieron finalmente irrumpir en el aula y divisar al docente, que en un rincón permanecía quieto; cuando el jefe del operativo lo vio, inmediatamente supo que era él el profesor, sin necesidad de que nadie se lo comunicara, dado que era el único adulto varón en el aula, entonces, señalándolo, le dijo a sus subordinados:
   -Es ése.
   Y por varios milicos vestidos de civil, el profesor fue sujetado y golpeado mientras Patricia y varios alumnos trataban infructuosamente de defenderlo en medio de gritos, motivo por el cual, fueron por los represores, también golpeados y apuntados con armas.
   Gentile repetidamente gritaba: “¡Es un error! ¡Yo no hice nada! ¡Ayudenmeeeeé!", mientras le ponían una capucha en la cabeza, lo insultaban y lo arrastraban en dirección al interior de uno de los Ford Falcon que rápidamente arrancó al igual que todos los vehículos militares que rodeaban la escuela.
   Tras el secuestro del profesor Gentile, los alumnos de todas las divisiones, a través de las ventanas, detrás de las cuales se habían agolpado (y algunos desde la puerta del colegio, a la que se habían acercado), vieron a los vehículos desvanecerse rápidamente tras haber arrancado, hasta desaparecer completamente en el aire, en paralelo con el aclararse de la noche, que tras pocos segundos, volvió a ser día.
   Tras todo este episodio dramático que absolutamente ninguno de los ahí presentes, entendió en sus causas ni en su naturaleza, Patricia, junto a varios alumnos, se dirigió a una comisaría en la cual, hicieron la denuncia por el secuestro del profesor Gentile. Después, ella se puso en contacto con organismos locales e internacionales de derechos humanos, les pidió que investigaran el caso, y así lo hicieron, sin embargo, nada lograron averiguar sobre el paradero del docente ni sobre la identidad de sus secuestradores.
   Hasta el día de la fecha (25 de enero de 2023), Abel Gentile permanece en calidad de desaparecido.
 

jueves, 19 de enero de 2023

Noches dentro de noches (cuento) - Martín Rabezzana

-Palabras: 2.130- 

  

   El programa de radio nocturno que Celina conducía en la radio “Alvalhaziv”, se llamaba: “Noches dentro de noches”, y se basaba en participaciones continuas de los oyentes por vía telefónica; los temas eran libres y los debates que en el mismo se suscitaban, eran intensos e interesantes, de ahí que casi desde su inicio liderara la franja horaria que va de 22:00 a 00:30 horas, los tres días de la semana que se emitía. 

   Una fría noche de julio, en el programa radial, los oyentes expresaron (entre muchas otras) las siguientes cosas:

   -...Mirá por ejemplo el caso de los cataríes: eran un pueblo sumido en la miseria extrema cuyos integrantes eran mayormente trabajadores pobres explotados por quienes tenían una posición económica buena, y cuando en su territorio se encontró petroleo, su condición económica mejoró vertiginosamente al punto que casi sin transiciones, pasaron de ser proletarios explotados a propietarios explotadores, esclavistas y hasta asesinos despiadados. Por eso es que yo no reivindico a los de arriba ni a los de abajo; los de arriba se cagan en los de abajo, y los de abajo, cuando llegan arriba, actúan igual que los que ahora están arriba, además, cuando se habla de la cuestión de las jerarquías y se demoniza o se santifica a quienes están arriba o abajo, no se tiene en cuenta lo siguiente: TODOS somos el arriba y el abajo de alguien.

   Una mujer que habitualmente salía al aire, tras haber sido llamada “soberbia” por otro oyente, dijo:

   -...Cuando acusás a alguien de ser “soberbio”, te sentís humilde, y por esa “humildad”, a la cual considerás una virtud, te sentís superior a aquel a quien acusás de ser soberbio, de ahí que con dicha acusación, llegues al mismo lugar que aquel a quien acusás de ser soberbio, pero por un camino distinto, y de ahí a su vez que no haya nadie más soberbio que aquel que vive acusando a otros de ser justamente eso, ya que es como dice esa frase que aparece en el libro: “Relatos de un peregrino ruso”: “La imagen que uno tiene de su prójimo depende de lo que uno es.”

   Otro oyente (un tal Martín Rabezzana), en respuesta a alguien que había generalizado al hablar de cómo (supuestamente) somos los argentinos, dijo:

   -...En todos los países existen personas de creencias distintas, modos de ser, distintos, modos distintos de actuar, etcétera, de ahí que eso de que los argentinos somos de determinada manera, es un absurdo total y absoluto porque la homogeneidad que evidentemente vos creés que existe entre las personas por haber nacido dentro de la misma división político-administrativa, NO EXISTE (ni puede existir) en Argentina ni en ningún país del mundo, y soy perfectamente consciente de que esto es incómodo para mucha gente, porque aceptar que en todo país hay personas de todas las tendencias, además de implicar la negación de la existencia de homogeneidad entre ellas, implica concluir que lo que llamamos “pueblo”, NO EXISTE.

   En otro momento salió al aire un oyente de una provincia lejana a la capital nacional, que habló mal de los “porteños”; tras ese llamado, varios oyentes salieron al aire respondiéndole diversas cosas; algunos le dieron la razón y resolvieron lo que comúnmente se resuelve cuando se trata esta cuestión: que el desprecio de muchos provincianos por los capitalinos nacionales, se debe al pseudofederalismo que en Argentina existe, que resulta en que haya un unitarismo favorecedor a la capital y desfavorecedor del resto del país; otro oyente salió al aire desacreditando esto; el mismo dijo:

   -...Explicar al desprecio de los provincianos por los porteños responsabilizando al centralismo político de CABA, es ridículo porque eso implica negar que el complejo de inferioridad provinciano, así como la rivalidad capitalinos-provincianos, existe en TODAS LAS ÉPOCAS y en TODOS LOS PAÍSES DEL MUNDO;... A diferencia de lo que muchos quieren creer, los fenómenos locales no existen; lo que pasa acá, pasa en todas partes, y como ya dije, esto del desprecio de los provincianos por los capitalinos (y viceversa), ya sean los de su propia provincia o los nacionales, SE DA EN TODO EL MUNDO, incluso en países verdaderamente federales, de ahí que la cuestión del desprecio entre las personas por ser de distintos países, provincias, ciudades, barrios e incluso, por ser de distintos sectores dentro del mismo barrio, constituya un problema irresoluble y sea por esto, uno de esos problemas que en la vida no están para ser resueltos, sino sobrellevados.

   Una oyente cabaense, refiriéndose a los prejuicios que personas de otras provincias tenían de ella, que habían sido expresados al aire por el oyente ya aludido, le dijo:

   -…Cuando se habla de prejuicios, se asume que uno desprecia a otro por lo que cree que el otro es, sin siquiera conocerlo, pero este no es el caso, ya que vos no me despreciás a mí, mayormente por lo que pensás que soy, basándote en mi procedencia, sino por lo que pensás que yo pienso que vos sos; es decir, tenés prejuicios sobre los prejuicios que yo, según tu criterio, tengo de vos, y nunca considerás la posibilidad de que yo pueda pensar prejuiciosamente bien de tu persona (sería un caso de prejuicios positivos; estos casos existen y se dan tanto como los negativos), o incluso (y este es mi caso y el general) que yo pueda, respecto de tu persona, carecer totalmente de preconceptos; siempre asumís que los prejuicios negativos sobre vos, existen en todos nosotros y con eso demostrás que vivís proyectando, porque ponés esa tendencia prejuiciosa y discriminatoria que está en vos, en los demás, en este caso, en los porteños, y al hacerlo, te hacés creer que la misma, en vos no está, cuando en realidad, esa tendencia discriminatoria, como ya dije, en vos existe y está muuuy desarrollada, y jamás la vas a poder controlar mientras no aceptes que en vos existe, y mientras no la controles, ella te va a seguir controlando a vos y va a sostener ese estado de angustia emocional extremo que quedó claramente evidenciado en tus expresiones.

   Estos debates, a diferencia de lo que suele ocurrir en estos casos, en el programa se daban generalmente en un marco de respeto, lo cual era mérito de la conductora, ya que solía oficiar de moderadora entre las partes y se mantenía casi siempre neutral ante las diversas opiniones que escuchaba, pero fue que en algún momento, un oyente contó un hecho negativo por él sufrido, que le produjo un malestar importante que resultó en que su entorno le aconsejara consultar a un psicólogo. Él dijo no creer en la psicoterapia pero expuso un sentir ambivalente a este respecto al decir después, que tal vez la misma, de algo podría servirle; el oyente manifestó estar dudando sobre si ir o no, a ver a un psicólogo, fue entonces que la conductora del programa, saliendo de su lugar de neutralidad acostumbrado, le dijo:

   -Te voy a decir lo que te va a pasar si seguís el consejo de tus allegados: el psicólogo, después de algunas sesiones, te va a decir que debés también consultar a un psiquiatra; el psiquiatra te va a hacer transitar un camino de drogadicción que te va a arruinar en lo físico y anímico; ante el malestar terrible que necesariamente te van a causar las pastillas que te va a recetar, se lo vas a comunicar, entonces él te va a decir que “No pasa nada”, que “esos efectos negativos son pasajeros” y que “es cuestión de pocos días para que tu cuerpo se acostumbre a los psicofármacos y empieces a experimentar un gran bienestar”; entonces vos desoirás al pedido urgente de tu organismo de que dejes de picanearlo con fármacos, y seguirás consumiéndolos, pero pasadas algunas semanas, concluirás que lo que te dijo el psiquiatra, no era cierto, ya que lejos de estar mejor, te vas a estar sintiendo cada vez peor, entonces, contra el consejo de tu “médico”, vas a dejar de consumir los psicofármacos que te prescribió, pero para ese entonces ya serás adicto a los mismos, por lo cual, al vos dejarlos, vas a tener un síndrome de abstinencia potencialmente grave que te va a generar un desarreglo general, es decir: físico, anímico y psíquico, ante el cual, alguien de tu entorno (o tal vez hasta vos mismo), va a llamar a una ambulancia; tras la misma llegar, los enfermeros te van a inyectar algo para que te calmes (lo más probable es que te duerman), te van a subir a la ambulancia y te van a conducir a un hospital; una vez en el mismo, el médico de guardia, tras escuchar el relato de los enfermeros que hayan atendido tu caso, dirá: “A este paciente hay que derivarlo a un neuropsiquiátrico”; así se hará y así será que te despertarás en un manicomio en el cual, te van a dar picana farmacológica TODOS LOS DÍAS por tiempo indeterminado; si manifestás aceptar las “bondades” del tratamiento, y por eso al mismo no te resistís, a las drogas te las van a dar por vía oral. Si expresás que te hacen mal y manifestás tu voluntad contraria a consumirlas, te van a agarrar entre varios “enfermeros”, te van a atar, y una vez vos maniatado, a las drogas te las van a inyectar; tras el periodo de cautiverio que los “profesionales de la salud mental” consideren que te corresponde, te dejarán salir del manicomio pero tu libertad será figurada, ya que quedarás bajo vigilancia, lo cual significa que habitualmente te “visitará” un psicólogo cuyo objetivo será el de informarle a su superior investido de facultades parajudiciales (o sea, un psiquiatra), si sos anuente a seguir con el “tratamiento médico”, como ellos hipócritamente lo llaman, o renuente; del psicólogo decirle al psiquiatra que sos renuente, ordenará el secuestro de tu persona y una nueva estadía en un manicomio, y todo este trato injusto, arbitrario, destructivo y antimédico, te llevará a concienciar que el mayor error de tu vida, habrá sido el de haber consultado a un psicólogo, ya que de no haberlo hecho, nada de lo recién expresado te habría pasado.

   Y tras algunos segundos de silencio, Celina le dijo al oyente:

   -Yo no soy quien para ordenarte nada, pero mi consejo para vos, es el siguiente: NO VAYAS AL PSICÓLOGO.

   Tras escuchar lo que la conductora expresó, el oyente le dijo que tal vez tuviera razón, pero que igual no sabía qué es lo que haría.

   A posteriori de lo dicho por la conductora sobre las consecuencias de la psicoterapia y la psiquiatría, el respeto que hasta ese entonces había primado en las expresiones de los oyentes participantes del programa, se quebró, y muchos (incluyendo a estudiantes de disciplinas de la “salud mental” y a personas ya diplomadas en ellas) empezaron a desacreditarla al aire con declaraciones de tipo: “Sos una ignorante”, “No sos psicóloga ni psiquiatra, así que no opinés sobre esas cosas porque ponés en peligro a la gente”; “Parecías una mina educada e inteligente, pero está claro que sos una pelotuda total”, “Sos una conspiracionista de mierda”, y más cosas así; también hubo muchas expresiones contrarias a lo que ella había dicho, que sí fueron respetuosas, y otras, coincidentes con su opinión, pero tampoco a ellas, la conductora respondió, ya que para ese entonces había vuelto a ocupar su acostumbrado lugar neutral que resultó en que se se limitara a escuchar lo que los oyentes tenían para decir, sin entrar en discusión con ellos.

   Al día siguiente, antes de que se iniciara una nueva emisión de “Noches dentro de noches”, a Celina le fue advertido por la dirección de la radio que si continuaba con el descrédito a la psicología y la psiquiatría, sería echada, entonces ella prometió no volver a referirse al tema.

   Si bien al día siguiente los temas, como siempre ocurría en el programa, fueron variados, muchos oyentes seguían llamando para desacreditar lo que la conductora había expresado sobre las consecuencias del accionar de los psicólogos y los psiquiatras, y sólo algunos pocos manifestaban tibiamente adhesión a lo expresado por ella.

   El tiempo pasó y la cuestión quedó por la audiencia, más o menos olvidada, hasta que casi un año después, otro llamado realizado por el oyente que, sin haberlo planeado, había sacado a la conductora del programa de su lugar de neutralidad, fue puesto al aire; el oyente, tras presentarse y rememorar brevemente la conversación que meses atrás había tenido al aire con la mujer, con angustia, tristeza y resignación en la voz, le dijo:

   -Celina, debo decirte que no seguí tu consejo, y ojalá lo hubiera hecho;... no te hice caso y lo lamentaré toda la vida porque… en TODO lo que dijiste que me iba a pasar si consultaba a un psicólogo, tuviste razón…