jueves, 13 de agosto de 2020

Viajes a un año y a un espacio indeterminados (cuento) - Martín Rabezzana


   No me acuerdo de en qué año fue esto; tampoco me acuerdo de cuál era el lugar del que veníamos; de vagar por ahí, seguramente… de la casa de un amigo-de-un-amigo de alguno (también seguramente), para después volver a salir a vagar por ahí, la cuestión es que en algún momento alguien dijo de ir a la casa de no sé quién, entonces subimos a un colectivo; una vez en el mismo, le dije a uno de mis compañeros de viaje:
   -El problema no es que haya negatividad o toxicidad en la dieta o en la vida en general, ya que si se las mantiene en un nivel bajo, son manejables, pero si pasan de cierto punto, se salen de nuestro control, entonces sí que estamos en problemas… Si de vez en cuando consumimos los productos "informativos" que los grandes medios de difusión nos ofrecen, no llegamos a intoxicarnos en exceso y entonces la toxicidad nos es manejable, pero si a diario nos intoxicamos con lo que nos presentan, dejará de serlo muy pronto ya que la toxicidad nos manejará por completo… y por supuesto que los grandes medios de prensa son una mierda, pero es culpa nuestra que tengan el poder sobre nuestras vidas que tienen, porque nosotros elegimos contaminarnos con lo que nos presentan, y no es lo más grave el hecho de que nos quieran formar en nuestras miradas políticas (ya que detrás de cada periodista de un gran medio, hay intereses económicos y políticos, siempre indivisibles unos de otros), lo peor es que la mirada de TODO en la vida nos es formada por ellos, y al llenarnos a diario de la toxicidad que nos ofrecen, empeora nuestra calidad de vida, ya que vemos al exterior a partir de la podredumbre que desde los medios de comunicación llevamos a nuestro interior, y el resultado es ver negatividad en prácticamente todo, o sea, en las demás personas, en nosotros mismos, en la sociedad… en la vida… y... ¡¡¡¿cómo podemos ser tan forros como para dejarnos joder así?!!!...
   Mi interlocutor dijo:
   -Pero también podemos rechazarlos y elegir consumir productos informativos/culturales, positivos, y tras llenarnos de su positividad, nuestra percepción del exterior inevitablemente mejora.
   Yo exclamé:
   -¡Exactamente!
   Mi interlocutor prosiguió diciendo:
   -El problema es que no es tan fácil desintoxicarse de la porquería mediática, porque genera adicción al igual que el alcohol, la falopa y las grandes ciudades, ya que si bien muchos que las eligen para vivir reconocen a su nocividad (y paralelamente suelen hablar maravillas del estilo de vida distendido de los medio ambientes naturales a los que conocen por haberse ido a ellos de vacaciones), prácticamente nunca un habitante de larga data de una gran ciudad, emigra a una ciudad chica o a un pueblo, y, ¿por qué? Porque como dije: entre las cosas adictivas, están las grandes ciudades, y entre quienes las eligen, estamos nosotros… que… somos unos viciosos de mierda.
   Yo asentí.
   Si hablamos algo más, no lo recuerdo porque yo tenía mucho alcohol encima y estaba cansado, ya que eran como las 5 de la mañana, por eso, sin querer, me dormí; tras un rato, mi interlocutor me despertó y me dijo:
   -Llegamos.
   Entonces me levanté; bajamos del colectivo y caminamos (íbamos sólo él y yo, ya que los demás evidentemente se habían bajado mucho antes); transitamos una zona semi rural que yo no conocía.
   -¿En dónde estamos? –le pregunté.
   -Y… en…naah. No sé qué barrio es exactamente.
    Y señalando una casa, dijo:
   -Es ésa la casa de mis familiares.
   Ya estaba amaneciendo.
   Entramos a la casa y una vez en el living nos recibió una mina que mi compañero me presentó y después se fue. Entonces me quedé solo con ella.
   Ella me preguntó si quería tomar algo, le dije que "bueno" y me dio algo de tomar. Después me dijo que iba a ponerse algo más de ropa (ya que estaba en remera, descalza y en bombacha, pero pareció decidir ponerse más ropa por no inhibirme a mí más que por propia inhibición, ya que parecía totalmente desinhibida, por más que hasta claramente pudieran vérsele sobresaliendo de la prenda inferior, los pelos de la concha).
   Empecé a mirar un estante en que había muchos videocasettes y cuando ella volvió y me vio, me dijo:
   -¿Te gusta el cine?
   -Sí, pero la verdad, no tanto como antes… Creo que el cine ya cumplió su ciclo como forma de arte; además, con tanta disponibilidad (no sólo en cable, sino también en internet) de películas, ya vi demasiadas y esa abundancia es, por así decirlo… empalagosa; por eso ya casi no puedo disfrutar demasiado de ver películas ni tampoco de la música… al menos no puedo disfrutar de esas cosas como antes (y no creo que esto me pase sólo a mí).
   Ella dijo:
   -Ah, mirá… yo no tengo cable.
   Después agarró un video y me dijo:
   -¿La viste esta?
   (La película era: "Últimas imágenes del naufragio").
   -Sí.
   -¿Y qué te pareció?
   -La primera vez que la vi, creo que no la terminé porque me pareció una boludez (tengo una buena excusa: era chico); la segunda la vi siendo ya grande y me pareció que estaba bien, y la última vez que la vi (fue hace poco), me pareció una gran película y, por su calidad y profundidad psicológica, una obra maestra del existencialismo.
   Ella dijo:
   -¿La viste de chico?... pero si…
   Y por algún motivo, se calló; después dijo:
   -Yo todavía no la vi porque no tuve tiempo; me regalaron el video hace apenas unos días… ¿Querés que la veamos?
   -Sí, dale.
   Entonces puso el video en la casetera y yo la miré (a la videocasetera) (sí, también le miré a la mina la parte de atrás que estaba rrrreeee bien como el resto de su persona) y dije:
   -¡Es una reliquia esto!... Sos bien retro vos, ¿eh?... ¡Je je! Está buena esa onda.
   Ella me miró sin entender a qué me refería, pero no dijo nada.
   Nos sentamos en un sillón y "la función" empezó. Tras la película terminar, ella dijo:
   -Estuvo muy buena;… me gusta de Subiela que no le tiene miedo a los diálogos extensos, complejos y profundos por más que sepa (ya que no creo que lo ignore) que con los mismos, por ser pretenciosos, se está al borde del ridículo continuamente, pero pasa la prueba exitosamente ya que no cae nunca al vacío.
   Yo dije:
   -Es verdad; es una rareza el que un realizador del llamado "cine intelectual" escriba diálogos extensos ya que suelen ser tildados de "teatrales", y eso es generalmente considerado un error por los críticos (aunque en realidad… eso de que los diálogos televisivos deban ser mayormente triviales, los del teatro, extensos y profundos y los del cine "inteligente", escasos y pausados, son convencionalismos que no hay por qué respetar)… Subiela demuestra que se puede combinar lo "teatral" de los diálogos extensos, profundos y bien elaborados, con imágenes de alto contenido poético que llegan hasta el surrealismo… Igual, no te digo que me gustan todas las películas de este tipo, ¿eh? Pero ésta, sí;… las que hizo ya a fines de los noventa y en la década siguiente, son… bueh… recordémoslo por lo bueno.
   Entonces ella dijo:
   -Me estás jodiendo, ¿no?
   -No, ¿por qué?
   -Porque estamos en mil novecientos noventa y…
   Entonces pensé que era ella la que me estaba jodiendo a mí, pero no… era posta lo que dijo, y no me bastó el diario de ese día que me mostró de páginas tibias y tinta húmeda con fecha en un año de la década del 90 ni la… (bueno… imagínense todo tipo de cosas propias de la era "pizza con shampain", así me evitó el trabajo de escribirlas porque hoy estoy muy cansado) para convencerme de que el viaje que hice en colectivo no había sido solamente en el espacio, sino también en el tiempo; lo que sí me convenció fue verme en el espejo del baño en que me reconocí como el adolescente que era en los años noventa y que ya no soy.
  
  No me acuerdo de qué siguió inmediatamente a lo contado, lo siguiente que recuerdo es encontrarme en la calle (la calle otra vez) y ver luces, pero no de las comunes, sino de otras, inusuales, de brillo único, distinto a los previamente por mis ojos percibidos, de colores cambiantes, en continua fluctuación de intensidad;…  recuerdo sentir y escuchar una brisa melódica, como de música nueva, hermosa, recientemente creada e imposible de escuchar con los oídos, pero entonces por mí, de un modo que no puedo explicar, escuchable (y hasta palpable);… recuerdo ver hojas de árboles que caían y alzaban vuelo sin impulso del viento, como si fueran pájaros;… a su vez vi a pájaros que en su cantar expresaban lo que entonces yo comprendía, así como ellos me comprendían a mí por más que no hablara;… recuerdo transitar calles que se transformaban en sendas ascendentes y descendentes que me llevaban sin necesidad de que yo caminara, y muuuchas otras cosas maravillosas e imposibles de transmitir por escrito.
   Entonces me sentí identificado con lo que dice el protagonista de la película ya referida; es algo así como que por ahí, él y las personas con las que estaba, eran parte de una película; una película que tal vez nadie estuviera viendo.
   Tal vez mi vida toda sea parte de un cuento que nadie lee.
   La "película" surrealista recién contada (tal vez no vista por nadie), concluyó conmigo llegando a mi casa tras mucho caminar.

    A la mina la volvería a ver, pero no es en este espacio que les contaré en qué circunstancias, sino (tal vez) en otro.