miércoles, 20 de diciembre de 2017

Lo profano (cuento) - Martín Rabezzana

Myriam

   Ella lo invitó a ir a un lugar especial (sin decirle cuál era) una mañana temprano; lo pasó a buscar en remís por su casa y fueron hasta un club que si bien estaba en su propio barrio, él no conocía ni desde el exterior; entraron y él se sorprendió ante la belleza del ambiente y se sintió en un microclima privilegiado.
   Ella lo llevó hasta una pista de carreras de caballos y le contó que quería dedicarse profesionalmente al deporte en calidad de jockey, tras lo cual, él le preguntó:
   -¿Hay mujeres jockeys?
   -Algunas.
   Él pensó que los deportistas de esa actividad eran los caballos, pero no se lo dijo; hizo bien.
   Ella le preguntó:
   -¿Te gusta este lugar?
   -¡Me encanta!
   Tras un rato de contemplar a los caballos, fueron al bar del lugar y Myriam le dijo:
   -Pedí lo que quieras que está pago.
   -¿Cómo que está pago?
   -Sí; este club es de mi familia.
   Entonces él pensó que ella parecía una pobre nena rica carente de amigos a quienes sus padres le prestan poca atención, que vive en una mansión llena de juguetes y está ansiosa por tener a alguien con quien compartirlos; ese mismo día, estando en casa de ella, mientras miraba los discos que tenía en su pieza (antes de la era internet, cuando los discos eran un bien muy cotizado), ella le dijo:
   -Elegí los que te gusten y llevatelós que te los regalo.
   Entonces él pensó que no lo parecía, lo era.
   Le agradeció la oferta y se llevó varios.

Lo que él pensó del romanticismo femenino

   Al rato salieron a caminar y al acercarse al predio enorme de un famoso colegio pupilo de la zona sur del Gran Buenos Aires, ella le dijo:
   -Yo fui hasta principios de año a ese colegio… fui hasta que me echaron.
   -¿Cómo es?
   -Es una jaula de oro… al menos para los que son pupilos de lunes a lunes, pero actualmente es opcional; muchos viven ahí 3 o 4 días por semana y después se van a sus casas… Cuando entre muchos alumnos acuerdan quedarse los mismos días, la pasan bien, pero si tenés que estar ahí siempre aun no queriendoló, puede ser horrible, sobretodo si no te hacés de amigos.
   -¿Y ese fue tu caso?
   -Sí.
   Él, buscándole el lado positivo a la cosa, le dijo:
  -¡Pero tendrás algún recuerdo bueno del lugar!
   Ella sonrió y respondió:
   -Sí… Muchas veces planeábamos escaparnos entre varias alumnas para ir a comprar alcohol (y otras cosas) y volvíamos dadas vuelta… …Hoy en día es flexible la institución y dan permiso para salir si los padres lo autorizan, pero la gracia estaba justamente en salir sin permiso… eso estaba bueno, y algunas se ponían como desafío escaparse para agarrar a un tipo cualquiera que encontraran por la calle y practicarle… (vos me entendés) en la vía pública.
   Él, temiendo la respuesta, no quiso preguntarle si ella alguna vez había participado de eso, pero incurrió en el error de preguntarle si alguna vez las habían descubierto las autoridades del colegio, ella respondió:
   -Sí.
   -¿Y qué pasó?
   -Las echaron.
   Entonces, equivocado o no, él pensó lo siguiente: "El romanticismo femenino es un mito", pero no se lo dijo y así volvió a guardar un muy acertado silencio.
   Él se esforzó por no caer en el juicio moral que casi inevitablemente producen la envidia y los celos, y como sabiendo instintivamente que esa negatividad (como cualquier otra) solo disminuiría con un aumento de la positividad, la tomó de la mano y tras varios segundos de silencio, ella lo besó, y ese afecto correspondido neutralizó totalmente la negatividad que momentos antes había en él.

Lo similar cura a lo similar

   Myriam, por así decirlo, buscaba en él a un agente desintoxicante, y si bien algo tóxico no puede ser contrarrestado por otro elemento tóxico, cuando estaban juntos los invadía un sacro sentir de pureza en el que la toxicidad de ambos se diluía hasta llegar a dimensiones insignificantes.

Ausencia de críticas

   Al escucharla él se fue acostumbrando a ponerse en modo neutro en lo que a ética se refiere (virtud que tiempo después perdería y buscaría recuperar), y eso evidentemente a ella la atraía ya que con él no se sentía juzgada a diferencia de lo que le pasaba estando con otras personas, y esa neutralidad ética que había adoptado en pos de acercarse a ella era también positiva para él mismo porque le permitía sentirse bien, lo cual es imposible siendo crítico ya que cosa tal acarrea necesariamente mucha infelicidad; como dice la siguiente frase que leí: "La ausencia de críticas es síntoma de bienestar emocional"; es así, por eso quien es feliz o está ocupado intentando serlo, no critica, y cuando ellos estaban juntos la crítica era algo que de tan lejano, les parecía inexistente.

Haciendo las cosas bien/Yendo despacio/Myriam lo hace cambiar de opinión sobre el romanticismo femenino

   Se despidieron siendo ya de noche en la puerta de la casa de Myriam; ella le dijo:
   -A la medianoche, antes de dormir, voy a imaginarme que entrás a mi pieza, te acostás sobre mí y te dormís. Después voy a imaginar que cambiamos de posición y yo me acuesto y me duermo sobre vos… Imaginá lo mismo a la misma hora y así vamos a estar juntos aunque estemos lejos.
   Él sonrió y asintió, después le besó una mano y se fue.
   Sí… evidentemente se había equivocado al creer al romanticismo femenino algo mítico (da gusto equivocarse así).

   La historia positiva entre ellos continúa hasta que un día…

...El pasado regresa

   Tras cierto tiempo, alguien del pasado vuelve, se enfrenta con alguien del presente, hay una pelea y el presente la gana pero pierde su lugar en el tiempo actual; ahora él es pasado.
   El amor sigue intacto y en aumento pero la relación termina.

   Final infeliz.

viernes, 8 de diciembre de 2017

Lo sagrado (cuento) - Martín Rabezzana


   Se decidió a escribirle una carta de despedida que decía más o menos lo siguiente:
   "Vos… que según TU propia opinión (no la mía) siempre fuiste tan viciosa, tan reventada, tan superficial, tan concheta indolente y despreciable, tan puta (todas estas son tus propias palabras), justo ahora te querés rescatay hacer las cosas bien yendo despacio para poder así valorar y respetar a ese algo sagrado que tantas veces no reconociste como tal y lo consideraste dable a cualquiera quedándote después vacía interiormente, y ese cambio era parte de un todo que incluía limpiarte más allá de lo físico, y yo lo entendí perfectamente y no lo consideré malo, hasta sentí que te estabas convirtiendo en una persona más hermosa física y espiritualmente de lo que ya eras, pero justo cuando finalmente era el momento correcto, ya no lo era más por las demás personas involucradas que saldrían heridas… y es raro pero es así: cojiste con él y no conmigo y aunque yo lo envidie por eso, él me tendría que envidiar a mí porque a él no lo querés y a mí sí… te me diste como no te diste a otros (así lo expresaste vos misma) pero a otros te diste como no te diste a mí... lo que es para mí una fortuna, es a la vez, desgracia."
   Entonces hizo una pausa para leer lo escrito y se arrepintió de la carta, por lo que estrujó el papel y lo tiró al cesto.
   Ese mismo día pidió permiso en el establecimiento al que asistía para dirigirse a la parte superior y le fue concedido; se quedó más o menos una hora en la terraza con la sola compañía del cartón de tinto que transportaba en una mochila cuyo contenido ingirió en su totalidad.

   No era temprano ni tarde; no hacía frío ni calor; sentía el sinsentido del todo; sentía náuseas, sentía mareo por el alcohol consumido y sentía la necesidad de acercarse al vacío, entonces fue hasta el borde de la terraza deseando morir, destruirse, desaparecer, desintegrarse, aniquilarse, borrarsesuprimirse… deseando no ser presente, deseando ser pasado, deseando no ser, deseando no haber sido nunca, deseando no haber nacidodeseando no renacer;,,, y no saltó.

   Unos veinte años después escribiría al respecto.