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viernes, 14 de junio de 2019

Gracias por venir a buscarme (cuento) - Martín Rabezzana


Pintura de Fabián Pérez
   Ella era una de esas mujeres que gracias a su belleza se cotizaba muy alto en los locales nocturnos de mala vida; quienes de los mismos son parte dan la impresión de "sabérselas todas" ya que la promiscuidad, los vicios y la (en mayor o menor medida inevitable) violencia, llevan a una "cura de espanto" que hace a las personas (casi totalmente) incapaces de sorprenderse ante cosa alguna; esa incapacidad de sorprenderse propia de la llamada "experiencia" no es en absoluto envidiable, y quienes la tienen lo saben, no obstante, de ese submundo sórdido, triste y habitualmente trágico, casi nadie intenta salir, y no porque los excesos de la noche, satisfagan, sino por creer que la salida no existe, es decir, por desesperanza.
   Él era alguien que había encontrado en la sorpresa causada en los demás una razón para vivir ya que había constatado en varias oportunidades que la misma le posibilitaba conferirle un sentido a las vidas ajenas.

   Cierta noche, él, trajeado, engominado y con aroma a colonia, entró a un cabaret y se sentó a una mesa; una alternadora se le acercó y le pidió acompañarlo, él aceptó.
   Tras unos minutos de conversación en que tomaron unos tragos, la mujer lo invitó a ir a un cuarto privado, a lo cual él accedió; una vez en el mismo, se sentaron en la cama, se besaron y cuando ella se disponía a ser desvestida, él le dijo:
   -Por un lado queremos una vida de felicidad constante propia del arte publicitario, pero por otro, las únicas obras artísticas que nos conmueven son las dramáticas, al punto que a las alegres, las consideramos "arte menor"… …El drama es lo que idealizamos, por eso lo queremos en nuestras vidas y lo buscamos continuamente (ya sea de forma consciente o no), pero cuando lo encontramos, lo despreciamos, lo maldecimos y pretendemos alejarnos de él… …¿Por qué será?
   La mina de 26 años se extrañó ante lo dicho ya que estaba totalmente fuera de contexto, sin embargo, lo tomó en serio y respondió en consecuencia.
   -Será porque… idealizamos a "la vereda de enfrente", pero tras cruzar la calle, llegar a la misma y mirar atrás, la vereda de enfrente es aquella de la que nos fuimos y la felicidad que creíamos existente en ese lugar, no era más que un espejismo.
   Él, tras unos segundos, dijo:
   -O sea que para vos, la felicidad sería como el horizonte que se aleja a medida que avanzamos…
   -Algo así… -dijo ella con tono melancólico, pero después mostró cierto cambio de opinión al decir: -Pero tal vez no, ya que, aunque a veces no lo pueda aceptar racionalmente, mi sentir me lleva a creer que en algún lugar está esa felicidad soñada y que tiene que existir la forma de alcanzarlo.
   Él le sonrió y le preguntó:
   -¿Cuál es tu "vereda de enfrente" soñada?
   Ella también sonrió y dijo:
   -¡El año 2000!
   (Ah, me olvidé de decir que la historia transcurre en el año 1929.)
   Al escuchar lo que la mujer dijo, él hizo un gesto de malestar, por lo que ella preguntó:
   -¿Qué pasa?
   -Y… que yo justamente vengo de los años 2000, y... ¡ese tiempo es un kilombo!
   Ella lo miró extrañada y después le sonrió por asumir que le estaba hablando en broma, por lo que irónicamente le dijo:
   -Así que venís del siglo veintiuno… y… ¿cómo es ese "kilombo"?
   Entonces él sacó de un bolsillo un teléfono celular y le mostró un video que tenía descargado en que se mostraba la crisis social argentina del 2001; ella miró las imágenes evidenciando sorpresa y temor, pero no tanto por los hechos en las mismas presentes, sino por el elemento tecnológico que obviamente nunca antes había visto, el cual era una prueba sólida de que el hombre le había dicho la verdad sobre su procedencia futura.
   Ella le preguntó:
   -¿Qué es eso y de dónde lo sacaste?
   -Es un teléfono portátil, pero no sólo sirve para hablar, sino también para fotografiar y filmar;… En el siglo veintiuno casi todos tienen uno;… Mirá:
   Entonces él se puso a su lado, dirigió la cámara del teléfono hacia ambos y grabó un video, después le hizo ver lo grabado y ella se mostró totalmente asombrada al punto que no pudo decir nada por varios segundos, de pronto lo agarró firmemente de los antebrazos y le hizo un montón de preguntas sobre lo que ocurriría en décadas posteriores, entonces él inició un largo discurso en que (mientras le mostraba videos en su celular sobre algunas de las cosas que le contaba) le habló del derrocamiento en el 30 del entonces presidente Yrigoyen, le habló de la "década infame" que estaba por sobrevenir, le habló de la inminente expansión del fascismo en las Europas, de la aplicación del anarquismo en el Reino de Castilla en el período que va del 36 al 38, le habló de como Stalin envió tropas a ese lugar (que fueron las que le dieron acceso a Franco al poder) para terminar con la práctica exitosa de dicha ideología ya que de eso no ocurrir, la gente en la Unión Soviética iba a querer lo mismo y, por consiguiente, rechazaría al "comunismo", le dijo cuándo se iniciaría la segunda guerra mundial, le habló sobre la muerte de Gardel, sobre el misterioso "exilio" de Ada Falcón, le habló de la invención de pavas eléctricas para el mate (y sí;… no podía hablarle sólo de cosas trascendentes), le habló de las dictaduras locales de los años 50, 60 y 70, le habló de la guerra de Malvinas y… de  muchas cosas más mientras ella escuchaba con una atención y sorpresa absolutas y con una ansiedad positiva que evidenciaba que el sentido de la vida que se pierde paralelamente a la pérdida de la capacidad de sorprenderse, era algo que le había sido devuelto al serle devuelta la sorpresa, por lo que el hombre la había sacado así de un estado crónico de desesperanza en el que la positividad era casi nula;… El viajero le había devuelto a la mujer el sentido a su vida (¡casi nada!).
   Dado que lo que él le contó de la historia daba cuenta de sucesivos avances y retrocesos y de continuos inicios y finales, ella le dijo:
   -¿Creés que se podría hacer algo para evitar los errores más graves?
   Él dijo:
   -No creo, ya que los seres vivos tienen en todos los tiempos los mismos sentimientos y tendencias que los lleva a realizar siempre las mismas acciones, por lo que el cambio en las sociedades es sólo aparente ya que su esencia es invariable.
   Ella dijo:
   -Pero… ¡algo se podrá hacer para evitar alguna de las cosas terribles que me contaste que van a pasar!
   Tras algunos segundos, él dijo:
   -Creo que no; yo creo que el mundo y el universo son como el cuerpo humano: cuidándonos lo más posible con dieta y ejercicio, logramos optimizar nuestra funcionalidad corporal, y, por consiguiente, nuestra calidad de vida, pero el proceso de envejecimiento, una vez iniciado, sigue su curso y finalmente morimos porque los ciclos se van cumpliendo independientemente de nuestras acciones, por lo que, como seres vivos, experimentamos un inicio, un esplendor, una decadencia y un final, y nada lleva a pensar que a nivel sociedad no pase lo mismo. Es decir, en las sociedades hay un inicio, un período de esplendor, otro de decadencia y después, un final, es ahí que el ciclo se cumple, y no tiene por qué ser considerado algo trágico ya que seguidamente al final de un ciclo, se inicia otro, y tal vez esto ocurra eternamente… …Los ciclos se cumplen independientemente de lo que hagamos o dejemos de hacer ya que parecen haber fuerzas que nos mueven que no por ser invisibles son inexistentes;… esas fuerzas le dan inicio, esplendor, decadencia y conclusión a los ciclos vitales de los seres y las sociedades.
   Tras decir todo esto ambos permanecieron en silencio un rato largo sentados en la cama. Después él se acostó y ella hizo lo mismo; después se abrazaron y así permanecieron sin decirse nada hasta casi dormirse durante poco menos de una hora.
   En eso golpearon insistentemente a la puerta. Ella se levantó a abrir y se encontró con el encargado del cabaret que airadamente le recriminaba el uso excesivamente prolongado de la habitación y le pedía que se fuera; ella le pedía por favor quedarse un rato más pero el tipo insistía en que desocuparan el cuarto hasta que el viajero del tiempo se acercó y le dio al tipo varios billetes grandes que aceptó gustosamente, entonces desistió en su pretensión de que se fueran y fue él quien se retiró.
   Pasado el mal momento, la mujer le sonrió al viajero y él le dijo:
   -No llegué acá por casualidad. Vine a verte porque vos pediste ayuda.
   Entonces sacó de un bolsillo una carta muy antigua escrita por ella unos años antes y se la dio; en la misma la mujer hablaba de una desesperanza y sufrimiento extremos, pérdida de la capacidad de encontrarle sentido a las cosas y rogaba porque alguien apareciera en su vida y la sacara de ese estado de negatividad casi absoluto en que se encontraba, y por entender que ese alguien había finalmente llegado, se conmovió hasta las lágrimas.
   Él la tomó de una mano y le sonrió, ella también sonrió; después le preguntó:
   -¿Dónde encontraste la carta?
   -La encontré guardada entre las páginas de un libro muy antiguo en un depósito de objetos que hay en mi casa; la encontré la semana pasada en el año 2019;… Creo que mi casa fue alguna vez tu casa.
   Ella asintió en silencio, después él dijo:
   -Perdoná que no haya venido antes, pero es que… ¡tu carta tardó casi 100 años en llegar!…
   Ella se rió, después dijo:
   -¿Dudaste en venir a buscarme?
   -No, y no sólo por querer ayudar a una persona sufriente, sino además por cumplir con quien hizo lo mismo conmigo, ya que a mí también me pasó el escribir una carta pidiendo ayuda y que alguien la encontrara en un futuro lejano y desde el mismo fuera a mi tiempo a buscarme; ese alguien me dio un aparato para viajar en el tiempo y me dijo que lo usara para ayudar a los demás.
   Entonces le mostró el elemento en cuestión que era similar a una calculadora de bolsillo y le explicó que al tipear los números de la fecha a la que se desea viajar, el mismo proyecta una nube que se arremolina alrededor de quienes le estén próximos y los transporta en cuestión de segundos al destino temporal elegido.
   Ella dijo:
   -¿Me llevás con vos a otro tiempo?
   El viajero, que esperaba que ella se lo pidiera, asintió con un gesto, entonces, extendiéndole el dispositivo de viaje, le dijo:
   -Elegí vos el año.
   Ella eligió cierto año del siglo veintiuno y le dijo que no importaba si esos tiempos no eran felices ya que la felicidad la llevarían consigo; se abrazaron y ella le dijo:
   -¡Gracias por venir a buscarme!
   -Gracias a vos por pedirme que llegara a tu vida.
   Segundos después, la nube los envolvió.

   Cuando tras algunas horas el encargado del cabaret entró al cuarto, no encontró a nadie y le llamó la atención lo que parecía ser un vestigio de cielo en la parte superior de la habitación que se esfumaba lentamente.