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sábado, 13 de noviembre de 2021

Verdades reveladas (cuento) - Martín Rabezzana


   En cierta situación (“difícil”, por decir lo menos), un individuo le preguntó a otro:
   -¿Creés en la existencia del alma?
   -¿Cómo podría no creer?... No hay razonamiento lógico que lleve a descreer de ella; por ejemplo: aunque varias personas sean química y materialmente iguales, no necesariamente actúan, piensan ni sienten de igual modo ante la misma situación; es más: la misma persona, aunque sea materialmente la misma, tampoco necesariamente actúa, piensa ni siente de igual modo, de un momento a otro, ante la misma situación; ¿cómo se explica esto materialmente? No se explica, y sí se explica por el lado de que en nuestra materia hay algo incorporado que no es corpóreo, que tiene gran injerencia en nuestra forma de actuar, pensar y sentir; a ese algo incorporado no corpóreo, lo denominamos: “alma”, “espíritu”, “psique”, “mente”, “conciencia” o “energía”, y dado su carácter inmaterial, no hay por qué pensar que necesita de la materia para existir, por lo que al cumplirse el ciclo del cuerpo en que habita, la conciencia sigue existiendo pero en un plano inmaterial, y de serle, por algún motivo, imprescindible la materia para desarrollarse en algunos aspectos, al concluir el ciclo de la materia en que reside, el espíritu deberá pasar a otro cuerpo, lo cual a su vez, nos lleva a validar la creencia en la existencia de la transmigración de las almas y, casi inevitablemente, también a la de los resultados en diversas existencias, de lo que con nuestros actos, generamos.
   El tipo que había formulado la pregunta, mantenía apuntado al joven al que la misma le había sido dirigida, con un arma FAL, y había escuchado con gran atención su respuesta; el apuntado, que aparentaba estar totalmente tranquilo, mirando a los ojos a su enemigo, con un tono tan calmo y distendido como el que acababa de usar, dijo:
   -Sin un arma encima, no sos nada -y tras algunos segundos, agregó: ...y con un arma encima, sos menos que nada.
   Entonces, el represor perteneciente a la tristemente célebre CNU (1), abrió fuego contra el estudiante perteneciente a la JUP (2), pero a diferencia del convencimiento propio del rencor con que había matado en otras oportunidades, en esta última, lo invadió un terrible malestar que lo llevó a vacilar antes de perpetrar su acto; durante esas vacilaciones se le presentaron imágenes cargadas de negatividad que le confirieron un sentir que no era propio de la piedad; tampoco de la culpa ni del remordimiento; era algo nuevo, distinto y para él, totalmente incomprensible; tan incomprensible fue la causa de su malestar, como la calma que su víctima le había mostrado en los últimos momentos de vida, y así lo seguiría siendo siempre para él, por más que en la exposición de conceptos de su víctima, estuviera la explicación de los estados de ánimo de una y otra parte.


(1) Concentración Nacional Universitaria.
(2) Juventud Universitaria Peronista.