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martes, 7 de diciembre de 2021

1974 (cuento) - Martín Rabezzana

 

   Si tu destino es curar esta enfermedad, curarás tengas o no un médico; de la misma manera, si tu destino es no curarla, no la curarás, llames o no al médico; tu destino es, o bien uno, o bien otro; por lo tanto, no conviene llamar al médico. 

 Cicerón, Tratado del destino, XIII (De la página: "Fatalismo", de Wikipedia.)

 

   1974 (1) fue en Argentina el comienzo del fin de un ciclo histórico cargado de las más nobles y fervientes esperanzas: esperanzas de liberación nacional, esperanzas de resolución de conflictos de implicancias trágicas, esperanzas de cambiar al propio entorno, al país, al mundo e incluso, esperanzas de lograr el cambio más claramente difícil de todos: el de uno mismo; el problema es que si bien TODO está destinado al cambio, por lo cual, nunca podría decir resignadamente: “esto no cambia más”, todo parece indicar que el cambio no lo hacen las personas, sino que se hace solo. Todo cambia independientemente de nuestras acciones, deseos y voluntades; expresado más crudamente (aún): TODO está determinado. En nada de lo que hace a la creación de los hechos, participamos más que como meras figuras decorativas que acompañan al movimiento de lo que se mueve solo y creemos generalmente que se mueve por causa nuestra, y no me refiero sólo a los hechos de trascendencia mundial, sino también a los más sencillos de nuestras (intrascendentes) vidas personales (¿qué?... ¿no te gusta la idea de que así sea? ¿Creés entonces que la verdad es lo que necesitás que sea? Si así fuera “la verdad”, tu vida sería entonces lo que vos querrías que fuera, y… ¿lo es?... de ser la respuesta: “no”, tal vez tu vida toda sea una mentira, de ahí lo lógico de tu búsqueda constante de “la verdad”).
   Hay un modo muy sencillo de comprobar que TODO está determinado: viajando al pasado y tratando de cambiar algo; yo viajé atrás en el tiempo en diversas oportunidades y varias veces intenté cambiar el resultado de hechos cuyos finales eran por mí, conocidos, y NUNCA lo logré, y hasta asumo que aun si hubiera logrado cambiar algo, ese cambio también habría estado determinado previa o posteriormente (2).
   Tras mucho viajar en el tiempo, aprendí que las personas no crean sistemas. Los sistemas crean personas, así como tampoco son capaces las personas de destruir sistemas, pero sí son los sistemas, capaces de destruir personas.
 
   Les paso a compartir experiencias personales mías en que comprobé la existencia del determinismo: por haberme interesado mucho en el periodo de los setenta del siglo veinte, en el 2021 decidí viajar a 1974 (utilizando un medio que no les voy a revelar) para intentar advertirle a unos militantes que ese día su unidad básica sería atacada por una patota de la Triple A, pero cuando estuve a unas pocas cuadras de la misma, me caí; rápidamente me levanté y cuando intenté cruzar la calle, se desató una lluvia torrencial, entonces retrocedí para refugiarme en un negocio cualquiera que casualmente vendía paraguas; compré uno y salí de vuelta a la calle, pero una vez ahí, la lluvia paró, el sol repentinamente salió y de la nada se alzó un viento huracanado que me impidió momentáneamente el avance; como soy una persona muy atlética, pese al fenómeno meteorológico en curso, logré avanzar una cuadra en un tiempo que debe haber sido récord (una hora, más o menos), entonces el viento dejó de soplar y pude caminar de nuevo normalmente, pero seguidamente ocurrió que cuando estuve por cruzar a la cuadra en la que se encontraba la unidad básica, por algún motivo entonces para mí, misterioso, aparecí a cientos de metros de la misma y empecé a caminar velozmente para a tal lugar, llegar rápido, pero me pasó lo mismo que minutos antes me había pasado, es decir: una vez que estuve por cruzar a la cuadra en que estaba la unidad básica, aparecí de pronto a cientos de metros de distancia de ella; de nuevo intenté dirigirme ahí, esta vez, corriendo, y lo mismo me volvió a pasar, entonces escuché un estruendo de bomba y después, disparos, y ni intente ya acercarme a la unidad básica por saber que ya era tarde, la cuestión es que en ese momento empecé a sospechar que no era capaz de alterar el curso de los acontecimientos por estar el mismo, determinado, sin embargo, a los pocos días lo volví a intentar.
   Una mañana del ya mencionado año, contacté a un muchacho revolucionario para que me vendiera dinamita (cuando le dije que era para matar a López Rega, no me quiso cobrar); una vez provisto de los explosivos, me dirigí muy contento a una calle por la cual pasaría el auto de "el brujo”, me subí a un árbol y cuando el infame “Lopecito” estuvo por pasar, encendí la mecha de varios cartuchos y los arrojé uno a uno en dirección a su auto, pero para mi sorpresa, se desmaterializaron en el aire resultando esto en que ninguno cumpliera con mi objetivo; evidentemente no estaba determinado que López Rega fuera asesinado.
   Después intenté ganar la lotería comprando un billete cuyos números yo sabía que saldrían por diarios de la época que había consultado en el siglo 21, pero cuando en la radio escuchaba que anunciaban justamente esos números, mi billete se convertía en arena que se escapaba de mis manos; no obstante, volví a comprar otro billete con la intención de transgredir a lo determinado (que entre otras cosas, para mi vida era evidentemente no hacerme rico nunca), y lo mismo volvió a pasarme.
   En otra oportunidad intenté… no; me parece que los ejemplos de hechos cuyos finales intenté cambiar y no pude, son suficientes; la cuestión es que, al parecer, tenemos libertad para intentar cambiar el curso que siguen las cosas, pero no tenemos la capacidad de lograrlo, ya que las cosas son de la única forma posible por ser, por lo que intentar moldearlas con el objetivo de que sean como nosotros deseamos, es inútil.
 
   1974, como para tantos otros, fue para mí, el año en que mis esperanzas de tener injerencia en el cambio de curso de las cosas, se derrumbaron; como ya dije, esto le pasó a muchos otros en ese mismo año, pero debo ser yo el único al que le pasó habiendo nacido en 1980.

 
 
 
 
(1) Sí: 1974, y no 1976, ya que las esperanzas de cambio social se vinieron abajo mucho antes del golpe de estado.

(2) Para hablar de “predeterminismo” hay que asumir que el tiempo se mueve sólo hacia delante, y yo creo que no necesariamente es así; en caso de moverse hacia atrás, los hechos del presente no están determinados por lo ya ocurrido, sino por aquello aún por ocurrir, de ahí que sea apropiado hablar en tal caso de “posdeterminismo”, pero como ignoro en qué dirección el tiempo se mueve, prefiero decir “determinismo” sin ningún prefijo.