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viernes, 27 de septiembre de 2019

¡La vida tiene que ser más que pizza y facturas! (historia de una monja) (cuento) - Martín Rabezzana



   En las novelas televisivas antiguas, el que una mina se hiciera monja tras pelearse con su chongo, era un lugar común; del mismo el público habitualmente se mofaba por considerarlo absurdo y completamente inverosímil, no obstante, en la realidad pasa muy seguido el que una mujer dedicada a la (¿)monjitud(?) -o como carajo sea que se diga- haya decidido ordenarse religiosamente tras pelearse con un tipo, pero este no era el caso ya que la fémina de esta historia tomó los hábitos a la edad de 23 años por su afición a las novelas de los 80, ya que creía que al meterse en un convento, su vida toda se volvería de novela (televisiva, obviamente, ya que las novelas literarias no conmueven a NADIE; sí; A NADIE;… y no te hagás el distraído porque sé que es mentira que te guste leer y que cuando decís que te gusta, te estás mandando la parte para dártelas de intelectual); la cuestión es que ya habían pasado casi cuatro meses desde que se había hecho monja y no le pasaba nada interesante;… Sus actividades cotidianas laborales consistían en irle a leer a los viejos en los asilos y como sabía cantar y tocar la guitarra, cantar canciones religiosas con los niños cuya educación católica tenía una sección musical; el resto del tiempo no hacía más que mirar la tele con las demás monjas y comer pizza y facturas (te equivocás si creés que los únicos que comen eso a diario por los negocios proveérselo gratis, son los policías, ya que el atavío religioso surte igual efecto que el policial en las pizzerías y panaderías;… Aaah; ¿no me creés? Hacé la prueba de empilcharte como si fueras del clero y visitá una pizzería o panadería -como tantos lo han hecho ya vestidos de policía y filmando con una cámara oculta para saber si es verdad que al personal policial no le cobran-; vas a ver que te vas a querer matar al pensar en cuánto tiempo pagaste al… innecesariamente, ya que de haber invertido plata en dicha ropa, te habrías ahorrado fortunas en pizza y facturas).
   La comida a la joven monja le gustaba, pero tras meses de comer siempre lo mismo, se empezó a cansar, por lo que un día le dijo a la madre superiora:
   -¿No habría un poco de verdura para comer antes de la pizza?
   -No.
   -¿Sopa?
   -Tampoco.
   -¿Fideos?
   -Tampoco.
   -¿Pan?
   -Tampoco hay.
   La joven monja, decepcionada dijo:
   -Pero yo vi en la tele que las monjas en los conventos toman sopa y comen fruta y fideos y…
   -Sí sí sí; justamente: eso pasa en la televisión, en la vida real las cosas son muy distintas; la realidad en los conventos a nivel nacional en materia de comida, implica un menú diario de pizza y facturas. Así ahorramos mucha plata ya que las pizzerías nos dan pizza y las panaderías nos dan factura (y también prepizzas) gratuitamente;…. Lo que por algún motivo las panaderías no nos dan gratis, es pan. Por eso no comemos pan. Pero… ¿cuál es el problema? ¿No te gusta esa comida?
   -Sí, pero, ¡ya es demasiado!... ¡A mí me gustaría comer otra cosa alguna vez!
   -Esperá a diciembre ya que por la navidad, las panaderías nos dan pan dulce; ese pan sí que nos lo regalan.
   Y se fue.
   La mina, con resignación se mandó un cacho de factura mientras pensaba en los nombres ridículos de las mismas: "bolas de fraile", "suspiros de monja", "vigilantes", entre otros. Y es que quienes en Argentina le dieron nombre a muchas facturas (allá por el siglo 19, cuando el anarquismo estaba en auge), fueron panaderos de ideología anarquista que decidieron burlarse con los nombres que a las mismas les pusieron, de las autoridades y de la iglesia.

   La joven estaba aburridísima de su vida en el convento y de comer siempre lo mismo, por lo que buscando romper con la rutina, salió a la calle en busca de emoción; vio un colegio secundario y decidió esperar a que los alumnos salieran ya que sabiéndose joven y todavía atractiva (aún conservaba la línea aunque la dieta de pizza y facturas lleve indefectiblemente a perderla porque no hacía tanto que la había empezado), se esperaba oír toda clase de exclamaciones sarpadas de pendejos calientes como las que tantas veces había oído dirigidas a ella antes de ser monja; eso mismo que antes le había causado desagrado, en ese momento lo buscaba por serle útil a su fin de disminuir un poco el hastío constante que le causaba su vida; esperó casi una hora a que los alumnos salieran y cuando finalmente salieron, para su sorpresa, apenas repararon en ella; ninguno se sarpó con expresiones desagradables ni la miró indecorosamente ni… nada… pero no se rindió, por lo que se dirigió a una sede del partido socialista que se encontraba a unas cuadras de ahí ya que sabía que las personas de esa ideología desprecian a todo lo religioso dado que con su desprecio por las creencias místicas y por aquellos que las profesan, creen que muestran lo "inteligentes" que son, lo "progresistas" que son, lo "realistas" que son... en fin;… todo eso creen que muestran, pero si bien el lugar estaba muy concurrido, pasó por enfrente de la sede y nadie le prestó atención;... Y ella que se esperaba ser insultada, acusada de ser culpable del exterminio de pueblos americanos, de ser cómplice de Hitler, de Franco, de Videla, de cosas así, al final… ¡no era acusada de nada!;… ¡Qué decepción!... Incluso había chocado a propósito con un tipo que estaba saliendo de la sede para recriminarle "su" imprudencia y así entrar en discusión con él, pero el tipo, tras ser embestido por ella, simplemente dijo:
   -Disculpe, hermana. No la vi; buen día. –y siguió su camino.
   Hasta la había llamado "hermana" el muy depravado, y no se suponía que alguien de la ideología mencionada la llamara así…

   Las semanas siguieron pasando y la religiosa ya había aceptado que la vida de novela televisiva no iba a encontrarla jamás en un convento, por lo que decidió dejar los hábitos.
   Una mañana, antes de que las demás monjas que preparaban el desayuno se levantaran, se encaminó a la salida dispuesta a no volver, pero cuando estuvo por salir, dio marcha atrás y fue hasta la cocina ya que sentía que algo le quedaba por hacer antes de irse para siempre; se subió a una mesa en que estaban dispuestas las prepizzas y las facturas del día anterior (estas últimas debían ser recalentadas esa mañana), les retiró el plástico que las cubría, se levantó el hábito, se hizo a un lado la bombacha, y las empapó con su primera orina del día mientras decía:
   -Nunca en mi reputísima vida vuelvo a comer pizza ni facturas.
   Tras el acto vándalofisiológico, se fue.
   Horas después, la ex monja (que aún llevaba los hábitos) estaba comprando un pasaje de micro para otra provincia con la intención de empezar una vida nueva en otra parte, pero entonces dos policías (un hombre y una mujer) se le acercaron; la mujer policía le preguntó su nombre y tras la ex monja responder, confirmó que era la persona que estaban buscando, por lo que le dijo:
   -Recibimos una llamada del convento en la que se nos informó que en el mismo hubo un acto de vandalismo, y como no la encontró a usted, la madre superiora cree que puede haber sido llevada por la fuerza por el, o los vándalos.
   La ex monja dijo:
   -¡No no no! Yo me fui voluntariamente porque tengo que ir al cumpleaños de un familiar en otra provincia.
   El policía dijo:
   -Bueno, entonces permítanos llevarla hasta el convento, aclara todo, y la volvemos a traer para que tome su micro.
   -No, le agradezco pero…
   La mujer policía la interrumpió al decirle:
   -¡Vamos, hermana! No se haga rogar; tenga en cuenta que en el convento están muy preocupados por usted, así que, la llevamos, les dice que está bien, y asunto terminado.
   La ex monja tristemente accedió a subir a la camioneta policial sin poner más pretextos ya que sentía que serían inútiles; una vez en la misma, la joven se encontraba totalmente apesadumbrada; la mujer policía notó el estado de tensión de la religiosa sentada a su lado, por lo que para que se distendiera, abrió una bolsa grasosa de papel (infaltable entre los policías), se la extendió, y amablemente le dijo:
   -¿Quiere una facturita, hermana?