Un día, como
habitualmente lo hacía, fue solo a un bosque cercano a su casa a jugar. De
pronto vio aparecer de la nada una especie de niebla que se arremolinaba
suavemente a unos treinta metros delante de donde él estaba; tuvo miedo, por lo
que inició el camino de vuelta a su casa, pero tras salir del bosque lo ganó la
curiosidad de saber qué era lo que había visto, por lo que volvió a adentrarse
al mismo; la niebla seguía ahí; se acercó a ella y cuando estuvo a menos de
tres metros de distancia, divisó en su centro la sucesión de diversas imágenes;
en las mismas se repetía la aparición de un hombre de buen aspecto y muy
malvado, ya que tras la apariencia de persona de bien, se escondía alguien
cruel; a esa persona el pibe vio realizar actos impiadosos que le provocaron un
desagrado y un miedo enormes; tras un par de minutos de visualizar los actos de
dicha persona que, con el correr de los segundos eran cada vez más cruentos, no
sólo para con unos pocos seres, sino para con comunidades enteras ya que
detentaba puestos de poder, el chico no aguantó más y se fue corriendo a su
casa; a nadie le contó lo que había visto.
Pasaron algunas
semanas en las que a pesar de su curiosidad que lo llevaba a querer volver al
bosque, por miedo no volvió, hasta que un día venció su temor y se decidió a
volver; una vez ahí, de nuevo apareció el remolino neblinoso que ya había visto
y al mismo se acercó; esta vez las imágenes del hombre cruel volvieron a
aparecer pero en retroceso cronológico, es decir, se lo veía primero con más de
cuarenta años y las imágenes que se sucedían lo mostraban cada vez más joven;
el pibe no se sorprendió al ver al hombre terminar la carrera universitaria,
tampoco al verlo terminar la secundaria, pero al verlo en los últimos años de
la primaria, sí se sorprendió ya que reconoció en ese rostro algunos años mayor
que el suyo, a su propia persona.
Las imágenes
retrocedieron hasta el punto de mostrarlo a él mismo frente a la niebla como si
la misma fuera un espejo, y tras unos segundos, esa imagen desapareció y en su
lugar apareció una cuerda que, como si estuviera viva, saltó ante él y cayó al
suelo; tras superar el miedo que esto le provocó haciéndolo retroceder, se
animó a levantarla, entonces en el remolino aparecieron imágenes de enorme
bienestar de todos aquellos seres a los que el hombre cruel que había visto,
había perjudicado y asesinado, entonces soltó la cuerda y las imágenes en el
remolino fueron las de esos mismos seres sufriendo y muriendo; volvió a agarrar
la cuerda y dichos seres volvieron a aparecer exponiendo un gran bienestar; tras
un rato de hacer lo mismo varias veces, escondió la cuerda detrás de un árbol y
volvió a su casa.
Esa noche el
pibe fue muy afectuoso con sus padres, su hermana, su hermano, su perro y su
gato y al otro día volvió al bosque, agarró la cuerda y se dispuso a anudar uno
de sus extremos en una rama, pero entonces, para su sorpresa, como si estuviera
viva la cuerda se escapó de sus manos, se enrolló por sí sola en formato de
cuerda de horca y después, también por sí sola, envolvió uno de sus extremos en
una rama quedando así colgando de su extremo opuesto el nudo corredizo,
entonces el pibe de ocho años, tras trepar al árbol, en un acto de enorme
valentía y generosidad propia de un santo, se llevó la cuerda al cuello y se
ahorcó.