Mostrando entradas con la etiqueta Espacio salvaje. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Espacio salvaje. Mostrar todas las entradas

domingo, 26 de junio de 2022

Espacio salvaje (cuento) - Martín Rabezzana

 (“Espacio salvaje” es una especie de continuación de mi cuento: “Contraofensiva intraterrestre”, que es a su vez una continuación de otro cuento mío llamado: “Escribiendo en el no tiempo”).

-Palabras: 3.048-

   Era raro; vivía en una mansión pero comúnmente no tenía un mango; cuando alguien le preguntó cómo podía ser que viviendo en donde vivía, esto así fuera, dijo que la casa la había heredado de un familiar al que no conoció que, por estar en malos términos con toda su familia cercana, al sentirse próximo a la muerte había decidido dejarle todo a un familiar lejano y desconocido que era él. Así fue cómo ahí terminó viviendo, y siendo alguien comprometido con lo social (quien en aquellos años setenta no lo fuera, es alguien de cuya calidad humana hay que desconfiar), había puesto en alquiler varias habitaciones, pero a otras, se las cedía a familias que carecían de viviendas a cambio tan solo de que contribuyeran a su mantenimiento realizando tareas de limpieza y cosas así, y así fue como, por no alquilar todas las habitaciones, rápidamente empezó a pasar apuros económicos que lo llevaron al punto de casi perder a dicha propiedad por no poderla mantener, entonces se le ocurrió ceder gran parte de ella (que era la del frente pero sólo en su parte central y derecha, manteniendo así la titularidad de la parte izquierda frontal y hasta el fondo, en el cual, había un enorme y hermoso jardín) al municipio de Quilmes, en cuya ciudad homónima estaba ubicada la casa,
para que allí se realizaran actividades culturales, y al hacer esto, el municipio quedaba a cargo del pago de los servicios de la casa en su totalidad y del mantenimiento edilicio más costoso, y como el uso de la casa por parte del municipio tenía lugar durante el día, ocurría que desde la noche y hasta la mañana, la parte municipal volvía a ser para él y sus pasajeros, por lo cual, a dicha cesión la sentía casi como un préstamo, y la parte que le había quedado, lejos estaba de ser ínfima, ya que era bastante importante. La cuestión es que vivía sin trabajar ni pagar servicios, debiendo pagar casi únicamente la comida, que costeaba con lo que le pagaban los residentes de las varias habitaciones de la parte que seguía siendo de su propiedad, pero como ya dije: se las cedía habitualmente a gente desfavorecida, resultando esto en que tan solo una o dos de ellas, fueran pagas, no constituyendo tales pagos, grandes sumas (porque además, a quienes sí les cobraba, les hacía precio), de ahí que anduviera habitualmente sin un mango.
 
   Un día del año 1974, mientras varios residentes de la mansión miraban la televisión, uno de ellos, que muy poco hablaba, tras aparecer cierto político importante en la pantalla, dijo:
   -El león herbívoro es el más jodido de todos, ya que no es aquel que no come carne, sino aquel que sí la come, pero sin tener la necesidad biológica de hacerlo –y segundos después, agregó: -El león herbívoro mucho se parece al ser humano.
   “Uaaaaaauuu”, uno de los residentes pensó; “Este tipo evidentemente espera a tener algo importante que decir para hablar”.
   Una mujer dijo:
   -El ser humano se hace el pacífico y el honesto, pero no lo es. Es agresivo e hipócrita, y cuanta más agresividad e hipocresía tiene, más se autoproclama “civilizado”… …Ante toda matanza y arbitrariedad orquestada por las clases dominantes, la palabra “civilización”, ha sido históricamente una constante ya que ha constituido para ellas, una justificación de comisión de actos crueles, y lo más absurdo de todo es que quienes a dichas clases no pertenecen ni justifican a sus actos arbitrarios, también usan comúnmente a tal palabra con el sentido contrario al que los hechos dan cuenta que le corresponde… …¿Qué carajo creerán que es la “civilización” los malparidos que la reivindican?... …El escritor Martín Rabezzana (1) en uno de sus textos, dice: “La civilización es la opresión de unos pocos sobre las mayorías; no existen hechos históricos que den cuenta de que a dicha palabra le corresponde un sentido no tiránico.”, y el médico rural Esteban Laureano Maradona (que se autodefine como “salvaje”), hace una distinción entre el salvajismo y la barbarie; aludiendo al periodo de la primera infancia, dice más o menos que todos hemos sido salvajes y que lo salvaje es lo natural, siendo, por consiguiente, artificial, lo civilizado, y dice que la barbarie es un producto de la civilización que, como tal, en estado salvaje es inexistente.
   Entonces otro residente dijo:
   -Es verdad… la “civilización” con un sentido de paz y armonía, es parte de una teoría que al intentar ser llevada a la práctica, se descubre en su base errónea, y ante la impractibilidad de un plan teórico, hay dos opciones: negar a la teoría o negar a los hechos;… los civilizacionistas eligen negar a los hechos, y así, su teoría según la cual, la civilización es lo que tiene lugar cuando los seres humanos alcanzan un gran desarrollo en materia moral e intelectual, se sostiene… …La teoría es campeona eterna porque SIEMPRE le gana a la práctica, y como las masas son exitistas, es entendible por qué se ponen de su lado.
   La mujer dijo:
   -Entonces… si las masas son exitistas y cosa tal implica preferir la teoría a la práctica, lo cual a su vez implica defender a la civilización, que no es otra cosa que defender a la opresión de unos pocos sobre las mayorías, significa que las masas son responsables de su propio sometimiento.
   -Exactamente –respondió su interlocutor.
   Tras varios segundos de silencio, ella preguntó:
   -Entonces… ¿no existen las víctimas? ¿No existen los inocentes?
   -Yo creo que existen casos particulares de inocencia en las masas que resultan en que cuando algunos de sus integrantes son reprimidos por el sistema, sean víctimas, pero son eso y nada más: casos particulares, ya que las mayorías no son inocentes. Las mayorías se buscan todo lo malo que les pasa, de ahí que, si bien mi sentir me lleva a apoyar a las tendencias políticas favorables a las mayorías, no pueda considerarme “populista” porque la voluntad popular, es altamente destructiva, incluso para sí misma.
   E inmediatamente de haber dicho esto, otro residente dijo:
   -Siguiendo tu línea de pensamiento: habría que suprimir a la voluntad popular.
   Su interlocutor respondió:
   -Sí, el problema es que no hay otra cosa que voluntad popular, es decir: si hay un gobierno democrático representativo, es porque hay una mayoría que lo quiere; si hay un gobierno de facto, es porque hay una mayoría que lo quiere; si hay un derrocamiento de todo gobierno y estado y se da una organización social sin ellos, es porque hay una mayoría que así lo quiere, o sea, ocurra lo que ocurra en una sociedad, lo ocurrido siempre es obra de la voluntad popular, por eso es que a la misma no se la puede suprimir.
   Entonces la mujer dijo:
-Pero casos como el de Trelew (2), en que hubo una mayoría que se manifestó en contra de la represión de las autoridades, dan cuenta de que no siempre lo que ocurre en una sociedad es voluntad de las mayorías.
   El joven dijo:
   -Es verdad, pero el de Trelew es un caso de excepción que confirma la regla, y la regla no sólo sigue intacta al manifestarse una excepción, sino que, por la misma, hasta parece fortalecerse.
   La mina, con tristeza dijo:
   -Estamos atrapados entonces.
   Con igual tristeza se le respondió:
   -Y sí…
   -¿No hay salida?
   -No… o tal vez sí, pero no en este plano; en el budismo ya está racionalizado este pensamiento, de ahí que Buda haya mostrado cuál es lo que él consideraba el camino para alcanzar el nirvana y darle fin a la existencia terrenal que no es otra cosa que un constante caminar en círculos.
   Tras varios segundos de silencio, alguien dijo:
   -Yo estudio psicología.
   Entonces, con clarísima dicción y elocuencia, como si tuviera estudiado un guion, una mujer que en la casa residía (que no era la misma que recién había hablado), dijo:
   -Yo no creo en el psicoanálisis ni en ninguna otra “psicoterapia” aun aceptando que hay gente a la que le hace “bien”, como tampoco creo en el cristianismo, en el judaísmo, en el sintoísmo ni en ninguna otra religión, aun admitiendo que hay gente que ante problemas emocionales se ha entregado a una religión y gracias a ella ha salido adelante, porque para que eso pase, hay que tener un sentir acorde con el ideario en cuestión (3); si el sentir que uno tiene, no lo es (y uno NO ELIGE QUÉ SENTIR), meterse en eso no le va a servir de nada, y si ocurre que uno no se mete en eso, sino que lo meten contra su voluntad, no sólo no le va a hacer bien, sino que además, le va a hacer mal, y esto de imponer creencias por el supuesto bien general (que tanto se ha dado en la historia con consecuencias funestas, de ahí que la imposición de creencias de fe haya sido revisada y –supuestamente- abolida en gran parte del mundo), es lo que se hace actualmente con la psicología, por lo que podemos concluir que en realidad, de la imposición en cuestión, solo se ha abolido a su formato (no vayan a creer que sólo la CRIMINAL PSIQUIATRÍA es lo coercitivo, ya que cuando se impone un tratamiento psiquiátrico, también se impone otro psicológico porque donde hay psiquiatras, están sus “chepibes” o, mejor dicho: sus chupapijas profesionales, o sea, los psicólogos, que son los que les entregan víctimas);… …Si casi todos convenimos en que debe ser respetado el derecho a creer en religiones tanto como el derecho a no creer en ellas, ¿por qué tan pocos aplican eso ante quienes manifiestan no creer en las psicoterapias?, y el hecho de que no es respetado quien no cree en ellas, está a la orden del día, ya que basta con expresar descreimiento en público por eso, para que alguien “culto” salga a tratarlo de “ignorante” o, haciéndose el respetuoso, de alguien que simplemente “no sabe del tema”, porque si supiera, según su visión absolutista, creería en la disciplina en cuestión igual que él, si es que se dignara decir que “cree” en la psicología, ya que la misma entra actualmente en la categoría de “ciencia”, y aquello que tiene tal título, es algo en lo que supuestamente no se puede creer, sino solamente aceptar por estar pretendidamente probado… es decir, la ciencia es una diversificación de la creencia de fe, y como lo que lleva tal título ha sido aceptado masivamente en su validez no sólo por personas no religiosas, sino incluso por aquellas que sí lo son, podemos decir que es además, su solidificación. Por todo esto es que las llamadas “ciencias” son neorreligiones que, por poseer un alcance mayor respecto a las antiguas, hacen de este tiempo una fase más dentro de la era oscurantista de la cual, a diferencia de lo que muchos creen, nunca salimos, y empezaremos a salir cuando masivamente empecemos a cuestionar y rechazar a las “ciencias”.
   Tras la mujer decir todo esto, el joven que había manifestado estudiar psicología, dijo:
  -Bueno… si bien es cierto que se usa abusivamente la palabra “ignorante” para descalificar a quien piensa distinto, a veces sí ocurre que alguien descalifica a una disciplina sin conocerla, y cuando se da el caso, su opinión no es válida; vos, por ejemplo, no estudiaste psicología y la descalificás; si desacreditaras a sus fundamentos tras haber hecho la carrera, tu opinión sería válida, pero no habiéndola hecho, ¿cómo podría serlo?
  La mina rápidamente replicó:
   -Tu fundamento es el mismo que usan los teólogos para descalificar a los ateos; dicen por ejemplo que alguien que no tiene altos estudios teológicos, no puede ser ateo porque carece del conocimiento suficiente como para fundamentar su descreimiento en la existencia de dios, por lo cual, sólo alguien que haya cursado altos estudios de teología y rechace a la validez de los conceptos en los mismos expuestos, puede ser ateo, pero en su visión absolutista de las cosas, eso no puede darse porque quien descree de la existencia de dios, de empezar a adquirir altos estudios teológicos, NECESARIAMENTE empezaría a creer, y esto es lo mismo que te pasa a vos, ya que asumís que si quien descree de la psicología empieza a estudiar dicha carrera, NECESARIAMENTE va a creer en ella, de ahí que quien descrea sea para vos, necesariamente ignorante, no obstante lo cual, asumo que no te considerás absolutista ni equiparable en ninguna medida a un representante fanatizado de ninguna religión… ¿por qué?
   Entonces el estudiante de psicología, con evidente incomodidad manifiesta en el tono tembloroso de su voz, dijo:
   -Esteee…. en realidad… …lo que iba a decir es que… estudiar… lo que se dice estudiar… yo más bien, lo que hice fue acercarme a la facultad de psicología porque hay chicas lindas, pero en realidad lo mío son las carreras de autos; yo tengo el sueño de ser piloto de Turismo Carretera.
   -Ah, está bueno eso, che; suerte con ese proyecto.
   -¡Gracias!
   Tras concluida la conversación, el joven le dirigió a la mujer el siguiente pensamiento: “¡Qué soberbia que sos!”, y por asumir que justamente una cosa así él pensaría de ella, casi como si le hubiera leído la mente, ella mentalmente respondió: “Considerame soberbia si eso es lo que necesitás para sentirte modesto”, y… ¿cómo podría yo no estar de acuerdo con la mina? ¡Si re dio en la tecla!... Está lleno de pavotes que viven acusando a los demás de ser soberbios para poder sentirse modestos, y como la modestia es por la generalidad tenida por virtud y la soberbia, por defecto, por su supuesta modestia, quien continuamente realiza dicha acusación, se siente superior a quienes señala como “soberbios”.
   Al rato, toda conversación potencialmente generadora de discusiones fue depuesta y varios residentes de la mansión que eran músicos, tocaron sus instrumentos mientras se compartía mate, te y café, acompañados por productos dulces de panadería, caseros, recién cocinados en la mansión misma; varios minutos de gran bienestar transcurrieron hasta que todos escucharon un estruendo procedente de algún lugar que distaría unos 300 metros de donde ellos estaban, que resultó en que un silencio general, de pronto entre ellos, se instalara; por varios minutos nadie dijo una palabra; mientras tanto, una joven que militaba en una unidad básica situada no muy lejos de la mansión, vivía momentos de enorme tensión que la llevaron a tener que escapar de su lugar de militancia y, posteriormente, de otro lugar en el que se había refugiado, resultando esto en que deambulara durante un buen rato por la calle buscando algún lugar para esconderse, pero ya se estaban terminando los años de gran solidaridad general que llevaban a que, por ejemplo, muchos vecinos le abrieran la puerta de sus viviendas a los manifestantes para que se escondieran de la policía y los militares cuando ellos abandonaban una protesta en circunstancias en que eran por dichos represores, perseguidos (esto ocurría comúnmente aun durante el gobierno de facto autodenominado “Revolución Argentina”); para el año ’74, ya había empezado a ocurrir lo contrario; cuando la gente veía a personas que claramente huían de las autoridades a las que sabía perseguidoras arbitrarias, lejos de solidarizarse con ellas y prestarles ayuda, se alejaba y cerraba las puertas de sus casas por miedo a ser acusada de complicidad con los “subversivos” y por tal motivo, reprimida, y dicho miedo (que en muchos casos llegaba hasta ser terror), habitualmente se manifestaba de un modo extremadamente agresivo. Así lo pudo experimentar la mujer que, tras pedirle encarecidamente a varias personas que en las puertas de sus viviendas estaban, que la dejaran quedarse un rato en sus casas, no sólo se lo negaban, sino que hasta alguna llegó a amenazarla con una escopeta mientras le decía:
   -No me comprometás, nena. ¡Tomatelás porque si no, te mato yo antes que la policía!
   Entonces, en ese tenso caminar sin rumbo, recordó que alguien le había comentado que el dueño de determinada mansión (muy conocida en la zona) alojaba solidariamente a personas que carecían de viviendas, y hasta la misma se dirigió; una vez frente a su puerta, golpeó y su dueño abrió; ella, con gran nerviosismo, le dijo:
   -Hola. No te voy a mentir, te voy a decir la verdad: necesito un lugar donde quedarme durante algunas horas; me están persiguiendo y…
   En ese momento el hombre la interrumpió y le dijo:
   -Está bien, no me expliqués nada, no hace falta; claro que podés quedarte acá; pasá.

   La mujer entró a la mansión y el hombre le preguntó:
   -¿Cómo te llamás?
   -Eugenia –ella respondió.
   Entonces, el dueño de la residencia le dijo a todos los residentes:
   -Les presento a Eugenia.
   Y con gran alegría, como si la hubieran estado esperando, todos dijeron:
   -¡Hola Eugenia!
   Tras lo cual, los residentes de la mansión retomaron las conversaciones amenas, los que tocaban instrumentos musicales, volvieron a tocarlos y volvió el clima de positividad que hasta hacía un rato atrás, en la casa había.
   Por su calidad de “centro cultural municipal”, los sicarios del estado no podían en ese entonces irrumpir en la mansión (lamentablemente, menos de dos años después, esto cambiaría), por lo que la misma constituía un espacio salvaje que, como tal, conformaba un refugio seguro de la barbarie existente sólo en la civilización.
 
 
 
(1) ¡Pero si no había nacido todavía Martín Rabezzana!


(2) Trelewazo. Periodo de huelgas y protestas pacíficas en repudio a la represión gubernamental; las manifestaciones se iniciaron en la ciudad patagónica de Trelew y se expandieron por otras ciudades de la provincia del Chubut.


(3) Si el sentir que uno tiene es acorde con un ideario cualquiera, en el mismo cree aun contra toda evidencia que exponga a su carácter erróneo, y si el sentir que uno tiene no es acorde con un ideario, en el mismo no cree aun contra toda evidencia que exponga a su carácter válido ya que, a fin de cuentas, los idearios son sistematizaciones de pensamientos que se construyen siempre sobre la base de sentimientos; alguien podrá objetar que si bien los sentimientos crean ideas acordes con ellos, las ideas hacen lo propio con los sentimientos, y tal vez sea así, pero a mí me parece que más que crearlos, los idearios sólo refuerzan determinados sentimientos cuando en una persona ya son de nacimiento, fuertes.