miércoles, 20 de diciembre de 2017

Lo profano (cuento) - Martín Rabezzana

Myriam

   Ella lo invitó a ir a un lugar especial (sin decirle cuál era) una mañana temprano; lo pasó a buscar en remís por su casa y fueron hasta un club que si bien estaba en su propio barrio, él no conocía ni desde el exterior; entraron y él se sorprendió ante la belleza del ambiente y se sintió en un microclima privilegiado.
   Ella lo llevó hasta una pista de carreras de caballos y le contó que quería dedicarse profesionalmente al deporte en calidad de jockey, tras lo cual, él le preguntó:
   -¿Hay mujeres jockeys?
   -Algunas.
   Él pensó que los deportistas de esa actividad eran los caballos, pero no se lo dijo; hizo bien.
   Ella le preguntó:
   -¿Te gusta este lugar?
   -¡Me encanta!
   Tras un rato de contemplar a los caballos, fueron al bar del lugar y Myriam le dijo:
   -Pedí lo que quieras que está pago.
   -¿Cómo que está pago?
   -Sí; este club es de mi familia.
   Entonces él pensó que ella parecía una pobre nena rica carente de amigos a quienes sus padres le prestan poca atención, que vive en una mansión llena de juguetes y está ansiosa por tener a alguien con quien compartirlos; ese mismo día, estando en casa de ella, mientras miraba los discos que tenía en su pieza (antes de la era internet, cuando los discos eran un bien muy cotizado), ella le dijo:
   -Elegí los que te gusten y llevatelós que te los regalo.
   Entonces él pensó que no lo parecía, lo era.
   Le agradeció la oferta y se llevó varios.

Lo que él pensó del romanticismo femenino

   Al rato salieron a caminar y al acercarse al predio enorme de un famoso colegio pupilo de la zona sur del Gran Buenos Aires, ella le dijo:
   -Yo fui hasta principios de año a ese colegio… fui hasta que me echaron.
   -¿Cómo es?
   -Es una jaula de oro… al menos para los que son pupilos de lunes a lunes, pero actualmente es opcional; muchos viven ahí 3 o 4 días por semana y después se van a sus casas… Cuando entre muchos alumnos acuerdan quedarse los mismos días, la pasan bien, pero si tenés que estar ahí siempre aun no queriendoló, puede ser horrible, sobretodo si no te hacés de amigos.
   -¿Y ese fue tu caso?
   -Sí.
   Él, buscándole el lado positivo a la cosa, le dijo:
  -¡Pero tendrás algún recuerdo bueno del lugar!
   Ella sonrió y respondió:
   -Sí… Muchas veces planeábamos escaparnos entre varias alumnas para ir a comprar alcohol (y otras cosas) y volvíamos dadas vuelta… …Hoy en día es flexible la institución y dan permiso para salir si los padres lo autorizan, pero la gracia estaba justamente en salir sin permiso… eso estaba bueno, y algunas se ponían como desafío escaparse para agarrar a un tipo cualquiera que encontraran por la calle y practicarle… (vos me entendés) en la vía pública.
   Él, temiendo la respuesta, no quiso preguntarle si ella alguna vez había participado de eso, pero incurrió en el error de preguntarle si alguna vez las habían descubierto las autoridades del colegio, ella respondió:
   -Sí.
   -¿Y qué pasó?
   -Las echaron.
   Entonces, equivocado o no, él pensó lo siguiente: "El romanticismo femenino es un mito", pero no se lo dijo y así volvió a guardar un muy acertado silencio.
   Él se esforzó por no caer en el juicio moral que casi inevitablemente producen la envidia y los celos, y como sabiendo instintivamente que esa negatividad (como cualquier otra) solo disminuiría con un aumento de la positividad, la tomó de la mano y tras varios segundos de silencio, ella lo besó, y ese afecto correspondido neutralizó totalmente la negatividad que momentos antes había en él.

Lo similar cura a lo similar

   Myriam, por así decirlo, buscaba en él a un agente desintoxicante, y si bien algo tóxico no puede ser contrarrestado por otro elemento tóxico, cuando estaban juntos los invadía un sacro sentir de pureza en el que la toxicidad de ambos se diluía hasta llegar a dimensiones insignificantes.

Ausencia de críticas

   Al escucharla él se fue acostumbrando a ponerse en modo neutro en lo que a ética se refiere (virtud que tiempo después perdería y buscaría recuperar), y eso evidentemente a ella la atraía ya que con él no se sentía juzgada a diferencia de lo que le pasaba estando con otras personas, y esa neutralidad ética que había adoptado en pos de acercarse a ella era también positiva para él mismo porque le permitía sentirse bien, lo cual es imposible siendo crítico ya que cosa tal acarrea necesariamente mucha infelicidad; como dice la siguiente frase que leí: "La ausencia de críticas es síntoma de bienestar emocional"; es así, por eso quien es feliz o está ocupado intentando serlo, no critica, y cuando ellos estaban juntos la crítica era algo que de tan lejano, les parecía inexistente.

Haciendo las cosas bien/Yendo despacio/Myriam lo hace cambiar de opinión sobre el romanticismo femenino

   Se despidieron siendo ya de noche en la puerta de la casa de Myriam; ella le dijo:
   -A la medianoche, antes de dormir, voy a imaginarme que entrás a mi pieza, te acostás sobre mí y te dormís. Después voy a imaginar que cambiamos de posición y yo me acuesto y me duermo sobre vos… Imaginá lo mismo a la misma hora y así vamos a estar juntos aunque estemos lejos.
   Él sonrió y asintió, después le besó una mano y se fue.
   Sí… evidentemente se había equivocado al creer al romanticismo femenino algo mítico (da gusto equivocarse así).

   La historia positiva entre ellos continúa hasta que un día…

...El pasado regresa

   Tras cierto tiempo, alguien del pasado vuelve, se enfrenta con alguien del presente, hay una pelea y el presente la gana pero pierde su lugar en el tiempo actual; ahora él es pasado.
   El amor sigue intacto y en aumento pero la relación termina.

   Final infeliz.

viernes, 8 de diciembre de 2017

Lo sagrado (cuento) - Martín Rabezzana


   Se decidió a escribirle una carta de despedida que decía más o menos lo siguiente:
   "Vos… que según TU propia opinión (no la mía) siempre fuiste tan viciosa, tan reventada, tan superficial, tan concheta indolente y despreciable, tan puta (todas estas son tus propias palabras), justo ahora te querés rescatay hacer las cosas bien yendo despacio para poder así valorar y respetar a ese algo sagrado que tantas veces no reconociste como tal y lo consideraste dable a cualquiera quedándote después vacía interiormente, y ese cambio era parte de un todo que incluía limpiarte más allá de lo físico, y yo lo entendí perfectamente y no lo consideré malo, hasta sentí que te estabas convirtiendo en una persona más hermosa física y espiritualmente de lo que ya eras, pero justo cuando finalmente era el momento correcto, ya no lo era más por las demás personas involucradas que saldrían heridas… y es raro pero es así: cojiste con él y no conmigo y aunque yo lo envidie por eso, él me tendría que envidiar a mí porque a él no lo querés y a mí sí… te me diste como no te diste a otros (así lo expresaste vos misma) pero a otros te diste como no te diste a mí... lo que es para mí una fortuna, es a la vez, desgracia."
   Entonces hizo una pausa para leer lo escrito y se arrepintió de la carta, por lo que estrujó el papel y lo tiró al cesto.
   Ese mismo día pidió permiso en el establecimiento al que asistía para dirigirse a la parte superior y le fue concedido; se quedó más o menos una hora en la terraza con la sola compañía del cartón de tinto que transportaba en una mochila cuyo contenido ingirió en su totalidad.

   No era temprano ni tarde; no hacía frío ni calor; sentía el sinsentido del todo; sentía náuseas, sentía mareo por el alcohol consumido y sentía la necesidad de acercarse al vacío, entonces fue hasta el borde de la terraza deseando morir, destruirse, desaparecer, desintegrarse, aniquilarse, borrarsesuprimirse… deseando no ser presente, deseando ser pasado, deseando no ser, deseando no haber sido nunca, deseando no haber nacidodeseando no renacer;,,, y no saltó.

   Unos veinte años después escribiría al respecto.

lunes, 27 de noviembre de 2017

Cuchillerismo en Barracas al Sud (cuento) - Martín Rabezzana



   No valía clavar, sólo cortar, y sólo el rostro y las manos; el duelo era ganado por el mejor de tres cruces y de tres fases, es decir, cuando un cuchillero hería dos veces a su rival, ganaba la primera fase, después venía la segunda, la cual tenía las mismas reglas que la primera, y quien ganara dos fases, era ganador del combate.
   El cuchillerismo, que había empezado como un medio para dirimir problemas personales, terminó siendo además una práctica deportiva que en el Buenos Aires de principios del 1900, era aun más popular que el boxeo.
   Los cuchilleros se iniciaban en algún café marginal al que asistían personas de clase media baja y baja, que además de contemplar el espectáculo, solían apostar por uno de los deportistas.
   Era tanta la gente que se reunía en los cafés para ver a los cuchilleros afamados, que tales establecimientos les solían quedar chicos, entonces eran contratados por boites que les pagaban una buena suma de dinero por cada encuentro, y cuando los cuchilleros convocaban gente al punto que hasta las boites les quedaban chicas, eran contratados por empresarios importantes y hasta por mafiosos para amenizar sus fiestas privadas; este fue el caso de Valentín Alberti de veinte años, que tras ganar numerosos combates a cuchillo realizados en cafés y boites, fue contratado por un tal Juan Ruggiero (más conocido como Ruggierito) para batirse en una quinta de su jefe Barceló, quien era intendente de Avellaneda, ciudad que, no obstante llamarse oficialmente así desde principios del siglo veinte, todavía seguía siendo llamada popularmente por su antiguo y romántico nombre de Barracas al Sud.
   El nombre Ruggierito actualmente a la mayoría no le dice nada, pero en aquella época su sola mención infundía miedo ya que le correspondía a un temible hombre del hampa y la política.
   La noche del combate, Ruggierito mandó a un chofer a buscar a Valentín Alberti en un auto lujoso a su humilde casa; el cuchillero subió a la parte trasera del mismo en que una mujer muy bonita y elegantemente vestida (una milonga fina), lo esperaba con una sonrisa; Valentín ya se sentía campeón mundial.
   Al llegar a la quinta del intendente Barceló en Barracas al Sud, él mismo recibió al cuchillero muy cordialmente y le dijo que se sintiera como en su casa, lo cual no le sería posible ya que su modesto hogar arrabalero se constituía por una familia obrera que nada tenía que ver con el lujo allí ostentado, sin embargo, ya empezaba a sentir que a ese mundo de glamur al que por primera vez accedía, estaba destinado a pertenecer.
   En la quinta de Barceló se realizaban fiestas en las que abundaba el juego, la prostitución, las drogas, el tango y el champagne, y él, imaginándose ya vencedor de numerosas contiendas a cuchillo por venir, estaba seguro de que sería el rey del lugar todas y cada una de las noches en que combatiera.
   Ruggierito se le acercó y lo saludó muy efusivamente.
   -¡¿Qué hacés pibe?! ¡No sabés las ganas que tengo de ver tu pelea!
   A lo que Valentín dijo:
   -¡Gracias! Estoy muy contento de estar acá -y al ver en una pared una foto de Gardel con el intendente, le preguntó emocionado:- ¿Va a venir el morocho hoy?
   -Noooo… hoy no, pero si te seguís luciendo en tus combates como yo ya te vi lucirte, seguro que va a venir a verte.
   -¿En serio?
   -Por supuesto que sí; Carlitos es amigo mío, lo conozco bien y sé que le encantaría verte pelear… Bueno, te dejo por ahora; tomá unos tragos y divertite con las minas que falta un rato largo para la pelea; ¡chau!
   Valentín le hizo caso y fue a sentarse a una mesa junto a la mina con la que había llegado; ella le ofreció una copa de champagne y él la tomó; después la mujer le ofreció un cigarrillo que él creyó de tabaco y lo fumó;… no era de tabaco;… le gustó; sintiéndose ya desinhibido, lentamente se acercó a ella y la besó en la boca.
   En la mesa de al lado había otra flor de noche empleada del lugar; era una negra hermosa de esas descendientes de esclavos que abundaban en este país hasta principios de la primera década del siglo veinte cuando grupos de derecha cobardemente diezmaron de forma sangrienta a dicha población argentina; una mujer así, quedando ya pocas allá por los años veinte, era una joya que, por rara, era más preciada que nunca.
   La llamó con una seña y ella sonriendo se acercó hasta su mesa y se sentó a su lado; sin decirse nada, se besaron, y ese beso de lengua que lo hizo sentirse el hombre más afortunado del mundo, decidió interrumpirlo para iniciar otro con la anterior mujer; a su vez interrumpió ese beso con la mujer blanca castaña para volver a besar a la mujer negra; alternó entre los besos de ambas mujeres durante un rato y a los mismos a su vez los alternaba con tragos de champagne y humo de marihuana, y si bien las mujeres lo invitaron a ir a otro lugar de la residencia para intimar, decidió dejar el acto sexual con ellas para después del combate por presentir que el mismo le restaría energía.
    Tras muchos besos, muchas copas de champagne, muchos fasos, muchas risas y muchos malos pasos de tango dados en compañía de ambas mujeres delante de los músicos que ante ellos tocaban, llegó la hora de la contienda.
   Valentín Alberti fue conducido hasta un extremo del salón en donde se realizaría el combate y le fueron dados un cuchillo y una bufanda. Ésta última para que se enrollara en un antebrazo y pudiera con ella neutralizar ataques del otro cuchillero, a quien también le fueron dados los mismos elementos, entonces su rival se puso en guardia frente a él esperando que el árbitro anunciara el comienzo de las hostilidades.
   Por haber festejado anticipadamente una victoria aún no obtenida, Valentín estaba mareado, su rival, en cambio, estaba en perfecto estado, por lo que cuando la pelea se inició, éste último lo hirió en la mano sin dificultad; el árbitro los separó, los instó a ponerse nuevamente en guardia (como dictaban las reglas que debía hacerse tras cada hachazo) y ordenó que se reanudara la contienda; el resultado del segundo cruce fue el mismo, pero esta vez Valentín fue herido en el rostro, tras lo cual se sintió más herido en su interior que en su desangrante exterior ya que su récord de invicto estaba en peligro; por suerte había sido sólo la primera fase y la pelea la ganaría el mejor de tres; tras el descanso de un minuto vendría la segunda fase y tendría la oportunidad de ganar, y, de lograrlo, accedería a una tercera fase de desempate.
   Durante el descanso Ruggierito se acercó a Valentín y le dijo:
   -¿Qué pasa pibe? ¡No me decepcionés!
   -¡No no! La segunda fase la gano seguro.
   -¡Así me gusta! ¡Dale que vos podés!
Carlos Gardel y Juan Ruggiero (Ruggierito)
   La segunda fase del combate se inició y Valentín logró infligirle un hachazo en la mano a su rival, ante lo cual Ruggierito gritó:
   -¡Vaaamooo piiiibeee!
   Sin embargo, tras Valentín neutralizar varios ataques de su rival con su bufanda y su rival hacer lo propio, éste último volvió a cortarlo en la mano y en el siguiente cruce, de nuevo en el rostro, lo cual lo convirtió en ganador del combate.
    Fue tal la humillación sentida por Valentín Alberti y la frustración por la certeza de haber perdido, además de la pelea, su lugar en ese paraíso ficticio, que al ver a su rival festejando la victoria, lo embistió por detrás y trató de golpearlo, por lo cual varios empleados de seguridad del lugar lo golpearon a él muy violentamente dejándolo inconsciente.
   Ruggierito se le acercó y con lástima le dijo:
   -¿Qué hiciste pibe?
   Tras lo cual le ordenó a los de seguridad que se lo llevaran y le prohibieran en el futuro el acceso al lugar.
   Valentín había sido desterrado del paraíso de utilería al que había deseado pertenecer.
   Los matones del intendente lo subieron a un auto y lo dejaron tirado en medio de una calle desolada; afortunadamente en aquellos años veinte la cantidad de autos era muy escasa por lo que pudo permanecer en el suelo varias horas sin ser atropellado; después logró levantarse y, todo roto, cortado y humillado, caminó lentamente hacia su casa; una vez en la misma, su familia (padres, hermanos y hermanas) lo cuidó con el mayor de los afectos, entonces se dio cuenta de que ése era el paraíso verdadero del que nunca querría salir y al que no estaría reconociendo como tal de haber ganado la pelea, y ya no lamentó haberla perdido.

viernes, 10 de noviembre de 2017

Noel (cuento) - Martín Rabezzana



   La única novia en serio que tuve en mi vida se llamaba Noel (María Noel).
   Ella me arrastró a su positiva negatividad cuya intensidad fue tal, que no puedo evitar tenerla presente cual si aún estuviera conmigo.
   Tras un tiempo de dolorosa felicidad, me dejó. Poco después me dijeron que se había suicidado; tenía veintitrés años.
   Era una chica muy rara; estaba por momentos increíblemente alegre, se reía de cualquier cosa y al minuto siguiente hablaba de suicidarse; un día me dijo:
   -¿Cómo podés estar conmigo? ¡Soy horrible!
   -¡No! ¡Sos hermosa! -dije yo.
   -Sé que le gusto a los hombres, pero yo no te hablo de eso, sino de lo que soy como persona... ...Tendrían que haberme abortado.
   Ese autodesprecio la llevó a ser adicta a la cocaína; ella quería que yo tomara también, pero si bien siempre me interesaron las drogas, no era algo que quisiera compartir con ella; un día le tiré la droga y me dejó de hablar por semanas; nunca más volví a intentar algo así. Seguí viendo como se destruía delante de mí sin decir nada.
   Un día mientras tomaba cocaína le empezó a sangrar la nariz. Yo tomé papel higiénico e intenté detener el sangrado. La sangre era demasiada y me empapó la mano.
   La conocí una tarde de 1998; yo iba a las escuelas secundarias a la hora de la salida a tratar de levantarme minas. Un día de mayo la vi; era una hermosa chica de diecisiete años, pálida y morocha. Le dije:
   -Hola. ¿Querés hablar conmigo un rato?
   -¡Sí! -me dijo con una sonrisa.
   Caminamos durante una media hora. Hablamos de todo. Ella me encantó y creí que yo también le gustaba a ella; le pedí su número pero no me lo quiso dar.
   -Anotá el mío -le dije.
   -Bueno -me contestó.
   No volví a saber de ella por cuatro años. Un día del año 2002 me llamó por teléfono.
   -Hola, soy Noel, ¿te acordás de mí?
   -¡Sí! ¡Me acuerdo de vos! -le contesté.
   -¿Tenés algo que hacer esta tarde?
   -No.
   -¿Querés venir a mi casa?
   -¡Sí! Pero, ¿por qué me llamás después de tanto tiempo?
   -Te dije que te iba a llamar y como ves: cumplí. ¡Mejor tarde que nunca! No tengo a nadie con quien hablar; ¿venís o no?
   Le dije que sí y me dirigí a su casa.
   Ella era toda una mujer; trabajaba y vivía sola. Yo en cambio aún llevaba una vida más de adolescente que de adulto.
   Hablamos cerca de una hora, de pronto se calló y me besó. En ese momento empezó mi relación con ella.
   No era una chica fácil, me lo dio a entender ese mismo día; semanas después tuvimos relaciones.
   Ella era muy popular, tenía muchos amigos, tenía buena onda con todos. Era imposible para cualquier hombre que gustara de las mujeres no quererla; yo era consciente de que tenía la clase de novia que la mayoría sueña con tener y no tiene siquiera una vez en la vida.
   Una vez estábamos borrachos (yo escabiaba a morir en esos días) y ella tomó una botella, la rompió contra el suelo y empezó a cortarse, yo agarré el vidrio y lo tiré al piso.
   -¡¿Qué hacés?!
   -Me tranquiliza -me contestó calmadamente.
   Hay un nombre para eso que la llevaba a lastimarse así pero no lo conocía entonces, sólo sabía que la chica a la que quería gustaba de hacerse daño a sí misma.
   Ella y yo realizábamos salidas comunes a lugares comunes y su sola presencia volvía a la situación más ordinaria, extraordinaria; la idea a la que siempre había despreciado de tener una vida normal compuesta de los simples lujos de la gente más simple ya no me parecía propia de personas limitadas o fracasadas, sino realizadas, por lo que dejé de despreciarla y empecé a anhelar tenerla con ella.
   La historia entre nosotros siguió teniendo lugar con la intensidad propia de lo que llega para no quedarse más que en los recuerdos más presentes que el mismo presente; el poder de una positividad efímera es muchas veces mayor que el de un pasar positivo sostenido a través de años; esa esencia cálida y sufrida que ella tenía me envolvió de tal forma, que hasta hoy sigo esperando volverla a encontrar en otra mujer, y en esto no se puede más que esperar ya que no se trata de algo que uno pueda encontrar al buscar, sino de una cosa que llega como una aparición divina procedente de lo más íntimamente deseado por un espíritu sufriente.

   Un día estábamos en su casa y sentí que la intensidad de lo con ella vivido era demasiada como para ser duradera, por lo que estaba seguro de que se acercaba algo que nunca habría querido que tuviera lugar; su expresión presentaba un halo de dolorosa bondad; hablaba cual si intentara encontrar respuestas a sus preguntas en las propias palabras; estaba evidentemente triste y tras un par de horas de incomprensión de mi parte, le pregunté:
   -¿Cómo puedo ayudarte?
   -Nadie puede ayudarme. Vos podés quererme y estar conmigo pero mi futuro es el suicidio... ...Va a ser mejor que la cortemos acá.
   Ella me estaba rompiendo el corazón; había en su mirar una profunda claridad que denotaba lo pensado de sus palabras; no había en las mismas siquiera un atisbo de visceralidad que me hiciera sentir que había la más mínima posibilidad de hacerla revertir su decisión de dejarme, por lo que me limité a decirle con resignación lo más positivo y a la vez menos poderoso que le pude decir:
   -¡Yo te amo, Noe!
   -Yo también te amo, pero no puedo cambiar.
   Me besó con la profunda compasión propia de quien quiere reparar un daño causado; me acarició y tras unos segundos en que nos miramos en silencio, me fui.
   Tres semanas después estaba muerta.

   Ella fue la criatura más hermosa que conocí en mi vida... Todavía la extraño.

miércoles, 25 de octubre de 2017

La intensidad en primavera (cuento) - Martín Rabezzana


   Era un 21 de septiembre de principios de los años noventa; uno de los pocos días de inicio de primavera en que no llovió (en realidad, la mayoría de dichos días no llueve, pero parece que sí lloviera porque cuando pasa se lo remarca mucho más); un grupo de adolescentes compañeros de escuela salía a festejar dicho día al igual que miles de otros jóvenes de este país ya que a su vez el mismo es también el día del estudiante; en el grupo había cinco chicos y seis chicas; una de las chicas se hacía llamar Brenda y no todos sabían que en realidad se llamaba Pamela y que había decidido cambiarse el nombre debido a una publicidad de pan dulce homónimo que inspiraba parafraseos graciosos (aun para ella misma) al principio, pero insoportables por excesivos muy poco tiempo después.
   Uno de los chicos del grupo se llamaba Iván y gustaba de ella; ella a su vez gustaba de él.
   El grupo de jóvenes pasó un mediodía feliz en una plaza del sur del Gran Buenos Aires en medio de comida sencilla, insalubre y rica transportada por ellos mismos.
   Ese día Brenda e Iván se miraron como la mayoría vio a dos personas mirarse sólo en las publicidades románticas de cigarrillos de los años ochenta, las cuales (como toda otra representación artística del romance) muchos creen que dan una imagen totalmente idealizada y falaz del mismo por considerar a tal nivel de pasión, inexistente en la realidad por el hecho de ellos nunca haberlo vivido, pero yo sé que esas escenas idílicas existen en la realidad por más que tampoco las haya vivido porque las he visto en vidas ajenas.
   La tarde empezaba y la muy concurrida plaza ya había empezado a ver disminuido el número de personas; el grupo de adolescentes salió de la misma y se dirigió a la estación en donde cada uno tomaría el colectivo de vuelta a su casa.
   Mientras transitaban una zona de casas importantes, un empleado de seguridad del área, no pudiendo soportar las expresiones de alegría procedentes de los jóvenes, los paró y los interrogó; les preguntó estupideces como: "¿qué están haciendo? ¿De dónde vienen? ¿Por qué hacen escándalo?"; les revisó las pertenencias entre las que no encontró más que algún resto de sánguche, algunas papas fritas y gaseosas y después les pidió los documentos, ante lo cual, sin ninguna agresividad en su voz, Iván le dijo:
   -Usted es de seguridad privada, no es policía. No puede pedirnos documentos ni…
   Entonces el matón lo agarró de la remera y exclamando: "¡pendejo de mierda!", le dio varios cachetazos; sus compañeros permanecieron inmóviles, en silencio y con mucho miedo, y no era para menos ya que poco hacía que había concluido la dictadura y quienes formaban parte de las fuerzas de seguridad de la "democracia" (incluso de las privadas) eran mayormente los mismos que habían estado reprimiendo a gran escala poco tiempo atrás, lo cual significa que se trataba de gente muy peligrosa cuyo accionar arbitrario era legal ya que los edictos policiales todavía en vigencia le permitían al personal policial detener sin motivo a cualquiera.
   Después de golpear a Iván, el tipo dijo:
   -¡Bueno; vayansé pendejos! ¡Tomenselás!
   El grupo de adolescentes siguió su camino llevando consigo un recuerdo horrible e imborrable infligido por una persona que por no haber podido alcanzar la felicidad, dedicó gran parte de su vida a destruir la de los demás.
   Iván rememoraba la escena vivida y pensaba que debería haber enfrentado a su agresor; los demás lo habrían secundado de haber hecho falta, pero también pensó que a la larga sería peor ya que podrían volver a encontrarse con él;… Imaginó que volvía a su casa, tomaba la escopeta que su padre tenía sobre el armario y salía a buscarlo; el tipo se asustaría, le pediría perdón y… pero inmediatamente se dio cuenta de que ese plan (como cualquier otro de venganza) era una fantasía que nunca haría realidad, entonces, al dolor, al odio, a la vergüenza y a la humillación que sentía, se sumó la frustración;… tendría que resignarse a cerrar ese capítulo de su vida y seguir adelante lo mejor posible.

   El colectivo en el que Iván se iría a su casa fue el primero en llegar; había una larga cola para subir al mismo, lo cual le dio al grupo la oportunidad de despedirse de él sin apuro; la última en despedirse fue Brenda que, debido a la circunstancia dolorosa recientemente atravesada por todos (sobretodo por Iván), sintió que era apropiado acercársele y reconfortarlo con un contacto que por la escasa confianza que había todavía entre ellos, en otro momento no habría sido del todo correcto por apresurado; lo acarició en el rostro, lo besó en la mejilla y lo abrazó; entonces Iván derramó las lágrimas que hasta ese momento había estado reprimiendo producto de un dolor que en gran medida estaba siendo neutralizado por el gesto en curso de Brenda, del cual, minutos después se preguntaría si había sido por lástima o por amor; el tiempo le demostraría que había sido por lástima, por amor, por atracción sexual y por sueños de una vida juntos… …Esa caricia en el rostro, ese beso en la mejilla y ese abrazo, crearon en los dos un bienestar mucho más profundo, fuerte y duradero que el mejor beso de lengua, sexo oral o de penetración que pudieran haber tenido.
   Poco antes de separarse, él le dijo:
   -Pamela…
    Ella sonriendo dijo:
   -¡Sabés mi nombre!
   -Sí; ¿te molesta que te llame así?
   -¡No no! Para nada.
   Él se despidió.
   -Chau.
   -Chau -contestó ella y sus demás compañeros.
  
   Una vez en el colectivo, Iván racionalizó que el recuerdo de ese día no sería totalmente negativo ya que lo positivo del mismo había sido también muy fuerte.
   Estaba revolucionado en su sentir y no supo sino hasta mucho tiempo después que aun lo malo que había experimentado ese día, formaba parte de una intensidad en el vivir absolutamente envidiable que probablemente nunca volvería a sentir en el curso de su existencia, y durante la misma serían muchas las veces en que anhelaría volver a sentirla, ya que tal intensidad es lo que hace a una vida, digna de ser considerada bien vivida.

jueves, 12 de octubre de 2017

Informe sobre los pasajeros de las naves (cuento) - Martín Rabezzana


    Del Vaticano se filtró el siguiente texto (del cual acá se presenta sólo un extracto) cuya autenticidad ha sido por diversos expertos acreditada.

   Acercándose la hora de mi muerte me veo en la necesidad de dar testimonio para la posteridad de un hecho cuyas causas verdaderas aun no recoge ningún libro.

   Primero se procedió a hacer subir al barco a los pobladores de las prisiones, es decir, a los delincuentes comunes; estos compusieron menos del 10 por ciento de los pasajeros de la nave; después se detuvo a aquellos cuyas ideas políticas eran molestas para las autoridades. Después se pasó a detener a aquellos cuyas ideas (religiosas o no) no eran políticas pero también molestaban a las autoridades. Después se detuvo a los ebrios. Después se detuvo a aquellos que pedían una rebaja de los impuestos. Después se detuvo a aquellos que protestaban por alguna injusticia. Después se detuvo a aquellos cuya inclinación sexual no era la aceptada socialmente. Después se detuvo a aquellos que vestían de forma extraña según los usos de la ciudad. Después se detuvo a quienes tenían problemas congénitos o adquiridos de movilidad. Después se detuvo a aquellos que con su (mala) presencia afeaban a la ciudad, es decir: gordos, mendigos, viejos y hasta jóvenes de pasar económico medio poco agraciados en su estética. Después se detuvo a quienes se dedicaban a las artes cuya temática no implicaba mayormente alabar al estado y a sus representantes, y finalmente los galenos aprovecharon el poder que el estado les confirió para hacer detener a aquellos por quienes sentían antipatía por motivos netamente personales; todas estas personas fueron subidas a una embarcación a fuerza de palos y una vez en la misma, fueron conducidas a alta mar, lugar en el cual el capitán junto al personal armado que lo acompañaba, procedió a destruir todo elemento que permitiera dirigir a la nave (timón, velas, etcétera); tras hacer esto, subieron a un bote que los acercó hasta otro barco que el estado había asignado para seguir a la embarcación en cuestión y en el mismo regresaron a tierra firme dejando a la deriva a la nave con la intención de que sus pasajeros murieran de hambre.
   Cabe destacar que si bien el motivo oficial del procedimiento de separación de la sociedad de personas para su posterior eliminación era su insanía psíquica, jamás se nos pidió que tuviéramos en cuenta el estado de su psiquis antes de ordenar sus detenciones, por lo que no hay constancia alguna de que siquiera una de las personas dejadas a la deriva en la popularmente llamada "nave de los locos", estuviera loca; así lo puedo asegurar yo, que fui uno de los galenos designados para la tarea mencionada que fue la primera pero no la última, ya que el procedimiento recién expuesto fue parte de toda una serie de otros procedimientos aún en marcha no sólo en este país, sino también en todo otro del que yo tenga conocimiento ya que el modelo se ha reproducido a escala internacional.

sábado, 30 de septiembre de 2017

Una experiencia de ASMR (cuento) - Martín Rabezzana


ASMR: sensación de estremecimiento corporal
 experimentada generalmente al uno emocionarse.


   El adolescente se encontraba en un bar viendo un video de un recital allá por los años 90, tiempos en que la limitada accesibilidad a lo artístico hacía al hecho de ver a un grupo en la pantalla casi tan emocionante como verlo y escucharlo en persona.
   Al videobar entró una chica de algunos años menos que él; tenía ropa humilde y era de piel y pelo oscuros; ofrecía esas lindas tarjetitas con mensajes positivos a cambio de monedas; se le acercó y le extendió una de ellas. Él la agarró, sacó del bolsillo un billete chico y se lo dio. Ella sonrió pero nada dijo por asumir que el alto volumen de la música haría a su palabra de agradecimiento inaudible, por lo que en expresión de gratitud, tras agarrar el billete que él le dio, lo tomó afectuosamente de una mano durante unos segundos y después se fue.
   Al vivir ese momento, así como también le ocurriría muchas veces al recordarlo, él experimentó lo que se conoce como ASMR; habitualmente ese recuerdo también le causaría culpa por pensar que debería haberle dado un billete más grande.

miércoles, 20 de septiembre de 2017

La Tierra del Fuego porteña y su legado arácnido (cuento) - Martín Rabezzana


Acá estaba la Tierra del Fuego porteña
   En este texto les voy a revelar la verdadera causa (desconocida por la mayoría) de la demolición de un presidio y la de una plaga que aqueja en la actualidad sobretodo a un barrio de Ciudad de Buenos Aires y en menor medida, a otros del área; desde ya les adelanto que si no dan crédito a lo metafísico por asumir que lo existente es sólo aquello mensurable por los elementos científicos modernos (totalmente limitados e incapaces de abarcarlo todo), las explicaciones acá expuestas van a resultarles insatisfactorias y hasta absurdas, por lo que les aconsejo abandonar ya mismo esta lectura. A los demás, les aconsejo seguir leyendo.

   Desde fines del siglo diecinueve y hasta mediados del veinte, en el actualmente acomodado barrio porteño de Palermo existía una prisión llamada oficialmente: Penitenciaría Nacional y popularmente: Tierra del Fuego, por ser equiparada a la cárcel de la provincia homónima del sur del país, título que también se usó para denominar a sus alrededores en los que se instalaban muchos de sus ex reclusos, lo cual le daba al barrio una fama malísima; en 1962 la prisión fue demolida por motivos que la historia oficial no cuenta; la historia no oficial explica que las autoridades carcelarias y los funcionarios políticos relacionados con la cárcel eran continuamente atormentados por los espectros de los reclusos maltratados hasta la muerte en apremios ilegales así como por los de aquellos ejecutados oficialmente cuando la pena de muerte era legal; para 1961 eran literalmente cientos los casos de funcionarios carcelarios y políticos que murieron por causas que fueron establecidas oficialmente como dudosas, cuando la causa conocida y aceptada popularmente en el ámbito carcelario era el suicidio al que fueron inducidos por las almas en pena de los reclusos asesinados, pero esto al principio no fue aceptado por los investigadores asignados al caso, lo cual resultó en que ninguna medida se tomara y así fue que los suicidios continuaron, pero cuando los mismos investigadores empezaron a sufrir en carne propia los mencionados fenómenos, no les quedó más que aceptar la condición auténtica de los mismos y se dispuso entonces la demolición de la cárcel cuyo objetivo era el de darle fin a lo que ya hasta los más fanáticos cientificistas habían definido como una maldición, y si bien desde dicha demolición la actividad paranormal relacionada con fantasmas en el barrio de Palermo y alrededores disminuyó, empezó paralelamente a aumentar el número de ciertos arácnidos, y es que, como sabrán aquellos que estén versados en temas metafísicos: cuando se destruye una construcción que alberga energía incorpórea atrapada en el bajo astral, la misma ingresa a este plano (para después dejarlo y retornar varias veces antes de finalmente elevarse) tomando la forma de especies consideradas por las personas como indeseables, es por eso que desde que la prisión del barrio de Palermo fue demolida, aumentó en el mismo la cantidad de escorpiones que no son otra cosa que la materialización de las almas que alguna vez constituyeron la población carcelaria brutalmente asesinada de la Tierra del Fuego porteña.

viernes, 8 de septiembre de 2017

Por qué acceder al pacto ficcional (cuento) - Martín Rabezzana

   El escritor de reciente éxito no gustaba de los medios de prensa por considerar a sus empleados, operadores al servicio de intereses políticos y comerciales, por lo que había decidido no darle nunca una entrevista a periodistas de multimedios, pero sí había accedido a concederle una a un sitio de internet que, por carecer de toda pauta publicitaria, constituía un medio verdaderamente independiente.

   El entrevistador lo citó en un bar y tras saludarlo y pedir algunas bebidas, puso en marcha su grabador; le preguntó:
   -Según tu opinión, ¿cuál es la utilidad de la literatura? ¿Por qué hay que leer libros?
   -Porque para apreciar una cosa determinada es necesario experimentar su opuesto. Por ejemplo: necesitamos trabajar para apreciar del todo el descanso, necesitamos experimentar tristeza para apreciar del todo a la alegría y para apreciar del todo a la realidad, necesitamos ficción; de la misma a uno faltarle, es imposible que aprecie en su justa medida a la realidad; esto es algo sabido instintivamente por todas las personas en su primera etapa de vida, de ahí que los chicos le den tanta importancia a los juegos en que fingen ser lo que no son y estar donde no están; esa enorme importancia que los chicos le dan en su vida a las ficciones, lejos de llevarlos a despreciar a la realidad, los lleva a apreciarla y vivirla más intensamente, por eso lo que ocurre durante el corto período de la infancia es mucho más recordado por uno que lo que ocurre durante un período más largo de la edad adulta, y la particularidad que tiene la capacidad de apreciar a la ficción es que implica un aprecio mayor por lo positivo que por lo negativo, y no hay que caer en el error de llamar a esta capacidad, infantil, ya que la misma es parte de todo ser vivo a lo largo de todas sus edades, pero sucede que al crecer nos alejamos del instinto y eso resulta en que vayamos dejando de lado a los juegos y se da entonces una atrofia imaginativa por falta de ejercitación al igual que pasa a nivel muscular por el sedentarismo, pero al igual que ocurre con los músculos, la ejercitación fortalece a cualquier edad y se puede revertir así hasta la atrofia más severa… …Por todo lo dicho, si uno no se adentra en el micromundo que ofrecen las ficciones, ya sea como creador de las mismas o como espectador, le sobreviene una disminución en el aprecio de la realidad, es por eso que quienes consideran a las ficciones artísticas, intrascendentes, y por ese motivo (u otro) no les dan en su vida un lugar de gran importancia, cargan necesariamente con un malestar emocional profundo de causa por ellos desconocida… …Resumiendo: sin ficción no puede haber un justo aprecio por la realidad, por eso es importante adentrarse en la ficción a través de la literatura o de cualquier otra forma de arte; esa es la mayor utilidad que tiene la literatura.
   El entrevistador sonrió y asintió; después le hizo varias otras preguntas y se despidieron.
   Se subió al colectivo rumbo a su casa y durante el viaje escuchó la entrevista por él registrada; concluyó que en el mensaje del escritor estaba la clave del bienestar inalcanzado por la mayoría de la cual él mismo formaba parte, por lo que estaba ansioso por llegar a su casa, transcribir la entrevista y publicarla en su sitio; sin duda a otras personas le serían de utilidad los conceptos que para él habían sido revelatorios, pero ocurrió que cuando llegó a su casa y se sentó frente al teclado, encontró que la entrevista era inaudible; intentó varias veces hacer funcionar a su grabador pero era inútil; maldijo varias veces al aparato y tras un rato, se acostó;  minutos después, desde la cama y totalmente desganado, volvió a intentar hacer funcionar al grabador y lo logró; entonces de un salto se levantó y fue hasta la computadora para transcribir la entrevista pero al acercarse a la misma, el audio se desactivaba; no tardó en darse cuenta de que había una relación entre la cercanía de su computadora y el funcionamiento del grabador, por lo que probó usar la computadora de un familiar, pero pasaba lo mismo;… no entendió entonces qué ocurría y con esa intriga, se fue a dormir; se despertó a la madrugada y buscó en internet al escritor pero no encontró ninguno de sus sitios y no sólo eso, sino que tampoco parecía existir nadie con su nombre; quiso contactarlo por correo electrónico para contarle todo esto pero no pudo porque su dirección no figuraba más en sus contactos y hasta advirtió que ya no podía recordar siquiera su nombre;... podía perfectamente recordar la conversación que sostuvo con él pero por algún motivo, cuando trataba de acordarse de su imagen, no podía ya que ese lugar lo ocupaba en su memoria una figura difusa.
   Apagó la computadora, intentó de nuevo reproducir el audio y lo consiguió, entonces advirtió que en la voz ahora para él conocida del entrevistado, estaba la respuesta a toda la serie de acontecimientos misteriosos recientes: el escritor que había entrevistado aun no existía ya que era una proyección procedente del futuro de sí mismo.

jueves, 31 de agosto de 2017

El legítimo golpeador (cuento) - Martín Rabezzana


   La mina (alta fisura, alta choborra, joven y linda) se encontró en un local nocturno con un conocido (no tan joven ya; en la segunda juventud, pero bien mantenido por su afición a la comida saludable y al entrenamiento) que al compadecerse de su estado lamentable se ofreció (sin segundas intenciones) a llevarla a su casa. Ella aceptó y salieron; el panorama afuera presentaba a muchos jóvenes en el piso arruinados por los excesos; apestaban a alcohol, vómito, orina propia (y hasta ajena) y… bueno;… algunos/as estaban a medio vestir y por todo esto todos/as se encontraban en un estado autoinducido de gran vulnerabilidad, es por eso que ella tuvo suerte de encontrarlo ya que de no haberlo hecho podría haber terminado siendo una persona más en ese espectáculo innegablemente triste.
   Fueron en remís hasta el edificio donde ella vivía y subieron al cuarto piso; al bajar del ascensor vieron a un grandote que golpeaba una puerta e insultaba; los vecinos se quejaban de que la policía a la que habían llamado no llegaba; el tipo vio a la mujer en compañía de su conocido (amigo sería decir demasiado) y se le acercó entre puteadas dirigidas a ambos; el conocido de la mujer al ver al tipo acercársele no esperó que tuviera lugar la aparentemente inminente agresión y le dio un derechazo en la frente que lo hizo tambalear, irse hacia atrás y golpearse la cabeza contra la pared; el legítimo golpeador le dijo:
   -¡No la sigás, dejalo así y tomátelás!
   El tipo dudó unos segundos pero resolvió hacerle caso y se fue.
   Fue un nocaut de esos del noble boxeo amateur en que no se espera a que un pugilista esté totalmente conmocionado o destruido para detener la pelea; mejor así.
   Entraron al departamento y la mina se dirigió apuradamente al baño con la intención infructuosa de vomitar; al rato salió y tras entrar en su pieza, se desplomó en la cama; su conocido fue hasta la cocina y encontró una botella que le pareció reconocer; le sacó la tapa para poder percibir el aroma de su contenido y confirmó lo que sospechaba: era agua de mar que él mismo le había regalado meses antes; ella todavía no la había tomado; vertió un poco de la misma en un vaso y lo terminó llenando con agua común para que el gusto no fuera tan fuerte; después fue al lavadero y agarró un balde que llevó junto al vaso hasta la pieza de la mujer; extendiéndole la bebida, le dijo:
   -Tomá.
   Ella, que estaba acostada, se incorporó con dificultad y tomó un trago, después con expresión de asco dijo:
   -¿Qué es esto?
   -¡Agua de mar, boluda! ¿Qué va a ser?
   -¡Es horrible!
   -Sí, pero te va a limpiar por dentro, así que, preparate para vomitar.
   Le acercó el balde y la instó a tomar el resto del vaso, lo cual hizo. Al rato vomitó varios Fernets con Coca y comida no precisamente naturista, tras lo cual, conteniendo la respiración, su conocido llevó el balde al baño y apartando la vista lo vació en el inodoro, después volvió a la pieza; la mujer le dijo que no podía creer cuánto mejor estaba; a todo esto ya había pasado como una hora y media desde que habían llegado; él le preguntó:
   -¿Quién era el tipo al que golpeé?
   -Mi ex novio.
   -Ah… …Bueno;… yo ya me voy; ¿estás en condiciones de bajar a abrirme?
   -Sí, ya estoy re bien; gracias por todo.
   Él asintió; bajaron y se despidieron.

   Ya estaba amaneciendo cuando él salió y hacía frío; se puso la capucha de su campera y al ver su sombra en el piso, se detuvo y mientras la contemplaba, al mejor estilo de los boxeadores de antaño, lanzó una combinación de golpes al aire, después reanudó su marcha y recordando el suceso violento vivido pocas horas atrás, como chamuyándole a la luna, sonriendo dijo:
   -¡Como en mis mejores tiempos!

domingo, 30 de julio de 2017

Algo cercano a las lágrimas (cuento) - Martín Rabezzana



Pintura de Fabián Pérez
   Una noche del año 2006, en una de sus tantas caminatas de depresión y nihilismo, el joven se dirigió a un local nocturno; se acercó a la barra, pidió una bebida y se sentó, entonces se le acercó una alternadora y con una sonrisa le dijo:
   -Hola; ¿me invitás un whisky?
   -Sí -dijo él.
   El barman le sirvió a la mujer el consabido té frío que le cobraban al cliente como si fuera whisky del más costoso y ella con una seña lo invitó a dirigirse a una mesa; él agarró su vaso y la siguió; se sentaron y él jugó el juego de fingir que no sabía que ella era empleada del establecimiento y ella jugó a fingir que no sabía que él lo sabía, pero sólo por un rato, ya que tras un poco de conversación trivial, él le dijo:
   -En el tango aparecen mencionadas muchas veces las alternadoras, claro que son llamadas milonguitas… siempre son de origen humilde y llegan a trabajar al cabaret buscando a algún mishé que las lleve a conocer el sector vip de la sociedad (hoteles, restaurantes de lujo, etcétera), y lo llegan a conocer, pero sólo durante las noches ya que con el día vuelven a su vida de escasez material y dolor espiritual.
  Ella lo miró extrañada pero atentamente; él prosiguió:
  -Es como si el brillo de las milonguitas se pudiera percibir sólo de noche y por eso sus vidas de lujo concluyen con el día como si hubieran sido ilusorias y se inicia para ellas un período de gran tristeza que las hace volver a buscar esa vida lujosa anhelada siempre alcanzable sólo en la nocturnidad… …Como dice un vals: Las estrellas tienen que morir con los rayos del sol.
   Ella lo seguía mirando raro y tras unos segundos de silencio, le preguntó:
   -¿Cuántos años tenés?
   Él no respondió; ella prosiguió:
   -Sos joven, pero te gusta el tango.
   -¡Sí!; me costó que me gustara, porque al principio no me gustaba para nada, pero las letras me pudieron;… muchas veces me llevaron al frisson (hoy en día es llamado ASMR).
   -¿Qué es eso?
   -Es el efecto corporal que se da cuando algo te conmueve profundamente, generalmente algo artístico, una película o una canción y sentís una emoción que te estremece; es como un escalofrío que te recorre los hombros y la espalda;… es una sensación cercana a las lágrimas;… ¿lo sentiste alguna vez?
   Ella asintió; él dijo:
   -A mí me pasó mil veces escuchando tango.
   Tras un largo silencio, él le preguntó:
   -¿Con qué lo sentiste?
   Ella, que estaba esperando que él se lo preguntara, le respondió muy expansivamente demostrando así que la mujer que estaba debajo de ese personaje que para subsistir cada noche interpretaba, había emergido casi contra su voluntad ante la necesidad de contarle a otro cosas que la conmovían, y en ese momento que se extendió por un largo rato, ella le abrió su corazón ya que lo que tan sentidamente expresó, no estaba en el guión de su personaje interpretado.

   Tras el largo rato entre ellos de intercambio sentimental consistente en miradas y palabras bondadosas, se despidieron.

martes, 11 de julio de 2017

El tigre herido (cuento) - Martín Rabezzana



   Él era alguien cuya animosidad lo había llevado a tener conflictos con personas peligrosas; los mismos en algún momento excedieron el plano verbal y llegaron hasta el de la agresión física; dicha agresividad llegaría a un punto culminante el día en que recibió una carta manuscrita de un anciano que lo cruzó por la calle cuyas facciones le parecieron conocidas; le pidió insistentemente que la leyera y después se fue; la misma decía lo siguiente:

   "Te ruego que le prestes atención a esta carta cuya letra ya reconociste.

   Podemos decir que aceptamos la validez de todos los puntos de vista y que, por consiguiente, todo es subjetivo, pero el hecho de que tras decir esto sigamos discutiendo de cosa cualquiera, demuestra que no lo aceptamos en absoluto ya que cuando uno realmente acepta que no hay verdad sino verdades, depone toda actitud defensiva y ofensiva, pero lamentablemente, como ya dije, no lo aceptamos… seguimos sosteniendo la validez, sino única, MAYOR de nuestras convicciones sin advertir muchas veces que en el proceso nos autodestruimos por dentro, y esa lucha destructiva interna se materializa en los conflictos que tenemos con los demás, estén presentes o no (ya que discutimos y peleamos con ellos aún en el pensamiento), y lo que denota la voluntad de querer conflictos con los demás son los pensamientos negativos hacia ellos; si uno le dedica más tiempo a hablar o a pensar mal de otros que bien, es porque quiere conflictos con ellos, y la base del querer conflictos con los demás es la existencia de conflictos con la propia persona;… el estar en guerra con uno mismo es lo que precede al estarlo con otros porque uno expande lo que tiene en su interior. Esto ocurre para bien tanto como para mal, y a diferencia de lo que alguien lleno de odio siente, el que más logra herir al otro es quien más pierde porque su estado de guerra consigo mismo no se habrá resuelto y tras un tiempo habrá aumentado, ya que eso es lo que ocurre cuando uno descarga su furia en el otro al igual que sucede con el ejercicio; durante el ejercicio físico uno descarga energía, pero al descansar la misma vuelve y aumenta, por lo que la siguiente vez que haga lo mismo, será con mayor facilidad por su fuerza haber aumentado; igual ocurre con la energía furiosa que se materializa en las acciones contra los demás: en un principio constituyen una descarga de furia pero a la larga, la recargan, y tal búsqueda de descarga termina SIEMPRE en algo lesivo para uno mismo, de ahí lo lógico y aplicable a este caso de la frase de Antonio Porchia: "Tú crees que me matas. Yo creo que te suicidas".
   Hay un tango que dice: "esa bronca que nos une con cualquiera", y he aquí la causa de la tendencia a denostar a los demás y buscar así contagiar a otros del propio odio en contra de alguien: el querer lograr comunión con los demás por sentirse solo, ya que al buscar que los demás compartan el propio odio en contra de otro, se intenta lograr cercanía con ellos y se la logra, pero no es la pretendida, ya que la acción contra un enemigo común te hace ganar cómplices, pero no amigos; alguien que realmente sea tu amigo va a querer tu bien y por eso intentará disuadirte de toda acción que te sea negativa como lo es toda búsqueda de enemistad y castigo hacia otros; cuando entendés esto te das cuenta de que tu intento por ese lado de superar la soledad, es infructuoso, y el resultado es que estás más solo que antes… sabé que hay otras formas de lograr comunión con los demás.

   Ahora te digo lo más importante: no vayas al encuentro pactado para hoy, si lo hacés, te vas a arrepentir toda tu vida, lo sé porque YO SOY VOS; logré viajar en el tiempo para darte esta carta intentando disuadirte de lo que vas a hacer; ya reconociste tu propia letra en el papel, y si tenés alguna duda de que esto lo escribís vos mismo en el futuro, buscá ya mismo al perito calígrafo que vive al lado de tu casa y pedile que compare esta carta con tu letra y determine si son de la misma persona;… …Yo soy vos en el futuro y por eso sé que lo de hoy va a constituir el mayor error de tu vida del cual te vas a arrepentir siempre…
   Tenés la oportunidad de ser la persona que querés ser y dejar de ser la que ahora sos; la furia te ha poseído y llegaste al punto de creer que la misma sos vos, cuando en realidad tu verdadera persona está debajo de ella.
   Lo que hagas o no hagas hoy, va a determinar el resto de tu vida;… todavía estás a tiempo de evitar la tragedia.

   Hay frases que valen más que mil imágenes y que mil palabras, una de ellas ya te la presenté, ahora te dejo otra; es del maestro Funakoshi, y con ella me despido: "Cuando dos tigres se enfrentan, uno muere, el otro queda gravemente herido".

23 de enero de 2051."

   El joven del año 2003 estaba sorprendido y dubitativo respecto a quién sería el autor de la carta; no se decidió inmediatamente a buscar al perito calígrafo que vivía al lado de su casa como se lo había pedido quien fuera que hubiera escrito el texto, pero tras un rato se decidió y lo fue a buscar; golpeó a su puerta y le pidió que examinara la carta en cuestión, un texto que él mismo acababa de escribir, y determinara si la grafía de uno y otro texto eran de la misma persona; el calígrafo primero se negó aduciendo que no estaba en horario laboral, pero ante el temor por la insistencia agresiva del joven, accedió a examinar los textos, tras lo cual dijo:
   -Sí; las dos grafías coinciden; son de la misma persona.
   Entonces el joven sintió que algo se rompía en su interior y era la persona que hasta entonces había sido, y la conclusión de su actual vida implicaba el comienzo de otra nueva;… nada de esto lo racionalizó en el momento, pero sí asimiló emocionalmente que alguien nuevo nacía con la muerte que se sucedía de la persona que entonces era; por la emoción que eso implicaba, no pudo decir nada, simplemente se puso a llorar.