miércoles, 15 de agosto de 2018

Interior (cuento) - Martín Rabezzana

   La chica le mostró una revista en que se contaba el caso de un maestro que daba clases en una prisión y cuando hubo un motín fue tenido por los presos de rehén; cuando el mismo terminó, el maestro siguió dando clases en ese lugar incluso a aquellos que lo habían tenido cautivo y lo habían lastimado, y no por no poder conseguir trabajo en otra parte, sino por creer que trabajando ahí cumplía una función social y humana importante, pero ella no lo destacó como algo positivo, sino como algo negativo, por lo que su interlocutor con calma le trató de explicar.
   -Uno hace una u otra cosa dependiendo de lo que tenga en su interior.
   -¿Y qué puede tener en su interior ese tipo?
   -Amor.
   -¡Jaaa! ¿Amor?... Para mí que es masoquismo, si no, no se explica cómo sigue tratando a individuos tan malvados como para amenazar la vida de alguien que sabían que estaba ahí para ayudarlos.
   Tras unos segundos de silencio, él dijo:
   -Cuanto más amor uno tiene en su interior, menos le importa si los demás son buenos o malos, lindos o feos, normales o anormales, ricos o pobres, inteligentes o no inteligentes; en el caso de alguien que hiperdesarrolló ese sentimiento, que los demás sean buenos o malos no cambia nada porque el mismo no depende de los otros para existir; existe independientemente de los demás y lo expande a quien sea que tenga alrededor sin hacer distinciones de ninguna clase, de ahí que cuanta más importancia uno le da a las clasificaciones mencionadas, más deja en evidencia el hecho de que el amor en su interior, falta, porque de no ser así, ninguna de ellas le importaría ya que dicho sentimiento lleva necesariamente a trascenderlas.
   La chica, que era muuuy contestataria, en esta ocasión guardó silencio y lo miró como si no lo hubiera visto nunca antes;… Tal vez esa ausencia de réplica haya sido la muestra más elocuente de que lo que se le había respondido había sido por ella asimilado.

lunes, 13 de agosto de 2018

Amarre irreversible (cuento) - Martín Rabezzana


La pasión

   La pareja vivía en cierta ciudad cercana a la cordillera de los Andes; era uno de esos lugares hermosos desde cuya zona céntrica pueden verse de fondo en invierno los cerros nevados.
   Ambos tenían poco más de treinta años; tenían títulos universitarios, trabajos bien remunerados y sus vidas habían transcurrido en la más absoluta tranquilidad.
   Se habían conocido más de una década atrás y se habían enamorado perdidamente desmintiendo a la idea aceptada generalmente según la cual el enamoramiento apasionado dura sólo algunos meses o en el mejor de los casos, dos años, ya que la llama de eso que suele llamarse pasión, no había en ellos disminuido siquiera un poco en su intensidad aun tras años de convivencia, sin embargo, temiendo que tal cosa pudiera ocurrir, decidieron buscar algo que reforzara su ya sólida unión, y ese algo no podía ser el actualmente devaluadísimo casamiento que por ser tomado hoy en día masivamente a la ligera, lejos está de ser la oficialización de una relación romántica importante. Tenía que ser otra cosa, y tras mucho pensar, ella creyó haber encontrado la respuesta a su inquietud; se lo manifestó a su novio y él se sorprendió. Guardó silencio por unos segundos y después dijo:
   -Sí… ¿Por qué no?

El lazo

   El siguiente viernes fueron a uno de esos bares al que asisten parejas buscando a una tercera persona y también personas solas buscando a alguna pareja para relacionarse sexualmente entre los tres.
   Se sentaron a una mesa y pidieron bebidas; tras un rato vieron a una chica de unos veinte años sentarse a la barra; estaba vestida provocativamente y no era muy linda, pero no importaba, igual serviría; el joven miró a su novia y tras señalarle a la chica, ella asintió, entonces la mujer la llamó y con una seña le pidió que se les acercara; la chica sonrió y se señaló a sí misma por dudar de que fuera ella a quien se dirigía; la pareja le respondió que sí y ella se sentó a la mesa; tras un rato de conversación intrascendente, el hombre le dijo a la chica:
   -¿Querés que vayamos los tres a otra parte?
   La chica no respondió; se mantuvo en silencio a causa del nerviosismo que le provocaba la situación ya que lejos estaba de ser experimentada en esto, de hecho era la primera vez que asistía a uno de esos bares.
   La mujer se sentía segura de su buena presencia y también de la de su novio; no dudaba de que la chica se sintiera atraída por ellos, por lo que con suavidad y claridad en la voz, tras tomar a la joven inexperta de una mano y besársela, le dijo:
   -Tenemos muchas ganas de cojer con vos… ¿Y vos con nosotros?
   La chica, venciendo a su timidez, sonriendo dijo:
   -Yo también con ustedes.
   Tras lo cual salieron del bar y tomaron un taxi que los llevaría hasta un hotel alojamiento; una vez en la habitación, la mujer puso música a alto volumen y con su novio empezaron a desvestirse; después entre los dos desvistieron a la chica mientras la besaban y eran por ella correspondidos, entonces el joven agarró una botella de Fernet y tomó un trago, tras lo cual le dio la botella a su novia. Ella le dio de tomar a la chica y se puso detrás suyo; después tomó un poco ella y tras hacerle una seña a su novio ante la cual él asintió, la mujer golpeó fuertemente desde atrás a la chica en la cabeza con la botella llevándola a caer semiinconsciente, entonces la mujer se arrodilló poniéndosele encima y siguió golpeándola pero esta vez con los puños; su novio no se quedó atrás ya que tras tomar un velador, golpeó varias veces a la chica ya desmayada con el mismo y además la pateó; ambos la golpearon impiadosamente durante un rato hasta matarla e incluso siguieron pegándole estando ya muerta.
   Una vez que consideraron haber logrado su cometido, se miraron en silencio y sintieron una excitación sexual mayor a la que habían experimentado en toda sus vidas, y así como estaban (desnudos y ensangrentados), se besaron y se unieron sexualmente en el piso al lado de la chica muerta; tras concluir la relación sexual se ducharon mientras se besaban y abrazaban, después se vistieron y viajaron en taxi hasta su casa mientras se miraban con la sensación mutua de estar más enamorados que nunca.

El motivo

  El crimen aparentemente sin motivo había sido uno de esos casos que cada tanto se dan en el mundo en el que los integrantes de una pareja buscan crear a través de vivir un hecho intenso, un lazo emocional que los ate de por vida, y la pareja de esta historia tal vez lo haya logrado, pero… ¡Ojalá hubieran buscado un hecho no sangriento que oficiara de lazo de amarre! Ya que… sin duda los hay.

domingo, 5 de agosto de 2018

Virtud de los grandes (cuento breve) - Martín Rabezzana



   -Nunca habla mal de nadie -me dijo refiriéndose a cierta persona que en las reuniones sociales a las que asistíamos permanecía en silencio cuando los demás nos entregábamos a la crítica; yo asentí, y comprendiendo que la ausencia de maledicencia es una virtud que sólo los grandes poseen, y tras tomar conciencia de que lo maledicente estaba muy presente en nuestras personas, nos reconocimos a nosotros mismos como parásitos insignificantes.