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viernes, 1 de octubre de 2021

Escrito de liberación (cuento) - Martín Rabezzana

Pintura de Fabián Pérez
   El hombre entró al bar y se sentó a una mesa determinada esperando a que una determinada alternadora se le acercara; ella así lo hizo y pidió permiso para acompañarlo, permiso que él concedió; después, él pidió dos aperitivos sin alcohol, lo cual constituyó la primera cosa inusitada para ella de la noche; la segunda fue que él, tras escuchar las dulces y cálidas palabras de la mujer (a las que por más que uno sepa guionadas, es imposible ser invulnerable), le dijo:
   -Lo que voy a decirte es muy en serio; no importa cómo llegué a saberlo, lo que importa es que lo sé; escuchá atentamente por favor: hay una película argentina de los años 50 llamada “Pecadora”; actúan Olga Zubarry y Roberto Escalada. ¿La viste? .-Ella negó con la cabeza, entonces él prosiguió: -En dicha película Olga Zubarry interpreta a una cancionista de tango que es a su vez, alternadora en el cabaret en el que canta; tras un hombre proponerle ir a su casa, ella acepta y se va con él en un taxi; una vez en el mismo, el taxista hace un comentario sobre lo oscuro de la noche lluviosa, entonces el hombre le pide al taxista que mire a la mujer mientras le dice algo así como: “Si es necesario, los ojos de ella nos van a alumbrar”, y mientras lo dice, se pone detrás de ella y se cubre el rostro con su sombrero; después llegan a la casa, se ponen a hablar y ella quiere tomar agua, entonces pregunta en dónde está la cocina, él le señala una puerta, ella la abre y se da cuenta de que ahí no había ninguna cocina, entonces él se ríe, le dice que la cocina está en la otra puerta y ella abre esa otra puerta y descubre que ahí tampoco había ninguna cocina; ella se enoja un poco y él se ríe como si le hubiera hecho un chiste, la cuestión es que pasan algunos minutos, suena el teléfono y él no lo atiende, y en eso, él apaga las luces aduciendo que estaba llegando alguien y le ordena a la mujer que se esconda en un cuarto. Ella le pregunta por qué pero él no se lo dice y le insiste en que se esconda; ella lo hace (bah, en realidad, él la obliga a entrar en el cuarto) y cuando se abre la puerta de calle y entra un tipo, el hombre saca un revólver y le dispara causándole la muerte; la mina, a todo esto, estaba muy nerviosa y tras el hecho de sangre haberse cometido, el hombre abre la puerta tras la cual estaba la cancionista y ella, totalmente espantada, le pide que le explique qué había pasado, él dice que se había tenido que defender, por eso mató al tipo y le dice que se vaya, que no la quiere meter en problemas, entonces ella se va y el hombre se saca de las manos el producto que se había puesto para no dejar huellas mientras sonríe… al día siguiente la policía realiza la investigación del crimen y así da con el taxista que había ido hasta el lugar del hecho; el mismo dice que pudo ver a la mujer pero no al hombre (y claro… se había ocultado tras ella cuando le pidió al conductor que la mirara y se había tapado el rostro con un sombrero); eso había sido parte de su plan, otra parte consistía en que en la casa en que cometería el crimen, la mujer dejara sus huellas y él no, así sería ella, la cancionista alternadora, la única sospechosa.
   Y tras una pausa de varios segundos que ella, que se mostraba tan extrañada como interesada por lo que él contaba, no interrumpió, él prosiguió:
   -Te cuento todo esto porque… si bien van a haber ciertas diferencias, lo mismo te van a hacer a vos.
   La alternadora se mostró de pronto muy nerviosa y asustada, y sin dudar un segundo sobre la veracidad de lo que se le había dicho, preguntó:
   -¿Cuándo?
   -Esta noche.
   Tras lo cual, dejó plata sobre la mesa para pagar las bebidas, se levantó de su silla y dijo:
   -Chau.
   Y salió rápidamente del bar.
   La mujer no respondió por estar totalmente conmocionada por lo que acababa de escuchar; tras algunos minutos, salió a la calle y caminó unas cuadras, entonces se le ocurrió llamar desde su teléfono celular a la mujer que le había asignado ese bar para trabajar, y le pidió que la mandara a otro bien lejano porque en ese no quería seguir, y tras su jefa recriminarle agresivamente que hubiera dejado su puesto sin previo aviso, ante la insistencia de la joven, de mala gana aceptó destinarla a otro bar a los que proveía de alternadoras, entonces le mandó un auto que la llevó hasta otro bar que estaba en una ciudad a un cuarto de hora de distancia de aquella en que hasta esa noche, trabajaba; una vez en el mismo, se acercó a un cliente que le pidió que fueran a otra parte, entonces ella propuso un hotel alojamiento pero él le dijo que prefería que fueran a su casa ya que quedaba cerca y vivía solo, y a pesar del miedo que tenía por la historia que el misterioso hombre del bar le había contado, aceptó ir con el cliente a su casa; una vez en la misma, el hombre se puso a hacer ciertas anotaciones en las que puso tanta atención, que parecía haberse olvidado de la mujer, y cuando ella se le acercaba y le extendía los brazos, él la rechazaba con un gesto y le decía que esperara, ya que tenía que terminar lo que estaba haciendo; a todo esto pasaron unos 40 minutos, entonces sonó un teléfono de línea que el hombre no contestó, y ella, muy nerviosa dijo:
   -¿No vas a atender?
   -No; debe ser por trabajo y a esta hora, descanso.
   A los pocos segundos se oyó estacionar un auto y él le pidió que se escondiera en un determinado cuarto, y como ella se rehusaba, la arrastró hacia el interior del mismo y cerró la puerta con llave, entonces alguien entró y el supuesto cliente de la alternadora sacó un revólver y disparó varias veces mientras ella gritaba, tras varios segundos, la dejó salir y le dijo que se fuera, que no quería implicarla en el hecho y ella, que tenía el mayor interés en irse cuanto antes del lugar, mientras sollozaba se dirigió hacia la puerta de salida a cuyo lado estaba tirado el hombre a quien su supuesto cliente le había disparado; al estar cerca de él, detuvo su marcha para mirarlo bien, y se sorprendió al creer ver en el muerto, al misterioso hombre del bar que le había anticipado lo que esa noche estaba viviendo, y sintiendo la necesidad de asegurarse de que fuera realmente él, le apartó del rostro el cabello semilargo que se lo cubría parcialmente y confirmó que lo era; entonces se despertó sobresaltada ya que todo había sido un sueño.
… … …

   Esa misma noche fue a trabajar al bar y se volvió a encontrar con el misterioso hombre que en su sueño había visto; se sorprendió y tuvo miedo por lo aparentemente sobrenatural del caso, pero igual se le acercó y tras pedirle permiso para acompañarlo, se sentó frente a él; después de la conversación de convención y de que él pidiera dos aperitivos sin alcohol, el hombre le pidió que escuchara atentamente lo que iba a decirle ya que era muy en serio, y tras preguntarle si había visto la película “Pecadora” y ella responder negativamente, él empezó a contársela, pero a los pocos segundos de iniciada su narración, ella lo interrumpió diciendo:
   -El tipo usa a la alternadora para inculparla en el crimen que él comete.
   Entonces el hombre le dijo:
   -¡Sí!... Entonces la viste la película.
   -No, no la vi.
   -¿Y cómo sabías lo que iba a contar?
   -Por ahí lo presentí porque soy adivina; veamos si vuelvo a adivinar: lo mismo me van a hacer a mí, ¿no?
   Entonces el hombre, muy sorprendido, afirmó en silencio con un gesto de la cabeza.
   Ella, que presentía que el sueño había tenido el objetivo de llevarla a evitar que al hombre misterioso lo mataran, le dijo de ir a un hotel alojamiento, pero él se negó aduciendo que no había ido al bar a buscarla para “eso”, pero ella le dijo que no hacía falta que tuvieran relaciones sexuales, pero que si pasaba la noche con ella, él podría cuidarla y así evitaría que la implicaran en el crimen, es decir: apeló a su machismo, ese tan vil, perverso, abyecto y absurdo que, entre otras cosas, dicta que el hombre debe cuidar de todo peligro a una mujer aun a costa de exponer su propia vida, y funcionó porque él entonces, aceptó.
   Fueron al hotel alojamiento y hablaron durante horas sin relacionarse sexualmente, y cuando se acercaba la madrugada, él se dispuso a irse ya que, según le dijo, sentía que ya habían eludido la situación trágica mencionada, pero ella, que temía que no fuera así, le insistió para que se quedara, y como él se rehusaba, empezó a acariciarlo y a besarlo, y mientras se besaban, ella le agarró una mano y la llevó hacia su entrepierna, entonces él pudo tocarle la concha y en ese momento ella sintió que la permanencia del hombre en la habitación por un rato más, estaba más que asegurada, pero mientras se acostaba en la cama y se disponía a recibir sexo oral por parte del hombre, lo vio caer al piso empapado en sangre y de la nada apareció entre sus propias manos, un arma de fuego, entonces gritó y se despertó sola en la cama de su casa; otra vez todo había sido un sueño.
   Esa misma noche fue al bar donde habitualmente trabajaba y de nuevo vio entrar y sentarse a una mesa al hombre que en sus sueños había visto; esta vez no se sorprendió, tan solo sintió alegría de verlo con vida y sintió que los unía algo que no podía definir, pero que sin duda era de carácter positivo.
   Ella se sentó frente al hombre que pidió aperitivos sin alcohol y le preguntó si había visto cierta película, a lo que ella respondió negativamente, entonces él se la contó y después le dijo que lo mismo que a la alternadora del filme, le harían a ella, y ella, muy displicentemente le dijo:
   -Ya no sé si esto es sueño o vigilia, pero realmente no importa, dado que evidentemente lo soñado es parte de ese todo llamado “realidad”, ¿o no?... por eso es que no hay diferencia entre lo vivido en la vigilia y lo experimentado en los sueños, que son diferentes universos tan reales como éste que conforman el multiverso del cual son también parte las obras de ficción, por lo cual, lo que en las ficciones creadas en este universo, ocurre, es realidad en otro, así como nuestras vidas son recreadas en diversas formas de arte en otros universos cuyos creadores creen haber inventado y consideran inexistentes, cuando en este universo son nuestras realidades y no fueron por ellos inventadas, sino percibidas inconscientemente; por todo esto es que la ficción no existe; todo es realidad; la imaginación es visión remota, por lo que ABSOLUTAMENTE TODO lo que “imaginamos”, tiene existencia real en alguna parte.
   Y tras haber dicho todo esto, el hombre sentado frente a la mujer, evidenció en su expresión una grata sorpresa ya que lo por ella dicho, constituía una racionalización de su propio sentir, y esa asimilación emocional compartida de una verdad absoluta, creó en ellos una comunión mucho más fuerte que cualquier otra por ellos anteriormente sentida, así como una ausencia de negatividad en la percepción de ambos, del todo.
   El hombre le dijo:
   -¿Siempre pensaste estas cosas?... Te lo pregunto porque parecés haber expresado todo esto por primera vez, sin embargo, todo tu discurso estuvo muy bien articulado como si lo hubieras recitado leyéndolo desde un papel.
   Ella dijo:
   -No; nunca antes había pensado en estas cosas, y es que… todo esto que dije, como todo lo que vos dijiste, está siendo escrito por él.
   Y señaló a un hombre cuyo pelo oscuro sobresalía de una vincha negra; estaba sentado a una mesa escribiendo sobre un papel; entonces ambos se levantaron, se le acercaron y el escritor les dijo:
   -¡Hola!... Los estaba esperando.
   Los invitó a sentarse y tras sostener con ellos una conversación no muy larga en que les explicó ciertas cosas, les dijo:
   -Ya saben qué hacer;… yo los creé, los acerqué y ahora los libero de mí, así que... ¡adelante!
   La mujer dijo:
   -No lo queremos hacer.
   El hombre negó con la cabeza expresando así que estaba de acuerdo con ella, entonces el escritor les dijo:
   -Miren: la liberación de este plano, no es sólo para ustedes, es también para mí; para que yo pueda empezar a vivir, debo concluir mi obra, y antes, paradójicamente, tengo que morir, por eso es que este cuento debe concluir con ustedes ultimándome. –Y señalando los bolsillos de ambos, dijo: -Así que: ¡vamos!
   Entonces el hombre dijo que sus bolsillos estaban vacíos, ante lo cual el escritor exclamó:
   -¡Qué lo parió carajo!... ¡Me olvidé de ese detalle! –Y se puso a escribir sobre el papel; tras algunos segundos, dijo:
   -Ahora sí.
   Entonces el hombre y la mujer, sintieron armas de fuego materializarse en sus bolsillos, las sacaron y, cuando se disponían a disparar, la mujer, conmovida hasta las lágrimas, se acercó al escritor al cual abrazó (lo cual no estaba en el cuento por él escrito, dando cuenta con esto de la existencia de un margen de libertad de acción de sus personajes, por él hasta entonces insospechado), y mientras la mujer lo abrazaba, el hombre le estrechó a su creador la mano.
   Segundos después, el escritor alejó a la mujer de su persona y dijo:
   -Yo a ustedes, ya los liberé; ahora ustedes, libérenme a mí.
   Y extendió los brazos mientras sonreía, ante el fuego que el hombre y la mujer por él creados, abrieron.