miércoles, 25 de abril de 2018

Cálida niebla (cuento) - Martín Rabezzana

   Era el año 1979 y el tipo de acento extranjero había entrado en conversación con una pareja; estaban sentados a una mesa de un bar apartada de las demás; tras ellos contarles sus penas, el viajero les dijo:
   -Es totalmente normal entre la gente de todo el mundo la creencia de que en su época (¡expresión nefasta si las hay!) las cosas eran mejores y que en algún momento (no casualmente cuando se inició su vida adulta) empezó un período de decadencia del cual no se pudo salir, pero si uno se informa sobre lo que decían las personas mayores de los tiempos en cuestión idealizados, se da cuenta de que era lo mismo: idealizaban a su época y despreciaban a su actualidad, y lo mismo le va a ocurrir en algunas décadas a quienes son chicos ahora, ya que van a añorar a estos tiempos (profundamente despreciados por quienes ahora somos adultos) porque en su criterio serán mejores que su actualidad. Ante esto sólo queda por concluir que los tiempos no empeoran, lo que empeora con el paso del tiempo es la percepción que tenemos de todo en la vida.
   La mujer dijo:
   -Es verdad; yo de chica me sentía bien con casi nada, no necesitaba un motivo para ser feliz, y ahora ni con un motivo puedo serlo… ¿Por qué será?
   El viajero dijo:
   -Porque el mecanismo endógeno que nos permite producir felicidad se va atrofiando al crecer y dicho proceso se acelera con el consumo de alcohol, de drogas (legales o no, prescritas o no) y de mala comida, y a estas cosas recurren comúnmente las personas en un intento de recuperar el bienestar perdido sin darse cuenta inmediatamente de que tratan de salir del "pozo" agarrándose de aquello que las hunde cada vez más.
   La pareja, que era drogadicta, se sintió totalmente identificada con lo que el viajero decía; tras unos segundos de silencio, prosiguió:
   -También se puede hacer un paralelismo con las arenas movedizas a cuyo respecto se dice que de uno caer en ellas, no tiene que oponer resistencia intentando salir ya que así sólo se logra hundirse más rápido. Hay que ceder y dejarse llevar, una vez hecho esto se puede lograr comunión con el medio ambiente y fluir con el mismo, y es entonces que se puede salir, y en la vida pasa igual: es nuestra resistencia a lo malo lo que nos impide salir adelante; tenemos que ceder a lo negativo y fluir con eso para después superarlo y alcanzar lo positivo… Algo así dijo un escritor (o dirá, más bien) llamado Salvador Benesdra que propondrá no resistirse al dolor sino aprender a fluir con el mismo cual un fakir… claro que… se terminará suicidando, pero eso no demuestra que sus conceptos no sean correctos, sino solamente que no los supo aplicar.
   El novio de la mujer le preguntó:
   -¿Por qué decís que se va a suicidar? Hablás como si supieras lo que va a ocurrir.
   Y muy calmadamente, el viajero dijo:
   -Ah, sí, ¿no les dije? Vengo del futuro, por eso sé cosas que todavía no pasaron, incluyendo lo que va a ser de ustedes;... sé que van a terminar mal y vengo a ofrecerles una salida ya que conozco la forma de lograr que los seres sufrientes fluyan con lo negativo y alcancen la felicidad en cuestión de minutos.
   La mujer, extrañada le dijo sonriendo:
   -Sabés cosas de nosotros porque decís que venís del futuro. Nos conociste en el futuro entonces.
   -No.
   -¿Y entonces?
   -Sé de ustedes por la biografía de uno de tus hermanos.
   Ella dejó de sonreír y no preguntó nada; por algún motivo sintió que el viajero hablaba en serio; tras unos segundos, la mujer dijo:
   -¡Yo haría cualquier cosa por ser feliz!
   -Yo también -dijo su novio.
   Entonces el viajero sacó de un bolsillo una especie de reloj antiguo que al abrirse proyectó una luz celeste que iluminó el rostro de la mujer; ella sintió la positividad de la misma y por eso cambió su expresión seria por una de bienestar.
    Como en un viaje místico, la mujer vio a su alma unida al resto de todo lo existente y sintió felicidad profunda como cuando era chica y aun más que entonces, y aunque percibiera lo negativo, ya no le hacía daño ya que fluía hasta con el sufrimiento y por eso el mismo no la dominaba; esta experiencia duró un minuto durante el cual su novio la contempló con sorpresa; tras concluir esta experiencia, el novio de la mujer le dijo al viajero:
   -¡Ahora yo!
   El viajero proyectó la luz celeste en su rostro y el joven experimentó lo mismo que su novia, tras lo cual la mujer con mucha ansiedad, dijo:
   -¿Podés hacer que nos sintamos así para siempre?
   -Sí; si proyecto la luz sobre ustedes durante varios minutos seguidos, el sentir que experimentaron va a volverse permanente.
   -¡Entonces hacelo! -dijo el novio de la mujer, a lo que el viajero dijo:
   -Antes de hacerlo tienen que saber algo:... ...A ustedes los une el dolor más que el amor, por lo que cuando haya concluido de proyectar sostenidamente la luz celeste sobre ustedes que los va a liberar de todo sufrir, el lazo que los une se va a romper y no se van a necesitar más, por lo que cada uno va a seguir su camino separado del otro.
   La mujer dijo:
   -¿Quién va a impedir que sigamos juntos?
   -Nadie, pero siendo felices no van a necesitarse más, por eso van a desearse mutuamente el bien, a agradecerse por la compañía y voluntariamente van a despedirse.
   Su novio asintió demostrando con ese gesto que había entendido lo dicho por el viajero; ella dijo:
   -¿Nos das unos minutos para pensarlo?
   El viajero dijo:
   -Todos los que quieran… -y casi susurrando, agregó: -Fra mille anni saró ancora qui.
   La pareja salió del bar y volvió tras más o menos una hora; la mujer le dijo al viajero:
   -Muchas gracias por tu oferta, pero decidimos no aceptarla para seguir juntos.
   Y su novio dijo:
   -Preferimos ser infelices estando juntos a ser felices pero estando separados.
   El viajero no insistió; se levantó de su silla, les sonrió, le dio la mano a él, un beso a ella y se retiró del bar.
   Varios días después la pareja fue encontrada muerta en su auto tras haber consumado un pacto suicida consistente en inhalar monóxido de carbono; había restos de heroína en sus cuerpos consumida minutos antes del hecho; se dice que los cadáveres estaban abrazados.