Ser escritor es tener el alma tan
reluciente como oxidada, ya que se imagina cual si se fuera chico mas se vive
en lo imaginado cual si se fuera un viejo cuya actualidad está tan desprovista
de actividad que no puede más que vivir recordando el pasado, y en cierta forma
es peor que eso, ya que si se escribe ficción se vive en falsos recuerdos.
Para mí escribir ficción es contar
sueños, y como sucede en los mismos, a veces se entremezclan con la realidad y
como no se sueña a voluntad, los sueños felices no tienen siempre lugar como
uno querría...
Yo creía que escribía bien (también
que cantaba bien), ¡pero siempre llega un alma buena a despertarlo a uno a las
patadas! Y no puedo decir que no importe, ya que en esto importa sólo lo que
piensen los demás -al menos importa más-.
La esencia del escritor es
contemplativa, es la de un espectador siempre ansioso de tomar parte en lo
visto, mas su destino lo arrastra a un costado y lo fuerza a mirar sin tocar (a
sentir sin tocar) ya que se suele escribir lo que se puede sentir pero no
vivir.
Soy escritor porque -como dice un
tango- "soy un hombre que ha dejado de vivir para soñar".