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martes, 11 de enero de 2022

El amor destruye ideologías (cuento) - Martín Rabezzana

 
   En algún año de la década del 2010, en una universidad pública de la provincia de Buenos Aires, se dio un debate que tuvo a dos protagonistas; uno de ellos (una chica), entre otras cosas, dijo:
   -Aun con todo el mal que han hecho (en muchos casos, injusto e injustificado), yo creo que las organizaciones armadas de los setenta, han constituido males necesarios;… por ejemplo, de hoy existir grupos como Montoneros o el ERP, usurpadores de la Patagonia como Joseph Lewis, Benetton y sus esbirros, la pasarían realmente muy mal; no podrían vivir tranquilos; vivirían aterrorizados, pero como no existen, sí pueden, y justamente, tipos como Videla, Massera y Agosti, llegaron al poder para que gente como esa pudiera vivir en paz, con prosperidad económica e impunidad total, y por supuesto, a su defensa cipaya del capitalismo transnacional más extremo, los milicos la presentaron como una “defensa de la patria y del pueblo” y del "estilo de vida occidental y cristiano” (¡puaaajjj!), y por más falaz que ese discurso haya sido, todavía existen personas que lo creen…
   A lo cual, con indignación en su voz, un estudiante varón, respondió:
   -¡Andá, chirusa! Si querés, llamame “entreguista”, “facho”, “cipayo” y todo lo que quieras, ya que estoy seguro de no ser esas cosas, pero lo que decís es terrible, porque por más que se hayan opuesto a capitalistas asesinos, los guerrilleros también fueron asesinos, por eso fue válido que alguien les pusiera un freno, y eso lo hicieron los militares, que si bien hicieron cosas reprobables, no las habrían hecho de no haber hecho lo que hicieron, los grupos armados que vos reivindicás, y por eso lo que decís es injustificable;… los kirchneristas y los montoneros (que son más o menos lo mismo) son INJUSTIFICABLES.
   -¡Ja ja ja ja! ¿Lo decís por mí lo de “kirchnerista”?
   -Sí; lo digo por vos.
   -Que yo sepa, ni con Néstor ni con Cristina, ni Lewis ni Benetton tuvieron problemas; no sintieron en absoluto amenazadas a sus propiedades usurpadas, ¿o sí?; por ahí me equivoco, pero me parece que cuando ellos llegaron al poder, los capitalistas mencionados no se fueron corriendo del país con lo puesto por pensar que con el kirchnerismo se les venía la noche, mientras que la huida aterrorizada, sí habría tenido lugar si Kirchner y Fernández hubieran sido montoneros, de ahí lo pelotudo no sólo de acusarme a mí de ser kirchnerista, sino además de atribuirle pertenencia a Montoneros, a Néstor y a Cristina.
   -Pero pertenecieron a la Tendencia Revolucionaria del Peronismo en su momento, ¿o lo negás?
   -Sí; ¿y con eso qué?... Menem también fue cercano a ella; de hecho, en su momento estuvo en contra de López Rega; en una entrevista televisiva de 1975, se lo puede escuchar manifestarse totalmente en contra del lópezrreguismo, y al hacer eso estaba arriesgando la vida, y después… ¡mirá lo que fue Menem! No sólo fue el mayor cipayo argentino del siglo 20, sino que además, fue un indultador en masa de genocidas, y esto se explica del siguiente modo: NADIE es la misma persona durante toda la vida; uno va cambiando, no sólo ideológicamente, sino también, celularmente; durante todo el curso de nuestras vidas nos vamos renovando al punto que literalmente nacemos y morimos muchas veces en cada vida, por lo cual, el Menem que llegó a la presidencia no fue el mismo que había sido en los setenta, así como tampoco fueron quienes habían sido en su juventud, Néstor ni Cristina una vez en el poder nacional, cuyos gobiernos fueron de una izquierda moderada, y por eso, nada tuvieron que ver en sus acciones con lo revolucionario pretendido por Montoneros ni por La Tendencia, de ahí que de ellos haberse encontrado con sus versiones de juventud una vez en el gobierno, sus versiones jóvenes les habrían reprochado haberse vuelto reformistas, ya que el reformista considera que si bien los reclamos de los revolucionarios son válidos, son inconseguibles, y si se consiguen, son insostenibles, por lo cual, el reformista propone realizar cambios menores y abandonar la búsqueda del cambio de fondo. Por eso es que el reformista es el máximo defensor del sistema al cual él mismo considera negativo y al que, según el revolucionarismo, se debe destruir, y tanto los gobiernos de Néstor como los de Cristina, fueron reformistas.
   Varios segundos de gran tensión transcurrieron en un silencio que, extrañamente, ninguno de los aproximadamente 15 jóvenes ahí presentes, interrumpió; finalmente el estudiante varón, señalándola inquisitorialmente con el dedo, en voz baja pero firme, le dijo a la chica:
   -Subversiva…
   Y ella, también señalándolo con el dedo y también en voz baja y firme, le dijo:
   -Cipayo…
   Tras lo cual, todos salieron de la facultad con rumbo a sus casas.
   En las semanas siguientes, los dos estudiantes enfrentados, al encontrarse en la facultad, evitaron lo más posible dirigirse recíprocamente no sólo la palabra, sino también la mirada, hasta que un día, en un pasillo de la universidad, imprevistamente chocaron y a ella se le cayeron algunas cosas, entonces él le dijo:
   -Perdoname, no quise…
   -No, está bien; no importa.
   Entonces ella se agachó para levantar lo que en el choque se había caído al piso y él hizo lo propio; en ese momento, desde esa altura menor que resultaba en que los estudiantes a su lado pasaran casi sin advertirlos, los dos jóvenes se miraron a los ojos y la ira, el odio y el rencor en ambos latentes, a punto estuvieron de manifestarse y desatarse, por lo cual, tanto él como ella, al mirarse pensaban en qué palabra podría ser la más apropiada, por ser la más hiriente, para proferirle al otro, pero fue que, sin ninguno de ellos haberlo planeado, ambos se besaron, y fue tal la simultaneidad del acercamiento, que ninguno de los dos podría asegurar quién aproximó primero sus labios a los del otro.
   Tras algunos segundos, ambos se levantaron y, sin ser ya los mismos, como si nada hubiera pasado, siguieron sus respectivos caminos.