En una reunión de una agrupación política en
formación, alguien dio su opinión sobre por qué ciertas personas empoderadas se
conducen de determinado modo, y previo a la misma, realizó un preámbulo que no
pasó desapercibido para uno de los individuos que del debate, participaba; le
dijo:
-Lamentablemente es bastante común eso que acabás de hacer.
-¿A qué te referís?
-A eso de decir: “Yo no soy psicólogo, pero…” y ahí empezar a exponer un análisis personal de por qué alguien hace lo que hace, como si hubiera que haber cursado estudios en psicología para poder con fundamento opinar sobre temas relativos a la conducta, y eso da cuenta de que vos, al igual que tanta otra gente de hoy en día, convalidás que ciertos conocimientos (y sus respectivos tratamientos), en este caso, psicológicos, sean propiedad privada de un grupo determinado de personas, de ahí que antes de ingresar a dicho campo, pidas permiso por sentir que el mismo no es tuyo, cuando en realidad, dicho campo ES DE TODOS, por eso TODOS nos podemos y nos DEBEMOS meter, y si hay que echar a alguien de dicho campo, es a aquellos que lo tienen alambrado y dicen que les pertenece.
Entonces la persona que había realizado el mencionado preámbulo, dijo:
-Y… pero es lógico que alguien que estudió una determinada materia tenga un conocimiento mayor de ella que alguien que no la estudió y, por consiguiente, que el primero tenga una opinión sobre la misma, más válida que el segundo.
-Y eso, según vos, significa que su palabra vale más que el sentido común de los no diplomados cuando el mismo lleva a concluir algo totalmente distinto a lo expresado por el “experto”.
-Y, en muchos casos sí, ya que hay cosas que a simple vista parecen ser de una manera y creemos entenderlas, pero al analizarlas en detalle las redescubrimos y reinterpretamos de manera completamente diferente.
-Lamentablemente es bastante común eso que acabás de hacer.
-¿A qué te referís?
-A eso de decir: “Yo no soy psicólogo, pero…” y ahí empezar a exponer un análisis personal de por qué alguien hace lo que hace, como si hubiera que haber cursado estudios en psicología para poder con fundamento opinar sobre temas relativos a la conducta, y eso da cuenta de que vos, al igual que tanta otra gente de hoy en día, convalidás que ciertos conocimientos (y sus respectivos tratamientos), en este caso, psicológicos, sean propiedad privada de un grupo determinado de personas, de ahí que antes de ingresar a dicho campo, pidas permiso por sentir que el mismo no es tuyo, cuando en realidad, dicho campo ES DE TODOS, por eso TODOS nos podemos y nos DEBEMOS meter, y si hay que echar a alguien de dicho campo, es a aquellos que lo tienen alambrado y dicen que les pertenece.
Entonces la persona que había realizado el mencionado preámbulo, dijo:
-Y… pero es lógico que alguien que estudió una determinada materia tenga un conocimiento mayor de ella que alguien que no la estudió y, por consiguiente, que el primero tenga una opinión sobre la misma, más válida que el segundo.
-Y eso, según vos, significa que su palabra vale más que el sentido común de los no diplomados cuando el mismo lleva a concluir algo totalmente distinto a lo expresado por el “experto”.
-Y, en muchos casos sí, ya que hay cosas que a simple vista parecen ser de una manera y creemos entenderlas, pero al analizarlas en detalle las redescubrimos y reinterpretamos de manera completamente diferente.
-Entonces, si por ejemplo, yo viera que
alguien que consume psicofármacos prescritos por una autoridad médica, no se
puede ni levantar de la cama y que cuando lo hace anda arrastrándose lastimosamente
porque en lo físico y anímico está destruido (además de padecer de toda una
serie de otras cosas que antes de tomar dichas drogas, no padecía), y mediante
el ejercicio del más elemental razonamiento, desacreditara al profesional de la
antisalud de turno que los haya prescrito al decirle: “Esas pastillas que
tomás, te están haciendo MAL”, vos me descalificarías diciéndome: “No sos
médico. No tenés conocimientos para opinar sobre temas de salud”... o si el cielo
se cubriera de nubes negras, empezara a relampaguear y en base a eso yo expresara
que se aproxima una fuerte tormenta, vos me descalificarías diciéndome: “No sos
meteorólogo, no tenés conocimientos para opinar sobre el clima”, ¿o no?... En
tales casos, según vos, ¿cuál de nosotros habría expresado algo ridículo? La
respuesta es obvia, porque hay cosas que son taaaan evidentes, que no requieren de ningún estudio para ser
comprendidas ni interpretadas correctamente; otro ejemplo: si una cantidad
determinada de plata te alcanza para comprar cada vez menos cosas, ¿tenés que
ser economista para poder sacar una conclusión sensata al respecto?, que, claro
está, en este caso no podría ser otra que la siguiente: el ministro de economía
está haciendo las cosas mal. ¡Por supuesto que no!, sin embargo, si expresás
cosa tal delante de un economista oficialista del gobierno durante el cual se
da el periodo de recesión en que vivís, no te va a decir que tenés razón, ya
que mediante toda una serie de sofismos, que por su complejidad no podrás
rebatir, salvo que vos mismo seas economista, te va a querer convencer de que
la situación económica está cada vez mejor, y que tu falta de conocimientos
técnicos en materia económica te llevan a interpretar los hechos de manera
equivocada; te va a decir cosas como que lo que considerás un retroceso, es en
realidad una toma de impulso necesaria para irse con todo para adelante, de ahí
que creas que todo está cada vez peor cuando en realidad, según él, todo está cada
vez mejor, y lo más grave de esto es que si el economista tiene buen manejo de
la palabra, podría llegar a convencerte aunque tu situación siga claramente desmejorando,
es decir, aunque la plata a vos y a la mayor parte de la población, te siga
alcanzando cada vez para menos cosas, y esto pasa con todas las ciencias bajo
cuya tiranía, vivimos; todas ellas tienen representantes que continuamente nos
quieren vender que toda una serie de cosas que todos reconocemos mediante el
ejercicio del razonamiento más elemental, en su carácter negativo, son en
realidad, de carácter positivo, así como que lo positivo es en realidad,
negativo, cuando eso es lo que le conviene al sistema de dominación para cuya
defensa han nacido TODOS LOS DIPLOMADOS EN CIENCIAS… Las ciencias son usadas
para hacerse con el poder y una vez en el mismo, las autoridades se sirven de
ellas para suprimir toda autonomía de pensamiento en la población, que cuanto
más intelectualizada está, menos confía en su propio criterio y más confía en
el de aquellos que están diplomados en ciencias (¡qué paradoja! La gente más
intelectualizada es la menos pensante), ya que eso le permite a los empoderados
mantener y acrecentar su poderío, y no es “el mal uso” que se le da a las
ciencias, el problema, sino la intelectualización excesiva que convierte a una
persona común, en científica y en cientificista cuando llega a su grado más
alto de corrupción como ser humano, es decir, el problema del sometimiento de
unos pocos a las mayorías, es causado por las ciencias, ya que es la naturaleza
misma de ellas lo que lleva a actuar despiadadamente porque en el exceso de
intelectualización que deriva en una inteligencia cada vez mayor, hay, como
cosa inevitable, una crueldad progresivamente mayor, de ahí que la
intelectualización que para mí, es válida, es la que llega hasta el punto en
que uno tiene conocimientos suficientes como para cuestionar a las ciencias
pero sin llegar a ser experto en ellas, y cuando se da ese cuestionamiento, lo
que sobreviene tarde o temprano de modo inevitable, es el descrédito subversivo
y liberador… Por ejemplo: ¿qué pasaría si durante un sistema monárquico que,
como tal, se basa en la creencia en que un dios le dio autoridad a una persona
para gobernar a las masas, si todos sus gobernados se hicieran ateos? ¿Se
sostendría o se vendría abajo?... El sistema actual se basa en las ciencias
para ejercer la dominación, de ahí que haya científicos en todo lugar en donde
hay poder;… ¿qué pasaría si en esta era cientificista todos dejáramos de creer
en las ciencias? ¿Se sostendría el control social y la represión estatales que
justamente, dependen de las ciencias para su funcionamiento? Obviamente la
respuesta es NO; no se sostendría, se vendría abajo, de ahí que el combate por
realizar, no deba ser contra el capital económico, sino contra el capital
intelectual que está concentrado en sectores denominados “científicos”, y no
significa lo que propongo que pretenda que todos nos volvamos científicos para atacar a la ciencia, ya
que eso sería como pretender erradicar a la violencia armada de determinado
grupo, proponiendo que todos nos armemos para combatirlo. Lo que propongo es
dejar de creer en las ciencias ya que han venido, no a reemplazar a las
religiones, sino a sumarse a ellas dado que son sus diversificaciones solidificadas.
Mientras el individuo decía estas cosas, las personas a su alrededor se mantenían en silencio prestando gran atención a lo que escuchaban, no significando esto que estuvieran de acuerdo con lo expuesto, de hecho, su lenguaje gestual daba cuenta de que no lo estaban en absoluto, sin embargo, aun quienes de entre ellas pensaban rebatirle al discursista todos y cada uno de sus fundamentos, esperaron a que terminara de hablar para hablar ellas.
El individuo anticiencia, tras una breve pausa, continuó diciendo:
-Debemos enarbolar la bandera de la anticiencia, ya que en la destrucción del dios ciencia, está la única liberación verdadera; debemos terminar de una vez y para siempre con la creencia supersticiosa según la cual, la ciencia es la verdad; debemos desacralizar a todo aquel que, por su título científico, está investido de facultades impositivas sobre los demás, debemos…
Y mientras decía esto último, el individuo, para sorpresa de todos aquellos que lo escuchaban, se empezó a volver translúcido, y tras escasos segundos, se hizo totalmente inaudible y después, invisible.
Las más o menos 25 personas que participaban del debate, estaban totalmente sorprendidas y entre ellas se preguntaron qué le había pasado al individuo anticiencia; se dijeron cosas de tipo: “Habrá sido una proyección psíquica de alguien”; “Habrá sido un viajero de otra dimensión”; “Habrá sido un extraterrestre”, pero ninguna de ellas tuvo razón; la respuesta al por qué de su desaparición, es la siguiente: nadie había creído en él.
Mientras el individuo decía estas cosas, las personas a su alrededor se mantenían en silencio prestando gran atención a lo que escuchaban, no significando esto que estuvieran de acuerdo con lo expuesto, de hecho, su lenguaje gestual daba cuenta de que no lo estaban en absoluto, sin embargo, aun quienes de entre ellas pensaban rebatirle al discursista todos y cada uno de sus fundamentos, esperaron a que terminara de hablar para hablar ellas.
El individuo anticiencia, tras una breve pausa, continuó diciendo:
-Debemos enarbolar la bandera de la anticiencia, ya que en la destrucción del dios ciencia, está la única liberación verdadera; debemos terminar de una vez y para siempre con la creencia supersticiosa según la cual, la ciencia es la verdad; debemos desacralizar a todo aquel que, por su título científico, está investido de facultades impositivas sobre los demás, debemos…
Y mientras decía esto último, el individuo, para sorpresa de todos aquellos que lo escuchaban, se empezó a volver translúcido, y tras escasos segundos, se hizo totalmente inaudible y después, invisible.
Las más o menos 25 personas que participaban del debate, estaban totalmente sorprendidas y entre ellas se preguntaron qué le había pasado al individuo anticiencia; se dijeron cosas de tipo: “Habrá sido una proyección psíquica de alguien”; “Habrá sido un viajero de otra dimensión”; “Habrá sido un extraterrestre”, pero ninguna de ellas tuvo razón; la respuesta al por qué de su desaparición, es la siguiente: nadie había creído en él.