lunes, 13 de noviembre de 2023

Magda de noche (cuento) - Martín Rabezzana


(La siguiente historia es un capítulo previo de mi cuento: “Gracias por venir a buscarme”, publicado en mi libro: “Mi obra consagratoria”).

-Palabras: 1.620-
   La conversación que a continuación se presenta, tuvo lugar una noche de viernes levemente fría del año 1929, en circunstancias en que los dos amigos transitaban tranquilamente por la calle Alsina a la altura 490, de la ciudad de Quilmes; uno de ellos, cuyo nombre era Lucas, le dijo al otro:
   -Todo tiene un lado opuesto y todos los opuestos son complementarios e interdependientes; el día no puede existir sin la noche. La vida no puede existir sin la muerte y la realidad no puede existir sin la ficción; por ejemplo: el “pueblo” (en el sentido de estado-nación, que es el que actualmente mayormente se le da a ese vocablo) no existe, ya que en cada país, la homogeneidad entre las personas en cuanto a cultura, formas de pensar, de sentir y de ser (lo cual debe darse por existente para aplicarle a los nacidos en el mismo territorio, un título étnico común), es absolutamente NULA, y por ser nula, la consideración de que quienes nacen en el mismo país conforman un pueblo, es totalmente fantasiosa; el “pueblo” es una ficción que, como toda otra ficción, sostiene una realidad; sin dicha ficción, su contraparte fáctica, no se sostendría. Como prueba de esto, formulo la siguiente pregunta retórica: si todos los que nos llamamos argentinos, dejáramos de llamarnos así… el presidente argentino… ¿a quién podría gobernar? A NADIE, ya que ninguna población puede considerar que sea su líder legítimo, alguien que lleve un título nacional, distinto al de ella, de ahí que la ficción de la nacionalidad sea imprescindible para la existencia de la realidad de la gubernabilidad.
   Entonces su amigo (que se llamaba Eloy), que nada convencido estaba de lo que había escuchado, le dijo:
   -Yo creo que es muy discutible tu idea de que la realidad está conformada por ficciones; si así fuera, bastaría con reemplazar a la historia con leyendas positivas para que a partir de ellas, las personas empezaran a conformar una realidad también positiva, y no creo que sea tan sencilla la cosa; yo creo que caés en el error de sobrevalorar a las fantasías, a las ficciones, ya que si bien, un valor, innegablemente tienen, el mismo no pasa de ser el que tiene cualquier otro tipo de divertimento, por eso, sin ánimo de ofender, te digo que para mí, lo que importa en serio, es la realidad, y es a ella que tenemos que valorar debidamente, en pos de entenderla y poderla mejorar; si nos llenamos la cabeza de ficciones, ninguna intervención útil podremos tener en los hechos; por todo esto es que considero que quienes le dan demasiada importancia a las fantasías, como por ejemplo, las personas religiosas, viven en un absurdo altamente nocivo para sí mismas y para los demás.
   Entonces Lucas, aferrado a sus ideas, le respondió:
   -Lo absurdo en serio, es desacreditar a alguien por tener creencias que consideramos fantasiosas (religiosas, políticas u otras), por asumir, como hacés vos, que lo único importante es la realidad, ya que a partir de las ideas fantasiosas que tengamos, actuamos de determinada manera, y con esas acciones, creamos determinadas realidades, y si tuviéramos otras ideas fantasiosas, actuaríamos de otra manera y crearíamos otras realidades, de ahí que SIEMPRE sean las ficciones que en la cabeza tengamos, generadoras de realidades, y de ahí a su vez que la separación entre la fantasía y la realidad, no exista.
   Eloy, que seguía sin aceptar el razonamiento que se le presentaba, dijo:
   -¡Pero mirá cómo se ha destruido (y se sigue destruyendo) el mundo por culpa de la gente que se ha tomado demasiado en serio, ideas totalmente fantasiosas! ¡Mirá el daño que han hecho las religiones!… Si la humanidad fuera más realista, mucho del daño que se hace a sí misma y a las demás formas de vida, disminuiría.
   Para ese entonces, los dos jóvenes que, como ya dije, habían iniciado esta conversación filosófica en la calle Alsina a la altura 490, al llegar a la altura 400, habían doblado hacia la derecha y empezado a transitar por la calle Sarmiento; tan sólo una cuadra los separaba de la calle Nicolás Videla en la que, a la altura 374, en donde actualmente hay un importante edificio moderno, en los años 1920 había un monumental cabaret llamado: “Magda de noche” (*), por el cual pasaron figuras de la música, legendarias, como Osvaldo Fresedo y
su orquesta, las cancionistas Linda Thelma, Ada Falcón y Rosita Quiroga, dúos tales como: Magaldi-Noda y Gardel-Razzano, además de deportistas de combate como Valentín Alberti y el griego Antonópulos, que en aquellos años veinte, eran cuchilleristas destacados.
   Tras unos segundos de silencio, Lucas dijo:
   -Vos valorás demasiado eso que llamás “realidad”, pero… ¿la realidad no es un concepto subjetivo? ¿Qué es la realidad?…    Para mí, lo que las distintas personas llamamos “realidad” al referirnos a la misma cosa, no es más que una coincidencia de subjetividades, y si nuestra subjetividad cambia, lo que llamamos realidad, también cambia, por la misma no tener existencia fuera de nuestra percepción.
   Eloy, con la tranquilidad de quien se cree poseedor de la verdad, dijo:
   -No… yo creo que la realidad existe, es unívoca y totalmente independiente de nuestra percepción por tener entidad propia.
   Lucas, levantando un poco la voz en esa marcha nocturna bajo las estrellas que entre ellos, hasta el momento se había realizado sin querellas, dijo:
   -Pero… si yo creo que algo es cierto y vos no, mi realidad será para vos, una fantasía, así como esto último será para mí, tu realidad; ¿y quién decide cuál de los dos tiene razón y, por consiguiente, quién es realista y quién, fantasioso?
  Entonces Eloy, que a diferencia de Lucas, era un creyente fanático en todo aquello que lleva el título de “ciencia”, respondió:
   -Para determinar quién ve las cosas como realmente son, están los diplomados en ciencias;… En tiempos recientes, la psicología y la medicina se han fusionado, y los expertos en ambas materias son totalmente capaces de determinar quiénes ven las cosas como realmente son, y quienes, producto de un trastorno psicosomático o somatopsíquico, son fantasiosos, por no decir: “enfermos” o “locos”; si leés por ejemplo, la obra de…
   Entonces Eloy abruptamente se calló y detuvo su marcha al igual que Lucas, en el mismo momento en que desde la calle Sarmiento, media cuadra antes de llegar a Nicolás Videla, vieron frente a “Magda de noche”, aparecer de la nada, una nube densa que durante unos treinta segundos se arremolinó sobre una vereda para después, al empezar a disiparse, descubrir a un hombre joven, elegantemente vestido y peinado a la gomina que, tras mirar sonriendo al cabaret que en la vereda frente a él, se encontraba, cruzó la calle y al mismo, ingresó.
    Tras esta visión de la que ambos descreyeron, Eloy le preguntó a su amigo:
    -¿Viste eso?
    Entonces Lucas, totalmente maravillado, dijo:
    -Sí.
    Seguidamente, ambos jóvenes se sumieron en un silencio total durante el cual, el cientificista Eloy, empezó a imaginar cómo sería tratado por la sociedad si manifestaba haber visto lo que vio; se veía siendo desacreditado, ridiculizado, humillado y hasta manicomializado por considerárselo, delirante, ya que nadie creería posible a lo que él entonces interpretó como la materialización desde la nada de una persona, pero él sí lo creía, y no sólo creía, sino que sabía, ya que acababa de presenciar tal suceso, pero eso que él sentía real, sería considerado irreal/fantasioso, por los demás, salvo claro, por Lucas, que también había sido testigo del hecho fantástico.
   Pasaron varios minutos en los que, una y otra vez, ambos jóvenes manifestaron sorpresa absoluta por lo que habían presenciado.
   En determinado momento, no sin cierto temor, cruzaron a la esquina de Sarmiento y Videla en donde habían visto a la nube teletransportar a un hombre, y tras un largo silencio, finalmente Eloy, ya con su criterio cientificista hecho pedazos, le dijo a su amigo:
   -Tenés razón… la separación entre la fantasía y la realidad, no existe.



(*) El cabaret: “Magda de noche”, situado en Nicolás Videla 374, esquina Sarmiento, en la ciudad de Quilmes (Magdalena del Buen Ayre, Buenos Aires, Argentina, América, planeta tierra) fue inaugurado en 1913 y demolido en 1956 por la Revolución Fusiladora (oficialmente llamada: Revolución Libertadora), en una acción tendiente a favorecer al centralismo cultural y económico porteño, que se veía (y se ve aún hoy) amenazado por todo lugar convocante en materia cultural y de esparcimiento, situado más allá de los límites de Capital Federal; este no fue el único caso; lo mismo ocurrió con muchos otros lugares en la década del 50 y en las siguientes, siendo destacables los casos del Cine/Teatro Colón, de Quilmes (1909-1969), imperdonablemente demolido, y el del Teatro Argentino de La Plata, que, por causas oficialmente desconocidas, en el año 1977 se incendió; la historia no oficial cuenta que fue el gobierno dictatorial el que intencionalmente lo prendió fuego; otra cosa no se puede pensar desde el momento en que cuando los vecinos testigos del incendio se presentaron en las comisarías para denunciar que habían visto a quienes lo iniciaron, la policía no quiso tomarles las denuncias y los amenazó de muerte al tiempo que les ordenaba con el tema no insistir; volviendo al cabaret “Magda de noche”;… el mismo vio el desarrollo, esplendor y ocaso, del tango-canción, y tuvo el honor de recibir en su escenario, a los más destacados músicos de dicho género musical, así como esos músicos tuvieron el honor de pasar por el escenario de ese lugar valiosísimo y hoy casi por todos, completamente olvidado, que debería haber sido declarado por la municipalidad, patrimonio histórico cultural de Quilmes, por el gobierno nacional, patrimonio histórico argentino y… ¿por qué no?, por la UNESCO, patrimonio de la humanidad.

viernes, 10 de noviembre de 2023

¡Libertad a Libertad! (cuento) - Martín Rabezzana

-Palabras: 672-

   A fines de los años 1980, en Argentina se puso de moda el patinaje sobre hielo; fue tal el furor que en esos años existió por dicha actividad, que casi no había parque de diversiones ni centro comercial que no tuviera al menos una pista de patinaje sobre agua congelada; la moda duró hasta mediados de la década siguiente (o sea, hasta mediados de la década denominada: “Pisa con shampain”), y fue un hecho específico (y lamentable) el que a dicha moda, en el país, le puso un punto que parecía ser final; increíblemente, este suceso (que pasaré a relatar, cuya veracidad me consta absolutamente, dado que fui del mismo, testigo presencial) fue sospechosamente ignorado por los medios de comunicación y hasta hoy, nada a este respecto podía encontrarse en internet; con esta publicación, el silencio sobre el hecho en cuestión, será roto, y así permanecerá eternamente.

   Resulta que una adolescente se encontraba junto a amigos, patinando alegremente una tarde de invierno en una pista de hielo situada en cierto centro comercial que, por discreción y por evitarme problemas legales, no voy a mencionar; por ella carecer de experiencia en la práctica del patinaje, se movilizaba torpemente y debido a esa torpeza, se encontraba continuamente próxima a caer, lo cual suscitaba en ella y en sus amigos, risas resonantes; tras varios trastabilleos, finalmente cayó de espalda al hielo, lo cual no le causó ningún tipo de lesión; esto no habría pasado de ser una anécdota graciosa menor en el ámbito familiar y amistoso de la joven, si no fuera por lo siguiente: como todos saben: los patines para hielo no tienen ruedas, sino cuchillas, y ocurrió que al ella caer, sus miembros inferiores se fueron para arriba en el mismo momento en el que un muchacho transitaba patinando en la dirección diametralmente opuesta a la suya, resultando esto en que la cuchilla de su patín izquierdo, cortara al muchacho desde lo que es… la chota, hasta la parte superior de la cabeza. Es decir: lo abrió en dos partes; de más está decir que el pobre pibe... no la pudo contar.
   Mientras el joven se encontraba muerto sobre el hielo, la chica se reía y se reía; no podía parar; obviamente, hasta el momento ignoraba lo que había hecho, pero fue que instantes después, sus amigos la ayudaron a levantarse y al ella ver al desafortunado joven, siguió riéndose, y si bien la risa no se daba en ella a causa del hecho trágico que su caída había producido, la misma (o sea, su risa), tras ser referida por varios testigos a las autoridades, fue usada por el Ministerio Público Fiscal, como base de un alegato acusatorio a la adolescente en el que se la imputó por la comisión de un “homicidio por placer”; la chica, cuyo nombre era (y es): Libertad Amestoy, fue condenada a cadena perpetua; fue por este hecho que el presidente Caalo Méndel (conviene no invocar su nombre verdadero) decretó la prohibición de las pistas de patinaje sobre hielo en todo el territorio nacional (fue una de las poquíiiiiisimas cosas buenas que hizo el hombre lobo devenido presidente); inentendiblemente, años después, dichas pistas volvieron a habilitarse (los legisladores que votaron a favor de la rehabilitación de dicha actividad, que no es un deporte, sino un juego perverso y cruel del que sólo pueden disfrutar los asesinos y suicidas en potencia o manifiestos, no tienen perdón de dios, de satán ni de NADIE).
   Como ya referí: Libertad fue en cana, y personas compasivas (yo incluido), entendiendo que el hecho dramático recién contado, fue el resultado de un accidente, en gesto de solidaridad con ella, poco después de su detención, nos hicimos hacer remeras que dicen: “¡Libertad a Libertad!” (a pesar de esto, lo crean o no, nunca la soltaron), y para las fiestas, le mandamos a la cárcel, pisa y shampain; actualmente (año 2023) nos seguimos solidarizando con ella, pero, en sintonía con los tiempos que corren, ahora le mandamos fainá y agua de la canilla.

miércoles, 11 de octubre de 2023

Noche de subversión de leyes naturales (cuento) - Martín Rabezzana

 -Palabras: 2.140-
   Hasta hacía no mucho tiempo atrás, el fenómeno guerrillero era totalmente ajeno al ámbito patagónico; nosotros sabíamos de las tomas de comisarías, cuarteles, y de los secuestros de empresarios realizados por organizaciones político-militares, gracias a los medios de comunicación, dado que dichas acciones tenían lugar en el norte y centro del país; en el sur, nada de esto ocurría, de ahí que a lo relacionado con la llamada “subversión”, lo viéramos con una incomprensión total, no obstante, cuando los combatientes detenidos de las FAR (1), el ERP (2) y Montoneros, fueron trasladados al penal de Rawson y muchos de sus familiares vinieron a la provincia de Chubut a visitarlos, nos cruzábamos con ellos en plazas, bares y restaurantes, además, como en esos tiempos escaseaban los hoteles, muchos de ellos se alojaban en casas de familia en las ciudades de Rawson, Puerto Madryn y sobretodo en la mía: Trelew.
   Nosotros asumíamos prejuiciosamente que los guerrilleros eran iguales a los presos comunes, lo cual equivale a decir que dábamos por hecho que procedían de medios sociales desfavorecidos y que a causa de las necesidades insatisfechas por ellos sufridas, que les habían impedido educarse debidamente como para poder ejercer trabajos bien remunerados, se habían llenado de un resentimiento contra la sociedad, que resultó en que decidieran atacarla, pero ocurrió que al nosotros conocer a sus familiares, esos prejuicios se hicieron pedazos, ya que los mismos, lejos de pertenecer a sectores marginados de la sociedad, pertenecían mayoritariamente a la clase media y alta y ejercían oficios profesionales como el derecho, la medicina y la docencia universitaria, por lo que nos quedó claro que las razones para tomar las armas que los guerrilleros tenían, no eran las que suponíamos, lo cual nos llevó a querer conocerlos en pos de entender cuáles eran, por eso fue que habitantes de diversas ciudades de Chubut, conformaron una comisión de solidaridad con los llamados “presos políticos” a la cual, yo me sumé, así fue que muchos vecinos de Rawson, Trelew y Puerto Madryn, durante aquel año ‘72, habitualmente nos dirigíamos a la cárcel para visitar a los guerrilleros y proveerles ropa, comida, bebidas y cigarrillos; durante esas visitas, nos contaron cuáles eran sus ideales personales y objetivos políticos, fue así que empezamos a conocer las motivaciones de sus acciones y entendimos que los hechos violentos que realizaban, si bien nosotros no los justificábamos, eran en respuesta a la violencia del estado argentino que había sido golpeado por los militares ya cinco veces en aquel siglo 20; entendimos que la dictadura militar en curso aquel año ‘72, así como todas las anteriores, tenía por objetivo salvaguardar los privilegios del gran empresariado nacional, que a su vez responde a un empresariado internacional, lo cual no puede hacerse sin negarle derechos a las masas, de ahí que cuando las mismas se organizan para reclamarlos, sean reprimidas, y cuando las represiones arbitrarias tienen lugar habitualmente, se genera un resentimiento masivo que se transmite transgeneracionalmente, que resulta en que en algún momento aparezca una generación dispuesta a responderlas aun a sabiendas de que esas respuestas pueden llegar a costar la vida; entendimos que esa generación era la de los veinteañeros de quienes los miembros del comité de solidaridad, éramos “apoderados”.
   Los combatientes nos explicaron que habían tomado las armas y conformado así, los grupos político-militares, con el objetivo de llegar al poder gubernamental para crear una sociedad en la que el desprecio hacia los necesitados, sea reemplazado por la solidaridad, de lo cual resultará un país sin clases, sin oprimidos ni opresores... sin jerarquías conformadoras de injusticias sociales… entendimos también que esto no puede lograrse si nadie se opone con fuerza a las clases dominantes, ya que, por supuesto, ellas no quieren que esto se logre, y como las mismas defienden sus posiciones privilegiadas con grupos armados (policía y milicia), a ellos hay que enfrentarse con armas. En fin… la cuestión es que, a principios de agosto, después de haber tenido hacia nosotros un trato totalmente amable, afectuoso y agradecido, los guerrilleros empezaron a sugerir que éramos espías del gobierno, lo cual, por supuesto, nosotros enfáticamente negamos; ellos nos decían que aun si no lo éramos, la sospecha que en ellos se había instalado, hacía imposible que en nosotros volvieran a confiar y que por eso lo mejor sería que dejáramos de visitarlos; nos dijeron además, muchas otras cosas que eran prácticamente ofensas personales que todos sentimos como totalmente injustas, fue por eso que yo decidí no visitarlos más, pero fue que llegó el 15 de agosto y se dio en el penal, un intento de fuga de guerrilleros que fue parcialmente exitoso, dado que varios de ellos lograron concretarlo y otros, no, y entendimos entonces que en las semanas previas, los partisanos habían hecho todo lo posible por alejarnos de ellos con el objetivo de que las autoridades no pensaran que estábamos colaborando en el intento de fuga que evidentemente ya estaban planeando (de todas formas, lo pensarían, de ahí que fuéramos detenidos durante la llamada “Operación Vigilante”, que los milicos llevaron adelante algunos meses después como represalia a los ciudadanos que nos habíamos solidarizado con los detenidos, y además, para que el miedo en las personas, llevara a la anulación en ellas de la solidaridad, lo cual, afortunadamente no pasó, dado que esas detenciones arbitrarias resultaron en protestas pacíficas masivas en Trelew, Madryn y Rawson). 
   Al yo saber del intento de fuga exitoso de algunos guerrilleros, e infructuoso, de otros, me sentí totalmente aliviado y contento, ya que significaba que las ofensas en contra de quienes hacia ellos no tuvimos más que respeto y afecto, no habían sido sentidas, e inmediatamente consideré volver a visitarlos, pero por supuesto… tras lo ocurrido, las visitas fueron prohibidas.

… … ...

   Una semana pasó desde la fuga y ocurrió que ese día (o sea: el 22 de agosto), el gobierno militar declaró ilegal la difusión de toda información relacionada con los guerrilleros; tras escuchar esa noche la noticia en la televisión, intuí que algo había pasado ese mismo día que había dado lugar a esa decisión, pero no sabía qué; hablé de esto con otros apoderados de presos políticos y coincidimos en que el motivo podría ser que recientemente hubiera habido otro intento de fuga en la Base Almirante Zar, que era el lugar al que los combatientes habían sido trasladados, por lo cual, junto a otro apoderado de detenidos de mi misma edad (yo tenía 19 años) llamado Pablo, salimos en la camioneta de mi viejo (sin que él lo supiera, claro), decididos a dar vueltas por la ciudad de Trelew por si llegaba a ocurrir que nuestra suposición fuera correcta y los partisanos prófugos, estuvieran en el área; dimos vueltas y vueltas durante horas intentando encontrarlos para ayudarlos a irse de la provincia, pero no lo conseguimos; de hecho, no vimos a casi nadie en esas horas de “yirar", ya que las calles estaban casi todas, desiertas.
   En un momento cercano a la medianoche, una intensa niebla empezó a rodearnos; la misma me llevó a tener que bajar la velocidad drásticamente, pero no por mucho tiempo, ya que de un momento a otro, la misma se disipó, y cuando así ocurrió, en la esquina de Belgrano y 25 de Mayo, Pablo y yo, nos vimos frente a un camión militar que nos cerró el pasó, del cual descendieron 9 militares; uno de ellos, mientras blandía un fusil, gritando nos dijo:
   -¡Bajen del vehículo ya mismo!
   Así lo hicimos e inmediatamente fuimos palpados de armas por uno de los milicos mientras otros revisaban la camioneta; al no encontrar lo que buscaban, el que parecía ser el jefe, nos dijo:
   -¿En dónde tienen las armas?
   -No tenemos armas -dije yo, muy asustado.
   -¿Cómo que no? ¡Si tienen una cara de subversivos que no pueden con ella!… -dijo el uniformado.
   -No señor; ¡le juro que no somos subversivos ni tenemos armas! -dijo Pablo.
   Entonces el milico le dio un culatazo de fusil que lo hizo caer; yo me le acerqué para auxiliarlo y también fui golpeado en la cabeza y hecho caer, entonces, tras patearnos repetidas veces estando nosotros en el suelo, el militar que aparentaba estar al mando, nos dijo:
   -Ustedes van a terminar como los otros, ¡comunistas hijos de puta!
   En ese momento, intentaron arrastrarnos hacia la parte posterior del camión, con el objetivo de llevarnos a una dependencia militar o policial, en la que, sin duda, nos harían pasar por lo peor, pero fue que cuatro jóvenes portando fusiles, aparecieron, y silenciosamente se posicionaron detrás de los represores que, al percatarse de su presencia, se dieron vuelta, apuntaron sus armas hacia ellos y dispararon, pero aparentemente erraron, ya que el fuego abierto por los jóvenes, fue el único que tuvo el efecto deseado; en menos de 10 segundos, los nueve milicos que habían bajado del camión, cayeron muertos bajo las numerosas balas que en nuestra defensa, fueron disparadas; en el curso de estos disparos, tanto Pablo como yo, permanecimos tirados en el piso, y fue desde el piso que vimos a una joven a la que reconocí de las visitas al penal de Rawson, llamada María Angélica, acercarse temerariamente al camión militar, desde el cual, el conductor, que era el único de los militares que seguía con vida, realizaba disparos; claramente vimos a la mujer, abrir la puerta y ser impactada por balas que parecían no lastimarla; una vez frente al conductor, le disparó con un arma corta en repetidas oportunidades; tras esto ocurrir, bajó del vehículo y entonces Pablo y yo, nos levantamos.
   Totalmente conmocionado, mientras les hacía señas para que se acercaran, le dije a los combatientes:
   -¡Vengan! ¡Suban a la camioneta!
   Y los cuatro jóvenes subieron rápidamente a la caja del Rastrojero Diesel.
   Arranqué el vehículo y pisé fuerte el acelerador mientras pensaba: “¿A qué lugar seguro podremos llevarlos?”… Se lo pregunté a Pablo, que estaba en el asiento del acompañante y me dijo que los lleváramos a un determinado lugar, pero inmediatamente cambió de opinión y propuso otro, pero respecto al mismo, también cambió de opinión y volvió a proponer otro lugar, hasta que en una esquina, una camioneta Chevrolet apareció y se detuvo; los guerrilleros empezaron a gritar muy contentos, entonces uno de ellos, me dijo:
   -¡Pará acá, que ahí están nuestros compañeros!
   Entonces yo frené, todos bajamos del vehículo y los cuatro guerrilleros, cuyos nombres eran: María Angélica, Rubén, Mariano y Clarisa, se despidieron de nosotros con un abrazo de lo más afectuoso; subieron a la camioneta Chevrolet, y a toda velocidad, se fueron.
   Pablo y yo volvimos a subir al Rastrojero; lo llevé hasta su casa e inmediatamente después de eso, me fui a la mía.
   Esa noche no dormí.

… … …
   
   A causa de la prohibición del gobierno militar de difundir toda información relacionada con grupos guerrilleros, la prensa no publicó lo que la madrugada del 22 de agosto de ese año 1972, había ocurrido en la Base Almirante Zar, por lo cual, recién a las dos semanas supimos por información escrita en hojas mimeografiadas que los abogados de los combatientes, clandestinamente repartieron, que ese día a las 3 y media de la mañana, 19 guerrilleros habían sido sacados de sus celdas y ametrallados; solamente 3 de ellos, sobrevivieron; los 16 restantes, murieron casi todos de inmediato.
   Tras leer los nombres de los muertos, quedé totalmente desconcertado, ya que entre ellos, estaban los siguientes: María Angélica Sabelli, Rubén Pedro Bonnet, Clarisa Lea Place y Mariano Pujadas, es decir, los mismos cuatro guerrilleros que la noche del 22 de agosto, nos habían salvado de los militares; no había duda de que eran ellos, dado que tanto Pablo como yo, por ser parte de la comisión de solidaridad con los presos políticos, los habíamos visto y tratado, en muchas oportunidades (salvo a María Angélica, a quien yo había visto solamente una vez, pero... un rostro así de hermoso, no se olvida), pero… ¿cómo puede ser que fueran ellos?… ¡Sí habían sido fusilados la madrugada de ese mismo día!   
   Primero pensé que los cuatro combatientes nombrados, habían sido incluidos por error en la lista de los asesinados; tiempo después, Pablo y yo, fuimos a hablar personalmente con sus abogados y con militantes de derechos humanos que trabajaban en el caso que posteriormente sería llamado: "Masacre de Trelew"; les contamos lo que nos había ocurrido y nos dijeron que era imposible que los jóvenes que nos salvaron de los milicos esa noche del 22 de agosto, fueran María Ángélica, Rubén, Clarisa y Mariano, ya que habían sido asesinados durante la madrugada de ese mismo día, sin embargo, ni Pablo ni yo, tenemos ninguna duda al respecto: ¡ERAN ELLOS! 

   Los años y las décadas, pasaron, y a lo ocurrido, todavía no le encuentro explicación.



(1) Fuerzas Armadas Revolucionarias.
(2) Ejército Revolucionario del Pueblo.

domingo, 8 de octubre de 2023

María Clara: ex combatiente (cuento) - Martín Rabezzana


“María Clara: ex combatiente”, es la tercera parte de una historia que comienza en mi cuento: “Casa montonera” (publicado en mi libro: “Material subversivo”), y continúa en mi cuento: “Mora” (publicado en mi libro: “Llamamiento a la violencia”); el cuento es a la vez, una segunda parte (o una tercera, ya que en caso de yo escribir otro capítulo de esta historia que se llamaría: “María Clara Combatiente”, ése sería el segundo y este cuento, el tercero) de otra historia llamada: “María Clara: futura combatiente”, que, a la vez, puede ser considerada un capítulo anterior de “Casa montonera” ;... es raro y confuso, pero es así: el siguiente cuento es la tercera parte de una historia, la segunda (o tercera), de otro cuento, y la anterior, de otro.

-Palabras: 1.799-
   En el año 2004, María Clara Tauber trabajaba como profesora de letras en la Facultad de Humanidades y Artes de la ciudad de Rosario, que era la misma facultad en la que había estudiado.
   Frente a sus alumnos de primer año, siendo el primer día de clases, lo siguiente dijo:
   -Un lector que no gusta de lo estructural de una determinada obra literaria, puede llegar a gustar de sus detalles; cuando esto ocurre, valora un libro al que, de otro modo, no valoraría, pero como los detalles de una obra, muchas veces son poco visibles, pasan habitualmente desapercibidos para la inmensa mayoría de los lectores, y no así, para los que nos especializamos en letras, dado que nuestra tarea consiste justamente en atender hasta a los mínimos detalles constitutivos de una obra literaria, para poder analizarlos, interpretarlos y transmitirlos a los lectores no especializados para que así puedan llegar a apreciar obras que, sin nuestros análisis minuciosos, no serían capaces de apreciar; ésa es la función que cumple el docente de literatura: la de formar buenos lectores; eso lo podemos hacer, pero somos totalmente incapaces de formar escritores, ya que la única parte técnica de la literatura que se puede enseñar, es la habilidad de leer y escribir, de ahí que a los potenciales profesionales de la escritura, los forme la maestra de primer grado de la primaria, y NADIE MÁS; de esto no ser así, los grandes escritores serían mayoritariamente, personas diplomadas en letras, y como todos saben: en la mayoría de los casos, los grandes escritores carecen de formación literaria académica, de ahí que todo aquel que considere que cursar esta carrera lo va a llevar a convertirse en escritor profesional, se esté equivocando;... los escritores profesionales se forman por cuenta propia, a fuerza de escribir, leer lo escrito, y corregir; esto debe hacerse una y otra vez de modo habitual y preferentemente, obsesivo, si lo que se desea es progresar en serio en la escritura, ahora bien: una vez desarrollada la técnica literaria, el problema mayor con que se encuentra todo escritor, es la dificultad para publicar, y, de superarla, se encuentra con la imposibilidad (generalmente insuperable) de vivir de lo escrito, dado que no sólo es casi imposible ganar plata con la literatura como para vivir de ella, sino que además, en la mayoría de los casos, el escritor debe pagar para publicar sus obras, y la mayoría de ellos lo hace aun sabiendo que la plata no va a volver, de ahí que lejos de ser la publicación de los propios libros, una manera de ganar plata, sea una manera casi segura de perderla… pero ustedes, que quieren ser escritores, ¡no se desanimen por lo que acabo de decirles!, ya que existe una manera segura de vivir de las letras.
   Entonces la docente se sumió en un silencio que parecía interminable, por lo que uno de sus alumnos, le preguntó:
   -Y, ¿cuál es?
   -¡Trabajando de docente de literatura!

… … …

   Tras la clase terminar, la profesora salió del recinto universitario y, sin prestar mayor atención, en un pasillo pasó de largo a una pareja joven; tras esto ocurrir, sin que los jóvenes le dijeran siquiera una palabra, la mujer detuvo su marcha por intuir que los conocía de alguna parte, entonces se dio vuelta y los miró detenidamente mientras ellos dulcemente le sonreían; la joven le dijo:
   -¡Hola María Clara!
   E inesperadamente para la profesora, la chica la abrazó mientras el muchacho le extendía afectuosamente una mano que ella estrechó para después, ser por él también, abrazada; en ese momento la mujer tuvo flashbacks en que vio cómo en el año 1974, era rescatada de las garras de una patota de la Triple A (1), por dos jóvenes armados; después se vio conviviendo con ellos en una casa en la que, pese al malestar producto de la violencia política de aquellos años, pasó momentos felices; se vio también recibiendo instrucción militar, contraatacando a represores e instruyendo a otros en el combate de supervivencia; también vio a montoneros refugiados en una casa situada en Quilmes, entre los que Mora y su novio (que en ese entonces tenían otros nombres), estaban, ser ahí mismo, muertos, algunos, y llevados a un centro clandestino de detención, los demás, de los que ninguno saldría vivo. Después, vio a dos mujeres parir en 1980 y 1982, respectivamente, a bebés a quienes reconoció como Ulises y Elena, ya que aunque tuvieran entonces nuevos cuerpos y nuevos nombres (los nuevos nombres eran: Leandro y Mora), sus almas eran las mismas.
   Cuando el abrazo con los jóvenes, concluyó, la mujer dijo:
   -Ustedes son… pero… ¡no puede ser!… -y tras algunos segundos de descreimiento, con absoluta convicción y ojos lagrimeantes, dijo: -Ustedes son… ¡Ulises y Elena!
   La chica dijo:
   -En esta vida, él se llama Leandro, y yo, Mora.
   Entonces la profesora, sin haber todavía salido de la sorpresa en que estaba inmersa, dijo:
   -¡Tenemos mucho de qué hablar!; ¿vamos a un bar de acá a la vuelta?
   -¡Vamos! -dijeron ambos jóvenes.
   Ya en la calle Entre Ríos, poco antes de doblar en Córdoba, en medio de uno y otro joven con los que estaba afectuosamente tomada de los brazos, María Clara les dijo:
   -Acá fue donde me salvaron de la patota;… en ese momento empezó mi nueva vida… mi nuevo yo.
   Caminaron por la peatonal una cuadra hasta llegar a la esquina de Córdoba y Corrientes, en donde se encuentra la confitería “Avgvstvs”, en la cual, entraron.
   Tras sentarse a una mesa y serles llevados los pedidos de café, Leandro le pidió a María Clara que contara cómo fue el día de la caída de Elena y Ulises; ella les dijo:
   -Ya en dictadura, tras más de un año de vivir en la clandestinidad en diversas provincias, estando nosotros entonces en Pinamar, la “orga” nos proveyó una casa en Quilmes; a la misma fueron ustedes y otro compañero en un Renault 4, por un lado, y por otro, los compañeros cuyos apodos eran Lalo y Meche, y yo, en un Renault 6; otros compañeros que yo no conocía, que eran de la provincia de Santa Fe, también se alojarían en la casa operativa; ustedes llegaron a Quilmes la tarde del fatídico día en cuestión, nosotros llegamos a la noche a la ciudad, pero no estábamos en la casa cuando cayó la represión porque la dirección de la misma, me la habían dado sólo a mí; yo tenía que memorizarla e inmediatamente después, quemar el papel en el que estaba escrita, y así lo hice, pero unas horas después, me la había olvidado; ¡mis compañeros me querían matar!; como recordaba que me habían dicho que la casa estaba en el centro de Quilmes, estuvimos dando vueltas por los alrededores del mismo durante un rato largo en un intento de encontrar por la calle a algún compañero, y en un momento me acordé de que el número de la casa (casa que me habían dicho que era de dos plantas y anteúltima de la cuadra) era ciento algo; “Estoy casi segura de que el numero es 112”, dije, “...y que la calle tiene que ver con un día patrio”; “¡9 de Julio!”, exclamó Meche, mientras señalaba esa calle en un mapa, “¡Sí!”, dije yo, y en esa dirección, fuimos, pero nos encontramos con que ninguna casa tiene numeración 112 en esa calle; mis compañeros, por supuesto, me seguían queriendo matar, entonces Lalo, tras ver que en el mapa había también una calle 9 de Julio en Bernal (ciudad perteneciente al municipio de Quilmes), me preguntó si estaba segura de que la casa operativa estaba en Quilmes-ciudad, yo le dije que segura no estaba, y que podía ser que fuera en la ciudad de Bernal, y hacia Bernal nos dirigimos, pero una vez ahí, no encontramos a la casa en esa dirección, entonces se me ocurrió que la fecha patria correspondiente al nombre de la calle de la casa que buscábamos, podría no ser 9 de Julio, sino 25 de Mayo; se lo dije a mis compañeros y entonces volvimos a la ciudad de Quilmes, pero no llegamos a 25 de Mayo 112 (que era la dirección correcta), porque al acercarnos al lugar, vimos a muchos Ford Falcon y patrulleros, transitando la zona, entonces nos fuimos de Quilmes en dirección a la ciudad de La Plata; una vez ahí, nos alojamos en una pensión y al día siguiente, en el diario leímos que varios “subversivos” habían sido muertos la noche anterior en un enfrentamiento con “fuerzas del orden”, en una casa situada en 25 de Mayo 112, Quilmes (2)… así nos enteramos de que a ustedes los habían matado… Paradójicamente, el fallo de mi memoria que no nos permitió llegar temprano a la casa montonera, que hizo que mis compañeros (figuradamente hablando) me quisieran matar, nos salvó la vida.
   Y tras un largo silencio, Mora, tras tomarla de una mano, le dijo:
   -¡Qué bueno que haya sido así y ustedes se hayan salvado!
   María Clara sonrió tristemente, primero, por sentir la llamada “culpa del sobreviviente”, y alegremente, después, al concienciar que tenía enfrente no sólo a sus amigos desaparecidos con quienes creyó que nunca más volvería a estar, sino también, a la prueba concluyente de que la creencia metafísica difundida en todas partes del mundo según la cual, la muerte no existe porque el alma que constituye la vida, es inmortal, es acertada, resultando esto en que aquello que llamamos “muerte”, no sea más que el final de un capítulo de una novela que tal vez, sea interminable.
   -La muerte no existe... -dijo María Clara en voz baja, pero, en contradicción con eso, empezó a ver armas, fuego, sangre, y a percibir dolor y… lo que comúnmente llamamos “muerte”, y en todo eso, que no dudó que correspondiera a hechos futuros, estaban involucrados Leandro y Mora.
   Tras varios segundos de silencio, María Clara, con total convicción profética procedente de lo percibido a partir del contacto con los jóvenes, dijo:
   -Los capítulos de la novela de mi vida escritos con sangre y fuego, ya se cerraron y no volverán a abrirse -y tras algunos segundos, agregó: -Así como el del presente, los capítulos de mi futuro estarán escritos con otros materiales, pero muchos de los de la novela de ustedes, conformados por las materias primas que mencioné, aún están por escribirse.


(1) Alianza Anticomunista Argentina.
(2) Alguna vez, un intendente de derecha propuso demoler a la casa montonera con el supuesto objetivo de “modernizar” el barrio; el motivo verdadero era el de contribuir a la destrucción de la memoria histórica que, en este caso particular, sólo un artista, mantiene viva, si bien cosa tal, a partir de esta publicación, cambiará, ya que cuando el recuerdo se vuelve arte, la memoria está asegurada.

sábado, 30 de septiembre de 2023

El fuego y el frío (cuento) - Martín Rabezzana

 

-Palabras: 2.332-

Quien va de fuego en fuego, muere de frío.

 
Antonio Porchia


   Julieta, estudiante de quinto año del colegio Normal de Quilmes, era la “responsable” de Gabriel, alumno recientemente afiliado a la Unión de Estudiantes Secundarios en la cual, Julieta ya tenía relativamente bastante antigüedad, lo cual significaba que debía instruir a los nuevos militantes en tareas que les encomendaría “la orga” que solían ser: pegar afiches de diversa índole, escribir proclamas con aerosol en determinadas paredes... cosas de ese tipo. Esto sería así en la primera etapa. Posteriormente Gabriel podría ser instruido en la organización de protestas conformadoras de reclamos en el ámbito escolar de mejores condiciones edilicias, reclamos de reducción, ampliación o eliminación de diversas materias de estudio, reclamos de expulsión o de reincorporación de profesores, lo cual, en algunos casos (que lejos estaban de ser inusitados), llegaban hasta la toma de los colegios cuando sus autoridades se negaban a acceder a lo reclamado por el alumnado, en fin… todo esto era moneda corriente en la Argentina de aquellos primeros años setenta del siglo veinte, dado que gran parte de la juventud de entonces, consideraba que debía ser ella misma la que decidiera cómo se hacían las cosas en los ámbitos que ocupaba, y así lo pensaba también de todas las personas de todos los demás ámbitos de la sociedad; es decir, los jóvenes de izquierda de aquella época, consideraban que cada decisión que tuviera injerencia en la vida de un grupo humano, debía ser tomada siempre por el conjunto de individuos que fuera a ser por la misma, directamente afectado, lo cual implicaba buscar que no sólo el alumnado dejara de ser sumiso frente a las disposiciones de los adultos conformadores de las autoridades escolares, y pasara al frente, en lo que a propuestas y toma de decisiones en el ámbito educativo, se refiere, sino también, que dejaran de serlo los trabajadores y se volvieran sindicalmente combativos en pos de lograr autonomía y dejaran así, de ser esclavos al servicio del empresariado nacional y foráneo, y estas pretensiones que tenían su forma organizativa concreta en el ámbito escolar secundario, universitario y laboral, se habían rápidamente expandido a los demás sectores sociales; al irse ampliando esta organización de resistencia frente a las autoridades en todo ámbito social, como es sabido, estas últimas empezaron a reprimir cada vez a mayor escala; la gran paradoja que en esto se dio, es que las agrupaciones revolucionarias de izquierda como Montoneros y el PRT-ERP, que con sus elocuentes prédicas y actos temerarios, convencieron a muchísimas personas de que debían liberarse de las cadenas de las autoridades en pos de ser ellas mismas las que decidieran sus propios destinos, pretendieron encadenar a quienes a ellas adhirieron, por lo cual, sus conductores eran nuevos encadenadores a los que, sin duda, había que agradecerles su ayuda en el desencadenamiento masivo en curso al que habían contribuido, pero una vez el mismo iniciado, habría correspondido negarles el rol de “conductores”, lo cual, parte de los miembros del peronismo de izquierda, hizo, al desafiliarse de Montoneros y, por consiguiente, también de sus frentes de masas, y constituir las agrupaciones “Lealtad”, que, lamentablemente, no tuvieron la adhesión que deberían haber tenido; fue también paradójico el que ellos (o sea, los de “Lealtad”), con su negativa a aceptar el encadenamiento realizado por la organización ya mencionada, hayan aceptado el encadenamiento realizado por Perón; encadenamiento que errónea e ingenuamente, consideraron entonces, “liberador”, cuando en realidad constituyó una puesta en manos de un líder que, en pos de escarmentar a los desobedientes de su propio movimiento, le abrió la puerta a una represión feroz que se cerraría recién una década más tarde; represión que no distinguió entre desobedientes y “leales”, ni tampoco entre guerrilleros y militantes políticos, sindicales y sociales, no armados, ni tampoco siquiera entre ellos y sus familiares, amigos y conocidos, y en esa ausencia de distinción, el “enemigo subversivo” era potencialmente cualquiera, así fue que, lejos de lo que los derechistas sostienen, la represión estatal alcanzó a personas de todos los sectores socioeconómicos, estuvieran ellas ideologizadas o no.
   Lo que los izquierdistas deberían haber hecho tras ser sacados de su letargo por Montoneros, las FAR, las FAP, el ERP, y demás organizaciones guerrilleras de izquierda, es negarle también a ellas atribuciones en lo referente a la conducción de sus propias vidas; deberían haberles dicho: “Gracias por habernos ayudado a levantarnos, pero ahora déjennos seguir solos.”, y esto habría correspondido decírselo también a Perón; en fin… volviendo a la historia de los jóvenes: ocurrió que un día, la chica le encargó a Gabriel organizar una reunión de estudiantes en que se debatiría el “amor libre”, tema no poco controvertido porque si bien la mayoría de los militantes revolucionarios estaba a favor del mismo, incluyendo al que se da entre personas del mismo sexo, la conducción de Montoneros (conducción que estaba al frente de organizaciones no armadas como la UES) solía reprobarlo no sólo moralmente, sino que hasta imponía sanciones a sus militantes que incurrieran en actos contrarios a los valores del “hombre nuevo” que, según ellos, sobrevendría con la revolución social, los cuales implicaban un respeto por la familia, contrario a la infidelidad, común entre quienes son promiscuos, y un rechazo a la homosexualidad.
   Tras unos cinco minutos de debate no muy encendido, ya que estaban casi todos de acuerdo en que lo relacionado con la sexualidad es totalmente personal, por lo cual, a cada persona le debería ser respetado el derecho a hacer lo que quiera siempre que no lastime a otros, la chica que al joven le había encargado organizar el debate que estaba teniendo lugar en la plaza San Martín (o sea, Julieta), dijo:
   -El amor libre es lo que corresponde; si alguien se quiere entregar sexualmente a muchas personas, no tiene por qué ser reprobado, dado que eso no tiene nada de malo, es más: una vida sexual intensa (y eso implica la promiscuidad), es parte importantísima del bienestar emocional que nos lleva a evolucionar espiritualmente, de ahí que lejos de ser reprobada, la promiscuidad, por ser la persona promiscua, alguien que busca sentirse bien y hacer sentir bien a otros, deba ser tenida por un ideal, ya que de expandirse, la sociedad toda mejoraría. ¿O no?
   Entonces Gabriel, el joven del cual, Julieta era responsable, tras negar en silencio con la cabeza, con voz suave pero firme, dijo:
   -Yo no estoy de acuerdo.
   Julieta lo miró con cierto desdén por (mal)interpretar que el joven no estaba de acuerdo con ella por poseer una moral conservadora, no obstante, antes de pasar al plano de la discusión hiriente que ella estaba segura que sobrevendría, le dio la posibilidad de explayarse al respecto, entonces, tras ella preguntarle por qué no estaba de acuerdo con lo que manifestó, él dijo:
   -Yo creo que, si bien muchas veces la reprobación a la promiscuidad procede de la envidia de los sexualmente insatisfechos, que mucho contribuyen a crear una cultura represora en cuanto a lo sexual, que a su vez da lugar a inhibiciones y culpas innecesarias e irracionales, en cierta medida, esa reprobación es válida, y la considero válida porque la promiscuidad lleva a no valorar en su justa medida al encuentro íntimo entre los seres;... Para mí, una relación sexual, lejos de ser algo puramente corporal, constituye un medio que los seres materiales tenemos, para lograr comunión espiritual con otro, de ahí que el sexo justamente valorado, pueda llevar a las personas a trascender la materia, y como la promiscuidad implica una rutina constituida por cambiar a un compañero sexual por otro, como si de un mero cambio de ropa se tratara, la misma, lejos de constituir una ampliación de la unión álmica entre las personas, nos aleja totalmente de ella, de ahí que quienes son promiscuos no puedan crear lazos sentimentales fuertes con nadie, y tal incapacidad, lejos de llevarlos a evolucionar en lo espiritual, los lleva a involucionar;... ...Los promiscuos, lejos de, con su promiscuidad, estarse llenando de positividad, de la misma se están vaciando aunque en un primer momento no lo adviertan, pero es cuestión de tiempo para que de esto sean conscientes, y cuando logran concienciar algo de esto, suele ser tarde, porque esa capacidad de crear lazos sentimentales con otros, que, con la promiscuidad han perdido, es casi imposible de recuperar; por todo esto es que yo considero que el sexo es un medio no sólo para la reproducción y para el bienestar físico, sino también para la elevación espiritual de los seres materiales, de ahí que yo lo considere divino y que a su vez considere que quienes son promiscuos, están incurriendo, con su irrespetuosidad hacia el sexo, manifiesta en la promiscuidad, en una profanación del lugar sagrado que alrededor de dos cuerpos se construye cuando los mismos se acercan con la intención de entremezclarse.
   Julieta, totalmente sorprendida por lo que acababa de escuchar, tras unos segundos en silencio, le dijo:
   -Entonces, al igual que los conservadores, considerás que los promiscuos deben ser de alguna manera, reprobados.
   El joven rápidamente respondió:
   -No; yo considero que la promiscuidad debe ser reprobada, pero no así, quienes incurran en ella, que no es lo mismo.
   Y tras decir esto último y no encontrar respuesta por parte de Julieta, que se sintió emocional e intelectualmente desarmada, ni de ninguno de los demás compañeros, el joven le sonrió y no volvió a hacer uso de la palabra en los 20 minutos siguientes por los que el debate se extendió.
   Si bien a Gabriel, Julieta lo conocía desde hacía un largo tiempo y lo trataba desde hacía semanas, nunca había sentido atracción de ninguna clase por él; tras el debate en cuestión, la cosa cambió totalmente, dado que ella empezó a sentir una atracción hacia él, que implicaba una necesidad imperiosa de tocarlo, besarlo, abrazarlo y chuparlo, y ser por él, tocada, besada, abrazada, chupada y penetrada, no obstante lo cual, durante los días posteriores, nada de esto le manifestó, ya que justamente lo que él había expresado, la inhibía en lo que hace al acercamiento físico a su persona, fue entonces que se sintió totalmente desconcertada; no sabía qué hacer; quería acostarse con Gabriel cuanto antes, pero él había expresado que para él, el sexo era divino, entonces, si ella se le acercaba buscando cojer, él seguramente sentiría por ella, rechazo, además, ella había indirectamente confesado ser promiscua con lo que había dicho, o al menos pensaba que Gabriel así lo habría interpretado, y por consiguiente, había indirectamente confesado haber incurrido en el acto hereje de profanar lo que él había llamado: “Lugar sagrado que alrededor de dos cuerpos se construye cuando los mismos se acercan con la intención de entremezclarse.”
   Julieta tenía una mentalidad constituida por ideas claras y sólidas, como ocurre siempre cuando uno es joven y fanático, y lo por el joven expresado, le había hecho perder claridad y solidez a mucho de lo por ella tenido por absolutamente verdadero.
   Día y noche, Julieta pensó en cómo acercarse a Gabriel para expresarle su necesidad de entablar con él una relación que ella asumía que no sería rápidamente sexual, e incluso hasta dudaba de si lo sería alguna vez, pero a esa altura sentía que eso no era lo más importante, ya que a la atracción sexual que por él entonces experimentaba, la intuía como de base sentimental y, por lo tanto, infinitamente más profunda que la que seria de ser la misma, únicamente física, si bien su inexperiencia la llevaba a desconocer que la lujuria SIEMPRE se presenta disfrazada de amor, y sólo tras haber transcurrido el tiempo podemos determinar si lo que por alguien que nos atrae sexualmente, en un primer momento sentimos, es amor verdadero o ilusorio.
   La cuestión es que los días terribles que Julieta vivió por la conmoción en su sentir, que se magnificaba cuando con Gabriel tenía que hablar, la llevaron a determinar tras una semana, que tenía que arriesgarse y expresarle al joven lo que por él sentía, pero cada vez que los otros compañeros se alejaban y se quedaba sola con él, no se animaba siquiera a mirarlo a los ojos, lo cual la llevaba a posponer el momento de declarársele, cosa que jamás le había ocurrido previamente, ya que hasta hacía poco tiempo atrás, ella tenía una conducta bastante acorde con lo que, respecto a la promiscuidad, había expresado, por eso sentía que esta vez, la cosa era distinta; esta vez sentía que el sexo era secundario, ya que en este caso, lo primero era el amor, de ahí que se obligara a sí misma a decirle al joven lo que su persona le provocaba, pero como de frente estaba segura de que nunca lo podría hacer, una tarde-noche decidió escribirle una carta que, tras largas horas de escritura y correcciones, estuvo finalmente lista; a la misma decidió entregársela el día siguiente tras salir de la escuela.
   Al siguiente día, tras concluir la jornada escolar, los estudiantes salieron del recinto y Julieta fue en dirección a donde sabía que Gabriel tomaba el colectivo que lo acercaba hasta su casa en Bernal, y fue que tras menos de tres cuadras de caminar, detuvo su marcha al ver al joven desde la distancia, parado en la esquina de Mitre y 9 de Julio, entonces Julieta tomó aire profundamente, sacó la carta de amor de un bolsillo y reanudó la caminata hacia el joven dispuesta a entregarle su declaración escrita y después, alejarse rápidamente de él, pero ocurrió que, tras apenas unos pasos por ella dados, vio a una chica acercarse a Gabriel, que lo besó en los labios. Tras concluir el beso, ambos se abrazaron. Entonces, tras quedarse inmóvil durante algunos segundos ante esa visión que en su interior, la desgarraba, Julieta dio media vuelta y se fue rápidamente en dirección a su casa.
   Como a los cien metros encontró un tacho de basura en el cual, tiró la carta que ni Gabriel ni nadie, jamás leería.

miércoles, 27 de septiembre de 2023

María Clara: futura combatiente (cuento) - Martín Rabezzana


-Palabras: 1.777-

   Algunos días después de declarado el estado de sitio por parte del gobierno constitucional de Isabel Martínez de Perón, María Clara Tauber, perteneciente a la Federación Universitaria Anarquista Rosarina, se encontraba en un patio de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario, en donde cursaba el profesorado en letras, una mañana del mes de noviembre del año 1974, frente a compañeros militantes de grupos que respondían a las FAR (1), al PRT-ERP (2), a Vanguardia Comunista, y por supuesto, a Montoneros, entre otros grupos de izquierda revolucionaria; lo siguiente dijo:
   -El hecho de que todo gobierno del mundo posea la facultad de declarar el estado de sitio, que implica una suspensión de las garantías constitucionales, incluidos los derechos humanos considerados “inalienables”, da cuenta de que el llamado “estado de derecho”, es una ficción; una falacia; UNA MENTIRA TOTAL Y ABSOLUTA; solamente de declararse tal facultad ostentada por los gobernantes, inconstitucional, podríamos empezar a hablar mínimamente en serio sobre la existencia de un estado de derecho, pero como esto, que yo sepa, no se da en ningún país del mundo, por más “democrático”, “pluralista” y “derecho-humanista” que su gobierno diga ser, podemos con todo fundamento decir que el estado de derecho NO EXISTE NI PUEDE EXISTIR, es por eso que yo no me alarmo ante la situación actual, porque hace ya tiempo que concluí lo que acabo de expresar, de ahí que viva alarmada desde hace rato, pero en el caso de ustedes, parece ser que empiezan recién ahora a escuchar las alarmas que dan cuenta de que la represión a la mayor escala posible, nos acecha.
   Entonces un joven llamado Ulises, le dijo: 
   -Es verdad lo que decís, por eso debemos luchar en favor de una reforma constitucional que garantice el respeto por nuestros derechos sin admitir casos de excepción, que son los que dan lugar a la fundamentación del estado de sitio; nosotros, los militantes de la Juventud Universitaria Peronista, creemos que estos atropellos realizados por Isabel Martínez de Perón, o tal vez debería decir, por López Rega, ya que es él quien le mueve los hilos, nunca habrían sido aprobados por el general, de ahí que…
   Entonces la anarquista lo interrumpió al decir:
   -¡Pero si las Tres A (3) empezaron a funcionar mucho antes de la muerte de Perón! Y no precisamente a pesar de su voluntad… y ése es justamente el problema de tantos militantes de izquierda: tienen una creencia ciega en que el gobierno y el estado, son injustos porque injustos son sus integrantes, y que bastará con poner en ellos a gente bienintencionada, para que la justicia social se vuelva una realidad, y esto no es así, ya que el poder coercitivo, corrompe, y tiene su máxima manifestación en el poder gubernamental y estatal, el cual, deriva necesariamente en uso y abuso de la violencia por parte de sus poseedores, por pacíficos que previo a su posesión, fueran, contra todos aquellos miembros del cuerpo social que tengan la osadía de desacatar o cuestionar su voluntad, por eso es que no hay que apoyar a ningún candidato aspirante a un puesto de poder político, sino oponerse a todos, y ese oponerse a todos debe hacerse pacíficamente, ya que más allá de la cuestión ética que me lleva a considerar que ésa es la única manera válida de hacer las cosas, ocurre que no hay medios materiales ni humanos para vencer por la vía armada, a cientos de miles de represores estatales que conforman las fuerzas militares y de “seguridad”.
   Una chica llamada Elena, le dijo:
   -Entonces proponés que nos dejemos matar.
   La joven libertaria dijo:
   -No… yo considero que el tomar armas puede ser válido (aunque yo nunca lo haría), pero sólo para sobrevivir, que no es lo mismo que luchar con el objetivo de llegar al poder político para cambiar las cosas, a diferencia de tantos de ustedes, que consideran que sólo a través de las armas se puede contrarrestar la violencia armada de la oligarquía y transitar un camino conducente al socialismo; yo creo que…
   Entonces una bomba explotó en un aula que resultó en que los muchos jóvenes en el lugar, presentes, se dispersaran rápidamente; otros, entre los que estaba María Clara, pese al temor, se acercaron hasta el lugar de la explosión para auxiliar a los posibles heridos, pero no llegaron a hacer ni cinco pasos porque entonces, otra bomba explotó en otra aula, lo cual resultó en que ella, junto a los otros jóvenes que en un primer momento se habían quedado para prestar ayuda, decidiera salir del lugar cuanto antes.
   María Clara corrió con todas sus fuerzas hacia fuera del recinto universitario, una vez en la vereda de la calle Entre Ríos, siguió corriendo hasta que, al llegar a la calle Córdoba, un Ford Falcon se le cruzó, obligándola a detenerse en el acto; del mismo bajaron dos individuos elegantemente vestidos que, tras apuntarla con armas cortas, la agarraron de los brazos e intentaron subirla al vehículo; en ese momento, dos jóvenes (Elena y Ulises) que, hacía instantes nomás, habían participado de la reunión en el patio de la facultad, que eran militantes de la Juventud Universitaria Peronista y que, pese a sus disentimientos con Montoneros, habían pocas semanas atrás, pasado a engrosar las filas de sus combatientes en un intento de sobrevivir, sacaron pistolas y la joven guerrillera, gritó:
   -¡María Clara! ¡Tirate al piso!
   Ella, que no había llegado a ser introducida al auto de la patota de la Triple A, que ya había empezado a operar en Rosario, pudo liberarse del agarre de los captores, que, al escuchar lo que Elena gritó, aflojaron el agarre y miraron en todas las direcciones; esa distracción le permitió a María Clara arrojarse al suelo y entonces los montoneros, que se habían hábilmente acomodado en posición de tiro, en línea con el lado derecho frontal del Falcon, el varón, y con el lado izquierdo posterior del mismo, la mujer, dispararon sus armas repetidas veces hiriendo a los dos represores que habían bajado del vehículo; ambos lograron responder torpemente al fuego, ya que al no ver a los combatientes, que, tras disparar se habían escondido detrás de distintos coches que habían sido abandonados por sus conductores al iniciarse el tiroteo, no sabían hacia dónde apuntar sus armas; al advertir la situación, el que manejaba les gritó:
   -¡Vámonós, vámonós rápido!
   Uno de los represores, que había sido herido en un hombro, logró subir al auto, pero el otro, que estaba herido en una pierna, se acercaba al mismo con dificultad y lentitud, al notar esto, el represor herido en el hombro, le dijo gritando al que manejaba:
   -¡Arrancá, arrancá!
   El conductor así lo hizo y al encontrarse el tercer represor, abandonado por sus cómplices en medio de la calle, gritó:
   -¡Vuelvan, hijos de puta!… ¡Vueeeelvaaaann!
   Tras decir esto, caminó algunos pasos y cayó al piso; a un costado de su persona, quedó su pistola; entonces los dos jóvenes montoneros se le acercaron ominosamente mientras lo apuntaban y, al ver que el represor no estaba en posesión de su arma, dejaron de apuntarlo; al notarlo, el represor estiró un brazo intentando alcanzar su pistola marca Ballester-Molina, y cuando lo logró, ambos montoneros dispararon un total de siete balas contra el miembro de la Triple A, causándole la muerte.
   Tras todo esto, María Clara salió del negocio en el que se había refugiado (lo mismo habían hecho muchos otros transeúntes), y al verla, los montoneros le hicieron señas para que los siguiera; ella así lo hizo y entre los tres, transitaron casi al trote una cuadra de la calle peatonal, Córdoba, y al llegar a Mitre (calles en las que no había ningún policía, ya que en donde la Triple A, actuaba, las fuerzas de "seguridad" tenían la orden de estar ausentes), doblaron a la derecha e ingresaron a la playa de estacionamiento que en ese lugar, entonces había, y fingiendo tranquilidad, la pareja de montoneros saludó a un empleado del lugar que, por haber escuchado las explosiones y los disparos, con gran nerviosismo respondió al saludo y le entregó a Ulises la llave de su vehículo tras éste, haberle pagado; el joven partisano abrió la puerta del conductor de su auto Renault 4, y una vez dentro del mismo, le destrabó la puerta trasera izquierda a María Clara y la del acompañante, a Elena; una vez los tres acomodados en sus respectivos asientos, salieron a velocidad media del lugar para aumentarla bastante, una vez en la calle.
   Poco hablaron camino a la casa-refugio que “la orga” les había asignado a los combatientes montoneros; una vez en la misma, en total silencio, Elena encendió una hornalla de la cocina y puso sobre ella una pava para despúes, sacar de una alacena un paquete de yerba, abrirlo, y preparar mate; mientras tanto, Ulises, como si nada hubiera pasado, empezó a barrer el piso mientras María Clara, casi en shock por todo lo recientemente vivido, los miraba parada junto a la puerta que daba al patio.
   Una vez que el agua estuvo lista, Elena cebó un mate y lo tomó; entonces puso la pava sobre la mesa, se acomodó en una silla mientras Ulises hacía lo propio, y le dijo a María Clara:
   -Sentate.
   La joven se sentó; Elena le pasó el mate a su compañero que, en total mutismo, lo tomó, después se lo devolvió a Elena, que volvió a cebarlo y se lo ofreció a María Clara, que también, en total mutismo, lo tomó, ante la mirada apagada de los combatientes; una vez que la joven anarquista terminó el mate, la montonera, tranquilamente le dijo:
   -María Clara: sé que el uso de la violencia es contrario a tu ética y además, que tu ideología no es peronista, sino anarquista, y lo creas o no, también para nosotros el uso de la violencia es contrario a la ética, pero como a esta altura comprenderás, la situación actual, es muy particular;… Esto de agarrar armas, ya no tiene que ver con lograr objetivos políticos, sino con la voluntad de sobrevivir, es por eso que te digo lo siguiente: a unos kilómetros de acá, hay un descampado en el cual, los combatientes practicamos tiro; ¿querés venir con nosotros para aprender a manejar armas?
   Entonces, María Clara, que a juzgar por su mirada dirigida al piso, no parecía que fuera en ese momento a responder, de pronto la dirigió hacia los montoneros y, con resignación en su voz pero a la vez, con firmeza, mientras asentía con la cabeza, dijo:
   -Sí. 


(1) Fuerzas Armadas Revolucionarias.
(2) Partido Revolucionario de los Trabajadores/Ejército Revolucionario del Pueblo.
(3) Alianza Anticomunista Argentina.

domingo, 16 de abril de 2023

Combatientes Americanos (cuento) - Martín Rabezzana

 -Palabras: 2.309-   

   En un bar situado a pocas cuadras de la Plaza de Mayo, un 24 de marzo de 2027, día en que una multitud se reuniría en dicha plaza para conmemorar y repudiar al último golpe de estado, un individuo de unos cuarenta y tantos años, se encontraba en la barra hablando con un empleado del lugar que se limitaba a darle condescendientemente la razón, ya que mucho interés en la conversación, no tenía.
   Tras señalar a varias personas que por la calle pasaban con pancartas que daban cuenta de que se dirigían a la plaza ya mencionada, dijo:
   -¡Ja! ¡Qué caraduras que son estos zurdos!… Hablan de “memoria, verdad y justicia”, cuando lo que presentan como “memoria” y “verdad”, que según ellos, están constituidas por la represión arbitraria de los militares a gente supuestamente inocente, es una parte ínfima de ellas; la memoria tiene que ser COMPLETA. La memoria en serio, tiene que implicar recordar que en este país, en los ‘70, hubo terrorismo, y es a los terroristas que los militares llegaron para destruir, y ¡menos mal que así lo hicieron!, porque de no haberlo hecho, la Argentina ya no existiría.
   Entonces, un joven de unos 20 años se acercó al señor y le dijo:
   -Disculpe caballero, pero sucede que hablar de “memoria completa”, no puede implicar la consideración de que la historia argentina violenta, se inicia con la aparición de grupos guerrilleros como Montoneros o el ERP, allá por fines de los ‘60; la memoria completa tiene que implicar recordar que previo a la aparición de dichos grupos de partisanos, hubo cinco golpes de estado perpetrados por los militares cuyo fin fue el de defender los privilegios de unos pocos pertenecientes al gran empresariado local, que a su vez, responde a los intereses del gran empresariado internacional; la memoria completa tiene que implicar recordar que la policía viene agrediendo arbitrariamente a la población civil, desde su misma fundación; la memoria completa tiene que implicar recordar que allá por el siglo diecinueve, los grandes terratenientes decidieron expandir sus propiedades robándole la tierra a sus pobladores milenarios y mataron a muchos de ellos en el proceso; estos hechos, que fueron parte de la llamada “Conquista del desierto”, se perpetraron a través de la policía y las Fuerzas Armadas; cuando hubo coletazos de estos genocidios en el siglo veinte (“Masacre de Napalpí”, en los años ‘20, “Masacre de El Zapallar”, en los ‘30, “Masacre de Rincón Bomba”, en los ‘40), ahí estuvieron la policía, los militares, y en el último caso, la Gendarmería, secuestrando, torturando, violando, esclavizando y matando a miles de indígenas desarmados; la memoria completa tiene que implicar recordar que durante huelgas realizadas por obreros en reclamo de aumentos salariales y mejores condiciones laborales, dichas fuerzas del estado también reprimieron impiadosa e injustificadamente (“Semana Trágica”, en Capital Federal, “Masacre de la Forestal”, en Santa Fe, “La Patagonia Rebelde”, en Santa Cruz, "Masacre de Oberá", en Misiones, y muchos otros casos); la memoria completa tiene que implicar recordar que mientras estuvieron vigentes los Edictos Policiales (durante casi todo el siglo veinte), las detenciones arbitrarias, denominadas “razias”, eran permanentes y a gran escala, resultando esto en que todos los fines de semana pararan camiones policiales en la puerta de locales nocturnos de todo el país, y por nada, la policía detuviera a miles de personas; también por la calle ocurría que, por nada, los policías detuvieran a cualquiera, y durante esa innumerable cantidad de detenciones, eran comunes las golpizas, las torturas, las violaciones y hasta hay casos de asesinatos en el curso de estos arrestos que no tenían a nivel legal, ninguna razón de ser; por todo esto digo que las instituciones represivas que usted reivindica, lejos de estar para defender a la población, están para atacarla; así fue ayer, así es hoy, y seguramente así será SIEMPRE, ya que las Fuerzas Armadas y de “seguridad”, fueron creadas por una minoría perteneciente al establishment para defender sus privilegios que, como tales, se sostienen y aumentan, en paralelo con el empeoramiento de las condiciones de vida de las mayorías, de ahí que creer que las fuerzas represivas legales “están para proteger al pueblo”, sea absolutamente ridículo; están para proteger los intereses de los capitalistas locales, residentes en muchísimos casos, en el exterior, que son empleados de las potencias extranjeras entre cuyos dictados está siempre el de liberalizar nuestra economía, lo cual implica tomar medidas de desindustrialización, en pos de favorecer las importaciones, cosa que lleva al cierre masivo de fábricas y, por consiguiente, al aumento del desempleo y de la pobreza, lo que a su vez, deja al país en manos de los bancos “internacionales” (sobretodo uno), que nos prestan plata para que podamos paliar ciertas necesidades, pero a cambio de que acatemos sus directivas entre las que también SIEMPRE está, la de que el estado nacional se deshaga de sus empresas al privatizarlas, y si la venta de las mismas es a extranjeros, mejor, porque quedando los servicios esenciales en manos extranjeras, el país queda en manos extranjeras, y ése es justamente el objetivo de todo préstamo realizado por los bancos “internacionales”: que a cambio de los mismos, les entreguemos soberanía; todo esto lo hizo el último gobierno militar con consecuencias desastrosas para el país, de ahí que dichas fuerzas que se disfrazan de “nacionalistas”, sean en realidad, lo antinacional en su máxima expresión, y de ahí a su vez que tanto la defensa del pueblo como la oposición a la entrega del país, impliquen NECESARIAMENTE enfrentarse a ellas, y los guerrilleros de los '70, a ellas se enfrentaron. -Y tras algunos segundos, dijo: -La “memoria completa” de ustedes, ¡es muy parecida a la amnesia!
   El derechista escuchó al joven sin interrumpirlo, pero no porque respetara a las opiniones opuestas a las suyas, ya que esto no lo hacía, sino por la sorpresa que le había generado una expresión semejante procedente de alguien como ese joven, que tenía el pelo rapado, borceguíes y un uniforme verde, que lo asemejaban a alguien perteneciente a alguna Fuerza Armada legal, fue por eso que empezó a dudar de si lo que el joven le había dicho, lo pensaba realmente o si no se trataba de una puesta a prueba de algún grupo de inteligencia estatal (tal vez, militar), cuyo objetivo era ver cómo reaccionaba la población ante un discurso así; fue por esto que, calmadamente (tan calmadamente como el joven le había hablado), el señor le dijo:
   -O sea que usted considera que los grupos terroristas como Montoneros y el ERP, nada malo hicieron, y es por eso que no merecían ser reprimidos.
   A lo que el joven respondió:
   -Yo no digo eso; por supuesto que hicieron cosas jodidas, muchas de ellas, injustificables, lo que digo es que los grupos guerrilleros no se crearon espontáneamente; fueron creados por la misma represión estatal que usted reivindica; sin la represión arbitraria y cobarde perpetrada por las autoridades contra la población, sostenida durante tanto tiempo, los grupos guerrilleros, cuyo principal objetivo fue el de responder a ella, no se habrían creado nunca.
   El hombre no pudo responderle, pero no por haber sido convencido por el joven, lo cual, por supuesto, no había ocurrido, sino porque seguía asombrado de que alguien de su aspecto, dijera esas cosas; pensó en preguntarle a qué fuerza pertenecía, pero por temor, no lo hizo; el asombro del derechista fue mayor, cuando segundos después, ingresaron al negocio unos treinta y cinco jóvenes de similares características a las de aquel con quien había estado hablando; todos ellos estaban visiblemente armados.
   Una de las chicas pertenecientes al grupo de jóvenes recientemente creado, compuesto por personas de todas las provincias del país, cuyo nombre era el de Combatientes Americanos, como si recitara sobre un escenario, dijo:
   -Incurrir en actos de subversión, es un deber moral de todo aquel que considere que el estado de cosas, es malo.
   Otro de ellos, dijo:
   -"Orden", "disciplina", "normalidad" y "civilización";... las cuatro palabras favoritas de todo FACHO.
   Otra joven, dijo:
   -Los obedientes están más muertos que vivos; los desobedientes están completamente vivos; paradójicamente, es esa fuerza vital lo que impulsa a los vivos a encontrarse con aquellos deseosos de matarlos.
   Otro dijo:
   -Los muertos son los que pertenecen a las fuerzas del orden. Los vivos son los que a las mismas, combaten.
   Otra chica, dirigiéndose directamente al hombre derechista, dijo:
   -Los muertos matan a los vivos. Los vivos matan a los muertos.
   Ante todas esas expresiones que lo hacían sentirse parte de una película surrealista, el hombre no supo qué concluir; ya no sabía si lo que estaba en curso fuera una puesta a prueba de algún grupo de inteligencia, si se trataba de una obra heterodoxa de algún grupo de teatro (alguna vez había oído que algunos actores hacían esas cosas), si todo era simplemente una broma filmada con cámaras ocultas con el fin de posteriormente subirla a internet o publicarla en la televisión, o qué, lo que sí concluyó, es que lo mejor era salir del lugar, por eso, una vez que sintió que no le prestaban atención, así lo hizo; una vez fuera del bar, se acercó a un policía al que le informó de la presencia de jóvenes que parecían ser militares, pero que él creía que no lo eran; con el mismo fue hasta el negocio, y una vez que ambos hubieron ingresado al lugar, fueron apuntados por todos los jóvenes con armas cortas y largas; paralelamente les ordenaron que levantaran las manos, lo cual, hicieron; al policía le fue sacada su arma por una de las chicas, después, a ambos hombres, ella les dijo:
   -Repitan lo siguiente: ordenar es reprimir, por eso es que el orden es una cosa taaan nefasta.
   Ninguno de los dos repitió lo dicho, entonces la joven (que era muy atractiva), tras acercarse a ambos y acariciarlos de modo sensual, muy suavemente les dijo:
   -Vamos; repitan lo siguiente: ordenar es reprimir, por eso es que el orden es una cosa taaan nefasta.
   Y tanto el derechista civil como el policía, repitieron:
   -Ordenar es reprimir, por eso es que el orden es una cosa taaan nefasta.
   -¡Muy bien! -Dijo la chica, y aplaudió; después dijo: -Ahora repitan: quien así no lo crea, debería ser reprimido para que pueda experimentar en carne propia a las “bondades” del orden que anhela.
   Y, tratando de repetir, los hombres dijeron:
   -Quien así no lo crea, debería ser reprimido para que las bondades... de la…
   -Quien así no lo crea, debería... reprimido por...
   -No; no era así -dijo el policía.
   El civil dijo:
   -Eraaa…
   En ese momento se escucharon frenadas de vehículos que eran militares y policiales, de los cuales bajaron decenas de uniformados armados que dispararon contra el bar, fue entonces que todos los jóvenes, a través de las ventanas, empezaron a responder a los disparos con pistolas, ametralladoras y también con explosivos que en varias mochilas, transportaban; la balacera fue tremenda, tanto así que, tras unos cinco minutos de haberse iniciado, siete de los Combatientes Americanos habían caído bajo las balas de la represión estatal. Una cantidad similar había caído en el bando enemigo; a todo esto, tanto el derechista civil como el policía, totalmente espantados, se habían tirado al piso en el cual permanecerían durante un largo rato.
   Tras una media hora en que fue disparada innumerable cantidad de balas y decenas de explosivos habían sido hechos detonar, tanto en el bar como en la calle, todos los miembros de la agrupación armada de jóvenes, habían caído heridos de muerte, así como también, todos los empleados del negocio y (casi) toda su clientela, fue entonces que los disparos, cesaron.
   Los únicos sobrevivientes del bar, fueron el derechista civil y el policía, que sólo tras largos minutos de haber escuchado el último disparo, se atrevieron a levantarse y salir del negocio; una vez fuera del mismo, vieron que en la calle había muchísimos policías y militares muertos; ninguno de ellos parecía tampoco haber sobrevivido al enfrentamiento con el grupo de jóvenes partisanos; también notaron que las construcciones a su alrededor, estaban muy malogradas, así como los autos, que en muchos casos estaban siendo consumidos por el fuego, y lo más extraño de todo, era que la ciudad parecía deshabitada, ya que a nadie vivo vieron por las calles, lo que sí vieron, fue a muchos civiles en el piso, evidentemente muertos a balazos.
   Mientras caminaban en dirección a la Plaza de Mayo, que estaba macabramente alfombrada con cuerpos sin vida, el hombre y el policía, poco y nada hablaron; se limitaron tan sólo a pronunciar expresiones de asombro y desconcierto, absolutos; al acercarse a la Casa Rosada, les causó estupor el ver que la misma estaba destruida, como si hubiera sido bombardeada, pero más aún se los causó, el ver que la bandera que en lo alto de la misma, flameaba, no era la argentina, sino otra, una imperialista. La bandera argentina estaba presente, pero era más chica y estaba más abajo, y en medio de una y otra, un cartel enorme, lo siguiente decía: “Argentinos: ¡la libertad llegó!”
   En eso, escucharon acercarse a una camioneta del ejército argentino, entonces los dos hombres levantaron sus brazos para hacerse más visibles para sus ocupantes y el civil, gritando dijo:
   -¡Compatriotas! ¡Auxiiiliooo!
   Y el policía, con desesperación, dijo:
   -¡Ayuudaaa, por favooor!
    Y sin detenerse en ningún momento, a toda velocidad, la camioneta pasó de largo a ambos hombres y desde la misma, los soldados dispararon ráfagas de ametralladoras que los hicieron caer heridos de muerte; así como en el caso de la casa presidencial, en lo alto de la camioneta flameaba una gran bandera imperialista y por debajo de ella, otra más chica: la argentina.
   Con el último aliento que le quedaba, desde el piso, el civil dijo algo que jamás en su vida creyó que fuera a decir:
   -El guerrillero… tenía... razón.