
El mártir
Con gran
tranquilidad, el hombre abrió un libro y dijo:
-Me gustó mucho
tu libro; hay conceptos interesantes; en esta parte decís: "…Cuando se da una
conversación entre dos personas y una de ellas está en un puesto de autoridad,
no hay diálogo horizontal posible ya que ante las palabras del poseedor de
poder, su interlocutor existe para asentir y expresarse de modo condescendiente
para con su superior, y de no ser así, el conflicto es inminente y las
consecuencias para el inferior, inevitables; esto ocurre no sólo cuando se está
ante psiquiatras, sino también ante psicólogos, ya que si bien estos últimos
carecen de las facultades represivas otorgadas por la ley de los primeros, el
estado también los usa para sus propios fines ya que su supuesta función de ayudar
a las personas a mejorar su estado emocional al inducirlas a racionalizar
aquello que las aqueja y que, por supuestamente estar en su subconsciente, no
perciben, tiene por objetivo auténtico hacerlas complacientes de la situación
social de turno ya que la misma siempre condiciona y hasta llega a determinar
sus situaciones personales. Es decir, la provisión de asistencia psicológica
por parte del estado tiene el objetivo de preservar la integridad del mismo al
infundir en las personas el conformismo que impide todo intento de cambio y
oposición a las normativas legales; a través de la psicoterapia y la
psiquiatría, el estado intenta moldear a voluntad a nuestra personalidad en pos
de que seamos dóciles y funcionales al sistema que impone, y no lo seríamos si
en vez de dejarnos moldear, intentáramos fortalecer y dejar aflorar a nuestra
esencia." ¡Muy bueno! –y aplaudió; después prosiguió diciendo: -Y más abajo
decís: "…A algo tan nefasto como es la psicoterapización de todos, personas
como Bleger lo consideran "utópico"; esa "utopía" es para mí una distopía que,
lamentablemente, se parece demasiado a la realidad actual… Como ya lo expuso
Szasz: el psicólogo es la versión laica del cura confesor, y por culpa de las
llamadas "ciencias" hemos llegado a un grado tal de absurdo, que más
progresista que defender al empleado del sistema de "salud mental" actual,
parece ser la reivindicación del cura confesor (claro que también se puede
rechazar a ambos)."; y yo te respondo: de esto último ocurrir, sobrevendría un
nuevo equivalente a ellos (a nosotros) ya que la esencia de las cosas es indestructible;
sólo las formas cambian, la energía no se destruye;… No se puede destruir a NADA
ni a NADIE, por lo que matar es inducir al cambio de forma, y es realmente
frustrante entender esto si lo que se quiere es justamente, destruir… matar…
El hombre hizo
una pausa y se acercó a una mesa; agarró una botella de vino y tomó
directamente de la misma, después, señalando a la persona a la que le había
hablado, dijo:
-Vos sos de los
que concluyeron que nuestra personalidad es el resultado de nuestro contexto
social, cultural y económico, por lo que del mismo ser otro, nuestra forma de
ser sería también otra, por lo que nuestro verdadero ser (nuestra esencia) está
debajo de ese "barniz" con que nuestro medio ambiente nos reviste; esto es algo
cuya racionalización ha llevado a algunos a diferenciar al "yo" del "ego",
marcándose así una distinción como la que hay entre un actor ("yo" = esencia) y
su personaje ("ego" = superficie), y algo común a los idearios (como el tuyo)
en que esta idea se expone, es la idealización de lo subyacente, o sea, de la
esencia, y paralelamente, la denostación continua de lo superficial creado por
la "civilización", de ahí el conocido concepto de "el buen salvaje",
expresándose con esto que lo civilizado es "malo" y lo salvaje, "bueno", pero…
¿qué pasaría si uno lograra ver a la esencia humana y resolviera que la misma
es peor que lo que hay en la superficie?... Pasaría que dejaríamos de idealizar
a los "actores" y empezaríamos a apreciar a los "personajes", es decir, a
nosotros mismos y a los demás como YA somos… …¿Sería eso tan terrible?... …Tal
vez la vida TODA sea ficción, y eso no tiene por qué ser considerado malo, de
hecho es justamente la condición ficcional de nuestras vidas lo que nos redime ya
que TODAS nuestras faltas (hasta las que consideramos imperdonables) son parte
de un guión;… esto nos permite a todos (hagamos lo que hagamos) ser puros y
salvos ya que al final… todo era ficción…
El hombre volvió
a hacer una pausa en la que caminó por la habitación y volvió a tomar un trago
de vino, tras lo cual prosiguió hablando.
-Yo también
creía en lo negativo de nuestra superficie y en lo positivo de lo subyacente,
pero un día vi a nuestra esencia humana, por lo que con conocimiento de causa
te digo que es aun más horrible que el "barniz" con que nuestra cultura nos
reviste. –Y con tono melancólico agregó: -¡Tanto que denostan al "ego", y al
final, el "yo" es muchísimo peor! Es por
eso que aunque considere al sistema social mundial, nefasto, por ser el mal
menor, YO LO DEFIENDO, y es en su defensa que estoy cazando a la gente como vos
que pretende destruirlo al abogar por el resurgimiento de la esencia humana.
Su interlocutor
(por llamarlo de alguna manera ya que no lo era por estar amordazado además de
atado a una silla) sabía que por la posición en que estaba, no sería él quien
decidiera si saldría de ahí o no, pero como para todo aquel que tiene firmes
convicciones las mismas valen más que la propia vida, el morir por ellas es no
sólo justificado, sino hasta anhelado por glorioso, por lo que a diferencia de
lo que su enemigo habría querido, no sentía miedo alguno.
El opresor le
sacó a su víctima la mordaza y le dijo:
-¿Querés decir
algo?
Tras unos
segundos de mirar a su victimario en silencio, la víctima se rió, lo insultó y
después lo escupió; el victimario sacó de entre sus ropas un revólver y le
disparó varias veces causándole la muerte y transformándolo con la misma, en
mártir de una causa que, justamente por este hecho, se fortalecería.
La víctima era
un sobreviviente de la psiquiatría y la psicoterapia y era además militante de
la antipsiquiatría y la contrapsicología; el victimario era un licenciado en
psicología y tenía habilitación para prescribir psicofármacos como todos los
psicólogos la tienen/tendrán allá por mediados del siglo veintiuno, que es el
tiempo en que lo contado en este texto ocurrió/ocurrirá.