
-¿Te puedo
contar algo?
Yo dije que sí
desganado ya que en ese momento no tenía intención de socializar; me dijo:
-Hace unos
cuantos años yo estaba de vacaciones en la costa atlántica y me puse a hablar
con una chica en la playa; ella me gustaba y parecía tener onda conmigo;
hablamos como una hora y media y entonces el cielo se empezó a cubrir, por lo
que la gente se empezó a ir, ante lo cual me preocupé ya que asumí que ella
también querría irse, pero me calmé cuando dijo que salvo que empezara a llover
fuerte, se iba a quedar en la playa hasta el final de la tarde; la mina estaba
bárbara; me re flasheó; como era de
la provincia de San Luis, yo ya me veía ahorrando plata para ir a visitarla ya
que, aunque ni nos hubiéramos besado, ya la imaginaba siendo mi novia (¡y hasta
mi esposa!); no quería que de haber una relación entre nosotros fuera una de
esas aventuras de verano que suelen ser fuente de inspiración de tantas
canciones (deplorables)… la cuestión es que sentí el "flechazo" en ese rato en
que estuve con ella y casi literalmente, ya que sentí como si hubiera electricidad
entre nosotros; en un momento me dijo que quería tomar un helado, y como los
vendedores ambulantes, al igual que el resto de la mayor parte de la gente, se
habían ido por la inminente tormenta, para comprarlo había que acercarse hasta
la heladería más próxima que estaba como a tres cuadras de donde nos
encontrábamos, por lo que le dije que se quedara ahí que yo iría hasta la
heladería y volvería enseguida; llegué a la heladería, compré el helado y
cuando estaba por salir del negocio, escuché un estruendo aterrador; asumí que
algún generador eléctrico se había fundido, pero no; había sido un rayo que cayó
en la playa y alcanzó a varias personas; lo supe cuando llegué y escuché a la
gente a los gritos; al no encontrar a la chica, la describí y pregunté si
alguien la había visto. Me dijeron que era una de las personas impactadas por
el rayo y que había sido llevada por los guardavidas al hospital, por eso fui
literalmente corriendo hasta el mismo.
Entonces hizo
una pausa en su relato, y yo, que si bien al principio había escuchado con
desgano su historia, a esa altura tenía un interés enorme en la misma, con ansiedad
le pregunté:
-¿Sobrevivió?
-No.
Tras unos
segundos, tomé un trago de licor y él prosiguió:
-Desde entonces
tengo la "culpa del sobreviviente";… …No le encuentro sentido a nada de lo
ocurrido y encima creo que ese "fluir de electricidad" que sentí al estar con
ella, fue un presentimiento de lo que sobrevendría, pero en el momento no lo interpreté así,
de haberlo hecho le habría dicho que sería mejor ir a otra parte y ahora ella estaría
viva.
Y con gran dolor
en la voz, dijo:
-Los días de
lluvia le pido que me venga a buscar y me lleve con ella, y a veces sueño que
eso sucede; ella me viene a buscar y yo me pongo feliz, pero entonces me
despierto… …Al igual que Evaristo Carriego, vivo del amor de una muchacha
muerta.
El tipo me había
conmovido con su historia, por lo que a modo de agradecimiento, tras terminar
mi copa del licor jamaicano mencionado, le indiqué con una seña al empleado de
la barra que me sirviera más y que también le sirviera a mi interlocutor, pero él
dijo:
Me palmeó en el
hombro, saludó y se fue.
Una de las
meseras se me acercó y me dijo:
-No le habrás
creído, ¿o sí?
-¿Qué es lo que
no tendría que creerle?
-Nada tendrías
que creerle porque ese tipo está medio chapita, o por lo menos, es muy
versero;… siempre está contando historias para impresionar.
Entonces me
acordé de una novela de Antonio Dal Masetto en que un personaje adolescente
conoce a varias personas que narran hechos de veracidad dudosa y entonces se da
cuenta de que quienes gustan de contar historias para impresionar a los demás,
están en todas partes, y es verdad; los literatos
de la palabra hablada abundan en todas partes, lo que Dal Masetto no dijo
es que las personas tristes y amargadas que los "deschavan", también abundan en
todas partes.
Pasaron unos
minutos y la lluvia ya había disminuido en intensidad, pero los relámpagos
seguían iluminando el cielo.
Pagué el licor y
me fui.
Al salir del bar
me dirigí a la casa de mis amigos, pero tras caminar unas cuadras escuché una
explosión enorme; era obvio que un rayo había caído cerca de donde yo estaba;
quise ver qué daños había ocasionado, por lo que intuyendo que el impacto
eléctrico había sido en un lugar situado en dirección opuesta a la que yo
transitaba, di media vuelta; a cierta distancia vi un amontonamiento de gente
en una plaza; me acerqué y pregunté qué había pasado; una mujer, mientras me
señalaba el cuerpo a lo lejos de una persona en el piso al que un transeúnte le
estaba realizando primeros auxilios (que no reaccionaba ni reaccionaría), me
dijo:
-¡Le cayó un
rayo a un hombre!
Cerca del cuerpo
vi un sombrero gardeliano, por lo que no tuve dudas de que la persona
impactada fuera mi interlocutor del bar.
La mujer dijo:
-Pobre…
Yo dije:
-"Pobre", no; su
chica lo vino a buscar.
A lo que la
mujer, no entendiendo, dijo:
-¿Qué?
-Nada.
No creo que la
historia que el tipo me contó fuera falsa, y no creo tampoco que la energía
pueda ser destruida, por lo que pienso que él ahora está con su chica en un
lugar mejor, y no lo digo para no sentirme mal por lo ocurrido, sino porque
realmente creo que el rayo lo condujo al lugar al que quería llegar, por lo que
no exagero al decir que lejos de lamentar su suerte, la envidio.