lunes, 22 de agosto de 2022

Masacre en Nordelta (cuento) - Martín Rabezzana

-Palabras: 2.134-
   Una noche de viernes, allá por principios de la década de los años dos mil, mientras la juventud se empeñaba en divertirse dinamitando su salud, un joven alternaba la toma de un mate tras otro con un frenético atarearse con la corrección de un guion de cine que acababa de terminar de escribir y que esperaba fuera aceptado por productores para su realización; en eso lo llamaron por teléfono y, tras el saludo de convención, una voz femenina dijo:
   -En un rato te pasamos a buscar.
   -No puedo salir hoy, estoy ocupado -respondió el joven.
   -Vamos para allá.
   Y cortó.
   Al rato llegaron varios jóvenes (chicas y chicos) que llenaron de humo la casa en la que el escritor estaba solo, ya que sus familiares se habían ido de viaje, además de llenar las mesas de botellas de Fernet y vodka (esta última bebida, de la marca más económica).
   La mina que lo había llamado le volvió a decir de salir, pero él volvió a decirle que no podía por estar esa noche muy ocupado; al ella preguntarle con qué estaba ocupado, le dijo:
   -Recién terminé un guion para una película; me falta terminar de corregirlo y después me tocará acosar a productores cinematográficos y allegados a ellos para que se dignen leerlo.
   -¡Buenísimo! ¿Y de qué trata?
   -Va a ser una película del género fantástico sobre un comando del ERP que en los años setenta se dispone a atacar un cuartel militar y cuando al mismo ingresa, sus integrantes dan un “salto en el tiempo” (que es como se denomina en dicho género a los viajes temporales que ocurren por motivos inesperados y desconocidos) y aparecen en el primer lustro de los años dos mil en un barrio cerrado, barrios que, no casualmente empezaron a crearse poco después del exterminio de los grupos guerrilleros, ya que con los mismos funcionando, no se podrían haber creado. La cuestión es que una vez en dicho lugar, se muestran totalmente desconcertados y tras unos minutos de caminar, desde la distancia un vigilador los ve, e inmediatamente agarra su “walkie talkie” con la intención de alertar a los demás vigiladores de la presencia de los combatientes, pero a último momento el hombre, que tenía más de 50 años, desiste por creer reconocer a varios ex camaradas en el grupo armado cuyos integrantes (hombres y mujeres) visten ropa militar, ya que en su juventud había sido parte del PRT-ERP, pero se dice a sí mismo: “¡No puede ser!”, sin embargo, era… entonces se acerca al grupo sigilosamente y sus integrantes, que eran más o menos 12 (y había unos 60 más que se habían dispersado por otras áreas del “cantri”) lo apuntan con sus fusiles, ahí él dice: “¡Camaradas!… ¿Se acuerdan de mí?”, y pronuncia su nombre, entonces varios de los combatientes, tras vacilar un poco, lo reconocen y se sorprenden; bajan sus armas y el vigilador, tras expresarles que era una cosa increíble que estuvieran ahí, les cuenta que están en los años dos mil; les dice que tras menos de dos años del golpe de estado del 76, a los guerrilleros los mataron casi a todos, como así también a miles de militantes de partidos de izquierda que no tenían facciones armadas, gremialistas, estudiantes secundarios y universitarios, docentes, abogados de víctimas de la represión estatal, militantes de derechos humanos y familiares y amigos de víctimas de las autoridades cuyo único “delito” había sido reclamar por las vidas de sus seres queridos, y que los que sobrevivieron y eran de la izquierda revolucionaria, fueran partisanos o no, tras la represión de los setenta, no lograron nunca reagruparse, de ahí que el “Partido Revolucionario de los Trabajadores”, así como el “Ejército Revolucionario del Pueblo”, hayan dejado de existir; les explica que están en un “country”; “¿En un qué?”, pregunta un combatiente, y el vigilador le responde: “En un country, que es un área que la alta burguesía cerró para su propio uso en la cual, hay viviendas lujosas además de grandes espacios “naturales” en los que los conchetos construyen campos deportivos, y todo esto en muchos casos, en zonas de humedales que, cuando llueve, absorben el agua; al erradicarse los humedales, el agua de la lluvia provoca inundaciones que los mismos conchetos no sufren, porque disponen de terraplenes que expulsan al agua hacia fuera de sus ciudades amuralladas, de ahí que los “cantris”, o “barrios cerrados” (que a esta altura son lo mismo) sean culpables de un desastre ecológico que además, aumenta la pobreza en la sociedad, ya que quienes sufren inundaciones no siendo pobres, pueden perder todo (incluso la vida) y terminan así, volviéndose pobres, y quienes ya lo son, ¡ni hablar!, además, los habitantes de los alrededores de los cantris sufren comúnmente de falta de agua por los “cántriers” usarla en exceso para crear sus lagos artificiales y regar sus espacios verdes; les dice que todo eso constituye la más alta expresión del capitalismo, que nadie hace nada para contrarrestarlo y que la situación es cada vez peor porque ese barrio privado en que están (se encontraban en Nordelta), que acapara recursos que dejan en la necesidad a las mayorías, es tan solo uno de los literalmente cientos de barrios de las mismas características que existen en Buenos Aires y en el resto del país, que siguen proliferando en paralelo con el aumento de la pobreza del pueblo, dando cuenta esto de que los habitantes de dichos barrios (que en muchos casos son traficantes de armas, de drogas, lavadores de dinero, estafadores y explotadores legales e ilegales del trabajo ajeno) no son realmente parte del mismo, sino de un antipueblo apátrida que más que con Argentina, tanto en lo cultural como en lo humano, se identifica con Gran Bretaña (y el monstruo innombrable que de dicho país, deriva), entonces uno de sus ex camaradas le recrimina que él esté trabajando en la protección de dichas propiedades y el vigilador baja la cabeza por sentirse totalmente avergonzado y trata de excusarse diciéndoles que otro trabajo no había encontrado y que por tener una familia que mantener, no tiene opción y debe hacer lo que hace; les dice que además ya está viejo para hacerle la guerra revolucionaria a los conchetos, y que aun si así decidiera hacerlo, está solo, entonces sus ex camaradas le dicen que ya no está solo, que ellos están ahí y le piden que vuelva a incorporarse al ejército partisano; en ese momento los sesenta restantes combatientes que se habían dispersado, aparecen trayendo como prisioneros a otros vigiladores; los combatientes que habían hablado con el ex miembro del ERP, les transmiten todo lo que él les había dicho y rápidamente todos resuelven que al capitalismo asesino que se materializa en donde entonces estaban, hay que herirlo de muerte; uno de los combatientes le da un fusil al vigilador y tras éste empuñarlo, muy emocionado, dice: “Hoy vuelvo a ser joven e idealista”. Tras lo cual, le indica a los combatientes en dónde hay un lugar en el que mantener en calidad de presos a los otros vigiladores, y después de ellos llevarlos y dejarlos ahí, el ex miembro del ERP (que a esta altura ya no era “ex”, por haberse al mismo reincorporado, de ahí que en ese momento fuera en realidad un “ex ex”), por ser un baqueano de esa área usurpada por la alta burguesía, rápidamente expone un panorama de la misma y da indicaciones sobre cuáles son los lugares por atacar primero, siendo los mismos, por supuesto, los más cercanos a la salida; también les indica cuáles son los lugares en que se guarda combustible; entonces, los poco más de 70 combatientes se separan en varios grupos y empiezan a tirar granadas de mano y otros explosivos; algunos, tras hacerse con bidones de nafta, los derraman en las mansiones y después tiran fósforos encendidos, y cuando los infames nordeltenses apátridas tratan de escapar de sus castillos, son fusilados, lo cual resulta en que muera cualquier cantidad de conchetos. Después el comando del ERP vuelve a saltar en el tiempo resultando esto en que al llegar las autoridades, a ninguno de sus miembros encuentren y… bueh… ese sería más o menos el final.
   Entonces todos los jóvenes que con gran atención habían escuchado lo que el escritor dijo, coincidieron en que la idea era buenísima, por lo cual, aplaudieron fevorosamente; la mina que lo había llamado, dijo:   
   -¡Uaaaaau, che! ¡Nunca escuché un final más feliz!… ¿Y cómo se va a llamar la película?
   -“Masacre en Nordelta”.
   Al escuchar el nombre del proyecto, todos rieron.
   Y tras un rato de escabiar, fumar y hablar de cualquier cosa, la mina volvió a insistirle al escritor con salir (los demás hicieron lo mismo) y finalmente lo convencieron, entonces, estando en el sur del Gran Buenos Aires, se subieron a una Renault Trafic que manejaría el único de los ocho jóvenes del grupo que esa noche no había tomado ni tomaría alcohol, y se dirigieron a una autopista con destino a… “¿Dónde?”, preguntó el escritor, pero nadie respondió, y tras canciones que muchos cantaban procedentes de los parlantes del pasacassette, alguien le preguntó si se sabía canciones de los años revolucionarios, y claro que él se sabía varios temitas argentosetentistas que, gracias al vodka barato que en la camioneta había consumido, empezó a cantar sin necesidad de que le insistieran:
   -¡Montoneros FAR y ERP! ¡Con las armas al poder! ¡Montoneros FAR y ERP! ¡Con las armas al poder!
   Y tras apenas dos veces de pronunciar esas palabras, los restantes ocupantes de la camioneta cantaron con él ésa, y otras canciones de liberación como las que dicen: Santucho, Pujadas, la patria liberada. Santucho, Pujadas, la patria liberada. /// Todos los guerrilleros, son nuestros compañeros. Todos los guerrilleros son nuestros compañeros, y: Ya van a ver. Ya van a ver. Cuando venguemos (a) los muertos de Trelew. Ya van a ver
   Y tras salir de la autopista, encontrándose ya en el norte del Gran Buenos Aires, más precisamente en el municipio de Tigre, se acercaron a una zona en que el escritor nunca antes había estado, por lo cual le preguntó a la mina que lo había ido a buscar, que era la persona del grupo con la que más relación tenía, en dónde estaban, ella, señalando un lugar en la distancia a través de una ventanilla, le dijo:
   -Estamos llegando a Nordelta.
   Estacionaron la Trafic y de la misma bajaron, y mientras reían, bailaban y cantaban canciones revolucionarias (cosa que el escritor no habría hecho de no haber estado muy alcoholizado, por eso digo: ¡aguante el alcohol!, dado que, como dice más o menos Horacio Guarany en una película en la que alude a su padre, que era una persona triste y desanimada, salvo cuando tomaba alcohol, ya que bajo sus efectos, reía, bailaba y cantaba: “¿Qué tan malo puede ser el alcohol si le devuelve a un hombre el canto, el baile y la risa?”), apareció un patrullero del cual bajaron tres guardianes del capital (o sea, tres policías) que de pésima manera, le pidieron al grupo de jóvenes que transitaba por una vereda, que pusiera las manos contra la pared, y una vez que todos y cada uno de ellos así lo hizo, tan sólo por diversión, uno de los policías le dio un culatazo en la nuca a uno de los jóvenes que lo hizo caer; una vez en el piso, otro de ellos lo pateó y todos los jóvenes los insultaron y a punto estuvieron de lanzarse sobre ellos y ser por los policías, asesinados, ya que estos los apuntaban con sus armas, y fue al ver esta situación que un grupo armado de más o menos 12 personas, cuyos integrantes (hombres y mujeres) estaban vestidos con ropa militar, apareció y redujo a golpes a los tres policías así como a aquel que se había quedado en el patrullero; uno de los que pertenecía al grupo armado, preguntó:
   -¿En dónde estamos?
   Entonces el escritor, mirando al combatiente con gran sorpresa, se le acercó y le dijo:
   -Cerca de Nordelta.
   -¿De dónde? -preguntó y miró a sus compañeros que, con gestos evidenciaron no haber tampoco escuchado nunca de ese lugar.
   Entonces el escritor estuvo seguro de que no se equivocaba al asumir que el desconocimiento del infame vocablo de “Nordelta”, daba cuenta de que los individuos procedían de otro tiempo.
   Tras unos breves instantes de silencio, la mina que al escritor había ido a buscar, por evidentemente haber asumido lo mismo que él sobre quiénes eran esas personas vestidas de verde, empezó a cantar lo siguiente:
   -¡Todos los guerrilleros, son nuestros compañeros! ¡Todos los guerrilleros, son nuestros compañeros!
   Y fue secundada por todos los demás jóvenes que a esa altura habían perfectamente entendido que la ficción se estaba volviendo realidad.

miércoles, 3 de agosto de 2022

La anticiencia = camino de liberación (cuento) - Martín Rabezzana

   -Palabras: 1.497-

   
   En una reunión de una agrupación política en formación, alguien dio su opinión sobre por qué ciertas personas empoderadas se conducen de determinado modo, y previo a la misma, realizó un preámbulo que no pasó desapercibido para uno de los individuos que del debate, participaba; le dijo:
   -Lamentablemente es bastante común eso que acabás de hacer.
   -¿A qué te referís?
   -A eso de decir: “Yo no soy psicólogo, pero…” y ahí empezar a exponer un análisis personal de por qué alguien hace lo que hace, como si hubiera que haber cursado estudios en psicología para poder con fundamento opinar sobre temas relativos a la conducta, y eso da cuenta de que vos, al igual que tanta otra gente de hoy en día, convalidás que ciertos conocimientos (y sus respectivos tratamientos), en este caso, psicológicos, sean propiedad privada de un grupo determinado de personas, de ahí que antes de ingresar a dicho campo, pidas permiso por sentir que el mismo no es tuyo, cuando en realidad, dicho campo ES DE TODOS, por eso TODOS nos podemos y nos DEBEMOS meter, y si hay que echar a alguien de dicho campo, es a aquellos que lo tienen alambrado y dicen que les pertenece.
   Entonces la persona que había realizado el mencionado preámbulo, dijo:
  -Y… pero es lógico que alguien que estudió una determinada materia tenga un conocimiento mayor de ella que alguien que no la estudió y, por consiguiente, que el primero tenga una opinión sobre la misma, más válida que el segundo.
   -Y eso, según vos, significa que su palabra vale más que el sentido común de los no diplomados cuando el mismo lleva a concluir algo totalmente distinto a lo expresado por el “experto”.
  -Y, en muchos casos sí, ya que hay cosas que a simple vista parecen ser de una manera y creemos entenderlas, pero al analizarlas en detalle las redescubrimos y reinterpretamos de manera completamente diferente.
   -Entonces, si por ejemplo, yo viera que alguien que consume psicofármacos prescritos por una autoridad médica, no se puede ni levantar de la cama y que cuando lo hace anda arrastrándose lastimosamente porque en lo físico y anímico está destruido (además de padecer de toda una serie de otras cosas que antes de tomar dichas drogas, no padecía), y mediante el ejercicio del más elemental razonamiento, desacreditara al profesional de la antisalud de turno que los haya prescrito al decirle: “Esas pastillas que tomás, te están haciendo MAL”, vos me descalificarías diciéndome: “No sos médico. No tenés conocimientos para opinar sobre temas de salud”... o si el cielo se cubriera de nubes negras, empezara a relampaguear y en base a eso yo expresara que se aproxima una fuerte tormenta, vos me descalificarías diciéndome: “No sos meteorólogo, no tenés conocimientos para opinar sobre el clima”, ¿o no?... En tales casos, según vos, ¿cuál de nosotros habría expresado algo ridículo? La respuesta es obvia, porque hay cosas que son taaaan evidentes, que no requieren de ningún estudio para ser comprendidas ni interpretadas correctamente; otro ejemplo: si una cantidad determinada de plata te alcanza para comprar cada vez menos cosas, ¿tenés que ser economista para poder sacar una conclusión sensata al respecto?, que, claro está, en este caso no podría ser otra que la siguiente: el ministro de economía está haciendo las cosas mal. ¡Por supuesto que no!, sin embargo, si expresás cosa tal delante de un economista oficialista del gobierno durante el cual se da el periodo de recesión en que vivís, no te va a decir que tenés razón, ya que mediante toda una serie de sofismos, que por su complejidad no podrás rebatir, salvo que vos mismo seas economista, te va a querer convencer de que la situación económica está cada vez mejor, y que tu falta de conocimientos técnicos en materia económica te llevan a interpretar los hechos de manera equivocada; te va a decir cosas como que lo que considerás un retroceso, es en realidad una toma de impulso necesaria para irse con todo para adelante, de ahí que creas que todo está cada vez peor cuando en realidad, según él, todo está cada vez mejor, y lo más grave de esto es que si el economista tiene buen manejo de la palabra, podría llegar a convencerte aunque tu situación siga claramente desmejorando, es decir, aunque la plata a vos y a la mayor parte de la población, te siga alcanzando cada vez para menos cosas, y esto pasa con todas las ciencias bajo cuya tiranía, vivimos; todas ellas tienen representantes que continuamente nos quieren vender que toda una serie de cosas que todos reconocemos mediante el ejercicio del razonamiento más elemental, en su carácter negativo, son en realidad, de carácter positivo, así como que lo positivo es en realidad, negativo, cuando eso es lo que le conviene al sistema de dominación para cuya defensa han nacido TODOS LOS DIPLOMADOS EN CIENCIAS… Las ciencias son usadas para hacerse con el poder y una vez en el mismo, las autoridades se sirven de ellas para suprimir toda autonomía de pensamiento en la población, que cuanto más intelectualizada está, menos confía en su propio criterio y más confía en el de aquellos que están diplomados en ciencias (¡qué paradoja! La gente más intelectualizada es la menos pensante), ya que eso le permite a los empoderados mantener y acrecentar su poderío, y no es “el mal uso” que se le da a las ciencias, el problema, sino la intelectualización excesiva que convierte a una persona común, en científica y en cientificista cuando llega a su grado más alto de corrupción como ser humano, es decir, el problema del sometimiento de unos pocos a las mayorías, es causado por las ciencias, ya que es la naturaleza misma de ellas lo que lleva a actuar despiadadamente porque en el exceso de intelectualización que deriva en una inteligencia cada vez mayor, hay, como cosa inevitable, una crueldad progresivamente mayor, de ahí que la intelectualización que para mí, es válida, es la que llega hasta el punto en que uno tiene conocimientos suficientes como para cuestionar a las ciencias pero sin llegar a ser experto en ellas, y cuando se da ese cuestionamiento, lo que sobreviene tarde o temprano de modo inevitable, es el descrédito subversivo y liberador… Por ejemplo: ¿qué pasaría si durante un sistema monárquico que, como tal, se basa en la creencia en que un dios le dio autoridad a una persona para gobernar a las masas, si todos sus gobernados se hicieran ateos? ¿Se sostendría o se vendría abajo?... El sistema actual se basa en las ciencias para ejercer la dominación, de ahí que haya científicos en todo lugar en donde hay poder;… ¿qué pasaría si en esta era cientificista todos dejáramos de creer en las ciencias? ¿Se sostendría el control social y la represión estatales que justamente, dependen de las ciencias para su funcionamiento? Obviamente la respuesta es NO; no se sostendría, se vendría abajo, de ahí que el combate por realizar, no deba ser contra el capital económico, sino contra el capital intelectual que está concentrado en sectores denominados “científicos”, y no significa lo que propongo que pretenda que todos nos volvamos científicos para atacar a la ciencia, ya que eso sería como pretender erradicar a la violencia armada de determinado grupo, proponiendo que todos nos armemos para combatirlo. Lo que propongo es dejar de creer en las ciencias ya que han venido, no a reemplazar a las religiones, sino a sumarse a ellas dado que son sus diversificaciones solidificadas.
   Mientras el individuo decía estas cosas, las personas a su alrededor se mantenían en silencio prestando gran atención a lo que escuchaban, no significando esto que estuvieran de acuerdo con lo expuesto, de hecho, su lenguaje gestual daba cuenta de que no lo estaban en absoluto, sin embargo, aun quienes de entre ellas pensaban rebatirle al discursista todos y cada uno de sus fundamentos, esperaron a que terminara de hablar para hablar ellas.
  El individuo anticiencia, tras una breve pausa, continuó diciendo:
   -Debemos enarbolar la bandera de la anticiencia, ya que en la destrucción del dios ciencia, está la única liberación verdadera; debemos terminar de una vez y para siempre con la creencia supersticiosa según la cual, la ciencia es la verdad; debemos desacralizar a todo aquel que, por su título científico, está investido de facultades impositivas sobre los demás, debemos…
   Y mientras decía esto último, el individuo, para sorpresa de todos aquellos que lo escuchaban, se empezó a volver translúcido, y tras escasos segundos, se hizo totalmente inaudible y después, invisible.
   Las más o menos 25 personas que participaban del debate, estaban totalmente sorprendidas y entre ellas se preguntaron qué le había pasado al individuo anticiencia; se dijeron cosas de tipo: “Habrá sido una proyección psíquica de alguien”; “Habrá sido un viajero de otra dimensión”; “Habrá sido un extraterrestre”, pero ninguna de ellas tuvo razón; la respuesta al por qué de su desaparición, es la siguiente: nadie había creído en él.