Al
adolescente lo habían estado verdugueando durante un largo rato, tres giles en
cierta reunión nocturna; en un principio él, sabiéndose en inferioridad de
condiciones frente a tres personas, nada dijo ni nada hizo, pero en cierto
momento se les acercó por detrás y, a modo de respuesta a sus expresiones
irrespetuosas, les vació en la cabeza el contenido de dos vasos de cerveza,
tras lo cual, salió corriendo del lugar y los tres pibes empezaron a perseguirlo,
pero como él estaba en forma, se encontraba en condiciones de correr rápido y
sostenidamente, en cambio, los tres giles no, por eso a la cuadra y media de
perseguirlo, no daban más, por lo que cuando el joven miró hacia atrás y vio
que sólo uno de sus tres perseguidores sostenía aún la persecución, ya que los
otros dos estaban acuclillados, exponiendo así, agotamiento, pegó la vuelta y
se dirigió hacia su primer perseguidor al cual le dio un derechazo que lo
derribó. Después fue corriendo hacia el segundo y también lo dejó fuera de
combate con un solo golpe, y el tercero, que estaba más atrás y vio toda la
escena, se le escapó, ya que, como pudo (es decir, casi arrastrándose) alcanzó
a subirse a un colectivo y evitó así ser el tercer noqueado del joven que, si
bien era tranquilo, mejor era no joderlo demasiado.