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jueves, 16 de marzo de 2023

Noche de sanación de heridos y (noche) de heridores (auto)heridos - Martín Rabezzana

-Palabras: 2.662-
      Allá por el año 2031, en el programa de radio: “Noches dentro de noches”, en el que años atrás, Celina (su conductora) con todo fundamento le había advertido a un oyente lo que para él sobrevendría si iniciaba un tratamiento psicológico, lo cual había causado repudio hacia ella en muchos oyentes (también había generado expresiones positivas), el tema de la antipsiquiatría volvió a estar presente con asiduidad tras las condenas a los psiquiatras Ricardo Togliavita y Soledad Aguzzina.
   Para esa noche, Celina programó una entrevista telefónica con un militante perteneciente a una organización en contra de la coerción psiquiátrica, llamado Sebastián Giusti; tras él expresar con fundamentos sólidos que la psiquiatría consiste ni más ni menos que en la aplicación de tormentos, Celina le preguntó:
   -¿Por qué las organizaciones de derechos humanos no denominan al tratamiento psiquiátrico involuntario: TORTURA?
   El militante le respondió:
   -Por motivos de conveniencia lo dejaron de llamar de ese modo;… Esto es un poco largo de explicar, pero si me das unos minutos, te lo explico.
   -Sí sí. Tenemos tiempo; adelante.
   -En los años 1970, los organismos de derechos humanos internacionales, tenían en la búsqueda de la abolición de la psiquiatría coercitiva, a una de sus principales causas por considerarla arbitraria y contraria a los derechos humanos básicos, al punto que muchos de sus militantes, la denominaban justamente: tortura, pero ocurrió que a principios de la década del ‘80, tras haber dichas organizaciones actuado judicialmente en pos de lograr procesamientos de represores estatales (que no tenían nada que ver con lo psiquiátrico) y no haber tenido éxito, ya sea porque la protección estatal impidió que así ocurriera, por los delitos haber prescrito o por otros motivos, muchos de sus integrantes empezaron a buscar un instrumento alternativo de persecución y castigo, y no hubo necesidad de inventarlo dado que el mismo existía ya dentro de la legalidad y era, claro está, la psiquiatría; dichas organizaciones de derechos humanos estatales y no estatales, cuyos miembros son mayormente de izquierda, al igual que lo han hecho históricamente los derechistas (y lo siguen haciendo), empezaron a valerse de la psiquiatría para que sus practicantes realizaran diagnósticos “médicos” en personas por ellos consideradas merecedoras de castigo, que validaran su condición “patológica” por haber incurrido en hechos considerados, aberrantes, y tuvieron éxito, ya que varios de ellos evadieron la prisión, pero no así, el manicomio, y por supuesto... previo a hacer esto, hubo que “limpiar” hasta el menor vestigio de antipsiquiatría que hubiera en las organizaciones de derechos humanos, porque, obviamente, no habría habido ninguna coherencia en el hecho de servirse de la psiquiatría para imponer puniciones, y paralelamente denunciar que la psiquiatría es justamente un instrumento punitivo que se disfraza de sistema médico, y así fue que, de modo mancomunado, en todo el mundo las organizaciones de derechos humanos marginaron y expulsaron en masa a sus miembros críticos o detractores de la psiquiatría, o del poder coercitivo del que está investida.
   Celina preguntó:
   -¿Qué pasa actualmente si un militante perteneciente a un organismo de derechos humanos, aboga por la abolición de la coerción psiquiátrica o propone cuestionar a la validez de la psiquiatría misma?
   -Pasa que es degradado; con esto se busca que se dé cuenta de que si quiere ascender, deberá dejar a dicha causa de lado, y si pese a esto, con la misma insiste, es expulsado.
   -Se convierte en un paria.
   -Exactamente. Por eso quienes somos defensores de los derechos humanos y estamos en contra de la coerción psiquiátrica, debimos formar nuestras propias agrupaciones que, por lo ya expresado, están en conflicto permanente con las organizaciones derecho-humanistas tradicionales; esas organizaciones, lejos de ser aliadas de nuestra causa, constituyen un obstáculo.
   Y tras ingresar a un portal web de noticias con el objetivo de leer cierto pasaje de una entrevista, Celina dijo:
   -La ministra de salud de la nación, dice estar en gran medida de acuerdo con los postulados que ustedes presentan, de ahí que haya expresado que, y leo textualmente: “...la situación de los enfermos psiquiátricos ha mejorado mucho últimamente gracias al trabajo de organizaciones de derechos humanos con perspectiva crítica de la psiquiatría; esa mirada crítica que ellos tienen, es la misma que tengo yo”. ¿Qué pensás de esto que la ministra expresó?
   El militante derecho-humanista se río levemente, y después dijo:
   -De ningún modo considero que sea “crítico” ni mucho menos, contrario a la psiquiatría ni a sus facultades coercitivas, alguien que se refiere a quienes son psiquiatrizados, como “enfermos”, ya que esa denominación implica una convalidación, no sólo del diagnóstico psiquiátrico, sino incluso, de la psiquiatría misma, de ahí que a quienes son psiquiatrizados, quienes estamos en contra de la psiquiatría coercitiva, los llamemos: “víctimas”, cuando lo son contra su voluntad, “usuarios”, cuando lo son voluntariamente, y “sobrevivientes”, cuando han logrado escapar del yugo psiquiátrico;… ...Yo considero que la ministra es parte del problema que queremos resolver, y a mi modo de ver, su supuesta simpatía hacia nuestra causa, se debe a que ve un cambio de fondo avecinarse del cual, somos impulsores, y por eso es que intenta congraciarse con nosotros. Lo hace por propia conveniencia, pero si llega a ocurrir que nuestra causa, en vez de avanzar, se empieza a estancar o empieza a retroceder, va a empezar a expresar hacia nosotros, antipatía o se volverá indiferente, por eso es que no creemos que la ministra de salud pueda ser aliada de nuestra causa como así tampoco, nadie que pertenezca al sistema de salud oficial, ya que el cambio que buscamos, sólo puede lograrse presionando a quienes son parte del mismo, y la presión sólo puede ser efectiva si se realiza desde el exterior.
   Celina, a pesar de los inconvenientes que en el pasado le había causado hablar del tema en cuestión en su programa, lejos de querer evadirlo, al haber vuelto a plantearse por los oyentes tras los conocidos fallos judiciales en contra de la psiquiatría, decidió afrontarlo decididamente, y fue con gran decisión que al militante le formuló la siguiente pregunta:
   -Empecemos por definir algo fundamental: ¿qué significa ser un “enfermo psiquiátrico”?
   El militante respondió:
   -Un “enfermo psiquiátrico” es absolutamente CUALQUIER PERSONA a la cual, un psiquiatra decida llamar así.
   -Sin embargo, en el concepto general, hay que estar loco para ser recluido en un manicomio.
   -Ese concepto es totalmente equivocado, ya que TODO es patológico bajo la mirada de los psiquiatras, salvo, por supuesto, lo que ellos mismos hacen, y a quien no lo crea así, le pido que consulte el infame librito llamado habitualmente “DSM”, o sea, el “Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales”, y constatará que en el mismo se incluyen unas 300 formas de ser, de pensar y de sentir, que hacen literalmente imposible que exista siquiera una persona en el mundo que esté, según el criterio psiquiátrico, mentalmente sana; y no exagero en absoluto, ya que para la psiquiatría, la tartamudez constituye un “trastorno del lenguaje expresivo” clasificado como psiquiátrico. La disgrafía (que no es otra cosa que la mala letra) constituye un “trastorno de la expresión escrita” clasificado como psiquiátrico. La desobediencia en los chicos, constituye un “trastorno negativista desafiante” clasificado como psiquiátrico. La tristeza, que en la actualidad es llamada “depresión”, constituye un trastorno psiquiátrico; son también considerados trastornos psiquiátricos, los tics nerviosos, el insomnio, las pesadillas, el enojo, la alegría excesiva, la timidez, las adicciones, la insatisfacción con el entorno familiar, escolar, laboral, social… en fin; como ya expresé: TODO ES PATOLÓGICO BAJO LA MIRADA PSIQUIÁTRICA y, por consiguiente, TODO EL MUNDO ES “MEDICABLE”; sabido es que incluso la homosexualidad, que actualmente está reconocida como una forma de sentir no patológica, ha sido históricamente considerada enfermiza por la psiquiatría y tratada con internación involuntaria, drogas, shocks insulínicos y electroshocks, y esto tan terrible, no habría podido hacérsele a las personas si en primer lugar, no se las hubiera considerado “enfermas”, de ahí que los militantes de organizaciones argentinas como el Frente de Liberación Homosexual, negando (con todo fundamento) estar enfermos por su modo de sentir, acusaran a la psiquiatría de ser un instrumento represivo hecho pasar por tratamiento médico, y tenían razón, por eso es tan triste el que tantos militantes de lo que ahora se denomina “diversidad sexual”, hayan dejado de estar en contra de la coerción psiquiátrica cuando a finales de la década del ‘80, la homosexualidad fue eliminada del DSM, ya que muchos homosexuales, al dejar de ser considerados por la psiquiatría, “enfermos”, de manera repudiable e inentendible, empezaron a reivindicarla por erróneamente asumir que ya no podrían ser víctimas de ella, cuando en realidad, como la lista de “enfermedades psiquiátricas” es larguísima y se sigue expandiendo (por lo cual, es literalmente INTERMINABLE), si a alguien no lo psiquiatrizan involuntariamente por ser homosexual, lo pueden psiquiatrizar por cualquier otra cosa… en fin; volviendo a lo que dijiste: en el (erróneo) concepto general, hay que estar loco para ser psiquiatrizado involuntariamente, cuando en realidad, la llamada “esquizofrenia” (que también es altamente subjetiva en sus características constitutivas y por ende, discutible hasta en su existencia misma) no la tiene casi ninguna persona considerada por los psiquiatras como “enferma”, de ahí el error de creer que sólo ciertas personas pueden ser víctimas de psiquiatrización forzada, ya que somos absolutamente TODOS potenciales víctimas de dicha aberración médica y ética, no sólo los “locos”, sin embargo, cuando una persona recibe un tratamiento psicofarmacológico, por causa de la toxicidad de los fármacos, tarde o temprano sufre de un trastorno físico y psíquico generalizado, que puede incluir: depresión, ansiedad, ataques de pánico, fobias, paranoia, disartria, conductas agresivas, conductas autolesivas, conductas suicidas, y hasta lo que suele denominarse: esquizofrenia; ante ese estado de cosas, los psiquiatras ven un avance de la “enfermedad” que valida aún más al tratamiento que han suministrado, que los lleva a aumentar las dosis de venenos que prescriben, ya que el mal estado “psiquiátrico” de la persona, demuestra que necesita de más “ayuda médica”, cuando en realidad, dicho empeoramiento procede del mismo tratamiento psiquiátrico, de ahí que para mejorarse, la persona deba suspenderlo, pero esto es imposible que los psiquiatras lo acepten, ya que parten de la base según la cual, lo que suministran “hace bien”, y no aceptan absolutamente ninguna evidencia que demuestre que cuando el estado de sus víctimas, empeora, empeora justamente a causa de las drogas que ellos les prescriben… ...No obstante estar más que claro que la psiquiatría es un instrumento de control social y represión al servicio del estado y de aquellos que hacen negocio del diagnóstico de cada vez más enfermedades (léase: la industria farmacéutica y los médicos), ya que a mayor número de “enfermedades”, mayor venta de medicamentos y mayor consulta a los médicos, hay una aceptación masiva de la psiquiatría por parte de las personas (hasta de aquellas que se dicen en contra del sistema), que lleva a que este estado de cosas, se sostenga
   -¿Y por qué se da esto?
   -Por el cientificismo que actualmente impera incluso entre los “antisistemas”, que les impide cuestionar siquiera mínimamente a la validez de todo aquello que lleve el título de “científico”. Mirá si no será así la cosa, que incluso los mismos derecho-humanistas que en materia de políticas de seguridad pública están en contra de la mano dura, suelen estar a favor de ella, cuando les es presentada en un marco de sofismos científicos, de ahí que convaliden al tratamiento psiquiátrico involuntario, aun sabiendo que para el acusado de estar enfermo, el mismo implique una quita de derechos constituida por privación de la libertad, imposición de drogadicción y hasta un posible sometimiento a la electrocución; es decir, hasta la gente más opositora a la violencia, convalida a las mayores atrocidades cuando tienen una apariencia científica, de ahí que el combate al poder psiquiátrico sólo pueda tener lugar en un ámbito en el que el cuestionamiento a las ciencias, exista, y no sea una excepción, sino una regla.
   Celina dijo:
   -¿Y vos creés que lo que ahora es una excepción, se va a volver una regla?
   -Estoy seguro de que sí, y no lo digo en base a nada, sino en base a las condenas a la psiquiatría que se han dado en este país recientemente, que constituyeron fuertes golpes asestados a la misma; eso ha sido muy prometedor, no obstante, sabemos que la victoria no es inminente porque todavía faltan muchas vueltas por pelear y ganar, y esto es lógico, dado que a un sistema represivo muy bien constituido y afianzado, no se puede esperar derribarlo con uno o dos golpes. Hay que pegarle con todo durante un rato largo para lograrlo, y yo sigo y seguiré haciéndolo… Como más o menos dijo el sociólogo de Sousa Santos: “La tragedia de nuestro tiempo es que la dominación está unida y la resistencia está fragmentada”, y esto último es algo que a partir de la condena al doctor Togliavita, empezó a cambiar, ya que la misma llevó a que muchos sobrevivientes de la psiquiatría e incluso, legalistas y derecho-humanistas contrarios a la coerción psiquiátrica, se unieran para luchar mancomunadamente, lo cual, no venía pasando desde hacía mucho tiempo, de ahí que el problema grave de lo fragmentado de la resistencia, se haya empezado a resolver.
   Tras algunas expresiones más, Celina le agradeció al militante de la antipsiquiatría su participación en el programa y lo saludó.
   Inmediatamente después de la entrevista en cuestión, la conductora puso al aire mensajes de voz de los oyentes; el primero de ellos, dijo lo siguiente: “¡Bien, Celina! Dale para adelante con la difusión de la verdad; ¡sos una genia!”. Después, otro oyente dijo: “Ese que habló y vos, son unos reaccionarios de mierda; lo tuyo es medieval, Celina; tendría que estar prohibido tu nefasto programa”; después, una oyente dijo: “¡Buenísimo lo tuyo, che! No te dejes amedrentar por los que te reprueban agresivamente por exponer en tu programa a las cosas como son. ¡Mucha suerte!”; después, otra oyente dijo: “Soy estudiante de psicología y con todo el respeto que ya no te tengo, te digo que sos una burra, igual que el analfabeto militante de esa organización pseudo derecho-humanista que entrevistaste; ojalá que lo que expresás y dejás que se exprese en contra de la psiquiatría en tu programa, sea penalizado legalmente y termines presa, ¡conchuda de mierda!”; después, otra oyente dijo: “¡Aguante, Celina, AAAGUAAANNNTEEEE! ¡Y aguante la antipsiquiatría!”; después, otro oyente dijo: “Yo no puedo creer que en pleno siglo 21, haya todavía idiotas como vos y el que entrevistaste, negando a las verdades científicas que tanto bien le han hecho a la humanidad; deseo profundamente que la especie de cavernícolas a la que pertenecés, se extinga pronto”; después, otro oyente dijo: “¡Vaaaaamoooo’ Celina, caraaajooo!; ¡sos una mina inteligente y de coraje por oponerte al poder instituido!; no todo el mundo se anima a hacerlo, y si no cuestionamos a ese poder ni nos organizamos para resistirlo, estamos perdidos, por eso te re agradezco tu contribución a la organización de la resistencia. ¡Seguí así!”
   Expresiones muy similares a las ya expuestas, continuaron durante toda la noche siendo realizadas por los oyentes que salieron al aire en el programa: “Noches dentro de noches”, que es lo mismo que había ocurrido años atrás, cuando por vez primera, el tema de la antipsiquiatría fue tratado por la conductora, pero esta vez hubo algo muy diferente en su modo de tomarse las expresiones agresivas que se le dirigieron, ya que, lejos de angustiarse, en esta oportunidad, ante las mismas se limitó a escuchar sonriendo y después le agradeció honestamente la participación a quienes las realizaron, evidenciando con eso, una invulnerabilidad total a los ataques; Celina ya no temía ser dañada por los detractores porque se sabía emocionalmente fortalecida al punto de sentir que los golpes verbales a ella dirigidos, volvían a sus emisores, de ahí que los heridores ya no pudieran herirla.
   Los heridos, esa noche y las noches por venir, fueron y seguirían siendo, los heridores.