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jueves, 19 de enero de 2023

Noches dentro de noches (cuento) - Martín Rabezzana

-Palabras: 2.130- 

  

   El programa de radio nocturno que Celina conducía en la radio “Alvalhaziv”, se llamaba: “Noches dentro de noches”, y se basaba en participaciones continuas de los oyentes por vía telefónica; los temas eran libres y los debates que en el mismo se suscitaban, eran intensos e interesantes, de ahí que casi desde su inicio liderara la franja horaria que va de 22:00 a 00:30 horas, los tres días de la semana que se emitía. 

   Una fría noche de julio, en el programa radial, los oyentes expresaron (entre muchas otras) las siguientes cosas:

   -...Mirá por ejemplo el caso de los cataríes: eran un pueblo sumido en la miseria extrema cuyos integrantes eran mayormente trabajadores pobres explotados por quienes tenían una posición económica buena, y cuando en su territorio se encontró petroleo, su condición económica mejoró vertiginosamente al punto que casi sin transiciones, pasaron de ser proletarios explotados a propietarios explotadores, esclavistas y hasta asesinos despiadados. Por eso es que yo no reivindico a los de arriba ni a los de abajo; los de arriba se cagan en los de abajo, y los de abajo, cuando llegan arriba, actúan igual que los que ahora están arriba, además, cuando se habla de la cuestión de las jerarquías y se demoniza o se santifica a quienes están arriba o abajo, no se tiene en cuenta lo siguiente: TODOS somos el arriba y el abajo de alguien.

   Una mujer que habitualmente salía al aire, tras haber sido llamada “soberbia” por otro oyente, dijo:

   -...Cuando acusás a alguien de ser “soberbio”, te sentís humilde, y por esa “humildad”, a la cual considerás una virtud, te sentís superior a aquel a quien acusás de ser soberbio, de ahí que con dicha acusación, llegues al mismo lugar que aquel a quien acusás de ser soberbio, pero por un camino distinto, y de ahí a su vez que no haya nadie más soberbio que aquel que vive acusando a otros de ser justamente eso, ya que es como dice esa frase que aparece en el libro: “Relatos de un peregrino ruso”: “La imagen que uno tiene de su prójimo depende de lo que uno es.”

   Otro oyente (un tal Martín Rabezzana), en respuesta a alguien que había generalizado al hablar de cómo (supuestamente) somos los argentinos, dijo:

   -...En todos los países existen personas de creencias distintas, modos de ser, distintos, modos distintos de actuar, etcétera, de ahí que eso de que los argentinos somos de determinada manera, es un absurdo total y absoluto porque la homogeneidad que evidentemente vos creés que existe entre las personas por haber nacido dentro de la misma división político-administrativa, NO EXISTE (ni puede existir) en Argentina ni en ningún país del mundo, y soy perfectamente consciente de que esto es incómodo para mucha gente, porque aceptar que en todo país hay personas de todas las tendencias, además de implicar la negación de la existencia de homogeneidad entre ellas, implica concluir que lo que llamamos “pueblo”, NO EXISTE.

   En otro momento salió al aire un oyente de una provincia lejana a la capital nacional, que habló mal de los “porteños”; tras ese llamado, varios oyentes salieron al aire respondiéndole diversas cosas; algunos le dieron la razón y resolvieron lo que comúnmente se resuelve cuando se trata esta cuestión: que el desprecio de muchos provincianos por los capitalinos nacionales, se debe al pseudofederalismo que en Argentina existe, que resulta en que haya un unitarismo favorecedor a la capital y desfavorecedor del resto del país; otro oyente salió al aire desacreditando esto; el mismo dijo:

   -...Explicar al desprecio de los provincianos por los porteños responsabilizando al centralismo político de CABA, es ridículo porque eso implica negar que el complejo de inferioridad provinciano, así como la rivalidad capitalinos-provincianos, existe en TODAS LAS ÉPOCAS y en TODOS LOS PAÍSES DEL MUNDO;... A diferencia de lo que muchos quieren creer, los fenómenos locales no existen; lo que pasa acá, pasa en todas partes, y como ya dije, esto del desprecio de los provincianos por los capitalinos (y viceversa), ya sean los de su propia provincia o los nacionales, SE DA EN TODO EL MUNDO, incluso en países verdaderamente federales, de ahí que la cuestión del desprecio entre las personas por ser de distintos países, provincias, ciudades, barrios e incluso, por ser de distintos sectores dentro del mismo barrio, constituya un problema irresoluble y sea por esto, uno de esos problemas que en la vida no están para ser resueltos, sino sobrellevados.

   Una oyente cabaense, refiriéndose a los prejuicios que personas de otras provincias tenían de ella, que habían sido expresados al aire por el oyente ya aludido, le dijo:

   -…Cuando se habla de prejuicios, se asume que uno desprecia a otro por lo que cree que el otro es, sin siquiera conocerlo, pero este no es el caso, ya que vos no me despreciás a mí, mayormente por lo que pensás que soy, basándote en mi procedencia, sino por lo que pensás que yo pienso que vos sos; es decir, tenés prejuicios sobre los prejuicios que yo, según tu criterio, tengo de vos, y nunca considerás la posibilidad de que yo pueda pensar prejuiciosamente bien de tu persona (sería un caso de prejuicios positivos; estos casos existen y se dan tanto como los negativos), o incluso (y este es mi caso y el general) que yo pueda, respecto de tu persona, carecer totalmente de preconceptos; siempre asumís que los prejuicios negativos sobre vos, existen en todos nosotros y con eso demostrás que vivís proyectando, porque ponés esa tendencia prejuiciosa y discriminatoria que está en vos, en los demás, en este caso, en los porteños, y al hacerlo, te hacés creer que la misma, en vos no está, cuando en realidad, esa tendencia discriminatoria, como ya dije, en vos existe y está muuuy desarrollada, y jamás la vas a poder controlar mientras no aceptes que en vos existe, y mientras no la controles, ella te va a seguir controlando a vos y va a sostener ese estado de angustia emocional extremo que quedó claramente evidenciado en tus expresiones.

   Estos debates, a diferencia de lo que suele ocurrir en estos casos, en el programa se daban generalmente en un marco de respeto, lo cual era mérito de la conductora, ya que solía oficiar de moderadora entre las partes y se mantenía casi siempre neutral ante las diversas opiniones que escuchaba, pero fue que en algún momento, un oyente contó un hecho negativo por él sufrido, que le produjo un malestar importante que resultó en que su entorno le aconsejara consultar a un psicólogo. Él dijo no creer en la psicoterapia pero expuso un sentir ambivalente a este respecto al decir después, que tal vez la misma, de algo podría servirle; el oyente manifestó estar dudando sobre si ir o no, a ver a un psicólogo, fue entonces que la conductora del programa, saliendo de su lugar de neutralidad acostumbrado, le dijo:

   -Te voy a decir lo que te va a pasar si seguís el consejo de tus allegados: el psicólogo, después de algunas sesiones, te va a decir que debés también consultar a un psiquiatra; el psiquiatra te va a hacer transitar un camino de drogadicción que te va a arruinar en lo físico y anímico; ante el malestar terrible que necesariamente te van a causar las pastillas que te va a recetar, se lo vas a comunicar, entonces él te va a decir que “No pasa nada”, que “esos efectos negativos son pasajeros” y que “es cuestión de pocos días para que tu cuerpo se acostumbre a los psicofármacos y empieces a experimentar un gran bienestar”; entonces vos desoirás al pedido urgente de tu organismo de que dejes de picanearlo con fármacos, y seguirás consumiéndolos, pero pasadas algunas semanas, concluirás que lo que te dijo el psiquiatra, no era cierto, ya que lejos de estar mejor, te vas a estar sintiendo cada vez peor, entonces, contra el consejo de tu “médico”, vas a dejar de consumir los psicofármacos que te prescribió, pero para ese entonces ya serás adicto a los mismos, por lo cual, al vos dejarlos, vas a tener un síndrome de abstinencia potencialmente grave que te va a generar un desarreglo general, es decir: físico, anímico y psíquico, ante el cual, alguien de tu entorno (o tal vez hasta vos mismo), va a llamar a una ambulancia; tras la misma llegar, los enfermeros te van a inyectar algo para que te calmes (lo más probable es que te duerman), te van a subir a la ambulancia y te van a conducir a un hospital; una vez en el mismo, el médico de guardia, tras escuchar el relato de los enfermeros que hayan atendido tu caso, dirá: “A este paciente hay que derivarlo a un neuropsiquiátrico”; así se hará y así será que te despertarás en un manicomio en el cual, te van a dar picana farmacológica TODOS LOS DÍAS por tiempo indeterminado; si manifestás aceptar las “bondades” del tratamiento, y por eso al mismo no te resistís, a las drogas te las van a dar por vía oral. Si expresás que te hacen mal y manifestás tu voluntad contraria a consumirlas, te van a agarrar entre varios “enfermeros”, te van a atar, y una vez vos maniatado, a las drogas te las van a inyectar; tras el periodo de cautiverio que los “profesionales de la salud mental” consideren que te corresponde, te dejarán salir del manicomio pero tu libertad será figurada, ya que quedarás bajo vigilancia, lo cual significa que habitualmente te “visitará” un psicólogo cuyo objetivo será el de informarle a su superior investido de facultades parajudiciales (o sea, un psiquiatra), si sos anuente a seguir con el “tratamiento médico”, como ellos hipócritamente lo llaman, o renuente; del psicólogo decirle al psiquiatra que sos renuente, ordenará el secuestro de tu persona y una nueva estadía en un manicomio, y todo este trato injusto, arbitrario, destructivo y antimédico, te llevará a concienciar que el mayor error de tu vida, habrá sido el de haber consultado a un psicólogo, ya que de no haberlo hecho, nada de lo recién expresado te habría pasado.

   Y tras algunos segundos de silencio, Celina le dijo al oyente:

   -Yo no soy quien para ordenarte nada, pero mi consejo para vos, es el siguiente: NO VAYAS AL PSICÓLOGO.

   Tras escuchar lo que la conductora expresó, el oyente le dijo que tal vez tuviera razón, pero que igual no sabía qué es lo que haría.

   A posteriori de lo dicho por la conductora sobre las consecuencias de la psicoterapia y la psiquiatría, el respeto que hasta ese entonces había primado en las expresiones de los oyentes participantes del programa, se quebró, y muchos (incluyendo a estudiantes de disciplinas de la “salud mental” y a personas ya diplomadas en ellas) empezaron a desacreditarla al aire con declaraciones de tipo: “Sos una ignorante”, “No sos psicóloga ni psiquiatra, así que no opinés sobre esas cosas porque ponés en peligro a la gente”; “Parecías una mina educada e inteligente, pero está claro que sos una pelotuda total”, “Sos una conspiracionista de mierda”, y más cosas así; también hubo muchas expresiones contrarias a lo que ella había dicho, que sí fueron respetuosas, y otras, coincidentes con su opinión, pero tampoco a ellas, la conductora respondió, ya que para ese entonces había vuelto a ocupar su acostumbrado lugar neutral que resultó en que se se limitara a escuchar lo que los oyentes tenían para decir, sin entrar en discusión con ellos.

   Al día siguiente, antes de que se iniciara una nueva emisión de “Noches dentro de noches”, a Celina le fue advertido por la dirección de la radio que si continuaba con el descrédito a la psicología y la psiquiatría, sería echada, entonces ella prometió no volver a referirse al tema.

   Si bien al día siguiente los temas, como siempre ocurría en el programa, fueron variados, muchos oyentes seguían llamando para desacreditar lo que la conductora había expresado sobre las consecuencias del accionar de los psicólogos y los psiquiatras, y sólo algunos pocos manifestaban tibiamente adhesión a lo expresado por ella.

   El tiempo pasó y la cuestión quedó por la audiencia, más o menos olvidada, hasta que casi un año después, otro llamado realizado por el oyente que, sin haberlo planeado, había sacado a la conductora del programa de su lugar de neutralidad, fue puesto al aire; el oyente, tras presentarse y rememorar brevemente la conversación que meses atrás había tenido al aire con la mujer, con angustia, tristeza y resignación en la voz, le dijo:

   -Celina, debo decirte que no seguí tu consejo, y ojalá lo hubiera hecho;... no te hice caso y lo lamentaré toda la vida porque… en TODO lo que dijiste que me iba a pasar si consultaba a un psicólogo, tuviste razón…