lunes, 9 de noviembre de 2020

Fuego inextinguible (cuento) - Martín Rabezzana

   
 
   Allá por mediados del siglo 21, la mujer se volvió un referente muy importante de la oposición a cierto poder, por lo cual, estudiantes de cierta universidad la convocaron para que expusiera allí sus ideas, pero las autoridades de la misma se opusieron ya que lo que ella tenía para expresar, era contrario a lo enseñado en esa misma universidad, fue entonces que los estudiantes realizaron una protesta multitudinaria que resultó en que las autoridades universitarias cedieran y le permitieran a la mujer, conferenciar.
   Los estudiantes le pidieron a la mujer que tratara el tema del tratamiento masivo forzado a un grupo de personas tras pasar por una catástrofe natural, y no era un caso hipotético ya que era algo que en ese momento estaba ocurriendo, lo cual había suscitado un debate público.
   Frente a un gran auditorio compuesto de estudiantes, la mujer dijo:
  -A diferencia de lo que dicen los "profesionales", yo categóricamente afirmo que las experiencias traumáticas no existen; lo que sí existen son experiencias negativas que en algunas personas, en ciertas circunstancias, pueden causar un trauma. La prueba de esto es que hay muchas personas que pasan por situaciones negativas idénticas y algunas tienen secuelas emocionales y otras no, ahora bien: los "profesionales de la salud mental" imponen un tratamiento a todas las personas que pasaron por situaciones negativas sin siquiera hacer el intento de establecer cuáles de entre ellas tienen un trauma y cuáles no lo tienen porque, como ya expresé, según ellos existen experiencias que son necesariamente traumáticas, y esto NO ES CIERTO;… yo no estoy de acuerdo con que se le imponga a nadie nada aun de tratarse de alguien que realmente tiene un problema denominable "estrés postraumático", pero ya que esto se hace, sería sensato que antes de la imposición de tratamiento a la persona por su supuesto bien, se estableciera si realmente tiene o no un trauma en vez de asumir que necesariamente lo tiene por haber pasado por algo negativo; en el caso de las personas a las que tras la catástrofe por todos conocida se le han impuesto "terapias", yo, aunque no las conozca, puedo afirmar que la mayoría de ellas no tiene ningún trauma y, por consiguiente, no necesita ningún tratamiento de ninguna clase, y ¿en base a qué digo esto? En base a las estadísticas procedentes de diversos países en que se constata que personas que pasaron por situaciones negativas similares, en literalmente 9 de 10 casos, no evidenciaron ningún trauma si bien tuvieron cierto malestar anímico durante un corto período de tiempo, pero tras el mismo siguieron normalmente con sus vidas demostrando esto que ninguna secuela psicológica denominable "trauma" quedó en ellas; las estadísticas demuestran que de todas las personas que lograron salir adelante tras una experiencia muy negativa, la mayoría lo hizo sin ningún tratamiento, y si analizamos qué ocurrió en los casos minoritarios de personas que no lograron salir adelante, encontramos que prácticamente todas ellas recibieron tratamiento psicológico y psiquiátrico, por lo cual, todo indica que tras una experiencia muy negativa, las posibilidades de una persona de recuperarse son muchísimo mayores de no recibir ningún tratamiento que de sí recibir alguno, y no sólo no aumentan las posibilidades de mejoría del estado anímico a causa de los tratamientos oficiales, sino que además, lo que sí aumentan son las posibilidades de empeorar, por esto es que es más probable que un problema emocional se agrave cuando intervienen "profesionales", sin embargo, hay un porcentaje menor de gente que tras estar mal anímicamente y recibir alguna psicoterapia, mejora en lo anímico (y no así con un tratamiento psiquiátrico, ya que la toxicidad de los fármacos que implica dicho tratamiento, no hace absolutamente NADA por mejorar a nadie en lo físico ni en lo anímico, por el contrario, todo empeora a causa de un tratamiento psicofarmacológico, por lo cual el porcentaje de gente recuperada de algún problema gracias a la psiquiatría, es del 0 por ciento); a los casos minoritarios de personas supuestamente mejoradas en lo anímico gracias a alguna psicoterapia, me referiré ahora; les voy a dar un ejemplo: salvo que alguien tenga la suerte de morirse muy joven, necesariamente vive para experimentar la pérdida de seres queridos, y aunque en su momento todos los que pasamos por eso lo hayamos sentido como algo insuperable, en algún momento lo superamos, y la mayoría de nosotros lo ha hecho sin recibir ningún tratamiento, y es lógico que así sea ya que en tal circunstancia, ¿qué le pueden decir a uno para hacerlo sentir mejor? (ya sea quien lo diga una persona cualquiera o un psicólogo) ABSOLUTAMENTE NADA, ya que en tal caso el malestar emocional es inevitable y para superarlo no hay que hacer nada más que dejar pasar el tiempo porque ante un malestar emocional profundo, lo único que tiene poder curativo es el paso del tiempo;… si bien no se le puede sensatamente poner un plazo al duelo, supongamos que en una determinada persona, dura 4 meses; pasado ese tiempo, la persona va a sentirse mucho mejor aunque no reciba ninguna psicoterapia porque el paso del tiempo habrá reconstruido en gran medida su integridad emocional, pero si esa misma persona al iniciarse el duelo hubiera ido al psicólogo y a los 4 meses se hubiera empezado a sentir mucho mejor, seguramente le atribuiría su mejoría a la psicoterapia y no advertiría que no fue a causa de ella que se recuperó, sino a causa del paso del tiempo;… …El "solo no se puede", es un mensaje muy negativo difundido por los "profesionales de la salud mental" cuyo objetivo es el de proteger sus intereses comerciales y estatus privilegiado, y es MENTIRA, ya que en la mayoría de los casos, la gente que atraviesa una experiencia muy negativa, sí puede salir adelante sola, pero no significa esto que yo considere que ante un malestar emocional, hablar con alguien no pueda ser útil, lo que yo digo es que es igual hablar con un psicólogo que con cualquier otra persona ya que no es cierto que los psicólogos posean un conocimiento especial del cual carece el común de la gente que les permite ayudar a sus clientes (a los que absurdamente llaman "pacientes") ya que no existe materia cuyo estudio le dé a nadie maestría en temas de la psiquis, por lo cual los "profesionales de la salud mental" NO EXISTEN, y es muy importante que esto se sepa en pos de desempoderar a dichos "profesionales" (psiquiatras y psicólogos) que, a fin de cuentas, no son en la inmensa mayoría de los casos, otra cosa que elementos de control y represión al servicio del estado.
   Entonces una joven le dijo:
  -Sin embargo usted recomienda ciertas psicoterapias en sus libros alegando que en ciertos casos pueden ser válidas; ¿puede aclarar este punto aparentemente contradictorio?
  -Como no -respondió la mujer, después dijo: -En algunos casos minoritarios, hay personas que sufren de estrés postraumático que, como ya expresé, aunque por efecto del paso del tiempo se supere, dura demasiado; en dichos casos algunas psicoterapias específicas (y no así la de la mayoría de las escuelas), o sea, las que buscan reconfigurar positivamente al sistema emocional mediante la estimulación de ambos hemisferios cerebrales (esto lo hacen casi todas -si no todas- las hipnosis y algunas técnicas cercanas a la hipnoterapia), pueden acelerar el proceso de recuperación aunque, en mi opinión, no puedan generarlo, y alguno me dirá que no tiene mucho sentido promover el uso de tales terapias ya que si solamente aceleran un proceso de recuperación que se da espontánea e inevitablemente, basta con tener paciencia, pero no es así, ya que cuando alguien tiene un trauma, toda su vida se ve afectada de un modo en extremo negativo al punto que la misma pasa a estar "en pausa", por lo cual el hecho de acelerar el proceso de recuperación, no es algo de poca importancia. Es algo extremadamente importante, de ahí que si bien yo considere que las psicoterapias en general, son inútiles, haga una excepción con algunas y en ciertos casos muy específicos como los que acabo de mencionar, y algo importantísimo por decir es que si un trauma tiene o no lugar en alguien, sólo lo sabe la persona en cuestión, NUNCA un "profesional de la salud mental", de ahí que el único diagnóstico válido sea el autodiagnóstico. Y considerando que las psicoterapias pueden ser válidas sólo en casos muy concretos y, por consiguiente, minoritarios, digo que la mayoría de las veces en que tales terapias son indicadas, son indicadas incorrectamente. Otra cosa que quiero decir al respecto es que si bien las técnicas psicológicas que van por el lado de la hipnosis son por mí consideradas en algunos casos, válidas, y son en general realizadas por psicólogos, las mismas pueden ser aprendidas, enseñadas y aplicadas por cualquier persona poseedora de un mínimo de instrucción sin necesidad de que haya estudiado psicología, por lo cual es muy importante que tales técnicas se expandan fuera del ámbito de los psicólogos en pos de que la dependencia a dicha gente disminuya hasta volverse totalmente nula. Y otro punto muy importante por destacar en lo referente a la recuperación anímica de las personas tras haber pasado por una experiencia muy negativa, es que quienes por algo muy negativo pasaron y se recuperaron rápidamente, suelen tener como denominador común el haber realizado actividades solidarias, ya que quienes ante un malestar emocional grave empiezan a realizar acciones que contribuyen al bienestar ajeno, experimentan rápidamente un aumento notable en su propio bienestar.
   La conferencia siguió un largo rato más y tras la misma concluir, la mujer fue ovacionada, felicitada e invitada a volver en algún otro momento, lo cual ella prometió hacer; después se subió a su auto y se fue rumbo a su casa.
 
   A mediados del siglo 21, el ámbito universitario será similar en pasión a aquel de los años 60 y 70 del siglo 20, lo cual significa que será también igual en discusiones febriles que comúnmente llegarán hasta la agresión física, lamentablemente también será similar el accionar represivo de las autoridades, por lo cual las mismas estarán muy atentas a todo lo que en las universidades ocurra, por eso es que, tras la mujer irse en su auto, dos agentes gubernamentales la siguieron en un vehículo que no era un Falcon, pero que servía a los mismos fines que aquel modelo había, en los años setenta del siglo 20, servido.
 
   La mujer fue asesinada y se volvió un nuevo mártir que habría de avivar el fuego de las luchas por los derechos de las personas.

viernes, 23 de octubre de 2020

Lazo de separación (cuento) - Martín Rabezzana



Cuando lo que separa es también lo que une, la separación es ilusoria, tan ilusoria como verdadera, la unión.

Martín Rabezzana


   Era mil nueve setenta y algo; el adolescente estaba escuchando música procedente de un tocadiscos que, por tercera vez en la semana, había dejado de funcionar, por lo que hizo lo que (casi) todos hacen en tal caso en un intento de restaurar el funcionamiento del aparato: le dio un golpe de puño. Eso suele funcionar, pero generalmente una o dos veces, ya que a la tercera, es muy probable que el desperfecto no sólo no se revierta sino que hasta se agrave irreversiblemente; esto último le acababa de ocurrir, por lo cual se puso a putear en voz alta; podía darse ese lujo incluso a altas horas de la noche aunque sus padres y hermanos estuvieran entonces durmiendo, porque se encontraba en el galpón de su casa que sus padres le habían permitido meses antes, acondicionar para que oficiara de dormitorio; el cuarto se encontraba bastante lejos del resto de la casa; estaba cruzando un amplio patio y tenía salida a la calle, por lo que haberse mudado ahí era casi como haberse independizado; la cuestión es que interrumpió las puteadas que estaba pronunciando al escuchar ruidos en el patio; tuvo cierta reticencia en salir a ver pero sólo por algunos escasos segundos, tras los cuales decidió investigar qué (o quién) había producido los ruidos; una vez fuera, miró en derredor pero no vio a nadie, por lo cual se dispuso a volver a su cuarto, pero en ese momento escuchó a una voz femenina decir:
   -Ayudame por favor.
   Entonces se dio vuelta y vio a una mujer de unos 25 años muy malograda; tenía ropa en pésimas condiciones y moretones en los antebrazos propios de quien ha caído desde una altura considerable; se la veía totalmente agotada.
   El joven se le acercó y, viendo que caminaba hacia él con dificultad, la ayudó a llegar hasta su pieza. Una vez ahí la condujo a un sillón en el cual ella se desplomó y suspiró aliviada; tras un rato de silencio, él le preguntó:
   -¿Tenés hambre?
   Ella asintió, entonces él le dijo que iría a buscar algo de comer, pero ella se sobresaltó y con tono suplicante, dijo:
   -¡No no! ¡Esperá!
   -¿Qué pasa?
   -No le digas a nadie que estoy acá.
   -No te preocupes. No voy a decir nada; enseguida vuelvo.
   Y fue hasta la cocina de su casa de cuya alacena y heladera sacó varias cosas que rápidamente llevó hasta su pieza; cuando ingresó a la misma, encontró a la mujer dormida en su cama, por lo cual dejó sigilosamente la comida sobre la mesa, se sentó en una silla y la miró dormir.
   Él no sabía quién era ella ni de qué escapaba, pero lo podía imaginar. No sabía qué consecuencias tendría el hecho de darle refugio en su cuarto, pero en ese momento eso lo tenía totalmente sin cuidado, ya que el tenerla ahí, en su cuarto, durmiendo en su cama, era un sueño hecho realidad.
   Tras poco menos de una hora ella se despertó, lo vio y le sonrió; él le pidió que se acercara a la mesa y ella lo hizo; se sentó y él le dijo:
   -Te traje esto.
   Ella, muy contenta le agradeció y se puso a comer pan, queso, y otras cosas que él le había llevado.
   El joven le preguntó si quería tomar mate, y ella le dijo que sí; entonces puso la pava en el calentador y preparó el mate.
   La mujer, a pesar del mal momento del cual venía, estaba muy animada; hablaba tan alegre y despreocupadamente, que nadie habría pensado que acababa de pasar por cosas terribles.
   Al ella ver una máquina de escribir, le preguntó si era escritor, a lo que él respondió:
   -Pretendo serlo.
   La mujer en ningún momento le dijo qué le había pasado, de dónde venía ni de quienes escapaba; tampoco le dijo cómo se llamaba ni le preguntó a él su nombre; él tampoco le preguntó ninguna de estas cosas; había entre ellos un acuerdo tácito de no hablar de nada de eso por motivos de seguridad; hablaron de cosas sencillas propias de la cotidianeidad de las vidas ordinarias.
   Tras varias horas de conversación, ella volvió a mostrarse cansada, entonces él le dijo que se acostara de nuevo en su cama y que él dormiría en el sillón; ella le sonrió muy dulcemente, se acostó, y rápidamente se durmió.
   Él la miró dormir por segunda vez en la noche sabiendo que ya la había empezado a querer, entonces, con tristeza pensó que ella nunca lo sabría; nunca sabría que se había iniciado en él un sentir profundo de deseo, amor y necesidad por ella de carácter inextinguible. También sabía que la presencia de la mujer en su vida, no podía durar; presentía a la inminencia de la separación y ya se sentía por eso, apesadumbrado.
   Ella estaba tan frágil, débil e indefensa… ¡y había encontrado en él a un protector!... él tuvo entonces plena conciencia de lo privilegiado que era por eso y en voz muy baja, para no despertarla, viéndola desde la distancia, le diría repetidamente: "gracias".
   El joven se durmió recostado en el sillón y cuando la luz de la madrugada lo despertó, ella ya no estaba.
   Había dejado una nota sobre la mesa en que le agradecía, le deseaba lo mejor y le pedía que tras leer el papel, lo quemara (lo cual él nunca hizo).

   Pasaron algunos meses en los que fue disminuyendo en el joven la esperanza que tenía de volver a ver a la mujer, y una noche, cuando dicha esperanza era ya casi nula, volvió a escuchar ruidos en el patio, entonces salió y se encontró con ella que muy efusivamente lo besó y abrazó; después lo llamó por su nombre y él, sorprendido, le preguntó cómo lo sabía, pero ella le dijo que eso no importaba; entonces él le preguntó a ella el suyo y ella le dijo su nombre y apellido; después volvió a abrazarlo y le pidió que no se preocupara por ella, ya que donde entonces estaba se encontraba bien; le dijo que tenía que irse y pese a las súplicas de él porque se quedara, ella se fue. Entonces el joven se despertó y no pudo contener el llanto al concluir que el reencuentro con la mujer, había sido solamente un sueño.

   Muchos años después (en la década posterior) el joven vio en una revista una foto de la mujer y su nombre junto a una lista macabra (1); … Era ella, no había ninguna duda; su nombre y apellido eran los que en el sueño mencionado había pronunciado, entonces se dio cuenta de que el sueño no había sido solamente un sueño.


(1) Lista de desaparecidos.

miércoles, 9 de septiembre de 2020

La que reía hasta el frenesí (cuento) - Martín Rabezzana



   Me acuerdo de que una vez, al yo ver una foto antigua sobre un estante de un tipo con pinta de levantador de pesas, le pregunté a la organizadora de la reunión en que me encontraba, quién era el forzudo que en la misma se veía, entonces ella me dijo que era un familiar suyo lejano que, en su país era famoso por hacer pruebas de fuerza pelotudas tipo: acostarse en la calle y hacerse pasar una camioneta por encima de la panza; ella dijo:
   -La prueba le había salido bien varias veces, por lo cual había mucho interés en presenciar esa demostración de fuerza "sobrehumana", pero un día, ante una muchedumbre expectante que incluía cronistas de radio y televisión, fue a hacer su famosa prueba pero no le salió… por lo cual, al la camioneta pasarle por encima, le causó la muerte. Y lo más gracioso (bah, "gracioso";… es una forma de decir) es que el que manejaba el vehículo (que era amigo suyo), tras frenar, mirar hacia atrás y ver al forzudo hecho pedazos, arrancó a toda velocidad por miedo a ir preso, y de él no se supo nunca más nada.
   Entonces se empezó a reír y yo también me reí, pero no de la desgracia del tipo, sino por el efecto contagioso de la risa.
   Ella, entre risas, dijo:
   -¡Ja ja ja! ¡Lo peor del caso no es la muerte, sino el papelón! ¡Ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja!
   Y no se paraba de reír, al punto que el cuadro era bizarro, pero finalmente (tras más o menos dos minutos) pudo dejar de reírse. Después, tras agarrar una revista y mostrarme una foto en que se veía a varias personas, dijo:
   -¿Qué edad le das a esta gente?
   -No sé; son personas de la tercera edad.
   -¡Ja ja ja! Noooo; por eso te la mostré; son personas de treinta y pico de años de países "nórdicos", y como sabrás, a esa gente le dura la juventud lo que en sus países dura la luz del sol un día de invierno.
   Y se río enérgicamente.
   -¡Ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja!
   Yo también me reí (si bien, no tanto como ella), y cuando paró de reírse, recordando la siguiente situación, dije:
   -Esto me hace acordar a que una vez, estando yo de vacaciones en Bariloche, me choqué sin querer en un negocio con alguien a quien creí anciano, por lo que le dije:
   -Disculpe, abuelo.
   Y el tipo, como era turista y no hablaba castellano (por suerte), no me entendió, ya que tal vez se habría ofendido de haberme entendido, entonces una persona que había visto la situación y que al tipo lo conocía, me dijo:
   -Tiene 31 años ese tipo, pero es "nórdico", y esa gente a los 31 parece de 84.
   Entonces yo pensé: "Uuuhhhh… ¡Está hecho pelota!... Yo tengo varios años más que él… ¡y parezco varias décadas más joven!" (y eso que yo también estoy hecho mierda, pero al lado de ese nórdico, ¡soy un pibe!).
   La mina volvió a reírse frenéticamente y de nuevo no podía parar, mientras exclamaba:
   -¡La "superioridad nórdica"! ¡Ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja!... …¿No tuvo en cuenta esto al exaltar el "nordicismo", el pelotudo ese de Hitler? -Y siguió riéndose.
   -¡Ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja!... ….¡Je je je je je je je je je je je je je je je je je je je je je je je!
   A todo esto habían pasado un par de minutos y la mina pudo finalmente parar de reírse, pero casi inmediatamente volvió a empezar:
   -¡Ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja! ¡Je je je je je je je je je je je je je je je je je je je je je je je je! ¡Ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji ji! ¡Ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju ju!... ¡¡¡JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA!!!
   Y así siguió hasta que, dos horas después, me fui de la reunión.
   De todos los en ese lugar presentes, sólo yo me sorprendí de cómo se reía la mujer ya que los demás, evidentemente ya la conocían, por lo que estarían acostumbrados a escucharla reírse de ese modo.
  
   Mientras esperaba en la esquina al colectivo que me llevaría a mi casa, desde la distancia, todavía podía escucharla reírse.

jueves, 13 de agosto de 2020

Viajes a un año y a un espacio indeterminados (cuento) - Martín Rabezzana


   No me acuerdo de en qué año fue esto; tampoco me acuerdo de cuál era el lugar del que veníamos; de vagar por ahí, seguramente… de la casa de un amigo-de-un-amigo de alguno (también seguramente), para después volver a salir a vagar por ahí, la cuestión es que en algún momento alguien dijo de ir a la casa de no sé quién, entonces subimos a un colectivo; una vez en el mismo, le dije a uno de mis compañeros de viaje:
   -El problema no es que haya negatividad o toxicidad en la dieta o en la vida en general, ya que si se las mantiene en un nivel bajo, son manejables, pero si pasan de cierto punto, se salen de nuestro control, entonces sí que estamos en problemas… Si de vez en cuando consumimos los productos "informativos" que los grandes medios de difusión nos ofrecen, no llegamos a intoxicarnos en exceso y entonces la toxicidad nos es manejable, pero si a diario nos intoxicamos con lo que nos presentan, dejará de serlo muy pronto ya que la toxicidad nos manejará por completo… y por supuesto que los grandes medios de prensa son una mierda, pero es culpa nuestra que tengan el poder sobre nuestras vidas que tienen, porque nosotros elegimos contaminarnos con lo que nos presentan, y no es lo más grave el hecho de que nos quieran formar en nuestras miradas políticas (ya que detrás de cada periodista de un gran medio, hay intereses económicos y políticos, siempre indivisibles unos de otros), lo peor es que la mirada de TODO en la vida nos es formada por ellos, y al llenarnos a diario de la toxicidad que nos ofrecen, empeora nuestra calidad de vida, ya que vemos al exterior a partir de la podredumbre que desde los medios de comunicación llevamos a nuestro interior, y el resultado es ver negatividad en prácticamente todo, o sea, en las demás personas, en nosotros mismos, en la sociedad… en la vida… y... ¡¡¡¿cómo podemos ser tan forros como para dejarnos joder así?!!!...
   Mi interlocutor dijo:
   -Pero también podemos rechazarlos y elegir consumir productos informativos/culturales, positivos, y tras llenarnos de su positividad, nuestra percepción del exterior inevitablemente mejora.
   Yo exclamé:
   -¡Exactamente!
   Mi interlocutor prosiguió diciendo:
   -El problema es que no es tan fácil desintoxicarse de la porquería mediática, porque genera adicción al igual que el alcohol, la falopa y las grandes ciudades, ya que si bien muchos que las eligen para vivir reconocen a su nocividad (y paralelamente suelen hablar maravillas del estilo de vida distendido de los medio ambientes naturales a los que conocen por haberse ido a ellos de vacaciones), prácticamente nunca un habitante de larga data de una gran ciudad, emigra a una ciudad chica o a un pueblo, y, ¿por qué? Porque como dije: entre las cosas adictivas, están las grandes ciudades, y entre quienes las eligen, estamos nosotros… que… somos unos viciosos de mierda.
   Yo asentí.
   Si hablamos algo más, no lo recuerdo porque yo tenía mucho alcohol encima y estaba cansado, ya que eran como las 5 de la mañana, por eso, sin querer, me dormí; tras un rato, mi interlocutor me despertó y me dijo:
   -Llegamos.
   Entonces me levanté; bajamos del colectivo y caminamos (íbamos sólo él y yo, ya que los demás evidentemente se habían bajado mucho antes); transitamos una zona semi rural que yo no conocía.
   -¿En dónde estamos? –le pregunté.
   -Y… en…naah. No sé qué barrio es exactamente.
    Y señalando una casa, dijo:
   -Es ésa la casa de mis familiares.
   Ya estaba amaneciendo.
   Entramos a la casa y una vez en el living nos recibió una mina que mi compañero me presentó y después se fue. Entonces me quedé solo con ella.
   Ella me preguntó si quería tomar algo, le dije que "bueno" y me dio algo de tomar. Después me dijo que iba a ponerse algo más de ropa (ya que estaba en remera, descalza y en bombacha, pero pareció decidir ponerse más ropa por no inhibirme a mí más que por propia inhibición, ya que parecía totalmente desinhibida, por más que hasta claramente pudieran vérsele sobresaliendo de la prenda inferior, los pelos de la concha).
   Empecé a mirar un estante en que había muchos videocasettes y cuando ella volvió y me vio, me dijo:
   -¿Te gusta el cine?
   -Sí, pero la verdad, no tanto como antes… Creo que el cine ya cumplió su ciclo como forma de arte; además, con tanta disponibilidad (no sólo en cable, sino también en internet) de películas, ya vi demasiadas y esa abundancia es, por así decirlo… empalagosa; por eso ya casi no puedo disfrutar demasiado de ver películas ni tampoco de la música… al menos no puedo disfrutar de esas cosas como antes (y no creo que esto me pase sólo a mí).
   Ella dijo:
   -Ah, mirá… yo no tengo cable.
   Después agarró un video y me dijo:
   -¿La viste esta?
   (La película era: "Últimas imágenes del naufragio").
   -Sí.
   -¿Y qué te pareció?
   -La primera vez que la vi, creo que no la terminé porque me pareció una boludez (tengo una buena excusa: era chico); la segunda la vi siendo ya grande y me pareció que estaba bien, y la última vez que la vi (fue hace poco), me pareció una gran película y, por su calidad y profundidad psicológica, una obra maestra del existencialismo.
   Ella dijo:
   -¿La viste de chico?... pero si…
   Y por algún motivo, se calló; después dijo:
   -Yo todavía no la vi porque no tuve tiempo; me regalaron el video hace apenas unos días… ¿Querés que la veamos?
   -Sí, dale.
   Entonces puso el video en la casetera y yo la miré (a la videocasetera) (sí, también le miré a la mina la parte de atrás que estaba rrrreeee bien como el resto de su persona) y dije:
   -¡Es una reliquia esto!... Sos bien retro vos, ¿eh?... ¡Je je! Está buena esa onda.
   Ella me miró sin entender a qué me refería, pero no dijo nada.
   Nos sentamos en un sillón y "la función" empezó. Tras la película terminar, ella dijo:
   -Estuvo muy buena;… me gusta de Subiela que no le tiene miedo a los diálogos extensos, complejos y profundos por más que sepa (ya que no creo que lo ignore) que con los mismos, por ser pretenciosos, se está al borde del ridículo continuamente, pero pasa la prueba exitosamente ya que no cae nunca al vacío.
   Yo dije:
   -Es verdad; es una rareza el que un realizador del llamado "cine intelectual" escriba diálogos extensos ya que suelen ser tildados de "teatrales", y eso es generalmente considerado un error por los críticos (aunque en realidad… eso de que los diálogos televisivos deban ser mayormente triviales, los del teatro, extensos y profundos y los del cine "inteligente", escasos y pausados, son convencionalismos que no hay por qué respetar)… Subiela demuestra que se puede combinar lo "teatral" de los diálogos extensos, profundos y bien elaborados, con imágenes de alto contenido poético que llegan hasta el surrealismo… Igual, no te digo que me gustan todas las películas de este tipo, ¿eh? Pero ésta, sí;… las que hizo ya a fines de los noventa y en la década siguiente, son… bueh… recordémoslo por lo bueno.
   Entonces ella dijo:
   -Me estás jodiendo, ¿no?
   -No, ¿por qué?
   -Porque estamos en mil novecientos noventa y…
   Entonces pensé que era ella la que me estaba jodiendo a mí, pero no… era posta lo que dijo, y no me bastó el diario de ese día que me mostró de páginas tibias y tinta húmeda con fecha en un año de la década del 90 ni la… (bueno… imagínense todo tipo de cosas propias de la era "pizza con shampain", así me evitó el trabajo de escribirlas porque hoy estoy muy cansado) para convencerme de que el viaje que hice en colectivo no había sido solamente en el espacio, sino también en el tiempo; lo que sí me convenció fue verme en el espejo del baño en que me reconocí como el adolescente que era en los años noventa y que ya no soy.
  
  No me acuerdo de qué siguió inmediatamente a lo contado, lo siguiente que recuerdo es encontrarme en la calle (la calle otra vez) y ver luces, pero no de las comunes, sino de otras, inusuales, de brillo único, distinto a los previamente por mis ojos percibidos, de colores cambiantes, en continua fluctuación de intensidad;…  recuerdo sentir y escuchar una brisa melódica, como de música nueva, hermosa, recientemente creada e imposible de escuchar con los oídos, pero entonces por mí, de un modo que no puedo explicar, escuchable (y hasta palpable);… recuerdo ver hojas de árboles que caían y alzaban vuelo sin impulso del viento, como si fueran pájaros;… a su vez vi a pájaros que en su cantar expresaban lo que entonces yo comprendía, así como ellos me comprendían a mí por más que no hablara;… recuerdo transitar calles que se transformaban en sendas ascendentes y descendentes que me llevaban sin necesidad de que yo caminara, y muuuchas otras cosas maravillosas e imposibles de transmitir por escrito.
   Entonces me sentí identificado con lo que dice el protagonista de la película ya referida; es algo así como que por ahí, él y las personas con las que estaba, eran parte de una película; una película que tal vez nadie estuviera viendo.
   Tal vez mi vida toda sea parte de un cuento que nadie lee.
   La "película" surrealista recién contada (tal vez no vista por nadie), concluyó conmigo llegando a mi casa tras mucho caminar.

    A la mina la volvería a ver, pero no es en este espacio que les contaré en qué circunstancias, sino (tal vez) en otro.

lunes, 27 de julio de 2020

Tiempo que… sin necesidad de existir, esclaviza (cuento) - Martín Rabezzana



  Yo me dirigía a mi trabajo en colectivo, o sea, uno de esos autos grandotes que transportan a la gente pobre. "¡Ya sé lo que es un colectivo!", me dirás (vos, lector) irritado, pero como te veo medio cara de concheto, asumí que podrías no saberlo ya que a mí me pasa con tu persona lo mismo que a vos respecto a mí pero al revés: o sea, vos me ves la caripela y me hablás en tumbero (si te dignás hablarme) pensando que no te voy a entender si hablás bien (bah, "bien"; como hablás vos, si es que al hablante que desconoce cuándo corresponde emplear el potencial o el pasado imperfecto del subjuntivo, se lo puede considerar bienhablante); en fin; sigamos.
   Yo estaba en el colectivo y escuché a tres individuos mantener la siguiente conversación:
   -¿Vieron a esas personas que se jactan de parecer de menor edad que la que tienen? ¡Jaaa! ¿Pero cómo no se dan cuenta de que eso es lo normal en estos tiempos? En la actualidad la apariencia joven se mantiene mucho más que antes; los 30 de ahora son los 20 de antes. Los 40 de ahora son los 30 de antes, y así sucesivamente, por eso es ridículo jactarse de tener una apariencia joven siendo ya grande porque, como ya dije, es lo más común hoy en día, al punto que si alguien actualmente tiene 40 años y parece justamente de 40, ¡está reventado!
   La mujer de la pareja a la que el individuo le hablaba, le preguntó:
   -¿Y de cuánto dijiste que tenés que parecer a los 40?
   -Y… de 30 o de 35, como mucho; no más que eso. –Y dirigiéndose a ambos, dijo: -¿Ustedes cuántos años me dan?
   El varón de la pareja dijo:
   -¡Qué sé yo!
   -¡Pero vamos! ¡Arriesguen!
   Ambos se miraron negando con la cabeza indicando así que no querían arriesgar ningún número; mientras tanto, yo, viendo que el individuo que hablaba era canoso y de barba prominente, pensé que debía tener unos 45 años, entonces el tipo, sonriendo orgullosamente, dijo:
   -Tengo 40.
   Yo pensé: "¡Uuuuuuhhhh!... ¡Está destruido!... Parece de 45, ¡pero de los de antes! O sea, parece de 55." Entonces (temblando) me acordé de que yo tenía casi su misma edad y confirmé cuán acertada es mi costumbre de afeitarme a diario, ya que la barba gris te agrega muchíiiiiisimos años, y esto parecen no advertirlo los muchachos que extrañamente se dejan crecer el pelo del rostro al entrar en la segunda juventud (tantos hay que en su p… vida se dejaron la barba, y justo cuando empiezan a encanecer se la dejan; ¡parece que tuvieran apuro en envejecer!).
   Me bajé del colectivo y pasé frente a una universidad (por primera y última vez en mi vida, ya que casi entro en convulsiones al igual que le ocurre al anticristo, a Drácula y demás criaturas satánicas pero no cuando pasan cerca de una universidad, sino de una iglesia); la calle estaba cerrada al tránsito de vehículos por una protesta estudiantil cuya causa yo desconocía, por lo que le pregunté a un manifestante de qué se trataba la cosa, y me dijo:
   -Estamos pidiendo la reincorporación a la universidad de un profesor de historia que fue expulsado injustamente.
   -¿Por qué lo expulsaron? –pregunté.
   -Por decir la verdad sobre Juan Manuel de Rosas.
   -¿Cuál verdad?
   -Y… que cuando llegó Urquiza, "el restaurador" se fugó en el Titanic y lo estrelló a propósito contra los icebergs para hundirlo; ese fue su último acto patriótico y antiimperio británico.
   Entonces yo, que sé muchísimo de historia, le dije:
   -Pero… ¡no puede ser! ¡Si Rosas se fue del país en 1852 y lo del Titanic fue en el siglo veinte!
   A lo que respondió:
   -¿Pero usted no sabe nada de mecánica cuántica?
   Yo negué con la cabeza, entonces dijo:
   -Está probado por dicha ciencia que el tiempo no existe.
   Y con eso me dejó sin réplica, ya que me acordé de haber escuchado alguna vez la versión científica según la cual el tiempo es una abstracción de la mente, lo cual hace técnicamente posible que Rosas haya abordado el Titanic y lo haya estrellado; el manifestante dijo:
   -Y ahora lo estamos esperando a Gilbert Hillman, que es una eminencia científica de Australia que sostiene la versión de la inexistencia del tiempo; lo contactamos explicándole la situación de nuestro profesor y le dijimos que él, con sus fundamentos sobre el no tiempo, podría contribuir a nuestra causa y aceptó venir a la Argentina para sumarse a nuestro reclamo; en cualquier momento llega.
   Entonces, la manifestación que estaba bastante tranquila, se exaltó notablemente cuando llegó un taxi en cuyos alrededores los estudiantes se agolparon; el muchacho que me había explicado la situación, muy emocionado, mientras señalaba al taxi, dijo:
   -¡Es Hillman!
   Entonces los manifestantes (acompañados de bombos y platillos) empezaron a corear:
   -¡Hillman, Hillman, Hillman!
   Por lo agitado del ambiente me fui lo más rápido que pude de la escena, pero al mirar hacia atrás desde la esquina, llegué a ver a Gilbert Hillman bajar del taxi saludando triunfalmente con la mano en alto como si fuera una estrella de un programa de televisión juvenil o algo así (si bien tenía como 96 años); y es que Hillman (valga la casi redundancia) se había vuelto una especie de mesías para la gilada (bueh… perdón; para los manifestantes universitarios).
   Seguí caminando rápido (dado que ya estaba llegando tarde al trabajo) pero no pude evitar detenerme frente a la vidriera de un negocio de venta de electrodomésticos, ya que en la misma había un televisor encendido en un canal de noticias y la siguiente placa informativa se presentaba: "Una partida de trajes de apicultores fue vendida fallada; hay 12 apicultores muertos y 35 abejas prófugas."
   Tras ver esa noticia extraña, reanudé mi marcha hacia mi lugar de trabajo que quedaba a dos cuadras de donde entonces estaba y me encontré con otra calle cerrada al tránsito de vehículos por otra manifestación, pero esta vez no me hizo falta preguntar de qué se trataba, ya que los manifestantes tenían puestos cascos de apicultores, por lo que era obvio que estaban protestando por lo ocurrido a sus colegas en esa cuadra ya que en la misma estaba la casa central de producción de indumentaria apicultoril del país; como no era tanta la gente, ni se me ocurrió dar la vuelta manzana para eludir a la manifestación, pero ni bien hice 10 metros, varios colectivos estacionaron en ambas esquinas y de los mismos bajaron decenas y decenas de manifestantes con cascos de apicultores, por lo que me vi de pronto en medio de un tumulto en el cual mi vida peligraba, ya que por no tener yo casco de apicultor, me creían un "infiltrado", por lo que tuve que suplicarle a un par de apicultores que me querían apalear, que no lo hicieran, ya que yo no era un infiltrado, sino un laburante de una mensajería de la otra cuadra, y me creyeron, pero tras caminar unos metros, otros apicultores me detuvieron y tuve que explicarles lo mismo, y así varias veces, por lo cual avanzaba muy lentamente, y como temía que me echaran del trabajo por llegar tarde (y además, como ya dije, por estar mi vida en peligro), hice algo que me avergüenza recordar pero que volvería a hacer de encontrarme nuevamente en una situación de fuerza mayor como la que estoy contando: disimuladamente manoteé desde atrás el casco de un manifestante y me lo puse, entonces sí pude avanzar rápido; una vez fuera de la manifestación, tiré el casco en un tacho de basura y a lo lejos vi cómo apaleaban duramente al pobre tipo al que se lo había sacado.
   Corrí hacia la mensajería donde trabajaba pero a todo esto había llegado dos horas tarde, por lo cual me echaron.
   Salí muy desanimado a la calle y me encontré con un compañero al que también acababan de despedir de la mensajería por llegar tarde; le dije:
   -¿A vos también te echaron por llegar tarde?
   -Sseee…
   -¿Y te parece justo?
   -Y… en parte sí porque hay un horario que respetar, y ya son varias las veces que llego tarde.
   Entonces, recordando lo aprendido en la primera manifestación ya contada, haciéndome el que sabía, le dije:
   -Pero flaco… ¿Vos no sabés nada de mecánica cuántica?
   El joven negó con la cabeza. Yo proseguí:
   -¡El tiempo no existe! Por eso es una injusticia que nos hayan echado por supuestamente haber llegado tarde, así que podríamos organizar una manifestación contra la mensajería a la que sería bueno invitar al científico Hillman, que seguramente nos va a bancar en esta porque es un tipo muy solidario.
   El joven, extrañado preguntó:
   -¿El científico "gil" qué?
   -Hillman; vení; vayamos a buscarlo y en el camino te explico. Pero eso sí: yo te acompaño hasta la esquina de la universidad y entrás vos porque a mí tal institución me produce una especie de alergia; una vez ahí, le contás la situación a los muchachos y…

lunes, 22 de junio de 2020

El peligro de la filosofía existencialista (cuento) - Martín Rabezzana



   El individuo que hasta hacía minutos atrás se encontraba en un pésimo estado anímico, ya estaba mejor gracias a la llegada del joven a quien había hecho llamar en medio de la noche; le dijo:
   -Sos joven pero sabio…
   -La edad material no importa porque el tiempo no existe, y la juventud de los seres, en este mundo es ilusoria debido a que el nacimiento no es el comienzo de la vida, por eso es que en este plano material nos será siempre imposible conocer a un alma joven.
   Tras ofrecerle algo de alcohol que el filósofo existencialista aceptó, el individuo que lo había mandado llamar, le pidió respuestas, entonces el joven dijo:
   -La cuestión de la discriminación interpersonal es irresoluble, ya que es propia de la condición humana;… si no se discrimina por un motivo determinado, se hace por otro: si no es por color de piel, es por nacionalidad, por provincialidad, por barrialidad, por clase social, por idioma, por ideología religiosa, política, o… por lo que sea… …El otro día escuchaba a una de esas personas en extremo injustas que suelen empezar todas sus críticas diciendo "en este país"…, decir que este es un país discriminador, sin reconocer lo discriminatorio de esa declaración, ya que implica negar a las características presentes en las personas locales como propias de la humanidad, y de serlo (y lo son), se dan en cualquier parte donde haya seres humanos, por lo que un país sin discriminación, sin racismo, sin odio, sería un país sin seres humanos…  Los blancos odian a los negros, los negros odian a los blancos, los negros odian a los negros, los blancos odian a los blancos… los hombres odian a las mujeres, las mujeres, a los hombres. Los hombres odian a los hombres, las mujeres, a las mujeres... Los ricos odian a los pobres, los pobres, a los ricos. Los ricos odian a los ricos y los pobres, a los pobres;… la clase media odia a los pobres, a los ricos y a sí misma… En todos los países del mundo se odia a los inmigrantes y en todos los países los inmigrantes odian a los locales, así como en todos los países del mundo hay locales que odian a los locales… TODOS ODIAN A TODOS (y si no a todos, a alguien), y todos creen que su odio por los demás es justificado así como piensan que no lo es el odio de los demás hacia ellos. La cuestión es que lo que varía de una persona a otra, es el objeto odiado, pero el odio es invariable y nunca exclusivo de un grupo humano particular, ya que es propio de la humanidad TODA.
   Tras una pausa de algunos segundos, su interlocutor le preguntó:
   -¿Y por qué todos odian a todos?
   -Por el odio que cada uno siente por sí mismo, ya que el odio hacia los demás es siempre precedido por el odio por uno mismo… …Hay un libro (1) en que más o menos se dice que si uno divide, habrá lucha entre las diferentes partes, pero que si sigue haciéndolo hasta lograr que cada una se quede consigo misma, la lucha entre ellas termina por quedar reducida a la que cada una lleve en su interior.
   El individuo, muy interesado en lo que se le había dicho, dijo:
   -Yo siento que es negativo el odio, pero dado que, como bien decís, es inherente a la humanidad, ¿es posible trascenderlo?
   -Bueno… en un rápido análisis del asunto podemos resolver eso, que el odio es negativo, pero si lo analizamos más profundamente podemos llegar a resolver que no necesariamente lo es, ya que si tenemos en cuenta la lógica taoísta del yin y el yang, toda unidad se divide en dos partes que entran en conflicto, y ese conflicto conlleva una tensión que es generadora de una tercera unidad que a su vez se va a subdividir en dos partes que se van a enfrentar, y ese enfrentamiento conllevará una tensión generadora de una nueva unidad que se va a subdividir en dos partes… y así sucesivamente; es decir: los antagonismos que consideramos negativos por implicar odio, tal vez sean necesarios para la vida toda, ya que lo multiplicador de la vida, parece ser el odio, por lo que sin el mismo la vida llegaría a su fin, por consiguiente, ese odio que según los pacificadores es totalmente negativo, tal vez sea el sostén de toda existencia, en base a esto podríamos decir que el odio es bueno o, al menos, un mal necesario, no obstante, podemos insistir con que el odio es un mal innecesario, pero esto último no puede hacerse coherentemente sin aceptar a su vez, a la negatividad de la vida (al menos de la que tiene lugar en este plano, ya que en otros, tal vez haya otras fuerzas multiplicadoras)… Por todo esto es que es válido preguntarse si la vida es positiva o si no se trata de algo negativo por trascender… Yo creo que trascender al odio es trascender a la vida, o sea: morir. De ahí lo lógico de la frase de Antonio Porchia que dice: "Una cosa sana no respira."
   Mientras sonreía levemente, el individuo asintió en silencio, después dijo:
   -Gracias.
   Entonces sacó de su bolsillo una gran cantidad de billetes que procedió a entregarle a su interlocutor que le agradeció, y dijo:
   -Voy a hacer algo muy positivo para mí mismo con esta plata.
   Se estrecharon la mano y el filósofo existencialista, se fue.
   Una vez fuera del lujoso departamento al que había sido convocado, se acercó a un grupo de personas en situación de calle y le regaló la fortuna que acababa de serle entregada.
   El individuo que por sentirse terriblemente mal había hecho llamar al filósofo del existencialismo (filósofo relativamente conocido en ciertos ámbitos intelectuales allá por mediados de la primera década del siglo 21), se mató esa misma noche ahorcándose en su domicilio.




(1) El libro aludido es: "EL ABUELO GABRIEL y mi sentido de la libertad", de Manuel R. Silva. Ediciones Dáimón.

viernes, 12 de junio de 2020

Castigador castigado (cuento) - Martín Rabezzana


   El tipo todavía estaba lúcido, ya que por el momento le permitían conservar la lucidez, pero sólo por el momento, y el mismo habría de concluir muy pronto.
   Fue conducido a una oficina e incitado a sentarse en una silla, y mientras varios individuos lo miraban inquisitorialmente, uno de ellos, dirigiéndose a él, dijo:
   -No te voy a mentir; te voy a decir honestamente lo que pensamos hacer con vos; escuchá bien: te vamos a castigar impiadosamente hasta que hayas interiorizado a nuestro sistema normativo y una vez que lo hayas hecho, te vamos a seguir flagelando igual con pastillas, con electrocución, con precintos que laceren tu piel y con descalificaciones continuas a la soberbia que poseés que te lleva a creer que merecés respeto y a la ignorancia que te hace afirmar que no estás enfermo… Nos va a encantar flagelarte, dañarte, torturarte… te vamos a sacar toda gana de vivir y cuando quieras suicidarte, no te lo vamos a permitir, ya que lo que buscamos es dañarte al máximo pero sin matarte, dado que si te morís, a nosotros se nos acaba la diversión, al menos con vos, ya que siempre habrá más personas a las que llevaremos a ocupar tu lugar… …¿Qué?... ¿Te parece injusto todo esto?... ¡Y claro! Para vos lo justo sería que la cosa fuera al revés, o sea, que vos nos castigaras a nosotros hasta que interiorizáramos a TU sistema normativo, y aun de nosotros llegar a interiorizarlo, te parecería justo seguir reprimiéndonos, y todo eso ya lo hiciste con mucha gente durante mucho tiempo, por lo cual ahora te toca a vos estar del otro lado, de ese mismo lado en que a tantas personas pusiste, ya que, como sabrás, todo movimiento es pendular, por lo que cuando se llega al extremo del desarrollo, se inicia el subdesarrollo; cuando se llega al máximo esplendor, se inicia la decadencia; cuando se llega al límite de la acumulación de yin, el mismo decrece y aumenta el yang. ¿Vas entendiendo?... Tu etapa de juzgador y castigador asalariado por el estado, concluyó con el gobierno anterior. Ahora hay otros gobernantes, por lo cual los "sanos" y los "enfermos" son otros, es por eso que ahora, discípulo de Mengele, empieza tu etapa como juzgado y castigado que durará lo que dure tu vida.
   El nuevo castigador, tras unos segundos de silencio, dijo:
   -Yo soy como vos; yo quería poder torturar legalmente, por eso me hice psiquiatra al igual que vos, y quería además reprimir cagándome de la risa de todos los giles que se comen el verso de la "democracia" y los "derechos humanos", y lo estoy por hacer, pero en algo sí que nos diferenciamos, y es en la honestidad, ya que jamás vas a escuchar de mi persona que algo de todo esto "es por tu bien".
   Entonces le hizo una seña a sus compañeros que inmediatamente sujetaron al psiquiatra (ex director del neuropsiquiátrico en que entonces estaba) que en la medida de sus pocas posibilidades, se resistió e imploró inútilmente piedad (como también se la suplicaría posteriormente en vano al resto del equipo de represores estatales constituido por psicólogos, "enfermeros", asistentes sociales, terapistas ocupacionales y acompañantes terapéuticos).
   El hombre fue atado y uno de los enfermeros sacó una aguja y le fue inyectado el mismo veneno que tantas veces había ordenado que se le inyectara a otras personas fuera o no su voluntad recibirlo, y con la poca lucidez que aún le quedaba, pudo decirse a sí mismo que se siente muy injusto recibir el trato que se le da a los demás, pero no tuvo la sensatez de admitir lo obvio que es que en realidad, la justicia es exactamente eso: recibir lo que se da.




(La "democracia" y los "derechos humanos", bases del discurso de todo gobierno supuestamente legítimo, en las sociedades actuales son puras mentiras, y en ningún lugar queda esto más claro que en los neuropsiquiátricos en los cuales, bajo la apariencia de tratamiento médico, se tortura, muchas veces hasta la muerte, a personas que en la mayoría de los casos no cometieron ningún delito ni tienen enfermedades demostradas de ninguna clase, y nada de esto ocurre excepcionalmente, ya que estas violaciones a los derechos de las personas se realizan legal y sistemáticamente en TODOS los países del mundo).

jueves, 21 de mayo de 2020

Jazmines de amor y desamor (cuento) - Martín Rabezzana


   Como enseña Michel Foucault, allá por el siglo dieciocho los castigos y ejecuciones públicos de prisioneros empezaron a ser considerados por las autoridades como contraproducentes ya que si bien su objetivo, que era el de intimidar a aquellos que pretendieran desacatar a las leyes, en gran medida se cumplía, en muchas personas se daba una indignación ante tales actos de crueldad que resultaba en un resentimiento hacia el gobierno potencialmente causante de rebeliones populares, por eso los mismos empezaron a ser trasladados a lugares privados; fue así que las torturas y las ejecuciones se empezaron a infligir lejos de la vista de las masas, y en lo referente particularmente a las torturas, las mismas no sólo dejaron de realizarse públicamente, sino que eventualmente hasta pasaron a ser camufladas para que parecieran ser otra cosa; para no dar más que un ejemplo: en el siglo veinte la picana eléctrica pasó a llamarse "terapia electroconvulsiva" (electroshock) y a considerarse "tratamiento médico"; tal supuesta terapia médica es empleada legalmente en la actualidad en todo el mundo así como otros medios represivos que, increíblemente, la mayoría de la gente no reconoce como tales.
   No obstante lo dicho, el traslado de lo público a lo privado en lo que a tormentos y ejecuciones de personas se refiere, tardó siglos en ser llevado totalmente a la práctica, por lo que a principios del siglo diecinueve, que es el tiempo en que la historia que sigue se desarrolla, las ejecuciones eran todavía espectáculos públicos en la mayor parte del mundo incluyendo a la Argentina, y las mismas no escaseaban, ya que más allá de las exageraciones de los historiadores antirrosistas respecto a lo tiránico del gobierno de Juan Manuel de Rosas, está claro que el "restaurador" no vacilaba en hacer fusilar a quienes consideraba enemigos políticos.

   En el contexto social referido se dio una relación sentimental entre una adolescente de clase alta llamada Lucía, cuyo padre era funcionario del gobierno de Rosas, y un joven de pasar económico medio, que, para la consideración de alguien de la alta sociedad, era apenas poco más que un pordiosero por cuya condición no debía mezclarse con su familia; así fue sentido y expresado por el padre de la chica conjuntamente a una prohibición absoluta a Lucía de seguir viéndolo, por lo cual ella protestó pero manifestó acato a la orden arbitraria de su padre, pero lo hizo falsamente ya que al escuchar la prohibición, rápidamente empezó a pensar en encontrarse con su amante en secreto, y así lo hizo durante semanas; mientras tanto su padre había decidido que su hija debía relacionarse con alguien de su mismo estatus social, por lo cual la obligó a verse con un joven burgués que de ella rápidamente se enamoró; Lucía consideraba que el joven era muy amable y simpático, pero le dijo claramente que no podría enamorarse de él porque ya estaba enamorada de otra persona; el joven lo entendió pero le suplicó que le diera la oportunidad de darse a conocer ya que tal vez ella cambiaría de idea respecto a quién era realmente el amor de su vida, y por compasión a él y respeto a su trato cortés, ella aceptó seguir viéndolo por un tiempo pero le pidió que aceptara dejar de verla para siempre si tras algunas salidas más, de él no se enamoraba, lo cual el joven aceptó.
   Durante las semanas posteriores los jóvenes se vieron sin que él lograra enamorar a Lucía, por lo cual, con enorme dolor, el joven decidió cumplir su promesa de alejarse de ella.
   Pasaron las semanas y el joven burgués decidió hacer un último intento de conquistarla sin incumplir la promesa que le había hecho de no verla, de ella no enamorarse de él, por lo cual le compró un anillo de compromiso y lo puso dentro de un sobre junto a una carta de amor en la que le pedía matrimonio. Además compró jazmines blancos y a través de una criada de la familia de Lucía, se los hizo llegar, pero esa misma noche la criada se apersonó hasta la casa del joven y le devolvió su carta por pedido de Lucía; estaba cerrada ya que al a ella serle dicho que procedía de él, había decidido ni siquiera abrirla.
   Tras este hecho el joven burgués pasó noches y días espantosos, sumido en una enorme tristeza que intentaba ahogar en alcohol.
   Tras varios días salió a despejarse y se dirigió a la Plaza de la Victoria (lugar aproximado donde actualmente está la Plaza de Mayo); en la misma había una multitud reunida para presenciar una ejecución; a lo lejos vio a Lucía que se acercaba a un mazorquero y le entregaba un envoltorio que él no reconoció; ella le dijo algo al guardia perteneciente a la "mazorca" que, por la distancia que los separaba y el ruido de la muchedumbre, no pudo escuchar qué fue; algunos segundos después, Lucía se fue casi corriendo de la plaza mientras derramaba lágrimas, entonces apareció un hombre escoltado por varios mazorqueros que lo llevaban hasta el lugar donde su ejecución se realizaría; el joven burgués pensó en irse ya que no quería presenciar ninguna ejecución, pero cuando se disponía a hacerlo, vio que el mazorquero que de Lucía había recibido el envoltorio, se acercaba al condenado y se lo entregaba mientras algo le decía, entonces él se aferró al mismo con todas sus fuerzas, le fueron vendados los ojos y lo que siguió fue uno de esos momentos brevísimos y trágicos que en la memoria emocional de quienes los viven, duran una eternidad.
   Si bien el joven burgués había apartado la vista del condenado poco antes de que contra él se abriera fuego, la curiosidad por saber qué contenía el envoltorio que en el momento de la ejecución tenía entre sus manos, lo venció, por lo que dirigió su vista al caído y reconoció en el piso a los jazmines blanquísimos que a Lucía le había enviado días atrás; paralelamente reconoció al muerto como el verdadero amor de la chica a la que había querido (y no había conseguido) para sí.
   El padre de Lucía se había enterado de que ella se seguía viendo en secreto con el joven proletario, incumpliendo así con la orden de no verlo más que él le había dado, por lo cual, en pos de alejarlo para siempre de su hija, lo acusó en falso de ser colaborador de los "salvajes unitarios"; en ese período nada más se requería para que se aprobara un fusilamiento "federal"; del mismo nada le dijo a su hija, pero las criadas se enteraron y se lo contaron, fue así que Lucía se había escapado de su casa y se había apersonado en el lugar de la ejecución de su novio en el cual, a modo de despedida, le hizo llegar los jazmines blancos.

   Mientras miraba al ejecutado, el joven burgués sintió celos y odio, poco después sintió culpa por haber sentido esas cosas y lo que entonces sintió fue pena por el muerto; después dejó también de sentir eso ya que otro sentimiento empezó a embargarlo: la envidia.
   Envidió al muerto con toda su alma ya que habría querido ser él ese joven asesinado por haber cometido el "pecado" de enamorarse correspondidamente de Lucía.
   Tras haber sido retirado el cadáver del joven proletario de la plaza y casi todas las personas haberse ya ido, el joven burgués seguía contemplando fijamente a las flores caídas teñidas de sangre en las que veía materializados por igual, tanto al amor como al desamor.



(Cuento basado en la canción escrita por Héctor Blomberg y Enrique Maciel: "Los jazmines de San Ignacio", inmortalizada por Ignacio Corsini).

domingo, 26 de abril de 2020

La nula trascendencia de la literatura (cuento) - Martín Rabezzana


   Al escritor se le acercaron dos investigadores policiales que le pidieron que se identificara, tras lo cual le pidieron que los acompañara hasta el recinto policial ya que querían hacerle algunas preguntas; como él se esperaba que cosa tal ocurriera en cualquier momento, no se sorprendió ni se puso nervioso.
   Una vez en la seccional, fue conducido hasta una oficina, ahí se le pidió que tomara asiento y, sin que nadie le preguntara nada, el escritor dijo:
   -Alguna vez me acusarán de ser tergiversador por incluir en mi literatura a personajes de la realidad y contar de ellos historias distintas a las que realmente vivieron, pero será una acusación injusta ya que yo soy literato, no historiador, por lo que no me interesa la rigurosidad histórica al hacer literatura aunque la misma esté basada en hechos realmente ocurridos; yo invento cosas y, para mi sorpresa, resulta que muchas de ellas realmente tuvieron lugar sin que yo lo supiera mientras las escribía, y así es que, sin quererlo, al escribir cuentos del género policial, terminé resolviendo cualquier cantidad de crímenes cuyas autorías no habían sido establecidas, por eso es que muchas de las personas conocedoras de dichos casos y lectoras de mis libros, sin duda han creído que yo tenía una información especial por conocer a testigos de los casos en cuestión o a descendientes de ellos, dado que muchos de los casos policiales que ficcionalicé, son de tiempos remotos, pero en realidad, como ya dije, yo inventé (o al menos, creí inventar) muchas de las cosas que resultaron en su esclarecimiento; nunca creí que se correspondieran con la realidad, pero dado que evidentemente así es, debe ser que poseo retrocognición, que es la capacidad de percibir hechos desconocidos por uno ocurridos en el pasado… por todo esto no me sorprende que me hayan hecho venir hasta acá, ya que sin duda tengo mucho que aportarle a la policía en materia de información debido a esta capacidad inusitada que tengo de resolver crímenes sin siquiera buscarlo, al componer obras literarias, así que, les pregunto: ¿cuál es el caso que me han traído para resolver?
   Los dos policías se miraron extrañados y uno de ellos dijo:
   -¿Usted es escritor?
   -Sí, claro, y justamente por conocer mis libros ustedes me buscaron, ¿o no?
   El otro policía movió la cabeza en señal de negación, y dijo:
   -No, en realidad lo queríamos entrevistar por las quejas de los vecinos por los ruidos molestos del club del cual usted es presidente.
   Entonces el sorprendido fue el escritor, que dijo:
   -¡Pero yo no presido ningún club!
   Entonces uno de los policías le preguntó su nombre y al él responder, se le dijo que justamente a esa persona buscaban, pero para asegurarse de que no había ningún error, le pidió su documento; el literato se lo dio y el policía, tras mirarlo se lo pasó a su compañero mientras decía en voz baja:
   -Nos equivocamos de persona; este tipo tiene el mismo nombre y apellido de aquel a quien buscamos, pero su segundo nombre es otro.
   Su compañero dijo:
   -Ahhh… sí…
   Ambos policías se sintieron incómodos y tras algunos segundos en silencio, uno de ellos dijo:
  -Disculpe el error, muchacho; puede irse. Ah, y suerte con la literatura.
   Y el otro dijo:
  -Sí, eso; que tenga mucho éxito con sus libros.
   El escritor les agradeció, y, muy decepcionado, se levantó de la silla y salió del recinto policial.

   Mientras caminaba de vuelta a su casa, tuvo que hacer un gran esfuerzo para no llorar.