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jueves, 12 de agosto de 2021

La “milvidas” (cuento) - Martín Rabezzana


Sacra desobediente

   Ella le contó que allá en Trelew, a principios de los setenta (1), había sido una de las personas que participó de la (sacra) desobediencia civil que, entre otras cosas, llevó a que se conformara una comisión de solidaridad con los (tristemente célebres) presos políticos (pero claro; junto a su familia, ya que en esos años era chiquita); le contó de los gratos recuerdos que tenía de estar preparando en la cocina junto a su mamá, cosas dulces para llevarle a los detenidos; le contó de lo maravilloso que fue ese sentir comunitario entre personas renuentes a mirar para otro lado ante las injusticias por otros sufridas; le contó de las asambleas sucedidas en el teatro abierto de modo permanente sólo interrumpidas por los recitales de músicos en las que se expresaba rechazo al accionar arbitrario de las autoridades y apoyo a quienes terminarían siendo mártires emblemáticos de toda una generación, dando lugar, sin saberlo, a un antes y un después en su ciudad; después le contó que, siendo más grande, alternó en los ámbitos más peligrosos salvando la vida por milagro más veces de las que podía recordar;… ella era una sobreviviente de todo, pero de esas que más que sufrir la vida, la habían bien vivido y al máximo disfrutado, y sin embargo… ¡era tan joven todavía!
Tenía apenas un lustro de edad más que él, pero él sentía que ella había vivido mil vidas, él en cambio, ninguna; esto lo hacía sentirse disminuido hasta la nulidad ante ella, y ella parecía notarlo, entonces se reía y lo besaba con la intención de sacarlo de ese nivel de inferioridad y elevarlo hasta el suyo, y SIEMPRE lo lograba, y no es la humedad de su boca, el calor de sus pechos ni el gusto de su concha lo que recordaría de ella como lo más excitante, ya que por mucho que lo fuera, lo sexual con ella era una parte de un inmenso todo cuya intensidad no disminuía en ningún momento, ni siquiera ante las situaciones más triviales e intrascendentes, ya que ella era la sensualidad y sexualidad personificadas y en sus máximas expresiones.
   No obstante todo lo dicho que da cuenta de una persona inolvidable, ya nadie más que él la recordaba en esa década del noventa… ¿por qué? Porque todos los que habían sido parte de su vida ya estaban muertos, salvo él, claro, y si bien lamentó que ella ya no estuviera, su paso fugaz por su vida (y por la vida), por haber estado tan cargado de intensísima positividad, le hacía creer que lo trágico es el no morir joven; al menos en el caso de ella así habría sido; trágico habría sido verla en decadencia; disminuida en vitalidad, pero nada de esto ocurrió ya que pasó al plano espiritual envuelta en un esplendor vital absoluto.

Mucho más que la hora

   “Esa no te da ni la hora”, le había dicho un conocido suyo una tarde en una plaza, tras verla desde lejos y él manifestar su gusto por ella y su intención de acercársele, entonces ella, haciéndose la que lo veía por vez primera, se le acercaba y lo besaba apasionadamente. Después se iba caminando lentamente y ya desde cierta distancia, lo llamaba con la mano, entonces él se iba con ella ante la sorpresa (y envidia) de sus conocidos; ella misma había tenido la idea de actuar esa escena que, por mucho haberle gustado a ambos, terminarían actuándola en varias ocasiones más; sin embargo, no podría decirse que la realidad superara a la ficción, ya que estando con ella, una y otra se entremezclaban al punto de volverse indistinguibles, y cuando creía poder distinguir a una de otra, tanto la realidad como la ficción eran estados potenciados.
   Estar con ella era como vivir todo a la vez aunque no pasara nada, ya que lo que provocaba era verdadero amor. Ese que, como Alberto Migré describió en una de sus novelas: traspone la piel, diferenciándose así del falso amor, por éste último sentirse de la piel para fuera; el que ella hacía sentir era de la piel para dentro.

Falsa ausencia

   Un día se acabaron las brevísimas mañanas con ella, los brevísimos mediodías, las brevísimas tardes y las brevísimas noches (que en su espíritu durarían una eternidad) y comenzaron los larguísimos días, conformados por larguísimas mañanas, larguísimos mediodías, larguísimas tardes y larguísimas noches, sin ella, al punto que a lo negativo e interminable lo habría desde entonces de definir como: “lo sin ella”, pero… ¿en serio se había ido?... En ciertas filosofías orientales dicen que una vez que uno asimila totalmente a la positividad espiritual de una persona, ya no necesita de su objeto simbólico que es su cuerpo material, dado que es como un papel en el que está escrita la letra de una canción que un cantante quiere memorizar; para lograrlo deberá leerla varias veces, pero una vez la letra por él memorizada, podrá desprenderse del papel en que está escrita sin que esto signifique un desprecio por su contenido, ya que el mismo está guardado en su interior, haciendo esto a la conservación del papel, algo totalmente innecesario, y como ya expresé: lo mismo se aplica a las personas, ya que una vez que de alguna de ellas interiorizamos a toda su positividad espiritual, su presencia material no nos hace más falta dado que su esencia álmica, de nuestro interior no se va nunca; por empezar a sentir que esto último le había en gran medida ocurrido, en cierto momento empezó a dejar de recordarla con dolor y le empezó a sobrevenir una remembranza de ella de carácter casi totalmente positivo.




(1) En 1971 tuvieron lugar actos de solidaridad por parte de los trelewenses para con los guerrilleros presos en su vecina ciudad de Rawson pertenecientes a Montoneros, las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias) y el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), consistentes mayormente en visitas a las cárceles, ya que, si bien Trelew era un lugar en el que, a diferencia del resto del país, no había grandes actos de represión del estado ni tampoco, grupos civiles armados tendientes a responderla, por lo cual se podría asumir que sus habitantes verían con malos ojos a quienes en alguna medida llevaran hacia su ciudad algo de las convulsiones sociales nacionales ajenas a su cotidianeidad, lo que ocurrió fue que muchos trelewenses se interesaron en conocer cuáles eran las motivaciones de los guerrilleros, por lo cual, tras conocer personalmente a familiares de los detenidos en Rawson que solían parar en Trelew, que entre otras cosas, compartieron con ellos las cartas de sus seres queridos presos, los ciudadanos solidarios trelewenses empezaron a considerar que lejos de ser los guerrilleros, personas que buscaban la violencia por la violencia misma, actuaban en respuesta a una violencia estatal previa, por eso crearon una comisión de solidaridad con los detenidos que no le gustó en absoluto a las autoridades, que, tras fusilar ilegalmente en 1972 a varios de los guerrilleros presos (hechos que fueron conocidos como "La masacre de Trelew"), realizaron en Trelew y las vecinas ciudades de Rawson y Puerto Madryn, allanamientos en un centenar de casas, requisaron a vehículos y transeúntes a gran escala y detuvieron a varias personas arbitrariamente por supuestas sospechas de complicidad en lo que fue la fuga de los guerrilleros previa a los fusilamientos; todo esto fue en realidad una represalia tendiente a disciplinar a la sociedad y generar un miedo en ella, paralizador, que evitara la expansión de la simpatía hacia los guerrilleros, pero lejos de ocurrir esto, se dieron en Trelew, huelgas y levantamientos masivos
pacíficos en los que miles de personas en las calles reclamaron la libertad de los ciudadanos arbitrariamente detenidos (¡y la lograron!), que, entre otras cosas, incluyeron la ocupación del “Teatro Español”, que permaneció abierto durante una semana día y noche y en el cual se manifestaban libremente las personas en contra de la represión estatal que, según los militares, se había hecho “con la colaboración del pueblo”; esa SEMANA GLORIOSA DE INSURRECCIÓN POPULAR en Trelew, demostró que la voluntad de las masas era diametralmente opuesta a la del estado.
   Lo referente a los levantamientos populares pacíficos de Trelew, quedó eclipsado por los previos y entonces recientes hechos de fuga, los fusilamientos de los guerrilleros detenidos y la posterior represión militar ocurrida en la despedida a ellos, por eso ha sido muy poco tratado aun por aquellos que (como yo) tienen por fuente principal de información sobre estos hechos, al libro “La pasión según Trelew”, de Tomás Eloy Martínez, en la que da cuenta de dicha insurrección, no obstante, según mi criterio, la misma no ha tenido la debida continuidad en lo que respecta a lo investigativo, ya que considero que el libro mencionado debería haber sido el punto de partida de una investigación más profunda que hasta ahora, no se hizo. 


Posdatas del 20/06/2022. 1: El cuento "La milvidas", fue la base de mi novela corta: "Ania milvidas".

Posdata 2: Cuando expresé que la investigación sobre la insurrección en Trelew no había tenido una debida continuidad, no habia todavía visto el documental "Prohibido dormir", de Paula Bassi y Diego Pauli, publicado en Vimeo: https://vimeo.com/71898250