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sábado, 1 de noviembre de 2025

Accionar defensivo (cuento) - Martín Rabezzana



-Palabras: 2.654-

Dedicado a Vicente Luy y a todos los T’s.

Década del 2010; viernes; primavera; 18:31 horas.

   El teléfono sonó; era un celular de esos no inteligentes; yo atendí; por Martín había preguntado alguien que se identificó como T (disculpen que no escriba el nombre completo); respondí que era quien hablaba; seguidamente el ya referido “alguien”, me dijo de dónde lo conocía yo a él y después, me preguntó si lo recordaba; yo respondí que sí; acto seguido, me preguntó si tenía un rato; “Sí”, le respondí yo, tras lo cual, me preguntó si podía pasar por mi casa; afirmativamente, volví yo a responder (si bien, el lugar en que me encontraba, no era realmente “mi casa”), y así fue que, tras pedirme la dirección del inmueble y yo, dársela, me dijo que en un rato estaría por “allá”;. y al rato llegó; no era amigo mío, era amigo de un amigo.
   La casa antigua (que era una mansión situada tras una pequeña muralla) se encontraba en 9 de Julio y Belgrano, Quilmes; a la misma llegué para trabajar en calidad de “sereno”, poco después de reencontrarme con MI AMIGA Sofía Melantoni que, al preguntarme sobre mi situación económica y yo responderle de un modo que bordeaba el llanto, se ofreció a “prestarme” unos pesos, y como yo NO SOY (ni seré NUNCA) de esas personas orgullosas que dicen: “¡No no no!; a mí, dame trabajo, porque tengo dignidad”, acepté dichos pesos; “¿Para qué están los amigos?”, pensé, y me respondí: PARA PRESTAR GUITA, si no, muy amigos que digamos, NO SON, igual, como me dijo que unos familiares suyos estaban refaccionando una casa para ponerla posteriormente en alquiler, que se encontraba cerca de la casa de sus padres y que, justamente, estaban necesitando un sereno, porque el del turno mediodía y tarde, por algún motivo, se había ido, me preguntó si quería trabajar ahí, yo le dije: “Naaaaahhhh… yo, de vigilante, NO TRABAJO”, pero me convenció al decirme que sería por poco tiempo y que además, no era realmente de “vigilante” el trabajo, ya que podía tomarlo como que era de encargado de la casa cuya función sería la de abrirle y cerrarle la puerta, al personal de mantenimiento cuando llegara y se fuera; terminé aceptando su oferta y así fue cómo me encontré yo en esa vivienda enorme, que, por internet pude saber que está (año 2025) a la venta, y por lo que veo en las fotos, está en recontra buen estado, no obstante... está “baratita” (en el sitio de la inmobiliaria figuran dos precios: 339.000 y 350.000 dólares; asumo que éste último, es el precio actualizado y que se deben haber olvidado de eliminar la página con el primer precio mencionado); durante el periodo en que yo trabajé en ella... no digo que fuera una ruina, pero estaba en clara decadencia, como así también, parte del área en que se encuentra, que está compuesta por una conchetitud coexistente con una clase media que parece transitar una cuerda floja, y ambas parecen constantemente amenazar con infiltrar a la otra, ya que en paralelo con la decadencia de la clase media del lugar, que para ella implica un rumbo hacia la clase media baja (y aún más allá), siguen construyéndose en la misma área, nuevas propiedades importantes que parecen amenazar con extenderse, dando cuenta esto de que los periodos de decadencia y de esplendor, no se dan de modo secuencial, sino simultáneo, lo cual, no lamento, porque… a la uniformidad, solamente los fachos la quieren, y si la lograran, ya no la querrían;… ...Acúsenme, si quieren, de “romantizar” a la pobreza y de contribuir así, a darle continuidad… yo los acusaré a ustedes de ser FACHOS, y de ustedes, retractarse, yo también me retractaré (y por lo bajo volveré a llamarlos: faaaachoos); en fin… la cuestión es que en ese entonces, la casa estaba casi por completo desamoblada, y salvo por algunos pintores que un par de días por semana, algo pintaban, no había nadie más que yo durante mi turno.
   Tras T ingresar a la casa en la que, solo me encontraba, y él decirme que la casa estaba buenísima, yo manifestar mi acuerdo y seguidamente decirle que me encontraba allí, trabajando de sereno, abrió un bolso en el que había diversas armas; yo, con sorpresa y temor, le dije:
   -Uuhhhh… ¿a quién mataste o a quién vas a matar?
   De inmediato dijo:
   -No son de fuego; son de aire comprimido -y me mostró la munición, que, efectivamente, no era de fuego; después me preguntó:
   -¿Hay un lugar para probarlas?
   -Sí; vamos al patio -le respondí.
   Una vez en el patio, disparamos contra latas y otros objetos; minutos después, le pregunté si quería tomar algo, me dijo que sí, y fui a buscar a la heladera una bebida marca Cellier, de naranja y durazno, de litro y medio; después agarré dos vasos y una vez en el patio, serví la bebida; tras él probarla, dijo:
   -Mmm; está rico.
   -Sí -dije yo.
   Y alternamos disparos con la toma de la bebida.
   Me contó que la novia le insistió con ir a la costa el último invierno a pasar unos días; tuvo que insistirle porque por experiencia él sabía que durante dicha estación, el frío, sumado al viento, cerca del mar, son difíciles de soportar; yo le dije que es linda la costa en invierno, que tiene su encanto, pero… coincidí en que el frío y el viento, por esos lares, son difíciles de soportar, pero expresé que eso es parte de lo bueno, porque, salvo que uno sea una persona acaudalada y con pocos compromisos, los días para vacacionar, son escasos, y durante el verano, uno se va de esos lugares teniendo el deseo de quedarse, por eso es que en verano, está bueno ir a la costa pero no está bueno, volver; en cambio, en invierno uno puede tener ganas de ir a la costa pero… una vez allá, producto del clima, pronto surge el deseo de volver; por eso es que, en invierno, a diferencia de lo que pasa en verano, está bueno ir a la costa y de la misma, también está bueno volver; esa es la ventaja de ir en invierno.
   T me dijo:
   -No lo había visto así… por ahí tenés razón.
   Después expresó que en el ámbito universitario se han formado quienes diseñaron a esta sociedad horrible, despiadada y distópica, y que por eso, formarse en la universidad implica prepararse para darle al sistema social actual, continuidad; seguidamente me preguntó:
   -¿Por qué alguien querría formarse universitariamente?
   Yo dije:
   -Lo mismo me pregunto yo… yo no quiero; nunca quise y NUNCA querré.
   Después me preguntó si estaba trabajando en blanco; yo le respondí con la siguiente pregunta: “¿Qué es trabajar en blanco?”, lo cual, lo indujo a reír levemente. 
  Minutos después, me preguntó si conocía el caso del poeta Vicente Luy, que, no mucho tiempo atrás, se había suicidado saltando desde el séptimo piso de un edificio al cual se había dirigido con una empleada de una inmobiliaria a la que había contactado manifestando interés en comprar un departamento; una vez que ambos estuvieron en el inmueble a la venta, el poeta esperó a que la mujer que se lo estaba mostrando, se alejara un poco de la zona cercana al balcón, y cuando así lo hizo y estuvo fuera de su vista, fue hacia el mismo, y saltó; le dije que conocía el caso y que…
-En años previos, lo habían psiquiatrizado contra su voluntad; seguramente por consumo problemático de drogas, y en la cabeza represora y estúpida de los “profesionales de la salud mental”, a alguien que es adicto a las drogas, para que mejore, hay que secuestrarlo y drogarlo día y noche DE-POR-VIDA; ese es el tratamiento de “desintoxicación” que el sistema estatal de “salud”, no sólo ofrece sino que hasta impone, que, de desintoxicante, no tiene ABSOLUTAMENTE NADA; lo único que con el mismo se logra, es cambiarle a los adictos una adicción ilegal, por otra legal, y las consecuencias de ésta última, son tan desastrosas como las que existen cuando alguien es adicto a drogas ilegales; la cuestión es que... en el manicomio la pasó muy mal (imposible es que sea de otra manera); le dieron no sólo picana farmacológica, sino también, eléctrica, ésa que muchos creen que es cosa del pasado, cuando en realidad, si bien en la actualidad la aplican a menor escala respecto a décadas pasadas, en pleno siglo 21 sigue siendo legal en casi todos los países del mundo (solamente en Eslovenia y Luxemburgo, está prohibida por considerársela oficialmente: tortura), por eso tenía problemas en los dientes que eran visibles, ya que con la picana eléctrica, suele ocurrir que la dentadura, se pudra;… en fin; pobre Vicente…  lo hicieron bolsa esos torturadores de mierda autopercibidos “médicos”; después lo soltaron y lo dejaron bajo libertad vigilada, que es lo mismo que las autoridades hacían durante la dictadura con los secuestrados a los que decidían liberar; ahora no te vigila un milico, sino un “acompañante terapéutico” que está para informarle a su superior sobre el estado del reprimido y vigilado, y como el mismo no puede ser bueno, porque los psicofármacos destruyen todo bienestar, en la cabeza podrida del vigilante (que es psicólogo y como tal, al psiquiatra está para servir), la “solución” a su malestar, consiste en un nuevo secuestro de su persona para que le sea aplicada más picana farmacológica, porque con la que le están dando en el exterior, según él, no alcanza, y como la eléctrica, que Vicente recibió, fuera de los manicomios, no la dan, dicho vigilante le sugirió a su superior (un psiquiatra) que el “paciente” debía ser de nuevo secuestrado y recluido en un manicomio para que se la volvieran a infligir… Como él se veía venir la repetición de todo este tormento, buscó la manera de escapar, y fue entonces que planeó el suicidio que finalmente concretó, y lo más indignante, es que lo que le hicieron a él, que fue secuestrarlo, torturarlo y, básicamente, empujarlo al suicidio, las autoridades lo siguen y lo seguirán haciendo, y a pesar de lo claro que está para nosotros, el que no se suicidó a pesar del tratamiento, sino por culpa del mismo (lo cual, no le ocurrió solamente a él, ya que su final es uno que se da muy comúnmente entre personas involuntariamente psiquiatrizadas), ni los psiquiatras ni sus chupapijas profesionales (los psicólogos), como así  tampoco, los asistentes sociales (también son ellos, partícipes necesarios del horror psiquiátrico), se replantean ABSOLUTAMENTE NADA… para ellos, todo lo que hacen, es bueno, y no hay discusión válida posible, y el hecho de que alguien quiera escapar a la vulneración de derechos que realizan, para ellos demuestra que “no está bien de la cabeza”, porque si lo estuviera, de buena gana recibiría la picana farmacológica y hasta la eléctrica, que el sistema inflige, cuyos resultados invariables son la incapacitación de aquellos a quienes se las imponen; la cosa no puede ser de otra manera porque la psiquiatría no está para tratar a personas incapaces; está para incapacitar personas… es por todo esto que Vicente dio muestras de dignidad al suicidarse.
   Sin mucho intervalo, T me dijo:
   -Vos pensás entonces, que estuvo bien que se suicidara.
   -No; yo no reivindico a su suicidio, reivindico su acto de autonomía personal (que no es lo mismo), que en este caso, fue suicida, y en paralelo condeno a las instituciones que, con la violación de sus derechos que perpetraron, generaron las condiciones que lo llevaron a suicidarse, dado que fue el conocimiento de la inminencia de una nueva quita arbitraria de su autonomía personal, perpetrada por el estado a través de psicólogos, asistentes sociales y psiquiatras, lo que resultó en que hiciera lo que hizo… ...El suicidio es un acto de autonomía personal, y como, de no haberse matado, dicha autonomía le habría sido nuevamente quitada, suicidarse fue defenderla, y esa defensa es ABSOLUTAMENTE LOABLE -Y tras decir esto último, mirando al cielo, dije: -¡Sos libre!… Preferiste morir de pie a vivir de rodillas, por eso, Vicente, yo te admiro.
   Tras unos segundos de silencio, T dijo:
   -El estado de derecho, no existe.
   -¡Claro que no! ¡Qué va a existir! No existe ni existirá NUNCA, porque la violación de derechos humanos, es la base misma de todo estado, de ahí que el terrorismo de estado sea una cosa permanente, en éste y en todo otro país del mundo, y casos como el de Vicente Luy, así lo exponen.
   Mi interlocutor dijo:
   -Hizo bien, Vicente.
   Yo, tristemente asentí, y tras acercarme a uno de los bordes de la pileta, disparé con una escopeta a una lata vacía de Quilmes.

A por combustible

   Más de una hora pasó, y terminamos la botella; T me preguntó si tenía alcohol, y le respondí que no, pero que si quería, podíamos ir hasta un bar que a unas cuadras, quedaba, y me dijo que sí; yo le dije que primero tendríamos que esperar que llegara el sereno del turno noche, que a las 20:00 horas, llegaría, y como eran cerca de las 20:00 horas, no mucho
después, el sereno del turno noche, llegó, y nosotros fuimos hasta el bar; una vez ahí, tomamos cerveza negra; tras un rato, en el lugar aparecieron unos amigos de T, que le propusieron ir a otra parte; él les dijo que sí; a mí también me invitaron, pero les dije que no, porque los viernes, tras terminar mi turno, yo cenaba con el sereno del turno noche; después de eso, acostumbraba irme por ahí a ver a alguna banda, si bien, esto último no les dije; lo entendieron, y se retiraron; yo, tras salir del bar, compré en un negocio una tarta, empanadas y gaseosas, y volví a la casa de 9 de Julio y Belgrano; comí con el sereno del turno noche y después me fui por ahí, para regresar a altas horas de la noche, a mi domicilio.

Al día siguiente || Libertad concreta, no abstracta

   Poco después de despertarme, la ex novia de T, que había conseguido mi número de teléfono, me llamó; muy apenada, me dijo que T se había suicidado y que había dejado una carta en la que, entre otras cosas, me daba las gracias.
   Me preguntó si estando en “mi casa” (que por supuesto, “mi casa”, no era, pero no daba como para explicárselo), T me había dicho algo respecto de su voluntad de suicidarse; dije que no, pero expresé que advertí que no estaba anímicamente bien, y que por eso lo banqué en “mi casa”; era evidente que no se encontraba bien porque no éramos amigos y de la nada me había llamado y me había pedido venir a “mi casa”, como si estuviera escapando de algo, de alguien o de álguienes; primero pensé que escapaba de alguien específico: de sí mismo, fue por eso que buscó a un casi extraño, que era yo, dado que ésa es la manera de escapar de uno mismo: socializando con alguien que uno, poco y nada, conoce, ya que, un conocido, a uno lo enfrenta consigo mismo, y la soledad, consigo mismo, a uno lo enfrenta aún más, pero… alguien poco conocido, no lo enfrenta a uno con nada, o al menos, es lo que creo que generalmente ocurre. De todas formas, aunque no sea excluyente una cosa de la otra, por lo que me acababa de ser informado, empecé a considerar que de quien mayormente escapaba, no era de sí mismo.
   Tras concluir la conversación en la que honestamente manifesté sorpresa y lamento, por el suicidio de T, intuyendo que, con su acción, había no sólo escapado de secuestradores y torturadores, sino además, preservado a su yo del yo que el estado, a través de una institución “médica”, le quiso imponer, en voz baja, dije:
   -Hiciste bien, T… sos finalmente libre;… te admiro.



Dejo el enlace para el sitio de la inmobiliaria en que se ve por dentro la casa en venta en la que está ambientado el cuento; estará por tiempo limitado, ya que cuando sea vendida, tendré que eliminarlo por ser ya, obsoleto. Ah, y si cliquean en el enlace de google street view que dejé, para 9 de Julio y Belgrano (lugar en que está ubicada la casa del cuento), asegúrense de que los haya conducido a Quilmes, si quieren ver la casa por fuera, porque a veces, por error, conduce a Bernal, que es otra ciudad.