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domingo, 26 de diciembre de 2021

¿Matar a Perón? (historia de las JAEP) - Martín Rabezzana

 
   Una joven que militaba en la Juventud Peronista Regionales, allá por principios de los años setenta del siglo veinte y que era muy aficionada al estudio de los insectos, llegó un día a una terrible conclusión que la haría replantearse todo aquello que hasta el momento había creído correcto; primero pensó en no contarle a nadie su parecer respecto al rumbo que estaba tomando no sólo la militancia política, sino también, la humanidad toda, pero en cierto momento no pudo más y decidió comunicárselo a sus compañeros.
   Un día, en la unidad básica en la que militaba, tras un largo preámbulo en que le advirtió a sus compañeros que lo que tenía para decirles podría revolucionar totalmente sus formas de pensar, dijo lo siguiente:
   -Todos los animales (y nosotros como humanos, somos parte de la animalia) pasan por diversas fases; hay clasificaciones zoológicas que dividen a las especies en base a sus niveles de sociabilidad, del siguiente modo: están los animales solitarios, los presociales, los subsociales, los parasociales, los comunales, los cuasisociales, los semisociales, y finalmente, cuando el grado de evolución en lo que hace a la sociabilidad llega al punto más alto, los animales son llamados: “eusociales”; en este nivel de mayor organización social, están las hormigas, que tienen una división de clases similar a la de los seres humanos. Es decir, hay hormigas obreras, hormigas recolectoras de alimentos, hormigas que hacen trabajos de limpieza, hormigas militares, hormigas que hacen trabajos de inteligencia en pos diseñar planes de ataque a diversos hormigueros para saquear y tomar esclavos, y hay hormigas de muchas más clases. Y si bien, como ya dije, todas ellas son eusociales, dentro de la eusociabilidad hay diversos grados, y las hormigas que llegan al grado más alto de todos, ¿saben cómo se llaman? –y miró a sus compañeros esperando respuesta; todos negaron saberla, entonces continuó: -“Guerreras”. También se las llama “hormigas legionarias” y “marabuntas”; estas hormigas son las más despiadadas de todas ya que son las que realizan las razias más feroces en las que saquean otros hormigueros y matan sin vacilar, e incluso cuando no tienen intención de realizar saqueos, matan por matar porque viven para destruir, y lo hacen a la mayor escala posible; las marabuntas no atacan solas, son justamente ellas las hormigas que atacan en mayor número a TODO lo que encuentran a su paso, y de sus raides inescrupulosos de destrucción, no sólo son víctimas otros insectos, sino también, seres humanos…
   Y tras algunos segundos de silencio, prosiguió: 
   -Todo indica que ningún ser eusocial tiene pensamientos propios, ya que son colectivos y proceden de su líder que, en el caso de las hormigas, es la reina, de ahí la obediencia ciega que ante ella, tienen, y cuando la reina muere, las hormigas, como despertándose de un trance hipnótico, recuperan su individualidad… Lamentablemente todo indica que nosotros, como especie, vamos camino a la eusociabilidad más alta, es decir: vamos camino a ser marabuntas…
   La chica volvió a hacer una pausa y suspiró profundamente; después dijo:
   -Compañeros: la fase de la eusociabilidad más alta, está para TODA LA HUMANIDAD, muy próxima, y es similar a la “insectificación” que el propio Perón denostó al referirse a las comunidades “marxistas” por no haber en ellas lugar para la individualidad; paradójicamente, yo veo que en nuestro movimiento que busca la liberación nacional, nos estamos “insectificando” al haberle entregado nuestra voluntad a un líder;… Perón es nuestra “hormiga reina” por cuya adoración no podemos ser nosotros mismos, y la adoración a Perón, como la adoración a cualquier líder, nos conduce inevitablemente a la “marabuntez”, por lo que para lograr una verdadera liberación nacional, primero debe haber liberación individual, lo cual implica que debamos dejar de seguir a nuestro líder y empezar a organizarnos sin él.
   Todos los integrantes de la unidad básica que habían escuchado el discurso de la chica respetuosamente y en silencio, trataron de contener la risa (no todos lo lograron), y tras pasar algunos segundos, cambiando de tema, uno de ellos dijo:
   -Bueno… ¿comemos algo?
   -Dale, tengo un hammbree –dijo otro, y los demás dijeron cosas parecidas.
   La chica, totalmente desanimada por no haber logrado ser tomada en serio por nadie, se fue en absoluto silencio.
   Varias semanas después de su intento fallido de convencimiento a sus compañeros, la chica se dirigió a otra unidad básica y de nuevo fueron sus conceptos, desestimados, pero no se rindió, ya que inmediatamente se dirigió con su prédica a otra unidad básica de la Jotapé, y después a otra, y a otra, y a otra, y en todas ellas le pasó lo mismo, hasta que finalmente en una de ellas, una joven consideró válido lo que había escuchado y decidió seguirla y colaborar en la difusión de sus ideas, por lo que con ella fue hasta otra unidad básica en la cual varios jóvenes escucharon y aceptaron la validez de las ideas en cuestión, y también decidieron sumarse a su propagación, y fue que en cuestión de 3 semanas, eran unos 100 los jóvenes que estaban persuadidos de que había que liberarse de la fe ciega en un líder, ya que eso hacía de ellos, “hormigas” sin voluntad propia que en cualquier momento volveríanse “marabuntas”, y por ellos oponerse a llegar a tal grado de destructibilidad, denominaron a la agrupación que conformaron: “JAEP” (Juventudes Argentinas para la Emancipación Personal).
   Habiendo ya logrado un nivel de adhesión importante a sus ideas, la chica le dijo a su grupo:
   -Hay una cosa que no les dije antes porque posiblemente habría corrido peligro mi vida de haberlo hecho sin asegurarme previamente de que entendían y compartían mi modo de pensar; ahora que sé que así es, se las digo: las hormigas, como ya les dije, recuperan su individualidad cuando la reina muere, y esto ocurre por causa de enfermedad, causas naturales, accidente o ataque de hormigas de hormigueros enemigos, ya que las de su propio hormiguero no la pueden matar; nosotros, que no estamos en su nivel de eusociabilidad, pero que vamos como especie camino a estarlo, sí podemos matar a nuestra “reina”, “rey”, “líder”, o como lo quieran llamar, y es eso justamente lo que tenemos que hacer para liberarnos y emprender un camino exento de ataduras psíquicas que nos permita ser verdaderamente libres.
   Un joven había entendido lo que eso significaba, sin embargo, para asegurarse del todo de que lo que había creído entender, era correcto, le preguntó:
   -Lo que decís es que tenemos que…
   Entonces se calló y la chica le respondió:
   -Sí sí; tenemos que matar a Perón.
   Todos los militantes de las JAEP estuvieron de acuerdo con el plan de matar al entonces presidente, por lo cual iniciaron un trabajo de inteligencia que duró varias semanas, y cuando creyeron encontrar el momento justo para lograr su objetivo, unos 25 jóvenes provistos de armas de fuego, abordaron un colectivo que habían alquilado con la intención de dirigirse hasta cierto lugar en el que Perón daría una conferencia; allí intentarían poner en práctica su plan, pero ocurrió que, tras bajar del vehículo y empezar a caminar atravesando una plaza, la chica se adelantó a todos y fue así que todos los militantes pudieron verla al mismo tiempo, y lo que vieron en ella fue algo que nunca antes ninguno de ellos había visto: sobre su cabeza se podía vislumbrar una especie de corona que, si bien era translúcida, era claramente una corona Real; después vieron aparecer un ala en su espalda; después, otra, y finalmente, cuando se dio vuelta para mirar a sus compañeros y alentarlos en su acción por realizar, todos pudieron ver durante unos diez segundos, a un rostro que ya no era de mujer, sino de hormiga; pasados esos instantes, su rostro volvió a ser el de antes y sus alas y corona de reina, se desvanecieron; los integrantes de las JAEP se miraron entre ellos extrañados pero totalmente seguros de qué era lo que debían hacer, por lo que primero se detuvieron y permanecieron inmóviles unos segundos, y cuando la chica les preguntó por qué se detenían, lenta y ominosamente, se le acercaron, ante lo cual, ella, muy asustada, empezó a retroceder y les dijo:
   -¿Qué les pasa muchachos?... Vamos… ¡No jodan, che!
   Pero ninguno respondió; después todos sacaron sus armas y la apuntaron; ella dijo:
   -¡No, compañeros! ¡Por favor!.... ¡No, no….! ¡NNNOOOOOOO!
   Los gritos de la chica se acallaron rápidamente dado que sus compañeros, ahí nomás la ultimaron, tras lo cual, inmediatamente despertaron como de un trance hipnótico; segundos después, dejaron caer sus armas al piso y se dispersaron.

   Si bien podría decirse que los militantes de las JAEP traicionaron a su “reina”, dado que ella misma les había dicho que matar al líder era necesario para lograr autonomía personal y evitar así convertirse en “marabuntas” destructoras, también podría decirse que fueron leales a ella, ya que, al matarla, siguieron sus directivas.
 
   La lealtad y la traición, a veces son indistinguibles.