domingo, 26 de diciembre de 2021

¿Matar a Perón? (historia de las JAEP) - Martín Rabezzana

 
   Una joven que militaba en la Juventud Peronista Regionales, allá por principios de los años setenta del siglo veinte y que era muy aficionada al estudio de los insectos, llegó un día a una terrible conclusión que la haría replantearse todo aquello que hasta el momento había creído correcto; primero pensó en no contarle a nadie su parecer respecto al rumbo que estaba tomando no sólo la militancia política, sino también, la humanidad toda, pero en cierto momento no pudo más y decidió comunicárselo a sus compañeros.
   Un día, en la unidad básica en la que militaba, tras un largo preámbulo en que le advirtió a sus compañeros que lo que tenía para decirles podría revolucionar totalmente sus formas de pensar, dijo lo siguiente:
   -Todos los animales (y nosotros como humanos, somos parte de la animalia) pasan por diversas fases; hay clasificaciones zoológicas que dividen a las especies en base a sus niveles de sociabilidad, del siguiente modo: están los animales solitarios, los presociales, los subsociales, los parasociales, los comunales, los cuasisociales, los semisociales, y finalmente, cuando el grado de evolución en lo que hace a la sociabilidad llega al punto más alto, los animales son llamados: “eusociales”; en este nivel de mayor organización social, están las hormigas, que tienen una división de clases similar a la de los seres humanos. Es decir, hay hormigas obreras, hormigas recolectoras de alimentos, hormigas que hacen trabajos de limpieza, hormigas militares, hormigas que hacen trabajos de inteligencia en pos diseñar planes de ataque a diversos hormigueros para saquear y tomar esclavos, y hay hormigas de muchas más clases. Y si bien, como ya dije, todas ellas son eusociales, dentro de la eusociabilidad hay diversos grados, y las hormigas que llegan al grado más alto de todos, ¿saben cómo se llaman? –y miró a sus compañeros esperando respuesta; todos negaron saberla, entonces continuó: -“Guerreras”. También se las llama “hormigas legionarias” y “marabuntas”; estas hormigas son las más despiadadas de todas ya que son las que realizan las razias más feroces en las que saquean otros hormigueros y matan sin vacilar, e incluso cuando no tienen intención de realizar saqueos, matan por matar porque viven para destruir, y lo hacen a la mayor escala posible; las marabuntas no atacan solas, son justamente ellas las hormigas que atacan en mayor número a TODO lo que encuentran a su paso, y de sus raides inescrupulosos de destrucción, no sólo son víctimas otros insectos, sino también, seres humanos…
   Y tras algunos segundos de silencio, prosiguió: 
   -Todo indica que ningún ser eusocial tiene pensamientos propios, ya que son colectivos y proceden de su líder que, en el caso de las hormigas, es la reina, de ahí la obediencia ciega que ante ella, tienen, y cuando la reina muere, las hormigas, como despertándose de un trance hipnótico, recuperan su individualidad… Lamentablemente todo indica que nosotros, como especie, vamos camino a la eusociabilidad más alta, es decir: vamos camino a ser marabuntas…
   La chica volvió a hacer una pausa y suspiró profundamente; después dijo:
   -Compañeros: la fase de la eusociabilidad más alta, está para TODA LA HUMANIDAD, muy próxima, y es similar a la “insectificación” que el propio Perón denostó al referirse a las comunidades “marxistas” por no haber en ellas lugar para la individualidad; paradójicamente, yo veo que en nuestro movimiento que busca la liberación nacional, nos estamos “insectificando” al haberle entregado nuestra voluntad a un líder;… Perón es nuestra “hormiga reina” por cuya adoración no podemos ser nosotros mismos, y la adoración a Perón, como la adoración a cualquier líder, nos conduce inevitablemente a la “marabuntez”, por lo que para lograr una verdadera liberación nacional, primero debe haber liberación individual, lo cual implica que debamos dejar de seguir a nuestro líder y empezar a organizarnos sin él.
   Todos los integrantes de la unidad básica que habían escuchado el discurso de la chica respetuosamente y en silencio, trataron de contener la risa (no todos lo lograron), y tras pasar algunos segundos, cambiando de tema, uno de ellos dijo:
   -Bueno… ¿comemos algo?
   -Dale, tengo un hammbree –dijo otro, y los demás dijeron cosas parecidas.
   La chica, totalmente desanimada por no haber logrado ser tomada en serio por nadie, se fue en absoluto silencio.
   Varias semanas después de su intento fallido de convencimiento a sus compañeros, la chica se dirigió a otra unidad básica y de nuevo fueron sus conceptos, desestimados, pero no se rindió, ya que inmediatamente se dirigió con su prédica a otra unidad básica de la Jotapé, y después a otra, y a otra, y a otra, y en todas ellas le pasó lo mismo, hasta que finalmente en una de ellas, una joven consideró válido lo que había escuchado y decidió seguirla y colaborar en la difusión de sus ideas, por lo que con ella fue hasta otra unidad básica en la cual varios jóvenes escucharon y aceptaron la validez de las ideas en cuestión, y también decidieron sumarse a su propagación, y fue que en cuestión de 3 semanas, eran unos 100 los jóvenes que estaban persuadidos de que había que liberarse de la fe ciega en un líder, ya que eso hacía de ellos, “hormigas” sin voluntad propia que en cualquier momento volveríanse “marabuntas”, y por ellos oponerse a llegar a tal grado de destructibilidad, denominaron a la agrupación que conformaron: “JAEP” (Juventudes Argentinas para la Emancipación Personal).
   Habiendo ya logrado un nivel de adhesión importante a sus ideas, la chica le dijo a su grupo:
   -Hay una cosa que no les dije antes porque posiblemente habría corrido peligro mi vida de haberlo hecho sin asegurarme previamente de que entendían y compartían mi modo de pensar; ahora que sé que así es, se las digo: las hormigas, como ya les dije, recuperan su individualidad cuando la reina muere, y esto ocurre por causa de enfermedad, causas naturales, accidente o ataque de hormigas de hormigueros enemigos, ya que las de su propio hormiguero no la pueden matar; nosotros, que no estamos en su nivel de eusociabilidad, pero que vamos como especie camino a estarlo, sí podemos matar a nuestra “reina”, “rey”, “líder”, o como lo quieran llamar, y es eso justamente lo que tenemos que hacer para liberarnos y emprender un camino exento de ataduras psíquicas que nos permita ser verdaderamente libres.
   Un joven había entendido lo que eso significaba, sin embargo, para asegurarse del todo de que lo que había creído entender, era correcto, le preguntó:
   -Lo que decís es que tenemos que…
   Entonces se calló y la chica le respondió:
   -Sí sí; tenemos que matar a Perón.
   Todos los militantes de las JAEP estuvieron de acuerdo con el plan de matar al entonces presidente, por lo cual iniciaron un trabajo de inteligencia que duró varias semanas, y cuando creyeron encontrar el momento justo para lograr su objetivo, unos 25 jóvenes provistos de armas de fuego, abordaron un colectivo que habían alquilado con la intención de dirigirse hasta cierto lugar en el que Perón daría una conferencia; allí intentarían poner en práctica su plan, pero ocurrió que, tras bajar del vehículo y empezar a caminar atravesando una plaza, la chica se adelantó a todos y fue así que todos los militantes pudieron verla al mismo tiempo, y lo que vieron en ella fue algo que nunca antes ninguno de ellos había visto: sobre su cabeza se podía vislumbrar una especie de corona que, si bien era translúcida, era claramente una corona Real; después vieron aparecer un ala en su espalda; después, otra, y finalmente, cuando se dio vuelta para mirar a sus compañeros y alentarlos en su acción por realizar, todos pudieron ver durante unos diez segundos, a un rostro que ya no era de mujer, sino de hormiga; pasados esos instantes, su rostro volvió a ser el de antes y sus alas y corona de reina, se desvanecieron; los integrantes de las JAEP se miraron entre ellos extrañados pero totalmente seguros de qué era lo que debían hacer, por lo que primero se detuvieron y permanecieron inmóviles unos segundos, y cuando la chica les preguntó por qué se detenían, lenta y ominosamente, se le acercaron, ante lo cual, ella, muy asustada, empezó a retroceder y les dijo:
   -¿Qué les pasa muchachos?... Vamos… ¡No jodan, che!
   Pero ninguno respondió; después todos sacaron sus armas y la apuntaron; ella dijo:
   -¡No, compañeros! ¡Por favor!.... ¡No, no….! ¡NNNOOOOOOO!
   Los gritos de la chica se acallaron rápidamente dado que sus compañeros, ahí nomás la ultimaron, tras lo cual, inmediatamente despertaron como de un trance hipnótico; segundos después, dejaron caer sus armas al piso y se dispersaron.

   Si bien podría decirse que los militantes de las JAEP traicionaron a su “reina”, dado que ella misma les había dicho que matar al líder era necesario para lograr autonomía personal y evitar así convertirse en “marabuntas” destructoras, también podría decirse que fueron leales a ella, ya que, al matarla, siguieron sus directivas.
 
   La lealtad y la traición, a veces son indistinguibles.

sábado, 18 de diciembre de 2021

Latigazos de acero (días de escisiones en el Movimiento Nacionalista Tacuara) (cuento) - Martín Rabezzana


Imagen de Wikipedia
Imagen tomada de Wikipedia

   Cierto día de octubre de algún año del primer lustro de la década de 1960, un grupo constituido por más o menos treinta jóvenes de extrema derecha se dirigía a un lugar céntrico con la intención de conmemorar allí la llegada a América de cierto personaje infame; todos ellos eran totalmente conscientes de que la conmemoración celebratoria que pensaban realizar, difícilmente estaría exenta de controversias que llevarían a que la prensa los criticara, los denostara y los condenara, pero nada más; “¿Qué otra cosa podría pasar?”, pensaron, y pensaron mal, ya que otra cosa por ellos imprevista pero prevista por otros, estaba por acontecer.
  Cuando los ya mencionados jóvenes se acercaban a la plaza pública en la que realizarían su celebración, otro grupo constituido por decenas de muchachos provistos de cadenas, se le acercó por detrás y empezó a azotarlos impiadosamente; el grupo agresor no escatimó en latigazos de acero ni en golpes de puño que rápidamente llevaron a los jóvenes colonialistas a caer desangrantes al piso y tratar de huir, pero fue tal la paliza que recibieron, que cuando con mucha dificultad lograban levantarse con la intención de correr lejos del lugar, más cadenazos y golpes los hacían volver a caer; esta escena cruenta duró más o menos dos minutos, tras los cuales algunos policías se acercaron resultando esto en que los agresores emprendieran una rápida y exitosa huida.
   Este episodio de alta agresión contra grupos de extrema derecha, fue tan sólo uno de muchos otros que tendrían lugar en meses posteriores y cuyos protagonistas serían en varios casos, los mismos.
   Este tipo de escenas, en tiempos de la llamada “resistencia peronista”, eran moneda corriente en el país; nada sorprendente había entonces en estos hechos, lo que sí habría sido extraño e incomprensible para los espectadores de este suceso, es el conocimiento de que los agresores de los “nacionalistas” reivindicadores de Colón, pertenecían también a una organización nacionalista que, si bien variaba en alguna palabra de su título al del grupo al cual los otros jóvenes pertenecían, tanto una como otra llevaba por nombre común el de “Tacuara”.
   Visto desde fuera, todo grupo humano parece conformar un “bloque homogéneo”, pero basta con acercarse un poco al mismo para advertir que las diferencias entre sus integrantes (sean reales o imaginarias) generan entre ellos mismos, enormes resentimientos que inevitablemente los lleva a sentir que no son en absoluto parte del mismo grupo, pero como ya dije, el que mira la cosa desde fuera no lo advierte, de ahí que para la gente en general, los tacuaras fueran clasificables lisa y llanamente como: “fachos”, sin embargo, si bien este título no es incorrecto, es válido para definir a muchos de sus miembros, pero no a todos, dado que la diversidad de pensamiento que se suscitó dentro de la mencionada agrupación, era extrema, ya que el nacionalismo primigenio sin adjetivos que había llevado a la conformación de Tacuara, cuya base era la reivindicación del ya derrocado Perón, había rápidamente derivado en un nacionalismo de derecha que no tuvo una, sino varias vertientes que generaron la atención de otros nacionalistas que se integraron a la agrupación, dándose cuenta una vez en la misma de que lo suyo era, ciertamente, el nacionalismo, pero no el de derecha, sino el de izquierda, de ahí las múltiples escisiones ocurridas en Tacuara que resulta en que la clasificación repetida hasta el cansancio en: “grupo de extrema derecha”, al aludir al mismo constituya, no un error, pero sí una inexactitud producto de una visión simplista y reduccionista.
 
Primera escisión de cierto año
Imagen del sitio:
El Topo Blindado

 

   Semanas antes del hecho recién contado, varias decenas de miembros de Tacuara se habían reunido y lo siguiente fue dicho por uno de sus integrantes más prominentes:
   -Compañeros… lo que personas pertenecientes a nuestra organización le hicieron a esa chica (1) fue, además de cobarde, totalmente incompatible con cualquier fin nacionalista argentino, lo cual nos lleva a tener que replantearnos seriamente la cuestión de la ideología religiosa y su admisión o expulsión de nuestro grupo;… …Tacuara, esta noble agrupación que consideramos semilla de una Argentina revitalizada, está infestada de judeofóbicos que nos quieren hacer creer, entre otras cosas, que los judíos no pueden ser argentinos, y muchos de nosotros hemos repetido sus frases trilladas en contra de ellos sin siquiera dudar de su veracidad, pero ya es hora de que empecemos a hacerlo… …Salvo que me demuestren que Jesucristo nació en la Argentina, para mí, el cristianismo es tan ajeno al ser nacional como el judaísmo, por lo cual, si consideramos que el judaísmo no tiene cabida en el nacionalismo local, tampoco debería tenerlo el cristianismo, de ahí que el “nacionalismo argentino católico” sea, según mi modo de ver, completamente inadmisible;… …otra cosa más a este respecto que los “genios” judeofóbicos de nuestra agrupación no han notado, es que Jesús era judío, por lo tanto, estar en contra de los judíos implica estar en contra de Jesús, en tal caso lo único coherente es rechazar por igual al judaísmo y al cristianismo o aceptar por igual a ambos idearios.
   Otro tacuara dijo:
   -Yo creo que algo de razón tenés… Es cierto que los ataques a sinagogas y a personas judías que gente de nuestra organización ha realizado, no han tenido la coherencia de ser sucedidos por ataques a iglesias católicas y a creyentes en su doctrina, entonces… ¿proponés que empecemos a atacar también a iglesias católicas?
   Y otro dijo:
   -¡No!... no podemos hacer eso porque, nos guste o no el cristianismo, si nos ponemos en contra de la iglesia, vamos a dividir totalmente a nuestro grupo que de por sí ya está muy dividido, y lejos de fortalecernos, por estas nuevas divisiones, nos vamos a debilitar.
   Otro miembro de la agrupación, dijo:
   -¿Entonces?
   -Entonces sólo hay una cosa por hacer –dijo el primer tacuara que había hablado.
   -¿Qué?
   -Dejar la cuestión religiosa a criterio de cada uno pero expulsarla completamente del campo político, lo cual equivale a decir que no vamos a oponernos a nadie por motivos religiosos, sea la persona: judía, cristiana, musulmana, etcétera.
   La mayoría de los más de 40 tacuaras que en esa reunión se encontraba, asintió, dando esto cuenta de que estaban de acuerdo con lo propuesto, pero hubo varios que no lo estuvieron, por lo cual, por ser de los menos hábiles con el uso de la palabra, nada dijeron, pero tampoco hizo falta que lo hicieran, ya que en ese momento dejaron sobre la mesa sus estandartes, lo cual fue una más que elocuente muestra de desacuerdo, y salieron de la habitación en que la reunión tenía lugar para nunca más volver; estos últimos jóvenes formarían más tarde un grupo llamado: “Guardia Restauradora Nacionalista”.
 
Imagen del sitio:
El Topo Blindado

Segunda escisión del año
 
   Días después, una nueva reunión de miembros del grupo político armado Tacuara, tuvo lugar; otro integrante prominente del mismo, dirigiéndose a decenas de tacuaras, dijo:
   -Compañeros: hay una cuestión urgente que debemos tratar, y es la de cuál es el verdadero nacionalismo argentino;… …Como todos saben: Tacuara se inició reivindicando a la figura de Juan Domingo Perón, pero pronto entró en un espiral reivindicatorio de figuras como Charles Maurras, Benito Mussolini, Primo de Rivera, Francisco Franco y Adolf Hitler;… yo, en mi “ignorancia”, pregunto lo siguiente: ¿alguno de estos tipos era o es argentino?... La respuesta es obvia, compañeros: ¡NO! ¡Ninguno de estos tipos es argentino ni ha tenido ninguno de ellos intereses acordes con los nuestros! Piensen un poquito: el nacionalismo reinocastellanista argentino, fue iniciado por descendientes directos de burgueses de la época de la colonia cuyos ancestros, cuando debieron votar a favor o en contra de la independencia del Virreinato del Río de la Plata del Reino de Castilla, ¡votaron en contra!, es decir: ¡votaron en contra de la existencia misma de la Argentina!... El “nacionalismo reinocastellanista”, que los descendientes de familias ilustres de la época colonial, defienden, es un pseudonacionalismo, ya que además de serlo por todo lo antedicho, es defensor a ultranza del capitalismo no sólo local, sino también foráneo, y nosotros nos iniciamos como grupo anticapitalista, y según entiendo, lo seguimos siendo, por lo cual, debe ser INACEPTABLE para nosotros no sólo la reivindicación del legado colonial reinocastellano, sino también, la defensa del capitalismo; por todo esto el reinocastellanismo, ya sea en su versión clásica o moderna, constituida ésta última por la reivindicación de Primo de Rivera o de Franco, es también INACEPTABLE, como así también, la reivindicación de Maurras, Mussolini y Hitler, ya que si bien desde la teoría el fascismo es “populista”, en la práctica no lo ha sido NUNCA; lo que ha sido el fascismo en la práctica es el defensor más acérrimo del capitalismo, lo cual equivale a decir que ha sido el más acérrimo defensor de las minorías económicamente poderosas; el fascismo es la derecha liberal en su grado más alto, por eso es que en nuestra agrupación NACIONALISTA Y ARGENTINA, no deben tener cabida no sólo el marxismo ni el liberalismo, sino tampoco el reinocastellanismo, el reinofalangismo, el fascismo ni el nazismo.
   Y tras una pausa de algunos segundos, continuó diciendo:
   -¿Cómo podemos ser nacionalistas argentinos y reivindicar a conquistadores de nuestro país y de nuestra América, o a reivindicadores de conquistadores? ¿Cómo puede ser que, diciéndonos nacionalistas y argentinos, reivindiquemos a figuras extranjeras como si nosotros no tuviéramos ya a las nuestras?...  El hecho de que se haya llegado a este punto, da cuenta de que la agrupación ¡se ha ido ideológicamente al carajo!, lo cual hace necesario reencauzarla poniendo orden en nuestras ideas.
   Y tras tomar aire profundamente, prosiguió:
   -Nosotros, como VERDADEROS nacionalistas argentinos que quieren terminar con el capitalismo explotador local y extranjero, sólo podemos tener tres líderes ideológicos: San Martín, Rosas y Perón, y en lo referente a la reivindicación de grupos humanos, debemos dejar atrás al “ideal nórdico” tan elitista, pernicioso y ridículo, y reivindicar a lo auténticamente popular, es decir, debemos reivindicar a la figura del gaucho como representativa de la clase trabajadora y al indio como representativo de la resistencia argentina y americana al imperialismo colonialista y capitalista reinocastellano, sudopa y nortopa, y no sólo reivindicarlo desde la palabra, sino también desde la acción convirtiéndonos nosotros mismos en indios salvajes conformantes de malones que aterroricen a la burguesía.
   Un silencio absoluto fue lo que siguió a tan encendido discurso; segundos después, tras acercarse a una foto enmarcada y colgada en una pared en que aparecían reunidos Mussolini, Hitler y Franco, el tacuara la descolgó y la miró sin expresar ninguna emoción, de ahí lo sorpresivo para todos los ahí presentes de que de un momento a otro, la estrellara contra el piso y la pisara repetidamente.
   Al rato, el tacuara dijo:
   -Los que estén a favor de depurar ideológicamente a nuestro grupo de influencias foráneas y antiargentinas, que levanten la mano.
   La mayoría de los tacuaras levantó la mano, y los pocos que no lo hicieron, se dirigieron a la salida; uno de ellos, justo antes de irse, le dijo a todos:
   -Ustedes se van a dar la cabeza contra la pared, muchachos, y mejor que así sea y pronto, porque si no, vamos a ser nosotros los que a ustedes se la rompan.
   Estos últimos jóvenes formarían más tarde el “Movimiento Nueva Argentina”.
   Tras los disidentes irse, el tacuara que había pronunciado el discurso, sonrió y dijo:
   -Compañeros: ¡hoy ha renacido el nacionalismo argentino auténtico!
 
   Años después, varios integrantes de Tacuara terminaron perteneciendo a grupos de extrema izquierda como Montoneros, FAR y ERP; otros (los “nacionalistas” que no aceptaron las reformas en este texto expuestas), a grupos parapoliciales como el Comando de Organización, la Alianza Libertadora Nacionalista, la CNU y la Triple A.
  La historiografía suele hablar de un “salto” realizado por varios tacuaras por haber pasado de la extrema derecha a la extrema izquierda, sin entender que muchos de ellos nunca habían sido de derecha, ya que además del extremismo, lo que siempre caracterizó a Tacuara fue la heterogeneidad de sus ideas;… paradoja notable, ya que el nacionalista, tanto en lo “racial”, lo cultural como en lo ideológico, busca siempre la “pureza” de la homogeneidad, no obstante, esa búsqueda de una verdad absoluta, cristalina y recta, deriva siempre en un encuentro con lo relativo, lo “turbio” y lo “torcido”, ya que a fin de cuentas, así es TODO lo verdadero.
 
 
 
(1) Graciela Sirota era una estudiante judía de 19 años que en 1962 denunció haber sido secuestrada en Capital Federal por un grupo de jóvenes que la quemó con cigarrillos y además le marcó con una navaja, una esvástica en el pecho; las autoridades, que siempre vieron con buenos ojos a los grupos civiles de extrema derecha, ya que eventualmente son por ellas usados con fines represivos de las masas, desestimaron a su denuncia que seguramente habría conducido a miembros de Tacuara.


miércoles, 15 de diciembre de 2021

Burdo, trillado y efectivo (cuento) - Martín Rabezzana

 

   De entre los muchos oradores presentes en el patio de cierta facultad, allá por principios de los años setenta del siglo 20 (tiempos en que la juventud era muy receptiva a todo mensaje que incitara a rebelarse contra el sistema de dominación), hubo una persona cuyo mensaje era muy distinto a los de los demás, ya que el mismo no había sido por nadie en ese lugar, expuesto.
   Tras esperar su turno para hablar y el mismo llegar, la estudiante realizó un preámbulo en el que explicó el por qué de lo que expondría y le preguntó a la audiencia si tenía interés en escuchar lo que a ese respecto pensaba, y como la respuesta fue positiva, con mucho nerviosismo, pero también con mucha esperanza, la estudiante se dirigió a la expectante multitud:
   -Camaradas (1): en la actualidad se nos presentan falazmente como funcionales a la liberación, disciplinas que son en realidad, funcionales a la dominación; esto no es nuevo, ya que ha ocurrido siempre, lo que varía de un tiempo a otro, es la cosa lesiva que nos presentan como curativa; ¿a qué me estoy refiriendo?, muchos se preguntarán: A LA PSICOTERAPÉUTICA, y antes de seguir con mi discurso, les pido por favor que dejen de lado prejuicios y opiniones ajenas y usen para juzgar a mis palabras a su propio razonamiento, el cual suele perder fuerza por la asimilación continua de información académica, resultando esto paradójicamente en que lejos de aumentar en nosotros la libertad de pensamiento por causa del estudio, lo que en nosotros aumente sea la delegación del uso de la razón.
   Y tras hacer una pausa en la que tomó aire profundamente, dijo:
   -Si las psicoterapias fueran válidas, debería haber habido un aumento en la calidad de vida de las personas proporcional a la extensión de su aplicación, y como a mediados del siglo veinte las mismas se volvieron de aplicación masiva, masivamente debería haber aumentado la calidad de vida de las sociedades en las que fueron puestas en práctica, y… ¿fue así?... ¿Mejoró en alguna medida la calidad de vida de las sociedades humanas a partir de la aplicación masiva de psicoterapias?... Dado que Argentina es el país con mayor cantidad de psicólogos por habitante del mundo, nosotros deberíamos saberlo mejor que nadie, sin embargo, la única respuesta  basada en las evidencias posible, lleva casi invariablemente a su emisor a ser descalificado con la palabra: “ignorante”; descalificación burda y trillada pero altamente efectiva, que resulta en que la respuesta a la cuestión, no sea habitualmente emitida, y la misma es un rotundo NO; las psicoterapias NO SIRVEN para mejorar la calidad de vida de las personas ni de las sociedades… …Habiéndose aceptado esto, sólo queda por concluir que las psicoterapias sirven, pero a fines que no son los oficialmente expuestos;… No descubro nada diciendo que la tarea de vigilancia, que está directamente relacionada con el control social, es lo que está detrás de ellas (aun cuando tienen lugar en el ámbito privado, ya que el estado tiene en cuenta lo que en el mismo ocurre y suma esa información a sus bases de datos); a su vez, el control social se realiza mediante castigos, por lo cual, las psicoterapias son parte de un aparato estatal represivo que incluye también a la psiquiatría, a las llamadas “Fuerzas de seguridad”, a la milicia y a la ya devaluada (pero aún poderosa) iglesia… aparato que funciona únicamente cuando masivamente se lo acepta, de ahí que para revertir el curso del mismo sea imprescindible empezar masivamente a cuestionarlo.
   Y elevando bastante el volumen de su voz, dijo:
   -Camaradas: ¡Ha llegado el momento de la sublevación a la tiranía de las ciencias modernas sin las cuales el sistema represivo actual, se derrumba!… ¡Ha llegado el momento de empezar a romper cadenas y elevarnos espiritualmente en pos de lograr una sociedad más justa!… ¡Ha llegado el momento de decirle NO a toda forma de opresión que tiene por base a nuestra creencia ciega en cualquier cosa que lleve el título de “ciencia”!… ¡Ha llegado la hora de!…
   Entonces su discurso fue interrumpido por una voz leve pero audible que, dirigiéndose a ella, pronunciaba repetidamente la palabra: “ignorante”. Inmediatamente otras personas se sumaron a la descalificación, por lo cual, se escuchó de modo progresivamente más alto la misma palabra que cada vez más jóvenes, al unísono repetían: “Ignorante. Ignorante. Ignorante… ¡IGNORANTE! ¡IGNORANTE! ¡IGNORANTE! ¡IGNORANTE!”
   Durante los varios minutos que duró la descalificación (que la propia estudiante había definido como “burda y trillada pero altamente efectiva”), la joven se sintió cada vez más debilitada anímicamente, al punto que empezó a parecerle que materialmente disminuía, y no era un parecer infundado, ya que los que de ella se encontraban más cerca, la vieron literalmente achicarse, sin embargo, por algún motivo, ninguno de los ahí presentes pareció sorprenderse.
   Tras más o menos un minuto en que la descalificación se iniciara, su metro sesenta y cinco de altura se redujo a tan solo un metro treinta; tras pasar 20 segundos, a un metro diez; a los veinte segundos, a noventa centímetros, y al minuto siguiente, su persona difícilmente superara en dimensiones a las de un soldadito de plomo; cuando a este punto la oradora llegó, una estudiante de psicología la pisó, causándole así, la muerte; segundos después, otros estudiantes también la pisaron y como si nada hubiera ocurrido, todos los jóvenes que atentamente habían escuchado el discurso de la chica, se dispersaron.
   Al terminar la jornada estudiantil, un empleado de limpieza llegó con escoba y pala y junto a envoltorios en el piso de alfajores y colillas de cigarrillos, metió a la joven reducida a un ínfimo despojo, a un tacho de basura.
 

 (1) En ese entonces los peronistas parecían tener los derechos reservados de la palabra “compañero”, por lo cual, usarla no siendo peronista, salía caro, y el cobro lo realizaban, paradójicamente, personas no peronistas.

domingo, 12 de diciembre de 2021

Noche/Día/Día/Noche (cuento) - Martín Rabezzana


   Tanto cuando ingreso como cuando salgo de mi trabajo en el sector de limpieza del subterráneo, es por supuesto, de noche, ya que el horario laboral en el mismo, empieza a las cero horas y concluye a las seis, dado que a esas horas el subte no circula, pero me ocurrió una vez, cuando estaba por terminar de trabajar (cosa de las cuatro de la mañana) y me disponía a irme, el ver que las personas empezaban a ingresar al lugar en gran cantidad, lo cual me sorprendió, y más aún cuando el subte llegó y la gente empezó a abordarlo como si fueran las 11 de la mañana; asumí que habría alguna disposición especial de la que yo no estaba enterado para que el transporte funcionara ese día desde más temprano, por lo que no le di al hecho mayor importancia, pero fue que al yo salir a la superficie, el sol brillaba; era de día, y yo, como ya dije, empiezo y concluyo mi trabajo, de noche, por lo que miré el reloj que en una muñeca llevaba y decía que eran las once de la mañana.
   Una vez fuera del subterráneo, me quedé parado mirando a mi alrededor, totalmente extrañado; al rato me dio por volver al subterráneo y todo seguía igual, es decir, el lugar estaba concurrido por mucha gente ya que eran evidentemente, las once de la mañana; volví a salir del subterráneo y mientras subía las escaleras, vi de nuevo frente a mí, al brillo del astro más cercano a la tierra, pero esta vez, sólo a través de su reflejo en la luna, ya que era de noche, entonces miré mi reloj y decía que eran las cuatro de la mañana; no entendiendo qué era lo que estaba pasando, decidí volver a ingresar al subterráneo por el lugar reservado al personal de limpieza (que no es el mismo habilitado para los demás, ya que a esa hora, la entrada pública está cerrada) y me encontré con que seguía siendo de noche, por lo que nadie más que el personal de limpieza en el lugar, había; decidí preguntarle a otros empleados, compañeros míos, qué hora era, y todos me dijeron que eran las cuatro de la mañana, pero en ningún momento les pregunté si algo como lo que acababa de ocurrirme le había también ocurrido a ellos, ya que es obvio qué es lo que habrían pensado de mí, por lo que sin decirles nada a este respecto, los saludé, volví a salir del subterráneo y me encontré otra vez con el sol brillando fuertemente, entonces decidí irme a mi casa, pero al llegar a la esquina, entre las muchas personas que pasaron a mi lado, distinguí a una que se me parecía demasiado, tanto así que no pude evitar dar media vuelta y seguirla; esa persona ingresó en el subterráneo por la entrada reservada al personal del lugar y yo hice lo mismo, entonces me encontré con que era otra vez de noche; me quedé mirando a ese tipo desde cierta distancia, tratando de que no me viera, y escuché que le preguntaba a sus compañeros, empleados del lugar (o sea, a mis compañeros), qué hora era, y le respondieron que eran las cuatro de la mañana, entonces esa persona (que a esa altura ya no pensaba que fuera parecida a mí, sino que era yo mismo), saludó y se fue; volví a seguirla y una vez fuera del subterráneo, advertí que seguía siendo de noche y miré mi reloj, que decía que eran las cuatro de la mañana, que es la hora que correspondía que fuera, entonces, habiendo ya perdido de vista a la otra versión de mí mismo, pensé en volver a mi casa, pero la sorpresa que todo esto me generó, me hizo imposible hacer más de dos cuadras, por lo que rápidamente pegué la vuelta; volví al subterráneo y ahí me quedé un buen rato pensando y repensando en todo lo recientemente vivido sin encontrarle a nada, ningún sentido, y pensando de mí mismo lo que otros pensarían si lo contaba, o sea, que debía estar perdiendo la razón, y cuando casi me convenzo a mí mismo de que así era, otro empleado de limpieza se me acerca y me pregunta la hora; yo le digo casi resignadamente (por asumir que pensaría que de él me estaba burlando):   
   -Son las cuatro de la mañana, pero tal vez sean también las once, ya que en el día de hoy, estas horas parecen darse simultáneamente.
   Nada me respondió e inmediatamente llegó otro empleado que también había salido del subterráneo y rápidamente, al mismo había vuelto a ingresar, y nos preguntó la hora; mi compañero le dijo:
   -Son las cuatro de la mañana y también las once.
   Entonces, tras asentir silenciosamente con un gesto, mientras señalaba al reloj pulsera que llevaba, dijo:
   Aaaahh! ¡Ya me parecía!... Pensé que andaba mal este reloj; menos mal que no es así.
   Tras lo cual, saludó y se fue. 
   Mi compañero, con la naturalidad propia de quien se refiere a un cambio abrupto de temperatura o a una tormenta repentina, me dijo:
   -¡Qué tiempo loco! ¿No?
   Y mientras asentía con la cabeza, yo dije:
   -Sí sí.

martes, 7 de diciembre de 2021

1974 (cuento) - Martín Rabezzana

 

   Si tu destino es curar esta enfermedad, curarás tengas o no un médico; de la misma manera, si tu destino es no curarla, no la curarás, llames o no al médico; tu destino es, o bien uno, o bien otro; por lo tanto, no conviene llamar al médico. 

 Cicerón, Tratado del destino, XIII (De la página: "Fatalismo", de Wikipedia.)

 

   1974 (1) fue en Argentina el comienzo del fin de un ciclo histórico cargado de las más nobles y fervientes esperanzas: esperanzas de liberación nacional, esperanzas de resolución de conflictos de implicancias trágicas, esperanzas de cambiar al propio entorno, al país, al mundo e incluso, esperanzas de lograr el cambio más claramente difícil de todos: el de uno mismo; el problema es que si bien TODO está destinado al cambio, por lo cual, nunca podría decir resignadamente: “esto no cambia más”, todo parece indicar que el cambio no lo hacen las personas, sino que se hace solo. Todo cambia independientemente de nuestras acciones, deseos y voluntades; expresado más crudamente (aún): TODO está determinado. En nada de lo que hace a la creación de los hechos, participamos más que como meras figuras decorativas que acompañan al movimiento de lo que se mueve solo y creemos generalmente que se mueve por causa nuestra, y no me refiero sólo a los hechos de trascendencia mundial, sino también a los más sencillos de nuestras (intrascendentes) vidas personales (¿qué?... ¿no te gusta la idea de que así sea? ¿Creés entonces que la verdad es lo que necesitás que sea? Si así fuera “la verdad”, tu vida sería entonces lo que vos querrías que fuera, y… ¿lo es?... de ser la respuesta: “no”, tal vez tu vida toda sea una mentira, de ahí lo lógico de tu búsqueda constante de “la verdad”).
   Hay un modo muy sencillo de comprobar que TODO está determinado: viajando al pasado y tratando de cambiar algo; yo viajé atrás en el tiempo en diversas oportunidades y varias veces intenté cambiar el resultado de hechos cuyos finales eran por mí, conocidos, y NUNCA lo logré, y hasta asumo que aun si hubiera logrado cambiar algo, ese cambio también habría estado determinado previa o posteriormente (2).
   Tras mucho viajar en el tiempo, aprendí que las personas no crean sistemas. Los sistemas crean personas, así como tampoco son capaces las personas de destruir sistemas, pero sí son los sistemas, capaces de destruir personas.
 
   Les paso a compartir experiencias personales mías en que comprobé la existencia del determinismo: por haberme interesado mucho en el periodo de los setenta del siglo veinte, en el 2021 decidí viajar a 1974 (utilizando un medio que no les voy a revelar) para intentar advertirle a unos militantes que ese día su unidad básica sería atacada por una patota de la Triple A, pero cuando estuve a unas pocas cuadras de la misma, me caí; rápidamente me levanté y cuando intenté cruzar la calle, se desató una lluvia torrencial, entonces retrocedí para refugiarme en un negocio cualquiera que casualmente vendía paraguas; compré uno y salí de vuelta a la calle, pero una vez ahí, la lluvia paró, el sol repentinamente salió y de la nada se alzó un viento huracanado que me impidió momentáneamente el avance; como soy una persona muy atlética, pese al fenómeno meteorológico en curso, logré avanzar una cuadra en un tiempo que debe haber sido récord (una hora, más o menos), entonces el viento dejó de soplar y pude caminar de nuevo normalmente, pero seguidamente ocurrió que cuando estuve por cruzar a la cuadra en la que se encontraba la unidad básica, por algún motivo entonces para mí, misterioso, aparecí a cientos de metros de la misma y empecé a caminar velozmente para a tal lugar, llegar rápido, pero me pasó lo mismo que minutos antes me había pasado, es decir: una vez que estuve por cruzar a la cuadra en que estaba la unidad básica, aparecí de pronto a cientos de metros de distancia de ella; de nuevo intenté dirigirme ahí, esta vez, corriendo, y lo mismo me volvió a pasar, entonces escuché un estruendo de bomba y después, disparos, y ni intente ya acercarme a la unidad básica por saber que ya era tarde, la cuestión es que en ese momento empecé a sospechar que no era capaz de alterar el curso de los acontecimientos por estar el mismo, determinado, sin embargo, a los pocos días lo volví a intentar.
   Una mañana del ya mencionado año, contacté a un muchacho revolucionario para que me vendiera dinamita (cuando le dije que era para matar a López Rega, no me quiso cobrar); una vez provisto de los explosivos, me dirigí muy contento a una calle por la cual pasaría el auto de "el brujo”, me subí a un árbol y cuando el infame “Lopecito” estuvo por pasar, encendí la mecha de varios cartuchos y los arrojé uno a uno en dirección a su auto, pero para mi sorpresa, se desmaterializaron en el aire resultando esto en que ninguno cumpliera con mi objetivo; evidentemente no estaba determinado que López Rega fuera asesinado.
   Después intenté ganar la lotería comprando un billete cuyos números yo sabía que saldrían por diarios de la época que había consultado en el siglo 21, pero cuando en la radio escuchaba que anunciaban justamente esos números, mi billete se convertía en arena que se escapaba de mis manos; no obstante, volví a comprar otro billete con la intención de transgredir a lo determinado (que entre otras cosas, para mi vida era evidentemente no hacerme rico nunca), y lo mismo volvió a pasarme.
   En otra oportunidad intenté… no; me parece que los ejemplos de hechos cuyos finales intenté cambiar y no pude, son suficientes; la cuestión es que, al parecer, tenemos libertad para intentar cambiar el curso que siguen las cosas, pero no tenemos la capacidad de lograrlo, ya que las cosas son de la única forma posible por ser, por lo que intentar moldearlas con el objetivo de que sean como nosotros deseamos, es inútil.
 
   1974, como para tantos otros, fue para mí, el año en que mis esperanzas de tener injerencia en el cambio de curso de las cosas, se derrumbaron; como ya dije, esto le pasó a muchos otros en ese mismo año, pero debo ser yo el único al que le pasó habiendo nacido en 1980.

 
 
 
 
(1) Sí: 1974, y no 1976, ya que las esperanzas de cambio social se vinieron abajo mucho antes del golpe de estado.

(2) Para hablar de “predeterminismo” hay que asumir que el tiempo se mueve sólo hacia delante, y yo creo que no necesariamente es así; en caso de moverse hacia atrás, los hechos del presente no están determinados por lo ya ocurrido, sino por aquello aún por ocurrir, de ahí que sea apropiado hablar en tal caso de “posdeterminismo”, pero como ignoro en qué dirección el tiempo se mueve, prefiero decir “determinismo” sin ningún prefijo.

domingo, 5 de diciembre de 2021

La verdadera forma humana (cuento) - Martín Rabezzana

 
   
La mujer se encontró en un largo pasillo lleno de puertas; intentó abrir una, y no lo consiguió; intentó abrir otra, y tampoco lo consiguió; intentó con otra, y tampoco pudo; después intentó abrir otra, y esta vez la puerta se abrió, pero enseguida advirtió que todas las demás puertas se empezaban a abrir solas, fue entonces que se dio cuenta de que siempre había creído ser capaz de abrir puertas, pero lo suyo no había sido ni más ni menos que eso: una creencia, ya que, en realidad, las mismas se abren solas, y cuando su aparentemente espontánea apertura coincidía con su puesta de mano sobre sus picaportes, le quedaba la ilusión de que se abrían por obra suya; el saber esto la desanimó sobremanera, sin embargo, creyó que su incapacidad de abrir puertas no implicaría necesariamente una incapacidad de cerrarlas, por lo que intentó cerrar una de ellas, y no lo consiguió; intentó cerrar otra, y tampoco lo consiguió; intentó con otra, y tampoco pudo; después intentó cerrar otra, y esta vez la puerta se cerró, pero enseguida advirtió que todas las demás puertas se empezaban a cerrar solas, fue entonces que se dio cuenta de que siempre había creído ser capaz de cerrar puertas, pero lo suyo no había sido ni más ni menos que eso: una creencia, ya que, en realidad, las mismas se cierran solas, y cuando su aparentemente espontáneo cierre coincidía con su intento de cerrarlas, le quedaba la ilusión de que se cerraban por obra suya; el saber esto también la desanimó sobremanera.
   Tras experimentar lo recién contado en un sueño, la mujer se despertó, se levantó de la cama, fue hasta el baño, se miró al espejo y por primera vez pudo vislumbrar su verdadera forma existente más allá de la piel y los huesos: la misma era igual a la de un títere.
   Habiendo aceptado cuál era su verdadera forma, empezó casi obsesivamente a repetirse mentalmente lo siguiente: “Soy un títere, pero... ¿manejado por quién?”

sábado, 4 de diciembre de 2021

Los ‘20 y los ’70 (tercer -y último, creo- capítulo) (cuento) - Martín Rabezzana

 
   De los catorce anarquistas presos que de la Penitenciaría Nacional escaparon esa noche de 1923, ellos eran tres.
   Tras cambiarse de ropa y proveerse de billetes dejados en un auto estacionado por uno de sus contactos libertarios fuera de la prisión, caminaron rumbo a una pensión en la cual se alojarían; al llegar a la misma, la casera los recibió con un tono muy poco cordial y les informó que debían pagar por adelantado, y así lo hicieron; le pagaron varios días por adelantado, lo cual resultó en que la mujer cambiara su expresión severa por una totalmente amable; inmediatamente después del pago les dijo que la cena se serviría en breve, entonces los ex reclusos, tras lavarse las manos, se sentaron a una de las varias mesas que componían el comedor de los pensionistas; en el mismo estaban casi todos los que en ese lugar se alojaban (unas 20 personas); los tres estaban muy alegres y distendidos y disfrutaron de la sencilla comida como si fuera la mejor del mundo, y ocurrió que, cuando estaban por terminar de comer, un policía entró al comedor, lo cual llevó a los tres nuevos pensionistas a sentirse aterrorizados y a prepararse mentalmente para salir corriendo cuando la casera, tras el policía a ella informarle que varios presos se habían esa noche, fugado (que era lo que pensaban que inevitablemente ocurriría), le dijera que tenía a tres nuevos pensionistas, ya que eso sin ninguna duda resultaría en que quisiera verlos y pedirles que se identificaran, pero fue que el policía le dijo a la casera:
   -Parece que llegué tarde para la cena.
   -Sí; pero igual le tengo preparado algo para que se lleve.
   Y le alcanzó un recipiente con locro caliente.
   -¡Muchas gracias, señora! –dijo el policía y se fue.
   Cuando los tres ex reclusos advirtieron que el agente policial no estaba ahí para buscarlos a ellos, respiraron aliviados; al rato salieron al patio y mientras fumaban cigarrillos, comentaron lo recién ocurrido:
   -Ese policía vive acá, y evidentemente no sabe nada de la fuga porque es obvio que recién ahora empieza su horario laboral, pero en cualquier momento se lo van a informar, así que… nos tenemos que ir.
   Uno de sus compañeros dijo:
   -Pero si nos vamos ahora, va a quedar claro que somos los presos fugados, por eso yo creo que tenemos que quedarnos y disimular.
   Y el tercero dijo:
   -¡No no no!… yo creo que tenemos que… bah… en realidad no tengo ni idea de qué tenemos que hacer.
   Y así, entre ideas propuestas por los tres, aceptadas parcialmente por los tres y finalmente: rechazadas por los tres, pasaron varios minutos que estuvieron atiborrados de dudas y frustraciones, por lo cual, lo único que les quedó claro, era que tenían que salir a despejarse un poco, y así lo hicieron.
   Caminaron por las calles durante más de una hora mientras en silencio cada uno de ellos trataba de dilucidar qué era lo que debían hacer, y cuando en determinado momento un policía se dirigió a ellos desde atrás diciéndoles: -Caballeros –ninguno se dio vuelta, por lo que el policía insistió: -¡Caballeros! Deténganse por favor que quiero decirles unas palabras.
   Entonces los tres cruzaron la calle haciéndose los que nada habían oído, y si bien en otra oportunidad le habría resultado obvio al policía que los individuos lo ignoraban a propósito, en este caso no, porque esa noche estaba cubierta por una fina neblina que se había ido engrosando al punto que en ese momento ya era pesada niebla que poca visibilidad a gran distancia, permitía.
   Mientras los tres ex reclusos cruzaban lentamente la calle en diagonal, y el policía hacía lo propio, los cuatro pudieron escuchar a un auto acercarse a toda velocidad, por lo que los tres anarquistas debieron correr hasta llegar a la vereda para evitar ser atropellados y el policía, debió retroceder, ya que ese auto verde no parecía que fuera a detenerse ante nadie; tanto los anarquistas como el agente miraron con asombro a ese auto extraño doblar la esquina y escucharon, segundos después, un choque; entonces el policía corrió hacia el lugar del mismo y los tres anarquistas, también (pero manteniéndose a una distancia prudencial del agente policial), y cuando el uniformado estuvo cerca de la escena, pudo ver a varios individuos armados bajarse del auto marca Ford, modelo: Falcon y disparar cualquier cantidad de veces contra un patrullero, por lo cual se refugió tras un árbol y sacó su arma, y cuando los disparos concluyeron y el auto de los agresores se hubo ido, sigilosamente se acercó al vehículo policial y constató que los dos policías que había en su interior (que eran conocidos suyos), estaban muertos; a todo esto los tres anarquistas se habían mantenido en la esquina mirando desde lejos la escena, y en determinado momento uno de ellos vio a un hombre esposado correr desesperadamente por la vereda de enfrente en la que ellos estaban, por lo que, creyendo reconocer quién era esa persona, mientras la señalaba, dijo:
   -¡Miren! ¿No es Enrique?
   -No, no es –respondió uno; el otro dijo:
   -¡Sí, es!... bueno… me parece.
   Y el que lo había negado, esta vez dijo:
   -Puede ser que fuera él, pero no estoy seguro.
   Si bien su calidad de prófugos (y también la de anarquistas) los hacía rehuirles a los agentes policiales, la curiosidad que suscitó el hecho, pudo más, por lo cual, se acercaron al patrullero frente al que el policía estaba, y pudieron reconocer en él, a la misma persona que habían visto en la pensión; entonces se dieron cuenta de que por haberlos reconocido de ahí, los había llamado por la calle, y no por otro motivo; la conciencia de eso les posibilitó acercársele ya sin demasiado temor; uno de ellos le dijo:
   -¿Quiénes hicieron esto?
   El policía respondió:
   -No lo sé, pero sé que lo van a pagar, y que… -entonces se calló ante el ruido de un avión que pasó que lo llevó a mirar hacia arriba; después miró a los costados y notó que todo a su alrededor era distinto: las casas y los edificios eran diferentes y más altos, así como también eran muy diferentes, los autos que transitaban.
   Uno de los anarquistas, señalando al terreno baldío que a uno de sus lados estaba, dijo:
   -¿No tendría que estar la cárcel, ahí?
   Entonces todos advirtieron con enorme asombro que así debía ser y no era.
   Finalmente el policía dijo lo que todos pensaban y ninguno se animaba a decir:
   -No estamos en nuestro mundo.
   Y no se había equivocado, ya que si bien se encontraban en el mismo planeta en el que habían nacido, cada periodo temporal transcurrido en un determinado espacio, constituye un mundo.
   Los cuatro caminaron durante varias cuadras intercambiando muy pocas palabras; la sorpresa que todos tenían les había conferido un estado de ánimo que alternaba entre el miedo, el asombro, la incredulidad y la incertidumbre.
   Como a la media hora vieron aparecer por entre la niebla al Falcon verde que el policía había visto un rato antes del cual se habían bajado quienes mataron a sus compañeros; cuando vieron por primera vez a dicho vehículo, el mismo se estaba dirigiendo a participar de un operativo de desaparición de personas, pero al llegar al lugar, se les informó que en las inmediaciones habían asesinado a dos de sus colegas y quienes lo habían hecho, se habían ido en el auto en que viajaban, por lo que se les ordenó patrullar la zona con el objetivo de encontrarlos, pero con quien se encontraron fue con uno de los compañeros de los policías por ellos asesinado, que, al ver al auto acercarse, con ira no disimulada, dijo:
   -Les llegó la hora, hijos de puta.
   Y se puso en medio de la calle en posición de tiro; cuando el auto estuvo muy cerca de su persona, disparó varias veces contra el mismo, lo cual resultó en que su conductor fuera herido de muerte y perdiera el control del vehículo que chocó contra un árbol dejando el choque también heridos de muerte, a dos de sus tres restantes ocupantes.
   El policía se acercó hasta el auto con su arma, listo para disparar, y tras mirar hacia su interior y creer que todos sus ocupantes estaban muertos (o heridos de muerte), dio media vuelta y no advirtió así que el que estaba situado en el asiento directamente posterior al del conductor (que había quedado con el rostro desangrante por el choque pero no estaba malherido), agarraba el arma del compañero de represión muerto que tenía al lado y la dirigía contra él con la intención de matarlo. Al ver esto, uno de los anarquistas se acercó rápidamente a la ventanilla abierta de la parte delantera derecha del auto, agarró el arma que el represor ahí sentado tenía en la cintura, y disparó contra el pasajero del asiento trasero que (y esto a ninguno de los anarquistas ni al policía, sorprendió) estaba vestido con ropas eclesiásticas, ya que era uno de los tantos capellanes que habitualmente participaban de los secuestros de personas realizados masivamente por patotas como esa organizadas desde el estado cuya intención era la de eliminar a toda posible oposición a la imposición de medidas económicas liberales, que, como tales, son únicamente favorables al gran empresariado transnacional, que era el que había diseñado y financiado el plan de represión extrema que las Fuerzas Armadas, la policía y la curia, estaban ejecutando.
   El policía, al advertir que uno de los anarquistas le había salvado la vida, con un gesto de alivio, se lo agradeció.
   Los demás anarquistas se acercaron al auto y agarraron las armas que los represores tenían, y cuando instantes después escucharon sirenas, casi corriendo se fueron del lugar.
   Mientras caminaban por las calles de la ciudad, vieron a los lejos a varios vehículos del ejército que los hizo tomar conciencia de que lo terrible que estaba ocurriendo, si bien no era entendido por ellos en sus causas, se estaba dando a gran escala; también tomaron por eso conciencia de que, sin ninguna duda, lo que habían hecho con los ocupantes del auto verde, había sido un mal necesario y justificado.
   Tras caminar durante aproximadamente una hora, un patrullero advirtió su presencia y empezó a perseguirlos, por lo cual, los cuatro hombres empezaron a correr y a detenerse brevemente sólo para dispararle, y mientras corrieron, advirtieron que el vehículo policial empezó a desvanecerse en paralelo con el cambio de todo a su alrededor, que, tras ellos correr varias cuadras, volvió a ser como la ciudad de la que, sin haberlo buscado, habían salido.
   Una vez de vuelta en “La Tierra del Fuego porteña”, los anarquistas se dirigieron a la pensión y el policía, al sector que le habían asignado vigilar, al cual se acercó un superior para informarle que se habían fugado varios presos de la Penitenciaría Nacional, por lo que debía estar atento.
   La mañana siguiente encontró a los tres anarquistas prófugos sentados a la mesa con la intención de tomar el desayuno, entonces entraron a la pensión varios policías y le hicieron a los pensionistas y a la casera, preguntas sobre la fuga que había ocurrido en la prisión, y cuando uno de los agentes policiales estuvo por acercarse a los tres para interrogarlos y pedirles que se identificaran, apareció de pronto el policía ahí alojado que había viajado en el tiempo con ellos, que a su vez era conocido por los policías que acababan de entrar a la pensión, y le dijo:
   -Ni te molestes en preguntarle nada a estos tres; son unos extranjeros que se alojan acá desde hace unos meses y hablan un idioma que ni sé cuál es; no hablan una palabra de castellano, pero son simpáticos; a mí me caen bien.
   Entonces el policía, con una sonrisa que daba cuenta de que entre su colega y él, había confianza, lo saludó y se fue sin interrogar a ninguno de los tres ex reclusos que respiraron aliviados.
   Los anarquistas permanecieron en esa pensión durante una semana; después se fueron rumbo a otra provincia.
   Nunca hablaron con el policía sobre lo ocurrido esa extraña noche ni sobre la fuga de la prisión; sobre esto último no hacía falta que el agente les preguntara nada, ya que todo estaba más que claro.

miércoles, 1 de diciembre de 2021

Los '20 y los '70 (segundo capítulo) (cuento) - Martín Rabezzana


   Tras la fuga en 1923 de 14 anarquistas presos en la Penitenciaría Nacional (la “Tierra del Fuego porteña”), se dieron diversas experiencias entre todos los prófugos, siendo el común denominador en todas ellas: lo extraño.
   El plan de todos los fugados (menos el de uno) era el de permanecer en las inmediaciones de la cárcel para despistar a las autoridades que seguramente esperaban que, tras escapar del centro de detención, intentaran inmediatamente irse de la ciudad.
   Unos camaradas libertarios que sabían del plan de fuga, les habían dicho que ocultarían ropa y plata en determinado auto que dejarían estacionado y cerrado sin llave, en una determinada calle cercana a la cárcel; la plata era mucha dado que dichos camaradas poseían billetes en cantidad casi ilimitada porque no sólo en lo ideológico eran camaradas, sino también en lo que a oficio respecta, es decir: eran falsificadores de dinero.
   Tras los prófugos encontrar el auto, cambiarse y repartirse equitativamente los billetes, acordaron dividirse en diferentes grupos; uno de ellos (constituido por dos personas) ingresó a un bar en el cual comieron y bebieron con la avidez propia de quienes han pasado hambre y sed durante años.
   Tras unas dos horas, los ex reclusos salieron del bar y empezaron a buscar un lugar en el cual dormir.
   La noche en la que tras largos años volvieron a caminar por la ciudad, estaba envuelta en una tenue neblina que rápidamente se volvió espesa niebla que poco y nada dejaba ver más allá de unos cuantos metros, por lo que sólo por el sonido pudieron percibir al auto que a toda velocidad se acercaba mientras lentamente cruzaban una calle; ante su inminente paso terminaron cruzándola casi corriendo (de no haberlo hecho habrían sido atropellados por el vehículo); al llegar a la esquina, el auto (que era un Ford Falcon de color verde) dobló y tras algunos segundos se oyó un choque que llevó a los dos hombres a intentar acercarse al lugar del suceso con la intención de prestar ayuda a los posibles heridos, pero en cuanto a la esquina llegaron, escucharon una innumerable cantidad de disparos que los hizo pegar media vuelta y retirarse; al encontrarse ya a varias cuadras del lugar del hecho, uno de los ex reclusos le dijo al otro:
   -¿Viste lo que era ese auto?
   -Sí… era raro;… nunca había visto un auto así; la forma que tenía era extraña; también el sonido y la velocidad a la que iba, eran extraños; el auto ese era como…
   Entonces, por estar embargado por el asombro, no prosiguió, por lo que su interlocutor le preguntó:
   -¿Era como qué?
   -Como del futuro.
   Su compañero, que estaba tan asombrado como él, nada dijo y retomaron su marcha en busca de un lugar donde dormir.
   A los pocos segundos advirtieron que todos los autos que pasaban eran también, al igual que aquel que casi los atropella, “como del futuro”, así como la urbanización que los rodeaba, motivo por el cual, se sintieron totalmente extraviados ya que tomaron conciencia de que se encontraban en una ciudad que no era aquella que habían conocido; era otra, con ciertas características que en alguna medida (aunque ínfima) la asemejaban a aquella en la que hasta hacía apenas un rato, habían estado, pero en la mayor parte de lo que vieron, solamente encontraron diferencias.
   Al doblar una esquina se encontraron con que a mitad de cuadra dos tipos empuñando armas se bajaban de un auto (que también era un Falcon) y se lanzaban sobre un hombre joven que fue por ellos fuertemente golpeado; los anarquistas corrieron hacia ellos y cuando ambos represores se disponían a subirlo al auto, los recién a la escena llegados, los empujaron y golpearon, por lo cual, cayeron al piso y con ellos, sus armas, entonces el joven al que habían intentado llevar al auto (que era un combatiente del ERP) (1) agarró una de las armas de fuego y disparó contra los dos represores hasta vaciar el cargador, causándole a ambos, la muerte, después agarró el arma del otro represor que había quedado en el suelo, se la puso en la cintura, subió al vehículo y se sentó frente al volante; a todo esto los anarquistas, que estaban totalmente sorprendidos, se quedaron parados en la vereda sin casi moverse, entonces el joven les gritó:
   -¡Vamos muchachos! ¡Suban!
   Y así lo hicieron; uno subió al asiento del acompañante y el otro, al de la parte trasera; tras arrancar a toda velocidad, el joven les dijo:
   -¡Gracias, che! ¡Me salvaron! –y tras algunos segundos, preguntó:
   -¿Son de las FAR (2) o de Montoneros?
   -No somos nada de eso –respondió uno de los hombres.
   -Ah, ¿y qué son?
   -Somos anarquistas -respondió el otro.
   -Anarquistas… ¡Ja! ¡Y yo que creía que a esta altura no quedaba ninguno!... Por suerte me equivoqué –y momentos después, dijo: -Me estaban esperando esos hijos de puta; tenían rodeada a toda la manzana de mi casa con cualquier cantidad de milicos; al verme por la calle en dirección a mi vivienda, un vecino me lo advirtió, por eso me fui para otro lado, pero tienen previsto que eso pueda ocurrir, de ahí que dejen siempre a un auto dando vueltas por la zona… lo que no tenían previsto esos fachos era que se cruzarían con dos discípulos de Néstor Majnó –y se rió.
   No muchas cuadras después, el partisano dijo:
   -Muy lejos no vamos a llegar en este auto.
   -¿Por qué? –preguntó uno de los anarquistas.
   -Porque casi no queda nafta, así que vamos hasta el puente de allá –y lo señaló –y vemos qué hacemos.
   Una vez en el puente, los tres ocupantes del auto bajaron del mismo y el joven del ERP, señalando al tren que por debajo de ellos se aproximaba, les dijo:
   -¿Alguna vez saltaron a un tren en movimiento?
   -Varias veces –respondió uno de los hombres sin mentir, ya que en sus cortas pero intensas vidas libertarias, ambos habían tenido que escapar de las autoridades en numerosas oportunidades siendo para ellos los vehículos de escape más comunes, los trenes a los que abordaban subrepticiamente desde los techos y de los cuales bajaban estando casi siempre los vehículos, en movimiento.
   -Ésta será otra, entonces.
   Y al pasar el tren por debajo de ellos, a su techo saltaron y sentados en el mismo, viajaron durante varios minutos.
   El combatiente, tras advertir lo anticuado de la vestimenta de los hombres, les dijo:
   -Ustedes no son de acá, ¿no?
   -No –dijo uno de los anarquistas.
   -Y, ¿de dónde son?
   El otro anarquista respondió:
   -Somos de muy lejos –y tras algunos segundos, le dijo: -Te va a parecer rara la pregunta, pero por favor respondela: ¿en qué fecha estamos?
   -Hoy es 24 de agosto.
   -Sí, pero ¿de qué año?
   -¿De qué año?... de 1976.
   Ambos anarquistas se miraron sin saber qué decirse, por lo que permanecieron en silencio tratando de aparentar tranquilidad.
   Al rato el partisano les dijo:
   -Por acá cerca hay una casa “limpia” que mi organización tiene para estos casos; ahí nos podemos quedar al menos esta noche… ya estamos por llegar, así que prepárense para saltar porque en la estación no bajamos, ya que ahí seguro que nos va a estar esperando otra patota.
   -¿Otra qué? –dijo uno de los anarquistas.
   -Otra patota –y recordando que si bien no le habían dicho de dónde eran, pero era obvio que del mismo lugar que él, no procedían, consideró que tal vez por ese motivo no habían comprendido al término por él empleado, por lo que inmediatamente dijo: –Un escuadrón de la muerte del estado como el que me fue a buscar hace un rato.
   Y tras algunos cientos de metros más, el combatiente les indicó que había que bajar del techo para después saltar; así lo hicieron, y ocurrió que tras el joven del ERP saltar del tren y mirar a su alrededor, no vio a ninguno de los anarquistas a pesar de ellos haber saltado incluso antes que él; los buscó durante un rato y finalmente se rindió por aceptar que en ese lugar no estaban; totalmente sorprendido, emprendió su camino hacia la casa ya mencionada; por su parte, los dos anarquistas habían también buscado al combatiente tras saltar del tren y no lo habían encontrado, pero no se sorprendieron demasiado ya que esa era tan sólo una más de las muchas cosas extrañas que esa noche habían vivido.
   Se dirigieron a una avenida por la cual caminaron durante un buen rato y en determinado momento advirtieron que todo a su alrededor, cambiaba: conforme avanzaban, los autos que veían pasar eran cada vez más ruidosos; los edificios y las casas eran cada vez más bajos y cuando todo el panorama a su alrededor se les hizo totalmente reconocible, tomaron conciencia de haber vuelto a su tiempo; con enorme alegría se encaminaron hacia la zona de “La Tierra”; una vez ahí, uno de sus camaradas prófugos los vio desde una ventana y salió a su encuentro; los hizo entrar a la vivienda en la cual estaban también otros ex reclusos fugados y tras los cálidos saludos, todos les hicieron muchas preguntas, ante las cuales, uno de ellos dijo:
   -Ahora les vamos a contar lo que nos pasó esta larga noche.
   Y el otro anarquista agregó:
   -Pero les advierto que lo que van a escuchar, no es fácil de creer, ¿eh? –y le preguntó a su amigo: -¿Quién de los dos empieza?
   Pero no llegó a responderle porque justo en ese momento uno de los habitantes de la vivienda anunció gritando que había llegado otro de los fugados de la penitenciaría; todos se le acercaron para saludarlo y rápidamente procedieron a cortarle las esposas que en sus muñecas traía; él también tenía una historia increíble (y verdadera) para contar.
 
 
(1) Ejército Revolucionario del Pueblo
(2) Fuerzas Armadas Revolucionarias