Sexto capítulo de la serie que di en llamar: "M & L" (por sus protagonistas: Mora y Leandro), la cual, se inicia en mi cuento: "Casa montonera", publicado en mi libro: "Material subversivo".
-Palabras: 3.538-
Año 2004; días antes del hecho: “Madariaga”.
Mora y yo, estábamos una noche comiendo pastas en el restaurante “Justo Brandzen”, situado en Almirante Brown y Brandsen, de Ciudad de Quilmes, lugar que se encuentra a no muchas cuadras de la casa en que entonces, residíamos; tras la cena concluir, decidimos pedir una copa de licor Mariposa; antes de yo llamar al mozo para hacer el nuevo pedido, mi novia se levantó de la silla que ocupaba, que estaba frente a mí, y la puso a mi lado; una vez sentada junto a mí, me besó. Nos besamos y nos abrazamos; en eso, Mora, tras ver a una muy atractiva mujer de pelo claro ondulado, que desde su asiento frente a la barra, con insistencia nos dirigía la mirada, tras aflojar un poco el abrazo, me dijo: -Mirá disimuladamente a la mina de la barra.
Yo la miré y dije:
-La veo. ¿Qué pasa?
-Pasa que… ¡te tiene unas ganas!
-¿Estás segura de que es a a mí, a quien le tiene ganas?
Entonces Mora volvió a mirarla y después me dijo:
-Segura no estoy, pero…
Entonces la mujer (que muy bien arreglada, estaba) se acercó a nuestra mesa y nos dijo:
-¡Hola! Estoy esperando a mi novio, y no llega… ¿podría quedarme con ustedes hasta que llegue?
-Sí, claro -dije yo.
Mora dijo:
-Acercá una silla y sentate.
Entonces la mujer, hizo justamente eso; después dijo:
-Me llamo Etelvina.
-Yo, Leandro -dije.
-Yo, Mora.
Entonces la mujer, que era joven pero bastante más grande que nosotros, que contábamos con poco más de veinte años y ella, con una década más, sacó una cajita de cigarrillos GITANES, y nos ofreció:
Mora dijo:
-No gracias.
-No fumamos; somos modernos -dije yo. -Aaahh… son modernos; yo soy más de otros tiempos -y llevó un cigarrillo a sus labios.
Antes de que lo prendiera, yo le dije:
-No permiten fumar acá; si querés, podemos ir a una mesa de fuera.
-Bueno -dijo ella.
Entonces yo le avisé al mozo que nos trasladaríamos a una mesa sobre la vereda, poco después, hasta la misma se acercó, y tras acomodarnos en las sillas, a Etelvina le dije:
-¿Nos acompañás con un licor Mariposa?
-Sí, por supuesto.
-Tres copas de licor Mariposa, por favor -le dije al mozo.
-Enseguida -dijo, y poco después, nos llevó el pedido.
Los tres tomamos el licor Mariposa mientras hablamos de diversas cosas; Etelvina, mientras fumaba uno de los dos cigarrillos que durante nuestro encuentro, fumaría, nos contó que se había decepcionado de una carrera universitaria que años atrás, había empezado, al advertir que lejos del ámbito académico, formar seres pensantes, del mismo egresan individuos totalmente dogmatizados que le atribuyen un carácter de verdad absoluta, a cualquier cosa que en el ámbito mencionado, les han enseñado, y lo que ahí se aprende, es base de las sociedades actuales que son cualquier cosa, menos positivas. Fue por considerar que de concluir su carrera, se volvería un instrumento más de este espantoso sistema social, que decidió abandonarla.
-Hiciste bien -le dije yo -después agregué: -Y desde entonces, ¿qué rumbo emprendiste?
Tras varios segundos de silencio, ella dijo:
-Desde entonces… ando sin rumbo.
Mora dijo:
-No digo que sea lo ideal, pero es mejor andar sin rumbo que transitar un camino que uno sabe equivocado… Nosotros también hemos andado sin rumbo durante algún tiempo, por eso, por experiencia te puedo asegurar que cuando hacés eso, tarde o temprano, el instinto, que NUNCA se equivoca y que, aunque atrofiado por la civilización, existe en todo ser humano, se fortalece, y cuando eso pasa, el camino previamente invisible, se hace visible y la incertidumbre respecto de hacia dónde tenés que dirigir tus pasos, se termina.
Etelvina sonrió y pasó a contar diversas cosas de su vida, y nosotros, de las nuestras; tras una media hora, la mujer miró su reloj y dijo:
-Mi novio sigue sin llegar…
-Te bancamos un rato más -dije, y viendo que los tres ya habíamos terminado nuestras copas de Mariposa, le pregunté a Mora y a Etelvina, si querían otra; ambas dijeron que sí, y así fue que pedí una nueva ronda del licor que consumimos mientras, alegremente, seguimos conversando.
Étel dijo:
-Mi novio me está haciendo pagar con su demora, por haberme querido volver antes de tiempo de una cabaña de una isla del Tigre que la semana pasada, alquiló, y me quise ir porque… bueh… no sé si contarlo porque tal vez no me crean.
-Sí, dale; contá -dijo Mora.
-Bueno… resulta que en ese lugar, a la distancia se escuchaban diversos ruidos; claramente oí varias veces, relinchos, alrededor de nuestra cabaña, y tras salir de la misma, me encontraba con que no había caballos por ninguna parte; una noche, en una de esas veces que salí a caminar por una zona de arboledas, estando mi novio durmiendo, se me acercaron varias luces que me rodearon, y me re asusté… sé que la explicación racional va por el lado de la consideración de que ciertas materias presentes en la tierra, al descomponerse, pueden inflamarse y generar algo como lo que yo vi, pero no me explico por qué esas luces no ascendieron o siguieron la dirección del viento, ya que lo que hicieron fue rodearme y quedarse estáticas para después seguirme durante varios segundos, mientras corría; al volver a la cabaña, se lo conté a mi novio y él me dijo que me lo había imaginado, pero yo sé que no fue así, la cuestión es que ese mismo día, le dije que me quería ir, y por más que me insistiera con que nos quedáramos, no había manera de convencerme;… desde entonces está un poco enojado conmigo.
Mora dijo:
-Obvio que te creemos… A nosotros nos consta que existe mucho más que lo que puede explicarse del modo llamado “racional”.
Tras escuchar lo contado por Etelvina, yo conté lo siguiente:
-A fines de los 80, cerca de acá, en Guido casi esquina Yrigoyen, había una playa de estacionamiento de algún negocio que había a la vuelta, y a la misma, que tenía algo de pasto, con chicos del barrio, a veces íbamos a jugar; una tarde muy nublada, yo estaba con mi hermana, que era más grande que yo, y una amiga de ella, que era más grande que yo y más chica que ella, que tenía cierto retraso intelectual; de pronto, no muy lejos de la copa de un muy alto árbol que en la vereda de enfrente, estaba, apareció una luz blanca y después, roja; después pude ver que era parte de lo que parecía ser un objeto de esos que llaman: “no identificados”, y nos recontra asustamos.
Etelvina dijo:
-Yo no me asustaría de eso, porque me encantaría ver una cosa así.
Yo dije:
-Yo tampoco me asustaría de eso ahora y creo que ni siendo chico como era, me habría asustado, si no fuera porque el objeto iba y venía en dirección a nosotros, como si se estuviera por caer, así que… el miedo que tuvimos, lo habríamos tenido aun si se hubiera tratado de un avión, ya que si desde no muy lejos, ves a un avión volar en tu dirección y sentís que se está por caer y que te va a aplastar, tranquilidad, no podés tener.
Entonces Etelvina, que con ojos muy abiertos, me miraba (hermosos ojos), evidenciando así que la historia, mucho le había interesado, dijo:
-Ah, bueno… siendo así… yo también tendría miedo.
Mora, que también estaba absorta en lo que contaba y que escuchaba por vez primera, mi relato sobre mi “experiencia cercana del primer tipo”, ansiosamente me preguntó:
-¿Y qué pasó después?
-Después de no sé cuánto tiempo, fuimos con mi hermana corriendo tras su amiga, que había entrado en pánico total y había corrido en cualquier dirección… pobre.
-¿Y la encontraron? -preguntó Étel.
-Sí, y la acompañamos hasta la casa… para ese momento, el objeto ya se había ido.
-Uaaaaauuu, che… ¡qué historia! -dijo Mora; ¿cómo no me la habías contado?
Yo dije:
-Y, porque con mi hermana, juramos no decir nada, porque… ya saben lo que pasa cuando se cuentan estas cosas; si sos chico, te acusan de ser mentiroso, y si sos grande, de estar loco, así fue que mi hermana me hizo prometer que a nadie se lo contaríamos, pero de más grande ella rompió la promesa que había propuesto, dado que se lo contó a conocidos suyos, y yo, la rompí recién ahora…
La conversación entre Etelvina, Mora y yo, siguió una media hora más; durante la misma, nuestra invitada se mostró muy contenta por nuestra compañía y nosotros también lo estábamos por la de ella.
Ya había pasado poco más de una hora desde que Etelvina se había acercado a nosotros; entonces yo dije:
-Parece que tu novio no va a llegar…
Ella dijo:
-Sí que va a llegar… por lo enojado que quedó conmigo por lo que ya conté, esto me lo esperaba; la vez anterior que salimos, me hizo esperar casi dos horas, pero si no llega, mejor.
-¿Por qué, “mejor”? -pregunté yo.
-Porque prefiero irme con ustedes.
Y tras unos segundos de silencio, en que tanto Mora como yo, intuimos de qué tenor sería la respuesta, mi novia le preguntó:
-Y… ¿adónde pensás que vamos?
La mujer, sin dudarlo, respondió:
-Espero que… a la cama -y tras algunos segundos, durante los cuales, sensualmente pasó su lengua sobre sus labios (hermosa lengua y hermosos labios), agregó: -Me muero de ganas de estar en el medio de ustedes.
Entonces Mora, que se encontraba sentada junto a mí, acercó su rostro al mío y ambos, casi al unísono, sin vacilar siquiera un segundo, de lado a lado, movimos la cabeza; tras esto ocurrir, Mora le dijo:
-Gracias Étel, pero… no.
Yo le dije:
-No hay lugar para nadie entre Mora y yo.
-Y NUNCA lo va a haber -mi chica agregó.
Seguidamente, llamé al mozo para pagar la cuenta, y cuando hube pagado, besé en la mejilla a Etelvina, lo cual, también hizo Mora, y de ella nos despedimos con un “chau”, que para mi novia y para mí (a diferencia de para Étel), tuvo sabor a amor eterno, ya que la seguridad de la no necesidad de nadie más, que ambos sentimos cuando dicha atractiva mujer, nos propuso sumarse a nuestra intimidad, nos demostró, una vez más, que nuestra unión, lejos de partir de una atracción física, partía de una atracción álmica que físicamente se manifestaba y que con cada contacto físico que hacíamos, se intensificaba.
Por la calle Brandsen caminamos, Mora y yo, las cuatro cuadras que nos separaban de Yrigoyen, calle en la que doblamos a la izquierda y una vez ahí, caminamos una cuadra más hasta la calle Matienzo, en donde doblamos a la derecha hasta llegar a la altura 30 (aproximadamente), que es en donde se encontraba la casa que entonces, compartíamos.
Durante el camino, Mora me dijo:
-Muy simpática, Etelvina… re buena onda; podría haber sido una gran amiga de ambos, si no hubiera querido meterse en nuestra cama.
Yo dije:
-¡Síiii!, una mina bárbara;… por ahí podríamos haberle propuesto ser amigos.
-Naaahh… esa de: “seamos amigos”, dicho a alguien que por uno está más caliente que una tarde de verano en el Sahara, NO-VA, y esa mina estaba que volaba de fiebre por nosotros.
Yo me reí y dije:
-Tenés razón; le salía humo por todas partes, y no era por los cigarrillos.
Mora se rió y después me preguntó:
-¿A vos te gustó, físicamente, Etelvina?
-Sí, está muuuy fuerte, pero comparada con vos… es la nada misma;… ¿Y a vos? ¿Te gustó?
Entonces Mora, tras reírse levemente, dijo:
-Bueno… ¿qué querés que te diga?… Mal no está, pero... con total honestidad, te digo lo mismo que vos me dijiste a mí: comparada con vos… es la nada misma.
Entonces, sin dejar de caminar, desde un costado, la abracé.
La …... perfecta
Unos cien metros antes de llegar a la vivienda, Mora me dijo:
-¿Sabés de qué tengo ganas?
Yo, irónicamente dije:
-No… ¡no tengo ni idea!… ¿De qué podrá tener ganas, Mora?
Ella se rió.
Nada dijimos en la cuadra y media que nos faltaba recorrer para llegar a nuestra vivienda; una vez que ingresamos a la misma, cerré la puerta con llave y cuando me dispuse a prender la luz, Mora me lo impidió tomándome de las manos para seguidamente, besarme en los labios; un buen rato duró ese idílico beso durante el cual, ella habitualmente me mordía la lengua como pidiéndome que hiciera lo mismo con la de ella, lo cual, yo hacía; el largo e intensísimo contacto ya mencionado, fue interrumpido por Mora cuando llevó sus manos a las tiras sujetadoras del vestido que tenía puesto, dejándolo así, caer al piso; una vez esto ocurrido, se sacó la prenda superior, que a sus pechos, cubría, y yo se los besé; acto seguido, nos acercamos a un sillón, y como si el sexo oral que mi amante pretendía que le realizara, fuera una necesidad imperiosa e incontenible (ella jamás diría que no lo era), en pos de sentir cuanto antes el contacto entre mi lengua y su vagina, no se sacó la bombacha (lo cual, le habría tomado segundos que en su libidinoso sentir, habrían equivalido a largas horas), sino que se la hizo a un lado, con dedos de su mano izquierda, para seguidamente subir el pie derecho al sillón, invitándome así, a pasar por su zona íntima e hipervellosa, mi lengua. Tras arrodillarme, así lo hice ininterrumpidamente durante casi dos minutos, hasta que el jadeo que Mora había iniciado ni bien puse mi lengua sobre su sexo, se transformó en grito estentóreo en el mismo momento en que el líquido que de su interior, con violencia extrema, egresó, me empapó la boca y el rostro; entonces levanté la vista y miré a mi chica, que ampliamente sonreía; yo seguí lamiendo esa concha oscura, hermosa… PERFECTA (hermosa, oscura y PERFECTA, como el resto de esa AMERICANA MUJER), hasta que Mora se agachó y me abrió el pantalón para seguidamente chuparme la pija con un tremendo frenesí que tuvo ya desde la primera vez que me lo hizo, pero que cada vez que lo hacía, parecía intensificarse; tras un buen rato de ella practicarme sexo oral, con mis manos sobre sus antebrazos, la llevé a levantarse y tras poner mi mano izquierda sobre sus nalgas y la derecha, sobre su espalda, la levanté y la llevé hasta nuestro dormitorio sobre cuya cama, la deposité para posteriormente poner una de sus piernas sobre uno de mis hombros, y penetrar su fragrante, rica (RIQUÍSIMA), preciosa y SUBLIME, vagina, cuya oscuridad era mayor a la de la noche más tormentosa y envolvente, y en cuyo interior, yo anhelaba perderme para nunca ser encontrado.
Tras varios minutos de cópula furiosa en distintas posiciones, dentro de Mora, eyaculé, y junto a ella, me acosté.
Trance y post trance
Tras hacer el amor, Mora quedaba como en trance, cual si la inseminación la anestesiara, de ahí que el intento de hablar con ella, en los primeros minutos posteriores al sexo, fuera infructuoso; acostumbrado a eso, yo aprovechaba esos minutos para ducharme; cuando salí de la ducha, volví a acostarme junto a ella; entonces ella dijo:
-En la década de 1950, muchos argelinos se organizaron política y militarmente para combatir a las autoridades francesas que en 1830, habían conquistado a su país perpetrando masivamente: torturas, violaciones y asesinatos, contra la población;... El movimiento político-militar independentista más importante, fue el del Frente de Liberación Nacional, que estaba compuesto en gran medida por personas extremadamente autoritarias que no sólo combatían a las autoridades francesas, sino también a otros grupos independentistas, y así lo hacían porque el FLN no quería liberar a Argelia de los franceses para dar lugar a una apertura democrático-representativa, sino para imponer su propio gobierno; esto resultó en que muchos militantes de otras agrupaciones independentistas, al verse perseguidos por el FLN, suspendieran temporalmente sus ansias de independencia, y apoyaran al gobierno francés, ya que para ellos, que estaban siendo masacrados por sus propios compatriotas del FLN, el colonialismo era entonces, el mal menor; en fin… los años pasaron y tanto el FLN como las fuerzas represivas de Francia, cometieron toda clase de atrocidades, y, en 1962, se dio finalmente la independencia de Argelia de Francia, fue entonces que el FLN impuso un gobierno muy autoritario que ordenó la expulsión de franceses y sudopas en general, junto a sus descendientes, ya que se los acusaba de haber estado a favor del colonialismo francés, que a ellos los beneficiaba, porque las autoridades francesas tenían hacia ellos, un trato preferencial (aunque no todos ellos hayan defendido al colonialismo); también se expulsó a argelinos pregálicos, por el mismo motivo; una vez que fueron expulsados, la mayoría de ellos fue a Francia, y aquellos que habían apoyado al colonialismo francés, el gobierno les hizo un reconocimiento, pero no así, la población francesa general, dado que a esa altura de los tiempos, el colonialismo, salvo para los que fueran de extrema derecha, no era un motivo de orgullo, sino de vergüenza, de ahí que se calcule que durante la guerra de Argelia, el 75 % de los franceses estaba a favor de la independencia de dicho país;... como ya dije, los argelinos que fueron de Argelia, expulsados, acusados de haber apoyado al colonialismo, fueron mayoritariamente a Francia, y allí, su población no derechista, los recontra discriminó… esto llevó a que fueran parias en Argelia tanto como en Francia… y no sólo fueron por los no derechistas, discriminados, sino también por los de derecha;… ...Los franchos de derecha, por ser la derecha, xenófoba por naturaleza, también los discriminaron, aun cuando pensaran que habían peleado en defensa del colonialismo francés, al punto que en los años ‘60, en el río Sena, solían aparecer cadáveres de argelinos asesinados y previamente, torturados, por grupos franceses de extrema derecha... -y tras hacer una larga pausa que no interrumpí, Mora continuó diciendo: -El plan represivo de la última dictadura, lejos de haberse improvisado, había sido aprendido por los militares argentinos de los militares franceses, cuando en 1957 vinieron al país para instruirlos en la aplicación de los métodos contrarrevolucionarios que estaban en ese momento, aplicando en Argelia; los mismos incluían la realización masiva de secuestros, torturas, violaciones, saqueos de bienes de los sospechados de ser revolucionarios, subversivos o “comunistas”, en pos de obtener delaciones que llevaran a más secuestros, torturas, violaciones, saqueos de bienes, y en muchos casos, también a asesinatos y desapariciones de cuerpos;… paradójicamente, esa “Escuela Francesa”, que formó no sólo a los militares argentinos que en los 70, aplicaron dichos métodos, sino también, a muchos otros militares de otros países americanos, a la Argentina llegó en 1957, durante la autoproclamada “Revolución Libertadora”, dictadura cuyos integrantes habían derrocado a Perón, justificando su accionar en su acusación al presidente derrocado de ser un tirano antidemocrático y además (desde la perspectiva de ellos, “comunista”), y para terminar con la tiranía, no tuvieron mejores ideas que las de bombardear a la población, aquel 16 de junio de 1955, causándole la muerte a cientos de personas y dejando heridas, a muchas más, y además, la de que las Fuerzas Armadas argentinas debían ser formadas en la imposición de la represión ilegal, más brutal… ...Todo esto, lejos de terminar con la adhesión de la población a Perón, que ya era masiva, la incrementó, ya que a partir de esa dictadura, muchos de los que hasta entonces, eran antiperonistas o neutrales, al llegar el nuevo gobierno, que no sólo era represor, sino además, regresivo en materia de desarrollo económico y cultural, se volvieron peronistas… fue así que se fue conformando una generación combativa que tenía a Perón, por figura idealizada, por cuyo regreso al país, peleó, y…
Entonces Mora se sumió en un largo silencio que me llevó a decirle:
-¿Por qué me contás todo esto?
-Porque si bien, mucho de esto lo sabés, por haber sido parte de la generación a la que acabo de referirme, de nada de esto te acordás… El ser parte de esa generación, nos llevó a ser militantes revolucionarios en los 70, y esas versiones nuestras previas a éstas, siguieron un camino que, con grandes diferencias, inevitables por el cambio de los tiempos, debemos seguir transitando, y para que entiendas el por qué del camino que ya reemprendimos al reencontrarnos, tenía que recordarte estas cosas de nuestro pasado.
Tras un rato de silencio, le pregunté:
-Y… ¿qué acciones debemos realizar, en línea con el rumbo que emprendimos en nuestra existencia anterior?
-No te lo puedo decir.
-¿Por qué?
-Porque todavía no lo sé, lo que sí sé, es que cuando el momento de actuar, llegue, lo que debemos hacer, nos será revelado.
Entonces yo, tras escuchar su respuesta, abracé fuertemente a esa AMERICANÍSIMA MUJER, y le dije:
-Lo que me pidas que haga, yo lo voy a hacer, Mora.
Seguidamente la besé en los labios. Me besó. Nos besamos, y ella puso su mano derecha en mi entrepierna… lo que siguió fue… algo que ameritaría un rato después, una nueva ducha que junto a Mora, me daría.