lunes, 27 de julio de 2020

Tiempo que… sin necesidad de existir, esclaviza (cuento) - Martín Rabezzana



  Yo me dirigía a mi trabajo en colectivo, o sea, uno de esos autos grandotes que transportan a la gente pobre. "¡Ya sé lo que es un colectivo!", me dirás (vos, lector) irritado, pero como te veo medio cara de concheto, asumí que podrías no saberlo ya que a mí me pasa con tu persona lo mismo que a vos respecto a mí pero al revés: o sea, vos me ves la caripela y me hablás en tumbero (si te dignás hablarme) pensando que no te voy a entender si hablás bien (bah, "bien"; como hablás vos, si es que al hablante que desconoce cuándo corresponde emplear el potencial o el pasado imperfecto del subjuntivo, se lo puede considerar bienhablante); en fin; sigamos.
   Yo estaba en el colectivo y escuché a tres individuos mantener la siguiente conversación:
   -¿Vieron a esas personas que se jactan de parecer de menor edad que la que tienen? ¡Jaaa! ¿Pero cómo no se dan cuenta de que eso es lo normal en estos tiempos? En la actualidad la apariencia joven se mantiene mucho más que antes; los 30 de ahora son los 20 de antes. Los 40 de ahora son los 30 de antes, y así sucesivamente, por eso es ridículo jactarse de tener una apariencia joven siendo ya grande porque, como ya dije, es lo más común hoy en día, al punto que si alguien actualmente tiene 40 años y parece justamente de 40, ¡está reventado!
   La mujer de la pareja a la que el individuo le hablaba, le preguntó:
   -¿Y de cuánto dijiste que tenés que parecer a los 40?
   -Y… de 30 o de 35, como mucho; no más que eso. –Y dirigiéndose a ambos, dijo: -¿Ustedes cuántos años me dan?
   El varón de la pareja dijo:
   -¡Qué sé yo!
   -¡Pero vamos! ¡Arriesguen!
   Ambos se miraron negando con la cabeza indicando así que no querían arriesgar ningún número; mientras tanto, yo, viendo que el individuo que hablaba era canoso y de barba prominente, pensé que debía tener unos 45 años, entonces el tipo, sonriendo orgullosamente, dijo:
   -Tengo 40.
   Yo pensé: "¡Uuuuuuhhhh!... ¡Está destruido!... Parece de 45, ¡pero de los de antes! O sea, parece de 55." Entonces (temblando) me acordé de que yo tenía casi su misma edad y confirmé cuán acertada es mi costumbre de afeitarme a diario, ya que la barba gris te agrega muchíiiiiisimos años, y esto parecen no advertirlo los muchachos que extrañamente se dejan crecer el pelo del rostro al entrar en la segunda juventud (tantos hay que en su p… vida se dejaron la barba, y justo cuando empiezan a encanecer se la dejan; ¡parece que tuvieran apuro en envejecer!).
   Me bajé del colectivo y pasé frente a una universidad (por primera y última vez en mi vida, ya que casi entro en convulsiones al igual que le ocurre al anticristo, a Drácula y demás criaturas satánicas pero no cuando pasan cerca de una universidad, sino de una iglesia); la calle estaba cerrada al tránsito de vehículos por una protesta estudiantil cuya causa yo desconocía, por lo que le pregunté a un manifestante de qué se trataba la cosa, y me dijo:
   -Estamos pidiendo la reincorporación a la universidad de un profesor de historia que fue expulsado injustamente.
   -¿Por qué lo expulsaron? –pregunté.
   -Por decir la verdad sobre Juan Manuel de Rosas.
   -¿Cuál verdad?
   -Y… que cuando llegó Urquiza, "el restaurador" se fugó en el Titanic y lo estrelló a propósito contra los icebergs para hundirlo; ese fue su último acto patriótico y antiimperio británico.
   Entonces yo, que sé muchísimo de historia, le dije:
   -Pero… ¡no puede ser! ¡Si Rosas se fue del país en 1852 y lo del Titanic fue en el siglo veinte!
   A lo que respondió:
   -¿Pero usted no sabe nada de mecánica cuántica?
   Yo negué con la cabeza, entonces dijo:
   -Está probado por dicha ciencia que el tiempo no existe.
   Y con eso me dejó sin réplica, ya que me acordé de haber escuchado alguna vez la versión científica según la cual el tiempo es una abstracción de la mente, lo cual hace técnicamente posible que Rosas haya abordado el Titanic y lo haya estrellado; el manifestante dijo:
   -Y ahora lo estamos esperando a Gilbert Hillman, que es una eminencia científica de Australia que sostiene la versión de la inexistencia del tiempo; lo contactamos explicándole la situación de nuestro profesor y le dijimos que él, con sus fundamentos sobre el no tiempo, podría contribuir a nuestra causa y aceptó venir a la Argentina para sumarse a nuestro reclamo; en cualquier momento llega.
   Entonces, la manifestación que estaba bastante tranquila, se exaltó notablemente cuando llegó un taxi en cuyos alrededores los estudiantes se agolparon; el muchacho que me había explicado la situación, muy emocionado, mientras señalaba al taxi, dijo:
   -¡Es Hillman!
   Entonces los manifestantes (acompañados de bombos y platillos) empezaron a corear:
   -¡Hillman, Hillman, Hillman!
   Por lo agitado del ambiente me fui lo más rápido que pude de la escena, pero al mirar hacia atrás desde la esquina, llegué a ver a Gilbert Hillman bajar del taxi saludando triunfalmente con la mano en alto como si fuera una estrella de un programa de televisión juvenil o algo así (si bien tenía como 96 años); y es que Hillman (valga la casi redundancia) se había vuelto una especie de mesías para la gilada (bueh… perdón; para los manifestantes universitarios).
   Seguí caminando rápido (dado que ya estaba llegando tarde al trabajo) pero no pude evitar detenerme frente a la vidriera de un negocio de venta de electrodomésticos, ya que en la misma había un televisor encendido en un canal de noticias y la siguiente placa informativa se presentaba: "Una partida de trajes de apicultores fue vendida fallada; hay 12 apicultores muertos y 35 abejas prófugas."
   Tras ver esa noticia extraña, reanudé mi marcha hacia mi lugar de trabajo que quedaba a dos cuadras de donde entonces estaba y me encontré con otra calle cerrada al tránsito de vehículos por otra manifestación, pero esta vez no me hizo falta preguntar de qué se trataba, ya que los manifestantes tenían puestos cascos de apicultores, por lo que era obvio que estaban protestando por lo ocurrido a sus colegas en esa cuadra ya que en la misma estaba la casa central de producción de indumentaria apicultoril del país; como no era tanta la gente, ni se me ocurrió dar la vuelta manzana para eludir a la manifestación, pero ni bien hice 10 metros, varios colectivos estacionaron en ambas esquinas y de los mismos bajaron decenas y decenas de manifestantes con cascos de apicultores, por lo que me vi de pronto en medio de un tumulto en el cual mi vida peligraba, ya que por no tener yo casco de apicultor, me creían un "infiltrado", por lo que tuve que suplicarle a un par de apicultores que me querían apalear, que no lo hicieran, ya que yo no era un infiltrado, sino un laburante de una mensajería de la otra cuadra, y me creyeron, pero tras caminar unos metros, otros apicultores me detuvieron y tuve que explicarles lo mismo, y así varias veces, por lo cual avanzaba muy lentamente, y como temía que me echaran del trabajo por llegar tarde (y además, como ya dije, por estar mi vida en peligro), hice algo que me avergüenza recordar pero que volvería a hacer de encontrarme nuevamente en una situación de fuerza mayor como la que estoy contando: disimuladamente manoteé desde atrás el casco de un manifestante y me lo puse, entonces sí pude avanzar rápido; una vez fuera de la manifestación, tiré el casco en un tacho de basura y a lo lejos vi cómo apaleaban duramente al pobre tipo al que se lo había sacado.
   Corrí hacia la mensajería donde trabajaba pero a todo esto había llegado dos horas tarde, por lo cual me echaron.
   Salí muy desanimado a la calle y me encontré con un compañero al que también acababan de despedir de la mensajería por llegar tarde; le dije:
   -¿A vos también te echaron por llegar tarde?
   -Sseee…
   -¿Y te parece justo?
   -Y… en parte sí porque hay un horario que respetar, y ya son varias las veces que llego tarde.
   Entonces, recordando lo aprendido en la primera manifestación ya contada, haciéndome el que sabía, le dije:
   -Pero flaco… ¿Vos no sabés nada de mecánica cuántica?
   El joven negó con la cabeza. Yo proseguí:
   -¡El tiempo no existe! Por eso es una injusticia que nos hayan echado por supuestamente haber llegado tarde, así que podríamos organizar una manifestación contra la mensajería a la que sería bueno invitar al científico Hillman, que seguramente nos va a bancar en esta porque es un tipo muy solidario.
   El joven, extrañado preguntó:
   -¿El científico "gil" qué?
   -Hillman; vení; vayamos a buscarlo y en el camino te explico. Pero eso sí: yo te acompaño hasta la esquina de la universidad y entrás vos porque a mí tal institución me produce una especie de alergia; una vez ahí, le contás la situación a los muchachos y…