domingo, 25 de agosto de 2024

A quien no convence, la nada lo vence (cuento) - Martín Rabezzana

(El personaje de la siguiente historia, aparece por vez primera en mi cuento: “La anticiencia = camino de liberación”, publicado en mi libro: “Fanatismo que todo destruye y todo construye”).

-Palabras: 2.630-

   Allá por principios de los años 2000, en algún lugar de la provincia de Buenos Aires, Justino Maltesu, tras un hecho muy extraño y desalentador, por él vivido unos días antes, sin desanimarse en absoluto, fiel a su costumbre de comunicar sus conocimientos obtenidos tras largos periodos de formación formal e informal, en diversos temas, se dirigió una mañana a un hospital en cuya entrada, mucha gente estaba desde temprano, esperando para sacar turno; tras un preámbulo en el que anunció que lo que diría, no les sería dicho por ningún médico, lo siguiente dijo:
   -Les voy a dar algunos ejemplos de problemas de salud cuyas causas y soluciones, están en nosotros mismos, y les digo que lo mismo se aplica a casi todos los problemas de salud, no sólo a aquellos a los que me voy a referir: todos los que sufren de mal de parkinson y de muchas otras de las llamadas “enfermedades degenerativas”, supuestamente incurables, sufrieron en las décadas previas a la aparición de ellas, ataques de pánico, de ansiedad, crisis de angustia y probablemente, muchos más problemas que el vulgo, que muy comúnmente encuentra la convalidación de sus prejuicios absurdos, en profesionales de las ciencias, denomina: “psicológicos”; muchos de los que acá se encuentran, podrán dar cuenta de que lo que estoy diciendo, es verdad.
   Un señor mayor, tímidamente asintió con la cabeza; otras personas hicieron lo mismo; Justino continuó hablando.
  -Todo esto, salvo en el caso en que se dé tras la persona afectada, haber pasado por una vivencia extremadamente negativa, no puede sensatamente considerarse de origen psíquico, sino físico; todas las manifestaciones mencionadas son síntomas de un cuerpo que está andando mal, producto de malos hábitos a los que fue durante mucho tiempo, sometido, es decir: sedentarismo, mala alimentación, consumo de drogas legales o ilegales, de tabaco y/o de alcohol; todo esto deteriora la salud y las manifestaciones del deterioro pueden estar en la psiquis; de uno mejorar sus hábitos, todo esto rápidamente se revierte y además, se previene la enfermedad degenerativa pudiendo incluso, llegar a curarse, de la misma ya haberse manifestado; la mejoría en cuestión, estaría constituida por la inclusión de frutas, verduras y hortalizas, en la dieta diaria, también de vegetales fermentados, de semillas activadas y de cereales y legumbres, germinados; paralelamente se debe empezar a disminuir el consumo de carne, lácteos, gluten, alimentos procesados en general, y por supuesto, la disminución o eliminación total del consumo de alimentos nocivos, debe incluir también, una disminución o eliminación total, en caso de existir, del consumo de drogas, legales o no, de tabaco y de alcohol; también se debe realizar un poco de ejercicio físico habitualmente como así también, una buena exposición a la luz del sol; pero… en vez de esto, lo que hace en estos casos la mayoría de la gente “inteligente” y “culta”, es consultar a un “profesional” de la llamada “salud mental”, que generalmente es un psicólogo, que casi invariablemente la deriva a un psiquiatra que, lejos de indicarle algo de lo que expuse, le receta psicofármacos, cuya función es la de suprimir síntomas pero no así, causas, y como esa supresión de síntomas (que dicho sea de paso, rara vez se da, ya que la psiquiatría no sólo no es curativa, sino que además, rara vez es siquiera paliativa) se hace generando un gran daño en la salud, debido a que todos los fármacos, psiquiátricos o no, son drogas que, como tales, intoxican, el problema que la persona pretendió resolver, no sólo no se resuelve, sino que además, se agrava y se multiplica, lo cual, para la industria farmacéutica, cuyos empleados principales son los médicos, es altamente positivo, porque esos nuevos problemas serán tratados con más drogas que generarán aún más problemas que serán tratados con más drogas, y así sucesivamente hasta que la persona, básicamente, reviente… ustedes lo saben perfectamente porque muchos han transitado el camino que acabo de describir, y pese a lo perverso, nefasto y evidentemente falaz, de la medicina oficial, la mayoría de la gente (incluso quienes a la misma, directamente sufren), no sólo la defiende, sino que... ¡HASTA LA RECLAMA!… Esto se tiene que terminar y se va a terminar cuando…
   Entonces, entre las personas que lo escuchaban, el asombro fue total, cuando, tras notar que la voz de Justino se volvía cada vez menos audible, vieron a su imagen deshacerse hasta desaparecer por completo; al advertir el asombro de su público, cuyas causas, él no comprendió, Justino dejó de hablar durante algunos instantes, fue entonces que volvió a ser visible y audible (esto último, lo volvió a ser aunque en ese momento particular, estuviera guardando silencio); seguidamente dijo:
   -Como estaba diciendo: la medicina oficial, es farmacológica, y la industria farmacéutica, así como la industria petrolera y la…
   En ese momento su voz e imagen, volvieron a hacerse respectivamente, inaudible e invisible, hasta que, al volver a notar el asombro de su público, volvió a interrumpir su discurso, fue entonces que volvió a hacerse audible y visible; tras algunos instantes, dijo:
   -¿En dónde estaba?… Aaahh sí;… la industria farmacéutica está compuesta por gente totalmente inescrupulosa, ya que la misma es una mega corporación económica y las grandes corporaciones económicas…
   Entonces su voz e imagen, volvieron a hacerse, respectivamente, inaudible e invisible; al percibir nuevamente el asombro de su público, Justino se acercó a una de las personas que lo componían y le preguntó el por qué del mismo, pero la persona no pareció escucharlo ni advertir su presencia; lo mismo comprobó tras interpelar a otras personas; ante esto, Justino se retiró.
   Sin desanimarse por lo ocurrido el día anterior, al día siguiente, frente a un local de un partido socialista en el cual, una reunión habría de realizarse un rato después, motivo por el cual, varios militantes estaban frente al mismo esperando que se iniciara para ingresar, Justino, tras un breve preámbulo en el que anunció que si bien, a lo que expondría, lo sabía contrario a las convicciones de los militantes del partido, pero que se expresaría del modo más respetuoso posible y sin ninguna intención de ofender, dijo:
   -La izquierda es izquierda cuando está fuera del gobierno, una vez que al mismo llega, ¡se acabó la izquierda! De ahí que yo considere que la izquierda sólo puede ser no gubernamental y que el mayor enemigo del pueblo, es el gobierno que esté de turno -y tras unos segundos, dijo: -Si se fijan en qué idearios se basaron los sistemas políticos aplicados hasta el momento en todo el mundo, les va a resultar evidente que unos y otros, no coinciden, y no pueden coincidir, porque TODAS LAS IDEOLOGÍAS POLÍTICAS SON INAPLICABLES… ...Todo ideario político, camino a la toma del poder, se va haciendo pedazos, y una vez que llega a destino, es la nada o la casi nada, misma, y al ser casi nada, debe ser reconstruido, entonces sus partidarios lo reconstruyen a partir de la asimilación de postulados procedentes de otros idearios, resultando esto en que del ideario original, sólo quede el título, es por esto que…
   Entonces, las personas frente a él, evidenciaron asombro total ante su voz, que se volvía cada vez menos audible, y su imagen, que se volvía cada vez menos visible, hasta que dejaron de serlo por completo; al advertir el asombro mencionado en su público, Justino interrumpió su discurso; segundos después, su voz volvió a ser audible y su imagen, visible; en ese momento retomó su exposición.
   -La mayoría de los diputados, senadores, intendentes, gobernadores y presidentes, tiene algún título universitario; es lógico suponer que esos títulos son mayormente de carreras relacionadas con las ciencias sociales y políticas, sin embargo, no es así, ya que casi el 90 por ciento de ellos, son de medicina y derecho, y quienes tienen otros, suelen ser de arquitectura, ingeniería, y otros; los licenciados en sociología y en ciencias políticas, que son quienes se supone que más conocen y mejor entienden los mecanismos que hacen que una sociedad, sea lo que es, muy rara vez se meten en política, y… ¿por qué? Porque quienes más estudian y comprenden a las sociedades, menos creen que algo cambie por obra del accionar humano y más creen que es una fuerza ajena a lo humano y hasta a lo material, lo que nos da impulso, y de ahí que no sea extraño que se acerquen a idearios místicos o deterministas y se alejen de la política, y cuando a ella se acercan, suele ser por motivos netamente económicos. Es por esto que…
   En ese momento, su voz volvió a hacerse inaudible y su imagen, invisible, lo cual volvió a suscitar un asombro enorme en su público, cuyos integrantes, entre ellos se preguntaban si estaban viendo lo mismo, ya que dudaban de sus sentidos, fue por esto que Justino, dejó de hablar, y tras hacerlo, su imagen volvió a hacerse visible y su voz, audible; segundos después, continuó diciendo:
   -El ser humano, durante la mayoría de sus cuatro millones de años de historia, se ha organizado socialmente sin estados, de ahí lo absurdo de la descalificación al anarquismo por “inaplicable”, ignorándose así, el hecho de que el estado es una creación reciente en nuestra historia como especie, ya que se inventó en los últimos 6 mil años, pero, por lo ya por mí, expuesto, si bien estoy seguro de que la humanidad volverá a organizarse sin estados, no lo hará por causa del éxito del proselitismo anarquista, sino por haberse cumplido el ciclo estatista que, al igual que el no estatista y que cualquier otro ciclo, tarde o temprano, concluye… Este ciclo en el cual, se nos dice que esto que estamos viviendo, es “democracia”, cuando en realidad, la democracia es directa o no lo es en absoluto, porque la representatividad, suprime a la democracia, va a concluir…
   Entonces, su voz volvió a hacerse inaudible y su imagen, invisible, lo cual, volvió a asombrar a su público entre cuyos integrantes, hubo varios que ingresaron al local y llamaron a otros militantes que se encontraban en el mismo para que presenciaran lo que fuera, estaba ocurriendo, y así lo hicieron, lo cual resultó en que el público, aumentara; esto sorprendió a Justino que interrumpió su discurso y volvió entonces a hacerse visible y audible; pese al estupor del auditorio frente a él, cuyas causas no comprendió, no consideró suspender su exposición, ya que las personas lo miraban evidenciando una atención total, por eso prosiguió diciendo lo siguiente:
   -Yo tengo una visión de las cosas muy cercana al socialismo libertario clásico, en lo que no soy clásico en cuanto al socialismo, es en mi concepto respecto a la laboriosidad;... Entre los socialistas se suele considerar al trabajo, algo dignificante y al carácter trabajador, constitutivo de virtud; yo no estoy para nada de acuerdo con esto ya que, en un mundo regido por el dinero, ganarlo es necesario para subsistir, de ahí que, siendo el trabajo, un medio para hacerse de plata, trabajar sea una necesidad, y no me parece lógico considerar que quien hace algo tendiente a satisfacer una necesidad básica, esté haciendo algo elogiable, sino sencillamente algo a lo cual es llevado por su instinto de conservación, y de ahí que yo crea que eso de que la laboriosidad constituye una virtud, lo inventó un explotador del trabajo ajeno, porque sólo a él le puede convenir que uno crea semejante pavada, y sin embargo, ¡creen en ella casi todos aquellos que se dicen socialistas!, sin advertir que con tal creencia, ¡le están haciendo el juego al capitalismo!, por eso es que es absolutamente cierto eso de que los revolucionarios socialistas, incoherentemente intentan hacer una revolución, manteniendo valores burgueses, y éste, referido a lo “virtuoso” del trabajador, por el sólo hecho de serlo, es uno de ellos… ...Yo considero que…
   Entonces su voz volvió a ser inaudible y su imagen, invisible; los minutos pasaron y Justino no volvió a ser visto ni oído por las personas que un rato antes, lo habían estado viendo y oyendo.
   Al Justino acercase a ellas y preguntarles qué les pasaba y no recibir respuestas, se retiró.
   Al día siguiente, frente a un local de la Unión Cívica Radical (¡puaj puaj puaaaajjj!) (disculpen el vómito inevitable del redactor), Justino se dirigió a los allí concurrentes y, tras hacer un preámbulo parecido al que había hecho frente al local de un partido socialista, dijo:
   -A ustedes, que, por supuesto, no defienden al socialismo, sino al capitalismo, no los quiero convencer de algo contrario a sus valores, pero sí pretendo que su visión respecto del sistema que defienden, sea modificada, es por eso que digo lo siguiente: ser empleador, es ser explotador del trabajo ajeno porque cosa tal, implica ganar plata con el trabajo de otros, y generalmente, incluso más que los empleados que sí trabajan; esto tan injusto, es permitido por el sistema (de hecho, es la base del mismo), pero creo que hay una manera de ser empleador sin ser explotador, y es invirtiendo los roles tradicionales en cuanto a las ganancias, es decir: si los empleados de una empresa ganan más que el jefe, éste último no los está explotando aunque cobre un sueldo sin trabajar… Eso es lo que yo haría si tuviera plata; pondría un negocio en el que trabajarían otros, y yo, como empleador, ganaría menos que ellos, y si necesitara o quisiera, ganar más, trabajaría con ellos, como un empleado más; si esto lo hicieran todos los empleadores, la clase trabajadora dejaría de estar en conflicto con la clase empresarial, y dejarían así los trabajadores, de aceptar idearios socialistas, ya que su aceptación masiva procede de la repartición de ganancias, desfavorable para ellos, dispuesta por sus patrones; al dejar la misma de ser desfavorable, no tendrían ya ninguna necesidad de oponerse al capitalismo, es por esto que la salvación del sistema capitalista, está en manos de los mismos capitalistas que, por negarse a hacer las modificaciones correspondientes al sistema vigente, terminan engendrando una insatisfacción general, conformadora de fuerzas que, tarde o temprano, terminarán destruyéndolos. Es por esto que…
   Entonces la voz de Justino se volvió inaudible y su imagen, invisible.
   Al notar que los integrantes de su público se preguntaban si veían lo mismo, Justino dejó de hablar, entonces su imagen volvió a ser visible y su voz, audible, fue en ese momento que dijo:
   -¿Se puede saber qué les pasa? Porque los noto medio raros.
   Entonces, una dama se le acercó, y, con gran temor, mientras con la punta de un dedo le tocaba un brazo para constatar su materialidad, dijo:
   -Nnnooo... no nos pasa nada; seguí exponiendo, que es muy interesante lo que decís.
   Entonces Justino dijo:
   -Bueno… estaba diciendo que el capitalismo puede ser por ustedes, salvado, si el mismo es modificado y neutralizado en su base nociva, ya que...
   Y tras decir esto último, su voz volvió a ser inaudible y su imagen, invisible, pero esta vez, su ausencia volviose permanente; ante esto, todos los militantes, así como le había ocurrido en los casos anteriores, empezaron a preguntarse quién o qué, era esa persona que frente a ellos, había estado; se hipotetizó la condición extraterrestre de Justino, también la de su posible pertenencia al mundo espiritual del cual, habría salido para darle a los seres materiales, un mensaje, pero en realidad, el motivo de su inaudibilidad e invisibilidad, fue el siguiente: si bien, al escuchar su discurso, algunas personas dudaron de sus propias creencias, finalmente se aferraron a ellas resultando esto en que ninguna cambiara de opinión; es decir: lo dicho por Justino, a nadie había convencido, y, lo crean o no, fue justamente ése, el motivo de su inaudibilidad e invisibilidad que, para las personas que las presenciaron, equivalieron a una desaparición.

lunes, 19 de agosto de 2024

Dictados álmicos (cuento) - Martín Rabezzana


-Palabras: 1.464-



   Mediados de los 90.
   Desde una distancia no muy importante que de los padres de la chica, lo separaba, el joven los contemplaba con un gran nerviosismo provocado por lo que estaba ahí para comunicarles.
   Tres semanas atrás, Ludmila, de 16 años, había ingresado una noche a su pieza y tras sonreírle, le había dicho:
   -Hoolaaa.
   Después lo había abrazado mientras el adolescente, embargado por la (enormemente grata) sorpresa de su presencia, la besaba y le preguntaba (en voz muy baja, ya que vivía con sus padres y hermanos, que entonces estaban en otras habitaciones):
   -¿Cómo entraste?
   Pero ella no respondió. Simplemente lo abrazó de un modo progresivamente más fuerte que en él, anuló todo deseo de repetir su pregunta.
   Tras el abrazo que al joven, profundamente conmovió, concluir, la chica lo miró a los ojos mientras él notaba en ella algo distinto que no pudo definir qué era; Ludmila se sentó en su cama (la misma en la que, por vez primera, ambos habían hecho el amor el día anterior) y él se sentó a su lado; ella dijo:
   -¿Te acordás de que ayer te conté de la hermana de mi mamá?
   -Sí; me dijiste que se suicidó unos años antes de que vos nacieras.
   -Sí, y también te dije que eso a mi mamá, la afectó mucho, y no sólo ese hecho, sino también, el desconocer por qué su hermana hizo lo que hizo… esa incomprensión le causó un malestar con el que carga hasta ahora, y yo he logrado entender por qué lo hizo.
   Tras unos segundos, el joven preguntó:
   -¿Por qué fue?
   -Eso ahora no importa, lo que importa es que, cuando ella lo empiece a entender, su malestar rápidamente va a disminuir; lo mismo va a pasarle a mi papá por el malestar que ahora vive.
   El joven, tras algunos instantes de silencio, le dijo:
   -No entiendo.
   Ella dijo:
   -Todos estamos destinados a vivir una determinada cantidad de tiempo, y cuando antes de lo previsto, alguien muere, como en el caso de quien se suicida, debe volver al mundo con un cuerpo nuevo que está destinado a vivir el tiempo que le quedó por vivir en su materialización anterior… Mi tía estaba destinada a vivir hasta los 38 años y se suicidó a los 22, por eso debió volver al mundo con un cuerpo nuevo y vivir los 16 años que le quedaban por vivir, en su paso anterior por este plano; esos años ya pasaron, por eso su alma debió volver al plano espiritual… La mayor parte de esto, estaba ya escrito por ella misma, en acuerdo con mis padres y abuelos, que por esto, se verían afectados negativamente, y por más que sea difícil o incluso, imposible de entender, como ya dije: ellos mismos acordaron que todo esto, así fuera, ya que la negatividad que causa la pérdida, es equivalente a la tensión a la que es necesario someter a los músculos para que se fortalezcan… y por supuesto que todo esto también se aplica a vos -y lo tomó de las manos mientras le dijo: -Todo esto lo planeamos; todo lo elegimos y lo acordamos juntos -y tras algunos instantes de silencio, Ludmila agregó: -No importa si ahora no entendés nada de lo que te digo; es cuestión de tiempo para que empieces a entender. 
   Seguidamente lo besó en los labios y él sintió a la lengua de su novia, tocar la suya, y por más cercano que ese contacto sea de lo sexual, lo que el joven sintió durante el mismo, fue muchísimo más profundo y gratificante que lo que puede sexualmente sentirse; él así, de inmediato lo concienció, mientras recordaba que el encuentro sexual altamente satisfactorio en lo físico y anímico, que con su novia, el día anterior, había tenido, no le había conferido tanto bienestar como ese beso, le estaba entonces confiriendo.
   Tras algunos instantes, la chica se acercó a un escritorio del cual, agarró una birome y hojas de carpeta y, dirigiéndose a su novio, se las dio y dijo:
   -Escribí lo que te voy a dictar.
   El joven, como hechizado por la presencia de su novia, sin cuestionar, se sentó al escritorio y empezó a escribir lo que ella le dictaba; tras no mucho de haber iniciado la escritura, su madre, desde el pasillo, lo llamó, por lo que él, totalmente alarmado, susurrando, le dijo a la chica:
   -¡Escondete en el placard!
   Y le abrió una puerta de dicho mueble al cual, ella, de inmediato ingresó; una vez la chica escondida, el joven abrió la puerta de su cuarto y le dijo a su madre, que lo estaba llamando para cenar, que ya había comido mucho en la merienda, así que no tenía hambre; le pidió que le guardara su parte en la heladera ya que tal vez, más tarde comería un poco; dicho esto, la madre le deseó buenas noches y se retiró; al él verla bajar por la escalera, cerró la puerta de su cuarto e inmediatamente fue hacia el placard en el cual, Ludmila se había escondido; abrió una de sus puertas pero la chica no estaba; la buscó por todo el cuarto pero no la encontró; la ventana que daba a la calle no tenía reja pero estaba cerrada desde dentro, además, estando el cuarto en la planta alta, quien por la ventana bajara, necesitaba de algo de lo qué asirse para descender, y nada había en el lugar, adecuado para tal fin, ni tampoco, nada así vio, al mirar hacia abajo, por lo que la salida de la chica, se había dado de un modo para el joven, totalmente incomprensible.
   Pensó en esperar un rato y después llamar a su casa por teléfono, pero ya era muy tarde, además, si atendía alguno de sus padres, al él preguntar por su hija y ellos, llamarla, de ella no haber vuelto, se iban a enterar de que había salido, y seguramente lo había hecho sin su permiso. Por todo esto decidió no llamarla y esperar a verla el día siguiente en la escuela a la que ambos asistían; entonces podría preguntarle cómo había entrado a su casa y cómo había hecho para salir.
    Unas horas después, el joven se acostó y al dormir, soñó que estaba con Ludmila en su cuarto; ella le dictaba algo y él, lo escribía; a la mañana siguiente, se levantó y vio que las hojas escritas, eran muchas (más de sesenta), lo cual, lo sorprendió, porque lo dictado por la chica la noche anterior que él recordaba haber escrito, ocupaba menos de una hoja; además, la letra no era de él, sino de Ludmila.
   Todo era muy raro.
   Al rato se duchó, se vistió y se dirigió al colegio Normal de Quilmes, al que, al igual que su novia, asistía.
   Ya desde antes de ingresar al recinto escolar, los estudiantes lo miraban apenados sin que él supiera por qué, hasta que finalmente, unos compañeros (varios chicos y chicas) se le acercaron y tras él preguntarles qué les pasaba, lo cual exponía que no estaba al tanto de lo que había ocurrido, una de las chicas, le dijo: 
   -A Ludmila la atropelló un auto ayer a la tarde… la llevaron a un hospital pero... no la pudieron salvar.

… … …

   Los posteriores días al de la muerte de Ludmila, fueron para el joven, terribles. 
   Durante las semanas siguientes, no se atrevió a leer lo escrito en las hojas que su novia le había dictado, como presintiendo que, de hacerlo, su malestar decrecería enormemente o que incluso, tal vez se desvanecería por completo, y a eso le temía sobremanera ya que en ese momento, sentía que de irse el dolor producido por su pérdida, ella misma se iría de su ser, para siempre, dado que creía intuir que era justamente ese dolor, lo que a ella lo unía, pero a la tercera semana de Ludmila haber partido, tomó coraje y leyó integralmente las páginas en las cuales, ella detalladamente explicaba en qué consistían los contratos álmicos confeccionados por ella misma junto a su novio, sus padres y otros familiares y allegados de todos ellos (antes de venir al mundo), y se dio lo que tanto temía: su dolor extremo empezó a deshacerse velozmente al punto de llegar, horas después de iniciada la lectura, hasta la casi extinción; lo que no ocurrió, fue que cosa tal, lo alejara de Ludmila, ya que de ella se sentía cada vez más cerca, fue por eso que, ese mismo día, al bar del que los padres de la chica, eran propietarios, se dirigió, y una vez ahí, viéndolos desde la distancia, mientras sostenía una bolsa en la que llevaba los papeles escritos por Ludmila a través de él, tomó profundamente aire y se acercó a ellos.



martes, 6 de agosto de 2024

María Clara y compañía: “vacaciones” montoneras (cuento) - Martín Rabezzana

(Nuevo capítulo de mi serie: “María Clara”, y segundo capítulo y tres cuartos, de mi serie de tres capítulos: “Lili Combatiente”).


-Palabras: 3.531-

Irradiación clarividencial


   Tras el inesperado hecho de sangre en el que se vieron involucradas en la ciudad de Santa Rosa, La Pampa, María Clara y Daniela llegaron junto a Lili a la casa en la que se encontraban compañeros combatientes de ésta última; cuando transitaban la calle Victoria a la altura aproximada de 165, poco antes de llegar a la calle Emilio Mitre, Lili le dijo a la conductora, que era Daniela:

   -Estacioná acá.

   -Pero si vos dijiste que la casa queda en la otra cuadra -respondió ella.

   -Sí, pero antes tengo que entrar yo sola para avisarle a mis compañeros que llegan ustedes, porque si aparezco de improviso con personas que no conocen, se pueden alarmar y…

   -Aaahh... es verdad -dijo Daniela.

   Y así fue que, tras el Renault 6, estacionar, Lili rápidamente bajó, caminó hasta la vivienda en cuestión y a la misma, ingresó; menos de un minuto después, salió, y con una seña le pidió a sus nuevas compañeras que se acercaran, así fue que ellas bajaron del auto y caminaron hasta la casa en la que, de los cinco combatientes revolucionarios que ahí se alojaban (sin contar a Lili), había en ese momento, tres (dos varones y una mujer).

   Tras ingresar a la vivienda y haberse realizado las presentaciones correspondientes, Daniela dijo:

   -Bueeehhh... ¡por fin! -y levantando la bolsa de plástico que llevaba, dijo: -¡Tostados y pastafrola! ¿Quién quiere?

   Uno de los montoneros, llamado Miguel, dijo:

   -¡Pastafrola! ¡Qué bueno! Dámela que la corto.

   Y la combatiente uruguaya se la dio; otro montonero llamado Teo, le preguntó:

   -¿Pongo agua para el mate?   

   -¡Dale! -respondió ella que, seguidamente sacó el paquete con los tostados, lo puso sobre una mesa ratona, alrededor de la cual, los guerrilleros se acomodaron, y señalando al ambiente contiguo, que era el de la cocina, preguntó si podía ahí lavarse las manos, le fue respondido que sí, y tras habérselas lavado y secado con un repasador que Teo le alcanzó, rápidamente se acomodó en uno de los sillones frente a la mesa ratona en la que había dejado el paquete de tostados que inmediatamente abrió y tras hacerlo, dijo: -Los que quieran, que agarren -y ella agarró y se mandó uno; seguidamente instó a Lili, que estaba visiblemente conmovida por lo ocurrido recientemente, a comer un poco, a lo cual, ella se negó, pero finalmente lo hizo tras un poco de insistencia de María Clara, al tiempo que la compañera, cuyo apodo era Marisa, les acercaba vasos y Miguel les servía gaseosa de naranja desde una botella de litro.

   Tras estar lista el agua y haber los combatientes empezado a compartir mate y pastafrola, Miguel dijo:

   -Bueno... ahora que ya están más distendidas, nos pueden empezar a contar qué pasó y por qué están acá.

   Entonces María Clara dijo:

   -Daniela y yo venimos de realizar varias operaciones en diferentes lugares del país, y hace unos días la conducción dispuso que debíamos tomarnos un descanso, entonces nos asignó una casa en La Pampa; así fue que llegamos ayer, y fue que hace un rato, cuando fuimos al centro para comprar algo de comer, escuchamos disparos, nos acercamos a la ventana, y vimos a Lili empuñando un revólver y a un tipo frente a ella, abatido por sus disparos. Después aparecieron policías y los tuvimos que matar.

   -El tipo era milico -dijo Lili.

   -¿Lo conocías? -preguntó Daniela.

   Lili negó con la cabeza, después dijo: 

   -Pero lo sabía.

   María Clara le preguntó:

   -¿Y cómo lo sabías? Si estaba de civil y no lo conocías.

   Lili no respondió; Teo dijo:

   -Es que ella… ve cosas.

   Y Daniela, tras unos segundos en que se mostró desconcertada, preguntó:

   -¿Cómo que ve cosas? 

   -Sí -dijo Teo -; ve cosas que pasaron y que van a pasar. 

   Entonces María Clara miró sorprendida a Lili y al ella devolverle la mirada, como si se hubiera teletransportado, se encontró detrás de la compañera puntana, que esperaba que su pedido estuviera listo, en el bar en el que, un rato antes, había estado junto a su compañera; le habló, pero ella no respondió, entonces intentó tocarle un brazo pero su mano la traspasó; segundos después, vio a Daniela y a una joven que era ella misma, ingresar al lugar y tras realizar su compra, las vio salir; inmediatamente se acercó a la puerta y vio al hombre al que Lili había matado, dispararles por la espalda; la combatiente rosarina se vio a sí misma muerta en el piso y a Daniela, herida; después vio al represor, patear a Daniela, vio llegar corriendo a un policía que estaba en el área y después, al patrullero desde cuya radio, uno de sus efectivos informó del hecho a la comisaría desde la cual, el mismo le fue a su vez comunicado a una autoridad militar que de inmediato envió a un grupo de tareas en un Ford Falcon, que se llevó a Daniela y al cuerpo abatido de María Clara, hasta un centro clandestino de detención; todo esto lo vio en blanco y negro; tras esto último, que entendió que se trataba de visiones de hechos que habrían ocurrido de Lili no haber intervenido, volvió a encontrarse sentada junto a ella en la casa pampeana a la que minutos atrás, había llegado, y tras unos segundos en los que evidenció en su expresión, estupor, le dijo:

   -El tipo nos estaba por matar… -y tras tomarla de un antebrazo, agregó: -Nos salvaste…

   Entonces Daniela, no entendiendo a qué se refería María Clara, preguntó:

   -¿Qué?

   Pero nadie respondió.


Sobre Miguel, Teo y Marisa


   Los tres montoneros que en la casa recibieron a María Clara y a Daniela, o sea, Miguel, Teo y Marisa, hasta el año anterior (es decir, hasta 1975), eran empleados de la empresa Acindar, situada en Villa Constitución, provincia de Santa Fe; en la misma, en marzo de 1974 (durante el último gobierno de Perón), los trabajadores salieron victoriosos de un periodo de huelgas que tenían por objetivo, lograr aumentos salariales y mejores condiciones de trabajo; esto fue celebrado con una manifestación que tuvo lugar en la plaza principal de la ciudad, a la que asistieron más de 10 mil personas de diversos sectores de la sociedad, pero pocos meses después, Perón murió y la derechización del peronismo que él mismo había iniciado, tras un periodo izquierdista materializado en la presidencia de su delegado devenido presidente, Héctor Cámpora, se profundizó, y fue así que las conquistas de la clase trabajadora, durante el gobierno de su esposa y sucesora, María Estela Martínez de Perón, fueron siendo, una a una, destruidas y quienes habían luchado por lograrlas, fueron reprimidos del modo más extremo; así fue que en marzo de 1975, más de 4 mil represores del estado (es decir, policía provincial y federal, prefectura naval y Triple A), invadieron la ciudad y secuestraron a cientos de obreros de Acindar a quienes en muchos casos, torturaron dentro de un sector de la misma empresa; sector que sus propios directivos habían cedido para que funcionara como centro clandestino de detención y tortura; dichos directivos habían también confeccionado listas de trabajadores desobedientes que posteriormente entregaron a las fuerzas represivas.

   Tras un periodo de cautiverio y tormentos, muchos de los trabajadores temporalmente desaparecidos, fueron liberados, pero otros, fueron muertos y otros, hechos desaparecer permanentemente.

   De Acindar era entonces presidente José Alfredo Martínez de Hoz, que tras el golpe de estado del 24 de Marzo de 1976, fue nombrado ministro de economía, puesto desde el cual, favoreció a dicha empresa y, al igual que ocurrió con muchísimas otras grandes empresas privadas, sobre el final de la dictadura, su deuda fue transferida al estado; esto lleva automáticamente a concluir que dichas empresas, así como otras que se beneficiaron de otros modos durante el gobierno de facto, financiaron a los militares para que tomaran el poder e hicieran lo que hicieron, es decir: actuar en defensa de sus privilegios.

   Tanto Teo como Marisa y Miguel, se vieron obligados a escapar de la provincia tras la represión contra los trabajadores de Acindar, ya mencionada, dado que, de ahí quedarse, serían víctimas seguras del accionar de los represores al cual, Marisa y Miguel, habían logrado evadir, pero no así, Teo, que si bien, sobrevivió, estuvo un tiempo en calidad de detenido-desaparecido durante el periodo de represión, mencionado, y fue hecho pasar por lo peor previo a ser liberado; fue tras todo esto que tanto él como Marisa y Miguel, decidieron sumarse a Montoneros aun no estando demasiado de acuerdo con sus ideas políticas ni con su accionar, y estos casos de personas no muy convencidas (o nada convencidas) de las ideas de grupos guerrilleros, que a los mismos ingresaron en un intento de sobrevivir, fue absolutamente común, dado que fue el mismo accionar represivo y cruel de las autoridades, lo que generó el medio ambiente propicio para la aparición de personas deseosas de no ser víctimas indefensas de ellas, y la única manera de no serlo, implicaba agarrar armas y juntarse con otros que hicieran lo mismo; esta historización, que la derecha se niega SIEMPRE a hacer, expone que, lejos de ser “loquitos” salidos de la nada que por motivos desconocidos, hicieron lo que hicieron, quienes conformaron organizaciones armadas irregulares, eran producidos en serie por el mismo sistema social basado en la desigualdad y sostenido invariablemente con represión.


Medio ambiente social en el que surgieron las organizaciones guerrilleras argentinas


   En el año 1969 (es decir, durante la dictadura autodenominada: “Revolución Argentina”), producto del incumplimiento en el pago de sueldos en que incurrieron varias empresas y de las medidas regresivas y antipopulares, que el gobierno había tomado, que incluían, entre otras cosas, la supresión de horas de descanso laboral, el aumento de las tarifas de electricidad y el cierre de fuentes de trabajo, se dieron protestas masivas en varios lugares del país, que derivaron en que miles de personas fueran detenidas, heridas, y algunas de ellas, hasta muertas por la policía y los militares; la acción represiva de las autoridades, resultó a su vez en que se iniciaran nuevas protestas en cadena que se sucederían a lo largo de los siguientes años.

   La mayoría de las agrupaciones guerrilleras se identificaba con Perón, sin que esto necesariamente signifique que todos sus miembros y simpatizantes, procedieran de ámbitos peronistas, ya que muchos de ellos carecían de toda identidad política hasta que el descontento por lo que consideraban, políticas injustas y represiones injustificadas, los llevó a concluir que la situación en curso, no había tenido inicio en la dictadura en la que vivían, sino durante el derrocamiento de Perón en el 55, que derivó en la prohibición de su partido Justicialista, convirtiendo esto a su líder, en símbolo de insurrección y de oposición a las políticas antipopulares, de ahí que muchos jóvenes empezaran a definirse “peronistas” durante la década del 60 y pidieran (así como también lo hicieron, muchas personas no peronistas) la habilitación del regreso de Perón al país y a la política.


Puebladas 


   En el año 1969, en la provincia de Corrientes, a comienzos del ciclo lectivo, en la Universidad Nacional del Nordeste, el gobierno militar, a través del interventor que designó, disolvió a los centros de estudiantes y aumentó drásticamente los precios del comedor universitario; esto último llevaría inevitablemente a su cierre y a su posterior privatización; ante esto, los estudiantes protestaron a diario, hicieron huelga durante semanas enteras y obtuvieron el apoyo de docentes, estudiantes secundarios, sindicalistas y población general; tal era el repudio hacia las autoridades por sus medidas (que excedían a las tomadas en el ámbito universitario), que en alguna oportunidad los policías se negaron a cumplir con la orden de reprimir a los manifestantes porque no sólo ellos estaban dispuestos a enfrentarlos, sino también los vecinos de las viviendas situadas en el área de la protesta que, cual si estuvieran ante las invasiones británicas de principios del siglo 19, los atacaban con cualquier objeto contundente que tuvieran a mano y hasta con agua hirviente (esto último, en el caso de Corrientes, no es parte de la leyenda, sino de la realidad); el mismísimo gobernador, por miedo a caer ante la furia de la población, decidió irse de la casa de gobierno, no obstante, era cuestión de tiempo para que la policía retomara la represión, y cuando lo hizo, le causó la muerte al estudiante de 22 años, Juan José Cabral; pocos días después de este hecho, estudiantes de la Universidad Nacional de Rosario, se manifiestan en un acto de repudio a dicho asesinato y en adhesión a los reclamos de los manifestantes correntinos; los jóvenes son reprimidos por la policía y es muerto por la misma, el estudiante de 15 años, Luis Blanco; esto derivó en más y más protestas, en más huelgas y en más y más, represión; en las calles se crearon barricadas y fogatas que separaban a los miles de manifestantes de las fuerzas represivas que, incansablemente lanzaban gases lacrimógenos contra ellos y disparaban balas de goma, a veces, y de plomo, otras.

   A las puebladas mencionadas, que fueron denominadas: “Correntinazo” y “Rosariazo”, le siguió  la pueblada denominada: “Cordobazo”, originada por la supresión por parte del gobierno, de las horas de descanso laboral del día sábado, que habían sido legalmente reconocidas, décadas atrás; esto generó un descontento en la clase trabajadora que llevó a muchos sindicatos a declararse en huelga; a las protestas por esto en particular, y por descontento general con el gobierno militar, se sumó cualquier cantidad de estudiantes y personas de todos los sectores sociales, que, al igual que en Rosario, pero a mucha mayor escala, formaron barricadas, prendieron fogatas y enfrentaron a las fuerzas represivas lanzándoles rulemanes, piedras y bombas molotov; fue tal la resistencia de las decenas de miles de manifestantes enfurecidos que ocupaban más de cien manzanas, que en determinado momento la policía debió abandonar el área; durante esos días, los manifestantes incendiaron comisarías, recintos militares, empresas imperialistas y oficinas estatales; increíblemente (debido a la magnitud de los hechos), la represión de las autoridades, hasta donde se sabe, dejó un saldo de solamente 4 muertos y menos de 200 heridos.

   En el mismo periodo de fines de los años 1960 y principios de la década del setenta, se dieron otros actos masivos insurreccionales en diversas provincias, a saber: “El Salteñazo”, en la provincia de Salta, el “Tucumanazo”, en la provincia de Tucumán, el “Casildazo”, en la provincia de Santa Fe, el “Jujeñazo”, en la provincia de Jujuy, el “Rawsonazo”, en la provincia de Chubut, el “Mendozazo”, en la provincia de Mendoza, el “Quintazo”, en la provincia de Tucumán,  el “Animanazo”, en la provincia de Salta, el “Trelewazo”, en la provincia de Chubut, más otras insurrecciones que, si bien fueron importantes, no llegaron a alcanzar el estatus de “puebladas”.

   Todo lo recién contado, expone lo ridículo de la “teoría de los dos demonios”, según la cual, las autoridades reprimieron ilegalmente únicamente a guerrilleros, constituyendo los represores del estado, un “demonio” y los guerrilleros, otro, cuando la realidad es que las autoridades reprimieron mayormente a personas desarmadas que, desde diferentes lugares de la sociedad, se habían organizado para expresar rechazo y oponerle resistencia, a políticas arbitrarias y contrarias a los intereses populares.

   La lucha armada existió, pero fue tan sólo una de las manifestaciones de la insurrección que se venía dando repetida y masivamente en casi todo el país; la consideración de que sólo los guerrilleros fueron reprimidos, es totalmente reduccionista y, por consiguiente, sesgada y antihistórica, y es justamente la deshistorización, algo imprescindible en las ideologías que siempre reivindican a las represiones perpetradas por los estados, ya que la debida historización (salvo en el caso en que uno sea un facho nato), lleva casi invariablemente a justificar el accionar de la resistencia a las autoridades incluso cuando la misma se materializa en acciones armadas.


Más irradiación clarividencial


   Al Daniela descreer de Teo al éste decir de Lili que: “ve cosas que pasaron y que van a pasar”, mirando a Lili, preguntó:

   -Lili… ¿sos clarividente? 

   Lili no respondió, entonces Teo dijo:

   -Sí. Es.

   Entonces Daniela, con mirada risueña, le dijo a Teo:

   -¡Pero no me digas que vos creés en esas cosas!

   E inmediatamente, tras decir esto, Daniela, como si se hubiera teletransportado, se vio en la empresa Acindar en la cual, vio a Marisa, a Miguel y a Teo, ser parte de una huelga; después vio a los obreros, escapar, tras la llegada de miles de represores; vio a Teo caer en manos de las fuerzas represivas y ser hecho pasar por lo peor; después lo vio ser liberado y después lo vio ingresar a Montoneros y recibir instrucción en el manejo de armas junto a sus ex compañeros de Acindar: Marisa y Miguel; después vio a estos tres compañeros, yendo a buscar a uno de los torturadores de Teo, que era un policía residente en su mismo barrio a quien él había logrado ver, estando secuestrado en el centro clandestino de detención de la fábrica mencionada, al habérsele en cierto momento, bajado parcialmente la venda que sobre los ojos, le habían puesto.


Daniela sigue siendo testigo presencial


   Era una mañana de niebla levemente fría; hasta hacía un rato, había estado lloviznando.

   El represor salió de su casa rumbo al “trabajo” y ni bien dobló la esquina, abruptamente detuvo su marcha por tener parado frente a sí, a Teo, que, con una expresión severa pero tranquila, que parecía ser (y lo era) la calma que precede a la tormenta, miró profundamente a los ojos al terrorista de estado; éste tuvo apenas un segundo de desconcierto respecto a la identidad del hombre que tenía delante; al siguiente instante, lo reconoció, y fue tal el pánico que el represor del estado, sintió, que ni siquiera intentó sacar su pistola reglamentaria, aunque el hombre frente a él, no le estuviera en ese momento, exhibiendo ningún arma, lo único que atinó a hacer, fue dar media vuelta e intentar correr, pero ni bien se dio vuelta, se encontró con Marisa, que sostenía un arma larga que venía ocultando bajo el piloto que llevaba, lo cual lo llevó a volver a dar media vuelta y verse de frente con Teo, que le dijo:

   -Hacete el guapo ahora, ¡HIJO DE PUTA!

   El policía, nada dijo; segundos después, pudo finalmente llevar una mano a su arma reglamentaria pero no llegó a sacarla porque fue derribado por un golpe de puño asestado por Teo que de inmediato sacó un revólver y contra el represor, abrió fuego dos veces; a dichos disparos se sumó otro, efectuado por Marisa, con una poderosa Bataan 71 recortada, a muy corta distancia, que al policía le destruyó el pecho; tras el ajusticiamiento haberse realizado, un Dodge 1500 conducido por Miguel, se les acercó y al mismo, ambos guerrilleros subieron y exitosamente escaparon del lugar.

   Tras ver todo esto como si hubiera sido un testigo presencial invisible, Daniela volvió a verse junto a sus compañeros; segundos después, tras notar su expresión como perdida, Teo le preguntó:

   -¿Estás bien, Daniela?

   Y tras unos instantes, Daniela dijo:

   -Sí… es que… te vi… y también a Marisa y a Miguel… los vi durante la huelga y también… también los vi ajusticiando a un policía, una mañana de niebla… a ese policía que vos reconociste como uno de tus represores...

   Debido al silencio que siguió, Daniela dijo:

   -No me creen… está bien, es lógico. 

   Miguel dijo:

   -Sí que te creemos, lo que pasa es que no nos sorprendiste porque esto de que la clarividencia de Lili, sea irradiada y se vuelvan a veces, clarividentes, quienes la rodean, ya lo sabíamos; todos nosotros ya lo experimentamos en algún momento.

   Entonces Daniela miró a María Clara y ambas sonrieron; después miraron a Lili, que con expresión tímida permanecía callada y supieron que se encontraban junto a una persona muuuuy especial.

   Un rato después, llegaron los otros dos compañeros montoneros a la casa; tras serles presentadas María Clara y Daniela, uno de ellos les contó que al día siguiente, realizarían una operación militar a la que podrían sumarse; ambas combatientes, sin dudarlo, aceptaron.


Final del día


   Unas horas más tarde, tras hablar de cualquier cosa, mirar televisión y cenar, las mujeres se fueron a dormir; los varones se quedarían despiertos haciendo guardia por si la represión se acercaba; horas después, intercambiarían posiciones y serían los varones los que dormirían mientras guardia, harían las mujeres.

   Estando en uno de los dormitorios, acostada en una cama junto a la que ocupaba Daniela, María Clara le dijo:

   -Este pedido de la conducción de que nos “guardáramos” por un tiempo, yo creí que nos iba a posibilitar, descansar un poco… ¡pero mirá en la que nos metimos!

   Daniela dijo:

   -En realidad… sí estamos descansando, lo que pasa es que las vacaciones montoneras, son así, así que, ¡acostumbrate!    

   Marisa, que en otra cama estaba por acostarse, se rió; Lili, que estaba ya acostada en otra cama y que tras un inicio de introversión, en las últimas horas había logrado entrar en confianza con sus nuevas compañeras y conversar fluidamente con ellas, ante esto último, también se rió, y lo hizo a tal punto que sólo con gran dificultad, logró ponerle fin a la risa.


   Esa noche, todas durmieron apaciblemente.

domingo, 28 de julio de 2024

María Clara. Daniela. Lili. VIOLENCIA VIOLENCIA VIOLENCIA (cuento) - Martín Rabezzana


   Noveno capítulo de mi serie de cuentos: “María Clara”; los primeros seis se encuentran en mi libro “MATAR MORIR VIVIR”, y uno más de mi serie: “Lili Combatiente”, cuyas primeras tres partes se encuentran en mi libro: “Fanatismo que todo destruye y todo construye”.
   Como al construir las historias no respeto el orden cronológico, suelo ir hacia delante y hacia atrás en el tiempo; en este caso, el presente capítulo de Lili, se ubicaría entre el segundo y el tercero de la saga, es decir, sería una especie de segundo capítulo y medio de la serie: “Lili Combatiente”.

-Palabras: 2.727-

No sólo la izquierda revolucionaria, puso bombas

   El golpe de estado de 1976, no tuvo como objetivo aniquilar a los guerrilleros, sino aplicar un plan económico liberal que, como tal, sólo podía ser favorable a un conglomerado empresarial transnacional, y no a la ciudadanía; para hacer cosa tal, el gran empresariado, a través de los militares, asaltó al estado y desde el mismo, barrió con todos aquellos que pudieran llegar a presentarle oposición al mencionado plan, lo cual implicó no solamente reprimir a la izquierda armada y desarmada, sino también a parte de la derecha autodenominada “nacionalista” que, en ese entonces, era mayormente peronista (y era gobierno), ya que hasta ellos, que desviándose de la senda peronista tradicional, habían emprendido otra, totalmente antipopular, materializada en el apoyo a las medidas del ministro de economía del gobierno de la presidente Martínez de Perón, Celestino Rodrigo, se habrían opuesto.
   La guerrilla, para el momento del golpe de estado, no estaba derrotada, pero sí mayormente diezmada y muy cerca se encontraba de ser totalmente destruida, y esto habría ocurrido aun sin golpe de estado por las atribuciones que la presidente le había dado a los militares y fuerzas de “seguridad”, al declarar el estado de sitio en 1974 y por ella firmar los decretos de “aniquilamiento de la subversión”, en 1975, además de por la acción de los grupos terroristas parapoliciales/militares, que durante el gobierno anterior, estaban funcionando, estando su funcionamiento constituido por represión selectiva de personas por motivos políticos (genocidio) y paralelamente, por represión indiscriminada (delitos de lesa humanidad); lo de la represión estatal indiscriminada, que los derechistas, niegan (también la niegan algunos izquierdistas), existió y se practicó a gran escala, como queda ejemplificado en las acciones de organizaciones compuestas mayormente por policías y militares previo al golpe del 76, tales como la Triple A, el Comando Libertadores de América y el Comando Anticomunista Mendoza, ya que sólo la Triple A, perpetró más de 3 mil atentados con bombas, y siendo un atentado con bombas considerado por los derechistas como un ataque indiscriminado contra la población, y dado que el estado, a través de las agrupaciones mencionadas, en los años 1970 perpetró miles de ellos, se puede con todo fundamento decir que el estado argentino de los años ‘70, atacó indiscriminadamente a la población MILES DE VECES, siendo tales ataques, como ya dije, constitutivos de delitos de lesa humanidad, y siendo sus perpetradores, parte activa de la represión que se potenció a partir del 24 de marzo de 1976, dando cuenta esto de que no hay separación entre la represión estatal perpetrada en los años previos al golpe del 76, y la que se dio a partir del mismo; lo que hubo fue continuidad y aumento.
   El decir que el estado argentino perpetró en los años ‘70, además de ataques selectivos, ataques indiscriminados contra la población civil, no debería ser en absoluto algo controvertido, debido a que incluso en el ámbito judicial, la comisión por parte del estado argentino de delitos de lesa humanidad, ya ha sido reconocida, pero es controvertido porque sigue habiendo quienes niegan no sólo que haya habido en la Argentina de dicho periodo, terrorismo de estado, sino incluso que el terrorismo de estado pueda existir, ya que hay derechistas que ridículamente circunscriben la comisión de actos terroristas, a particulares, negando así que el estado pueda incurrir en ellos, cosa que no sería tan grave si no fuera porque muchos de quienes en los últimos tiempos lo hacen, ostentan altos cargos de poder político; esto hace a tal negación, algo GRAVÍSIMO.
   No obstante haber habido víctimas totalmente inocentes durante el periodo histórico referido (léase: personas sin ninguna clase de militancia política, sindical, social ni participación en la lucha armada), NINGUNA de las tres protagonistas de la siguiente historia, querría así, ser denominada, ya que ellas se asumían como personas comprometidas con una contrarrepresión que implicaba hacer cosas que ellas mismas definían como terribles; esto, como ya dije, lo tenían totalmente asumido y con el sentir profundamente arraigado en sus personas de que a un sistema injusto basado en la violencia más extrema, había que oponerle violencia extrema, actuaron, y fue así que dispuestas a morir peleando, hasta el final, vivieron.

Pampa y plomo

   1976; poco después de ocurrido el golpe de estado, María Clara se encontraba en la ciudad de Santa Rosa, provincia de La Pampa, junto a su camarada anarquista uruguaya, cuyo apodo era “Daniela”, perteneciente a la Organización Popular Revolucionaria 33 Orientales, con el objetivo de “guardarse” por un tiempo, tras actos de contrarrepresión, por ambas recientemente realizados; la “orga” a la que, por sobrevivir, se habían sumado (Montoneros), les había provisto una vivienda en dicho lugar y poco después de llegar a la misma, a un bar situado en la calle Hipólito Yrigoyen a la altura aproximada de 140, se dirigieron, con la intención de comprar comida para llevar.
   Poco antes de que las dos guerrilleras entraran al negocio, una joven procedente de San Luis, llamada Liliana Victorica, más conocida como “Lili”, que recientemente se había unido a Montoneros y que también se encontraba en el bar con la intención de comprar comida para llevar hasta la casa en que se alojaba junto a sus compañeros, percibió algo en el ambiente que la llenó de miedo; empezó a mirar en todas las direcciones en un intento de descubrir algún indicador de peligro, pero no lo logró; segundos después, las dos guerrilleras ya mencionadas, ingresaron al bar y se acercaron al mostrador; un empleado les dijo:
   -Buen día. ¿Qué se van a servir?
   María Clara dijo:
   -Buen día. Una docena de tostados para llevar y…
   Entonces Daniela dijo:
   -Y algo dulce para el mate… ¿qué puede ser?
   El empleado dijo:
   -Tenemos tartas, facturas, pastafrolas…
   -¡Eso! Una pastafrola de dulce de membrillo.
   -Muy bien; ¿algo más?
   -Nada más -dijo María Clara.
   Pocos minutos después, los tostados estuvieron listos y tras envolverlos en papel y disponerlos sobre la ya también envuelta en papel, pastafrola, para seguidamente ponerlos en una bolsa de plástico, el empleado del bar se la entregó a Daniela, María Clara pagó lo comprado, ambas saludaron y se retiraron; mientras tanto, desde la distancia, Lili, que había pedido algo que tardaba más tiempo en prepararse, todavía esperaba que su pedido estuviera listo y vio a las dos guerrilleras salir del lugar creyendo que su intuición, que la había llevado a pensar que había un peligro inminente que ante la llegada de las dos mujeres al bar, habría de manifestarse, afortunadamente había fallado, ya que ambas salieron del local y nada había ocurrido, entonces se sintió enormemente aliviada, pero la distensión le duró pocos segundos porque tras los mismos, se escucharon cinco disparos de pistola; entonces, tanto Lili como el empleado del bar ubicado detrás del mostrador, las dos meseras y los cuatro clientes restantes que en el lugar, había, se sobresaltaron; segundos después de los disparos haber cesado, Lili se acercó a una ventana y a través de la misma vio a ambas guerrilleras tiradas en el piso; Daniela estaba herida en un hombro, María Clara estaba inmóvil; había recibido tres impactos de bala y parecía estar muerta.
   El militar vestido de civil que les había disparado, se acercó a Daniela, que sacó una pistola con la intención de contraatacar, y la pateó fuertemente en las costillas en varias oportunidades, llevándola a soltar el arma que el represor agarró, y puso sobre su propia cintura; María Clara no había llegado siquiera a intentar sacar su arma ya que el tipo las había sorprendido disparándoles por detrás; a los pocos segundos llegó un patrullero que rondaba el área; sus dos policías descendieron del vehículo, apuntaron al milico con sus pistolas, el militar se identificó ante los policías como tal, dijo que las mujeres eran subversivas y entonces dejaron de apuntarlo; en ese momento llegó corriendo otro policía procedente de la plaza San Martín, que se encuentra a menos de dos cuadras del lugar del hecho; uno de los uniformados, a través de la radio del patrullero, informó a la comisaría sobre el hecho y desde la misma se le dio aviso a un grupo de tareas que a los pocos minutos, llegó en un Ford Falcon verde al cual fueron subidas tanto Daniela como el cuerpo de María Clara, para inmediatamente después, arrancar a gran velocidad en dirección a un centro clandestino de detención.
   El asesino de las guerrilleras era un suboficial del ejército que ese día tenía franco y que se encontraba de visita en la casa su hermana, que quedaba al lado de la vivienda a la que ambas mujeres habían ese día, llegado; al verlas en el patio desde la terraza de la casa en la que estaba, le pareció sospechoso que dos mujeres jóvenes estuvieran viviendo solas; le preguntó a su hermana sobre ellas, ella le dijo que no las conocía, que acababan de mudarse a esa casa e inmediatamente pensó que dicha independencia femenina era propia de lo subversivo y que podría tratarse de guerrilleras; por ese motivo las siguió en su Fiat 128 cuando ellas salieron en un Renault 6 rumbo al bar, y tras verlas ingresar, desde fuera del mismo, sigilosamente las espió; cuando María Clara se levantó la remera para meter una mano en un bolsillo trasero de su pantalón en pos de sacar la billetera y pagar, a la altura de su cintura logró ver la empuñadura de una pistola, entonces tuvo plena certeza de que las mujeres eran guerrilleras, por lo cual, esperó a que salieran del negocio y les disparó.
   En ningún momento pensó en avisarle al policía que sabía que rondaba la plaza San Martín, ya que quería que el “mérito” de la acción represiva ya referida, fuera todo suyo.
   Lili se sintió terriblemente angustiada por todo lo recién ocurrido y además, terriblemente culpable por no haber hecho nada para evitarlo, si bien, nada habría podido hacer ya que desconocía qué era lo que ocurriría, e inmediatamente empezó a lamentar el no haber tenido, como otras veces, una visión clara de hechos futuros, ya que eso le habría permitido desarrollar una acción tendiente a evitar lo que acontecería, y fue que instantes después de haber empezado en voz baja a maldecir a su suerte, como despertando de una ensoñación, se vio parada a unos metros del mostrador del bar, esperando su pedido; segundos después, al negocio ingresaron María Clara y Daniela, entonces supo de inmediato qué hacer.
   Lili se dirigió a la salida del bar y el empleado ubicado tras el mostrador, al verla irse, le dijo:
   -Ya va a estar listo tu pedido.
   -Sí sí, es que me olvidé la billetera en el auto. Enseguida vuelvo.
   -Ah, bueno.
   Y salió del bar en dirección a la esquina 25 de Mayo; a los pocos metros se cruzó con el suboficial que poco reparó en ella por no ser una de las mujeres a las que estaba ahí para espiar; en los últimos minutos, el militar había estado caminando por el frente del bar y al pasar por el mismo, miraba hacia su interior en un intento de divisar a las guerrilleras; tras pasar a su lado, Lili pegó la vuelta y gritó:
   -¡MONTONEROS PATRIA O MUERTE! ¡MONTONEROS PATRIA O MUERTE!
   Entonces el militar, totalmente sorprendido y espantado, se volvió hacia ella y sacó una pistola, pero no llegó a dispararla porque Lili sacó antes su revólver de alto calibre y le disparó dos veces en el rostro, llevando al militar a caer herido de muerte; una vez éste en el suelo, la joven le disparó las cuatro balas que le quedaban en su cargador; inmediatamente después, al igual que la vez anterior, no por convicción, sino con la intención de que las otras guerrilleras supieran que ella era una compañera, volvió a gritar:
   -¡MONTONEROS PATRIA O MUERTE! ¡MONTONEROS PATRIA O MUERTE!
   Seguidamente dejó caer su arma al piso y se quedó inmóvil frente al represor por ella, abatido; a todo esto, tanto María Clara como Daniela, al escuchar los disparos, se agazaparon y poco después, se acercaron a una ventana desde la que vieron a su derecha, a menos de 200 metros, a Lili en evidente estado de shock, entonces, tras doblar en contramano, procedente de la calle Coronel Gil, llegó el patrullero que rondaba el área; del mismo bajaron sus dos policías y uno de ellos, arma en mano, le gritó:
   -¡Tírese al piso!
   Pero Lili no se movió, entonces, viendo que la joven no aparentaba tener un arma (el revólver por ella recientemente descargado, se encontraba en el piso), se animaron a cruzar hacia la vereda en la que ella estaba, y fue entonces que María Clara le dijo a Daniela:
   -Vamos.
   Daniela asintió y tanto ella como su compañera, sacaron sus pistolas a las que les retrayeron de inmediato las correderas y salieron del negocio; los policías estaban a su derecha, casi de espaldas a ellas; uno de ellos advirtió la aparición de las dos jóvenes e intentó apuntar su arma hacia ellas, pero no llegó a disparar porque tanto María Clara como Daniela, abrieron fuego contra ambos; las seis balas que dispararon, llevaron a ambos policías, a caer; seguidamente ambas guerrilleras se acercaron a los dos uniformados y les dieron un par de tiros de gracia; tras la tarea concluir, María Clara agarró el arma de Lili, que había quedado en el piso, y tomó a la joven puntana de un antebrazo mientras le decía:
   -¡Vamos vamos!
   Y casi al trote, ambas mujeres se dirigieron hacia la esquina que tenían delante, que era la de la calle 25 de Mayo; sobre la mano izquierda estaba estacionado el Renault 6 en el que María Clara y Daniela, habían llegado; mientras tanto, Daniela trotó detrás de ellas unos segundos pero después, imprevistamente dio media vuelta, puso su arma sobre su cintura y volvió al bar, cuyos empleados la miraron horrorizados; ella le dijo al que estaba detrás del mostrador:
   -Vengo por los tostados y la pastafrola.
   Entonces el empleado le acercó la bolsa en la que dichas cosas estaban, y ella preguntó:
   -¿Cuánto es?
   -Ya pagó tu amiga antes de salir.
   -¡Ah, menos mal! Entonces chau.
   -Chau -le respondió el empleado.
   Cuando iba en dirección a la salida, Daniela vio cruzar por el frente del bar, al policía que habitualmente rondaba la plaza San Martín; se había agazapado en posición de tiro y contra María Clara y Lili, abrió fuego; por la distancia que lo separaba de las mencionadas guerrilleras, que, cuando el policía disparó, estaban casi en la esquina y él, a mitad de cuadra, no logró impactarlas, pero sí fue él impactado por dos disparos efectuados por la partisana uruguaya desde la ubicación posterior a la suya; el policía cayó y al Daniela pasar a su lado, le efectuó dos disparos más de gracia y corrió hacia la calle 25 de Mayo en donde se encontraba el auto a cuyo lado estaban María Clara y Lili; ingresó al mismo en calidad de conductora, destrabó una de las puertas traseras a sus compañeras, y en el asiento trasero, éstas últimas se acomodaron; Daniela arrancó y a una buena velocidad, las tres guerrilleras se fueron.
   Ya a varias cuadras del lugar del hecho, María Clara le dijo a Daniela:
   -Cuando veníamos para el auto, en algún momento miré atrás y te vi corriendo para el otro lado. ¿Por qué lo hiciste?
   -Tuve que volver al bar.
   -¿Por qué?
   Y tras levantar la bolsa en la que estaban los tostados y la pastafrola, dijo:
   -Porque no nos habíamos llevado los tostados ni la pastafrola, ¡y tengo un hambre!
   Un rato después, con Lili ya bastante repuesta, María Clara y Daniela pudieron hablar con ella y así se enteraron de que, al igual que ellas, Lili era otra guerrillera más que a Montoneros se había unido, no por convicción, sino en un intento de sobrevivir; Lili les dijo que sus compañeros estaban refugiados en determinado lugar, y al mismo les dijo que con ella, fueran, dado que a la casa en la cual, tenían pensado quedarse, que no muy lejos del lugar del hecho, se encontraba, no podían volver, y así lo hicieron.
   Una vez en la casa de sus compañeros, compartieron lo comprado en el bar.

   Tanto la pastafrola como los tostados, estaban muy ricos.