martes, 8 de abril de 2025

(Serie: M & L; cap.10) Más hombre que nunca (cuento) - Martín Rabezzana

-Palabras: 1.090-

Casi mediodía

   Tras volver a nuestra vivienda desde algún lugar al que había ido, Mora se me vino encima y muy intensamente, nos besamos; después, se sacó el calzado y la bombacha, y en la cama se acostó para que sexo oral, le practicara; no hubo necesidad de que se sacara las prendas que recubrían sus piernas para que yo pudiera acceder a su vagina, dado que las mismas, eran medias de encaje (no llegaban a cubrir la ropa interior) y una pollera a la que levantó; en su hermosísima concha, puse de inmediato, mis labios y mi lengua, mientras la escuchaba reírse y la veía retorcerse en movimientos preorgásmicos que rápidamente se intensificaron hasta que, minutos después, con sus gritos, evidenció que había alcanzado, por vez primera en el curso de ese encuentro, el clímax; después se levantó, quedando en la cama, sentada, y desde esa posición, desesperadamente puso sus manos en mi pantalón en un intento de bajarlo, y junto a ella, lo bajé, para posteriormente, bajarme la ropa interior; una vez hecho esto, Mora me chupó intensamente la pija; tras un rato de ávidamente beber de mi miembro, cual si hubiera sido una viajera por el desierto que, a punto de sucumbir de sed, hubiera encontrado en mi aparato reproductor, la única fuente de líquido, de su boca lo sacó, y yo agarré y levanté su pierna izquierda, dispuesto a penetrar su vagina, pero ella, como si yo hubiera estado a punto de incurrir en un gravísimo error, me dijo:
   -¡No no no!
   Entonces se dio vuelta y, estando en cuatro patas, me expuso su parte trasera por la cual, durante varios minutos, mi lengua, pasé, y mis dedos, introduje, mientras ella jadeaba y se reía; seguidamente lo que introduje en ella fue mi miembro erecto, y en esa posición, tuvo lugar la primera parte del coito, durante el cual, Mora gritó a alto volumen, con intervalos casi nulos, cosa que se extendería a las demás posiciones en que la relación sexual, prosiguió, hasta que, dentro de su cuerpo, eyaculé.
   No fue ésa la primera vez que Mora me brindó su (precioso) ano para que la penetrara, pero sí fue ésa la primera en que me pidió que por ahí lo hiciera, sin previamente penetrar su vagina.
   Tras el encuentro sexual, concluir, ambos nos metimos en la ducha y después, cada uno se fue a su respectivo trabajo.

Tarde-noche

   Yo había vuelto del trabajo a nuestra casa, antes que Mora, y cuando ella llegó, me encontró sentado, escribiendo sobre un escritorio situado en el living.
   Mi muy oscura y preciada amante, acercó una silla y, tras sentarse a mi lado, muy dulcemente me besó; una y otra vez, lo hizo, deteniéndose largos segundos en el contacto que con las diversas partes de mi rostro, por intermedio de sus ligeramente pintados labios, realizó; después, agarró mi mano derecha y, uno a uno, metió los dedos de la misma, en su boca; una vez hecho esto, los chupó del mismo modo en que solía chupar mi miembro; tras unos minutos de hacer esto, sacó mis extremidades de su interior, y extendió dos dedos de su mano derecha que, en mi boca, metió, para que yo le hiciera lo mismo que ella me había hecho a mí; tras algunos minutos de chuparle los dedos que me había introducido (como así también, los demás de ambas de sus manos), me levanté de la silla y me bajé el pantalón y la ropa interior, para que mi amante hiciera lo que a diario hacía, previo al coito, pero una vez que hube bajado mis prendas ya referidas, así como lo había hecho a la mañana, me dijo:
   -¡No no no! Esta vez, vamos a hacer otra cosa… Pensé toda la tarde en esto: quiero hacerte sentir lo mismo que hoy, vos me hiciste sentir a mí.
   Y me tomó de las manos llevándome a girar; después, me hizo ponerlas sobre el escritorio y empujó mi espalda para que sobre el mismo, quedara boca arriba, acostado; una vez yo en esa posición, sentada en la silla, procedió a besar mis glúteos para seguidamente meter su lengua en mi ano; durante varios minutos me practicó sexo oral anal, con la misma avidez con la que solía chuparme la pija, que alternó con penetración digital que, con el dedo índice de su mano derecha, realizó, hasta que en determinado momento, junto al índice, me metió el dedo mayor; una vez ambos dedos en mi interior, inició un movimiento de bombeo mucho más intenso que el que previamente, había realizado; rápidamente fue aumentando la intensidad hasta que, unos minutos después, escuchando que el jadeo que desde el inicio de su incursión en mi ano, me había provocado, se volvía cada vez más importante, muy claro le quedó, el hecho de que el TREMENDO orgasmo al que me conducía, era inminente; concienciando esto, Mora agarró un vaso de plástico que sobre la mesa, había, y con su mano izquierda, lo puso delante de la punta de mi pija, mientras con dos dedos de su mano derecha, seguía realizándome el coito que, en determinado momento, me generó un placer taaaan extremo, que me resultó insoportable, entonces eyaculé dentro del vaso; una vez mi líquido seminal dentro de dicho objeto, cual si fuera una cristiana frente al santo grial y el mismo contuviera líquido ambrosíaco, lo tomó, seguidamente dejó el vaso sobre la mesa, agarró mi miembro y procedió a contraer, de arriba a abajo, su piel; a todo esto, los dedos de su mano derecha, seguían en mi recto, ya que ni siquiera cuando tomó del vaso, los sacó, pero los mantuvo durante ese periodo, inactivos; para ese momento, había con ellos vuelto a bombear dentro de mí, y, en paralelo con la estimulación de mi aparato reproductor que, con su mano izquierda, hacía, Mora efectuó el coito digital de mi parte trasera durante casi dos minutos, hasta que me provocó un nuevo orgasmo que, por proximidad en el tiempo al anterior, muy poco semen, liberó; sabiendo que esto, así sería, ya no fue con un vaso, que Mora se dispuso a contener mi líquido seminal, sino con la misma mano con la que agarraba mi miembro; una vez su mano, cubierta de semen, la acercó a su boca y la lamió.

   Yo ya me había sentido muy hombre estando sexualmente dentro de Mora, pero esta primera vez, en que fue ella quien, dentro del otro, sexualmente, estuvo, me sentí más hombre que nunca.

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