sábado, 24 de marzo de 2018

Mosquitos asesinos, desidia política y disonancia cognitiva (cuento) - Martín Rabezzana


   Una tarde salí a pasear por mi barrio y en un momento determinado me dispuse a cruzar de vereda; miré en ambas direcciones y tras constatar que ningún vehículo venía, crucé, pero una vez en medio de la avenida vi a lo lejos una nube de miles y miles de mosquitos que, zumbando como si fueran abejas, se aproximaba; me quedé inmóvil por el miedo y cuando los mencionados insectos estaban a menos de media cuadra de distancia, noté que a unos cuantos metros de donde estaba había un bache de importante dimensión; la intendencia no se había molestado en hacer la reparación correspondiente, lo único que había hecho para prevenir que alguien cayera accidentalmente en la abertura del pavimento fue poner un cartel que decía: "¡Atención!", y a su alrededor, una red; me acerqué al bache y justo cuando los mosquitos estaban a punto de embestirme, salté por sobre la red y caí dentro; mientras estuve acostado en la abertura ni me atreví a mirar hacia arriba, sólo atiné a cubrirme el rostro con las manos y apretar los dientes, por lo que supe que los mosquitos habían seguido de largo por el zumbido que escuché alejarse; tras unos quince segundos no lo escuché más, entonces sentí que ya era seguro salir de mi refugio, lo cual hice.
   Una vez fuera caminé unas cuadras en las que vi a varias personas muertas en el piso con múltiples picaduras de mosquito; aparentaban estar desecadas de sangre, entonces pensé: "¡Maldito intendente! ¡Ni se molestó en arreglar una calle rota porque evidentemente no le importa el peligro que la misma conlleva!", pero después también pensé: "Sin embargo… esa cosa tan vil y despreciable como lo es la desidia política, ¡me salvó la vida!"

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