Ella me arrastró
a su positiva negatividad cuya intensidad fue tal, que no puedo evitar tenerla
presente cual si aún estuviera conmigo.
Tras un tiempo
de dolorosa felicidad, me dejó. Poco después me dijeron que se había
suicidado; tenía veintitrés años.
Era una chica
muy rara; estaba por momentos increíblemente alegre, se reía de cualquier cosa
y al minuto siguiente hablaba de suicidarse; un día me dijo:
-¿Cómo podés
estar conmigo? ¡Soy horrible!
-¡No! ¡Sos
hermosa! -dije yo.
-Sé que le gusto
a los hombres, pero yo no te hablo de eso, sino de lo que soy como persona...
...Tendrían que haberme abortado.
Ese
autodesprecio la llevó a ser adicta a la cocaína; ella quería que yo tomara
también, pero si bien siempre me interesaron las drogas, no era algo que
quisiera compartir con ella; un día le tiré la droga y me dejó de hablar por
semanas; nunca más volví a intentar algo así. Seguí viendo como se destruía
delante de mí sin decir nada.
Un día mientras
tomaba cocaína le empezó a sangrar la nariz. Yo tomé papel higiénico e intenté
detener el sangrado. La sangre era demasiada y me empapó la mano.
La conocí una
tarde de 1998; yo iba a las escuelas secundarias a la hora de la salida a
tratar de levantarme minas. Un día de mayo la vi; era una hermosa chica de
diecisiete años, pálida y morocha. Le dije:
-Hola. ¿Querés
hablar conmigo un rato?
-¡Sí! -me dijo
con una sonrisa.
Caminamos
durante una media hora. Hablamos de todo. Ella me encantó y creí que yo también
le gustaba a ella; le pedí su número pero no me lo quiso dar.
-Anotá el mío
-le dije.
-Bueno -me
contestó.
No volví a saber
de ella por cuatro años. Un día del año 2002 me llamó por teléfono.
-Hola, soy Noel,
¿te acordás de mí?
-¡Sí! ¡Me
acuerdo de vos! -le contesté.
-¿Tenés algo que
hacer esta tarde?
-No.
-¿Querés venir a
mi casa?
-¡Sí! Pero, ¿por
qué me llamás después de tanto tiempo?
-Te dije que te
iba a llamar y como ves: cumplí. ¡Mejor tarde que nunca! No tengo a nadie con
quien hablar; ¿venís o no?
Le dije que sí y
me dirigí a su casa.
Ella era toda
una mujer; trabajaba y vivía sola. Yo en cambio aún llevaba una vida más de
adolescente que de adulto.
Hablamos cerca
de una hora, de pronto se calló y me besó. En ese momento empezó mi relación
con ella.
No era una chica
fácil, me lo dio a entender ese mismo día; semanas después tuvimos relaciones.
Ella era muy
popular, tenía muchos amigos, tenía buena onda con todos. Era imposible para
cualquier hombre que gustara de las mujeres no quererla; yo era consciente de
que tenía la clase de novia que la mayoría sueña con tener y no tiene siquiera
una vez en la vida.
Una vez
estábamos borrachos (yo escabiaba a morir en esos días) y ella tomó una
botella, la rompió contra el suelo y empezó a cortarse, yo agarré el vidrio y
lo tiré al piso.
-¡¿Qué hacés?!
-Me tranquiliza
-me contestó calmadamente.
Hay un nombre
para eso que la llevaba a lastimarse así pero no lo conocía entonces, sólo
sabía que la chica a la que quería gustaba de hacerse daño a sí misma.
Ella y yo realizábamos salidas comunes a lugares comunes y su sola presencia volvía a la situación más ordinaria, extraordinaria; la idea a la que siempre había despreciado de tener una vida normal compuesta de los simples lujos de la gente más simple ya no me parecía propia de personas limitadas o fracasadas, sino realizadas, por lo que dejé de despreciarla y empecé a anhelar tenerla con ella.
Ella y yo realizábamos salidas comunes a lugares comunes y su sola presencia volvía a la situación más ordinaria, extraordinaria; la idea a la que siempre había despreciado de tener una vida normal compuesta de los simples lujos de la gente más simple ya no me parecía propia de personas limitadas o fracasadas, sino realizadas, por lo que dejé de despreciarla y empecé a anhelar tenerla con ella.
La historia
entre nosotros siguió teniendo lugar con la intensidad propia de lo que llega
para no quedarse más que en los recuerdos más presentes que el mismo presente;
el poder de una positividad efímera es muchas veces mayor que el de un pasar
positivo sostenido a través de años; esa esencia cálida y sufrida que ella
tenía me envolvió de tal forma, que hasta hoy sigo esperando volverla a
encontrar en otra mujer, y en esto no se puede más que esperar ya que no se
trata de algo que uno pueda encontrar al buscar, sino de una cosa que llega como
una aparición divina procedente de lo más íntimamente deseado por un espíritu
sufriente.
Un día estábamos en su casa y sentí que la intensidad de lo con ella vivido era demasiada como para ser duradera, por lo que estaba seguro de que se acercaba algo que nunca habría querido que tuviera lugar; su expresión presentaba un halo de dolorosa bondad; hablaba cual si intentara encontrar respuestas a sus preguntas en las propias palabras; estaba evidentemente triste y tras un par de horas de incomprensión de mi parte, le pregunté:
Un día estábamos en su casa y sentí que la intensidad de lo con ella vivido era demasiada como para ser duradera, por lo que estaba seguro de que se acercaba algo que nunca habría querido que tuviera lugar; su expresión presentaba un halo de dolorosa bondad; hablaba cual si intentara encontrar respuestas a sus preguntas en las propias palabras; estaba evidentemente triste y tras un par de horas de incomprensión de mi parte, le pregunté:
-¿Cómo puedo
ayudarte?
-Nadie puede
ayudarme. Vos podés quererme y estar conmigo pero mi futuro es el suicidio...
...Va a ser mejor que la cortemos acá.
Ella me estaba
rompiendo el corazón; había en su mirar una profunda claridad que denotaba lo
pensado de sus palabras; no había en las mismas siquiera un atisbo de
visceralidad que me hiciera sentir que había la más mínima posibilidad de hacerla
revertir su decisión de dejarme, por lo que me limité a decirle con resignación
lo más positivo y a la vez menos poderoso que le pude decir:
-¡Yo te amo,
Noe!
-Yo también te
amo, pero no puedo cambiar.
Me besó con la
profunda compasión propia de quien quiere reparar un daño causado; me acarició
y tras unos segundos en que nos miramos en silencio, me fui.
Tres semanas
después estaba muerta.
Ella fue la
criatura más hermosa que conocí en mi vida... Todavía la extraño.
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