Al escritor se le acercaron dos investigadores policiales que le pidieron que se identificara, tras lo cual le pidieron que los acompañara hasta el recinto policial ya que querían hacerle algunas preguntas; como él se esperaba que cosa tal ocurriera en cualquier momento, no se sorprendió ni se puso nervioso.
Una vez en la
seccional, fue conducido hasta una oficina, ahí se le pidió que tomara asiento
y, sin que nadie le preguntara nada, el escritor dijo:
-Alguna vez me
acusarán de ser tergiversador por incluir en mi literatura a personajes de la
realidad y contar de ellos historias distintas a las que realmente vivieron,
pero será una acusación injusta ya que yo soy literato, no historiador, por lo
que no me interesa la rigurosidad histórica al hacer literatura aunque la misma
esté basada en hechos realmente ocurridos; yo invento cosas y, para mi
sorpresa, resulta que muchas de ellas realmente tuvieron lugar sin que yo lo
supiera mientras las escribía, y así es que, sin quererlo, al escribir cuentos
del género policial, terminé resolviendo cualquier cantidad de crímenes cuyas
autorías no habían sido establecidas, por eso es que muchas de las personas
conocedoras de dichos casos y lectoras de mis libros, sin duda han creído que
yo tenía una información especial por conocer a testigos de los casos en
cuestión o a descendientes de ellos, dado que muchos de los casos policiales
que ficcionalicé, son de tiempos remotos, pero en realidad, como ya dije, yo
inventé (o al menos, creí inventar) muchas de las cosas que resultaron en su
esclarecimiento; nunca creí que se correspondieran con la realidad, pero dado
que evidentemente así es, debe ser que poseo retrocognición, que es la
capacidad de percibir hechos desconocidos por uno ocurridos en el pasado… por
todo esto no me sorprende que me hayan hecho venir hasta acá, ya que sin duda
tengo mucho que aportarle a la policía en materia de información debido a esta
capacidad inusitada que tengo de resolver crímenes sin siquiera buscarlo, al
componer obras literarias, así que, les pregunto: ¿cuál es el caso que me han
traído para resolver?
Los dos policías
se miraron extrañados y uno de ellos dijo:
-¿Usted es
escritor?
-Sí, claro, y
justamente por conocer mis libros ustedes me buscaron, ¿o no?
El otro policía
movió la cabeza en señal de negación, y dijo:
-No, en realidad
lo queríamos entrevistar por las quejas de los vecinos por los ruidos molestos
del club del cual usted es presidente.
Entonces el
sorprendido fue el escritor, que dijo:
-¡Pero yo no presido
ningún club!
Entonces uno de
los policías le preguntó su nombre y al él responder, se le dijo que justamente
a esa persona buscaban, pero para asegurarse de que no había ningún error, le
pidió su documento; el literato se lo dio y el policía, tras mirarlo se lo pasó
a su compañero mientras decía en voz baja:
-Nos equivocamos
de persona; este tipo tiene el mismo nombre y apellido de aquel a quien
buscamos, pero su segundo nombre es otro.
Su compañero
dijo:
-Ahhh… sí…
Ambos policías
se sintieron incómodos y tras algunos segundos en silencio, uno de ellos dijo:
-Disculpe el
error, muchacho; puede irse. Ah, y suerte con la literatura.
Y el otro dijo:
-Sí, eso; que
tenga mucho éxito con sus libros.
El escritor les
agradeció, y, muy decepcionado, se levantó de la silla y salió del recinto
policial.
Mientras
caminaba de vuelta a su casa, tuvo que hacer un gran esfuerzo para no llorar.
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