-¡Siempre
buscándole el error, la falta a los demás para después exponerla y sentirte
buena persona!... ¿Te das cuenta de qué es lo que te motiva a criticar? La
búsqueda del sentir de inocencia, ya que mientras criticás a otros por lo que
para vos son defectos, desviás la atención de tus propias faltas, y en pos de
sostener en el tiempo ese sentir de inocencia tenés que criticar continuamente,
y cuando criticás continuamente te llenás de una energía negativa que daña no
sólo a los demás, sino también a tu propia persona… …¿No entendés que dedicarse a buscar defectos ajenos es un defecto en uno mismo? ¿No entendés,
que, como reza el dicho: “por criticar los defectos ajenos no disminuyen los
tuyos”? ¿No entendés que la crítica es infelicidad y que cada vez que criticás
te hacés más infeliz? ¿No entendés que al criticar exponés tu animosidad y
debilidad emocional y que en base a eso se puede llegar a saber si sos alguien
realizado o fracasado? Es decir, TODO lo que no querés que se sepa de tu vida
personal se puede llegar a saber prestando atención a lo que decís de los demás…
¿No entendés que lo que te hace buena persona es lo positivo que hagas por
otros y no lo negativo que en otros remarques? ¿No entendés que cada vez que
hablás o pensás mal de alguien aumenta tu propio malestar?... …El que se dedica
a hablar o a pensar mal de los demás, ¡está mal él, porque si no lo está, no
hace eso! ¿Cómo no lo entendés? ¡Si es algo taaaan obvio!
El individuo al
que le era dirigido el discurso permanecía distante y de espaldas al
discursista; su fisonomía no podía apreciarse debido a la semipenumbra en que
se encontraba; el discursista se le acercó y lo tocó en el hombro para que se
diera vuelta, lo cual hizo, pero cuando tuvo al individuo de frente no pudo ver
claramente su rostro por la oscuridad.
El discursista
le preguntó:
-¿Me entendiste?
El individuo
asintió con la cabeza, entonces se hizo la luz que lo iluminó, pero la misma
era tan brillante que deslumbraba, por lo que su rostro tenía un brillo encandilante
que impedía que el discursista lo reconociera, pero poco a poco fue
disminuyendo hasta que lo pudo reconocer, entonces se sorprendió, se despertó y
dijo:
-Era yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario