sábado, 29 de marzo de 2025

(Serie: M & L; cap. 8) Heroico (y salvaje) viaje astral (cuento) - Martín Rabezzana


-Palabras: 4.482-

Abril del año 2004; sábado soleado.

   La mañana del día ya mencionado, Etelvina fue junto a su prima Sofía, a una inmobiliara con el objetivo de encontrar una vivienda para alquilar, a la cual, Etelvina pensaba mudarse pronto, y la encontraron; a la misma, Etelvina planeaba irse el lunes, pero como el domingo hubo en el lugar, un principio de incendio, que resultó en que por el momento, no estuviera en condiciones de ser habitado, se fue al Quilmes Apart Hotel, ubicado en Nicolás Videla y Moreno, de la ciudad aludida en el nombre del hotel (hotel que, durante las restricciones que empezaron en el 2020, producto del coronavirus, quebró, y siguió funcionando como edificio de departamentos).
     Durante el mediodía, comió junto a sus tíos y a su prima; ésta última se quedaría hasta el día siguiente para acompañarla, para después, volver a su vivienda en La Plata.
   A la tarde, sus tíos salieron y también Sofía; estando ya sola en la casa, a eso de las cuatro y veinte, Etelvina se desvistió y entró a la bañera del baño del cuarto de huéspedes que ocupaba; a diferencia de lo que mucha gente hace (ella misma, incluida), esa vez no abrió la canilla antes de ingresar al lugar ya mencionado, sino que esperó a estar ya dentro del mismo, previo a hacerlo; ninguna necesidad había de dejar correr el agua un rato para que se calentara, ya que hacía un poco de calor, así que, si el agua salía fría durante los primeros segundos, ningún problema habría, y ocurrió que justo cuando estuvo a punto de poner su mano sobre la llave de paso de agua, sintió a su conciencia alejarse del lugar en el que estaba, lo cual, la llevó a arrodillarse primero, y a sentarse y apoyar su espalda contra una pared, después; lo que entonces empezó a experimentar, no podría sensatamente denominarse “sueño”, sino más bien, “viaje astral”.

El viaje de Etelvina

   Etelvina se vio elevada del baño de la vivienda ubicada en Belgrano 535, Quilmes, y atravesando el techo, su conciencia llegó hasta una altura superior a la de los árboles más altos del barrio; seguidamente, se vio volando hasta las calles Yrigoyen y Matienzo; una vez ahí, suave pero velozmente, aterrizó.
   La mujer se sintió totalmente sorprendida, ya que lo que estaba viviendo, era increíble, no obstante, no consideró estar en una ensoñación, ya que sabía que cuando uno piensa eso durante el sueño, se despierta, y como había considerado la posibilidad de estar soñando, y no se despertaba, tuvo la certeza de que lo que experimentaba, un sueño, no era.
   Sin saber por qué, empezó a caminar por la calle Matienzo hasta la altura 30 (aproximadamente), en cuya casa vivían Mora y Leandro, cosa que la mujer, entonces, desconocía; una vez frente a la puerta de la vivienda, Etelvina sintió a su corazón latir muy fuerte, y sin saber por qué, sintió la imperiosa necesidad de tocar el timbre; varios segundos pasaron sin que nadie respondiera mientras ella empezó a sentir un miedo tal, que a punto estuvo de hacerla irse corriendo del lugar, pero justo cuando estaba por hacerlo, la puerta se abrió y fue recibida por Mora y Leandro, que, sonriendo ampliamente, la recibieron; Etelvina rápidamente entendió que su atracción incontenible hacia ellos, la había guiado hasta ese lugar.
   Leandro besó en una mejilla a Etelvina y después, lo mismo hizo Mora; de inmediato ella le devolvió a cada uno de ellos, el beso que le habían dado; seguidamente, la pareja tomó a la mujer de las manos (cada uno de ellos, de una mano), y suavemente ambos la arrastraron al interior de la vivienda, cuya puerta se cerró sola tras el ingreso de la treintañera; ambos jóvenes condujeron a la mujer hacia el dormitorio y en la cama, se sentaron; Leandro estaba a la derecha de Etelvina y Mora, a su izquierda; Leandro besó a Etelvina en los labios y ella rápidamente convirtió un beso de labios, en uno de lengua; tras varios segundos, Mora se acercó a los labios de la mujer, y lo mismo que con Leandro, se dio; durante varios minutos alternó besos con Leandro y con Mora, hasta que Mora, a Etelvina le sacó las zapatillas y las medias, mientras Leandro le levantaba la remera; ella de inmediato elevó los brazos para que cuanto antes, su cuerpo quedara desnudo; tras sacarle la remera, Leandro pasó a sacarle la parte superior de su ropa interior y
segundos después, Mora, que estaba descalza, en bombacha, y llevaba una remera que decía: “MONTONEROS”, se desvistió rápidamente dejando tiradas en el piso, todas sus prendas, acto seguido, le sacó a la mujer, el pantalón y la bombacha, mientras Leandro se desnudaba; de inmediato Etelvina se acostó boca arriba en la cama y Leandro besó sus pechos desnudos, alternando el contacto con ellos, que con sus labios, hacía, con el de su lengua, mientras Mora, a la mujer (que había abierto sus piernas) le pasaba la lengua por la vagina e introducía sus dedos en ella; mientras tanto, Etelvina gemía de modo no precisamente sutil; tras un rato de amar a la rubia fémina desde las posiciones ya descritas, Mora dejó su entrepierna y con besos recorrió su abdomen, sus pechos y, cuando llegó a sus labios, la boca de Etelvina se abrió para recibir a la de su amante femenina con su lengua; mientras tanto, Leandro, tras dejar de lamer la concha de la mujer, acercó su miembro erecto a la boca de sus dos amantes y tras Mora, verlo, suavemente lo mordió y con desesperación, lo chupó durante unos treinta segundos mientras Etelvina lamía la piel que cubría sus testículos; después intercambiaron tareas, y fue Etelvina la que con desesperación, le chupó a Leandro, la pija, mientras Mora pasó a lamer la parte inmediatamente inferior de la misma; tras unos minutos de ser amado por ellas de esta manera, Leandro alejó su sexo de la boca de ambas mujeres y se puso sobre Etelvina con la intención de penetrarla; Mora abrió sus piernas y se arrodilló frente a la boca de la mujer; ella, al tener sobre sí, a esa hermosísima abertura hipervelluda, procedió a lamerla con intransmisible fruición; Leandro, que ya había metido su miembro en el interior frontal del tren inferior de Etelvina, a ella le provocaba un placer inmenso que resultaba en que (muy a su pesar), debiera interrumpir el contacto que su lengua hacía con la entrepierna de Mora, porque sus gritos de éxtasis, no podían darse plenamente en paralelo con el acto de lamer, que realizaba; tras unos diez segundos de mucho gritar, volvía a lamer la entrepierna de Mora, que también gritaba y evidenciaba placer extremo en todo momento, pero sobretodo, cuando de su vagina, una lluvia dorada empezó a caer; Etelvina sintió que ese líquido procedente del interior de su amadora femenina, imprescindible era para su subsistencia, como si fuera alguien caminando desde hacía muchas horas por el desierto en pleno verano, no obstante, con cada gota resultante de la micción de su americanísima amante, que tragaba, se sentía más y más sedienta, de ahí que su sed fuera inagotable, que era lo mismo que había sentido al tragar el semen de su amante masculino; esta dinámica se mantuvo durante varios minutos, hasta que Mora se levantó y Leandro, interrumpió el coito vaginal para seguidamente pedirle a Etelvina que se diera vuelta; ella lo hizo y se puso en cuatro patas, mientras Mora, delante de ella, hacía lo mismo; teniendo al ano abierto de su amante femenina delante, Etelvina le pasó la lengua y alternó lamidas y metidas de lengua en punta, que, una vez dentro del recto, revolvió, con la introducción de varios dedos, mientras una excitación mayor aún, que la que previamente había sentido, experimentaba; seguidamente, su amador masculino hizo lo propio con la abertura posterior de Etelvina, es decir, lamió su ano y lo penetró con varios dedos y con su lengua en punta que, una vez dentro, revolvió; esto, Leandro lo hizo durante poco más de un minuto, tras ese espacio de tiempo, alejó su boca de la parte posterior de Etelvina, y lo que acercó, fue su miembro erecto con el cual, la penetró; al igual que ya le había pasado al lamerle a Mora la concha, en esta oportunidad, muy a su pesar, cada unos quince segundos, Étel debía interrumpir el contacto que con la parte íntima posterior de su amante femenina, hacía, para gritar de placer, porque de no hacerlo, se habría ahogado; tras unos dos minutos de todo esto, al verse venir un orgasmo que presentía que la haría gritar mucho más de lo que hasta ese momento, había gritado, se preparó para recibirlo, fue entonces que sacó la lengua del ano de Mora y le introdujo un dedo, proyectando volver a
practicarle a la joven, sexo oral anal, cuando el orgasmo concluyera, pero lo que siguió no fue solamente un gran orgasmo, sino la serie más violenta de orgasmos que una mujer pueda llegar a experimentar, lo cual, quedó evidenciado en el torrente que desde su vagina, se desató, al iniciarse la cuarta convulsión orgásmica, que dejó a las sábanas, tremendamente empapadas; después del cuarto orgasmo, vino el quinto, el sexto y… muchos más; esto le hizo sentir a Etelvina que nunca acabaría de acabar; mientras tanto, Mora, que también había experimentado varios orgasmos provocados por la lengua y los dedos de la mujer en su vagina y ano, al notarlo, mientras gemía y se reía, a ella le dijo:
   -Etelvina, hermosa… ¿la estás pasando bien?
   Ella, entre jadeos que la ahogaban, ya que Leandro seguía con su miembro, analmente amándola, respondió:
    -¡Siiiii!…
   Poco después, Leandro eyaculó dentro del ano de Etelvina y ella volvió a verse en la bañera, y no sintió haber despertado de una ensoñación, ya que lo experimentado por ella había sido demasiado intenso, y si bien, durante la ensoñación puede haber un sentir extremadamente intenso, el mismo se desvanece muy rápido, cuando el soñante, vuelve a la vigilia, y éste no habría de ser el caso, por lo que sintió que el encuentro no pudo haberse dado en el plano onírico, pero como tampoco había sido en el físico, parecía sólo quedar como posibilidad, que se hubiera dado en el plano espiritual/astral, y así había sido, ya que el desdoblamiento de su conciencia que había experimentado, la había llevado a encontrarse con los desdoblamientos de Mora y Leandro, en ese plano en el que, a diferencia de éste, ni el concepto ni el sentir de infidelidad, de propiedad ni de exclusividad, existen, haciendo esto posible que el amor romántico, se dé entre tres partes (o más), así como toda otra cosa anhelada por nosotros que en este plano terrenal, es imposible.
   Como si hubiera hecho falta una confirmación de que lo que acababa de experimentar, había sido real, al mirar hacia el piso, la mujer lo encontró empapado por sus propios fluidos.
   Por suerte, sus tíos y su prima, un rato antes habían salido de la casa, porque de haberse encontrado en ella, mucho se habrían preocupado por Etelvina, ya que los gritos que dio durante la sucesión de violentísimos orgasmos que tuvo, los habrían hecho pensar que la estaban matando.

Post viaje turístico sexual, astral

   Etelvina rápidamente se duchó y tras secarse y vestirse, salió de la casa de sus tíos y fue hacia Matienzo altura 30, para tratar de saber si en esa dirección, Mora y Leandro, vivían.
   Mientras transitaba por la calle Yrigoyen, vio pasar un Renault 4 que en la calle Matienzo, dobló, en cuyo interior, creyó ver a dos jóvenes, entonces trotó hasta la esquina y subrepticiamente miró hacia la casa que en su viaje astral, había visto, en cuyo frente, el auto ya mencionado, acababa de estacionar; del mismo bajaron dos jóvenes que, como Etelvina había pensado, eran Leandro y Mora.
   Totalmente conmocionada y desesperanzada, por sentir que a diferencia de lo que había ocurrido en el plano astral, en éste, de acercarse a ellos, sería nuevamente rechazada, dio media vuelta y velozmente se fue caminando por la calle Yrigoyen hasta Rivadavia; por esta última calle transitó toda la parte peatonal, que se extiende hasta la calle Sarmiento, y ya en la parte no peatonal, siguió por la vereda de la mano izquierda, rumbo a la casa de sus tíos, situada en la calle Belgrano, pero fue que cuando llegó a la esquina de Rivadavia y Gral Paz, producto de su estado emocional conmovido, cruzó muy imprudentemente la calle, lo cual llevó a que casi fuera atropellada por un Renault 9 que por Gral Paz, transitaba; el accidente no llegó a producirse porque un artista callejero que en la calle de esa esquina, se encontraba haciendo malabares frente a los autos cuando el semáforo estaba en rojo, al escuchar a uno de sus compañeros gritar: “¡Cuidado!”, advirtió la situación, dejó caer al piso los elementos que utilizaba para su tarea, y hacia Etelvina corrió, para intentar frenarla, lo cual, logró; ella entonces concienció lo que acababa de ocurrir y miró al joven, que vestía ropa estrafalaria y tenía el rostro pintado al estilo de los payasos; él, sonriendo le dijo:
   -¡Llegué a tiempo!
   Y de inmediato su sonrisa se deshizo y fue reemplazada por una expresión de estupor; el joven, en ese momento pensó: “¡Qué minón! ¡Poorrr diosssss!”.
   Etelvina, mientras lo palmeaba en un brazo, con una triste sonrisa, le dijo:
   -Te agradezco mucho. Chau.
   Y reemprendió la marcha rumbo a la vivienda de sus familiares en que estaba parando, pero el joven la alcanzó y le dijo:
   -¡Pará pará pará!… -ella detuvo su marcha -Si cruzaste tan distraídamente, es porque estás anímicamente mal; ¿no querés que vayamos a tomar algo, al bar de acá a media cuadra, así te distendés? Porque es peligroso que sigas caminando por la calle si estás anímicamente mal.
   -No, gracias; voy hasta acá cerca -y reanudó su caminata.
   El joven le dijo:
   -Sí, pero igual, es como que… -y considerando inútil a toda insistencia, de pronto hizo silencio y se quedó parado mirando cómo Etelvina se iba, pero ella, contra todo pronóstico, por tener en cuenta que el muchacho le había salvado la vida, se sintió culpable por no agradecerle debidamente, de ahí que sintiera que correspondía aceptar su invitación, fue por eso que detuvo su marcha, dio media vuelta y le dijo:
   -Bueno… vayamos al bar.
   Entonces el joven (que tenía 22 años) se sintió la persona más afortunada del mundo, lo cual, lo llevó a decirse mentalmente: “¡Se te dio, Pablito!”; seguidamente, a la mujer le dijo:
   -¡Vamos!
   Y mientras el muchacho le hacía una seña a sus dos compañeros (una chica y un chico) indicándoles que iría hasta el bar que se encontraba a media cuadra de donde estaban, ubicado en Gral Paz 645 (actualmente -año 2025 -el bar se llama RUDA; desconozco cómo se llamara en aquel año 2004), junto a Etelvina, al mismo se dirigió.
  Una vez en el bar, se sentaron a una mesa situada en el exterior, en un pasillo lateral conducente al patio; ahí le dijo a la mujer:
   -Me llamo Pablo.
   -Yo me llamo Etelvina -dijo ella.
   Al llegar el mozo, Pablo le preguntó a su invitada:
   -¿Qué querés tomar y comer?
   Etelvina dijo:
   -Un té y crepes de manzana.
   -¿Y usted? -le preguntó el mozo al joven.
   Entonces él, pensando en lo mucho que le costaría la consumición de Etelvina y en sus pocos fondos, dijo:
   -Yo…. agua nomás.
   -¿Con gas o sin gas? -preguntó el mozo.
   -Sin gas -le fue respondido.
   Rápidamente le fueron llevados los pedidos y Etelvina empezó a comer los crepes frente al muchacho, después dijo:
   -¡Qué bueno que está esto! ¿No querés?
   -No, gracias, no tengo hambre -pero su expresión decía otra cosa, ya que sin advertirlo, al mirarla, el joven hacía un gesto que exponía una necesidad insatisfecha que Etelvina ingenuamente atribuyó a las ganas de comer que en él, no eran tales, dado que la expresión como de hambre que expuso al verla masticar, fue en realidad, de ganas de ella, ya que, en ese momento, los crepes no lo tentaban para nada.
     Etelvina, tras mandarse un buen bocado, cortó otro y acercó su tenedor a la boca del joven; entonces él, que, como ya fue dicho, ningún interés tenía entonces en la comida frente a él, sin dudarlo abrió la boca y comió lo que la mujer le ofreció, ya que tener algo que hubiera estado en la boca de esa tremenda mina, era para él, altamente deseable (claro que… él desconocía todo lo que, un rato antes, en el plano astral, había estado en la boca de Etelvina).
   El que Etelvina compartiera con el joven, los crepes, fue repetido hasta que los terminaron; seguidamente ella se puso a hablar.
   -¿Tenés novia?
   Y sonriendo tímidamente, Pablo dijo:
   -No, en este momento no, pero…
   Y fue interrumpido por su interlocutora que dijo:
   -Yo no tengo novio, y de hecho, venía re mal anímicamente, y por eso estaba distraída y casi me atropellan, porque me enamoré de dos personas que me rechazaron… ¿te pasó a vos, enamorarte de dos personas al mismo tiempo? 
   El joven negó en silencio con la cabeza, entonces ella inició lo que sería un monólogo: 
   -Bueno… a mí tampoco me había pasado, y lo peor es que no son dos personas libres, sino que componen una pareja; son un varón y una chica; ¡no sabés lo que son! ¡Están bárbaros!, y cuando me acerqué a ellos y les propuse sumarme a su relación, me dijeron que no, y empecé a experimentar una unión con ellos que me llevó no sólo a pensarlos constantemente, sino también, a soñarlos dormida y también, estando despierta, si bien lo que experimenté durante la vigilia, no fueron realmente sueños, porque fue demasiado vívido; fue otra cosa lo que experimenté; fueron como encuentros en un plano que seguramente es el astral, y ahí, con ellos me relacioné sexualmente, y lo extraño es que la atracción que siento por Mora (así se llama esa morochaza), nunca la había sentido por una mujer; nunca fui lesbiana ni bisexual, y no sé si lo sea ahora, porque no estoy segura de si me gustan las mujeres; me gusta ESA mujer, de americanísimo rostro y oscurísimos, pelo y piel, pero aun si me gustaran, tras haberla visto a Mora, no quiero a otra mujer, más que a ella, y eso es lo que me pasa también con el pibe; me ENCANTAN los hombres, pero después de haberlo visto a Leandro, no quiero a otro hombre más que a él, y además…
   Etelvina siguió hablando del amor y del deseo sexual, que por Mora y Leandro, sentía, mientras Pablo experimentaba una decepción total, ya que ella, ningún interés romántico ni sexual, hacia él, estaba manifestando; esto lo llevó a pensar lo siguiente mientras la mujer, seguía hablando: “-¡Uuuuuuhhh!… esta mina me tomó de “amigo”… y bueh; es mi culpa;… con esta pinta ridícula, no puedo ser el prototipo de galán de ninguna mujer; encima, seguro que acá cobran carísimo, y todo lo que gané hoy, se me va a ir en pagar lo que esta mina, que nada va a querer conmigo más que amistad, consume, y no sólo lo que pidió hasta ahora, voy a tener que pagar; seguro que va a pedir algo más, en cualquier momento… Yo soy un croto y esta mina, una concheta, pero igual, soy yo el que va a tener que pagar, porque mucho feminismo, piripipí, piripipí, pero al final, cuando un tipo sale con una mina, es él, el que tiene que pagar.”
   Tal cual el joven había pensado, Etelvina volvió a pedir algo; ese algo eran más crepes de manzana; una vez en su mesa, volvió a ofrecérselos al joven frente a ella, pero esta vez, él, enfáticamente los rechazó, ya que lejos de sentir como sensual, el que ese plato, esa mujer, con él compartiera, sintió que tal familiaridad que la había llevado a ofrecerle comer desde su tenedor, se había dado justamente porque lo veía como a un amigo al cual hasta tal vez, considerara gay; pensó en decirle que no lo era, pero después, desistió, porque de todas formas, Etelvina seguía hablándole de su amor por esos dos jóvenes, que exponía que con él, como ya fue dicho, nada romántico ni sexual, quería, fue por eso que tras unos 25 minutos, sintiendo que no aguantaba más la perorata de la rubia, le dijo:
   -Bueno, Etelvina… yo me voy yendo porque tengo que seguir trabajando y…
   Entonces ella lo tomó de un antebrazo y le dijo:
   -¡No! Pará Pablo, que todavía no te conté algo muy importante: en el plano astral, en donde hoy me encontré con Mora y Leandro, ella, que es una morocha HERMOSÍSIMA (¿te lo había dicho?), tenía una remera que decía “MONTONEROS”; ¿qué creés que pueda significar?
   Entonces el joven se sintió invadido por imágenes y sonidos de algún día del año 1975, en el que Elena y Ulises (que eran las versiones previas a las de esta vida, de Mora y Leandro), disparaban fusiles contra represores del estado, hiriendo a algunos y matando a otros; después los vio en la casa operativa montonera situada en 25 de Mayo, 112, Quilmes, en el año 1976, mientras infructuosamente resistían con armas, a militares y policías que habían ido al lugar para secuestrarlos, torturarlos, matarlos y hacerlos desaparecer; a todas estas escenas de sangre y fuego, el joven las vio (y las sintió) de un modo tan vívido, que el hastío que el monólogo de Etelvina le había producido, de inmediato se deshizo y fue reemplazado por un enorme pánico que, afortunadamente, pocos minutos le duraría; este sentimiento lo llevó a soltarse del agarre de la mujer y a decir:
   -¡Mozo! -y sacó su billetera esperando que le alcanzara la plata para pagar, pero Etelvina le dijo:
   -¡No, dejá Pablito! Pago yo, pago yo.
   El muchacho, aliviado, pensó: “Bueh… una buena”; seguidamente, a la mujer le dijo:
   -Chau, Etelvina; que te vaya bien.
   -Chaaauuu -dijo ella, y rápidamente se levantó y lo besó en una mejilla; mientras lo veía alejarse, agregó algo que muy comúnmente, dice una persona cuando desea NUNCA volver a ver a otra (aunque éste no fuera el caso): -¡Hasta pronto!
   Al escuchar esto último, Pablo dijo en voz casi inaudible, algo que nunca creyó que fuera a decir tras estar con una mujer taaan hermosa como Etelvina: “Hasta nunca”.

Ridículo y lógico, a la vez || Extraños = amigos íntimos en potencia

   Por un lado había sido ridículo el que Etelvina, cosas como las que a Pablo, le había contado, a un desconocido, le contara, pero por otro, era lógico que así fuera, ya que, ¿a quién, sino a un desconocido, podía contarle cosas tan íntimas e incomprensibles?   
   Alguien podrá pensar que cosas como las que Etelvina expuso frente a ese extraño, correspondería hablarlas con amigos, y no con desconocidos; otro alguien, de ser partidario de la secularización de las creencias místicas, dirá que, efectivamente, no corresponde hablarlas con desconocidos, pero tampoco con amigos, sino con  “profesionales de la salud mental”, lo cual, es una clara contradicción, ya que esos “profesionales”, son extraños (de hecho, tienen terminantemente prohibido tratar a personas con quienes tengan un trato personal), y no sólo son extraños para quienes a ellos, acuden, creyendo (erróneamente) que les van a solucionar algo, sino también, extraños para la compasión, la empatía y la bondad, ya que el ejercicio de la profesión de entregador de víctimas a la tortura psiquiátrica (o sea, el de psicólogo) y el de perpetrador de picaneamiento farmacológico y privador de la libertad (o sea, el de psiquiatra), es totalmente incompatible con las cosas mencionadas, haciendo esto de todo psicólogo y psiquiatra, alguien totalmente falto de compasión, de empatía y de bondad; ¿quiénes deben reemplazar a estos repudiables seres? LOS EXTRAÑOS… sólo un extraño puede ser un amigo en serio, de esos con los que se puede hablar de ABSOLUTAMENTE TODO, sin miedo a la reprobación despiadada (no significando esto que todo extraño sea necesariamente un gran amigo, pero lo puede ser), y cuando ese extraño deja de serlo, su carácter de “amigo en serio/íntimo”, entra en decadencia y pasa a ser un amigo a secas; es entonces que ante la necesidad de amistad íntima, corresponde volver a acercarse a extraños.
   La gente “inteligente” de hoy en día, dirá que los extraños son peligrosos y que no hay que acercárseles, y promueven así, no sólo la no concreción de la única verdadera amistad íntima, posible, sino además, la no creación de lazos interpersonales fuertes, que tanto está aquejando a cada vez más integrantes de la sociedad humana mundial actual, de ahí que yo reivindique a los extraños y promueva acercarse a ellos, dado que sólo de ese modo, se puede revertir este (trágico) estado de cosas… En fin; volviendo a la historia de Etelvina:... ella se quedó en el bar un rato más, tras Pablo haberse retirado, y después volvió a la casa de sus tíos en donde, esa noche, Sofía organizó una tranquila reunión a la que asistieron amigos de ella y de Etelvina; tras la misma concluir y Etelvina, retirarse a su cuarto, la treintañera mujer, volvió a tener visiones de Mora y de Leandro, tanto durante la vigilia, como así también, durante el sueño, pero esta vez, no fueron de corte romántico ni sexual, ya que a ambos los vio cuando, por vez primera, en esta vida se encontraron en un bar para seguidamente ir a cierta casa montonera (la misma que ya fue referida); también los vio maniatando a dos policías en las cercanías de una playa en Villa Gesell y posteriormente, ejecutando lo que sería el “Hecho Madariaga”, que consistió en inducir al suicidio a un ex militar que había sido (junto a otros represores), durante sus encarnaciones anteriores, perpetrador de sus secuestros, tormentos, asesinatos y desapariciones.
   Etelvina no solamente vio a Mora y a Leandro, con sus formatos materiales actuales, sino también, con los inmediatamente anteriores a los de la actual encarnación, cuando se llamaban Elena y Ulises; a ambos logró ver abriendo fuego contra represores del estado en distintos momentos, uno de ellos fue cuando los terroristas estatales los fueron a buscar, aquel fatídico día del año ‘76, que fue en parte, lo que a Pablo, sin ella saberlo, le había transmitido… entonces empezó a entender que la remera de Montoneros que Mora, durante su último encuentro, tenía puesta, era un indicador de algo perteneciente a su pasado, no obstante, todavía quedaba mucho por entender, y Etelvina, que cada vez se salvajizaba más y más, era una persona cada vez más preparada para asimilar la complejísima información que seguía (y seguiría) llegándole.

   Seguí salvajizándote, Etelvina querida.
 

domingo, 23 de marzo de 2025

(Serie: M & L; cap. 7) Etelvina: dama salvaje en construcción (cuento) - Martín Rabezzana

-Palabras: 4.294-

Dama civilizada en deconstrucción

   El hombre, muy bien vestido, estacionó su Renault 21 en Almirante Brown casi esquina Brandsen, Quilmes; hasta ahí se había dirigido para pasar a buscar a su novia, que a la mencionada ciudad (que era en la que, 33 años atrás, ella había nacido y en la que hasta que se había ido a vivir con él, residía) había ido a visitar amigos; tras bajar del auto, fue al encuentro de ella, que se encontraba sentada sola a una mesa situada en la vereda del restaurante Justo Brandzen, del lado de la calle homónima (o casi homónima) al negocio mencionado; al verlo, con la voz un poco lánguida, Etelvina le dijo:
   -Hoolaaa.
   -Hola -dijo él, seguidamente la besó y tras tomar asiento, le dijo:
   -Perdón por la tardanza.
   Etelvina dijo:
   -Naaaaahhhh…. no te preocupés… Gardel nos enseñó que “20 años no es nada”, así que, unas casi dos horas, son menos que nada, por eso digo que… no me hiciste esperar mucho, me hiciste esperar menos que nada… -y terminó de tomar lo que quedaba de su cuarta copa de licor Mariposa de esa noche, que era lo que había causado la languidez en su entonación.
   -Estás borracha –dijo él.
   -Ajahhh… ¿y? -respondió ella; seguidamente prendió un GITANE.
   Su novio le dijo:
   -Bueno… vamos a casa -después llamó a un mozo y con un gesto le pidió la cuenta que rápidamente, le fue llevada, entonces pagó, y junto a su novia, abordaron el Renault 21.
   Durante el trayecto rumbo a su importante vivienda, situada en Manuel Acevedo 1235, Banfield, poco hablaron; ella nada tenía para decirle a su novio, y él, como presintiendo que si ella, mucho hablaba, diría cosas que no quería escuchar, poco le preguntó; en ese silencio prolongado permanecieron durante el resto de la noche en la que, una vez en el dormitorio que compartían, el hombre la besó e intentó desvestirla; ante esto, Etelvina ninguna resistencia opuso, pero era claro que muy lejos estaba de la excitación sexual, porque más parecía una estatua que un ser de carne y hueso, fue por esto que su novio, sin decirle nada, suspendió su acción en curso y se acostó a dormir, entendiendo que había en ese momento, una lejanía emocional con su novia, que duraría toda la noche; deseando que la situación se revirtiera pronto, se dispuso a conciliar el sueño.
   Al día siguiente, el novio de Etelvina, que muy temprano había salido de su casa por motivos laborales, estuvo ausente todo el día; al llegar pasadas las 20:00 horas a su vivienda, se encontró con ella, que sentada en la cama, junto a una valija que tenía preparada, lo esperaba para decirle algo que él, nunca habría querido escuchar.

El motivo de la decisión de Etelvina de irse del lado de su novio

   La pasada noche en que había esperado unas dos horas a su novio, Etelvina había conocido a Leandro y a Mora; ella nunca antes se había sentido sexualmente atraída hacia ninguna mujer, pero al ver a Mora, con sus americanísimos y anochecidísimos, pelo y piel, había sentido una atracción que, por años luz, superaba en intensidad, a la que por una persona, hubiera alguna vez, sentido; al ver a su novio, que se encontraba frente a ella, sintió exactamente lo mismo que por la joven, sintió, resultando esto en que con ambos, quisiera estar, de ahí que hasta la mesa de la pareja se hubiera acercado, anhelando que los dos seres en cuestión, le abrieran las puertas de sus vidas.
   A ninguno de los dos, deseaba más que al otro; a ambos los necesitaba física y álmicamente, por igual; sentía (y no se equivocaba) que entre los dos, conformaban una unidad resultante de la complementariedad de opuestos que, a su vez, le explicaría el por qué de la falta de lugar para ella en su cama y en sus vidas.
   En la trasnoche de haber conocido a los jóvenes ya mencionados, mientras su novio dormía a su lado, Etelvina se levantó de la cama y fue al baño en donde se masturbó pensando en ellos; en su fantasía libidinosa, alternaba besos de lengua con ambos y después, tras pasarle a Mora, la lengua por la concha, era Mora quien a ella, su lengua, por su concha, pasaba, mientras Leandro, analmente la penetraba; tras masturbarse, volvió a acostarse junto a su novio e imaginó que con ellos vivía y no sólo compartía a diario la cama con ellos, sino además, la vida toda, y esa ensoñación, que en su mente, con la mayor de las fuerzas, se instaló, la llenaba de un bienestar total que poco después, al concienciar que su fantasía nunca habría de convertirse en realidad, se transformaba en angustia, también total, que habitualmente llegaría al punto de sumirla en el llanto.
   La satisfacción física (que se veía sucedida por la insatisfacción emocional) que en Etelvina se daba cuando se masturbaba pensando en Leandro y Mora, era mucho mayor que la que había sentido durante cualquier encuentro sexual que con cualquiera de sus muchas parejas, había experimentado; sentía más placer imaginando que Mora le chupaba la concha, que el que había sentido durante cualquier chupada de concha que sus parejas le habían realizado; sentía más placer imaginando que a Leandro le chupaba la pija y que después, él la penetraba vaginal y analmente, que el que había sentido durante chupadas de pija y coitos vaginales y anales, experimentados con cualquiera de sus compañeros sexuales.
   Ella, mujer sexualmente promiscua hasta que había conocido a su último novio a quien, durante los casi tres años de relación que había con él, mantenido (relación que había sido de amor recíproco), había sido fiel, de ahí que al iniciar su noviazgo con él, haya roto con años de una promiscuidad sexual, que habitualmente la llevaba a relacionarse con más de un compañero a la vez, pero en ninguno de los tríos de los que participara, había sentido siquiera la remota necesidad de entablar una relación romántica con ninguna de las otras dos partes, y al pensar al respecto en el pasado, había considerado que, de tal necesidad, en algún momento, existir, sería hacia sólo uno de sus compañeros sexuales, y no hacia los dos, y esto es lo que le pasa a la mayoría, ya que la fantasía de conformar un trío, es casi siempre, de corte sexual; las fantasías románticas parecen siempre involucrar únicamente a dos partes; por todo esto es que esta necesidad de conformar con Mora y Leandro, un trío no sólo sexual, sino también, romántico, era inusitada, y lo que se sale de la norma, es anormal, y lo anormal es considerado MALO, reprobable, negativo... tanto ética como legal y hasta físicamente, ya que no sólo reprueba el vulgo, moralmente, a las desviaciones de las normas y legalmente, quienes lo hacen son las autoridades, sino también, la medicina, ya que lo que no es normal, es oficialmente patológico… pero… ¡al carajo con la normalidad!, después de todo, “normal” (junto con “civilización”, “orden” y, en los últimos tiempos, “libertad”), es la palabra favorita de todo intolerante, de ahí que los normalizadores sean invariablemente opresores… la anormalidad no tiene por qué ser patológica, pero en este caso, parecía serlo, porque la necesidad de Leandro y Mora que a Etelvina la embargaba, que ella presentía que permanecería de por vida, insatisfecha, la hacía sentirse terriblemente mal, pero a la vez, de ese mal, no quería liberarse, porque del mismo no era ella la única participante, sino también, los dos jóvenes mencionados, y si de ese mal se liberaba, nada de ellos le quedaría, de ahí que prefiriera convivir con ese sentir negativo, a seguir viviendo sin nada de ellos en su persona.
   A ambos los consideraba (acertadamente) salvajes, y al Etelvina despreciar a esa cosa extremadamente nociva e indeseable, que es la civilización, necesitaba justamente de ese salvajismo, por tener la certeza de que en el mismo se encuentra la positividad en su más alto grado.
   A su novio, Étel tuvo ganas de decirle: “¡No sabés lo que era la pareja de pendejos que conocí!… delante de ellos, yo estaba más caliente que tapa de horno de pizzería un sábado a la noche… quería imperiosamente que la piel clara de él, y la oscura de ella, me atraparan y que nunca me soltaran… quería que ambos me metieran la lengua en la boca y que después me la pasaran por la concha, las tetas y el orto, para después, yo chuparle a ella la concha y a él, la pija, para seguidamente meterles la lengua en la parte posterior de sus personas… nunca sentí tanta calentura como sentí por Leandro y por Mora… Vos me REEEE calentabas, y no sólo eso, sino que además, mucho amor, por vos sentí, pero estos dos… son otra cosa… son el mismísimo fuego personificados, y además siento que son el amor total que supera al existente en la más idílica de las ensoñaciones… por eso me acerqué a ellos y cuando con ellos, hablé, más aumentó mi atracción, y más sentí que nada había tenido sentido previo a conocerlos y que nada volvería a tenerlo si a ellos no me acercaba, y si bien me permitieron, con ellos estar, cuando les pedí ingresar a su intimidad, me cerraron la puerta… y yo siento que a esa puerta que no me es dado trasponer, tengo que intentar igual, trasponerla, porque en ese intento está el poco sentido que puede llegar a, en mi vida, haber… Es HIPERSEXUAL mi atracción por ellos, pero no únicamente, porque va más allá de eso… y ya no soy una pendeja, tengo mucha experiencia en todo esto, por eso sé que la calentura pasa, y que entonces uno muchas veces se da cuenta de que lo que creyó amor, era en realidad, lujuria que de amor, se había disfrazado… pero esta intensidad no la había sentido nunca… mi deseo no pudo ser simplemente lujuria; fue amor a primera vista, ese mismo que dicen que no existe (que era lo que yo misma creía) y que en realidad, SÍ EXISTE; ese amor me hace sentir que el que por vos, hasta conocerlos, sentía, nunca existió, y en realidad, si existió, pero al ver a Mora y a Leandro, dejó de existir…”, pero por supuesto... nada de esto que ensayó durante todo el día, fue capaz de decir, una vez frente a quien durante ya casi tres años, había sido su novio; a él, simplemente le dijo:
   -No puedo seguir con vos… 
   Ante la pregunta de su ya, ex novio, sobre si había otro, ella no se atrevió a decirle que ese “otro”, eran en realidad, “otros”, siendo uno de los integrantes de la pareja de la que se había enamorado, una mujer, y no por pudor ni culpa, sino por saber lo imposible que sería para él, comprender un sentir que, con la fuerza de un huracán, se había en ella, instalado… fue por eso que simplemente le dijo:
   -Sí; hay otro… nunca te fui infiel con él, pero siento por él, una atracción que me lleva a hacer todo lo posible por acercármele, aun sabiendo que me va a rechazar, pero sintiendo esto, te estaría engañando si no te lo dijera y siguiera con vos, cuando en mis pensamientos, estoy con él.
   Su novio intentó contener las lágrimas que sintió llenar sus ojos, al presentir lo irreversible del abandono de Etelvina; ella lo abrazó y repetidamente le pidió perdón, le dijo que no merecía su abandono, pero que no se puede controlar el sentir; seguidamente, tras ella decirle repetidamente: “No no no”, en respuesta al pedido de él, de que se quedara, o que se separaran, pero sólo temporalmente, porque tal vez dentro de un tiempo, habría manera de arreglar las cosas, se fue de su vida para siempre.
   En un remís que había pedido, se fue rumbo a la casa de sus tíos.

Casa Melantoni

   Los tíos de Etelvina, vivían en una lujosa casa situada en Belgrano 535, Quilmes, pero no fue a ellos a quien les había pedido alojamiento, sino a su prima Sofía.
   Sofía Melantoni era una socióloga de 27 años que en aquel año 2004, se encontraba viviendo en la ciudad de La Plata; a su celular, Etelvina había llamado unas horas antes, y a su prima le había contado que a su novio, en cuya casa vivía, había dejado y que necesitaba un lugar donde quedarse unos días; Sofía se encontraba en ese momento visitando a sus padres en la ya mencionada casa, entonces, de inmediato le preguntó:
   -¿En dónde estás?
   -En la casa de mi ya, ex novio, en Banfield.
   -Yo estoy en Quilmes, en la casa de mis padres; si querés, te banco en mi departamento en La Plata, pero como te queda más cerca Quilmes, si querés, pregunto si te podés quedar acá -y antes de que Etelvina respondiera, Sofía dijo: -Maaa, ¿se puede quedar Sofía unos días acá? Porque… -y volviendo a dirigirse a Étel, preguntó: -¿Le puedo decir por qué, necesitás quedarte?
   -Sí -respondió ella.
   -Porque se separó del novio y hoy se va de su casa.
   La madre respondió afirmativamente y entonces Sofía le dijo a su prima:
   -Listo; vení que te esperamos, y si querés, me quedo a dormir esta noche acá para hacerte compañía.
   -¡Dale! ¡Gracias Sofi!

Llegada de la mujer a la casa Melantoni

   Poco después de las 21:00 horas de ese viernes del mes de abril, Etelvina Melantoni llegó a la casa de sus tíos.
   Su tío, que ya había sido informado del motivo por el cual, su sobrina se alojaría en su casa, tras saludarla, le preguntó:
   -¿Estás bien, pese al mal momento?
   -Sí… no te preocupes, tío; justamente por ustedes que me bancan, demasiado mal, no puedo estar, igual, no los voy a molestar mucho tiempo; mañana mismo me pongo a buscar un departamento para alquilar, y a más tardar, el lunes me voy.
   -No hay apuro, y no digas que nos molestás porque nos encanta que estés acá -dijo su tía.
   -Gracias -dijo Etelvina.
   Una vez en la mesa, comieron ñoquis y hablaron de muchas cosas; tras la cena concluir, su tía preguntó si querían café; todos dijeron que sí, y café, tomaron; después, sus tíos se retiraron a dormir y Sofía y Etelvina se dirigieron al living en donde vieron un poco de televisión; tras terminar el programa que miraron, Sofía le preguntó a su prima si quería ver otra cosa, ella dijo que no, entonces apagó el televisor y le preguntó si quería tomar alcohol, Étel dijo que sí, y hasta la cocina fueron; Sofía, tras abrir un aparador, dijo:
   -Hay esto. ¿Qué preferís?
   Entonces Etelvina vio varias botellas de diversos alcoholes, una de ellas era de licor Mariposa, entonces, sin dudarlo, la señaló y dijo:
   -Mariposa, quiero.
   Sofía agarró la botella y en dos vasos, sirvió un poco del licor amarillento; seguidamente fueron al patio y en un banco del mismo, se sentaron; Etelvina sacó una cajita de cigarrillos GITANES y le ofreció uno a su prima; ella dijo primero que no, pero después dijo:
   -Buehh… por acompañarte, nomás, porque en realidad, ya dejé de fumar; éste va a ser el último cigarrillo que fume en mi vida.
   Y viendo que en la cajita quedaban sólo dos cigarrillos, Étel dijo:
   -Quedan dos, nomás; uno para cada una; también va a ser mi último cigarrillo; hoy dejo para siempre de fumar.
  Y tras empezar a fumar y tomar un trago de Mariposa, Etelvina dijo:
   -¿Sabés? Este licor es el que tomé junto a la persona de la que me enamoré, que me hizo decidir dejar a mi novio.
   Como ya fue contado, las personas eran en realidad, dos, pero Etelvina no se animó a contarle cosa tal a su interlocutora, por considerar que no entendería algo que ella misma no lograba entender, y además, porque una de esas personas, era una mujer, por lo cual, de esto comunicarle, estaría dando cuenta de una bisexualidad que no sabía si era tal, ya que nunca por ninguna mujer más que por Mora, había sentido atracción, por lo que sólo le habló de su atracción por el varón que componía la pareja con la cual, la noche anterior, en el restaurante, había estado.
   Sofía le preguntó:
   -Aaahh… entonces dejaste a tu novio por otro.
   -Sí, pero en realidad, no tengo una relación con ese otro;… la cosa fue así: yo estaba esperando a mi novio en el restaurante Justo Brandzen, de acá cerca, y vi a una pareja sentada a una mesa; inmediatamente sentí un flechazo… por el varón me sentí de inmediato, tremendamente atraída, entonces, a su mesa me acerqué y le dije a ambos que estaba esperando a mi novio y tardaba mucho, y que me gustaría estar en compañía de ellos hasta que llegara; ambos me dijeron que me podía sentar a su mesa y así fue que me invitaron un Mariposa, y mientras lo tomábamos, hablamos de muchas cosas… de él me enamoré y sentí que estaba engañando a mi novio, aunque nada con ese chico, estuviera pasando… por eso decidí separarme, y lo más terrible, es que me sé enganchada emocionalmente a ese pibe del restaurante, pero probablemente nunca más lo vea; es un amor imposible, y lo imposible del mismo, no es para mí, tan doloroso como la idea de que nunca más lo voy a volver a ver.
   Entonces Sofía preguntó:
   -¿Cómo se llama?
   -Leandro; es pendejo, tiene unos diez años menos que yo -y lo describió.
   Entonces Sofía se sorprendió, porque creyó que ese nombre y esa descripción, correspondían a alguien que ella conocía, por lo cual, le mencionó su apellido, para ver si se trataba de esa persona, pero Etelvina dijo desconocer su apellido, entonces Sofi preguntó:
   -¿Cómo era la novia?
   Y mientras su rostro se iluminaba recordándola, Etelvina respondió:
   -Era… una chica de rasgos americanos, de piel muy oscura y de muy largo y negrísimo pelo; era muuuy linda.
   En ese momento, ante la casi confirmación de conocer a las personas de las que su prima le estaba hablando, Sofía preguntó:
   -¿La chica se llamaba Mora?
   Entonces Etelvina, totalmente sorprendida, dijo:
   -¡Sí! Entonces… ¡los conocés!
   -Sí, los conozco; Leandro fue novio mío durante unos meses.
   Al escuchar esto último, Etelvina sintió celos de su prima, pero rápidamente fueron superados por la culpa por haberle dicho que de él, estaba enamorada, ya que esa persona había sido su pareja, y aunque su relación hubiera ya concluido, tal vez todavía sintiera algo a nivel romántico por él, de ahí que el que ella le hablara de su amor por ese individuo, podría haberle caído mal; tras hacérselo a Sofía, saber, y pedirle perdón, ella dijo:
   -Noooo, no te preocupes; nuestra relación de pareja terminó hace años, pero quedamos como buenos amigos, por eso habitualmente nos vemos; de hecho, hace algunas semanas me invitó a mí y a mi novio, a comer en la casa que comparte con Mora. 
   Entonces Etelvina se sintió invadida por una extrañísima mezcla de sentimientos, ya que si bien seguía sintiendo que la relación que con Mora y Leandro, anhelaba tener, era imposible, ya no era imposible el volver a verlos, porque su prima los conocía, así fue que ese dolor extremo que sentía al pensar en la imposibilidad de volver a verlos, de inmediato se deshizo, aliviando bastante la carga emocional negativa que la venía aquejando.
   Etelvina le dijo a su prima:
   -Si te lo preguntara… ¿me dirías en dónde viven?
   Sofía asintió en silencio con un movimiento de cabeza, sin embargo, Etelvina, lejos de formular la pregunta que su interlocutora creía que inevitablemente sobrevendría, dijo:
   -No me lo digas.

Etelvina: futura ex concheta

   Etelvina, que ocupaba el cuarto de huéspedes, tras acostarse, empezó a pensar más intensamente de lo que ya lo venía haciendo, en Mora y Leandro, lo cual, la llevó a excitarse terriblemente y fue por eso que empezó a frotar su vagina mientras imaginaba que ellos le pasaban justamente por esa zona, sus lenguas, para después intercambiar posición con Mora, y ser ella quien a la joven de americanísimo rostro, junto a Leandro, por esa área tremendamente abundante en anochecido pelo, la lengua le pasaba, mientras con él, alternaba besos de lengua para seguidamente, junto a Mora, compartir su pija tanto en sus bocas como en sus vaginas y partes traseras.
  En esos momentos, Etelvina se imaginaba diciéndole a Mora y a Leandro, que quería que los tres vivieran tocándose, besándose, abrazándose, chupándose, entremezclándose, eternamente… y que la eternidad le parecía poco para el tiempo que con ellos, necesitaba pasar…, y tras con su mano derecha, hacerse acabar, experimentó lo que suele denominarse: visión remota; la misma le permitió ver durante varios minutos, pasajes de la vida de Leandro y de Mora; en cierto momento, su visión ingresó al dormitorio de ambos jóvenes, en donde se encontraban haciendo el amor; Leandro le chupaba a su novia, su hipervelluda concha, después ella le chupaba la pija y luego él la penetraba, para seguidamente acercar su boca a la de ella y ambos besarse, entre jadeos alternados con palabras de amor; después Mora le pedía que la penetrara analmente y él lo hacía;... Etelvina, que ante esas visiones, se sintió aún más excitada que antes, volvió de inmediato a frotar su vagina mientras con angustia, sollozaba, ya que en ese escenario de amor sexual, no se vio a sí misma, resultando esto en que su alta excitación, se viera mezclada con una alta decepción y un altísimo dolor que la llevó a derramar lágrimas en el mismo momento en que volvía a acabar.
   En el mismo momento en que Etelvina vio a Leandro y a Mora, haciendo el amor, ellos tuvieron visiones en que a ella la vieron masturbándose y llorando por la distancia que de ellos, la separaba.
   La joven le dijo a su novio:
   -¿La viste a Étel?
   -Sí… pobre.
   Si bien no era de la clase que Etelvina necesitaba, Mora y Leandro ya tenían un lazo fuerte con dicha mujer, por eso pudieron verla y sentirla, así como ella pudo a ellos, ver y sentir.
   Los jóvenes eran salvajes, y la nefasta civilización, además de contribuir a exacerbar las peores pasiones humanas, atenta contra los lazos sociales, por eso es que en paralelo con el desarrollo de la misma, disminuye la capacidad de acercarse emocionalmente a los demás, de ahí lo “líquido” de las relaciones interpersonales de estos tiempos, que sólo pueden solidificarse, con el cultivo del salvajismo, y ese salvajismo que en Mora y Leandro, día a día, se fortalecía, les permitía comunicarse sin palabras, y no sólo entre ellos, sino también, con otros seres, entre los que estaba Etelvina, por eso fue que, como ya expuse, desde la distancia pudieron verla y saber lo que sentía, cosa que nuestros antepasados salvajes, también podían hacer, y tal capacidad se perdió cuando, producto de la civilización, se fue sistematizando el uso de la palabra, fue ahí que se atrofió nuestra capacidad de comunicarnos sin ellas, capacidad que suele denominarse: telepática, y cuando la misma, que nos permite entrar en contacto con otros, mediante la transmisión de imágenes, sonidos y sentimientos, sin necesidad de intermediarios tecnológicos, en alguien, se manifiesta, los civilizados/cientificistas/racionalistas (que es otra manera de decir: FORROS DE MIERDA), lejos de maravillarse y pretender entenderla, lo que hacen, es negar su existencia e incurrir en la crítica ad hominen, ya que no sólo desacreditan la posibilidad de que el fenómeno exista, sino que además, por intolerancia, invariablemente intentan desacreditar (y hasta humillar) a las personas que el mismo, experimentan.
   Lo débil de la capacidad de relacionarse con los demás, que resulta NECESARIAMENTE de  la civilización, se revierte con el cultivo del salvajismo, que permite hipertrofiar a nuestra capacidad telepática, resolviendo problemas que mediante las palabras, son irresolubles, ya que por más que con ellas, se suela pretender transmitir sentires, nunca se logra del todo, resultando esto en malos entendidos crónicos, generadores de conflictos de consecuencias, muchas veces, trágicas; cuando dos (o más) partes en conflicto se comunican telepáticamente, cada una de ellas logra sentir lo que la otra, siente, es entonces que la animosidad es depuesta y lo que sobreviene es el intento de ambas, de aliviarse y curarse, recíprocamente; esto es lo que INEVITABLEMENTE ocurre, ya que la telepatía, propia del salvajismo, como ya más o menos expresé, lleva a que quienes la posean, hagan del sentir ajeno, un sentir propio.
   Etelvina se estaba salvajizando… cuando dejó los estudios universitarios, se empezó a acercar a la senda del salvajismo… sin haberlo sabido, al conocer a Mora y a Leandro, había dado un paso más, pero ya no, hacia una superficie salvaje sólida, sino hacia un abismo que la hacía sentirse en una caída que no sabía cuándo terminaría, pero que sin dudas, la alejaba de la civilización, haciendo de ella, alguien que estaba en este mundo, sin ya ser de este mundo, lo cual, por supuesto, era también aplicable a Leandro y a Mora, cuyo tránsito por la senda del salvajismo, los llevaría inevitablemente a reencontrarse con Etelvina.

Conchetitud = civilización = (mejor no digo a qué equivale esto último)

   Esos días que Etelvina pasó junto a sus tíos y a su prima Sofía, en su lujosa casa, serían los últimos que pasaría en una vivienda concheta, ya que si bien, la condición de pobre no es constitutiva de virtud, tampoco lo es la de concheto, dado que la conchetitud es contraria al salvajismo necesario para la realización ética, personal y espiritual, de ahí que de tal ámbito, por estar su salvajismo, en pleno desarrollo, se empezara a alejar.
   Hizo bien.

   Seguí adelante, Etelvina.

lunes, 17 de marzo de 2025

(Serie: M & L; cap. 6) Dos jóvenes modernos y una dama de otros tiempos (cuento) - Martín Rabezzana

Sexto capítulo de la serie que di en llamar: "M & L" (por sus protagonistas: Mora y Leandro), la cual, se inicia en mi cuento: "Casa montonera", publicado en mi libro: "Material subversivo".

-Palabras: 3.538-

Año 2004; días antes del hecho: “Madariaga”.

   Mora y yo, estábamos una noche comiendo pastas en el restaurante “Justo Brandzen”, situado en Almirante Brown y Brandsen, de Ciudad de Quilmes, lugar que se encuentra a no muchas cuadras de la casa en que entonces, residíamos; tras la cena concluir, decidimos pedir una copa de licor Mariposa; antes de yo llamar al mozo para hacer el nuevo pedido, mi novia se levantó de la silla que ocupaba, que estaba frente a mí, y la puso a mi lado; una vez sentada junto a mí, me besó. Nos besamos y nos abrazamos; en eso, Mora, tras ver a una muy atractiva mujer de pelo claro ondulado, que desde su asiento frente a la barra, con insistencia nos dirigía la mirada, tras aflojar un poco el abrazo, me dijo:
   -Mirá disimuladamente a la mina de la barra.
   Yo la miré y dije:
   -La veo. ¿Qué pasa?
   -Pasa que… ¡te tiene unas ganas!
   -¿Estás segura de que es a a mí, a quien le tiene ganas?
   Entonces Mora volvió a mirarla y después me dijo:
   -Segura no estoy, pero…
   Entonces la mujer (que muy bien arreglada, estaba) se acercó a nuestra mesa y nos dijo:
   -¡Hola! Estoy esperando a mi novio, y no llega… ¿podría quedarme con ustedes hasta que llegue?
   -Sí, claro -dije yo.
   Mora dijo:
   -Acercá una silla y sentate.
   Entonces la mujer, hizo justamente eso; después dijo:
   -Me llamo Etelvina.
   -Yo, Leandro -dije.
   -Yo, Mora.
   Entonces la mujer, que era joven pero bastante más grande que nosotros, que contábamos con poco más de veinte años y ella, con una década más, sacó una cajita de cigarrillos GITANES, y nos ofreció:
   Mora dijo:
   -No gracias.
   -No fumamos; somos modernos -dije yo.
   -Aaahh… son modernos; yo soy más de otros tiempos -y llevó un cigarrillo a sus labios.
   Antes de que lo prendiera, yo le dije:
   -No permiten fumar acá; si querés, podemos ir a una mesa de fuera.
   -Bueno -dijo ella.
   Entonces yo le avisé al mozo que nos trasladaríamos a una mesa sobre la vereda, poco después, hasta la misma se acercó, y tras acomodarnos en las sillas, a Etelvina le dije:
   -¿Nos acompañás con un licor Mariposa?
   -Sí, por supuesto.
   -Tres copas de licor Mariposa, por favor -le dije al mozo.
   -Enseguida -dijo, y poco después, nos llevó el pedido.
   Los tres tomamos el licor Mariposa mientras hablamos de diversas cosas; Etelvina, mientras fumaba uno de los dos cigarrillos que durante nuestro encuentro, fumaría, nos contó que se había decepcionado de una carrera universitaria que años atrás, había empezado, al advertir que lejos del ámbito académico, formar seres pensantes, del mismo egresan individuos totalmente dogmatizados que le atribuyen un carácter de verdad absoluta, a cualquier cosa que en el ámbito mencionado, les han enseñado, y lo que ahí se aprende, es base de las sociedades actuales que son cualquier cosa, menos positivas. Fue por considerar que de concluir su carrera, se volvería un instrumento más de este espantoso sistema social, que decidió abandonarla.
   -Hiciste bien -le dije yo -después agregué: -Y desde entonces, ¿qué rumbo emprendiste?
   Tras varios segundos de silencio, ella dijo:
   -Desde entonces… ando sin rumbo.
   Mora dijo:
   -No digo que sea lo ideal, pero es mejor andar sin rumbo que transitar un camino que uno sabe equivocado… Nosotros también hemos andado sin rumbo durante algún tiempo, por eso, por experiencia te puedo asegurar que cuando hacés eso, tarde o temprano, el instinto, que NUNCA se equivoca y que, aunque atrofiado por la civilización, existe en todo ser humano, se fortalece, y cuando eso pasa, el camino previamente invisible, se hace visible y la incertidumbre respecto de hacia dónde tenés que dirigir tus pasos, se termina.
   Etelvina sonrió y pasó a contar diversas cosas de su vida, y nosotros, de las nuestras; tras una media hora, la mujer miró su reloj y dijo:
   -Mi novio sigue sin llegar… 
   -Te bancamos un rato más -dije, y viendo que los tres ya habíamos terminado nuestras copas de Mariposa, le pregunté a Mora y a Etelvina, si querían otra; ambas dijeron que sí, y así fue que pedí una nueva ronda del licor que consumimos mientras, alegremente, seguimos conversando.
   Étel dijo:
   -Mi novio me está haciendo pagar con su demora, por haberme querido volver antes de tiempo de una cabaña de una isla del Tigre que la semana pasada, alquiló, y me quise ir porque… bueh… no sé si contarlo porque tal vez no me crean.
   -Sí, dale; contá -dijo Mora.
   -Bueno… resulta que en ese lugar, a la distancia se escuchaban diversos ruidos; claramente oí varias veces, relinchos, alrededor de nuestra cabaña, y tras salir de la misma, me encontraba con que no había caballos por ninguna parte; una noche, en una de esas veces que salí a caminar por una zona de arboledas, estando mi novio durmiendo, se me acercaron varias luces que me rodearon, y me re asusté… sé que la explicación racional va por el lado de la consideración de que ciertas materias presentes en la tierra, al descomponerse, pueden inflamarse y generar algo como lo que yo vi, pero no me explico por qué esas luces no ascendieron o siguieron la dirección del viento, ya que lo que hicieron fue rodearme y quedarse estáticas para después seguirme durante varios segundos, mientras corría; al volver a la cabaña, se lo conté a mi novio y él me dijo que me lo había imaginado, pero yo sé que no fue así, la cuestión es que ese mismo día, le dije que me quería ir, y por más que me insistiera con que nos quedáramos, no había manera de convencerme;… desde entonces está un poco enojado conmigo.
   Mora dijo:
   -Obvio que te creemos… A nosotros nos consta que existe mucho más que lo que puede explicarse del modo llamado “racional”.
   Tras escuchar lo contado por Etelvina, yo conté lo siguiente:
   -A fines de los 80, cerca de acá, en Guido casi esquina Yrigoyen, había una playa de estacionamiento de algún negocio que había a la vuelta, y a la misma, que tenía algo de pasto, con chicos del barrio, a veces íbamos a jugar; una tarde muy nublada, yo estaba con mi hermana, que era más grande que yo, y una amiga de ella, que era más grande que yo y más chica que ella, que tenía cierto retraso intelectual; de pronto, no muy lejos de la copa de un muy alto árbol que en la vereda de enfrente, estaba, apareció una luz blanca y después, roja; después pude ver que era parte de lo que parecía ser un objeto de esos que llaman: “no identificados”, y nos recontra asustamos.
   Etelvina dijo:
   -Yo no me asustaría de eso, porque me encantaría ver una cosa así.
   Yo dije:
   -Yo tampoco me asustaría de eso ahora y creo que ni siendo chico como era, me habría asustado, si no fuera porque el objeto iba y venía en dirección a nosotros, como si se estuviera por caer, así que… el miedo que tuvimos, lo habríamos tenido aun si se hubiera tratado de un avión, ya que si desde no muy lejos, ves a un avión volar en tu dirección y sentís que se está por caer y que te va a aplastar, tranquilidad, no podés tener.
   Entonces Etelvina, que con ojos muy abiertos, me miraba (hermosos ojos), evidenciando así que la historia, mucho le había interesado, dijo:
   -Ah, bueno… siendo así… yo también tendría miedo.
   Mora, que también estaba absorta en lo que contaba y que escuchaba por vez primera, mi relato sobre mi “experiencia cercana del primer tipo”, ansiosamente me preguntó:
   -¿Y qué pasó después?
   -Después de no sé cuánto tiempo, fuimos con mi hermana corriendo tras su amiga, que había entrado en pánico total y había corrido en cualquier dirección… pobre.
   -¿Y la encontraron? -preguntó Étel.
   -Sí, y la acompañamos hasta la casa… para ese momento, el objeto ya se había ido.
   -Uaaaaauuu, che… ¡qué historia! -dijo Mora; ¿cómo no me la habías contado?
   Yo dije:
   -Y, porque con mi hermana, juramos no decir nada, porque… ya saben lo que pasa cuando se cuentan estas cosas; si sos chico, te acusan de ser mentiroso, y si sos grande, de estar loco, así fue que mi hermana me hizo prometer que a nadie se lo contaríamos, pero de más grande ella rompió la promesa que había propuesto, dado que se lo contó a conocidos suyos, y yo, la rompí recién ahora… 
   La conversación entre Etelvina, Mora y yo, siguió una media hora más; durante la misma, nuestra invitada se mostró muy contenta por nuestra compañía y nosotros también lo estábamos por la de ella.
   Ya había pasado poco más de una hora desde que Etelvina se había acercado a nosotros; entonces yo dije:
   -Parece que tu novio no va a llegar…
   Ella dijo:
   -Sí que va a llegar… por lo enojado que quedó conmigo por lo que ya conté, esto me lo esperaba; la vez anterior que salimos, me hizo esperar casi dos horas, pero si no llega, mejor.
   -¿Por qué, “mejor”? -pregunté yo.
   -Porque prefiero irme con ustedes.
   Y tras unos segundos de silencio, en que tanto Mora como yo, intuimos de qué tenor sería la respuesta, mi novia le preguntó:
   -Y… ¿adónde pensás que vamos?
   La mujer, sin dudarlo, respondió:
   -Espero que… a la cama -y tras algunos segundos, durante los cuales, sensualmente pasó su lengua sobre sus labios (hermosa lengua y hermosos labios), agregó: -Me muero de ganas de estar en el medio de ustedes.
   Entonces Mora, que se encontraba sentada junto a mí, acercó su rostro al mío y ambos, casi al unísono, sin vacilar siquiera un segundo, de lado a lado, movimos la cabeza; tras esto ocurrir, Mora le dijo:
   -Gracias Étel, pero… no.
   Yo le dije:
   -No hay lugar para nadie entre Mora y yo.
   -Y NUNCA lo va a haber -mi chica agregó.
   Seguidamente, llamé al mozo para pagar la cuenta, y cuando hube pagado, besé en la mejilla a Etelvina, lo cual, también hizo Mora, y de ella nos despedimos con un “chau”, que para mi novia y para mí (a diferencia de para Étel), tuvo sabor a amor eterno, ya que la seguridad de la no necesidad de nadie más, que ambos sentimos cuando dicha atractiva mujer, nos propuso sumarse a nuestra intimidad, nos demostró, una vez más, que nuestra unión, lejos de partir de una atracción física, partía de una atracción álmica que físicamente se manifestaba y que con cada contacto físico que hacíamos, se intensificaba.

   Por la calle Brandsen caminamos, Mora y yo, las cuatro cuadras que nos separaban de Yrigoyen, calle en la que doblamos a la izquierda y una vez ahí, caminamos una cuadra más hasta la calle Matienzo, en donde doblamos a la derecha hasta llegar a la altura 30 (aproximadamente), que es en donde se encontraba la casa que entonces, compartíamos.
   Durante el camino, Mora me dijo:
   -Muy simpática, Etelvina… re buena onda; podría haber sido una gran amiga de ambos, si no hubiera querido meterse en nuestra cama.
   Yo dije:
   -¡Síiii!, una mina bárbara;… por ahí podríamos haberle propuesto ser amigos.
   -Naaahh… esa de: “seamos amigos”, dicho a alguien que por uno está más caliente que una tarde de verano en el Sahara, NO-VA, y esa mina estaba que volaba de fiebre por nosotros.
   Yo me reí y dije:
   -Tenés razón; le salía humo por todas partes, y no era por los cigarrillos.
   Mora se rió y después me preguntó:
   -¿A vos te gustó, físicamente, Etelvina?
   -Sí, está muuuy fuerte, pero comparada con vos… es la nada misma;… ¿Y a vos? ¿Te gustó?
   Entonces Mora, tras reírse levemente, dijo:
   -Bueno… ¿qué querés que te diga?… Mal no está, pero... con total honestidad, te digo lo mismo que vos me dijiste a mí: comparada con vos… es la nada misma.
   Entonces, sin dejar de caminar, desde un costado, la abracé.

La …... perfecta

   Unos cien metros antes de llegar a la vivienda, Mora me dijo:
   -¿Sabés de qué tengo ganas?
   Yo, irónicamente dije:
   -No… ¡no tengo ni idea!… ¿De qué podrá tener ganas, Mora?
   Ella se rió.
   Nada dijimos en la cuadra y media que nos faltaba recorrer para llegar a nuestra vivienda; una vez que ingresamos a la misma, cerré la puerta con llave y cuando me dispuse a prender la luz, Mora me lo impidió tomándome de las manos para seguidamente, besarme en los labios; un buen rato duró ese idílico beso durante el cual, ella habitualmente me mordía la lengua como pidiéndome que hiciera lo mismo con la de ella, lo cual, yo hacía; el largo e intensísimo contacto ya mencionado, fue interrumpido por Mora cuando llevó sus manos a las tiras sujetadoras del vestido que tenía puesto, dejándolo así, caer al piso; una vez esto ocurrido, se sacó la prenda superior, que a sus pechos, cubría, y yo se los besé; acto seguido, nos acercamos a un sillón, y como si el sexo oral que mi amante pretendía que le realizara, fuera una necesidad imperiosa e incontenible (ella jamás diría que no lo era), en pos de sentir cuanto antes el contacto entre mi lengua y su vagina, no se sacó la bombacha (lo cual, le habría tomado segundos que en su libidinoso sentir, habrían equivalido a largas horas), sino que se la hizo a un lado, con dedos de su mano izquierda, para seguidamente subir el pie derecho al sillón, invitándome así, a pasar por su zona íntima e hipervellosa, mi lengua. Tras arrodillarme, así lo hice ininterrumpidamente durante casi dos minutos, hasta que el jadeo que Mora había iniciado ni bien puse mi lengua sobre su sexo, se transformó en grito estentóreo en el mismo momento en que el líquido que de su interior, con violencia extrema, egresó, me empapó la boca y el rostro; entonces levanté la vista y miré a mi chica, que ampliamente sonreía; yo seguí lamiendo esa concha oscura, hermosa… PERFECTA (hermosa, oscura y PERFECTA, como el resto de esa AMERICANA MUJER), hasta que Mora se agachó y me abrió el pantalón para seguidamente chuparme la pija con un tremendo frenesí que tuvo ya desde la primera vez que me lo hizo, pero que cada vez que lo hacía, parecía intensificarse; tras un buen rato de ella practicarme sexo oral, con mis manos sobre sus antebrazos, la llevé a levantarse y tras poner mi mano izquierda sobre sus nalgas y la derecha, sobre su espalda, la levanté y la llevé hasta nuestro dormitorio sobre cuya cama, la deposité para posteriormente poner una de sus piernas sobre uno de mis hombros, y penetrar su fragrante, rica (RIQUÍSIMA), preciosa y SUBLIME, vagina, cuya oscuridad era mayor a la de la noche más tormentosa y envolvente, y en cuyo interior, yo anhelaba perderme para nunca ser encontrado.
   Tras varios minutos de cópula furiosa en distintas posiciones, dentro de Mora, eyaculé, y junto a ella, me acosté.

Trance y post trance

   Tras hacer el amor, Mora quedaba como en trance, cual si la inseminación la anestesiara, de ahí que el intento de hablar con ella, en los primeros minutos posteriores al sexo, fuera infructuoso; acostumbrado a eso, yo aprovechaba esos minutos para ducharme; cuando salí de la ducha, volví a acostarme junto a ella; entonces ella dijo:
   -En la década de 1950, muchos argelinos se organizaron política y militarmente para combatir a las autoridades francesas que en 1830, habían conquistado a su país perpetrando masivamente: torturas, violaciones y asesinatos, contra la población;... El movimiento político-militar independentista más importante, fue el del Frente de Liberación Nacional, que estaba compuesto en gran medida por personas extremadamente autoritarias que no sólo combatían a las autoridades francesas, sino también a otros grupos independentistas, y así lo hacían porque el FLN no quería liberar a Argelia de los franceses para dar lugar a una apertura democrático-representativa, sino para imponer su propio gobierno; esto resultó en que muchos militantes de otras agrupaciones independentistas, al verse perseguidos por el FLN, suspendieran temporalmente sus ansias de independencia, y apoyaran al gobierno francés, ya que para ellos, que estaban siendo masacrados por sus propios compatriotas del FLN, el colonialismo era entonces, el mal menor; en fin… los años pasaron y tanto el FLN como las fuerzas represivas de Francia, cometieron toda clase de atrocidades, y, en 1962, se dio finalmente la independencia de Argelia de Francia, fue entonces que el FLN impuso un gobierno muy autoritario que ordenó la expulsión de franceses y sudopas en general, junto a sus descendientes, ya que se los acusaba de haber estado a favor del colonialismo francés, que a ellos los beneficiaba, porque las autoridades francesas tenían hacia ellos, un trato preferencial (aunque no todos ellos hayan defendido al colonialismo); también se expulsó a argelinos pregálicos, por el mismo motivo; una vez que fueron expulsados, la mayoría de ellos fue a Francia, y aquellos que habían apoyado al colonialismo francés, el gobierno les hizo un reconocimiento, pero no así, la población francesa general, dado que a esa altura de los tiempos, el colonialismo, salvo para los que fueran de extrema derecha, no era un motivo de orgullo, sino de vergüenza, de ahí que se calcule que durante la guerra de Argelia, el 75 % de los franceses estaba a favor de la independencia de dicho país;... como ya dije, los argelinos que fueron de Argelia, expulsados, acusados de haber apoyado al colonialismo, fueron mayoritariamente a Francia, y allí, su población no derechista, los recontra discriminó… esto llevó a que fueran parias en Argelia tanto como en Francia… y no sólo fueron por los no derechistas, discriminados, sino también por los de derecha;… ...Los franchos de derecha, por ser la derecha, xenófoba por naturaleza, también los discriminaron, aun cuando pensaran que habían peleado en defensa del colonialismo francés, al punto que en los años ‘60, en el río Sena, solían aparecer cadáveres de argelinos asesinados y previamente, torturados, por grupos franceses de extrema derecha... -y tras hacer una larga pausa que no interrumpí, Mora continuó diciendo: -El plan represivo de la última dictadura, lejos de haberse improvisado, había sido aprendido por los militares argentinos de los militares franceses, cuando en 1957 vinieron al país para instruirlos en la aplicación de los métodos contrarrevolucionarios que estaban en ese momento, aplicando en Argelia; los mismos incluían la realización masiva de secuestros, torturas, violaciones, saqueos de bienes de los sospechados de ser revolucionarios, subversivos o “comunistas”, en pos de obtener delaciones que llevaran a más secuestros, torturas, violaciones, saqueos de bienes, y en muchos casos, también a asesinatos y desapariciones de cuerpos;… paradójicamente, esa “Escuela Francesa”, que formó no sólo a los militares argentinos que en los 70, aplicaron dichos métodos, sino también, a muchos otros militares de otros países americanos, a la Argentina llegó en 1957, durante la autoproclamada “Revolución Libertadora”, dictadura cuyos integrantes habían derrocado a Perón, justificando su accionar en su acusación al presidente derrocado de ser un tirano antidemocrático y además (desde la perspectiva de ellos, “comunista”), y para terminar con la tiranía, no tuvieron mejores ideas que las de bombardear a la población, aquel 16 de junio de 1955, causándole la muerte a cientos de personas y dejando heridas, a muchas más, y además, la de que las Fuerzas Armadas argentinas debían ser formadas en la imposición de la represión ilegal, más brutal… ...Todo esto, lejos de terminar con la adhesión de la población a Perón, que ya era masiva, la incrementó, ya que a partir de esa dictadura, muchos de los que hasta entonces, eran antiperonistas o neutrales, al llegar el nuevo gobierno, que no sólo era represor, sino además, regresivo en materia de desarrollo económico y cultural, se volvieron peronistas… fue así que se fue conformando una generación combativa que tenía a Perón, por figura idealizada, por cuyo regreso al país, peleó, y…
   Entonces Mora se sumió en un largo silencio que me llevó a decirle:
   -¿Por qué me contás todo esto?
   -Porque si bien, mucho de esto lo sabés, por haber sido parte de la generación a la que acabo de referirme, de nada de esto te acordás… El ser parte de esa generación, nos llevó a ser militantes revolucionarios en los 70, y esas versiones nuestras previas a éstas, siguieron un camino que, con grandes diferencias, inevitables por el cambio de los tiempos, debemos seguir transitando, y para que entiendas el por qué del camino que ya reemprendimos al reencontrarnos, tenía que recordarte estas cosas de nuestro pasado.
   Tras un rato de silencio, le pregunté:
   -Y… ¿qué acciones debemos realizar, en línea con el rumbo que emprendimos en nuestra existencia anterior?
   -No te lo puedo decir.
   -¿Por qué?
   -Porque todavía no lo sé, lo que sí sé, es que cuando el momento de actuar, llegue, lo que debemos hacer, nos será revelado.
    Entonces yo, tras escuchar su respuesta, abracé fuertemente a esa AMERICANÍSIMA MUJER, y le dije:
   -Lo que me pidas que haga, yo lo voy a hacer, Mora.
   Seguidamente la besé en los labios. Me besó. Nos besamos, y ella puso su mano derecha en mi entrepierna… lo que siguió fue… algo que ameritaría un rato después, una nueva ducha que junto a Mora, me daría.