-¿Sabés por qué
me peleé con mi novia? Porque despilfarraba la plata en adivinos; es de creer en esas boludeces, y lo
raro es que es una persona inteligente, culta, pero tiene ese lado necio,
tonto, infantil… no sé cómo llamarlo, que la hace creer en lo místico.
Su amigo le
dijo:
-Pará un poco que te vas a pelear también conmigo porque yo también creo en lo místico.
El no creyente
lo miró sorprendido y tras unos segundos, le dijo:
-¿Vos creés en
esas cosas? Pero… ¡Vos estás instruido en diversos campos científicos! Lo
racional, lo científico, es inconciliable con lo místico... ¿No creés que es
para gente intelectualmente débil ese tipo de cosas?
-No; tenemos dos
hemisferios cerebrales; el izquierdo es el racional y el derecho, el emocional;
la gente más fuerte es la que ejercita ambos, no la que ejercita sólo uno, pasa
igual que en lo físico; por ejemplo, imaginate a alguien que entrena con pesas
sólo un lado del cuerpo. Sin duda va a ser menos fuerte que alguien que entrene
ambos lados, de hecho aquel que entrene sólo uno, va a lesionarse gravemente
por la falta de equilibrio en el esfuerzo; a nivel cerebral pasa igual; está
muy bien ejercitar el intelecto que se encuentra en el hemisferio cerebral izquierdo,
pero si no ejercitás también el derecho (el emocional), vas a tener problemas
graves por producir el desarrollo desmedido de un sólo lado, un desequilibrio.
Esos problemas son, entre otros, la tristeza, la furia y la intolerancia, de
ahí la falta de compasión que suele darse entre los científicos que los lleva a
conducirse abusivamente con las demás especies y hasta con la propia, y las
creencias místicas se desarrollan en el lado derecho del cerebro que vos
indirectamente despreciás al despreciar a lo místico, y desarrollarlo es muy
positivo; te permite ser tolerante como no podés serlo de desarrollar desmedidamente
el lado izquierdo, y respecto a lo supuestamente inconciliable de lo científico
con lo místico, te digo que según el consenso científico, el universo está en
infinita expansión, por lo que en una infinitud universal, las posibilidades de
lo existente son infinitas y entre ellas está la capacidad de ver el futuro… Yo
creo que TODO es posible, de ahí que las artes adivinatorias sean para mí,
válidas.
El no creyente
fanático le dijo:
-Ya que creés en
esas cosas, explicame lo siguiente: en el caso del tarot, ¿cómo puede ser que
ante la misma pregunta formulada dos veces salgan cartas distintas? Porque yo
una vez acompañé a mi novia a lo de una tarotista y tras preguntarle sobre su trabajo,
le tiró las cartas y le dijo varias cosas que (según mi novia) le terminaron
pasando, pero para mí que fue una casualidad porque yo le pedí que volviera a
tirar las cartas para responder a la misma pregunta, lo hizo y salieron otras,
sin embargo le dijo lo mismo; eso demuestra lo absurdo del tarot ya que si no
lo fuera, tras una determinada pregunta repetida, saldrían siempre las mismas
cartas.
Su interlocutor,
con calma le respondió:
-Si la persona
de verdad sabe del tema (ya que hay muchos que dicen saber pero en realidad no
saben), el resultado de las diferentes tiradas tras la misma pregunta va a ser
el mismo pero las cartas no van a ser necesariamente las mismas porque cada una
tiene un valor numérico distinto, por lo que el mismo resultado puede darse
tras la suma de diversos números; por ejemplo, el resultado "cinco", puede ser
el de la suma de dos cartas si una tiene el valor numérico de 3, y la otra, de
2. Puede también darse si se suman tres cartas de las cuales una tenga el valor
numérico de 1 y las demás, de 2, etcétera; es así como se obtiene el mismo resultado con
números distintos, y es así como en las tiradas de cartas realizadas por
alguien que en serio sabe, se repite el mismo resultado numérico en diversas
tiradas tras la misma pregunta, y es bastante más complejo el asunto ya que no
sólo se suman números; al igual que con un problema de matemáticas, a veces se
requiere restar y dividir, pero si no estudiás el tema no podés saber si la
persona que lee las cartas sabe en serio o si está mandando fruta.
El no creyente
lo miró sorprendido ya que en su amigo esperaba encontrar a un aliado de su no
creencia fanática dado que él consideraba al desprecio de lo místico, propio de
toda persona inteligente, de ahí que a partir de lo por él dicho, empezara a
dudar de su inteligencia que, sin embargo, según el concepto general de la
misma, era incuestionablemente grande.
El fanático de
la no creencia le dijo a su amigo:
-No me esperaba
de vos todas estas pavadas, pero bueh; dejémoslo acá porque no me quiero pelear
con vos también;… Me voy; chau.
-Chau -le
respondió su amigo.
Y mientras se
iba del bar en que estaban, el fanático de la no creencia tuvo el mismo
pensamiento sobre su amigo que su amigo tuvo de él: "pobre tipo".
Como a la semana,
el no creyente fanático seguía pensando en el tema de las artes adivinatorias
de modo obsesivo, lo cual es normal entre los fanáticos de la no creencia ya
que paradójicamente, esas personas hacen de aquello a lo que desprecian, el
centro de sus vidas, es decir, aquello a lo que consideran absurdo en materia
de creencias ajenas, es a lo que más tiempo le dedican haciendo así un absurdo
de sus propias vidas, y ese descreimiento extremo e intolerante, esconde una
necesidad emocional de alcanzar un lugar de superioridad respecto a otros, y si
uno está continuamente buscando tal lugar de superioridad, es porque
continuamente se siente inferior, de ahí que cuanto más una persona tiene la
necesidad de expresar su condición de no creyente y de persuadir a los demás de
lo absurdo de las creencias místicas, más evidencia la crisis emocional
profunda que atraviesa constituida por un sentir de inferioridad; del sentimiento
de inferioridad en una persona no existir, no se daría en ella necesariamente
la aceptación de las creencias místicas pero sí se daría al menos, la
indiferencia hacia ellas. La cuestión es que el no creyente le echaba la culpa
a una adivina por la separación de su novia ya que creía que ella le había
aconsejado dejarlo, por lo que fue a verla a su consultorio y muy enojado
(estado casi único de los fanáticos de la no creencia mística), golpeó a su
puerta; tras ella abrir, le dijo:
-¿Sabe que me
peleé con mi novia por su culpa?
La mujer dijo:
-Se equivoca,
pero… pase y hablemos tranquilos.
El no creyente
le dijo:
-Si ella no
hubiera hablado con usted, seguro que seguiría conmigo.
-Yo nunca le dije
que lo dejara, lo que ocurre es que ella está evolucionando espiritualmente y
eso la lleva a alejarse de las personas negativas, y no quiero con esto
ofenderlo, sino explicarle por qué ella se fue de su lado; si usted se lo
propone, puede cambiar, y no le digo que acepte creencias espirituales como las
que ella tiene, sino que trate de respetarlas en vez de estar todo el tiempo
tratando de convencer a los demás de lo supuestamente absurdo de ellas, ya que
esa forma de ser, es intolerante, y la intolerancia es una negatividad que
lleva a que quienes buscan la positividad, se alejen de quien la irradie, por
eso mientras usted no cambie, ella no va a volver a ser su novia; si se
esfuerza por ser tolerante, su relación puede recomponerse, pero mientras siga
siendo así, le va a ser literalmente imposible estar con ella porque la fuerza
universal en la que ella buscó envolverse, la protege y le va a impedir a usted
acercársele.
El tipo se rió
levemente y dijo:
-¿Ah sí? O sea
que si me acerco a ella su ángel de la guarda me va a atacar, ¿o algo así?
La mujer dijo:
-No exactamente,
pero… algo así;…. Escuche muy bien: si usted intenta acercarse a ella van a
haber señales que le indicarán que no debe hacerlo, la primera va a ser el
agua, la segunda, la electricidad, la tercera, la oscuridad y la cuarta y
última, un avión; cuando usted vea a un avión de frente, su vida correrá serio
peligro; dé marcha atrás y así podrá salvarse, pero mejor sería que desistiera
de verla ante la primera señal.
El tipo la miró
con expresión de burla y le dijo:
-A ver si
entendí bien: las señales de que la energía universal de mi novia la protege
de mí van a ser el agua, la electricidad, la oscuridad y un avión.
-Exactamente.
El tipo se
mordió el labio inferior en señal de descreimiento y sin decir palabra, se fue.
Una tarde de esa
misma semana, el no creyente fanático decidió buscar a su ex novia para
convencerla de volver con él, pero cuando estaba por salir de su casa, una
lluvia torrencial se desató, entonces pospuso la salida; ya habían pasado
varios días desde que había hablado con la adivina y no recordaba exactamente
cuáles eran las señales que ella le había dicho que tenía que tener en cuenta;
no hizo el menor esfuerzo por recordarlas ya que le parecían propias del absurdo
místico, por eso no reconoció en la lluvia a la primera señal; cuando la misma
disminuyó, ya era de noche; salió de su casa para subirse a su auto
y cuando intentó encender el motor, no lo logró; se bajó del mismo y levantó el
capot; la batería estaba agotada, por lo que, tras varias malas palabras
pronunciadas, llamó desde su celular a un remís para que lo llevara hasta la
casa de su ex novia; el remís llegó, subió al mismo y ocurrió que a mitad del
camino el remisero se puso a maldecir; el no creyente fanático dijo:
-¿Qué pasa?
Y mientras
señalaba hacia fuera, le dijo:
-Mirá; hay un
corte de luz general; era esperable con la terrible tormenta eléctrica que hubo
y que seguramente va a continuar esta noche.
Fue entonces que
el no creyente empezó a recordar vagamente cuáles eran las señales de las que
la adivina le había hablado, pero siguió no dándoles importancia.
Cuando llegaron
a la calle en donde estaba la casa de su novia, el remís estacionó en la vereda
de enfrente de la misma; el no creyente fanático le pagó al remisero y cometió
la imprudencia de bajar del auto sin mirar hacia atrás por el lado de la calle
en vez de bajar por el lado de la vereda; un camión con acoplado lo pisó
causándole la muerte; en la vereda de la casa de su novia, justo enfrente de
donde el remís estacionó, había un panel callejero de publicidad en el que
había un póster de una compañía aérea que invitaba a las personas a utilizar sus
servicios; en el mismo se veía a un avión de frente en primer plano.