jueves, 21 de agosto de 2025

Corré, Daniela… ¡CORRÉ! (cuento) - Martín Rabezzana

-Palabras: 3.828-
Este cuento es parte de mi último libro, que es el número 24, llamado: "Vía dolorosísima"; les dejo el enlace para el PDF del mismo: https://drive.google.com/file/d/1h554yuvkWK9qen-NwSSl_kNmDVj0mZHp/view?usp=drive_link

Credos, dogmas y… más cosas

   Como es sabido: como parte fundamental del credo derechista argentino, hay una “verdad absoluta” según la cual, el último golpe de estado que en el país se dio el 24 de marzo de 1976, tuvo como objetivo salvar al “pueblo” de la “guerrilla apátrida”, cuando en realidad, su objetivo fue el de imponer un plan económico liberal favorecedor del poder económico concentrado que estaba en peligro, sí, pero no por causa del accionar guerrillero, sino por el altísimo grado de organización que el “sindicalismo combativo” había alcanzado en el primer lustro de la década de 1970, que le estaba ganando la partida a la “burocracia sindical”, que es la parodia del sindicalismo, ya que fue creada por los mismos patrones de las empresas, y es por esto que lo que realmente defiende, son privilegios empresariales.
   El sindicalismo combativo, que derivó en que en cada vez más fábricas y empresas de todo el país, los trabajadores se unieran en pos de luchar por la ampliación de sus derechos, resultó en aquellos años, en conquistas obreras tan significativas, que los grandes empresarios creyeron a su “derecho” a la explotación de sus empleados, en riesgo de vida, no siendo ésta, una creencia infundada, ya que el revolucionarismo entonces en boga, había llevado a muchos de ellos a buscar no sólo mejoras en lo que hace al ejercicio de sus actividades, sino además, control en la producción de la que eran parte, de ahí que los capitalistas financiaran a las Fuerzas Armadas y de “seguridad”, para que pusieran “orden”, lo cual, además de implicar la supresión del derecho a huelga y despidos masivos por motivos arbitrarios, implicó la represión más brutal a los trabajadores “molestos”, y dicha represión se hizo extensiva a quienes hubieran sido reclamadores de ampliación de derechos en el ámbito educativo secundario y universitario, de ahí la represión estatal contra personas no pertenecientes al ámbito laboral, siendo, no obstante, los sectores gremiales y sindicales combativos, los más golpeados por el terrorismo de estado iniciado años antes de la última dictadura y durante la misma, profundizado.
   No obstante haber tenido el terrorismo de estado por destinatarios en la gran mayoría de los casos, a personas ajenas a la lucha armada, a la hora de justificar la represión estatal, desde la derecha se mete a todas sus víctimas en la bolsa de la “subversión guerrillera”, es por eso que toda responsabilidad empresaria en el terrorismo de estado, desde la perspectiva derechista, haya sido inexistente, y así lo consideran los fachos (que suelen mayoritariamente autodenominarse “liberales” y/o de centroderecha), aunque haya fallos judiciales en que la participación empresaria, haya sido expuesta; por ejemplo, Ford, Mercedes Benz, Ledesma, Acindar y Loma Negra (por no citar más que a algunas grandes corporaciones cómplices del terrorismo de estado), eran empresas en las que los trabajadores habían alcanzado un muy alto grado de organización gremial y sindical, y cuando los reclamos sindicales llegaban al ámbito judicial, en cada vez más casos, los fallos eran favorables a la clase trabajadora, de ahí que a dichas empresas se les ordenara pagar indemnizaciones a sus empleados despedidos sin motivos fundados y/o, mejorar las condiciones laborales de ellos, cosa que implicaba para ellas, gastar cada vez más dinero… y, como estas conquistas obreras iban vertiginosamente en aumento, como ya expuse, el gran empresariado financió a los represores para que a las mismas, les pusieran un freno y las anulara. Fue así que empresas como las que mencioné, proveyeron a los represores, listas de empleados “problemáticos” que terminaron siendo secuestrados, torturados y en muchos casos, asesinados.
   La empresa Ford proveyó a los terroristas de estado, muchos autos modelos Falcon, para la realización de secuestros por parte de los llamados “Grupos de tarea” (incluso desde antes de la dictadura) y además, su propia planta en la localidad bonaerense de General Pacheco, para que oficiara de centro clandestino de detención en el cual, los propios empleados eran mantenidos cautivos y eran torturados.
   Otra cosa significativa que expone qué intereses, el gobierno militar, defendía, fue el hecho de que durante el mismo, se realizó una transferencia masiva de deudas contraídas por empresas privadas, al estado.
   Por todo lo ya expresado, insisto con que el que los milicos hayan dado el golpe de estado para terminar con la guerrilla, es un verso que conforma una falsedad, que en el credo facho local, constituye una verdad absoluta, no significando esto que los militares carecieran de voluntad de aniquilar guerrilleros, pero ocurre que para reprimir a quienes los derechistas llamaron “subversivos” (hubieran incursionado en la lucha armada o no), el golpe de estado no era necesario, dado que los gobiernos de iure anteriores al último militar (es decir, el de Lastiri, el de Perón y el de Isabel Martínez de Perón), habían ya ordenado a sus fuerzas, reprimir por fuera de la ley; esto llevó a la conformación de grupos parapoliciales/militares, como La Triple A, el Comando Libertadores de América y el Comando Anticomunista Mendoza; a esto hay que sumarle la acción de otros grupos de extrema derecha como la CNU y las patotas de matones que las burocracias sindicales, tenían, que perpetraron muchos crímenes que casi invariablemente eran atribuidos a la Triple A; aparte de esto, en 1975 el gobierno de Isabel Martínez de Perón, emitió decretos de aniquilación de la subversión, que facultó a los militares para literalmente: aniquilar a quienes consideraran “subversivos”, fue así que ellos, con la colaboración de las fuerzas de “seguridad”, a gran escala secuestraron, torturaron, violaron y robaron bienes de sus víctimas, ya desde antes de la dictadura; todo esto expone que la toma de la jefatura del estado por parte de los militares, tuvo por objetivo verdadero, imponer un plan económico mucho más extremo en lo que hace a la defensa del capital, que aquel que el gobierno al que derrocó, estaba aplicando, y para cosa tal, era imprescindible deshacerse de todos aquellos que pudieran presentarle oposición; ahora bien… HUBO GUERRILLEROS, que son la consecuencia lógica de un sistema basado en la explotación de unos contra otros, y si bien hicieron cosas que en muchos casos, fueron injustificables, como cuando, producto de sus acciones violentas, herían o mataban, a quienes no eran parte de la explotación ni la represión perpetradas por el estado, entre ellas, ¿por qué habría de estar, la represión a represores estatales?… Cuando esto, los guerrilleros, hacían, ¿eran reprobables?… ¿Qué hay que hacer con quienes, desde lugares de autoridad, disponen arbitrariamente de la vida ajena? ¿No habilita, cosa tal, a que otros, dispongan de la de ellos?… ¿No es acaso, justo, recibir lo que se da?
   Es habitual escuchar expresiones de tipo: “Ninguna forma de violencia es justificable, independientemente de dónde venga”, pronunciadas por personas que, en gran medida (o en toda ella), producto de un antropocentrismo absurdo, creen que no son violentas, por el sólo hecho de no agredir personas, cuando en realidad, ellas mismas son parte de un sistema de explotación de vida ajena que, no sólo incluye a la vegetal y a la animal no humana, sino incluso, a la humana misma; cualquier persona que se informe sobre cómo son hechos muchos de los productos que compra, podrá constatar su responsabilidad en la explotación extrema, no sólo de seres pertenecientes a otras especies, sino también, a la suya propia, y esas mismas personas que son partícipes de un sistema que lleva la violencia al paroxismo, ¡se creen pacíficas!, y más allá de lo injusto del sistema social, ocurre que todos estamos rodeados de vida microscópica que incluso, en el interior de nuestros propios organismos, existe, a la cual, con nuestra sola existencia, inevitablemente damos muerte sin siquiera advertirlo, de ahí que vivir sea matar y que, por consiguiente, la paz, en la vida, sea IMPOSIBLE; hay diversos grados de violencia en la vida, pero, al menos en este plano, LA NO VIOLENCIA, NO EXISTE; dicho esto, digo ahora que el hecho de que unos pocos acaparen lo que es de todos, deja a la mayoría en la necesidad y a merced de la minoría; si esto ocurre cuando lo que se monopoliza u oligopoliza, es la tierra y los medios de producción, ¿por qué habría de darse la excepción, cuando lo monopolizado es la violencia? La excepción, según mi criterio, no se da en este caso, de ahí que por ser el estado (que fue por los capitalistas, creado para defender sus privilegios), un ente que se autopercibe el único con derecho a ser monopolizador de la violencia, cualquier acción en contra de sus miembros, constituya un acto desmonopolizador, y dado que la violencia no puede ser evitada, pero sí, dirigida, ¿por qué no dirigirla hacia aquellos que uno considera que la merecen?… 
   Los guerrilleros desafiaron al monopolio estatal de la violencia que, como todo otro monopolio, acarrea consecuencias desastrosas para la mayoría, y el hecho de ir contra los monopolios, me parece válido, ahora bien, alguno me podrá decir que no tiene sentido reivindicar a quienes atacan a un monopolio, pero no para destruirlo, sino para controlarlo y volverse ellos, los nuevos monopolizadores, y que esto es lo que habrían hecho los guerrilleros de haberse hecho con el poder estatal (cosa que NUNCA estuvo siquiera cerca, de ocurrir), y es verdad… de eso haber ocurrido, habrían dejado de ser contrapoder y se habrían vuelto, poder oficial; es entonces que habría que haberse opuesto intransigentemente a ellos, pero… más allá de las consideraciones sobre si hay o no, justificación para desafiar al monopolio de la violencia del estado, desafío que los guerrilleros, realizaron, insisto con lo siguiente: los mismos no fueron producto de una generación espontánea, ya que fue el mismo sistema basado en la desigualdad de derechos, el que los creó; reprobar lo que hicieron, sin paralelamente reprobar al sistema que los creó, es ilógico, y esto es lo que hicieron los militares que ilegalmente los reprimieron, ya que a dicho sistema, no sólo lo defendieron, sino que además, lo fortalecieron.

Operación “Atlántica”

   A fines de diciembre de 1975, un grupo de 10 montoneros se dirigió a una propiedad situada en la localidad bonaerense de Pinamar, a la cual, con el objetivo de pasar las fiestas de fin de año, se había allegado con su familia, un alto funcionario del Ministerio de Bienestar Social, que era la institución estatal de la cual, procedían los fondos con que se financiaba a la temible organización de represores denominada: Triple A.
  Producto del trabajo de inteligencia realizado en los días previos, los combatientes sabían que el funcionario estaba custodiado por 6 sicarios de las Tres A, a los que, por supuesto, se debía también ajusticiar.
   Una vez muertos los custodios del exterior (que parecían ser cuatro, y estaban en dos autos estacionados en las esquinas de la casa), los combatientes planearon exigirle al funcionario, que se entregara; por estar su familia, en el interior de la vivienda, en pos de salvaguardar la integridad de sus seres queridos, suponían que lo haría y le ordenaría además, a los custodios que con él, dentro del domicilio, se encontraran (que se suponía que eran dos), que no abrieran fuego o que lo depusieran, de haberlo ya iniciado; una vez esto ocurrido, podrían llevárselo y ajusticiarlo en otra parte.

Llegada de los ajusticiadores

   Los 10 montoneros (8 hombres y dos mujeres), divididos en tres autos (un Citroen Ami 8, un FIAT 1600 y un Renault 12), llegaron al lugar.
   En la esquina de Avenida Eolo y De las Silfides, había un Torino en el que los montoneros suponían que habría dos represores, y en la otra esquina, que era la de la ya referida, Avenida Eolo y la calle De las Nereidas, otros dos, ocuparían un Falcon; la idea era que estos cuatro represores fueran acribillados por montoneros que iban en el Ami 8 y el Renault 12 (seis en total -tres en cada auto-), mientras los cuatro restantes, estacionarían el Fiat 1600 frente a la vivienda del funcionario (que estaba situada a mitad de cuadra), e ingresarían por el patio lateral, que tenía acceso desde el exterior.
   De estos cuatro combatientes (uno de ellos era Daniela), a la casa ingresarían tres; el cuarto, se quedaría en el vehículo en calidad de conductor.

Acción
   
   Una vez que los montoneros del Ami 8 y del Renault 12, se acercaron a los autos de los custodios, con ametralladoras Halcón y MP5, a través de las ventanillas, desataron tremendas ráfagas que habrían matado a los custodios, de ellos haber estado en los vehículos, pero ocurrió que los vidrios oscuros que los mismos tenían, sumado al hecho de que era de noche, no le permitió a los combatientes percatarse de que en el interior de los rodados, no había personas, sino maniquíes.
   Una vez los vidrios de los vehículos, totalmente destrozados por las balas, los guerrilleros dejaron de disparar, y, con sus autos detenidos unos metros delante de los autos de los custodios, advirtieron que en estos últimos, no había personas, pero no tuvieron tiempo de reconfigurar el plan, dado que lo que siguió a la concienciación por parte de ellos, de haber caído en una trampa, fueron ráfagas, que desde posiciones laterales a las de ellos, por sicarios de la Triple A, que de detrás de árboles, salieron, fueron efectuadas (dos de ellos dispararon contra el Ami 8 y otros dos, contra el Renault 12); estos disparos resultaron en la muerte de los seis montoneros; mientras tanto, Daniela y dos compañeros, tras estacionar el FIAT 1600 frente a la vivienda del funcionario, a la misma ingresaron y fueron recibidos a balazos por sus dos custodios; al montonero que se había quedado en calidad de conductor, se acercaron los dos represores que acababan de ejecutar a los guerrilleros del Ami 8, y lo acribillaron.
   Los tres montoneros que a la casa ingresaron por diversos lugares de la misma (todos portando armas largas), lograron matar a los dos custodios que en ella, había, tras un breve pero intenso, tiroteo, pero a su vez, uno de ellos recibió múltiples impactos que le causaron la muerte; en ese momento, el fuego se detuvo, y tanto Daniela como su compañero apodado “Fabián”, por no saber si quedara todavía algún custodio vivo, se mantuvieron ocultos tras dos sillones, y tras unos 30 segundos en que ningún ruido escucharon, Fabián le hizo una seña a su compañera incitándola a salir de su escondite, asumiendo que el peligro había ya pasado; uno de ellos debería subir a la planta alta para ajusticiar al funcionario (el otro se quedaría en planta baja, vigilando), pero fue que cuando salieron de detrás de los sillones, una bala de pistola impactó la mesa ratona frente a Daniela, y a ese disparo, le siguieron varios más, fue por eso que ella se arrojó al suelo y desde ahí, desató una ráfaga con su ametralladora FMK-3, que resultó en la muerte de quien les había disparado, que era el funcionario del Ministerio de Bienestar Social, que habían ido a ajusticiar; tras Fabián acercarse al cuerpo y constatar que el objetivo
había sido cumplido, se dispuso a retirarse del lugar junto a su compañera, pero entonces, desde detrás de ellos, nuevos disparos, que procedían de la parte trasera y exterior de la casa, se efectuaron; quienes lo hicieron, eran dos de los custodios que previamente habían matado a los montoneros en una de las esquinas de la casa; contra ellos, Fabián disparó una ráfaga con su subfusil Sterling, que resultó en la muerte de uno de los dos; la misma fue efectuada al tiempo que Daniela recargaba su FMK-3, cuyo cargador de 25 balas, venía de agotar; una vez que lo recargó, el cargador que quedó vacío, fue el del arma de Fabián; mientras lo recargaba, y tras Daniela disparar algunas balas contra el custodio que, intermitentemente y desde distintas posiciones, les disparaba, su compañero le dijo:
   -¡Andate que yo te cubro! Una vez fuera, disparale a través de una ventana.
   Y Daniela, tras asentir con la cabeza, salió del lugar con la intención de volver a buscar a su compañero más tarde, pero fue que éste último, tras realizar la ráfaga de cobertura para ella, fue impactado por una de las balas del custodio; éste, a su vez, al notar que había dado en el blanco, se había asomado a la habitación, y fue entonces muerto por Fabián, que si bien estaba malherido, todavía tenía suficientes fuerzas como para tirar del gatillo, una vez más, y desatar así, otra ráfaga, previo a morir.
   Daniela, una vez fuera, miró hacia el interior de la casa, y vio claramente que Fabián estaba muerto, así como también lo estaba, el segundo represor que en el interior del inmueble, había; estos dos últimos custodios ajusticiados, eran, como ya fue dicho, dos de los que, en alguna de las esquinas, habían matado a los montoneros que desde dentro de sus vehículos, habían disparado, y todavía quedaban dos más, que eran los de la otra esquina, y esto, la guerrillera uruguaya, lo desconocía. 
   Estando ya fuera de la casa, fue hacia el FIAT 1600 en el que había llegado, pero desde la distancia pudo ver que el mismo, estaba totalmente baleado y supo entonces que su compañero, que en calidad de conductor, se había quedado, estaba muerto, fue así que corrió hacia la esquina de Eloe y las Nereidas, en un intento de abordar el Ami 8 de sus otros compañeros, pero se encontró con que también habían sido acribillados; en ese momento, uno de los dos custodios que quedaba, desde detrás de donde ella se encontraba, le disparó algunas veces con una pistola ametralladora, sin acertarle, lo cual, la llevó a refugiarse tras el auto; el otro custodio vio en dónde se había escondido, y sigilosamente se le acercó desde la vereda de enfrente, ocultándose tras autos estacionados, con el objetivo de, una vez cerca de la esquina, cruzar la calle y sorprenderla desde detrás, mientras su compañero disparaba desde cerca de la esquina opuesta a la que ella estaba; el represor asumió que la guerrillera, concentrada en los disparos de su compañero, no lo vería cruzar, fue así que cruzó la calle y fue tras el Ami 8, dispuesto a abrir nuevamente fuego, pero se encontró con la sorpresa de que Daniela no estaba ahí, ya que se había rápidamente desplazado hacia detrás de un pino, y tras ella salir de detrás del mismo, con su FMK-3 desató una ráfaga contra él, que de inmediato, lo mató; acto seguido, se dispuso a subir al habitáculo del Ami 8 correspondiente al conductor, pero tras acercarse al auto, el único de los seis custodios que quedaba vivo, cuya ametralladora se había quedado sin municiones, le disparó dos veces con una pistola, sin acertarle, por estar a más o menos, media cuadra de distancia de donde ella estaba; fue entonces que Daniela, sabiendo que se encontraba fuera del alcance efectivo de un arma corta (y correctamente asumió que el custodio le había empezado a disparar con esa arma por haber agotado las municiones de su ametralladora), pospuso la idea de abordar el Ami 8 y se animó a cruzar la calle, usando como cobertura, su propio fuego, ya que en la vereda de enfrente, estaría en una posición más favorable para dar en el blanco (cruzó diagonalmente y trotando hacia atrás, en función de estar más lejos aún, del alcance del arma de su enemigo), pero tras disparar siete balas (que no dieron en el represor), su cargador fue expulsado, exponiendo esto que habían sido agotados sus (veinticinco) proyectiles; la mujer, de inmediato buscó en un bolsillo, el segundo y último cargador, que para ese arma, tenía, y fue entonces que recordó que el segundo, era el que acababa de usar, y se supo (así como también lo supo el represor), sin municiones para su ametralladora, fue entonces que buscó sobre su espalda baja, primero, y en sus bolsillos, después, a su pistola Bersa Thunder 9, y no la encontró; de inmediato recordó que unas horas antes, mientras estando sola en su habitación se preparaba para la operación, decidió ponerse un pantalón que tenía grandes bolsillos laterales a la altura de las rodillas, que le permitirían guardar un cargador extra para su FMK-3, en uno de ellos, y en el otro, uno extra para su pistola, y como ésta última era bastante compacta, decidió no portarla en el lugar acostumbrado, que era entre su espalda baja y su cinturón, ya que habiendo espacio en su bolsillo derecho para ella, ahí la guardaría, pero fue que tras sacarla del frente de su espalda baja para meterla en el bolsillo, un compañero, desde el otro lado de la puerta, la llamó, y Daniela dejó la pistola sobre la cama para abrir; el compañero le preguntó si estaba lista, y ella dijo que sí; seguidamente salió de la habitación dejando olvidada sobre la cama, el arma corta, de ahí que cuando llevó su mano al bolsillo lateral derecho, que era en donde se había dispuesto a guardarla, se haya encontrado con que en el mismo, había un cargador para su pistola pero no así, pistola alguna.
   Cuando el represor se dio cuenta de que Daniela se había quedado sin municiones, decidió salir del lugar en que estaba agazapado, y correr en su dirección, en un intento de estar a una distancia de la combatiente, acorde con el alcance de su arma.
   En estado de pánico total, por saberse sin balas y por saber que su perseguidor, sabía que así era, la combatiente descorrió de su hombro la correa de su ametralladora, dejándola así, caer al piso, y corrió hacia la esquina de Eolo y las Silfides, en donde estaba el Renault 12 de sus otros compañeros (ni consideró ir hacia donde estaba el cuerpo del último custodio que había matado, para agarrar su arma, porque eso la pondría aún más de lo que ya estaba, dentro del alcance efectivo del arma del represor que la perseguía, como así tampoco consideró siquiera abordar el FIAT 1600 en que había llegado, y por cuyo lado, camino a la esquina, pasaría, porque de ella detenerse para ingresar al mismo, dejaría de ser un blanco móvil, resultando esto en que su perseguidor pudiera fácilmente impactarla con sus disparos, de ahí que decidiera seguir corriendo hasta la esquina, lo más rápido posible, en un intento de ponerse a una distancia relativamente importante del custodio, previo a detenerse).
   A sus compañeros del Renault, Daniela los dio entonces (acertadamente) por muertos, pero podría ser que pudiera escapar en su auto, porque las llaves del mismo, seguramente estarían puestas, y mientras hacia dicho rodado, desesperadamente corría, su perseguidor, cada vez más cerca de ella, estaba; la intención del mismo, era atraparla viva, y Daniela no quería que eso pasara, por eso fue que corrió y corrió, y cuando la casi certeza de que no lograría escapar de su perseguidor, la embargó, más rápido aún, lo hizo...


Posdata: El final de esta historia se encuentra en el cuento: "Manifestaciones del misterio".

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