-Palabras: 4.170-
Si bien el Movimiento de Izquierda Revolucionaria chileno, estaba originalmente conformado mayormente por personas de izquierda y anarquistas, siendo la corriente marxista-leninista, tan sólo una dentro de un todo, ya para principios de los 70, dicha corriente, era la más aceptada por sus integrantes, de ahí que cuando Salvador Allende (cuyo ideario era muy acorde con el marxismo) se postuló para la presidencia, los integrantes del MIR, lo apoyaran, pero ese apoyo era muy tibio, porque en principio, la lógica marxista-leninista, lleva a concluir que la democracia representativa no puede ser conducente al socialismo, dado que si un candidato de ideas socialistas revolucionarias, llega a la presidencia, una vez en la misma, debe respetar un ordenamiento constitucional que no fue creado por socialistas, sino por burgueses, resultando esto en que ningún cambio de fondo, pueda hacer, por eso se da (según la teoría marxista) la necesidad de deponer al orden constitucional e imponer una “dictadura del proletariado”, ya que sólo así, se puede ir a fondo contra el capital, y como Allende pretendía llegar al poder por la vía constitucional (y pretendía, una vez en la presidencia, reformar la constitución), los miristas lo miraban con desconfianza, pero a la vez, como los fines postulados por él, eran acordes con los de ellos, no podían oponérsele, por esa razón, durante la campaña para la presidencia, el MIR no se opuso a Allende pero tampoco lo apoyó plenamente.
Una vez presidente, Allende respetó el programa socialista que predicaba, que implicaba, entre otras cosas, expropiar empresas consideradas “esenciales”, con la intención de transferir su control, a sus trabajadores, y las empresas que expropió, no fueron dos o tres, ¡fueron más de 90! (considerando únicamente a las "esenciales"; en total, fueron muchísimas más), y, lógicamente… nadie que se sienta identificado con ideas socialistas, puede oponerse a esto, el problema fue que la reacción del capital, llevó a un boicot económico impuesto por los yanquis (¡cuándo no!) y secundado por muchos de esos malditos países comúnmente denominados “desarrollados” y “occidentales” (que carecen por completo de voluntad propia, lo cual, queda claro en el hecho de que a la política internacional dispuesta desde Yanquilandia, rarísima vez, se oponen), que llevó a un desabastecimiento de todo tipo de artículos, siendo el más relevante, el de la comida, dado que cuando el gran empresariado vio a sus intereses perjudicados por las medidas de Allende, dejó de proveer productos, como medio de presión al gobierno, que es algo similar a lo que hacen los trabajadores cuando reclaman derechos que sus jefes les niegan; en tal caso, los trabajadores hacen huelga; los empresarios, dejan de abastecer a la sociedad de los artículos que sus miembros necesitan para vivir; ¿qué ocurrió entonces? Ocurrió que, al disponer el gran empresariado, el cese de producción, los trabajadores, tras un periodo no muy largo de deliberaciones, tomaron las fábricas y empezaron a producir por su cuenta, y todo esto es absolutamente acorde con lo pretendido por el socialismo tanto autoritario (marxismo) como así también, el libertario, el “problemita” es que, dándose todo esto en un contexto de gobierno constitucional, los empresarios podían acudir al Poder Judicial (no esperen que yo lo llame: “la justicia”), y así lo hicieron, y… ¿qué era lo que pasaba entonces? Pasaba que los jueces fallaban en favor del empresariado, ya que, a nivel legal, no está previsto que los trabajadores puedan independizarse de sus patrones, produciendo por su cuenta, y dejándolos fuera de las ganancias.
La independización de los obreros de sus patrones, que fue rápidamente revertida por fallos judiciales, reforzó la creencia de que por medio de la democracia representativa, no se puede concretar plenamente un programa político socialista, y de ahí que el núcleo más duro del MIR, sin ninguna duda, en algún momento, habría roto con Allende, pero no lo hizo por tres motivos principales; el primero era que había que darle tiempo, y no “soltarle la mano” a las primeras de cambio, dado que tal vez, la estrategia defensiva contra el capital que desarrollaría, sería exitosa; el segundo era que el núcleo más intransigente del MIR, que, por supuesto, tenía materialización en su facción armada y cuyos integrantes, en gran medida, habían sido sumados al aparato de seguridad de los funcionarios del gobierno de Allende, estaba ocupado en contraatacar los embates de la agrupación de extrema derecha autodenominada: “Frente Nacionalista Patria y Libertad”, compuesta por militares y civiles y financiada por la, en todos los países del mundo, NEFASTA embajada yanqui y la CIA, que SIEMPRE dispuestas están, a meterse en asuntos políticos extranjeros, cuando consideran que el gobierno de un país, no sigue las directivas trazadas para él, por el gobierno de Yanquilandia, que, por ser el país que más se mete en la política de otros países cuando sus gobiernos no siguen sus lineamientos, puede sin ninguna duda, ser considerado el más autoritario y antidemocrático de todos los países del mundo, y esa intromisión, muchas veces implica (y así fue en este caso), además de presiones económicas injustificadas, como fueron las de acciones tendientes a aislar internacionalmente a Chile, el apoyo económico a grupos que realizan secuestros, torturas, violaciones y asesinatos, cuando sus objetivos políticos, son los que el gobierno yanqui, pretende que sean, como fue el caso del ya mencionado grupo: “Patria y Libertad”; además, el MIR estaba también ocupado en enfrentarse a las llamadas “Guardias blancas”, que eran agrupaciones creadas por loscapitalistas, similares a las agrupaciones protofascistas de las cuales, Mussolini había sido parte en las Italias, allá por finales de la década de 1910, llamadas: “Fasci italiani di combattimento”, que, por medio de la violencia armada, tenían por objetivo, resistir a las expropiaciones y a todo aquello que tuviera que ver con la izquierda y con el anarquismo.
Más contextualización histórica
La convulsión social que se dio en Chile durante el gobierno de Allende, fue totalmente lógica, dado que el cambio de fondo que el gobierno intentaba realizar, era contrario al expansionismo ilimitado pretendido por el gran empresariado, lo cual, equivale a decir que era favorable a las masas trabajadoras, y este desarme del capital, no puede darse sin una reacción por parte del mismo, ¡y vaya que reaccionaron esos propietarios hijos de recontra mil puta!… y la reacción del empresariado transnacional, como ha ocurrido tantas veces en otros países de América y del resto del mundo, fue la de financiar a las Fuerzas Armadas para que tomaran por asalto al estado y pusieran “orden”, es decir, que, argumentando la existencia de un desgobierno, una anarquía o cosas semejantes, se vieron obligadas a tomar el poder, en defensa del “pueblo”… En el caso particular chileno, entre otras cosas, el entreguista al servicio de los yanquis de Pinochet, visto que, a diferencia de los planes socialistas impuestos en el resto del mundo a través de dictaduras, en Chile, se estaban aplicando dentro del sistema constitucional, se vio en la necesidad de inventar la historia de que existía una conspiración interna en el gobierno allendista para sacar al presidente del medio e imponer la “dictadura del proletariado”, y como la misma sería necesariamente sangrienta, había que derrocar al gobierno para evitar la violencia más extrema… en fin… lo que ocurrió fue que la dictadura de Pinochet, fue extremadamente sangrienta y fue, por supuesto, totalmente favorable al poder económico concentrado, resultando esto en que fuera absolutamente regresiva y contraria al ascenso socioeconómico de las masas trabajadoras.
Por supuesto que los yanquis iban a querer voltear al gobierno de Allende, ya que el sistema que intentaba implantar, era contrario al capitalismo jerarquizador, excluidor de las mayorías del mundo, racista y asesino, que en Yanquilandia, tiene sede mundial, no obstante, el gobierno yanqui JAMÁS diría que es en defensa de las jerarquías, que a ellos los tienen por beneficiarios mayores, que al socialismo/comunismo, se oponen, sino porque en los países así comúnmente llamados, las libertades personales, sociales, políticas, y básicamente, todo derecho humano, son anulados, ya que los gobiernos “socialistas/comunistas”, son invariablemente dictaduras totalitarias, y ellos “aman” a la “democracia” y la “libertad”; es por esos supuestos motivos que al “socialismo/comunismo”, las autoridades yanquis lo consideran repudiable, ahora bien… es cierto que los gobiernos autoproclamados “socialistas/comunistas”, eran dictaduras totalitarias hasta que, por vez primera, un candidato de ideas socialistas, llegó a la presidencia de un país, ganando las elecciones y proponiendo una vía pacífica hacia el socialismo… ese candidato era Salvador Allende, y el que esto estuviera ocurriendo, era lo peor que al gobierno yanqui, le podía pasar, porque demostraba que los proyectos socialistas, podían ser aplicados por vía no dictatorial, y si el gobierno lograba muchos de sus objetivos y Chile veía mejorada su situación general, el “socialismo” se vería totalmente legitimado y Chile sería un ejemplo para el resto de América y del mundo, ya que el “socialismo/comunismo”, dejaría de estar asociado únicamente a figuras dictatoriales como los asesinos de masas: Lenin, Mao, Stalin, y el pelotudo impresentable de Fidel Castro… ¿Qué fundamentos podrían tener los yanquis entonces, para oponerse al “socialismo/comunismo”, si el gobierno a través del cual, se aplica, es democrático-representativo? NINGUNO, al menos, ninguno confesable, de ahí que a todo grupo opositor a Allende, el gobierno yanqui, a través de su embajada en Chile y de la CIA, tanto económica, logística como militarmente, apoyara en sus intentos de voltear al gobierno de iure (e incluso, contra Allende conspiró, desde mucho antes de que llegara a la presidencia).
Lamentablemente, los golpistas (que sin el apoyo yanqui, no habrían logrado su objetivo) tuvieron éxito y, tras disparar cualquier cantidad de balas y tirar bombas contra el Palacio de la Moneda, que era donde residía Allende, lograron que su vida terminara, pero no como a ellos les habría gustado que terminara, o sea, por causa de los ataques por ellos, realizados, sino por obra de él mismo, que, en un acto de admirable valentía, al verse superado por las fuerzas golpistas, se suicidó, en pos de no darle el gusto a sus enemigos de matarlo.
Con el golpe contra Salvador Allende, el sistema capitalista, que se sostiene con la exclusión y represión permanente de las mayorías, ganó la partida.
Con el golpe contra Salvador Allende, el sistema capitalista, que se sostiene con la exclusión y represión permanente de las mayorías, ganó la partida.
De Allende no haber sido derrocado, seguramente el mundo actual, sería un lugar mucho menos injusto.
Fines de septiembre de 1973
El gobierno de Allende había ya caído, y los integrantes de la facción armada del MIR, no sabían qué hacer, pero cada vez que visitaban una de las casas en que concentraban alguno de sus arsenales, las ideas aparecían; una de ellas fue la de reventar a dos yanquis integrantes de la CIA y a dos de sus esbirros chilenos civiles, que habían pertenecido al “Frente Nacionalista (que era en realidad, cipayo) Patria y Libertad”; estos últimos, oficiaban para los de la CIA, de guardaespaldas; estos cuatro personajes, andaban siempre juntos y tiempo atrás, la sección de inteligencia del MIR, tras el intento de golpe de estado fallido del pasado 29 de junio (conocido como: “El Tanquetazo”), los había investigado y había constatado que del intento de golpe, habían participado; el MIR pretendía ajusticiarlos (y no sólo a ellos, sino también a muchos otros golpistas y financiadores de golpistas), pero los ajusticiamientos no habían llegado a concretarse, por los combatientes haber recibido órdenes expresas de Allende de no represaliar a quienes habían intentado derrocarlo, sobretodo, si eran agentes de la CIA, lo cual, había llevado a muchos miristas a maldecir al presidente y hasta a considerar desafiliarse por completo de su gobierno, pero no lo hicieron por tener en cuenta la posibilidad de que tal vez tuviera razón Allende, en su suposición de que, de las represalias armadas, existir, un nuevo golpe podría disponerse de inmediato; la cuestión es que, no hubo represalias, y así fue que los mismos milicos volvieron a golpear al estado, esta vez, exitosamente, aquel fatídico 11 de septiembre del 73 (cosa que tal vez, se habría evitado, si las represalias pretendidas por el MIR, se hubieran concretado), fue entonces que retomaron su proyecto de matar a los individuos ya referidos.
Octubre de 1973
Tras unos días de realizar inteligencia, un comando mirista se enteró de que los agentes de la CIA, a quienes sus integrantes planeaban ajusticiar, se dirigirían la noche del viernes 5 de octubre, a una casa situada en la calle José Tomás Rider al 961, en Providencia; Región Metropolitana de Santiago; a la misma habían sido invitados por un alto funcionario del gobierno de facto, para festejar con él, el éxito del golpe de estado; entre los invitados habría también, militares, diplomáticos yanquis, miembros de lo que había sido el grupo terrorista paramilitar: “Frente Nacionalista Patria y Libertad”, y también, varias de sus esposas, a quienes los combatientes intentarían no matar ni herir.
Inicio de la operación guerrillera
Desde el golpe de estado, se había declarado un toque de queda que, entre el 3 de octubre de 1973 y el 1 de enero de 1975, duraba desde las 21:00 horas, hasta las 6:00 horas, pero... como ocurre durante todos los gobiernos, ya sean de facto o de iure, quienes son parte de los mismos o con los mismos, están relacionados, tienen privilegios; esto último se aplicaba a los agentes de la CIA, a los diplomáticos, a los militares y a los miembros de lo que había sido la agrupación “Patria y Libertad”, de ahí que pudieran transitar sin problemas, como lo hicieron esa noche, para asistir a la reunión en cuestión.
Los guerrilleros sabían que habría varios miembros de las fuerzas represivas del estado, en las inmediaciones de la vivienda en cuestión (casi en la esquina de la calle Rider y Carlos Justiniano, había un Ford Falcon Futura, con dos carabineros vestidos de civil y en la esquina opuesta, es decir, en Rider y Alférez Real, había otro vehículo con dos represores más), por lo que ni siquiera intentaron ingresar a la misma, por el frente, sino por el pequeño edificio que había en aquel momento, en la Avenida Miguel Claro al 988 (actualmente -año 2025- en ese lugar funciona una clínica médica), pero primero había que reducir al vigilante que sabían que en esa cuadra, necesariamente estaría (y que no necesariamente estaría identificado como tal, mediante un uniforme de alguna fuerza represiva), ya que la manzana del lugar en el que se daría la reunión de fachos, previsible era que estuviera totalmente rodeada; así fue que se dispuso que la atractiva joven mirista, apodada Luciana, vistiendo elegantemente, pasara por la calle Claro, con el objetivo de identificar al vigilante vestido de civil, que en la misma, había, y no le fue difícil hacerlo, ya que cuando estuvo en la calle mencionada, a la altura aproximada de 990, al verla pasar a su lado, el tipo empezó a seguirla y a decirle toda clase de obscenidades; al dirigir la vista a la altura de la cintura del vigilante, Luciana advirtió que llevaba un walkie-talkie, y ninguna duda tuvo entonces de que ésa era la persona a la que había ido a buscar, por lo que lejos de escapar, tras caminar un poco más, decidió detener su marcha, y, con un tono muy sensual, al vigilante le dijo:
-Caballero; ¿qué es lo que pretende?
Entonces el tipo, muy nervioso se puso, y cambiando totalmente su modo de expresarse, a la joven le dijo:
-Bueno… yo simplemente considero que usted es muy atractiva, y pensé que tal vez podríamos ir a tomar algo, en algún momento.
-¿Y por qué tendría yo, que salir con usted? Deme un buen motivo.
-Bueno… en principio, hay toque de queda; yo tendría que informar que usted está circulando por la calle a una hora prohibida.
La joven dijo:
-Pero no es una hora prohibida -y tras mirar su reloj, agregó: -Son las nueve menos cinco; yo vivo acá a la vuelta, así que estaré en mi domicilio antes de que el toque de queda, comience.
Entonces el vigilante miró su propio reloj, y de inmediato lo adelantó 5 minutos, seguidamente se lo mostró a la mujer, y le dijo:
-No, señorita; se equivoca; ya son las 9, por lo que yo debería avisarle a las autoridades que usted está infringiendo el toque de queda.
-¿Y usted no?
-Yo no; yo pertenezco al estado, así que estoy autorizado para estar en la calle a cualquier hora, pero… no se preocupe, que yo no voy a decir nada, siempre que usted me prometa encontrarse conmigo en alguna oportunidad.
Mientras tanto, Luciana al tipo le sonreía, llevándolo a creer que con él, tenía onda, lo cual, le impidió advertir que detrás de su persona se acercaba un Chevrolet Opala, que frenó en seco, tras la combatiente hacerle a sus ocupantes, una seña, indicándoles así, que la persona a la que buscaban, había sido por ella, encontrada; el vigilante, al advertir dicha seña, se extrañó, y al escuchar la frenada del auto tras de sí, intentó darse vuelta pero no llegó a hacerlo porque dos miristas, que del asiento trasero del vehículo, muy velozmente habían bajado, de inmediato lo redujeron; uno de ellos lo tomó por el cuello desde detrás, y el otro, tras golpearlo en el estómago, agarró sus piernas, y fue así que el tipo fue introducido al asiento trasero del Chevrolet, en el cual, fue maniatado y le fue puesta cinta de embalar sobre los labios; una vez hecho esto, Luciana, pistola en mano, se sentó junto a él, para custodiarlo; segundos después, el conductor arrancó el auto y a la combatiente le fue pasado por quien manejaba, un walkie-talkie desde el cual, le avisó a otros miristas que la vía estaba libre; fue entonces que un Dodge Coronet y un Peugeot 404, llegaron a la calle Claro y de cada uno de los vehículos, bajaron tres guerrilleros; seguidamente, tanto el Dodge como el Peugeot, se fueron; esos 6 guerrilleros (3 hombres y tres mujeres), se sumaron a los dos que habían reducido al vigilante, y que no habían vuelto a subir al Chevrolet, ya que tras la reducción mencionada, habían cruzado la calle rumbo al edificio ya referido; uno de ellos, de un bolsillo sacó una llave maestra que abría todas las puertas de ese tipo de edificios; una vez su puerta abierta, los 8 guerrilleros ingresaron al inmueble; ya en la recepción (en la cual, no había nadie -en ese tiempo, en casi ningún edificio había guardias de seguridad-), sobre uno de los sillones, tres miristas pusieron los bolsos que llevaban; en ese lugar esperaron durante unos quince minutos, hasta que a través de un walkie-talkie, a los guerrilleros les fue comunicado que los objetivos habían llegado al lugar; fue entonces que todos se acercaron al sillón en donde los bolsos estaban dispuestos, y, tras abrirlos, cada uno extrajo un arma larga; seguidamente se dirigieron al patio del edificio y desde ahí, cuatro combatientes treparon hacia el techo de una casa contigua, y los cuatro restantes, hacia otra; por los techos, los ocho guerrilleros, divididos en dos grupos, transitaron, hasta llegar a la casa del alto funcionario del gobierno de facto; una vez en su patio, dos combatientes (Laura y Alfredo) sigilosamente se acercaron a la cocina, en donde se encontraban dos empleadas, cocinando, y, tras Alfredo (que empuñaba una ametralladora MP5), en voz bajísima pedirles que se arrojaran al piso, ambas empleadas, al piso se arrojaron; de inmediato, Laura (que empuñaba una Ithaka 37 recortada), dejó su arma en el piso, se arrodilló junto a las empleadas y con cinta adhesiva, les tapó la boca; seguidamente les ató las manos tras la espalda baja; cuando hubo terminado de hacer esto, uno de los antiguos integrantes de la agrupación terrorista: “Patria y Libertad”, que si bien tenía pinta de bonachón, era experto en la fabricación y disposición de explosivos que en los últimos meses se habían cobrado la vida de muchas personas, despreocupadamente ingresó al lugar, con la intención de preguntar cuánto faltaba para que estuviera lista la comida y de paso, agarrar un pan o algo, como para empezar cuanto antes, a comer, y fue que tras ingresar a la cocina mientras decía: “¿Y? ¿Falta mucho?”, y no escuchar respuesta ni ver a nadie (Alfredo se había escondido detrás de unas cajas y Laura seguía arrodillada tras la mesada), se acercó a la mesada y agarró un pan, que con sus manos, despedazó, para seguidamente llevar un poco del mismo, a su boca; mientras lo masticaba, escuchó los sollozos ahogados que las cocineras, cuyas bocas estaban tapadas, acostadas boca abajo, realizaban, desde detrás de la mesada, y como desde donde estaba, no podía ver quién o qué, hacía tales ruidos, se dirigió al otro lado del ya referido mueble, y se encontró no sólo con las dos empleadas reducidas, sino también, con Laura arrodillada junto a ellas y de frente a él, que, con su arma larga, lo apuntaba; de inmediato, la joven retrajo la corredera de la Ithaka y la disparó contra el pecho del terrorista de estado, dos veces, causándole la muerte, haciendo esto innecesario que Alfredo, que al cipayo autopercibido “patriota”, a quien tenía en la mira, le disparara; mientras tanto, éste último combatiente se posicionó junto a la puerta que daba al living, preparado para accionar su arma en cuanto sus compañeros restantes, actuaran, lo cual, hicieron pocos segundos después, desde el exterior, justo en el momento en que tanto los dos agentes de la CIA presentes, como así también, el otro invitado ex miembro de “Patria y Libertad”, más ocho militares, cuatro diplomáticos yanquis y el alto funcionario del gobierno que a su casa los había invitado, intentaban accionar las armas cortas que habían empuñado tras escuchar los ithacazos, sin embargo, nunca tuvieron oportunidad de sobrevivir, ya que desde las dos ventanas laterales que daban al patio, como así también, desde la cocina, un nutridísimo fuego, efectuado por siete guerrilleros (los seis que estaban en el exterior más Alfredo, que disparó desde la cocina), mató de inmediato a los dieciséis hombres, e hirió a dos de las ocho mujeres, que en el lugar, estaban (las demás, por orden de sus maridos, se habían arrojado a tiempo al piso y evitaron así, ser impactadas).
Tras el hecho de sangre, todos los guerrilleros salieron corriendo hacia el edificio por el cual, habían ganado los techos de las viviendas que los habían llevado hasta la residencia en que el ajusticiamiento, tuvo lugar.
Mientras escapaban de la escena, dos de los miristas le comunicaron a través de walkies-talkies a los conductores de los autos en que habían llegado, que la operación había concluido; una vez de vuelta en la calle Claro, los ocho guerrilleros abordaron los vehículos.
Tres miristas subieron al Dodge Coronet en que habían llegado, otros tres, al Peugeot 404, y los dos restantes, abordarían el Chevrolet Opala; en este último, estaba retenido el vigilante de la Avenida Miguel Claro, a cuyo lado estaba Luciana; uno de los combatientes subió al asiento del acompañante del conductor y el otro, abrió la puerta derecha de la parte trasera; fue entonces que la joven disparó su pistola en el abdomen del vigilante, que quedó herido de muerte, y seguidamente, su compañero guerrillero, que estaba en el exterior del auto, lo arrastró hacia fuera del mismo, en donde quedó tirado; tras el mirista ingresar al rodado, el mismo arrancó a toda velocidad, pero no llegó a hacer ni cien metros, porque al llegar a la esquina con la calle Carlos Justiniano, chocó con un Falcon Futura, ocupado por dos carabineros de civil, que de inmediato, bajaron del vehículo y dispararon contra los guerrilleros, ráfagas que hirieron de muerte al conductor, al combatiente que estaba en el asiento del acompañante y a aquel que estaba en el asiento trasero junto a Luciana; ésta última, de milagro no fue impactada por ninguna de las muchísimas balas disparadas por los represores del estado. Uno de los dos restantes autos en que los guerrilleros, habían llegado (que era un Dodge), ya había exitosamente huido, pero el otro, que era el Peugeot 404, estaba detrás del Chevrolet Opala, contra cuyos ocupantes, los carabineros habían disparado; al advertir la situación, el conductor del Peugeot, desde la mano izquierda de la calle, pasó junto al Falcon, y tanto a través de la ventanilla del asiento delantero del acompañante, como a través de aquella situada en el lado derecho de la parte trasera, dos miristas (uno de ellos, provisto de una pistola ametralladora Uzi y el otro, de un fusil AK-47), desataron una tremenda ráfaga que de inmediato, dio muerte a ambos represores estatales; seguidamente, con enorme pena, Luciana constató que sus tres compañeros estaban muertos, fue por eso que rápidamente descendió del Chevrolet y fue en dirección al Peugeot 404; una vez en el mismo, los guerrilleros emprendieron la retirada.
Esa noche, la temperatura era un poco fría, pero muy agradable; el cielo, que hasta hacía un rato, estaba muy cubierto, ya empezaba a descubrirse;... la noche se estaba poniendo cada vez más linda.
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