-Palabras: 1.754-
Septiembre de 1974.
El profesor de derecho de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, de la Universidad Nacional de La Plata, Timoteo Llorente, se encontraba frente a su alumnado dando una clase, un día que parecía ser igual a cualquier otro, y así era, hasta que intempestivamente anunció que tenía algo para expresar que no estaba en el programa y que, por su importancia, debería estarlo, por lo que su contribución, de sus alumnos considerarla, válida, podría tener continuidad a través de ellos y derivar en una ampliación del plan de estudios en tiempos futuros; Llorente había sido honesto al decir creer en la importancia de lo que se disponía a exponer, pero no así, al decir que consideraba posible que en tiempos futuros, lo por él manifestado, fuera (siquiera en parte) a ser incluido en el plan de estudios.
El profesor, que tenía una fuerte influencia del psiquiatra antipsiquiatra, David Cooper, a cuyas conferencias había asistido cuando éste último anduvo por el país tan sólo algunos años atrás, dijo:
-La “Escuela de Criminología Positivista”, fundada en las Italias por Cesare Lombroso, instauró la idea de la existencia de condiciones biológicas predeterminadas en las personas que se apartan de las normas, que las lleva a actuar del modo en que lo hacen, y consideraba que las mismas se evidencian en características físicas visibles; esta teoría, tenida en su momento por “científica” (y actualmente, por ”pseudocientífica”), fue aceptada por las autoridades de varios países del mundo (incluyendo a la Argentina) y sus consecuencias fueron trágicas, ya que para fundamentar la validez de la reclusión, el castigo y la eliminación de una persona, bastaba con que uno de estos hombres de “ciencia”, basándose en su aspecto, dijera que era innatamente criminal; tan sólo eso se necesitaba para que las autoridades pudieran legalmente disponer de la vida de esa persona, hubiera ella cometido un delito o no, constituyendo esto una arbitrariedad total y absoluta, lo cual, a su vez, es total y absolutamente contrario a los principios básicos de todo estado de derecho… ...Durante el auge del “positivismo criminológico”, allá por fines del siglo diecinueve y principios del veinte, se dio una incursión masiva de médicos y psicólogos en el ámbito judicial, que en base a sus criterios pretendidamente “científicos”, empezaron a ser determinantes en lo que hace a la decisión de los jueces sobre qué corresponde hacer con las personas que, habiendo cometido delitos o no, fueran por sus entornos consideradas como problemáticas, y como resultado de dicha incursión (que sería equivalente a que en los quirófanos incursionaran magistrados y le dieran instrucciones a los cirujanos), lo que se dio fue una violación masiva de garantías constitucionales que, tanto los doctores en leyes como así también, los médicos de la actualidad, condenan unánime y categóricamente, y lo hacen con todo fundamento, pero al condenar al llamado “positivismo”, lo hacen refiriéndose al pasado, lo cual, da cuenta de que no advierten que el mismo sigue vigente aunque no se lo llame más así... -Tras algunos segundos de pausa, el profesor continuó: -El derecho penal de acto, implica que uno pueda ser juzgado y eventualmente, condenado, por lo que hace, y NUNCA por lo que es; el derecho penal de autor, que fue legitimado durante la era del “positivismo criminológico”, implica que uno pueda ser juzgado y condenado, por lo que es… En los llamados “estados de derecho”, se supone generalmente, que el derecho penal de autor, no está en vigencia ni puede estarlo, por ser totalmente incompatible con los mismos, pero tal suposición, es incorrecta, ya que sí lo está y se manifiesta en el accionar de la psiquiatría;... Convalidar a las facultades coercitivas de la psiquiatría, que resultan en que los psiquiatras puedan disponer la privación de la libertad de las personas y picanearlas farmacológica y hasta eléctricamente, de ellos (en conjunción SIEMPRE con psicólogos) considerarlas “enfermas” (aunque no presenten análisis clínicos que demuestren la existencia de un mal funcionamiento orgánico en ellas, que es lo que en medicina se requiere para considerar a alguien, enfermo), implica estar en contra del derecho penal de acto, ya que a través de la psiquiatría, se juzga y (sin debidos procesos previos) se condena a las personas por tener formas de ser, de pensar y de sentir; es decir: SE JUZGA Y SE CONDENA A LAS PERSONAS POR LO QUE SON Y NO POR LO QUE HACEN, de ahí lo innegable de que la psiquiatría es el instrumento del que el estado se sirve para aplicar el derecho penal de autor, lo cual, debería ser inaceptable para todos aquellos que se manifiestan a favor del estado de derecho… ...Por ser el derecho penal de autor (actualmente en aplicación), totalmente incompatible con el estado de derecho, podemos con todo fundamento concluir que cuando se nos dice que vivimos bajo un estado de derecho, SE NOS MIENTE.
El profesor siguió ahondando en los conceptos que acababa de exponer, durante algunos minutos más y después, tras anunciar que en futuras clases, continuaría exponiendo sobre el tema, cerró diciendo:
-En esta era que algunos llamamos “cientificista”, que es indudablemente la era “positivista” con otro nombre, parece ser inevitable que así, todo esto sea, de ahí la importancia de combatir al cientificismo en pos de lograr que su aceptación, disminuya, ya que de eso ocurrir, este proceder arbitrario de las autoridades, también disminuirá, pero si lo que ocurre es lo contrario, es decir, si se da un aumento generalizado de la creencia ciega en las “ciencias” (que es lo que viene ocurriendo), dicho proceder, derivará inevitablemente en totalitarismo que implicará un cese total de la aplicación del derecho penal de acto, ya que será el de autor, el único aplicado;… ...Nosotros, como personas que pretenden ser de bien, NO PODEMOS NI DEBEMOS PERMITIRLO.
No obstante lo interesante de los conceptos expuestos por el profesor de derecho, que tenía cautivado a su alumnado, ninguno de sus integrantes consideró siquiera, formularle pregunta alguna respecto a lo que había expuesto, por saberlo altamente peligroso, ya que todos eran conscientes de que los agentes de inteligencia estaban infiltrados entre los alumnos y que además, los informantes de la SIDE (1), podían ser los mismos profesores, rectores, directores y hasta las personas que realizaban tareas de mantenimiento, de ahí que aun en las conversaciones interpersonales más inocentes, ya se hubieran empezado a cuidar de decir algo que pudiera ser considerado “subversivo”; tal cuidado implicaba no solamente erradicar totalmente de su vocabulario a palabras como: “liberación”, “marxismo” o “comunismo” (pronto deberían también erradicar a la palabra: “peronismo”), sino también a otras como: “solidaridad”, “generosidad”, “altruismo”, etcétera, de ahí lo sorpresivo para los estudiantes, de que conceptos categóricamente desacreditadores de la legitimidad del proceder del estado, hubieran sido por su profesor, expuestos.
El profesor Llorente no era inconsciente respecto del peligro que para él implicaba, expresar cosas como las que expresó; él sabía perfectamente que había habido encarcelados y torturados entre sus alumnos, por su accionar político y social; algunos incluso habían sido reprimidos por la CNU (2) en el mismo ámbito universitario en el que se encontraba, pero como consideraba que a las arbitrariedades hay que oponerse, dado que de uno no hacerlo, las mismas se extienden indefinidamente, decidió hacer una contribución a la resistencia desde su lugar de trabajo, ¡y vaya que la hizo!
Tras la clase concluir, el profesor salió a la calle y se fue a su domicilio.
En los siguientes días, Timoteo Llorente continuó impartiendo clases con normalidad hasta que la semana siguiente a la de haber hecho la exposición no programada ya presentada, una mañana, como de costumbre, bajó del colectivo en la avenida 7 y 48 y por una vereda de esta última calle, caminó en dirección a la facultad, que se encontraba a menos de una cuadra, pero no llegó a ingresar a la misma porque un Ford Falcon frenó frente a él, y del mismo bajaron tres miembros de la CNU, que lo agarraron e intentaron subirlo al vehículo; Llorente forcejeó y pudo liberarse del agarre de sus captores; inmediatamente empezó a correr pero uno de los represores, con una itaka le disparó dos veces en la espalda causándole de inmediato, la muerte.
El hecho se dio en medio de un pánico general, ya que la calle en cuestión y sus alrededores, estaban en ese momento, llenos de estudiantes.
Una vez consumado el asesinato, el auto de los represores arrancó a toda velocidad dejando tras de sí, al cuerpo de su víctima.
Tras el hecho ocurrir, Timoteo Llorente se vio a sí mismo en el piso durante algunos segundos y después, como si se hubiera teletransportado al futuro, vio a varios de sus alumnos junto a otros que nunca conoció, realizarle homenajes en los años y décadas posteriores, en diversos lugares del país y hasta en países extranjeros, lo cual lo llenó de bienestar y agradecimiento; también vio a varios de quienes fueron sus alumnos, trabajar exitosamente en la causa antipsiquiátrica, cuyo interés se había en ellos iniciado, por lo que él había a ese respecto frente a ellos, expresado, y que por causa de su asesinato, exponencialmente se había potenciado; después tuvo conciencia, de un modo imposible de transmitir por escrito, de que toda acción, por insignificante que aparente ser, contribuye a la consecución de un fin, que, de no ser por los aportes aparentemente intrascendentes, jamás se logra, y entendió que su aporte, había sido de esos cuya insignificancia es tal, sólo en apariencia, entonces abruptamente salió de lo que le pareció una ensoñación más real que lo experimentado en la vigilia, y se encontró frente a su alumnado evidenciando estupor, sorpresa y desorientación, fue por eso que uno de sus alumnos le preguntó:
-¿Se siente bien, profesor?
Tras algunos segundos, Llorente respondió:
-Sí sí; no se preocupen -seguidamente, tras tomar aire profundamente, con la convicción y el orgullo de sentir que lo que diría, lejos de ser intrascendente, equivaldría a iniciar una siembra en un campo extremadamente fértil, dijo: -La “Escuela de Criminología Positivista”, fundada en las Italias por Cesare Lombroso, instauró la idea de la existencia de condiciones biológicas predeterminadas en las personas que se apartan de las normas, que las lleva a actuar del modo en que lo hacen, y consideraba que las mismas se evidencian en características físicas visibles; esta teoría, tenida en su momento por “científica” (y actualmente, por ”pseudocientífica”), fue aceptada por las autoridades de varios países del mundo...
(1) Secretaría de Inteligencia del Estado
(2) Concentración Nacional Universitaria
No hay comentarios:
Publicar un comentario