miércoles, 1 de diciembre de 2021

Los '20 y los '70 (segundo capítulo) (cuento) - Martín Rabezzana


   Tras la fuga en 1923 de 14 anarquistas presos en la Penitenciaría Nacional (la “Tierra del Fuego porteña”), se dieron diversas experiencias entre todos los prófugos, siendo el común denominador en todas ellas: lo extraño.
   El plan de todos los fugados (menos el de uno) era el de permanecer en las inmediaciones de la cárcel para despistar a las autoridades que seguramente esperaban que, tras escapar del centro de detención, intentaran inmediatamente irse de la ciudad.
   Unos camaradas libertarios que sabían del plan de fuga, les habían dicho que ocultarían ropa y plata en determinado auto que dejarían estacionado y cerrado sin llave, en una determinada calle cercana a la cárcel; la plata era mucha dado que dichos camaradas poseían billetes en cantidad casi ilimitada porque no sólo en lo ideológico eran camaradas, sino también en lo que a oficio respecta, es decir: eran falsificadores de dinero.
   Tras los prófugos encontrar el auto, cambiarse y repartirse equitativamente los billetes, acordaron dividirse en diferentes grupos; uno de ellos (constituido por dos personas) ingresó a un bar en el cual comieron y bebieron con la avidez propia de quienes han pasado hambre y sed durante años.
   Tras unas dos horas, los ex reclusos salieron del bar y empezaron a buscar un lugar en el cual dormir.
   La noche en la que tras largos años volvieron a caminar por la ciudad, estaba envuelta en una tenue neblina que rápidamente se volvió espesa niebla que poco y nada dejaba ver más allá de unos cuantos metros, por lo que sólo por el sonido pudieron percibir al auto que a toda velocidad se acercaba mientras lentamente cruzaban una calle; ante su inminente paso terminaron cruzándola casi corriendo (de no haberlo hecho habrían sido atropellados por el vehículo); al llegar a la esquina, el auto (que era un Ford Falcon de color verde) dobló y tras algunos segundos se oyó un choque que llevó a los dos hombres a intentar acercarse al lugar del suceso con la intención de prestar ayuda a los posibles heridos, pero en cuanto a la esquina llegaron, escucharon una innumerable cantidad de disparos que los hizo pegar media vuelta y retirarse; al encontrarse ya a varias cuadras del lugar del hecho, uno de los ex reclusos le dijo al otro:
   -¿Viste lo que era ese auto?
   -Sí… era raro;… nunca había visto un auto así; la forma que tenía era extraña; también el sonido y la velocidad a la que iba, eran extraños; el auto ese era como…
   Entonces, por estar embargado por el asombro, no prosiguió, por lo que su interlocutor le preguntó:
   -¿Era como qué?
   -Como del futuro.
   Su compañero, que estaba tan asombrado como él, nada dijo y retomaron su marcha en busca de un lugar donde dormir.
   A los pocos segundos advirtieron que todos los autos que pasaban eran también, al igual que aquel que casi los atropella, “como del futuro”, así como la urbanización que los rodeaba, motivo por el cual, se sintieron totalmente extraviados ya que tomaron conciencia de que se encontraban en una ciudad que no era aquella que habían conocido; era otra, con ciertas características que en alguna medida (aunque ínfima) la asemejaban a aquella en la que hasta hacía apenas un rato, habían estado, pero en la mayor parte de lo que vieron, solamente encontraron diferencias.
   Al doblar una esquina se encontraron con que a mitad de cuadra dos tipos empuñando armas se bajaban de un auto (que también era un Falcon) y se lanzaban sobre un hombre joven que fue por ellos fuertemente golpeado; los anarquistas corrieron hacia ellos y cuando ambos represores se disponían a subirlo al auto, los recién a la escena llegados, los empujaron y golpearon, por lo cual, cayeron al piso y con ellos, sus armas, entonces el joven al que habían intentado llevar al auto (que era un combatiente del ERP) (1) agarró una de las armas de fuego y disparó contra los dos represores hasta vaciar el cargador, causándole a ambos, la muerte, después agarró el arma del otro represor que había quedado en el suelo, se la puso en la cintura, subió al vehículo y se sentó frente al volante; a todo esto los anarquistas, que estaban totalmente sorprendidos, se quedaron parados en la vereda sin casi moverse, entonces el joven les gritó:
   -¡Vamos muchachos! ¡Suban!
   Y así lo hicieron; uno subió al asiento del acompañante y el otro, al de la parte trasera; tras arrancar a toda velocidad, el joven les dijo:
   -¡Gracias, che! ¡Me salvaron! –y tras algunos segundos, preguntó:
   -¿Son de las FAR (2) o de Montoneros?
   -No somos nada de eso –respondió uno de los hombres.
   -Ah, ¿y qué son?
   -Somos anarquistas -respondió el otro.
   -Anarquistas… ¡Ja! ¡Y yo que creía que a esta altura no quedaba ninguno!... Por suerte me equivoqué –y momentos después, dijo: -Me estaban esperando esos hijos de puta; tenían rodeada a toda la manzana de mi casa con cualquier cantidad de milicos; al verme por la calle en dirección a mi vivienda, un vecino me lo advirtió, por eso me fui para otro lado, pero tienen previsto que eso pueda ocurrir, de ahí que dejen siempre a un auto dando vueltas por la zona… lo que no tenían previsto esos fachos era que se cruzarían con dos discípulos de Néstor Majnó –y se rió.
   No muchas cuadras después, el partisano dijo:
   -Muy lejos no vamos a llegar en este auto.
   -¿Por qué? –preguntó uno de los anarquistas.
   -Porque casi no queda nafta, así que vamos hasta el puente de allá –y lo señaló –y vemos qué hacemos.
   Una vez en el puente, los tres ocupantes del auto bajaron del mismo y el joven del ERP, señalando al tren que por debajo de ellos se aproximaba, les dijo:
   -¿Alguna vez saltaron a un tren en movimiento?
   -Varias veces –respondió uno de los hombres sin mentir, ya que en sus cortas pero intensas vidas libertarias, ambos habían tenido que escapar de las autoridades en numerosas oportunidades siendo para ellos los vehículos de escape más comunes, los trenes a los que abordaban subrepticiamente desde los techos y de los cuales bajaban estando casi siempre los vehículos, en movimiento.
   -Ésta será otra, entonces.
   Y al pasar el tren por debajo de ellos, a su techo saltaron y sentados en el mismo, viajaron durante varios minutos.
   El combatiente, tras advertir lo anticuado de la vestimenta de los hombres, les dijo:
   -Ustedes no son de acá, ¿no?
   -No –dijo uno de los anarquistas.
   -Y, ¿de dónde son?
   El otro anarquista respondió:
   -Somos de muy lejos –y tras algunos segundos, le dijo: -Te va a parecer rara la pregunta, pero por favor respondela: ¿en qué fecha estamos?
   -Hoy es 24 de agosto.
   -Sí, pero ¿de qué año?
   -¿De qué año?... de 1976.
   Ambos anarquistas se miraron sin saber qué decirse, por lo que permanecieron en silencio tratando de aparentar tranquilidad.
   Al rato el partisano les dijo:
   -Por acá cerca hay una casa “limpia” que mi organización tiene para estos casos; ahí nos podemos quedar al menos esta noche… ya estamos por llegar, así que prepárense para saltar porque en la estación no bajamos, ya que ahí seguro que nos va a estar esperando otra patota.
   -¿Otra qué? –dijo uno de los anarquistas.
   -Otra patota –y recordando que si bien no le habían dicho de dónde eran, pero era obvio que del mismo lugar que él, no procedían, consideró que tal vez por ese motivo no habían comprendido al término por él empleado, por lo que inmediatamente dijo: –Un escuadrón de la muerte del estado como el que me fue a buscar hace un rato.
   Y tras algunos cientos de metros más, el combatiente les indicó que había que bajar del techo para después saltar; así lo hicieron, y ocurrió que tras el joven del ERP saltar del tren y mirar a su alrededor, no vio a ninguno de los anarquistas a pesar de ellos haber saltado incluso antes que él; los buscó durante un rato y finalmente se rindió por aceptar que en ese lugar no estaban; totalmente sorprendido, emprendió su camino hacia la casa ya mencionada; por su parte, los dos anarquistas habían también buscado al combatiente tras saltar del tren y no lo habían encontrado, pero no se sorprendieron demasiado ya que esa era tan sólo una más de las muchas cosas extrañas que esa noche habían vivido.
   Se dirigieron a una avenida por la cual caminaron durante un buen rato y en determinado momento advirtieron que todo a su alrededor, cambiaba: conforme avanzaban, los autos que veían pasar eran cada vez más ruidosos; los edificios y las casas eran cada vez más bajos y cuando todo el panorama a su alrededor se les hizo totalmente reconocible, tomaron conciencia de haber vuelto a su tiempo; con enorme alegría se encaminaron hacia la zona de “La Tierra”; una vez ahí, uno de sus camaradas prófugos los vio desde una ventana y salió a su encuentro; los hizo entrar a la vivienda en la cual estaban también otros ex reclusos fugados y tras los cálidos saludos, todos les hicieron muchas preguntas, ante las cuales, uno de ellos dijo:
   -Ahora les vamos a contar lo que nos pasó esta larga noche.
   Y el otro anarquista agregó:
   -Pero les advierto que lo que van a escuchar, no es fácil de creer, ¿eh? –y le preguntó a su amigo: -¿Quién de los dos empieza?
   Pero no llegó a responderle porque justo en ese momento uno de los habitantes de la vivienda anunció gritando que había llegado otro de los fugados de la penitenciaría; todos se le acercaron para saludarlo y rápidamente procedieron a cortarle las esposas que en sus muñecas traía; él también tenía una historia increíble (y verdadera) para contar.
 
 
(1) Ejército Revolucionario del Pueblo
(2) Fuerzas Armadas Revolucionarias

martes, 23 de noviembre de 2021

Los '20 y los '70 (cuento) - Martín Rabezzana

 
   El anarquista había logrado concretar la a priori imposible hazaña de escapar (1) de la temible cárcel de la “Tierra del Fuego porteña” (Penitenciaría Nacional) (2) junto a varios camaradas que, al igual que él, habían sido encarcelados tras el allanamiento que la policía había realizado en su imprenta clandestina desde la cual, no solamente se escribían e imprimían textos propagandísticos, sino además, billetes; actividad que lejos estaba de ser extraordinaria ya que la falsificación de dinero era el delito más común entre los militantes libertarios de aquellos años 20 del siglo veinte.
   Todos (menos él) habían acordado quedarse durante un tiempo en las inmediaciones de la cárcel en las cuales se habían instalado muchos ex detenidos por a su vez, haberse instalado ahí sus familias en tiempos en que justamente estaban detenidos, dado que así ellas podían visitarlos con asiduidad; en ese lugar les había parecido sensato quedarse algunas semanas antes de partir hacia otras ciudades ya que las autoridades jamás buscarían justamente ahí (en sus alrededores) a los reclusos recientemente fugados; tal previsión había sido correcta; los que en esa área permanecieron durante un tiempo, no fueron recapturados, pero él, que no confiaba en que tal plan diera buenos resultados, decidió “cruzar el charco” ya que sabía que en Uruguay, sus camaradas ácratas le brindarían alojamiento, por lo cual, la noche de invierno lloviznosa en que escapó de la cárcel, se dirigió al puerto dispuesto a abordar un barco de carga con rumbo a Montevideo; una vez frente a uno de ellos, miró en todas las direcciones para asegurarse de que nadie lo viera y con paso rápido intentó embarcarse, pero de la nada apareció un policía que le dio la voz de alto, entonces emprendió una huida desesperada por los alrededores del puerto que culminó cuando, totalmente agotado de tanto correr (y por las privaciones y apremios sufridos en prisión), cayó al suelo desde el cual, resignadamente aceptó que los policías que lo estaban siguiendo, lo encontraran y recondujeran a la penitenciaría, y así ocurrió; dos policías llegaron hasta donde el anarquista había caído rendido y lo insultaron, lo patearon, lo esposaron y después lo condujeron al interior del patrullero en que pensaban llevarlo de vuelta a “La Tierra”.
  
   Camino a la prisión, los policías continuaron con sus insultos contra el detenido; le decían que en “La Tierra” le esperaba lo peor (lo cual era cierto) y que esta vez de ese lugar no saldría con vida, y mientras realizaban esas (y otras) agresiones verbales, el conductor del patrullero empezó a notar algo extraño que lo llevó a decirle a su compañero:
   -¿Sabés en dónde estamos?
   Su compañero, que hasta entonces no le había prestado atención al camino, empezó a mirar en todas las direcciones y, con tono de absoluto desconcierto, dijo:
   -No tengo ni idea.
   El auto siguió transitando unas cuadras más hasta donde se suponía que estaba la cárcel, pero en ese lugar la cárcel no estaba. Lo que había era un enorme terreno baldío frente al cual, estacionaron; ambos agentes bajaron del vehículo y permanecieron en silencio evidenciando asombro en sus miradas ya que el lugar que veían, era y no era el mismo que conocían, dado que había diferencias notables en la urbanización, así como también en los autos que transitaban.
   Nada entendieron de lo que vieron, y tras caminar por el terreno durante algunos minutos, decidieron volver al patrullero y una vez en el mismo, yiraron y yiraron durante una media hora tratando infructuosamente de encontrar a la cárcel; mientras tanto, el anarquista detenido había advertido que la sorpresa que los policías tenían (la cual él también tenía) les había conferido vulnerabilidad, en cambio a él le había conferido fuerza y esperanza, lo cual lo llevó a burlarse de los policías y a acusarlos de estar locos por haber visto un terreno deshabitado en donde él sí había visto a la cárcel; los policías empezaron a dudar de sus propias percepciones y resolvieron volver al lugar en el que se suponía que estuviera la cárcel; en ese momento la fina neblina que a la noche envolvía, se volvió gruesa niebla que resultó en que la visibilidad se redujera drásticamente, por ese motivo chocaron contra un Ford Falcon verde que iba en dirección contraria a gran velocidad, lo cual le causó a los ocupantes de ambos vehículos, heridas menores; el accidente dejó levemente conmocionados a los dos policías del patrullero, fue entonces que el anarquista detenido aprovechó para escaparse y rápidamente se escondió tras un contenedor de materiales de construcción desde donde vio todo lo que segundos después aconteció.
   Del auto al que habían chocado, se bajaron varios tipos furiosos que insultaron a los policías a los que no reconocieron como tales dado que el auto policial de los años 20 en que ellos viajaban, era muy distinto al que se usaba en los años 70 en que entonces se encontraban (amén de los uniformes), por lo cual, al acercarse al vehículo que los había chocado, un miembro de lo que era un Grupo de Tareas de la ESMA que se dirigía a realizar uno de sus infames operativos, mientras blandía un arma de fuego, gritando les dijo:
   -¿Adónde mierda iban, payasos, así vestidos? ¿A una fiesta de disfraces?
   Entonces los policías intentaron sacar sus armas, lo cual fue inmediatamente advertido por los represores de la patota que reaccionaron disparando una innumerable cantidad de veces contra el vehículo provocándole a sus dos ocupantes, la muerte.
   El anarquista, que había visto todo el episodio desde una segura distancia, esperó a que los ocupantes del Falcon verde se fueran antes de él mismo irse del lugar, lo cual ocurrió tras menos de un minuto de sucedida la balacera.
   Con las manos esposadas empezó a correr por calles que apenas reconocía, después, ante el cansancio, dejó de correr y empezó a caminar lo más rápido que pudo, y a medida que las cuadras pasaban, el entorno se volvía para él, cada vez menos desconocido, ya que sin él entonces saberlo, estaba retrocediendo en el tiempo, por lo cual, al cruzar cierta cuadra, se encontró en la década del 60; al cruzar la siguiente, en la del 50; al cruzar la siguiente, en la del 40; al cruzar la siguiente, en la del 30, y al cruzar la siguiente, en la del 20, es decir, en la suya; una vez en la misma, se dirigió a la zona de la “Tierra del Fuego porteña” en donde sí estaba esta vez la cárcel, y se reencontró en una de sus viviendas con varios de los reclusos prófugos que lo recibieron muy alegremente, le cortaron las esposas y por supuesto, le preguntaron qué le había pasado esa noche, entonces el anarquista, previendo que lo que iba a contar resultaría increíble, dijo lo siguiente:
   -Les voy a contar todo pero con una condición.
   Uno de sus amigos dijo:
   -¿Cuál?
   -Que se abstengan totalmente de decirme “loco”, “mentiroso”, “versero”… cosas así.
   Todos asintieron, entonces uno de sus interlocutores dijo:
   -¡Dale!… ¡contá contá!
   El anarquista tomó aire profundamente y después dijo:
   -Resulta que…
 
 
(1) En el año 1923 se produjo la fuga de 14 presos de la Penitenciaría Nacional.
(2) En el barrio capitalino nacional de Palermo, existió una prisión llamada oficialmente: “Penitenciaría Nacional” e informalmente: “Tierra del Fuego”; este último título se hizo extensivo a sus alrededores; funcionó desde 1877 hasta 1961; tras su demolición, hubo un terreno deshabitado durante muchos años hasta que se construyó lo que actualmente es el Parque Las Heras.

lunes, 22 de noviembre de 2021

Subvertidores del tiempo (cuento) - Martín Rabezzana

 

 
   En algún año de la década del 70 del siglo veinte, en un bar situado en el primer piso de un hotel (lugar que habían elegido por motivos de seguridad), se encontraban una mina y un varón, sentados junto a una ventana por la cual dirigían la vista casi exclusivamente a cierta dirección.
   -¡En cualquier momento! –dijo la mujer.
   -¡Hablá más bajo! –dijo el hombre.
   Tras algunos minutos en que tomaron y comieron algo, en el teatro situado frente al hotel en que la pareja se encontraba, una bomba puesta por la Triple A, explotó; ambos se conmovieron como si no hubieran sabido lo que habría de ocurrir, y si bien sí lo sabían, el impacto emocional que el hecho produjo en ellos, fue similar al que se habría producido de ellos haberlo ignorado.
   Tras dejar pasar un tiempo prudencial, se fueron del lugar y transitaron las calles en dirección a las inmediaciones de otro teatro; a los pocos minutos de ellos llegar, volvieron a ser testigos privilegiados de una explosión causada por una bomba puesta por otro de los ya mencionados comandos de la muerte de la derecha peronista.
   Pasaron varios días y la misma pareja se dirigió a otro lugar que sería también escenario de un acto de extrema crueldad perpetrado por represores asalariados por el estado; semanas después, estuvieron en los alrededores de una sala de cine en que se dio otro atentado con explosivos; semanas después, en las inmediaciones de otro lugar en que lo mismo ocurrió, y días después, en otro; la siguiente vez que se encontraron expectantes de un nuevo atentado con bombas en las cercanías de un centro cultural, un policía que sabía que tal hecho tendría lugar, por haberle sido informado por sus superiores y haberle sido por ellos ordenado no intervenir para evitarlo, le dijo a su compañero:
   -Mirá a esos dos –y le señaló a la pareja que estaba mirando desde la distancia al edificio en que ocurriría el desastre.
   -¿Qué pasa?
   -Me parece que los vi antes en las inmediaciones de un hecho.
   -Vamos a interrogarlos –dijo su compañero.
   Entonces los dos policías se acercaron a la pareja y de muy mala manera le exigieron a ambos que se identificaran; ellos les mostraron sus DNI’s (falsos, por supuesto, ya que estaban preparados para dicha eventualidad) y uno de los policías les preguntó:
   -¿Para quién trabajan?
   -Para nadie –dijo la mujer.
   -¡Vamos! ¡No me hagan perder tiempo!... Yo los vi en las inmediaciones de un hecho, y me parece recordar que también los vi en otro similar, y ahora los veo acá; casualidad no puede ser.
   -Deben ser de la inteligencia de algún grupo subversivo –dijo su compañero.
   -¡No, les juro que no! –dijo el hombre.
   -Entonces ¿quiénes son?
   El hombre miró a la mujer, después bajó la vista y resignadamente dijo:
   -Les voy a decir la verdad.
   Pero los segundos pasaron y el interrogado, nada decía, entonces uno de los policías le pegó un cachetazo y le dijo:
   -¡Hablá, subversivo de mierda!
   Entonces la mujer, con desesperación dijo:
   -¡Somos viajeros del tiempo! Habitualmente vamos a diversas épocas a presenciar hechos históricos, por eso sabemos que hoy la Triple A va a hacer estallar una bomba en el centro cultural de la otra cuadra, y aunque les parezca increíble, todo esto es verdad, y tenemos pruebas –y sacó de un bolsillo un recorte de revista del año 2021 que reproducía un artículo de un diario de los años 70 en que se hablaba del atentado que la infame Triple A, perpetraría esa noche y que aún no se había producido; se lo entregó a uno de los policías, éste leyó algunas líneas, tras algunos segundos se empezó a reír y le dijo a su compañero:
   -¡Las cosas que se inventan estos marxistas de mierda! –y tiró el recorte al piso.
   Acto seguido su compañero le dio un culatazo de fusil al hombre, el otro, una patada a la mujer que la hizo caer, y uno de ellos le hizo señas a un patrullero para que se acercara, y cuando tenían a los dos integrantes de la pareja agarrados de los pelos y listos para subirlos al auto policial, un grupo de jóvenes armados que había visto la escena, bajó de una camioneta y abrió fuego contra los policías causándole la muerte a los dos que intentaron llevarse a la pareja e hiriendo al que manejaba el patrullero, tras lo cual, la pareja se vio liberada y ambos le dijeron a los integrantes de las FAP (1):
   -¡Gracias!
   -¡Gracias!
   Y salieron corriendo mientras los guerrilleros urbanos reingresaron a la camioneta que arrancó a toda velocidad.
   Al rato llegó otro patrullero del cual bajaron dos policías; uno de ellos se acercó al cuerpo ya sin alma de uno de sus compañeros, y a su lado divisó el recorte de revista ya mencionado que inmediatamente levantó y leyó; el titular y la primera parte del artículo decían lo siguiente:
   -“Perpetrose atentado con explosivos en el Centro Cultural “… “; no se registraron muertos en el mismo, pero sí en sus inmediaciones producto de un enfrentamiento entre extremistas subversivos y la policía; hay dos efectivos policiales muertos y otro herido.”
   Entonces el policía, reparando extrañado en la fecha de la publicación que reproducía el artículo alusivo a los hechos de esa noche de un diario de los años 70, en voz baja dijo:
   -Noviembre de 2021.
   Segundos después, un estruendo hizo estremecer al centro cultural mencionado en el artículo periodístico.
 
 
(1) Fuerzas Armadas Peronistas

sábado, 13 de noviembre de 2021

Verdades reveladas (cuento) - Martín Rabezzana


   En cierta situación (“difícil”, por decir lo menos), un individuo le preguntó a otro:
   -¿Creés en la existencia del alma?
   -¿Cómo podría no creer?... No hay razonamiento lógico que lleve a descreer de ella; por ejemplo: aunque varias personas sean química y materialmente iguales, no necesariamente actúan, piensan ni sienten de igual modo ante la misma situación; es más: la misma persona, aunque sea materialmente la misma, tampoco necesariamente actúa, piensa ni siente de igual modo, de un momento a otro, ante la misma situación; ¿cómo se explica esto materialmente? No se explica, y sí se explica por el lado de que en nuestra materia hay algo incorporado que no es corpóreo, que tiene gran injerencia en nuestra forma de actuar, pensar y sentir; a ese algo incorporado no corpóreo, lo denominamos: “alma”, “espíritu”, “psique”, “mente”, “conciencia” o “energía”, y dado su carácter inmaterial, no hay por qué pensar que necesita de la materia para existir, por lo que al cumplirse el ciclo del cuerpo en que habita, la conciencia sigue existiendo pero en un plano inmaterial, y de serle, por algún motivo, imprescindible la materia para desarrollarse en algunos aspectos, al concluir el ciclo de la materia en que reside, el espíritu deberá pasar a otro cuerpo, lo cual a su vez, nos lleva a validar la creencia en la existencia de la transmigración de las almas y, casi inevitablemente, también a la de los resultados en diversas existencias, de lo que con nuestros actos, generamos.
   El tipo que había formulado la pregunta, mantenía apuntado al joven al que la misma le había sido dirigida, con un arma FAL, y había escuchado con gran atención su respuesta; el apuntado, que aparentaba estar totalmente tranquilo, mirando a los ojos a su enemigo, con un tono tan calmo y distendido como el que acababa de usar, dijo:
   -Sin un arma encima, no sos nada -y tras algunos segundos, agregó: ...y con un arma encima, sos menos que nada.
   Entonces, el represor perteneciente a la tristemente célebre CNU (1), abrió fuego contra el estudiante perteneciente a la JUP (2), pero a diferencia del convencimiento propio del rencor con que había matado en otras oportunidades, en esta última, lo invadió un terrible malestar que lo llevó a vacilar antes de perpetrar su acto; durante esas vacilaciones se le presentaron imágenes cargadas de negatividad que le confirieron un sentir que no era propio de la piedad; tampoco de la culpa ni del remordimiento; era algo nuevo, distinto y para él, totalmente incomprensible; tan incomprensible fue la causa de su malestar, como la calma que su víctima le había mostrado en los últimos momentos de vida, y así lo seguiría siendo siempre para él, por más que en la exposición de conceptos de su víctima, estuviera la explicación de los estados de ánimo de una y otra parte.


(1) Concentración Nacional Universitaria.
(2) Juventud Universitaria Peronista.