
-Con todo lo que
tengo que hacer, creo que aun si el día tuviera cuarenta y ocho horas no me
alcanzarían, pero para mí sería mejor que con las veinticuatro que tiene;… ¡Ojalá
el día tuviera más horas!
Ante lo cual su
interlocutor dijo:
-Según expertos en técnicas de visualización, existe la manera de lograr que el día sea más largo;... el ciclo de rotación de la tierra que supuestamente se sucede en veinticuatro horas, tal vez exista sólo en la percepción; lo que solemos considerar dos cosas distintas: el día y la noche, son en realidad dos partes de la misma unidad que es el día; la dualidad es sólo aparente; creo que fue Sócrates quien a través de Platón dijo más o menos que a diferencia de lo que se cree, el número dos no es necesariamente la suma de dos unidades; dos puede ser una unidad dividida a la mitad; tres puede no necesariamente ser la suma de tres unidades, puede ser la división de tres partes de una sola unidad y así sucesivamente… Tal vez el universo sea una unidad dividida en millones de pedazos por nuestra percepción y al uno negar la división, la unidad tenga lugar, ya que a la realidad la crea nuestra percepción… Si el período de luz y oscuridad son dos ciclos distintos o si son parte de uno solo, es subjetivo, como así también el que el día tenga veinticuatro horas, por lo que si te mentalizás para creer que en realidad una jornada es parte de un ciclo de cuarenta y ocho horas, tu cuerpo y mente van a reaccionar como si así fuera.
-Según expertos en técnicas de visualización, existe la manera de lograr que el día sea más largo;... el ciclo de rotación de la tierra que supuestamente se sucede en veinticuatro horas, tal vez exista sólo en la percepción; lo que solemos considerar dos cosas distintas: el día y la noche, son en realidad dos partes de la misma unidad que es el día; la dualidad es sólo aparente; creo que fue Sócrates quien a través de Platón dijo más o menos que a diferencia de lo que se cree, el número dos no es necesariamente la suma de dos unidades; dos puede ser una unidad dividida a la mitad; tres puede no necesariamente ser la suma de tres unidades, puede ser la división de tres partes de una sola unidad y así sucesivamente… Tal vez el universo sea una unidad dividida en millones de pedazos por nuestra percepción y al uno negar la división, la unidad tenga lugar, ya que a la realidad la crea nuestra percepción… Si el período de luz y oscuridad son dos ciclos distintos o si son parte de uno solo, es subjetivo, como así también el que el día tenga veinticuatro horas, por lo que si te mentalizás para creer que en realidad una jornada es parte de un ciclo de cuarenta y ocho horas, tu cuerpo y mente van a reaccionar como si así fuera.
Ella le
preguntó:
-¿Y cómo tendría
que hacer para que así fuera?
-Tendrías que concentrarte en la visualización de un reloj de cuarenta y ocho horas… …No lo puede lograr cualquiera,
pero dado que vos tenés práctica con la meditación, el yoga, la alimentación
viva y la visualización, es probable que logres alcanzar el nivel de
concentración que te va a permitir extender la duración del día.
Ella tras unos
segundos en silencio le dijo:
-¿Te parece?
Él se rió y le
contestó:
-Por ahí sí, por
ahí no, ¡qué sé yo!... es una teoría nomás.
Ella, ese mismo
día, una vez en su casa se sentó en posición de meditación y empezó a
visualizar en su mente un reloj que llegaba hasta las cuarenta y ocho horas;
esto lo hizo un largo rato; esa noche no durmió ya que no tuvo sueño; pasó las
horas nocturnas realizando las pinturas que tanto tiempo le requerían y
practicando su coreografía de danza; a la mañana fue al trabajo sin sentirse
siquiera un poco cansada; recién tras cuarenta y ocho horas de estar despierta
empezó a tener sueño y durmió; la visualización había funcionado, por lo que
siguió mentalizándose para seguir viviendo días de cuarenta y ocho horas que,
no obstante, no le alcanzaban, por lo que empezó a visualizar un reloj de setenta y dos horas, después, uno de noventa y seis, después, uno de más horas y vivió
días cada vez más largos hasta que visualizó un reloj cuya cantidad de horas
iba siempre en aumento y dejó de dormir totalmente; ella no vivía estancada en
el mismo día. Los días pasaban pero su organismo seguía reaccionando como si
fuera siempre el mismo, por lo que dejó de envejecer; era consciente de haber alcanzado
la eterna juventud.
Tenía tiempo
para todo; las horas que los demás le dedicaban al descanso, ella las dedicaba
al estudio de diversas artes y oficios al punto que de seguir así, se
convertiría necesariamente en la persona con mayor conocimiento de la historia.
Una tarde al
cruzar una avenida un auto casi la atropella; evitó que así fuera un individuo
que acercándosele desde atrás tiró de uno de sus brazos y cambió así su lugar
con el de ella, lo cual resultó en que fuera él el atropellado; ella gritó y
lloró desconsoladamente y sintió una gran culpa invadirla.
Tras llegar la
ambulancia y constatar que el individuo había muerto, el personal al ver la
conmoción de la mujer, le ofreció llevarla al hospital, ante lo cual ella de a
poco y silenciosamente se alejó hasta que empezó a correr; pasó horas entre
lágrimas caminando por la calle; después volvió a su casa.
El llanto empezó
a disminuir cuando tuvo la idea de intentar hacer volver el tiempo atrás
visualizando un reloj cuyas horas pasaran en el sentido inverso al tradicional.
Se sentó en
posición de meditación y visualizó un reloj de horas en retroceso; eran ya las
diez de la noche y tras un rato de visualización el sol volvió a iluminar la
casa, ante lo cual se alegró muchísimo; interrumpía por momentos breves la
visualización para mirar el reloj de su muñeca cuyas horas habían empezado a
retroceder y cuando vio que la aguja llegó a las cinco (hora previa a la del
lamentable suceso), dio por concluida la visualización y se dirigió al lugar
del accidente.
Una vez en el
mismo se dispuso a cruzar como lo había hecho antes, pero esta vez lo hizo más
lentamente, por lo que el individuo que por detrás había tirado de su brazo al
ver que un auto se acercaba a gran velocidad, logró hacer lo mismo pero esta
vez, debido al paso lento de la mujer, no le fue necesario realizar un
movimiento tan extremo y evitó que fuera atropellada sin ser él tampoco
atropellado, tras lo cual ella lo miró en silencio unos segundos y con los ojos
vidriosos de emoción, lo abrazó con todas sus fuerzas y le dijo:
-¡Gracias!
¡Diste tu vida por mí! ¡Gracias, gracias!
Él, sin entender,
dijo:
-¿Qué?
Ella lo besó y
se fue.
Volvió a su casa
y tras rememorar una y otra vez lo ocurrido durante el día, empezó a contemplar
la posibilidad de volver a un pasado que le permitiera reencontrarse con seres por
ella queridos que ya no estaban; no lo dudó mucho; decidió intentarlo.
A la mañana
siguiente se dirigió a una plaza y se sentó en el pasto; visualizó un reloj
cuyas horas retrocedían y después un calendario en el que se destacaban días,
meses y años que progresivamente retrocedían, entonces volvieron los días, los
meses y los años; detuvo el retroceso del tiempo cuando llegó al día de su
cumpleaños número siete;… se dirigió a la casa en la cual entonces vivía,
admirando emocionada las calles del barrio que en ese entonces era digno de ser
llamado así debido a la sencillez y calidez que con el paso del tiempo habían disminuido
hasta convertir al mismo espacio en un sitio parecido al de ese tiempo, pero en
esencia, totalmente distinto.
Contempló
sonriendo el exterior de su casa y se acercó sigilosamente a una ventana cuyas
cortinas por efecto de la luz dejaban entrever a las personas que participaban
del cumpleaños; pensó:
-Ahí están mis
amigas… Cecilia, Verónica, mi mejor amiga… sentía que íbamos a ser amigas
siempre, ¡y ahora ni sé dónde está!… Ahí estoy yo… ¡Qué chiquita! ¡Mamá, Papá!
¡Qué jóvenes están! ¡Abuela!... me acuerdo de vos todos los días, pero no me
acordaba de tu voz;… no recuerdo haberte vuelto a ver después de este día…
Pensó en golpear
a la puerta y entrar a hablar con su abuela, contarle muchas cosas, expresarle cuánto
le había dolido su partida, cuánto la extrañaba, cuánto la quería, cuánto la
tenía presente a pesar del tiempo transcurrido, cuánto la necesitaba aún siendo
ya una persona grande, decirle que sus mejores recuerdos eran con ella…
explicarle quién era y cómo había llegado era lo de menos, lo importante era
poder reencontrarla y darle ese abrazo de despedida que la vida les había cruelmente
negado al ella morir imprevistamente poco después de ese día, pero no;… por
necesidad que tuviera de todo esto, algo muy fuerte la detuvo haciéndole sentir
que el momento perfecto que desde la distancia veía, merecía un respeto que
implicaba dejarlo inalterado.
Le mandó un beso
y se fue.
Regresó a su
tiempo y dejó al reloj volver a componer días de veinticuatro horas por sentir
que los ciclos naturales deben ser respetados siendo los casos de urgencia, la
única excepción a la regla.
Se encontró con
el amigo que le había revelado la fórmula para extender la duración de los
días, lo abrazó y con gran ansiedad quiso contarle todo lo que le había pasado
en el último tiempo, las cosas que había vivido, lo feliz que se sentía por lo
que había podido experimentar, lo mucho que había aprendido, pero… por el
momento bastaba con una sola palabra; lo miró a los ojos y le dijo:
-Gracias.