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lunes, 2 de septiembre de 2024

María Clara. Daniela: ULTRAVIOLENCIA (cuento) - Martín Rabezzana

Nuevo capítulo (el número 12, pero por ahí, al ubicarlo en mi siguiente libro, lo haga en otra posición, así como con tal vez haga también, con el cuento anterior) de la serie de "María Clara", cuyos primeros seis, se encuentran en mi libro: "MATAR MORIR VIVIR".

-Palabras: 1.518-

Principios de 1976.

   Todo estaba perfectamente planeado: cierta noche los guerrilleros ejecutarían una represalia en un lugar determinado a una hora determinada y, tras perpetrarla, tenían programadas, al menos, dos rutas de escape; en caso de que durante el mismo, fueran perseguidos por elementos represivos del estado, se desviarían hacia cierto lugar en el cual, habría un vehículo con dos combatientes que se encargarían de liberarlos de sus perseguidores (en otro punto del mismo municipio, habría otro auto que cumpliría la misma función); en uno de esos vehículos estaban, la anarquista rosarina devenida combatiente montonera, María Clara Tauber y la uruguaya y también anarquista, perteneciente a la OPR-33 (*), Daniela, que, mientras esperaban el posible paso del Torino de sus compañeros, conversaban.
   María Clara dijo:
   -Durante la segunda guerra mundial, la izquierda local y los pro aliados de otros países, ante la neutralidad argentina (que se interrumpió recién al final), acusaban a los gobiernos locales de ser favorables a los nazis, sin embargo, como Argentina era el principal exportador de carne y trigo a Gran Bretaña, del gobierno local haberle declarado la guerra a Alemania, los buques argentinos que transportaban alimentos hacia allá, habrían sido objetivos a hundir por los alemanes, ya que, por supuesto, a los nazis les habría convenido dejar sin alimentos a un país con el que estaban en guerra, pero como Argentina se mantuvo neutral, esto no ocurrió, y así fue que, a los británicos los alimentos les siguieron llegando; es decir, la neutralidad argentina, fue favorable a los aliados.
   -Aaahh... -dijo Daniela; después agregó: -Igual… si bien a los nazis había que combatirlos, los países líderes de la alianza contra ellos, más lejos no pueden estar de ser aliados de la mayor parte del mundo de la que somos parte.
   -Es verdad; también ellos son nuestros enemigos -dijo María Clara.
   Mientras tanto, el Torino en el que viajaban sus compañeros, escapaba a alta velocidad por la calle Cramer de la ciudad de Bernal, mientras era perseguido por un patrullero; al llegar a Ascasubi, dobló a la izquierda; en esta última calle, a la altura 40, se encontraba el vehículo en el que, María Clara y Daniela, estaban, que era una furgoneta Citroen 2CV; ambas estaban atentas a la eventualidad de que el auto de sus compañeros, pasara por esa calle a los pocos minutos de la hora en que estaba programada la realización de la represalia; si así no sucedía, tras diez minutos, debían irse, pero fue que el Torino, sí pasó, y cuando lo hizo, ambas combatientes (que esperaban en la parte posterior del vehículo, que no poseía ventanas, lo cual les permitía no ser vistas) llevando cada una de ellas, una caja llena de clavos miguelitos, salieron velozmente en dirección a la esquina con Cramer, y los desparramaron por el suelo; una vez hecho esto, se dirigieron a la parte posterior de la Citroneta, abrieron sus puertas, agarraron sus Fusiles Automáticos Livianos y los amartillaron; segundos después, el patrullero que perseguía a los montoneros, dobló en Ascasubi y al pisar los miguelitos, pinchó sus neumáticos, lo cual llevó al auto a detenerse y a sus dos policías, a bajar del mismo; tras ellos hacer esto último, las dos guerrilleras, que se habían escondido tras su vehículo, salieron de su escondite y dispararon contra los dos policías, al menos, nueve veces cada una, lo cual resultó en que ambos uniformados, cayeran de inmediato heridos de muerte; seguidamente, las combatientes subieron a la furgoneta (Daniela en calidad de conductora) y arrancaron.
   Las mujeres se retiraron del lugar por la calle Ascasubi; una vez en Uriburu, doblaron a la derecha y al llegar a la altura aproximada de 440, vieron que delante de ellas, frenaban dos Ford Falcon; tras mirar por el espejo retrovisor, Daniela dijo:
   -Atrás hay dos más.
   Ante esto, debieron frenar.
   Y es que los guerrilleros a los que ambas combatientes, secundaron, venían de reventar a un empresario importante de la cervecería Quilmes y a tres de sus custodios, en su mansión situada en Libertad 711 de la ciudad homónima de la cerveza; ellos entonces no lo sabían, pero la casa en la que perpetraron el hecho de sangre, se encontraba a la vuelta del centro clandestino de detención, tortura y exterminio, conocido como: “El pozo de Quilmes”, que desde 1974, venia funcionando, fue por eso que, cuando un cuarto custodio advirtió el hecho, corrió por la calle Garibaldi hasta Allison Bell, que es en donde se encontraba el centro clandestino ya mencionado, para comunicárselo a sus represores, y así fue que un patrullero que frente al mismo, estaba, inició la persecución de uno de los dos autos (que era el Torino ya referido) en que los siete guerrilleros que habían participado del hecho, escaparon (el otro no fue perseguido porque rápidamente se perdió de vista); a la persecución, divididos en cuatro autos, rápidamente se sumaron doce miembros de la Triple A, que en el lugar, se encontraban; el primero de estos cuatro autos, que iban detrás del patrullero, al ver que el mismo había caído en la trampa tendida por las partisanas de los clavos miguelitos y que los policías habían caído bajo el fuego guerrillero, no avanzaron directamente por la calle Ascasubi, sino que dos de ellos subieron a la vereda y evitaron así, pinchar sus neumáticos; una vez esquivados los clavos, volvieron a la calle y empezaron a perseguir a las mujeres, mientras tanto, los otros dos autos siguieron por la calle Cramer con la intención de, más adelante, doblar a la izquierda y quedar delante del vehículo de las guerrilleras; con dos Fálcones delante y dos, detrás, quedarían encerradas; cuando las guerrilleras transitaban por la calle Uriburu, los represores lograron su cometido, pero rápidamente lo lamentarían, porque lejos de ser sus perseguidas, estudiantes secundarias desarmadas, o trabajadores durmiendo en sus casas en medio de la noche en total estado de indefensión (y gente así, constituía el grueso de las víctimas a las que los represores de las Tres A, secuestraban), tanto María Clara como Daniela, eran combatientes de altísimo nivel y excelentemente armadas, a las que ninguno de los cobardes represores de los Fálcones, podría jamás doblegar, de encontrarse con ellas en un verdadero enfrentamiento, así fue que las guerrilleras, rápidamente fueron hacia la parte trasera de la Citroneta y una vez ahí, cada una de ellas agarró un lanzacohetes antitanque RPG-7, a los que prontamente les retiraron los seguros; mientras tanto, escudados por las puertas abiertas de los Fálcones que estaban delante de la furgoneta, los represores del estado, dispararon con armas largas, proyectiles que no impactaron en las combatientes por estar su vehículo, blindado.
   María Clara destrabó ambas puertas traseras de la Citroneta, las abrió ligeramente y a través de la abertura, extendió una tela blanca en aparente señal de rendición, mientras gritaba que se rendían, cosa que de inmediato, también hizo Daniela, fue entonces que los disparos realizados por los represores ubicados detrás de la furgoneta, cesaron; acto seguido, María miró a su compañera y le dijo:
   -¡Ahora!
   Entonces, tanto ella como Daniela, patearon las puertas y una vez abiertas totalmente, ambas apuntaron sus poderosísimas armas contra los dos Ford Falcon que tenían delante, y dispararon casi al unísono, cohetes que de inmediato, los destruyeron y dejaron envueltos en llamas; al ver esto, los represores de los dos Fálcones que se encontraban en la dirección opuesta, dejaron de disparar y volvieron a ingresar a sus vehículos con la intención de escapar cuanto antes, pero, por el nerviosismo extremo que a todos ellos, embargaba, se dio un choque entre ambos autos que resultó en que quedaran de costado en medio de la calle, y antes de que pudieran reubicarse para estar en condiciones de retirarse, tanto María Clara como Daniela, tras recargar sus lanza cohetes, dispararon contra ellos, resultando en que sufrieran la misma suerte que sus compañeros de represión de los otros vehículos; seguidamente, ambas combatientes dejaron los lanza cohetes en la furgoneta y volvieron a agarrar sus fusiles, entonces María Clara, señalando en dirección a los Ford Falcon situados detrás de la Citroneta, le dijo a Daniela:
   -Ocupate de los de allá.
   Y fue así que Daniela se acercó a los Fálcones y disparó una gran cantidad de balas contra los represores que se encontraban tirados en la calle; de todos ellos, tan sólo uno estaba consciente, dado que los que no estaban ya muertos, se encontraban malheridos e inconscientes; Daniela remató al que estaba consciente de varios balazos (y también a los demás) mientras, extremadamente emocionada, gritaba:
   -¡Morí morí morí, facho de mierda! ¡Mueran todos! ¡Muerte eterna para todos ustedes, HIJOS DE RE MIL PUTA!
   Por su parte, María Clara pronunció palabras parecidas a las de su compañera, al rematar a los represores de los otros dos, Fálcones.
   Tras el hecho de sangre, concluir, ambas mujeres volvieron a subir a su vehículo y se retiraron.

   A todos nos gusta la violencia cuando es perpetrada por motivos acordes con nuestros valores. ¿O no? (Te guiñé un ojo al decirte lo último) (Ah, sí… y noté que no me desmentiste).


(*) Organización Popular Revolucionaria 33 Orientales