lunes, 2 de diciembre de 2019

Cine/teatro Magda Buen Ayre (cuento) – Martín Rabezzana



   Cualquier viernes a la noche en que uno se quede en su casa, tiene gusto a fracaso (al menos durante la primera juventud o al comienzo de la segunda), por lo que decidí salir aunque esa vez no tuviera a nadie que me acompañara.
   Eran tipo las diez y el clima era el esperado para una noche de primavera, o sea, fresco pero no frío; un clima ideal (por lo menos para mi gusto).
   Tras caminar un largo rato sin rumbo por las calles de Magdalena del Buen Ayre, entré a uno de esos restaurantes de comida saludable que por suerte están en expansión, no obstante, compensé lo hipotóxico de la comida vegetal que consumí con el alcohol de la bebida que tomé; tras terminar de comer volví a la calle en donde seguí vagando con la esperanza de que algo (¡lo que fuera!) pasara, pero nada ocurría. Mientras tanto pensaba en que mi habilidad para escribir me sirve tanto en este mundo como a Diógenes "el cínico" le sirvió la que (irónicamente, sin duda) manifestó tener al ser tomado como esclavo, ya que la leyenda cuenta que en tal circunstancia, su esclavista le preguntó qué sabía hacer, a lo que Diógenes le respondió: "mandar".
   En fin… seguí caminando y me llamó la atención un cine/teatro que con grandes letras luminosas se presentaba como: Magda Buen Ayre; no dudé un segundo en entrar, y no sólo por no tener nada que hacer, sino además por las ganas que tenía de ver por dentro ese lugar cuya fachada era hermosa y que yo nunca había visto antes, ya que a pesar de pasar por esa calle seguido, no recordaba haberlo visto, por lo que asumí que era nuevo.
   Entre al cine/teatro y me puse en la cola de la boletería para sacar una entrada y ver cualquier película; tras unas quince personas haber comprado sus entradas, llegó mi turno; la persona empleada en la boletería era una mujer negra (muy atractiva) que lucía una vestimenta algo exótica; yo, señalándole un afiche de una película que estaba anunciada para ser exhibida en algunos minutos, le dije:
   -Una para esa, por favor –y le extendí la plata.
   Tuve que señalarle el afiche en vez de nombrarle la película ya que en el mismo no había ningún título. Había solamente una imagen abstracta; la mujer, sonriendo me dio la entrada y el acomodador me dijo que me apurara ya que la película estaba por empezar, entonces entré rápidamente a la sala y me acomodé en una butaca; lo primero que noté fue que en la sala estaba yo solo a pesar de haber estado muy concurrida la cola para sacar entradas, por lo que habiendo varias salas, supuse que las demás personas habían entrado a alguna de las otras.
   La sala era de tamaño medio y estaba impecable; evidentemente el cine/teatro en su totalidad era una obra de arte arquitectónica extraordinaria; a los pocos segundos de haberme sentado, se apagaron las luces y me dispuse a ver la película, pero en la pantalla no apareció ningún filme, sino una serie de luces intermitentes a las que (posteriormente) relacioné con el elemento diseñado para alterar la percepción sin drogas llamado: "Dream machine"; pensé que se trataba de un error técnico que sería pronto subsanado, pero los minutos pasaron y tal cosa no ocurrió, por lo que me levanté de mi asiento y salí de la sala con la intención de contarle la situación a algún empleado del lugar, pero una vez fuera de la misma, me encontré con que el edificio parecía abandonado desde décadas atrás, ya que las paredes estaban cubiertas de humedad. El piso de madera, que hasta hacía apenas minutos estaba reluciente, lucía entonces opaco, agrietado y cubierto de tierra, y el cielo raso estaba lleno de telarañas;… Todo era muuuy raro, pero igual pude mantener la calma y empecé a llamar a media voz a algún empleado; dije:
   -Hooolaaaa… ¿Hay algún empleado del lugar presente?
   Nadie respondió, por lo que decidí ingresar nuevamente a la sala pero no pude porque encontré a su puerta cerrada con cadena y candados.
   Salí del cine/teatro y miré hacia arriba, entonces vi a las nubes desplazarse muy rápido como si el tiempo estuviera pasando a gran velocidad, y seguramente así era ya que tras menos de un minuto, el sol salió y me encontré repentinamente a plena luz del día.
   Tras mirar con gran sorpresa en todas las direcciones, resolví caminar hasta la plaza más cercana con la esperanza de encontrar a alguien a quien preguntarle dónde me encontraba, y creí que en una plaza podría llegar a encontrar a alguien, lo cual no parecía factible en la calle, ya que parecía ser yo el único transeúnte, y mientras más caminaba, más confirmaba que la ciudad de Magdalena del Buen Ayre en que me encontraba, se había vuelto una "ciudad fantasma", pero lejos de sentir miedo, lo que sentí fue una inmensa paz como si la quietud del exterior se hubiera infiltrado en mi interior; llegué a una esquina y vi a lo lejos a la morocha empleada del cine/teatro; con una seña de la mano me pidió que me le acercara, entonces empecé a caminar hacia ella pero ella se alejó, entonces detuve mi marcha y ella al notarlo volvió a indicarme que la siguiera, entonces volví a caminar hacia ella; tras transitar menos de una cuadra las construcciones de la ciudad empezaron a mutar hacia un estilo arquitectónico medievalesco, y como poco tiempo atrás había visto en la televisión un informe sobre "Campanópolis", pensé: "Esto se parece a Campanópolis", y tras algunos segundos, con convicción agregué: "No se parece: es".
   Caminé por el lugar y advertí que el mismo estaba habitado por muchas personas, ya que algún ser bondadoso parecía haberlo expropiado para ponerlo a disposición de todos los ciudadanos que, con la debida organización previa, podían postularse para pasar ahí unos días de esparcimiento con comida y alojamiento gratuitos (todo esto lo asimilé en ese momento de modo emocional sin necesidad de que me fuera explicado).
   La gente del lugar era de lo más variada, ya que no sólo había de todos los diferentes grupos estéticos por mí ya conocidos (es decir, los denominados común e incorrectamente: "razas"), sino también de otros que jamás había visto, entonces comprendí que los filósofos pitagóricos tenían razón al considerar que el interior de la tierra está habitado por seres inteligentes, ya que varios de ellos estaban entonces viviendo en la superficie y pasaban a mi lado. La cuestión es que más allá del asombro positivo que me causaba estar donde estaba y experimentar lo que experimentaba, no olvidaba que la empleada del cine me había pedido que la siguiera, pero la había perdido de vista, por lo que caminé durante casi una hora por Campanópolis (que en realidad en ese espacio temporal no se llamaba así, dado que tras su expropiación pasó a carecer de todo nombre) tratando de encontrarla, pero no lo logré, por lo que me resigné a no volver a verla y sentí malestar por primera vez en muchas horas ya que desde que había entrado al cine/teatro, mi sentir era de gran positividad; me senté a descansar en un banco público y tras un rato, me puse de nuevo en marcha; tras doblar una esquina el lugar volvió a convertirse en las inmediaciones del cine/teatro de Magdalena del Buen Ayre en el cual estaba horas antes, y si bien la urbanización correspondía a la de la realidad ordinaria y esta vez sí había gente en la calle, a lo lejos vi un mar cuyas aguas cambiaban regularmente de color, que antes no estaba; caminé hacia su playa y permanecí de pie mirando la puesta del sol (que seguramente era una de las tantas del día porque en ese lugar, así como repentinamente el sol salía, se iba) y entonces, cuando ya no lo esperaba, apareció la empleada del cine/teatro y me tomó de las manos, las llevó a sus hermosos labios, y las besó; quise decirle algo pero no pude. Ella tampoco me dijo nada y no parecía siquiera pretender hablarme, entonces entendí que es correcta la idea filosófica según la cual toda denominación que hagamos de un objeto o de un ser, constituye un reduccionismo limitante que nos impide entenderlo no sólo en su totalidad, sino también parcialmente, ya que a partir de las palabras aplicadas a ellos, vemos a las características estáticas que creímos percibir al darles nombres y dejamos así de advertir que están en permanente cambio, por lo cual el vocabulario es un impedimento para la comprensión de la esencia de todo lo existente, pero para mí había dejado de serlo ya que desde el primer contacto que las manos de la mujer hicieron con las mías, sin necesidad de palabras, entendí TODO.

domingo, 24 de noviembre de 2019

Casi vamos en cana (cuento) - Martín Rabezzana


   Fines del año 1995; Magdalena del Buen Ayre (o sea: GBA sur): un grupo de jóvenes sale una noche de la casa de uno de ellos y se dirige a una zona céntrica; los adolescentes pasan junto a un ebrio que está tranquilamente sentado y apoyado contra una pared; no reparan demasiado en su presencia; siguen su camino hasta que escuchan insultos. Miran hacia atrás y ven al ebrio ser agredido a patadas por dos policías; el grupo de jóvenes da media vuelta, se aproxima rápidamente hasta el lugar del hecho y le recrimina al personal policial lo innecesario y brutal de su comportamiento; los policías los insultan y amenazan. Les piden documentos y los palpan de armas; todos (o casi todos) piensan que pasarán la noche en una celda, pero uno de los policías, al ver el apellido de uno de los adolescentes, se pone nervioso, le muestra su DNI a su compañero, deliberan unos segundos y después le devuelven a todos los jóvenes sus papeles identificatorios; uno de los uniformados dice:
   -Pueden irse.
   El grupo de jóvenes se va; los policías también se van y sin detener a nadie.
   Mientras se dirigen a la zona céntrica a la que previo al suceso recién contado, los adolescentes se disponían a ir, uno de ellos le pregunta a otro:
   -¿Qué pasó? ¿Por qué nos dejaron ir?
   Y mientras señala a uno de sus amigos que camina más adelante junto a otros dos del grupo, le responde:
   -Porque vieron el apellido de Miguel y se asustaron.
   Su interlocutor, no entendiendo, pregunta:
   -¿Cuál es el apellido de Miguel?
   Entonces el joven pronuncia un apellido poco común y muy importante en la política de aquel entonces, por lo que el primer joven, riendo, dice:
   -Cada vez que salgamos lo tenemos que llevar sí o sí a Miguelito. ¡Ja ja ja!

lunes, 4 de noviembre de 2019

Recuerdos casi reales de la residencia de artistas (cuento) - Martín Rabezzana


   Yo estaba en una de esas residencias que algún(a) mecenas siempre (o al menos, a veces) le ofrece a los artistas como vivienda temporal; era una tarde soleada y a eso de las 15:30 horas, me dio sueño y me fui a mi habitación a dormir una siesta. Entonces soñé que estaba durmiendo y me despertaba; miraba a la pared que estaba frente a mí y en ella había un pájaro que volaba en dirección a mi persona y entraba en mi pecho como si fuera energía inmaterial, entonces me desperté con cierto miedo y miré a la pared en que en mi sueño había visto al pájaro. Obviamente no había ningún pájaro.
   Al rato me levanté y fui al merendero; en el mismo había unos jóvenes conversando (jóvenes como yo, ya que por aquel entonces tenía poco más de 20 años); uno de ellos dijo:
   -No hay que asustarse de que hayan diputados de extrema derecha ni por que los haya de extrema izquierda por más que el fin de ambos sea reprimir y matar a gran escala; hay que sentirse reconfortado de que existan muchas personas de ambas facciones ya que si hay diversidad equitativa de tendencias, se da un equilibrio que no existiría de primar una de ellas… Si ganan los fachos, ¡se va todo al carajo!, pero… ¡si ganan los zurdos, también! Por eso es bueno que hayan muchos de ambos extremos ya que se contienen mutuamente.
   Una chica presente dijo:
   -Hay una tercera posición pero es problemática… El problema del anarquismo es que es demasiado realista, por eso la mayoría es incapaz de tomarlo en serio… y es entendible si a su vez entendemos que hay cosas que de tan heladas, queman. De tan cercanas, no se ven. De tan alegres, hacen llorar… El anarquismo, de tan realista que es, parece inverosímil.
   Entonces, la que dijo esto último, al verme llegar a la mesa, me preguntó:
   -¿Vos a quién admirás política o ideológicamente?
   No debí pensarlo mucho para responder:
   -¿Yo? ¡A los cínicos! Los cínicos eran esos filósofos linyeras de la antigua Grecia; eran anticonvencionalistas y antimaterialistas; por ser anticonvencionalistas, no fundaron una escuela ya que en todo ámbito educativo estructurado, se crean convenciones y dogmas, y por ser antimaterialistas, vivían frugalmente; según ellos, en el rechazo de los bienes superfluos, están la libertad y la felicidad, y en ese deshacerse de lo superficial, estaban incluidas las posesiones intelectuales, por eso despreciaban a los sofismos filosóficos (que es casi todo concepto complejo intelectual), ya que los grandes razonamientos intelectuales, por ser casi siempre de escasa o nula utilidad, eran considerados por ellos, similares a las posesiones materiales superficiales, de ahí su rechazo al intelectualismo, además de por el mismo, ser creador de una casta privilegiada dentro de una sociedad, y ellos creían en el igualitarismo, y como no eran autoritarios (y no ser autoritario implica no intervenir en la vida de los demás, salvo que los demás así lo deseen), no eran políticos, por lo que buscaban mejorarse a sí mismos y no a la sociedad, y eso, a mi entender, es LO ÚNICO verdaderamente antiautoritario (y casi nadie lo quiere hacer porque el ser humano es muuuy autoritario), por eso yo los admiro. Y los cínicos no dejaron de existir, ya que el cinismo define a una forma humana de ser, que existió, existe y existirá en todos los tiempos y culturas con diferentes nombres y hasta sin ningún nombre.
   La joven que se había dirigido a mí, me hizo otra pregunta.
   -¿Vos sos cínico?
   -Noooo… Ojalá lo fuera, ya que los cínicos representan a mi ideal de conducta humana, y yo estoy muy lejos de eso, pero espero algún día llegar a parecerme a ellos.
   Admirar a alguien es positivo para uno mismo;… Ante alguien que uno considera "grande", se siente insignificante, y es paradójico ya que ese sentir de insignificancia es positivo porque conlleva un gran bienestar emocional, por lo que cuando disminuye la capacidad de admirar a otro, disminuye el propio bienestar, y es en la mirada donde más claramente se expone la admiración que uno le tiene a otro; la misma no engaña; yo he visto algunas veces a la mirada de admiración dirigirse a mí y me costó reconocerla y entenderla, al punto que hasta llegué a creer que me estaban confundiendo con otra persona, pero finalmente entendí que de eso se trataba: admiración, y ante la misma sentí incomodidad ya que no la esperaba de nadie, y una de esas veces en que sentí sobre mí a la mirada en cuestión, fue esa tarde, y procedió de la chica que se había dirigido a mí tras escuchar mis respuestas.
   Otro residente se acercó a la mesa en que estábamos en la cual había mate, té, café, tostadas y mermelada, y tras agarrar una tostada y ponerle dulce de frutilla, dijo:
   -Recién estaba mirando la tele y escuché a uno de esos "ex" faloperos decir algo así: "Estoy limpio; no tomo más drogas, tomo solamente lo que me recetan los médicos". Es decir, Prozac, Rivotril, Risperdal, etcétera;… ¿Y eso es estar limpio? ¡Jaa!... Estar "limpio" es no tomar NINGUNA droga ilegal ni legal;… No les cae la ficha de que siguen siendo faloperos porque lo que toman bajo prescripción médica SON DROGAS, por lo que lo único que cambió, fue su situación legal; ahora son drogadictos con receta, es decir: faloperos legales, como quiere el sistema que sean, ya que la medicina oficial, trata absurdamente a las adicciones a las drogas, con drogas, por eso lo único que hace es cambiarle a los adictos una adicción por otra, y los médicos piensan que lo que hacen es correcto porque es obvio que consideran que el problema no es la drogadicción, sino la ilegalidad. Y es indignante el hecho de que la gente en general no cuestione a los médicos y sí nos cuestione y repruebe a quienes los cuestionamos a ellos, con fundamentos tales como: "Si no sos médico, no podés opinar sobre medicina", ya que eso es como decir que para opinar con fundamento sobre la condición corrupta (o no) de los policías, los fiscales, los jueces y los políticos, tenés que ser policía, fiscal, juez o político, o como decir que para opinar fundadamente que la situación económica del lugar en que vivís está mal, tenés que ser economista;… sería absurdo exigirle a alguien que fuera esas cosas para respetarle su opinión al respecto, y en el caso médico no se da la excepción, ya que los resultados de la práctica médica (no sólo de la psiquiatría) son nefastos y exponen a la medicina oficial como un biopoder cuyo objetivo principal no es el cuidado de la salud de la población; si lo fuera, no realizaría sistemáticamente violaciones de todos los derechos de los ciudadanos como sí lo hace; no obstante todo esto, a diferencia de lo que le ocurre a los policías, a los fiscales, a los jueces y a los políticos, los médicos gozan de prestigio entre casi todos los miembros de prácticamente toda población humana del mundo; un prestigio totalmente inmerecido.
   Varios asintieron en silencio; el pibe comió un poco de la tostada y después dijo:
   -¡Qué contradictorios que somos!... Prácticamente todos en algún momento despreciamos a nuestras vidas y decimos no haber querido nacer, pero en realidad SÍ LO QUISIMOS… Elegimos a nuestras vidas antes de nacer y después las maldecimos por despreciarlas, y… justamente: parte de la evolución espiritual implica experimentar sentimientos negativos como el desprecio, y ninguno es mayor al que se siente por la propia existencia, de ahí la elección del alma de una vida en la que la frustración sea continua, pero como olvidó haberla elegido, cae en expresiones tales como: "Yo no quería nacer".
   Nadie dijo nada; el pibe, tras terminar la tostada, se fue.
   Después apareció otro que contó una anécdota ya conocida por todos los presentes, pero nadie lo interrumpió porque había interés en escuchar lo que a la misma le agregaría, y esto casi inevitablemente ocurriría ya que es un hecho probado (si es que lo "probado" existe) el que cada vez que alguien recuenta una anécdota, le agrega un elemento que no estaba en las versiones previas, al punto que tras varias veces de ser referida por distintas personas, se vuelve absolutamente imposible dilucidar qué de lo contado es cierto y qué no lo es; "¡Tiene razón!" (dirá al menos alguno de ustedes) y… ¿por qué es así? Porque el ser humano es ficcionador por naturaleza, por eso la verdad no le alcanza.
   Después de que el joven terminó de contar la anécdota, una de las chicas se puso a contar una película que había visto; lo hizo con una maestría narrativa tan notable, que un silencio campestre se hizo a su alrededor; dijo más o menos:
   -La película se llama: "Sobredosis"; el pibe que hace el protagónico es Gabriel Lenn; la mina no me acuerdo de cómo se llama; la cuestión es que el pibe incursiona en el supuesto "submundo" de las drogas (digo supuesto porque si incluimos a las drogas legales, ese mundo está más en la superficie que en la profundidad) y conoce a una mina que también está en esa;… ¡ah, no! ¡Ahora me acordé!: La mina lo mete al pibe en la falopa; ambos desarrollan una adicción importante que les acarrea problemas personales graves, por eso se van a la costa de Buenos Aires y una vez ahí, ante el síndrome de abstinencia que sufren, la mina decide prostituirse para ganar plata para la merca, entonces el pibe se indigna, se resiente y le dice que no lo haga, pero su síndrome de abstinencia es tal, que termina aceptando que la que era su novia, se prostituya, entonces la mina se acuesta con un tipo (no me acuerdo de si no eran dos) y el pibe los mira desde la distancia mientras por dentro se retuerce de dolor); tiempo después vuelven a quedarse sin plata y como el dueño del bar que les vendía la merca era rarito y le tenía ganas a Gabriel Lenn, le dice que les daría merca si accedía a tener relaciones con él; él dice que no y ella le dice que lo haga, ya que a ella tampoco le había gustado prostituirse pero que lo hizo igual por los dos y que ahora le tocaba a él esforzarse por ambos, entonces él acepta y… no me acuerdo de cómo termina pero el mensaje es claro: si te hacés falopera, te volvés puta, y si te hacés falopero, te volvés puto…
   Yo iba a decir que había visto la película y que me parecía que no era exactamente como ella la había contado, pero no dije nada ya que realmente no me acordaba demasiado de cómo era la historia del filme en cuestión, lo que sí dije, fue:
   -Hay gente que al ver a los jóvenes viciosos del país, cree entender por qué el mismo no avanza, sin embargo, en los países económicamente desarrollados, ¡está lleno de choborras y faloperos! Y mucho más que acá. Y eso no les impide conformar coaliciones militares para invadir, saquear y matar, ni tampoco abusar de los recursos naturales ni industrializarse al punto de contaminar el propio aire (y el ajeno), lo cual constituye una amenaza para sus propias vidas… Es decir, el hecho de que sean unos reventados, no les impide ser explotadores, destructores del medio ambiente ni asesinos, o dicho de otra forma: no les impide ser "desarrollados"; esto demuestra que la causa del subdesarrollo económico no está en lo vicioso de una población.
   -¡Es verdad! –dijo otra de las chicas presentes -¡Todo eso implica el "desarrollismo" tan absurdamente idealizado!
   Después yo proseguí diciendo lo siguiente:
   -Los excesos parecen llevar a romper barreras con uno mismo y los demás, sobretodo el de alcohol… Sin negar los problemas que conllevan los excesos, digo que un consumo excesivo pero ESPORÁDICO de alcohol, lleva a acercarse a los otros y, por consiguiente, crea comunión, mientras que la sobriedad, divide, de ahí que sea óptimo alternar períodos de sobriedad con otros de ebriedad ya que al igual que el consumo excesivo y prolongado de alcohol es muy nocivo, también lo es un período muy prolongado de sobriedad… Lo mismo se aplica al consumo de drogas alucinógenas (como el LSD) que en la mayoría de los casos, a diferencia de lo que dice la oficialidad médica, hacen un daño muy poco significativo. Por supuesto que los "políticamente correctos" me dirán que hay otras formas de lograr comunión con los demás que hacen innecesario al consumo de alcohol y de alucinógenos (y en la mayoría de los casos son los mismos que defienden a los psicofármacos y demás drogas médicas terriblemente nocivas e innecesarias, que causan un daño muy superior al del alcohol y al del LSD), y yo lo admito; el consumo de alcohol y de LSD no es el único medio de romper barreras, es uno de los muchos que existen, pero me parece un medio válido que, a mi entender, debe ser respetado si alguien se sirve del mismo por propia voluntad.
   Hubo un asentimiento general silencioso; después, la mina que había coincidido conmigo en mi descripción del "desarrollismo", volviendo a la cuestión de las implicancias del mismo, dijo:
   -Una de las cosas que se suelen señalar (como si fueran positivas) de los países "desarrollados", es el orden;… …Recuerdo haber leído un texto de Bakunin en que más o menos decía (en pleno siglo 19) que los alemanes estaban formados desde la cuna para obedecer a sus superiores; decía que respetaban rigurosamente a las jerarquías y… ¡cuánta razón tenía! Ya que no casualmente en ese contexto de obediencia y sumisión absolutas a los "superiores", nació Hitler, lo cual debería llevar a cualquiera a cuestionarse si realmente son tan buenos, el orden, la obediencia, el respeto por las normas y la disciplina, ya que un Hitler no puede llegar al poder en un ámbito indisciplinado, desobediente e irrespetuoso de las leyes; un pueblo indisciplinado, a un Hitler se lo come crudo… sin embargo, cuando se dan levantamientos populares (sean por el motivo que sean), hasta los zurdos más extremistas lamentan que no se respeten a las autoridades ni a las leyes y anhelan un futuro en que eso sí ocurra, sin tener en cuenta que la historia demuestra que una sociedad obediente, disciplinada, respetuosa de las leyes y de las jerarquías, es la antesala de los mayores horrores, y los mismos se previenen con la desobediencia, con el desorden… con el tan injustamente denostado, caos.
   Uno de los jóvenes dijo:
  -¿Por qué será que los artistas no suelen ser de derecha?
   Yo respondí:
   -Porque ser de derecha implica tener una visión unidimensional de las cosas, como la que se tiene al ver una foto; al ver una foto común, aunque cambie de posición, uno seguirá viendo lo mismo a diferencia de lo que ocurre cuando uno ve una imagen tridimensional; si uno pasa de tener una visión unidimensional a tener la tridimensional, podrá ver diferentes aspectos de la misma cosa al cambiar de posición que antes no veía, lo cual lo llevará a admitir que la misma era mucho más compleja de lo que parecía, además de muy distinta de una parte a otra de lo que creía cuando la veía unidimensionalmente, y esto es más radical aún cuando se tiene una visión polidimensional; en lo que respecta a una visión no literal, el arte (ya sea a través de su creación o contemplación) ejercita a la visión polidimensional; por ejemplo (no se aplica sólo a la literatura pero sí, sobretodo a ella): cuando uno lee literatura, puede saber no sólo lo que los personajes hacen y dicen, sino también lo que piensan y sienten además de las historias de sus vidas (si es que el autor decide revelarlas, lo cual ocurre muy seguido); en la vida "real", no, ya que en la misma tenemos una visión mayormente unidimensional que nos lleva a no poder saber lo que las personas sienten o piensan aun si lo expresan, ya que no sabemos si son honestas o no, además no sabemos casi nunca cómo son las historias que tienen detrás de sí, entonces, aun lo que vemos que hacen, desconocemos por qué lo hacen, y ante un accionar de su parte que consideramos negativo, las solemos condenar impiadosamente, y esa impiedad muchas veces disminuye cuando llegamos a conocer a la historia detrás de la acción que consideramos equivocada, es decir, cuando tenemos una visión polidimensional de las personas;… …En la literatura tenemos una visión polidimensional que en la "realidad" también tenemos, pero subdesarrollada (por eso prima la unidimensional); el arte nos permite fortalecerla ya que, por lo ya dicho, su creación y/o contemplación, la ejercita, y quien ejercita asiduamente a su visión polidimensional, tiene más probabilidades de ponerse en el lugar del otro que alguien que no lo hace, y por eso es que a su vez, los artistas, por ejercitar continuamente a su visión polidimensional, rara vez son de derecha ya que la derecha implica intolerancia/visión unidimensional, pero no hay que creer por esto que no se puede ser intolerante siendo también de izquierda, de centro o libertario, ya que la intolerancia es independiente de cualquier ideología, pero como se da más comúnmente en la derecha, es que "derecha" e "intolerancia" son casi sinónimos, y no digo que sea infalible ya que hay artistas intolerantes (de derecha, o no), lo que digo es que es menos probable que se dé la intolerancia extrema en alguien que ejercita a su visión polidimensional asiduamente, y el ejercicio de la visión polidimensional lo constituye, como ya dije, la creación y/o contemplación de arte (no digo que sea el único medio para ejercitarla, pero sí el principal).
   Uno de los jóvenes dijo:
   -Puede ser cierto, pero creo que el arte tiene un lado negativo ya que en el mismo hay sentimientos exagerados; por ejemplo: en el caso del romanticismo presentado en las canciones… no digo que no exista el romanticismo en la realidad, pero sí digo que no existe con la fuerza con que se presenta en las artes; en la realidad, tal sentimiento suele ser tan insignificante respecto al presentado en el arte, que al compararlos, es casi como si en la realidad no existiera en absoluto.
   Yo dije:
   -Las situaciones que se presentan en una obra de arte pueden ser inventadas, pero los sentimientos son SIEMPRE tomados de la realidad; en ese sentido el arte siempre cuenta realidades, lo que pasa es que al una realidad sentimental cualquiera expuesta en las artes no ser la de uno (ni haberlo sido nunca), uno tiende a creer que ese sentimentalismo no puede existir fuera de un contexto artístico, pero es un error, porque sí existe.
   Transcurrió un rato más en que todos siguieron contando cosas que no transcribo por no recordarlas, por lo que paso a transcribir aquellas de las que sí me acuerdo:
   Uno dijo:
   -Por un lado, los moralistas son molestos… es más: son insoportables, pero parecen ser un mal necesario ya que sospecho que el día en que nadie se indigne ante nada, habremos perdido toda gana de vivir.
   Otro dijo:
   -Una vez, cuando tenía un programa de radio, entrevistamos a uno que había sido actor de la "galería del terror" del Ital Park, y…
   Una chica lo interrumpió con la siguiente pregunta:
   -¿Tenías un programa de radio?
   -Sí; uno de esos programas que empiezan tipo: "Si usted quiere contribuir a la continuidad de este programa, hemos abierto una cuenta corriente…" en fin; como decía, entrevistamos a un actor de la galería del terror del Ital Park y el tipo dijo que en la misma, la gente se asustaba tanto, que le pegaba, y él respondía ya que la defensa propia es casi un acto reflejo que no es solamente un derecho reconocido por las normas morales, sino también, por las legales; los otros actores también contragolpeaban, por lo cual había denuncias del público y de los actores (por eso en su equivalente en el actual Parque de la Costa, los actores disfrazados de monstruos, están a más o menos, quince cuadras del público)...
  (Es todo lo que por ahora recuerdo).

   Posdata: Ah, ahora me acuerdo de que una de las chicas, dijo: "Qué lástima que todo lo que hablamos acá vaya a caer en el olvido por no quedar registros escritos, de audio, ni nada…".

jueves, 31 de octubre de 2019

Los de allá y los de acá (cuento) - Martín Rabezzana

   El tipo pensaba que, por ser provinciano, en la capital sería basureado, insultado y hasta agredido físicamente por su sola procedencia ya que creía un hecho incuestionable a la soberbia de los capitalinos que, por su lugar de nacimiento, sin duda se sentían en un nivel de superioridad respecto a él, pero en realidad jamás había conocido a nadie de la capital, no obstante, no se sentía prejuicioso ya que lo que pensaba de aquellos a quienes desconocía, según su criterio, se ajustaba a la realidad, por lo que no creía que sus prejuicios fueran tales; tampoco consideraba tener el llamado "síndrome de inferioridad", lo cual explicaría su atribución de sentimiento de superioridad a otros, cuando el mismo no necesariamente existía. 
   Él, como toda persona prejuiciosa, solamente veía en aquellos por quienes tenía prejuicios, a las características que se los confirmaban y negaba a las que no lo hicieran, y de reconocer que éstas últimas existían, pensaba que eran "excepciones que confirman la regla", y a esa regla la conformaba esa "soberbia" que a él lo hacía sentirse "modesto", y como pensaba que el modesto es mejor que el soberbio, paradójicamente se sentía superior por su supuesta modestia a quienes llamaba "soberbios";… tenía lo que Sábato en "El túnel" llamó: "la vanidad de la modestia" que lo llevaba a tener la misma característica que reprobaba en los demás.

   El prejuicio según el cual los capitalinos (provinciales y más aún si se trata de capitalinos nacionales) son "soberbios", así como el de que los nacidos en los lugares alejados de la capital son "lentos", se da dentro de todo país y también de un país a otro cuando uno tiene más atención que otro, y todo esto fue racionalizado por el tipo en cuestión tras finalmente pasar un tiempo en la capital de su provincia y después, en la capital nacional y reconocer que el trato que en esos lugares recibió, fue igual de bueno y de malo que el que había recibido en su lugar de nacimiento.
   También advirtió que en la capital, así como había quienes tenían los prejuicios negativos que él se esperaba que sobre los provincianos tuvieran, había quienes tenían de ellos, prejuicios positivos y que a su vez los prejuicios negativos de estos últimos eran contra los propios capitalinos, lo cual también pasaba en su provincia, ya que sabía de personas de la misma que reivindicaban a los capitalinos y denostaban a los comprovincianos acusando a estos últimos de ser más prejuiciosos y discriminadores que los primeros.
   Tras conocer a extranjeros, para su sorpresa también notó que se aplicaba exactamente lo mismo cuando los prejuicios no eran por provincialidad sino por nacionalidad; empezó además a advertir que había un grueso de la población que no discriminaba por lugar de procedencia y no por ser "igualitarista", sino sencillamente porque estas cuestiones no le interesaban en absoluto, por lo que aceptó que las personas en su mayoría (personas que él no había considerado que pudieran existir siquiera minoritariamente) carecen de cualquier posición favorable o contraria a los foráneos de otras provincias y de otros países, ya que nunca hacen de estos temas algo importante en sus vidas, lo cual le costó entender ya que a él los mismos lo habían llegado a obsesionar, entonces tomó conciencia de que esa gente que discrimina, que no discrimina y que a veces lo hace y a veces no, SOMOS TODOS en algún momento.
   Entonces el tipo, en un arranque de igualitarismo extremo que lejos estaba de ser positivo, ya que el sentir que expresaría procedía de un desengaño profundo que lo llevaría a su vez a sentir que en el engaño había una negatividad menor, sentenció:
   -Capitalinos y provincianos, locales y extranjeros:… al final son todos la misma mierda.
   Al decir esto último el tipo creyó expresar una verdad absoluta (y yo no soy quien para decir que no lo es).