jueves, 14 de febrero de 2013

La traición (cuento) - Martín Rabezzana


   David cumplía 27 años y se estaba por casar con su novia Ana; su fiesta de cumpleaños estaba teniendo lugar en la casa de su prometida junto a sus familiares y los de ella; la hermana de su novia se llamaba María; era una hermosa chica de 15 años de pelo castaño; ella gustaba mucho del novio de su hermana y ese día al verlo solo le dijo:
   -En veinte minutos andá a mi habitación que yo te voy a estar esperando.
   David trató de ignorar la invitación que por supuesto supuso que tenía una implicancia sexual, pero fue vencido por el deseo por la chica y se dirigió a su habitación; ella en cuanto lo vio se sacó la ropa y perdió su virginidad con él.
   Unas semanas después tuvo lugar el casamiento de David; en la fiesta posterior María se le acercó y tomándolo de la mano le dijo que tenía algo muy importante que decirle y lo llevó hasta una habitación vacía. Le dijo:
   -Tengo un atraso. Creo que estoy embarazada.
   -¡¿Cómo que estás embarazada?!
   -Sí. No nos cuidamos.
   La hermana menor de María había escuchado todo tras la puerta. Fue corriendo hasta donde estaba su madre y le dijo:
   -¡Mamá! ¡Escuché a María hablar con un hombre y dijo que está embarazada!
   -¡¿Qué está embarazada?!... ¡¿De quién?!
   -No sé.
   -Pero, ¿con quién hablaba?
   -No sé, los escuché tras la puerta. No sé quién era el hombre.
   La madre se lo contó a su esposo y él, furioso, corrió hacia donde estaba su hija y le exigió que le dijera quién era el que la había embarazado, ella no quiso revelar su nombre y ante la insistencia agresiva de su padre salió corriendo; estando ya lejos de todos se detuvo a pensar. Tras unos minutos se le ocurrió buscar a un familiar adolescente de David presente en la fiesta de casamiento, lo encontró y tras llevarlo a un lugar alejado le dijo:
   -Estoy embarazada de alguien mayor... me quieren obligar a decir quién es y yo no quiero decirlo, por eso te pido que digas que estoy embarazada de vos.
   -¡Ni loco! -dijo él.
   ¡Por favor! Hay personas que van a sufrir mucho si se sabe de quién estoy embarazada.
   Él que gustaba de la chica se quedó en silencio unos segundos y después le dijo:
   -¿Y yo qué gano si hago lo que me pedís?
   Ella tras unos segundos tomó coraje y dijo:
   -A mí.
   Él la arrinconó contra la pared y le dijo:
   -Me tenés que dar un adelanto -y la besó.
   Ella no gustaba para nada del chico pero hizo un esfuerzo por mostrarse contenta. Después fueron adonde estaban sus familiares y ella le dijo al padre:
   -Estoy embarazada de él.
   El padre estaba junto a sus dos hijos varones que ya sabían lo que pasaba y empezaron a golpear al joven mientras María les gritaba desesperadamente que se detuvieran, pero lo golpearon tanto que quedó casi inconsciente, entonces María dijo:
   -¡Basta! ¡Basta! ¡Él no me embarazó!
   Tras escucharla dejaron de golpearlo y después de unos segundos de silencio el padre dijo:
   -¿Entonces quién fue?
   -...David.
   David que asustado había presenciado todo, abandonó corriendo su fiesta de casamiento perseguido por los familiares de su esposa.
   Ana había visto y escuchado todo pero no reaccionaba; ella se había casado con su novio, estaba todo bien hasta hacía unos minutos. Lo tenía todo y de pronto ya no tenía nada; su esposo la había traicionado y también su hermana.
   David no se presentó ante su esposa ni ante nadie de su familia por varios días; una tarde llamó a María por teléfono y le dijo:
   -Tenés que abortar.
   -¡No!
   -¡Pero tenés quince años! ¡Sos una nena! ¡No podés ser madre a tu edad!
   -Sí puedo.
   Después de unos segundos él le dijo:
   -Entonces... no vas a hacerlo.
   -No.
   Él colgó el teléfono y tomó conciencia de que su vida estaba arruinada; había perdido a su mujer e iba a tener un hijo que no quería tener; todo por unos minutos de sexo con esa hermosa chica.
   David estaba lleno de furia por María; se dirigió a la escuela en la que ella estudiaba y una vez ahí durante el recreo se dirigió a ella y tras decirle que tenían que hablar la tomó de un brazo y la llevó al baño. En cuanto estuvieron ahí empezó a golpearla fuertemente en el estómago; tras la paliza él se fue y ella permaneció en el suelo llorando; fue llevada al hospital y ahí se le dijo que había perdido su embarazo; David se dio a la fuga. Sabía que ahora era buscado por la policía.
   Después de varias semanas fue a buscar a su esposa al trabajo, quería hablar con ella porque la amaba; la encontró en el estacionamiento en el que había dejado su auto y le dijo:
   -Hola... No sé qué decir más que... perdón... Olvidemos todo; yo sé que vos me amás, por eso te casaste conmigo... sé que tu amor por mí no se terminó a pesar de lo sucedido... ...Vayámonos a cualquier lado y empecemos de nuevo.
   Ella permaneció en silencio varios segundos y con los ojos vidriosos le dijo:
   -Sos un hijo de puta.
   Sacó un arma de su cartera y lo mató, tras lo cual fue detenida por la policía; una vez en la comisaría se declaró culpable de matar a su marido ante los policías que la interrogaron y les contó por qué lo había hecho, entonces uno de ellos le dirigió a su compañero una mirada lastimosa, después miró a la mujer y le dijo:
   -Señora, entiendo perfectamente lo sucedido y no la culpo, pero si usted declara que no lo mató en defensa propia va a ser encarcelada, pero... si dice que él se le acercó y la amenazó con un arma (eso lo arreglamos nosotros), puede aducir defensa legítima.
   La mujer tras unos segundos tristemente asintió; declaró lo que le habían dicho que era más conveniente para ella y como su declaración resultó creíble, fue liberada; perdonó a su hermana y siguió con su vida.
   María también siguió con la vida normal que hasta hacía poco llevaba y aprendió algo muy importante que no habría de olvidar jamás: no hay nada peor que la traición.

La chica del colegio (cuento) - Martín Rabezzana

   
   Yo caminaba por una calle cercana a un colegio secundario cuando vi a una chica acercárseme. Yo tenía dieciséis años, ella parecía tener la misma edad; me tomó de un brazo sin decirme nada y en ese momento apareció un chico queriendo hablar con ella.
   -No tenemos nada de qué hablar -dijo ella.
   -Sí tenemos de qué hablar. Vení a mi casa.
   Entonces lo miré esperando una reacción negativa de su parte, pero la misma no existió.
   Empezamos a caminar mientras el chico se mantenía unos pasos detrás nuestro intentando convencerla de hablar con él; yo sabía que ella me estaba usando para deshacerse de su novio, pero no me importaba. El instinto de conservación de la especie es tan poderoso, que la simple idea de tener algo con ella me hizo fácil el exponerme a una agresión; después de varios metros el chico se fue.
   Seguimos caminando unas cuadras y cuando llegamos a su casa, para mi sorpresa, en vez de pedirme que me fuera, la chica me pidió que entrara con ella; en cuanto entramos al living empezó a sacarse la ropa, después se sentó en el suelo y me preguntó:
   -¿Vamos a hacerlo o no?
   Empecé a sacarme la ropa y su madre entró en la habitación, entonces me vestí lo más rápido que pude, pero la madre pasó simplemente hacia la cocina después de haber tenido con su hija una conversación absolutamente irrelevante. A los pocos segundos su madre se fue; apenas había notado mi presencia. Era obvio que su hija había hecho esto antes, por lo que pensé: "¡Qué puta!"
   Volví a sacarme la ropa y me acerqué a ella.
   Más allá de lo obvio, lo que más recuerdo ahora es lo que entonces pensé; ella iba a darme lo mejor de mi vida y yo sólo tuve hacia su persona un pensamiento de desprecio; aunque no lo haya expresado en voz alta, me siento culpable por eso, ya que esa chica hermosa fue muy amable conmigo y no merecía siquiera el menor pensamiento negativo de mi parte.

miércoles, 13 de febrero de 2013

La esencia del escritor - Martín Rabezzana


Ser escritor es tener el alma tan reluciente como oxidada, ya que se imagina cual si se fuera chico mas se vive en lo imaginado cual si se fuera un viejo cuya actualidad está tan desprovista de actividad que no puede más que vivir recordando el pasado, y en cierta forma es peor que eso, ya que si se escribe ficción se vive en falsos recuerdos.

Para mí escribir ficción es contar sueños, y como sucede en los mismos, a veces se entremezclan con la realidad y como no se sueña a voluntad, los sueños felices no tienen siempre lugar como uno querría...

Yo creía que escribía bien (también que cantaba bien), ¡pero siempre llega un alma buena a despertarlo a uno a las patadas! Y no puedo decir que no importe, ya que en esto importa sólo lo que piensen los demás -al menos importa más-.

La esencia del escritor es contemplativa, es la de un espectador siempre ansioso de tomar parte en lo visto, mas su destino lo arrastra a un costado y lo fuerza a mirar sin tocar (a sentir sin tocar) ya que se suele escribir lo que se puede sentir pero no vivir.

Soy escritor porque -como dice un tango- "soy un hombre que ha dejado de vivir para soñar".

lunes, 7 de mayo de 2012

Ma soeur Anabela, je t'aime (cuento) - Martín Rabezzana


 

   Ella tenía veintiún años y su hermano veinticuatro; se habían conocido hacía cuatro meses; la chica era poseedora de una dulzura impropia de una mujer hermosa como era, ya que esas mujeres capaces de crear pasión sin ningún esfuerzo, no aprecian y hasta desprecian en general a quienes ante ellas se rinden aun cuando no busquen en ellas sólo la satisfacción de sus necesidades sexuales, sino también emocionales.

   Estaban sentados a la mesa tomando mate. Él le dijo:
   -Vos sos muy religiosa y yo no sólo no creo en dios, sino que además, de existir, no creería en su bondad, razón por la cual estaría en su contra.
   La chica le dirigió una mirada bondadosa que demostraba cuánta tolerancia no religiosa monoteísta tenía ante las opiniones opuestas a las suyas.
   -Vos puedes...
   -El "vos" se usa con el "podés".
   La chica sonrió.
   -¡Está bien hermanita! Ya vas a aprender nuestro castellano.
   Ella volvió seria su expresión.
   -Ya hablo bien, pero cometo todavía algunos errores de principiante.
   Permanecieron en silencio algunos segundos, después él dijo:
   -¿Por qué quisiste conocerme?
   -Porque sos mi hermano. Sos de mi sangre.
   Él dijo con desprecio:
   -La sangre no vale nada.
   La chica pensó un poco antes de decir:
   -Mis padres me enseñaron a apreciar a la familia, para ellos...
   -¡Callate, callate! ¡No quiero escuchar hablar de esos hijos de puta!
   -¡No son unos hijos de puta!
   -¡Es fácil para vos decirlo, ellos no te abandonaron al nacer!; a mí sí.
   La chica lo miró con piedad.
   -Se equivocaron, pero tenés que perdonarlos.
   -¡Yo no perdono nada!... Yo entiendo al desprecio fundado, pero no al que es porque sí... Si alguien me conoce ahora y me desprecia, lo entiendo, ¡pero ellos me despreciaron cuando era bebé!... ¡¿Cómo se puede ser tan basura como para hacer eso?!... No lo entiendo... ¡Despreciaron a un bebé!
   -Por ahí si hablás con ellos...
   -¡No! ¡No los quiero ni ver!... ¡Por mí que se mueran!
   Anabela llevó una mano al rostro de su hermano y lo acarició, entonces él denotó en su expresión una gran fragilidad resultante de su gesto afectuoso; ella le dio un beso y él la alejó. Le dijo:
   -Pará.
   -¿Qué pasa?
   -Me hace daño tu afecto.
   -¿Por qué?
   -Porque yo necesito todo de vos y vos no me lo querés dar.
   Ella se mostró desconcertada.
   -¿Qué necesitás que yo no te dé?
   Tras algunos segundos él la besó en la mejilla y la abrazó, después acercó sus labios a los suyos y ella se apartó, entonces le dijo:
   -Somos hermanos.
   -Somos "ella y él"... Necesito tu amor.
   -¡Ya lo tenés! ¡Yo te quiero!
   Él, tras algunos segundos se levantó y dijo:
   -Aunque "querer" signifique "amar", es el "te amo" una expresión de amor profundo casi exclusivamente sentimental, y eso es lo que yo siento por vos... ¡Yo te amo, Anabela!
   Ella no quería lastimarlo. Repitió el argumento de rechazo más obvio y cercano que tenía.
   -Somos hermanos.
   Él la miró profundamente a los ojos y volvió a decir:
   -Yo te amo.
   Ella se levantó y se le acercó; él una vez más intentó besarla y ella se volvió a apartar; él dijo:
   -¡Está bien, no te preocupés! No voy a volver a intentar besarte nunca más.
   Él se volvió a sentar y ella también; ella dijo:
   -Yo te quiero dar el amor que no te dieron mis padres, pero te puedo dar un amor absolutamente incondicional y profundo de hermana porque eso es lo que soy; ¡no puedo ser tu hermana y tu novia a la vez!
   -¡Sí podés! Si yo no te gusto decímeló, pero no me digás que no podés sentir amor sentimental por mí por ser mi hermana porque yo soy tu hermano y lo siento por vos.
   Anabela se sintió muy mal; tener que rechazar a un hombre le había pasado muchas veces, pero siempre le dolía porque lejos de molestarle que alguien se interesara en ella, lo apreciaba, pero esta vez era aún más doloroso porque no se trataba de rechazar a un extraño ni a un amigo, sino a un hermano al que había querido aun antes de conocer; "tenés un hermano en Argentina", le había dicho su madre cuando era adolescente, ella al saberlo sintió la necesidad de conocerlo, razón por la cual se puso a estudiar castellano y a ahorrar plata para viajar a Buenos Aires.
   Él, después de un extenso silencio, le habló.
   -Los sueños son difusos generalmente, pero yo me acuerdo de uno perfectamente: conocía a mi mamá y le decía: "¡Hola mamá! ¡Me muero de ganas de abrazarte!" Y ella me miraba con desprecio y se alejaba... ...¿Vos sabés algo de desprecio?
   -Yo no desprecio.
   -No te digo de despreciar, sino de haber sido vos despreciada... ¿Sabés lo que es que te abandonen al nacer?... yo sí.
   La chica, con semblante compasivo, dijo:
   -Yo me siento mal por vos y te quiero hacer sentir mejor.
   -¡No te sintás mal por mí! ¡Sentite mal por los que no tienen en dónde vivir, por los que no tienen qué comer! A mí nunca me faltó nada, lo único malo que me pasó en la vida es no haber sido querido nunca por ninguna mujer... ni siquiera por mi mamá.
   La visión de la palidez de su rostro que tanto contrastaba con la oscuridad de su pelo le encantaba; si bien uno puede enamorarse de alguien cuya personalidad le resulta desagradable (ya que el enamoramiento es irracional), éste no era el caso; ella tenía todas las características que a él le gustaban en una mujer; su dulce expresión era el reflejo exacto de la dulzura de su alma; la compasión abundaba en ella y eso era algo que lo atraía ya que la misma existe en gran cantidad en muy pocas personas, y al ser él una de ellas, junto a Anabela no se sentía más solo.
   Ella, con énfasis dijo lo siguiente:
   -Si ninguna mujer te quiso, entonces yo soy la primera... Nunca más vas a sufrir la falta de amor porque me tenés a mí.
   Él con resignación le dijo:
   -No. No te tengo; el no tenerte como yo necesito me duele mucho, y debido a eso el verte hace a mi dolor aun mayor...
   Ella permaneció en silencio sin saber qué decir; él dijo:
   -No te quiero ver más.
   Ella se sintió muy dolida y no dudó siquiera un segundo de que él hablara en serio; sabía que lo único que podía hacer para que su relación no terminara ese día era darle lo que necesitaba, por lo que dijo:
   -Si sólo puedo hacerte feliz entregándome a vos, entonces lo voy a hacer... Pedime lo que quieras.
   Él no se alegró al escucharla.
   -No; si vos te entregás a mí sólo por compasión, no te puedo aceptar; yo quiero que vos necesites entregarte a mí por amor, no por compasión... ...¡Sos re buena, sos re buena persona! Preferís complacer a los demás a complacerte a vos misma, por eso te amo, pero yo quiero que vos seas feliz y por eso quiero que estés con aquel que tenga la suerte más grande del mundo que es la de enamorarte... ...Nosotros nos tenemos que alejar.
   Anabela se puso a llorar.
   -¡No llorés mi amor, no llorés!
   Él le extendió los brazos y ella lo abrazó. Él le dijo:
   -Vos vas a ser siempre importante para mí.
   -¡Vos también para mí!
   -Ahora te tenés que ir -él la alejó.
   Ella se arrojó a sus brazos y con los ojos llenos de lágrimas, le dijo:
   -¡No me quiero ir!
   Después de algunos segundos de silencio, él, con dolor en su mirar, pronunció lo siguiente:
   -Si me querés, te tenés que ir. ¿Vos me querés?
   Ella asintió.
   -Entonces andate.
   Se contemplaron profundamente sin hablar y después él le dio muchos besos y ella también a él, tras lo cual se separaron para siempre.