-Nunca habla mal
de nadie -me dijo refiriéndose a cierta persona que en las reuniones sociales a
las que asistíamos permanecía en silencio cuando los demás nos entregábamos a la
crítica; yo asentí, y comprendiendo que la ausencia de maledicencia es una virtud
que sólo los grandes poseen, y tras tomar conciencia de que lo maledicente estaba muy presente en nuestras personas, nos reconocimos a nosotros mismos como parásitos
insignificantes.
domingo, 5 de agosto de 2018
lunes, 30 de julio de 2018
Convicción metafísica (cuento) - Martín Rabezzana
El trabajo
nocturno implica ciertos beneficios innegables siendo el más obvio y relevante,
el menor nivel de tensión nerviosa que durante la noche hay, pero hay otros,
poco (o nada) tenidos en cuenta por la mayoría, como la mayor posibilidad de
ser testigo de hechos fantásticos, lo cual es común y mucho más de lo que se
imaginan quienes nunca trabajaron más que de día; quienes sí hayan trabajado
durante la noche en alguna fábrica, empresa o recinto público cualquiera, saben
que en un período no muy largo de permanencia en los mismos, es INEVITABLE
experimentar algo raro, extraño, inusual… SOBRENATURAL.
Ya se había iniciado la medianoche de ese primer día en que empecé a trabajar en cierto teatro municipal en calidad de barrendero/limpiaventanas/lustraasientos, etcétera; mi compañero hablaba casi sin parar y tras casi una hora de trabajo me dijo que iba a poner agua para el mate, entonces le dije:
Ya se había iniciado la medianoche de ese primer día en que empecé a trabajar en cierto teatro municipal en calidad de barrendero/limpiaventanas/lustraasientos, etcétera; mi compañero hablaba casi sin parar y tras casi una hora de trabajo me dijo que iba a poner agua para el mate, entonces le dije:
-Dale, andá
yendo que yo enseguida voy.
Pero ni se
movió, entonces le pregunté:
-¿Qué pasa?
Me dijo:
-Acompañame
porque… ir solo detrás del escenario es…
Tras unos
segundos, dije:
-¿Es qué?
-Es para gente
más valiente que yo.
Entonces paré de
barrer y sin preguntarle nada, lo acompañé hasta detrás del escenario donde
había una pava eléctrica que calentaría el agua para el mate; mientras tanto me
contó de las visiones de espectros que experimentó en el lugar en que estábamos.
También me dijo que no solo él los había visto, sino también los demás
empleados; me dijo que había escuchado que a la medianoche se abre un portal
dimensional que se cierra tras seis horas que le permite a los seres del mundo
espiritual visitar el nuestro; yo le dije que todo eso podía explicarse por los
efectos psicoactivos de la cafeína ya que aumenta el nivel de cortisol lo cual
puede llegar a alterar la percepción, y dicha hormona también aumenta con la
falta de sueño, por lo que es lógico que en los trabajos de horario nocturno
sean comunes las alucinaciones ya que es también común que las personas tengan
sueño a altas horas de la noche y que intenten combatirlo con un gran consumo
de cafeína, de ahí que esté todo dado para que experimenten visiones extrañas
que nada tienen de sobrenatural.
Tras escuchar
todo esto, mi compañero dijo:
-¡Faaaaaa,
cheee!... ¿cómo sabés todo eso?
Yo le dije:
-Son las
ventajas de leer algo más que el boleto del bondi (o la tarjeta sube) -¡Pero qué hijo de puta que fui,
carajo! ¡Incurrí en el vicio destacado por Bakunin que es el orgullo de
inteligencia!... La discriminación por intelecto es la que más abunda entre
quienes superaron (o al menos creen haberlo hecho) a las demás, y no hay mayor
boludo que aquel que menosprecia a otro por ser falto de desarrollo
intelectual, y por tomar conciencia de esto es que rápidamente me excusé
diciendo: -¡No lo tomés en serio! No vayas a creer que soy un intelectualista
ya que yo desprecio al ámbito intelectual.
-¿Ah sí? ¿Por
qué?
-Porque el desarrollo
intelectual se sucede paralelamente al subdesarrollo de la compasión, del
respeto por la vida ajena, de la bondad… básicamente: de la calidad humana, por
eso es que detrás de todo sometimiento a gran escala de toda forma de vida
conocida y destrucción del medio ambiente, hay siempre intelectuales… El
intelectualismo conlleva el germen de la destrucción propia y ajena… …El
desarrollo intelectual te empeora a nivel personal y te disminuye la capacidad
de apreciar lo más sencillo e importante de la existencia sin lo cual no hay
bienestar alguno posible, de ahí que los intelectuales sean (salvo raras
excepciones que confirman la regla) extremadamente resentidos y miserables, y
de ahí lo absurdo de menospreciar a alguien por carecer de desarrollo intelectual
como si con el mismo no se perdiera más de lo que se gana, por eso cuando
alguien menosprecia a los demás por ser supuestamente faltos de intelecto,
asumiendo así que el mismo es positivo, es oportuno recordarle que sin un
Einstein no habría bomba atómica… …Bueh; sigamos laburando.
Si bien mi
sentir respecto de lo recién dicho es actualmente el mismo, en lo que respecta
a mi pensamiento cambié bastante ya que me di cuenta de que en esos años había
caído en el otro extremo de la discriminación tradicional que es el de
discriminar al discriminador, no advirtiendo que el antirracismo es racismo ya
que tiene las mismas bases, es decir, el racista (en el sentido amplio de la
palabra racismo) se siente superior a
aquel a quien menosprecia por su condición, y el antirracista también; éste
último, que suele autodenominarse
igualitarista, se siente superior a quien tiene valores jerárquicos y por
eso es que a fin de cuentas es igual a su opuesto que lejos de estar realmente
en conflicto con él, lo complementa, por lo cual se dan vida mutuamente, es por
eso que sin el racista no existiría el igualitarista, sin el fascista no
existiría el liberal, sin el estado no existiría el anarquista y sin el malo no existiría el bueno, de lo cual se puede concluir que si
destruimos a los otros (física o ideológicamente) nos destruimos a nosotros
mismos porque NECESITAMOS DE LOS OTROS PARA SER NOSOTROS, de ahí lo absurdo del
querer destruir al otro por tener valores opuestos a los de uno o de creerse
por encima de él ya que en realidad todos los valores son iguales dado que unos
permiten la existencia de los otros, por eso para mí quien realmente está por
encima de la generalidad, quien en serio es superior, no es el que acepta unos
u otros valores, sino aquel que los trasciende a todos ya que sólo al
trascenderlos se logra no juzgar, lo cual a uno le posibilita alcanzar la
armonía consigo mismo sin la cual no es posible la armonía con los demás, pero
todo esto lo resolví mucho después del tiempo en que se desarrolla la historia
en cuestión que ya mismo retomo.
Nada raro
ocurrió esa noche ni la del día posterior, pero a la semana siguiente sí
ocurrieron cosas extrañas como que se escucharan golpes en el techo (que atribuí
al aterrizaje de palomas aunque al salir a ver no divisara a ninguna) y que el
telón se corriera solo, y tras constatar que no había nadie que lo hubiera
corrido y como estaba solo, me lo expliqué a mí mismo con lo ya dicho sobre los
efectos psicoactivos de la cafeína y la falta de sueño, pero la verdad es que
no me lo creía y me quise convencer a mí mismo de que estaba tranquilo cuando
en realidad estaba asustado.
Al día
siguiente, mientras con mi compañero barríamos un pasillo junto a las butacas,
en el escenario aparecieron dos figuras humanas; mi compañero al percibirlo,
mientras señalaba al escenario, dijo:
-¡Mirá!
-Miré al
escenario y le dije:
-Describime lo
que ves.
-Veo a un hombre
y a una mujer que parecen estar cantando, pero no se escucha nada; la mujer
tiene un vestido rojo y…
-¡El hombre está
de traje y tiene un sombrero como de los años 30! -dije yo interrumpiéndolo.
-¡Sí! -dijo mi
compañero.
Evidentemente
veíamos lo mismo.
Tras más o menos
un minuto de mirar a las figuras en el escenario sintiendo una mezcla de
escalofríos, miedo y asombro, las mismas se desvanecieron.
Quedaba todavía
una hora de trabajo y la pasamos casi sin hablar debido a la conmoción que lo
experimentado nos causó.
La noche
siguiente mi compañero me dijo:
-Mirá lo que
encontré en el depósito.
Y desplegó un
póster viejo en el que se publicitaba la obra musical cuyos protagonistas
habíamos visto la noche anterior sobre el escenario, pero… el teatro era nuevo.
No podía ser entonces que fueran los espectros de actores que habían actuado en
ese lugar una obra en alguna de las primeras décadas del siglo veinte ya que en
ese entonces el teatro no existía, sin embargo, la dirección presentada en el
póster daba cuenta de que había habido en ese mismo lugar un recinto público en
el que se habían realizado obras teatrales, por lo que en realidad sí podía ser;
en la imagen se veía a un guapo del 900
junto a una mujer de vestido claramente rojo ya que si bien la fotografía en
ese tiempo era en blanco y negro, para los afiches publicitarios las mismas
solían ser coloreadas; me dijo:
-Si lo
interpretamos desde la óptica que me presentaste, lo que vimos no eran
fantasmas ya que fue el producto de una alucinación, pero… -señalando el póster
-¿cómo se explica esto?
Y tras unos
segundos de intentar racionalizar lo ocurrido, depuse las armas intelectuales
de las que se agarra todo cobarde racional en pos de no admitir la existencia
de lo metafísico y dije:
-Lo que vimos no
se explica con lo que te dije; esa explicación para este caso es una mierda.
Olvidala.
-¿Entonces qué
fue lo que vimos?
Yo, con convicción
metafísica, le respondí:
-Fantasmas.
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Convicción metafísica
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martes, 10 de julio de 2018
Flores blancas del adiós (cuento) - Martín Rabezzana
Mientras
caminaba tranquilamente rumbo a la estación, divisó un puesto de venta de
flores ante el cual se detuvo para sentir mejor el aroma de las mismas; el
adolescente encargado del negocio le dijo:
-¿Quiere
llevarse algunas, señora?
Ella asintió en
silencio, después dijo:
-Necesito flores
para despedir a alguien.
El vendedor
dijo:
-Las rosas
blancas son muy usadas para las despedidas.
-Llevo una
docena de rosas blancas, entonces.
-Muy bien.
El muchacho le
envolvió las flores, se las entregó y al ella pagarle, rozó la mano del
vendedor, y como el billete con el que había pagado era superior en valor al
costo de la compra, la mujer dijo:
-Quedate con el
vuelto, y feliz primavera.
Y mientras
decía esto último ella le sonrió de un modo tan profundo, agradable y honesto,
que el joven no pudo sostenerle la mirada, por lo que la dirigió al piso
mientras le dijo:
-Muchas gracias señora, y feliz primavera para usted también. Buen día.
-¡Buen día! -respondió ella muy animadamente mientras reanudaba su marcha hacia la
estación.
El vendedor de
flores la miró mientras se alejaba y en voz baja dijo:
-¡Qué linda!
Tras una media
hora el empleado del puesto de flores vio a una ambulancia pasar camino a la
estación, después vio a varias personas hacia allí dirigirse apresuradamente
entre las que había algunos policías; era obvio que algo había pasado, pero,
¿qué?... En eso apareció un pibe lustrabotas que parecía volver de la estación,
entonces el vendedor de flores le preguntó:
-¿Venís de la
estación?
-Sí.
-¿Qué pasó?
-Una señora se mató tirándose bajo el tren.
El joven
vendedor se sintió conmocionado y con mucho temor preguntó:
-¿Cómo era esa
señora?
-No sé, no la
vi. El lugar estaba lleno de gente y no pude ver mucho, solamente llegué a ver
las flores blancas que dicen que llevaba, desparramadas por el suelo. ¡Ah! Y
parece que era actriz de cine porque eso comentaban algunas personas que la
habían visto.
El vendedor de
flores tenía los ojos vidriosos y con mucho esfuerzo logró contener las
lágrimas; el lustrabotas notó su malestar y se sintió incómodo, por lo
que decidió seguir su camino; se despidió:
-Chau.
Por el estado de
shock en que se encontraba, el vendedor de flores no pudo responder el saludo.
Se mantuvo un
largo rato en silencio y apesadumbrado rememorando una y otra vez el paso de la
mujer por su vida.
Tras algunos
minutos sacó de su bolsillo el billete con el que la actriz le había pagado las
flores y supo que nunca podría gastarlo; lo guardaría para siempre ya que el
mismo tenía para él un valor emocional infinitamente superior al material por implicar su simple
contemplación, una vuelta imaginaria al momento en que tuvo contacto con ella, un contacto que no por haber sido ínfimo y breve había dejado de quedar grabado de
forma indeleble en la memoria de su cuerpo físico y espiritual.
(Cuento inspirado por el caso de la actriz Norma Giménez
-1930/1957- y dedicado respetuosamente a ella).
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Flores blancas del adiós
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miércoles, 4 de julio de 2018
Lo que la AIVP no quiere que se sepa (cuento) - Martín Rabezzana
Pocos años hacía
que habían salido de la adolescencia la mina y el pibe a continuación
mencionados y (en circunstancias que no viene al caso mencionar) encontrándose
en el departamento de la familia de ella mientras sus padres estaban ausentes,
imprevistamente se escuchó el ruido de llaves en la cerradura de la puerta de
entrada; la chica salió de la habitación en que estaba con el pibe y una vez en
el pasillo, nerviosa dijo:
-¡Mis padres!
Mientras tanto
el pibe, no viendo más vía de escape que el balcón, se dirigió al mismo y sin ser
visto por la chica, miró hacia abajo para asegurarse de que en el lugar de su
planeado aterrizaje no hubiera nadie, y tras vacilar unos segundos, saltó del
décimo piso en que estaba y cayó parado en la vereda de la avenida resultando
completamente ileso como si la altura de la cual se había arrojado hubiera sido
insignificante, tras lo cual, como si nada caminó en dirección a su casa, pero
muchos transeúntes habían visto la escena y no pudiendo salir de su asombro,
rodearon al joven impidiéndole el paso y le hicieron toda clase de preguntas de
tipo: "¿Es usted extraterrestre?" "¿Es un robot que viene del futuro?" "¿Es usted
un pájaro humanoide?" "¿Viene de otra dimensión?" , y todas esas preguntas que
en otra oportunidad habrían sido absurdas, en tal caso eran sensatas ya que el
hecho que había tenido lugar parecía transgredir las leyes físicas, sin embargo
el mismo nada tenía de sobrenatural ya que se ajustaba a las leyes físicas
naturales pero desconocidas por la mayoría de las personas de la cual el joven
no formaba parte ya que era aficionado al paracaidismo y su instructor de dicha
disciplina una vez le había dicho:
-Aunque lo que te voy a decir te suene
ridículo, tomalo en serio porque algún día te puede salvar la vida: si tras
saltar de un avión por X motivo el paracaídas no se abre, mantené la calma y
preparate para dar un paso adelante justo antes de tocar el piso ya que si
hacés eso el aterrizaje va a ser igual a bajar de un escalón, por lo que vas a
salir totalmente ileso aunque hayas caído desde miles de metros de altura.
El joven lo miró
descreído y tras unos segundos de silencio, riéndose levemente, le dijo:
-Sé que tengo
cara de salame, pero… ¿para tanto es la cosa?
Su anciano
instructor, con tono firme dijo:
-No importa si
ahora no creés en lo que dije, lo importante es que lo recuerdes en el momento
en que te haga falta.
El joven, sonriendo le dijo:
-¡’Ta bien! No lo
voy a olvidar, se lo prometo.
Y así fue ya que
el consejo de su instructor fue puesto por él en práctica exitosamente, aunque
no precisamente tras saltar de un avión, pero como explicar todo esto
(mantenido en secreto por la AIVP, es decir, la Asociación Internacional de
Vendedores de Paracaidas, que se iría a la quiebra de lo recién contado ser por
todos sabido) habría sido inútil ya que nadie lo creería, el joven,
considerando que la explicación propia de la ciencia ficción resultaría más
verosímil que la verdad misma, dirigiéndose a la muchedumbre, dijo:
-Soy un pájaro
humanoide y vengo de otra dimensión.
Tras lo cual se
fue a su casa ante la admiración general.
Esta historia
TOTALMENTE VERÍDICA, además de exponer cómo la realidad a veces supera a la
ficción y como la ficción es a veces más creíble que la realidad, expone cómo
los intereses corporativos que dominan al mundo se infiltran en nuestro
subconsciente y nos hacen creer imposible a lo posible.
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